vii. don't worry, darling
capítulo siete !
don't worry, darling
Orys se inclinó para dejar un beso en la frente de su única hija, antes de que la nodriza la tomara en brazos y saliera de los aposentos del rey con la niña y sus hermanos mayores detrás.
Una vez que las puertas se cerraron, tras la salida de los niños y la mujer, el príncipe soltó el suspiro que tenía contenido desde hace rato.
―¿Cómo está?
Volteó encontrándose con su esposa a unos metros de distancia. Rhaenyra había abandonado el lugar junto al lecho de su padre, se notaba perturbada, Orys lo notó en sus ojos.
―No dejaba de pedir su té para calmar los dolores. ―La voz de la princesa salió en un murmullo y se acercó aun más a su esposo, como si lo que estuviera por decir fuera un secreto. ―Era leche de amapola.
Orys frunció el ceño, inclinando un poco la cabeza hacia un lado, creyendo haber oído mal a Rhaenyra.
―¿Leche de amapola?
La princesa asintió y, tras unos segundos, él niega lentamente con la cabeza tras apartar la mirada de ella. Rhaenyra no tardó en notar como Orys se perdía en sus pensamientos nuevamente.
―¿Qué? ―cuestiona la princesa, llevando una mano a su vientre en busca de calma.
Orys vuelve a mirarla, intentado disimular su preocupación al notar la intranquilidad de Rhaenyra. Sin embargo, se relame los labios antes de hablar. Jamás le había mentido, no comenzaría a hacerlo ahora.
―Estoy pensando en qué clase de maestre ofrece la leche de amapola como un té regular para ciertos dolores. ―Rhaenyra permanece en silencio, sin saber realmente a donde quería llegar él con ese punto. ―He visto a hombres más sanos que Viserys abusar de ella, tras un tiempo su juicio se nubla por completo.
Rhaenyra se mueve inquieta mientras toca su vientre. La preocupación se encontraba en su pecho, pero junto a ésta comenzaba a crecer un leve resentimiento por aquellos que ahora gobernaban en nombre de su padre.
Orys esperaba encontrarse con cualquier cosa menos el estado de Viserys. No esperaba que Alicent permitiera esto.
―Quizás podríamos consultar su estado con un maestre diferente.
Rhaenyra detuvo sus movimientos incesantes y reposó su mirada en él, encontrándose con aquellos ojos lilas que tanto adoraba. Orys tenía una mirada tranquilizadora, una sola mirada la hacía sentir que estaba surcando los cielos a lomos de dragón, nunca fallaba en hacerla sentir mejor.
―Tienes razón. ―El tono de voz de la princesa se volvió suave. ―Podríamos traer al maestre Gerardys, quizás él pueda ayudar a mi padre.
Orys asintió con los labios apretados al estar de acuerdo con Rhaenyra. El maestre Gerardys había asistido en los partos de todos sus hijos, uno más sano que el otro, confiaban en él.
El príncipe colocó una mano sobre la de su esposa, la cual descansaba sobre su abultada barriga, donde su pequeña o pequeño dragoncito crecía sano y salvo.
Inmediatamente todos los sentimientos negativos de Rhaenyra se disiparon, una ola de tranquilidad y cariño se apoderó de ella ante el contacto, mientras una sonrisa crecía en su rostro.
La pareja cruzó miradas una vez más, esta vez con algo de sorpresa, Orys había sentido el movimiento bajo la palma de su mano. Rhaenyra sentía los movimientos en su interior.
―¿Está...? ―Orys abrió sus ojos con sorpresa, sin poder encontrar sus propias palabras.
Rhaenyra asintió con una sonrisa, igual de entusiasta que su esposo. ―Aquí.
Tomó la mano del príncipe y la colocó justo donde su bebé estaba pateando, Orys soltó una risita de emoción. Sus ojos brillaban reflejando su alegría.
Cuando sintió a Aegon moverse en el vientre de Rhaenyra por primera vez, casi se desmaya de la emoción y el asombro, a decir verdad también estaba un poco impresionado por cómo se movía bajo la piel de su esposa. Tuvieron cinco hijos, así que aquello no era nada nuevo.
Sin embargo, con cada uno de sus pequeños dragones se había emocionado de la misma forma.
La burbuja del matrimonio se vio rota cuando la puerta del cuarto fue abierta con un chirrido. Ambos miraron en busca de la persona que interrumpía su momento.
―Princesa. ―Alicent Hightower se encontraba frente a ellos, llevaba un vestido verde con bordados de hilo dorado y un enorme collar con una estrella de siete puntas. ―Mi príncipe.
Orys y Rhaenyra se enderezaron, sin embargo, ninguno hizo una reverencia. La princesa alejó la mano de su vientre, el príncipe no lo hizo.
Mantuvo el contacto con su esposa incluso cuando la reina verde dirigió una mirada a aquel lugar que Orys tocaba. Alicent notó el vientre de Rhaenyra y luego miró a los ojos del esposo de ésta.
―No recibimos noticias sobre su estado, princesa. Hubiéramos enviado nuestros buenos deseos y pedido a la Madre por la salud de su vástago.
Alicent hablaba con sus manos entrelazadas delante de su cuerpo, pero ni siquiera en su rostro notaban emoción alguna sobre lo que salía de su boca. Era como si sus palabras hubieran sido ensayadas hasta aprenderlas de memoria.
―Apreciamos sus buenas intenciones ―exclamó Rhaenyra con cierta incomodidad, jugando con los anillos en sus dedos.
―Enviamos un cuervo con la noticia hace algunas lunas, alteza. ―Rhaenyra lo miró de reojo cuando Orys habló repentinamente. ―Pero no se tome molestias, hemos tenido cinco hijos sanos sin la necesidad de rezar a algún otro Dios que no sean los valyrios. He de decir que, hubiéramos apreciado más una bienvenida acorde a la princesa heredera y su familia.
Alicent tuvo que ocultar su sorpresa por la rudeza disfrazada de amabilidad en las palabras de Orys. Mientras que el príncipe tomaba la mano de su esposa, con la cual Rhaenyra movía sus anillos incesantemente, y acariciaba el dorso de ésta.
La reina se aclaró la garganta un par de veces. Sintió aquellas palabras como dagas hacia su integridad, no porque realmente le importara el significado de ellas, sino más bien por quien las espetó en su contra.
―Lamento no haberlos recibido yo misma, pero los deberes del Reino están sobre todos...
―Estoy segura de que la reina debe tener asuntos pendientes. ―Rhaenyra la interrumpió. ―¿Qué sabremos nosotros de gobernar un reino, mi cielo?
Orys y Rhaenyra se miraron por un breve segundo, él asintió, luego ambos miraron a la reina.
―Yo no lo gobierno, como bien saben. Mi padre y yo solo representamos la voluntad y sabiduría del rey...
―¿Qué tanta voluntad y sabiduría puede tener alguien que ni siquiera sabe en qué año se encuentra?
Alicent se tensó, estresada por la forma en que Rhaenyra y Orys se complotaban para arremeter contra cada palabra que salía de su boca. Los dos estaban jalando de los hilos de su paciencia.
―La condición del rey Viserys ha empeorado desde la última vez que estuvieron aquí. ―Alicent no pasó por alto la mirada incrédula del príncipe. ―Le provoca un terrible dolor. Los maestres aconsejaron...
―Ah, los maestres por supuesto. ―Rhaenyra caminó hacia la reina lentamente. ―Son ellos los que lo tienen confundido con la leche de amapola, mientras los Hightower calientan su trono.
―Si ustedes lo vieran sin ella, casi ciego por el sufrimiento.
―Estoy seguro de que es un acto de la más pura misericordia, Alicent.
La reina verde dirigió su mirada hacia el príncipe rápidamente. Su boca entreabierta y su ceño fruncido en confusión. Ciertamente el oír su nombre desde los labios de él siempre la llevaba de vuelta a un tiempo en el que desearía permanecer eternamente.
Pero ahora no lo reconocía, y la forma en que dijo su nombre fue casi rencorosa.
Orys estaba actuando igual que ella, igual que Rhaenyra. Y el odio de la reina por aquella que una vez fue su mejor amiga solamente incrementó.
―Dime, Alicent, en este acto de misericordia para aliviar el sufrimiento del rey, ¿los maestres también ordenaron quitar la heráldica de los Targaryen, para colocar varias estatuas y estrellas, en su lugar?
Orys se colocó junto a su esposa y le sostuvo la mirada a la reina verde con firmeza.
Orys había nacido y fue criado en Bastión de Tormentas, demasiado alejado de las costumbres valyrias de la casa de su padre. Todo en el gritaba Baratheon, más que Targaryen.
Sin embargo, desde su matrimonio con Rhaenyra Targaryen, ceremonia llevada a cabo al estilo de los antiguos señores dragón de Valyria, el príncipe había adoptado una por una las costumbres de su casa.
La cicatriz en el labio inferior de ambos demostraba que habían tenido una boda tradicional valyria. Huevos de dragón fueron colocados en las cunas de sus hijos antes de que nacieran, siguiendo la tradición familiar. Sus hijos entendían y estaban aprendiendo a hablar en Alto Valyrio.
Todo de su familia gritaba y representaba a los Targaryen, a pesar de los intentos de algunos en llamarlos indignos de la dinastía solo por unos mechones de cabello oscuro.
―Los emblemas de los Siete nos guían en un sendero incierto. Nos recuerdan de una autoridad superior.
―Y mañana... ―Rhaenyra la observa con el ceño fruncido, incrédula. ―¿Qué autoridad juzgará el reclamo de mi hijo de su propia herencia?
La reina guardó silencio un segundo, el suficiente tiempo para mirar a los ojos a ambos príncipes. Orys juraría ver como las comisuras de sus labios se agrandaron mínimamente en una sonrisa malévola.
―Será la mía, y la de la Mano. ―Orys apartó la mirada. ―Pero estén seguros de que el Padre es justo y me ordena olvidar las acusaciones han hecho hoy.
La Hightower no dejó que respondieran, tan rápido como llegó, se había marchado de los aposentos del rey.
Orys bajó la cabeza, permitiendo que sus largos cabellos cubrieran su rostro y, nuevamente, soltó un suspiro.
Casi había olvidado como las cosas funcionaban en la capital.
Con Viserys en su estado actual, estaban completamente solos contra los verdes. El primer golpe sería pronto, y no se encontraban en una posición favorecedora.
Los príncipes, aunque no lo quisieran, estuvieron de acuerdo en poner su atención en otras cosas a pesar de los problemas que los acechaban.
Se marcharon decididos a tomar el almuerzo con sus hijos menores, mientras que los mayores se deleitaban en el patio de entrenamiento con el resto de los nobles que vivían en la corte.
Las paredes de la Fortaleza evocaban en Orys recuerdos tanto buenos como malos de su juventud, la mayoría de sus experiencias y anécdotas habían ocurrido en el castillo. Ya que se había mudado a la capital tras quedar huérfano a una corta edad.
Tal y como lady Jocelyn en su infancia.
Orys no estaba nada contento de estar nuevamente en ese nido de serpientes.
Los nobles no habían tardado en comenzar con sus murmullos. Primero hablaron sobre la cantidad de hijos que la princesa le había dado en tan poco tiempo, trayendo nuevamente a flote la falta de respeto de ambos hacia los Velaryon que habían muerto días antes de su boda.
Los niños Velaryon con su cabello castaño y ojos oscuros siempre eran la atracción principal y, a donde sea que fueran, eran señalados.
La vista de Aegon, Viserys y Rhaegel había puesto a todos a hablar sobre los hijos de la princesa con su primer marido, y cómo el cabello platinado de los frutos de su segundo matrimonio solo confirmaba lo que nadie se atrevía a decir por miedo a perder la lengua.
Aunque cuando se encontraron con la quisquillosa princesita Vaelys de frente, con su cabello tan castaño y ondulado como el de su padre, permanecieron en silencio. Aemon y sus travesuras también fueron una sorpresa.
El rumor de que Aemon Targaryen había tenido un intercambio de palabras contra aquellos que hablaban a espaldas de sus hermanos mayores rápidamente se esparció. Palabras no muy amables, si hace falta aclarar.
Sin embargo, debemos aferrarnos a los hechos y no los rumores que unas pocas personas con una lengua demasiado larga osaban esparcir. Lo que si se supo ese día fue del reencuentro del príncipe Orys con su otro primo, el príncipe Daemon.
―¡Mírate nada más! ―exclamó Daemon con una sonrisa divertida en el rostro antes de darle un golpe juguetón en el hombro a su primo. Orys se encontraba con los gemelos. ―Sabía que la semilla del dragón era fuerte, pero no creí que lo fuera especialmente en ti.
―Padre. ―Rhaena murmuró, apenada por las palabras del príncipe canalla.
Baela, que se encontraba a la derecha de su padre, hizo una mueca al oír lo que dijo.
―¿Qué? Solo estoy sorprendido, Orys ya está viejo.
El príncipe de cabello castaño sonrío y negó con la cabeza. ―No olvides que eres mayor que yo.
La sonrisa de Daemon se borró.
Los gemelos desviaron su atención de la piel morena de las princesas, solo para poner atención al hombre que se encontraba entre ambas.
―¿Él es nuestro abuelo? ―preguntó Rhaegel en un susurro, sonaba sorprendido.
―No, él es hermano de su abuelo. Es tío de su madre ―explicó Orys rápidamente.
Las gemelas intentaron ocultar una risilla ante la pregunta del niño. Mientras que Daemon murmuraba algo sobre cómo odiaba a los niños, parece que se había ofendido cuando el príncipe Rhaegel lo consideró lo suficientemente mayor como para ser su abuelo.
Se encontraban en uno de los tantos jardines del castillo, donde hablaban con calma y veían como el sol lentamente se ocultaba.
―¿Qué están haciendo aquí? Creí que estabas en Pentos, primo. ―Orys indagó con curiosidad.
Los gemelos se habían alejado, aburridos por la conservación entre adultos. A lo lejos Rhaegel regañaba a Aemon por haber pisado las hormigas que él estaba observando cautelosamente.
―Escuché lo que está sucediendo ―murmuró Daemon mirando a Orys seriamente, de repente su semblante de burla había cambiado. ―Esa zorra y el viejo no se saldrán con la suya.
―Estamos aquí para apoyar el reclamo de Lucerys. ―Baela se entrometió.
Orys la observó con sorpresa, no lucía nada como la niña que había conocido, era una mujer que emanaba fiereza. Enseguida la mirada del príncipe se suavizó, agradeciéndole.
Baela y Rhaena también podían tener un reclamo al trono de Marea Alta si tan solo presentaban su petición, después de todo ellas también eran nietas de la Serpiente Marina.
―Y queremos ver a nuestra abuela, la princesa Rhaenys se encuentra aquí ―agregó Rhaena.
Orys se congeló al oír aquello. ¿Rhaenys ya se encontraba en Desembarco del Rey?
Sabía que estaría aquí tarde o temprano, pero ahora se encontraba ansioso. ¿Por qué no lo había buscado? Todo el castillo se enteró de la llegada de la heredera, a pesar de la humilde bienvenida que habían tenido.
―¿Has visto a tu hermana, Orys? ―Daemon cuestionó. ―Por favor, di que sabes donde se encuentra, Rhaena no dejó de hablar de cuanto quería ver a su abuela durante todo el camino aquí.
―Me temo que no, aún no he tenido la oportunidad de verla ―respondió el príncipe con una sonrisa fingida, como si algo dentro de él se estuviera rompiendo. ―Lo lamento, debo llevar a los niños a la cama. Supongo que nos veremos mañana.
Rhaena y Baela saludaron al primo de su padre, Daemon asintió y vio a Orys marcharse junto a sus gemelos.
―¿Qué se siente que él tenga a los gemelos y a ti te hayan tocado las gemelas? ―Baela se burló de su padre mientras se alejaba.
―Estoy segura de que él jamás tuvo a dos niñas peinando su cabello y haciéndole peinados extravagantes.
Las gemelas se alejaron de su padre entre risas y moviendo sus vestidos. Daemon se mostró serio durante un segundo, antes de correr hacia sus hijas y colocar ambos brazos sobre sus hombros.
Baela y Rhaena soltaron un grito de sorpresa antes de reír junto a su padre.
―No estén tan seguras de que no las cambiaría por esos mocosos en un pestañeo. ―La sonrisa de las hermanas desapareció y miraron mal a su padre, cuya sonrisa creció al notar la reacción de sus hijas. ―¡Es una broma! No cambiaría a mis gemelas valerosas y leales por nada del mundo.
El príncipe canalla atrajo más a sus hijas en un abrazo, rodeándolas con cada uno de sus brazos.
Cuando la noche cayó, así mismo lo hicieron las gotas del cielo junto algunos rayos que iluminaban la oscuridad del castillo.
Orys y Rhaenyra descansaban pacíficamente en sus aposentos. El príncipe parecía bajo el encanto de un sueño profundo, incluso roncaba, mientras que la princesa no podía cerrar los ojos.
Tras pensarlo algunas veces, Rhaenyra finalmente tomó una decisión, fue lo más silenciosa y lenta que pudo al momento de ponerse de pie. Tomando una bata para cubrir su cuerpo de la brisa nocturna.
Y se dirigió a la puerta del cuarto.
A pesar de los intentos de la princesa en ser cautelosa, el príncipe despertó justo a tiempo para verla cerrando la puerta de madera a sus espaldas. Era como si Orys pudiera sentir la presencia misma de su esposa, tanto si estaba cerca como lejos.
Él llamó su nombre en voz baja, pero ella no regresó, supuso que estaba yendo al baño.
Se removió en la cama, en busca de una posición cómoda para esperarla, sin embargo, pronto cedió ante los brazos de Morfeo en un sueño ligero.
Orys abrió los ojos de golpe al sentir movimiento a su lado. Se dio cuenta de que se quedó dormido al ver a Rhaenyra nuevamente a su lado en, lo que él creía, un lapso de tiempo demasiado corto.
―Rhaenyra, mi amor. ―La llamó entre dormido, con la voz ronca y los cabellos oscuros despeinados, ella le daba la espalda mientras se acomodaba nuevamente en la cama. ―¿Dónde fuiste?
La mujer no respondió y se había recostado dándole la espalda. Orys frunció el ceño y se espabiló en un segundo, algo andaba mal.
Tocó su hombro y la princesa volteó hacia él lentamente al cabo de unos segundos.
La preocupación lo invadió al notar los ojos rojos y llorosos de su esposa, casi que opacaban el hermoso color violeta de sus orbes.
―Tengo miedo, Orys. ―Rhaenyra rompió el silencio, tenía la voz rota y las lágrimas se deslizaron de sus mejillas al decir aquello. ―No sé qué sucederá mañana. Mi padre no será de ayuda.
Orys negó con la cabeza, colocó una mano en el rostro de su esposa y la acercó a él. Rhaenyra se recostó en el pecho de él, oyendo los latidos de su corazón en un ritmo tranquilo.
Él acarició su cabello platinado con suavidad, su mirada se endureció en la oscuridad. El brillo de sus ojos lilas había desaparecido.
Odiaba ver a su esposa angustiada o preocupada o que sintiera cualquier emoción negativa. Pero verla llorar siempre lo enfurecía, especialmente si era por causa de terceros.
―No te preocupes, ñuha jorrāeliarza ―susurró él con un tono de voz suave. ―Nadie les hará daño, te lo prometo.
nota de autora !
buenaasss,
actualización de till forever falls apart 😭🎉✨️🥰💗🫰🏿
a diferencia de veces anteriores, no tengo mucho para decir sobre este capítulo. pero mi amor por orys, nyra y su grande familia sigue presente!!!
qué les pareció la pequeña interacción de daemon y sus hijas q agregué? o sea, una relación perfecta no van a tener, pero son familia! ellos se quieren! daemon es un padre más o menos decente!
btw, si quieren seguirme en tiktok _blvckbride, estoy subiendo varios edits sobre este fanfic (y otros) cada vez que actualizo. específicamente hoy publiqué un edit de nyra y orys que m encantó y cada vez q lo veo soy este 😭🥺
anygays, espero que se encuentren bien y hayan disfrutado de leer este capítulo tanto como yo al escribirlo.
no se olviden de votar y comentar que les parece la historia hasta ahora 🫰🏿
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