ii
Si su brazo pudiera moverse más rápido, Clara estaba segura de que la batidora se partiría en dos y terminaría batiendo con sus dedos. Su suave rostro estaba arrugado con una expresión de concentración y preocupación, sus labios estaban presionados y sus cejas formaban un ceño fruncido mientras se enfocaba totalmente en su objetivo. Habían pasado veinticuatro horas desde que su jefe había llamado el nombre de Janice en vez del suyo, y aún sentía fuertemente esa sensación de decepción y frustración al mismo nivel a como lo había sentido en ese segundo en que Clara observó a la perra de su compañera de trabajo obtener el ascenso que ella se merecía y esperaba.
Había estado trabajando en The Lone Hour por casi seis meses y la única cosa que había aprendido durante su tiempo en el lugar es que nunca había que ponerle demasiada sal a las patatas. También que Janice Reeds era el ser humano más exasperante que jamás había conocido y que lo mejor era alejarse de ella a toda costa. Esto era el por qué hasta ayer, que Clara había acomodado su horario de trabajo para que no sincronizara con el de Janice. Pero, ahora con su nuevo ascenso a ser jefe de cocina, no habría escape de Janice porque técnicamente ahora era su jefa.
"Clara," El demonio habló, el aroma del perfume barato avisó a Clara de que estaba detrás de ella, probablemente con una sonrisa arrogante en su rostro. El movimiento de su muñeca de se detuvo, pero sus dedos aún estaban sujetos al batidor.
"¿Sí?"
"¿Ya terminaste con la batidora?" Necesitamos empezar con la otra ronda de pastel de carne." La voz de Janice era demasiado chillona y su acento muy pronunciado; Cuando Clara finalmente giró, vio su nariz torcida la cual era demasiado grande para su horrible rostro y sus grandes cejas necesitaban ser arregladas.
En realidad Janice era preciosa, pero Clara estaba determinada a decir que no lo era. Hacía que el odiarla fuese más fácil.
"Sí," Clara fingió una sonrisa mientras le extendía el molde, "Ya terminé. Aquí tienes, Janice." El tono frío en su voz cuando dijo su nombre fue inevitable. Clara no podía si quiera soportar seguir viéndola, así que se giró sobre sus zapatos y fue a trabajar en otra ronda de pastel, su agarre en el batidor siendo tan fuerte como antes. Era lo que mejor le salía hacer, aparte de gratinar y azar las patatas. Ese era su plato favorito del menú así que ya estaba grabado en su cerebro.
Esa semana había sido particularmente ocupada en el trabajo, lo cual era una pena ya que le doblaba el estrés gracias a su hermano, Jackson, por quien pensaba todas las noches mientras trataba de tomar unas buenas horas de sueño. Clara usualmente era bastante compuesta cuando se trataba de sus preocupaciones y problemas, pero poco a poco había ido perdiendo la fuerza para mantenerse y recuperar las horas perdidas de sueño. Decir que su semana había dio absolutamente espantosa era poco. Las bolsas debajo de sus ojos y la tensión en su cuerpo eran una clara señal de su humor amargado.
"Es como si estuviera cuidado a un niño de cinco años." Clara siseó a su hermano esa noche cuando observó sus heridas. Afortunadamente, la mayoría de ellas ya habían cicatrizado y desaparecerían en cuestión de días. "¿En qué estabas pensando?"
"Pensé que podía patearle el culo," Jackson dijo con una sonrisa arrogante. Se mantenía con confianza a pesar de que su derrota se reflejaba en las marcas de su cuerpo. Su constante arrogancia y estupidez eran buenos contribuyentes a la ansiedad de Clara.
La principal cosa que mantuvo a Clara al máximo esa semana, a pesar de que trató de convencerse así misma de que así no era, era la imagen del rostro fuerte y atractivo de aquel extraño, la tenía profundamente grabada en su cerebro y hacía sus apariciones de vez en cuando. Era exasperante que se estuviese cambiando a su uniforme de trabajo, o lavando su cabello con champú en la ducha, y pensara en el hombre que golpeó a su hermano. Clara pretendía arrugar su nariz con enojo cuando esas cosas ocurrían, pero en realidad había un calor que crecía en su estomago, imaginando la manera en que sus brazos se movían mientras su puño iba al rostro de Jackson.
Sus labios. Santo cielo, sus labios eran tan rellenos pero finos al mismo tiempo, y estaban agrietados por el aire frío. Sin embargo, el pensamiento de correr su lengua por toda su piel era suficiente para hacerla apretar sus muslos. Y luego venían sus ojos, los cuales la miraron, vació era lo único que reflejaban sus pupilas verdes. Una mirada fija y fuerte que la hicieron sentir como un animal pequeño e indefenso. Clara no se podía deshacer de la imagen por más que quisiera.
"Clara," Janice la llamó de nuevo al final de su turno. Eran más de las nueve de la noche y el cielo estaba totalmente negro fuera, pocas personas permanecían en la fría noche, incluso había una pequeña capa de nieve empezando a caer, pocos montones pudiéndose ver en las ventanas pequeñas de la cocina.
"¿Sí?" Clara sin poder evitarlo rodó los ojos mientras se quitaba el delantal de su cintura.
Estaba desesperaba por irse a casa, a su cálido apartamento donde podría finalmente acostarse en el sofá y ver Friends mientras tenía a Maggie acostada en su regazo, intentando olvidarse de todos sus problemas. Clara había estado viendo el reloj de la pared durante todo su turno de ocho horas, mirando con angustia cada minuto pasar a un ritmo dolorosamente lento. No es que no le gustaba trabajar, porque en realidad estaba enamorada de la cocina, amaba cocinar, pero el tener que estar cerca de Janice cuando su sangre bombardeaba por las imágenes de él, era demasiado para que Clara lo soportase.
"Quiero hablarte de algo importante," Janice dijo fingiendo una sonrisa que al instante hizo que Clara sintiera nauseas.
"¿Está bien?" Clara no quería pasar un minuto más con el perfume de Janice invadiendo sus sentidos. De mala gana se dio la vuelta hacia su compañera de trabajo y alzó una ceja, expectante, y pisoteaba el suelo con impaciencia mientras mantenía el delantal negro en sus manos.
"Bueno, como ya sabrás, me han ascendido a jefa de cocina." Su sonrisa fingida fue remplazada por una arrogante. Clara apretó sus dientes. No hay necesidad de recordármelo, perra. "Como sea, estaba observando a todos hoy y sentí que—Bueno, lo que estoy tratando de decirte es que pienso que tus habilidades serían puestas en mejor uso si lavaras los platos."
Clara oyó las palabras formadas por los labios de Janice pero no las registró. Su cuerpo parecía incapaz de moverse durante el minuto que estuvo de pie, congelada en su sitio mirando al precioso rostro de, bueno, su nueva jefa. Intentó decir algo en respuesta, pero todo lo que salió de su boca fue un callado "Oh, está bien." Parecía que la sangre en sus venas fue remplazada por hielo porque todo su ser se sentía completamente congelado; Su mente estaba nublada y su piel tenía escalofríos.
"Lavar los platos."
No fue hasta que entró a su auto que empezó a llorar. Las lágrimas fueron retenidas durante toda esa semana por paredes que ella misma construyó, pero ahora, las noticias de Janice fue el golpe final, el muro cayó en pedazos. Las lágrimas salían miserablemente, un horrible sonido escapada de sus labios húmedos. Clara sentía que estaba a largos metros debajo del agua, con la presión recorriendo su cuerpo y rompiendo cada hueso, sus pulmones comprimiéndose hasta que ya no hallaran más oxigeno.
Golpeó su pequeño puño contra el volante, imaginándose que era el deslumbrante rostro de Janice. "¡Jodete con tus asquerosas cejas!" Las lágrimas de Clara estaban calientes contra su piel y sus sollozos parecían hacerse más fuertes dentro del auto.
Mientras comenzaba a manejar, todo a su alrededor estaba un poco nublado. Las luces de la calle reflejaban los edificios y la carretera parecía que no tenía fin, haciéndolo lucir como si nunca tendría fin esa sensación que la invadía mientras manejaba sollozando. Como si nunca llegaría a su cómodo apartamento, como si nunca fuese a ver a Maggie de nuevo, y como si nunca fuese a tener un descanso del infierno en el que vivía.
Entonces, algo la detuvo.
Era una persona. Una persona vestida de negro, mezclándose con lo negro de la noche. Apenas pudo frenar el auto hasta que se detuvo justo en frente de él. Sin embargo, frenó muy tarde como para que no ocurriese el impacto. Clara dejo salir un grito mientras su pie presionaba fuertemente el pedal del freno, deteniendo su auto con una sacudida. Casi gritó cuando escuchó el sonido de colisión entre su auto y la persona.
"¡Mierda!" Chilló y se quitó el cinturón de seguridad rápidamente. Sus dedos temblaban mientras los pasaba por su cabello oscuro y sus lágrimas se secaron casi al instante en sus mejillas. Su dolor fue olvidado por un momento mientras salía del auto y corría hacia el cuerpo caído sobre el suelo de concreto, cada fibra de su cuerpo rogando porque estuviese vivo.
"¿Estás bien?" Clara chilló. Pestañeó furiosamente tratando de ver a través de la humedad en sus ojos. El hombre al que atropelló parecía estar bien porque su cabeza estaba alzada y su pecho subía y bajaba con respiraciones constantes. El alivio invadió a Clara pero luego fue remplazado por la sorpresa. Su boca se abrió ante la vista de mechones marrones, los cuales caían por el rostro de la persona mientras esta se sentaba y se masajeaba la frente a la vez que gruñía. El hombre al que había atropellado con su auto no era más nadie sino el que había marcado la mandíbula de su hermano con sus nudillos. El hombre a quien imaginaba besando su cuerpo desnudo con sus labios rellenos...
Estaba demasiado sorprendida como para encontrar palabras que decir. Cuando un par de ojos verdes se alzaron a verla, un destello de sorpresa reflejándose en ellos también, ella notó que él también la había reconocido.
"¿Esto es una especie de venganza por la mierda que le hice a tu hermano?" Su voz grave habló después de un momento. Sonaba un poco adolorido y sin aliento, probablemente por la caída, y la expresión de su rostro era tan vacía como la de su voz. Mientras Clara estaba atascada en su propia respiración, él calmadamente presionó sus palmas sobre el concreto para levantarse.
"No," Tartamudeó ella, finalmente. Clara pestañeó, como si estuviese ganando postura y tratando de entender la situación. Sus manos limpiaron las lágrimas secas de sus mejillas y tomó un lento y profundo respiro para reponerse. "No quise atropellarte. No te vi."
"¿Tampoco viste la señal de 'pare'?" Su tono era seco e hizo que clara apretara sus manos en un puño.
"Probablemente estoy teniendo la peor noche de mi vida así que si puedes no hacerla peor, te lo apreciaría muchísimo." Prácticamente espetó, a pesar de que ella sabía que todo esto era su culpa, no de él. Él tenía todo el derecho de molestarse con ella y, Ni que Dios quiera, presentar cargos a la policía.
El atractivo y repugnante extraño ahora estaba de pie, teniendo pequeños problemas los primeros segundos en que se levantó. Ahora que Clara podía verlo mejor gracias a la luz de las calles, notó que había una pequeña cortada en su mejilla la cual apenas sangraba debajo del moretón de la misma. Y luego sus ojos bajaron por sus piernas, parecía que se inclinaba a su derecha más que la otra.
"Me torcí el tobillo," Dijo él, ignorando su comentario anterior.
"Sí, bueno. Le hiciste muchas cosas peores a mi hermano." No pudo evitar decir, suspirando al instante luego de que esas odiosas palabras salieron de su boca. Clara mordió su mejilla. Estaba haciendo mucho frío fuera y ella sólo estaba usando su camiseta de botones blanca y unos pantalones negros. Sus brazos abrazaron su pequeño cuerpo mientras titiritaba. "¿Tienes un esguince?" Preguntó nerviosamente.
"¿Cómo lo sabría?"
"¿Puedes caminar?"
"Sí."
Sus dedos pasaron por su cabello y echó un vistazo a su alrededor por un momento antes de fruncir sus labios con angustia.
"¿Umm.. vas a," Aclaró su garganta la cual estaba seca por el frío aire. "¿Vas a presentar cargos?" Mantuvo su voz firme a pesar del temblor de su cuerpo.
El extraño restregó sus manos contra sus muslos para limpiar el poco sucio que cayó en él de la caída. Clara se quedó mirando por un momento a sus largas manos, imaginando cómo podrían sentirse azotando su trasero...las venas sobresaliendo de ellas mientras volvía a llevar su mano hacia su piel rojiza...
"No." Dijo simple y Clara aclaró su garganta para alejar las imágenes de su cabeza. Mientras se quedaba ahí de pie, mentalmente feliz de que no había decidido complicar la situación presentando cargos, había fallado en notar en que el hombre ya se dirigía por la acera cojeando, su cabello cubriendo su rostro sin hacer algún ruido cada vez que daba un paso.
"¿Quieres que te lleve?" Lo llamó, su voz haciendo eco por la soledad de sus alrededores. Clara no estaba tan convencida con la idea de darle el aventón a él. Especialmente porque estaba desesperada en llegar a su apartamento, pero su conciencia era más fuerte. ¿Qué pasa si dejarlo caminar por el concreto frío empeora su tobillo? ¿Qué pasa si se infecta y muere? No importa cuánto daño le había hecho a su hermano, tenía que ofrecerle llevarlo hasta su casa.
"No gracias."
Clara bufó. ¿Por qué no podía simplemente cooperar para que su conciencia estuviese libre de culpa? Mordió su labio por un minuto, decidiendo que no lo iba a dejar cojear todo el camino hasta donde sea que iba. Gruñó antes de correr tras de él.
"Espera—" Jadeó gracias a la inexistente actividad física que su cuerpo no puede aguantar. Ambas veces en las que ha estado con este chico, siempre termina corriendo, otra razón más para alejarse de él. "Déjame darte la maldita cola."
"Estoy bien, en serio." Dijo, pero obviamente era mentira ya que pudo darse cuenta que estaba mintiendo. Gruñendo sin aliento, se giró para mirarla.
"Es obvio que no aprendiste nada de la última vez. ¿No recuerdas lo que le hice a tu hermano?" Casi gruñó, pero ambos sabían que sus palabras estaban vacías de alguna amenaza. Como sea, sí hizo que Clara se alejara unos pasos; él no parecía el tipo que dejaba que su rabia tomase lo mejor de él y se reflejara en su voz y rostro cuando estaba determinado a permanecer neutro. Ella se acorvado por su gran tamaño y por la oscuridad en sus ojos que parecían como si la oscuridad de la noche viviese en ellos. Ella debió asustarse, pero más allá de eso, se sentía perdida en la burbuja de sensaciones que creó al verlo enojado. Casi la hizo excitarse; pensando en él enojándose con ella por otras razones, flotaban en su imaginación.
"¿Por qué no me escuchaste?" Sonó su ronca voz. Caminó hacia ella, acercándose a la orilla de la cama donde estaba ella sobre sus rodillas para luego caer sobre el suave colchón con una sonrisa inocente.
"Me gusta verte molesto." Clara ronroneó, mirando al hombre en la orilla, sus ojos oscureciéndose como dos grandes bosques, unos donde las niñas inocentes no deberían perderse. "¿Me he portado mal?"
"Sí," sus dedos deshaciendo su cinturón y apretando su mandíbula. "No me gusta cuando no me escuchas."
Sus mejillas se incendiaron mientras pestañeaba tratando de sacar esas escenas de su mente, una brisa fría recordándole su situación actual.
"¿Puedes...puedes meterte en el auto?" Clara murmuró, lamiendo sus labios. "Estoy tratando de ser amable, incluso si no te lo mereces. Y de verdad me quiero ir a casa porque mi día ha sido una completa mierda y no he podido dormir bien en días y la maldita de Janice—"
"Bien," La cortó y Clara selló sus labios.
"Oh, bien." Le dio un incomodo asentimiento y su lengua acarició el interior de su mejilla antes de girarse y caminar de vuelta hasta su auto con sus manos metidas en sus bolsillos. Realmente no se espera que él accediera pero no tenía sentido perder el tiempo; ambos entraron en su auto, él tomándose un poco más de tiempo por su pierna herida, y Clara comenzó a manejar. Él no habló mucho, ninguno de ellos lo hizo. Excepto por, "¿Dónde cruzo?" Y preguntas así. Clara se sintió cansada mientras manejaba, su cuerpo sintiéndose pesado con estrés y cansancio, pero al menos por poco tiempo, el hombre sentando en el asiento de copiloto a su lado actuó como una distracción y así Clara no tenía que pensar en lavar platos.
En vez de eso, ella pensó en la esencia del sudor salado y natural que radiaba de su cuerpo y llenaba el pequeño espacio de su auto. De vez en cuando inhalaba para capturar la cantidad de fragancia que pudiese. No lo miró, y él tampoco a ella, pero estaba casi segura de que él estaba mirando fuera de la ventana con la misma aburrida y distante expresión que probablemente siempre usaba.
Clara no sabía qué pensar de él. Sabía que estaba enojaba por la manera en que destrozó a Jackson, pero a la vez estaba agradecida de que sacó a su hermano del pedestal en el que él mismo se había puesto con su estupidez. Clara también sabía que su cuerpo creaba sus propias reacciones ante los pensamientos de él, a pesar de que no sabía su nombre o nada más que peleaba por dinero, pero por supuesto que fallaba en ponerle un paro a sus hormonas.
"Detente aquí," Dijo él una vez que llegaron a una pequeña...casa. No era un edificio de apartamentos donde viviría un chico como él como ella había sospechado. Pero tampoco era una gran casa con un buen vecindario. Sólo era pequeña y un poco desaliñada casa situada en la calle ocho, no era la mejor zona pero tampoco era como Melhive (La esquina donde había conseguido a su hermano tirado en el suelo, adolorido.)
Clara aparcó en la acera y trató de no verlo mientras él abría la puerta y salía, teniendo que presionar su mano en la orilla de la puerta para poder balancearse. Su tobillo en realidad se estaba sintiendo un poco mejor y la cortada en su mejilla ya se había secado, pero aún sentió un ligero dolor cuando presionó mucho el pie.
"Lo siento por lo de tu hermano." Dijo tan callado que Clara casi pensó que lo imaginó. "Espero que esté bien."
"Oh, graci—" El alto sonido de la puerta cerrada la cayó. Clara finalmente giró para ver por la ventana y lo miró cojear mientras se dirigía hacia la puerta de la casa, con la cabeza gacha y los músculos de su espalda moviéndose debajo del material de su camiseta en una manera que hacía que la mente de Clara volara una vez más.
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"Maybe this ain't gonna be as bad as you thought, maybe we don't have to sneak around anymore. Maybe when you leave, you'll end up with me after all."
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