Capítulo 15

Capítulo 15. Dipsomanía

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Jungkook no durmió demasiado, pero el rato que cerró los ojos descansó las suficientes horas como para permanecer en duermevela durante el resto. Se despertó fugazmente por un movimiento inesperado del moroi, quien le hizo recordar que aún se encontraba entre sus brazos. La respiración de su compañero era cálida y rozaba su cuello, él mantuvo los brazos quietos y la respiración acompasada sobre su frente, adorándole silenciosamente. Sus párpados se entornaron levemente observando el perezoso abrazo de Taehyung sobre su pecho. Estaba babeando como un bebé sobre su hombro, y aun así se le hizo adorable.

Taehyung era lo más gratificante que había conocido su alma. El moroi nunca había perdido la esperanza en él, jamás le había apartado o rechazado por su transformación. Era su mayor aliado, incluso tras vivir las situaciones más difíciles que podían haberles fracturado. Se había convertido en el único motivo que tenía para mantenerse cuerdo, y no lanzarse a bocajarro contra el clan strigoi que le amenazaba o desbocarse completamente como un animal nocturno.

El ojiazul sólo se despertó en una ocasión, la cual emitió un espontáneo temblor y enterró los dedos en su camiseta. Seguidamente abrió los ojos y sus iris se toparon con el rostro de Jungkook. Él le reconfortó con una caricia en su espalda, con la estrechez de sus brazos y con un siseo para ahuyentar su mal sueño. Taehyung volvió a quedarse dormido en segundos, y Jungkook suspiró lentamente percibiendo la galería de imágenes que acusaban a su subconsciente a través del vínculo. El lazo que les unía se encontraba tan estrecho esa noche, que Jungkook pudo discernir el falso rostro de un Xiumin que aún torturaba la conciencia de su moroi.

«Si Taehyung aún lidiaba con ese tipo de traumas por el enfrentamiento que vivieron meses atrás, era alguien realmente fuerte», pensó. «Su hermoso rostro y dulces ojos nunca reflejaron la tortura que había vivido antes de que pudieran volver a acercarse. Taehyung casi se había asfixiado durante esa época y él se sentía responsable. Puede que el mundo ya no le considerase dhampir, y mucho menos guardián, pero su yo más interno le hacía saber que él seguía siendo su protegido después de todo, así como su amante, su pareja, su prometido y probablemente su alma gemela».

Él se preguntó si la mejor sensación del mundo era la de tenerle entre sus brazos, si eso podía suplir cualquier mal del universo como una medicina eficaz contra cualquier amenaza. Si algún día podría volver a abrazar su piel sin la existencia de prendas de por medio y amarse libremente como un día llegaron a hacer en Revenant. Habían pasado meses desde la última vez que durmieron juntos, y durante todo ese tiempo, nunca se había sentido tan cálido y seguro con algo.

Como una vez se dijeron, Taehyung era su hogar.

Jungkook giró la cabeza y comprobó la hora desde la cama, descubriendo que era más de media tarde. Lo que estaba a punto de hacer no tenía perdón de Dios y mucho menos para un strigoi, pero le liberó de sus brazos lentamente y le abandonó en la cama asegurándose de recubrirle bien con la manta. Salió del dormitorio en silencio sintiendo el pálpito de encías. Su ropa olía a Taehyung, una mezcla de sándalo y mango. Él bajó la escalera y agarró una bolsa de sangre en la cocina, cuya válvula arrancó con los dientes y tomó distraídamente advirtiendo que Seokjin debía estar aún durmiendo. Se alimentó lo suficiente como para evitar tener ansiedad las siguientes horas.

Después salió al exterior de la casa y regresó al establo para ver a Medianoche como un crío redescubriendo a su mascota favorita.

—Hola, muñeca —le saludó cálidamente.

En esta ocasión, la yegua le reconoció sin lugar a dudas y se dejó acariciar nuevamente. Jungkook agarró las riendas y le colocó una versión de ellas mucho más ligera, sin tantas correas y agarres, tiró con gentileza del caballo y lo sacó del establo para comprobar su estado. Percibió su falta de cuidados y su aspecto a potro salvaje mucho más que nunca. Tenía las crines demasiado largas, le faltaba un peinado en el lomo y quizá debería comprobar si sus pezuñas estaban en buen estado. Como Seokjin estaba durmiendo, Jungkook se puso manos a la obra y encontró varios peines guardados en unos cajones del establo. Tomó unas tijeras afiladas y recortó su cabellera, la peinó repasando su lomo, y anudó sus crines con cuidado para que no se enredasen. Medianoche le permitió comprobar sus patas como si Jungkook fuera su madre o algo por estilo. Él se sintió recompensado por su obediencia, subió sobre su lomo desnudo y trotó por los terrenos de la casa rodeándola en un par de animadas vueltas. Lo hizo mientras la tarde se envolvía en un fresco atardecer, y después de bajar del caballo y dejarla junto al abrevadero de agua, se metió en la cocina y salió de ella con un puñado de zanahorias unidas por su tallo. Las partió lentamente y le dio de comer de una en una a Medianoche, disfrutando del momento.

Taehyung se despertó en la cama hecho un ovillo bajo la cálida manta que se enredó en sus piernas. En el exterior hacía buena temperatura, pero esa enorme casa siempre estaba fría. Él se sintió traicionado cuando se dio la vuelta sobre la almohada; Jungkook no estaba, y si no fuera porque se encontraba en su cama, bajo su manta y con su olor, se hubiese levantado mucho más enfurruñado.

Se levantó lentamente y salió del dormitorio bajando la escalera de forma perezosa. En el enorme salón, encontró la puerta que daba al porche abierta.

El sol estaba extinguiéndose en el horizonte, por lo que se asomó empujándola con una mano y se mantuvo allí, perdonándole silenciosamente a Jungkook que se hubiese escapado de la cama sin avisarle. Estaba sentado bajo un árbol, con Medianoche dando una vuelta libremente por los terrenos de la casa.

El strigoi giró la cabeza detectando su presencia velozmente, esbozó una ligera sonrisa que golpeó contra el corazón de Taehyung como un bobo enamorado.

—Buenas tardes —dijo Tae con la boca pequeña—. Me gusta ver que el anillo funciona.

—Hola —sonrió Jungkook—. ¿Ya has despertado, bebé koala?

El moroi se apoyó en la puerta frotándose los ojos.

—Tengo hambre.

—Y yo tengo una idea —emitió el azabache levantándose del suelo de un pequeño salto—. Salgamos esta noche, seguro que puedo llevarte a algún lugar para cenar.

—Oh —exhaló el ojiazul.

El strigoi pasó junto a él y Taehyung se hizo a un lado en la puerta.

—Pero antes tengo que ducharme —gesticuló Jungkook—. Apesto a caballo.

—Hmnh —bromeó el moroi—. Pensé que tu olor natural era así.

Jungkook soltó una risita, pasó una mano por su mejilla, donde sus dedos acariciaron el cartílago de su oreja, y se inclinó levemente para dejar un beso superficial sobre su frente que bombeó el corazón del moroi.

—Le diré a Seokjin que saldremos —agregó, alejándose felizmente—. No me apetece que vuelva acusarme de que he raptado al príncipe nosferatu.

—¿Raptarme? —repitió Taehyung arqueando una ceja—. Huh.

«No podía ser un secuestro si a él le gustaba tanto el secuestrador, ¿no?», pensó quedándose a solas.

Jungkook se detuvo en el interior de la casa y se volteó con una mirada divertida.

—Por cierto —dijo a unos metros, ensanchando su sonrisa—. ¿Vas a venir a mi cita con esos pantalones de elefantitos? Conquistarías al mundo.

Taehyung bajó la cabeza sonrojándose.

—¡Dúchate ya! —exclamó irritado.

«No era su culpa si él siempre acostumbraba a cambiar su falta de pijamas por un pantalón de chándal negro o gris», gruñó Tae en su mente.

Taehyung buscó su propia ducha en la que espabilarse y quitarse el cansancio de encima. Se vistió con discreción; pantalón negro, botines y una blusa holgada del mismo tono. El colgante de su anillo de pedida bajo el cuello cerrado por un par de botones de la prenda. Anudó un lazo negro en su cuello y peinó su cabello negro decidiendo mantener su tono para no llamar la atención en Lang con su faceta albina que le hacía verse como un moroi más que reconocible. Se puso la holgada chaqueta de cuero y capucha agradeciendo que con ella pudiese ocultar parte de su genérica esbeltez moroi y después suspiró frente al espejo, peinando su flequillo hacia atrás con unos dedos.

Dejó su talismán de la estrella de seis puntas sobre la cama puesto que no deseaba llevar algo tan peligroso para Jungkook encima, y lo cambió por una daga afilada y plateada que guardó bajo la chaqueta.

Cuando salió de allí se topó con Seokjin, dándole una charla de padre a Jungkook; que se cuidase, que se portase bien, que no se moviesen de Lang, que evitasen el bosque del este y que usasen preservativos. Taehyung se atragantó bajando la escalera al escuchar eso último. Por supuesto, era una broma del genial mentor y casi papá Seokjin, puesto que lo de acostarse lo tenían muy complicado mientras Jungkook siguiera sus consejos de «portarse bien».

Taehyung se fijó en su aspecto, cazadora de cuero negra, pantalón ajustado y botas, además de una camiseta blanca y negra a rayas.

«¿Era un peligro que el futuro rey de la comunidad desease tanto a su sexy novio strigoi?», se dijo Tae. «Porque Jungkook estaba para ponerle una multa por ser un peligro mundial para todos los seres vivos del planeta».

Sus iris se encontraron fugazmente, y tras despedirse del fraternal dhampir los dos salieron de allí pudiendo respirar el aire fresco de una agradable noche.

—¿Vas a llevarme al nido de strigoi?

—No —descartó el azabache—. Tengo un plan mejor, pero si quieres podemos pasarnos por un pub después de cenar.

—¡Claro! —aceptó felizmente Taehyung—. ¿El club espectro?

Jungkook tomó su mano mientras caminaban y exhaló una sonrisa.

—Nada de vampiros esta noche —declaró, descartando la posible aparición de Yul para coquetear con su chico—. Sólo tú y yo.

Taehyung mencionó que ellos dos también eran vampiros, Jungkook se hizo el sordo y le miró con una pretendida irritación que provocó una risita en su pareja. Sus iris se fijaron en el tenue lápiz de ojos que bordeaba de manera casi imperceptible el párpado superior del moroi. Se le antojó acariciarlo con unas yemas y preguntó si podría besar sus párpados, aunque aquello no tenía mucho sentido puesto que iban por mitad de la calle, y Taehyung parpadeó preguntándole en voz alta si ocurría algo. Él negó con la cabeza. Llegaron a Lang sin demorarse demasiado, y tomaron la decisión de entrar a un restaurante de comida casera.

Taehyung se pidió una hamburguesa con queso y salsa especial de la casa, patatas fritas, pastelitos dulces y picantes de arroz, y una bebida azucarada.

—Cualquiera diría que estás muerto de hambre —valoró Jungkook en voz alta.

Él sólo se pidió una bebida alcohólica, terminó compartiendo parte de su comida sólo por complacer a Taehyung, y porque aquellas patatas que les sirvieron tenían una pinta exquisita como para perder la oportunidad de probarlas. Taehyung le ofreció algunos pastelitos con sus palillos y Jungkook no pudo evitar ruborizarse muy ligeramente por su encanto.

Pasaron un buen rato allí, Jungkook le habló sobre Yul y el clan de Lang, le contó que había estado entrenando a un puñado de jóvenes strigoi, y que su impresión sobre ellos no era tan mala como había esperado. Habló de ellos como un grupo de gente exiliada y perdida, que necesitaba un lugar a donde dirigir sus vidas.

Taehyung se lamentó por ellos, por las experiencias que Jungkook le contó, como el suicidio de una de las strigoi que se sacrificó a sí misma tras la ejecución de su pareja mortal por un draugr.

—Es muy triste... —suspiró el moroi cabizbajo—. Jamás pensé que podrían existir strigoi así, si tan sólo existiese un régimen en el que darles una oportunidad... pero el Concejo aún se encuentra estableciendo pactos con la antigua comunidad nosferatu. Ni siquiera están seguros de si podré tener una coronación, o es mejor seguir postergándolo hasta que se aseguren de que ese clan ha desaparecido.

—¿No saben nada de ellos?

—Absolutamente nada —negó Taehyung en voz baja—. Es como si se hubieran esfumado.

Jungkook le observó en silencio, decidió apartar la conversación para no tensarse demasiado y salieron del restaurante después de las doce de la noche, antes de que el local humano cerrara. Pensó en un lugar al que llevarle, embriagarse un poco más (sólo para adormecer sus sentidos strigoi) y así poder enrollarse un buen rato. Necesitaba deslizar el lazo negro anudado en su cuello como si fuera un presente para él.

Terminó sacudiendo la cabeza para apartar la ida de su mente. Estaba pervirtiéndose por sí solo a niveles preocupantes.

Taehyung levantó un dedo y señaló un pub humano ubicado al otro lado de la calle.

—¿Y si vamos allí? —señaló el moroi.

Jungkook fijó sus pupilas en el local, y lo vio a rebosar de gente. No le pareció mala idea, y aceptó su idea dirigiéndose al lugar tranquilamente. Cuando empujó la puerta de cristal, se alegró de que el ambiente no estuviera excesivamente cargado de los potentes olores humanos, detectó una pizca de sudor ácido y perfumes caros, el retintineo de las copas, conversaciones ajenas y risas de amigos y parejas.

Entraron juntos, con Jungkook sintiéndose algo despistado por la fuerte música de la pista, la cual se encontraba en penumbra con sólo una tarima de luz parpadeando bajo los pies de los asistentes más rítmicos. Descubrió una planta superior con más mesas, cortinas con luces de neón y una zona de reservados con amplias cristaleras que daban desde esa planta una visión superior a la fosa de la pista central.

Taehyung tiró de su mano notando a Jungkook perdido entre las sensaciones físicas de luces y parpadeos, olores y voces, y un sinfín de detalles agitando su instinto vampírico. El strigoi le siguió hasta la barra, apretando los párpados durante unos segundos para focalizar el maremoto de sensaciones en sólo una cosa. Encontró su mejor motivo, concentrándose al noventaicinco por ciento en Kim Taehyung.

—¿Necesitas beber algo? —preguntó el ojiazul, detectando la tensión de sus hombros.

—Sí, un whisky estaría bien —jadeó Jungkook.

Taehyung pidió dos whiskies con hielo y limón, saltándose su habitual costumbre por no tomar alcohol ni nada amargo. Posó una mano sobre su hombro y lo acarició con afecto, apretándolo con unos dedos.

—Si quieres salir, dímelo —masculló cerca de su oreja y entre la música—. Sé lo que se siente cuando no estás acostumbrado a caminar entre humanos.

Jungkook sonrió levemente, aún recordaba sus primeros paseos por Busan el año pasado.

—Te acostumbrarás poco a poco a sus berridos —agregó Tae divertido.

Las copas llegaron a su destino, y Jungkook la tomó como si estuviera muerto de sed. Taehyung degustó su propio vaso, tomó varios tragos decidido a compartir el momento de bebida con él y después pidieron unos chupitos que calentasen sus venas y estómago.

Entre una copa y otra, junto a su serena conversación, notó que Jungkook logró relajarse. Taehyung se sintió un poco ebrio, no obstante, y tomó su mano indicándole con la cabeza para bailar en la pista.

Atravesaron la plaga de humanos agitándose y en la penumbra de la pista advirtió que los halos que rodeaban la pupila de Jungkook brillaban como una luz de neón. No le importaba si un mortal observaba la singularidad, él podía decir cualquier mentirijilla y tal vez incluso bromear con un nuevo tipo de lentes de contacto.

Bailaron un buen rato y se desmelenaron haciéndolo, dejándose llevar por el momento. Jungkook percibió la leve embriaguez de su compañero por la forma en la que su espalda rozó su pecho en una de sus vueltas. Jungkook le envolvió con unos brazos reduciendo el ritmo a algo más lento y sensual, y Taehyung se dejó llevar por la sensación de su aliento incidiendo tras su cuello y erizando su vello.

«¿Era normal que estuviese tan caliente y sólo pensase en compartir unos mordiscos?».

Jungkook se dejó llevar por la presión del vínculo palpitando entre ellos, inclinó la cabeza y rozó con sus labios la piel de su nuca, dejando un beso muy superficial por encima que le hizo pensar que necesitaría otro whisky con limón para no perder la razón. Cuando levantó la cabeza, las pupilas del azabache se toparon con varios strigoi con unas auténticas lentes opacas que impedían la visibilidad de su halo. Reconoció sus rostros puesto que pertenecían al clan de Yul, y ya habían asistido a sus entrenamientos en un par de ocasiones. El chico tiró del brazo de la chica strigoi a un lado de la pista y señaló a Jungkook. Taehyung levantó la cabeza sobre su hombro y siguió la dirección de su mirada, percibiendo que ellos debían ser un par de conocidos.

—¡Eh, Kook! —le saludó el muchacho strigoi.

Ellos se hicieron a un lado de la pista para saludarles, y Jungkook sostuvo su mano.

—Dongyu —saludó Jungkook—. ¿Qué tal? ¿Lejos del club espectro?

—Sí, qué casualidad que nos encontremos por aquí —sus ojos se posaron directamente sobre Taehyung, con una chispa de curiosidad.

Detectó su aroma a moroi con cierta dificultad entre toda la mezcla de olores, y reconoció su rostro de la vez en la que el muchacho entró en el nido.

—¿Esta es tu pareja? —preguntó la mujer strigoi—. Es un placer. Soy Neum.

Taehyung posó sus iris sobre ella cuando la joven se acercó ofreciéndole una mano. Su pelo era muy corto y negro, llevaba un maquillaje oscuro con un tono labial púrpura y unas plataformas que la elevaron unos centímetros. El moroi estrechó su mano de piel fría y uñas cuidadas, percibiendo la distinta temperatura a la de Jungkook.

—Soy Taehyung —pronunció presentándose.

Él inclinó la cabeza en señal respetuosa y la chica esbozó una sonrisa con unos distinguidos colmillos de aguja. Le devolvió su reverencia con entusiasmo, sintiéndose encantada por conocer a un moroi.

—Eh, yo soy Dong —dijo Dongyu sin acercarse—. No me gustan los moroi, pero tú... hueles muy bien.

—Oh —exhaló Taehyung preguntándose si era un halago—. Eh...

Jungkook carraspeó intentando cambiar de conversación antes de que se volviese incómodo para su moroi.

—¿Qué hacéis aquí? —formuló el azabache.

—¿Bromeas? —sonrió Neum—. Estamos en mitad de una fiesta universitaria en plena graduación, ¿por qué crees que hay tanta gente?

—Nos han invitado a un reservado —continuó Dongyu con un toque coqueto—. A esta hora están bebidos, tal vez podamos montarnos una fiesta privada con alguno de ellos —dijo ladeando la cabeza, y acto seguido les ofreció unirse a la fiesta—. ¿Qué? ¿Os apuntáis?

—Nosotros vamos por libre —respondió Jungkook con cortesía—. Pero gracias.

—Está bien, disfrutad de la noche —se despidió la chica strigoi—. ¡Adiós!

—¡Adiós! Pasad una buena velada.

Dongyu echó un brazo por encima de sus hombros y se largaron juntos después de guiñarle un ojo.

—¿Estamos en una fiesta universitaria? —preguntó Taehyung cuando los otros dos se retiraron.

Jungkook le miró de medio lado, y después pasó sus iris por encima del gran tumulto de gente joven apiñada. Ellos parecían dos recién licenciados más disfrutando de la libertad en una noche de juerga.

—Eso parece —contestó el strigoi.

Taehyung se mordisqueó una uña, tiró de sus dedos hacia la pista de nuevo sintiéndose demasiado excitado como para salir de allí.

—Entonces, divirtámonos más —solicitó el moroi con una voz que se asimiló al terciopelo.

Los universitarios humanos de Seúl tenían fama de ser poco cuidadosos y muy cachondos, por lo que creyó que podría rozarse un poco más con él sin llamar la atención.

Jamás pensó que podría llegar a sentirse tan desbocado sólo rozando a su pareja strigoi en mitad de tanta gente, devorándole con una mirada de profundos ojos claros que se ensombrecían bajo sus densas pestañas y en la penumbra de la pista. Cuando tocó su cintura con unos dedos, y dio la vuelta mezclándose con la música, el pecho de Jungkook tocó su espalda y su mano rozó su muslo suavemente, elevándola hasta la forma de su cadera para aproximarla a la suya. Su mano libre entrelazó los dedos con los de Taehyung sobre el estómago del moroi y el ojiazul liberó su aliento excitándose con el suave roce de sus cuerpos.

Los hombros de desconocidos chocaron con los suyos, el ambiente y la música entumeció los sentidos de Jungkook, demasiada música, roces, el tacto de las yemas de Taehyung sobre las suyas y el calor corporal atravesando sus prendas más la incipiente hambre asomando bajo sus labios.

Taehyung agarró el cuello de su camiseta de rayas, deslizando los dedos con agilidad bajo la cazadora de cuero del strigoi. Sus labios se aventuraron sobre los suyos en lo que pudo haber sido un emocionante y esperado beso que mordería sus labios, pero tras un levísimo roce del vértice de su belfo superior contra los suyos, se apartó unos centímetros con una respiración agitada y una especie de sonrisa maléfica dibujándose en su rostro.

Jungkook le sostuvo bien cerca, dejándose llevar por un juego gravitatorio en el que trató de atrapar sus labios sin éxito. La punta de su lengua tocó la más dulce del moroi y el tibio roce de sus labios llegó como una caricia sin llegar a convertirse realmente en un beso. Taehyung estaba siendo tan irrespetuoso y osado provocándole de esa forma, que su flirteo sacó de las casillas a Jungkook cuando el joven mordisqueó su mandíbula juguetonamente.

Se sintió tan excitado que sus pupilas se dilataron y su aliento se volvió más profundo y enervado, volvieron a mirarse con un roce de erecciones bajo el pantalón y Jungkook tiró de su cintura tomándole como algo suyo y asegurándose de que no iría a ningún lado.

—Si fueras un plato —gruñó Jungkook en su oreja—. Te comería.

Su murmullo ronco fue lo suficientemente grave como para hacerle saber al moroi que, efectivamente, su instinto caníbal podría convertirle en el mejor plato de su vida.

—¿Cómo postre o primer plato? —murmuró Taehyung.

—Te tomaría como un desayuno —concretó el strigoi erizando su vello—, que extendería durante cada una de mis noches. Sin detenerme, a pesar de cada una de tus súplicas.

Y sin lugar a respuestas, fundió sus labios con los del moroi en un afilado y descarado beso de colmillos que hizo temblar las piernas de Taehyung. Él enredó los brazos alrededor de su cuello y jadeó en su desesperado beso que liberó su dopamina e instinto vampírico por los aires.

Jungkook estaba tan hambriento, que Taehyung compartió con él el estrés de su beso y le detuvo teniendo una sugestiva idea. Sujetó el cuello de su cazadora y dejó un beso por encima de sus labios húmedos y respirables, y su rostro se ensombreció con algún tipo de emoción compartida.

—Hagamos algo divertido —jadeó el moroi—. Tengo una idea, ven conmigo.

Taehyung agarró su muñeca mientras el joven strigoi trataba de amansar su instinto más primitivo elevándose como la espuma entre ambos. Jungkook percibió al ojiazul divisando el entorno del pub hasta ubicar la escalera que subía a la primera planta, hacia la que se dirigieron. En la zona superior de la discoteca, el moroi oteó la oscura zona de los reservados y a un lado, tras unas cortinas de neón púrpuras, se encontraba una zona poco transitable y con la suficiente privacidad como para poner en marcha su juego.

Soltó la muñeca de Jungkook y avanzó unos pasos por delante de él posando sus iris sobre cada uno de los humanos con los que se cruzaban como piezas de carne predispuestas a complacerle. Tae mordisqueó su labio inferior debatiéndose entre ellos y sintiendo el crecimiento de sus colmillos bajo su labio inferior y superior como excitación por la caza.

—¿Qué? —exhaló Jungkook deteniéndose a su lado.

Taehyung le miró de soslayo, le rodeó despreocupadamente apoyando las manos tras sus hombros y susurró en su oreja con voz ladina:

—Elige nuestra cena. Le traeré para ti.

Jungkook sintió un pálpito en su garganta, las ascuas abrasándole y su instinto strigoi diluyendo la moralidad de su persona. Taehyung no sólo estaba un poco ebrio, sino tan excitado como él.

—¿Compartir cena? —murmuró el strigoi—. ¿Hablas de...?

El ojiazul abrazó su cuello desde su espalda como un perezoso gato esperando su respuesta para salir a cazar.

—Quiero complacer y saciar tu sed —agregó su moroi con una impertinente dulzura—. Juguemos con alguien.

La emoción de elegir a una presa burbujeó en las venas de Jungkook, el joven levantó la cabeza con el corazón del moroi latiendo contra su espalda y sus brazos estrechando su cuello suavemente.

Jungkook arrastró una mirada entre sus posibilidades; una joven saliendo de un reservado a solas, un tipo tomándose una copa solitariamente, otro saliendo del cuarto de baño con una mirada desorientada, y entre un puñado de jóvenes más, un chico se topó con sus iris desde un lado de la barandilla.

Era joven y tan fresco como una rosa, cabello castaño y recortado, ojos verdes y almendrados, camiseta negra y ancha, pantalón vaquero rasgado y unas converse negras. Llevaba una pulsera universitaria y el sello del reservado de la discoteca en el dorso de su mano. Además, sus iris mostraron unas chispas de turbación cuando Jungkook le miró fijamente. Por un segundo percibió su olor con la capacidad de aislar todo lo demás para concentrarse en su aroma y esencia humana. Él les miraba con curiosidad y cierto retraimiento, y Jungkook supo que lo hacía porque les había visto desde ahí arriba besarse en la pista, agarrarse de la mano y actuar libremente a pesar de ser dos varones.

El humano desvió la mirada con un casi imperceptible rubor sobre su rostro y sujetando su copa se volvió junto a la barandilla para perder sus pupilas nuevamente en la pista inferior.

Jungkook exhaló su aliento sabiendo que su deseo había llegado de manera anticipada a su elección.

—Ese de ahí —señaló con la barbilla.

—¿El que estaba mirándonos? —murmuró Tae tras él.

El azabache asintió y Taehyung liberó el abrazo de su cuello. Caminó hacia el chico con Jungkook pisando sus pasos como un felino amasando el terreno.

—Eh, hola —saludó el moroi. Su voz fue mucho más alegre, apartando el tono seductor y centrándose en su actuación.

El joven volvió a mirarles con un titubeo, un amago de sonrisa y una mirada retraída entre ambos, que Jungkook valoró como interés. Puede que nunca hubiera visto a un par de chicos tan apuestos como ellos dos, pues no todos los días se observaba a una pareja de chicos tan atractiva, con el talento de atrapar las miradas indiscretas de los más suspicaces.

—Hola, qué hay.

Taehyung pestañeó y ladeó la cabeza, adivinando que Jungkook tenía cierta predilección por los ojos bonitos. Observó al chico de arriba abajo y consideró que era una buena pieza, su olor humano se encontraba virgen, sus venas probablemente nunca habían sido tomadas por un depredador de su calibre y se sintió hambriento por hundir los dientes en su carne.

—¿Estás solo? —preguntó Taehyung entre la música y la variación de luces que les dejaba momentáneamente en penumbra.

—Huh, no exactamente. Tengo a un par de amigos en uno de esos salones —señaló con ingenuidad—. Pero odio ese tipo de fiestas, no conozco a casi nadie aquí...

Taehyung se acercó a él excesivamente con una sonrisita juguetona. Extendió su mano y rozó la mejilla del joven con su dorso.

Jungkook se sintió crispado por su roce con otro, sorprendiéndose porque su pareja estuviese actuando así con un desconocido que pensaban merendarse sin compasión.

—¿Por qué no nos acompañas un rato? —murmuró Taehyung, sus iris se iluminaron tenuemente ejerciendo el control mental del espíritu en el joven—. Creo que podríamos pasarlo muy bien.

El joven se quedó embobado con Taehyung; no era para menos, si un pelinegro de ojos azules y rasgos felinos flirteaba con él de esa forma. Ni una triste conciencia humana tenía la capacidad de resistir el ansia por acompañarle hasta el mismísimo infierno.

—¿A dónde? —formuló el joven con una oscilación de su voz.

Taehyung se mordisqueó el labio y le acarició con sus iris celestes.

—A un lugar más privado —declaró hundiendo la bandera sobre su conquista.

El tipo soltó la copa en la alta mesa redondeada junto a la barandilla, Taehyung y Jungkook compartieron una mirada y el moroi señaló con la cabeza a la cortina púrpura. Se dirigieron hacia allí y el joven les siguió dejándose llevar por una mezcla de interés genuino e hipnosis que le hizo desear saber más sobre lo que podrían hacer juntos.

Atravesaron la cortina y Jungkook se sintió como un león hambriento observando a su pareja sugestionar al pobre diablo que les acompañaba y que se detuvo junto a ellos. El ojiazul se quitó la chaqueta y la dejó a un lado, quedándose en una simple blusa negra de pomposas mangas.

Inesperadamente, Taehyung ignoró a su invitado y se aproximó a Jungkook. Tomó la nuca del strigoi y besó sus labios para humedecerlos en un beso lo suficientemente lascivo como para avergonzar a su acompañante. El humano bajó la cabeza mordiéndose el labio con timidez, y esperando su momento. En Corea del Sur, besarse delante de alguien de esa forma era demasiado inapropiado como para mantener la vista fija.

Los carnosos labios de Taehyung sobre Jungkook fueron dulces, suaves y maravillosamente embriagadores. Provocó un jadeo en el strigoi cuando arrancó el beso de sus labios, seguido de un gruñido gutural de su instinto animal rugiendo su pecho.

Taehyung se dio la vuelta y apoyó una mano sobre el pecho del joven que ascendió lentamente hasta su mentón. Se aproximó a sus labios y los besó superficialmente, dejando un inofensivo tirón de labios sobre los intactos del humano.

—No le beses —farfulló Jungkook con recelo, agarrando su hombro desde atrás.

Los iris claros del moroi se fundieron sobre los verdosos del humano, derribando todas sus murallas mentales como para manipular por completo su ánimo. No pensaba besarle más que eso, pues Taehyung tenía comprobado que ese tipo de acercamientos debilitaban la conciencia de los demás y facilitaba la adulteración de sus mentes.

—No te muevas —ordenó Taehyung clavando sus pupilas sobre las del humano—. Mantente en silencio y sé un buen chico para nosotros.

El joven asintió con obediencia, sintiéndose tan inmóvil como una estatua de mármol. Taehyung le rodeó como un buen felino, deteniéndose tras su espalda y dejándole a merced de Jungkook.

El strigoi observó sus movimientos con detenimiento, los ojos del humano se posaron sobre Jungkook con un sorprendente anhelo.

«¿En qué momento su osito de colmillos se había vuelto una criatura caprichosa y ladina?», pensó el azabache.

Desde su posición, Taehyung introdujo unos suaves dedos bajo el cuello de la camiseta del humano, e inclinó la cabeza entornando los párpados. Hundió los colmillos en su cuello, en un deseado mordisco que llenó sus papilas gustativas de la esencia de sus venas.

El humano abrió la boca y entrecerró los ojos, sin decir palabra. Un jadeo escapó entre sus labios, sin retirar sus pupilas el atractivo y circunspecto rostro de Jungkook.

La garganta del strigoi ardió y su hambre se contrajo en sus propias venas como un animal famélico. El olor de su mordisco llegó a su olfato en unas décimas de segundo sacudiéndole y haciendo temblar hasta sus dedos, Taehyung deshizo su mordisco descuidadamente y levantó la cabeza fundiendo sus iris sobre los del azabache. Sus labios estaban húmedos por la sangre, y un fino hilo se escurrió por las cuatro perforaciones sobre el largo cuello del desconocido.

—¿No quieres probar, Kookie? —murmuró Taehyung de la forma más sugerente que jamás había escuchado.

El ojiazul volvió a rodear al humano y se aproximó a Jungkook con unos pasos. Percibió su falta de aliento y respiración entrecortada. Él pálpito de sus encías provocó un dolor en los crecidos colmillos del strigoi y temió no saber controlar el frenesí si se dejaba llevar por su provocación. Pero Taehyung besó sus labios y le dio a probar los restos sanguíneos que humedecían los suyos.

Su beso fue tan embriagador, que el azabache se dejó llevar por sus perversos actos.

«Condenado Kim Taehyung», se dijo.

Cuando el moroi soltó su beso, tiró de su mano y la posó sobre el humano. Jungkook hundió los colmillos en el lado contrario de su cuello y recibió la descarga hemoglobínica en sus papilas gustativas. El sabor y la calidez de su densa sangre calentó su garganta y apaciguó el hambre voraz que le estrangulaba.

Taehyung se hizo a un lado, rodeó al humano y mordió el otro lado de cuello de nuevo. El ojiverde dejó caer la nuca hacia atrás con un gemido ahogado, llegando a un desconocido éxtasis por alimentarles al mismo tiempo. La inyección de sus salivas creó la química en sus venas que le hizo sentirse complacido por satisfacer a sus depredadores.

El humano se mantuvo dócil, quieto, callado bajo los mordiscos de los dos vampiros, portándose como un buen huésped para ambos.

Jungkook conoció la experiencia de morder a alguien en compañía, compartir a su aperitivo creó una sensación tan extrema y desbocada que encendió su organismo. Podía percibir a Taehyung conectándose con él a través de la sangre, succionando y drenando el espeso y reconfortante líquido de la vida humana al otro lado de su cuello. El azabache arrancó sus colmillos sin compasión del cuello del joven, y miró al moroi por encima de su hombro con pasión. Taehyung posó sus iris embriagados sobre los suyos, sus labios entreabiertos y manchados de sangre se unieron en un animado beso con los de Jungkook, mezclando su sangre y saliva sin reparo.

Después, Taehyung pasó la lengua por el cuello del humano arrastrando los hilos de sangre y relamiéndose con encanto. Jungkook se sintió receloso por observar su lengua en una piel ajena, jamás había jugado con un proveedor de sangre de esa forma, pero esa noche, el moroi estaba regalándole el capricho de compartir una pieza y liberar sus instintos vampíricos juntos, por primera vez.

Jungkook no lamió su derramamiento de sangre, puesto que se centró en su hombro, mordiendo por encima de la fina camiseta para probar dónde se encontraba su mejor afluente. El frenesí característico de su raza le hizo sentirse borracho, y olvidar las líneas que no debía traspasar. Tras succionar una buena cantidad de sangre dejándose llevar por el frenético impulso de alimentarse, Taehyung acarició su nuca para que recordase que se encontraban en un pub público, y debían limitar sus actos.

—Contrólate, mi amor —le dijo en voz baja—. Tiene que volver a casa sin ambulancias.

Jungkook soltó el mordisco de su hombro y le miró con desafío. Sus colmillos estaban crecidos, pupilas dilatadas y desorientadas, finos y apetecibles labios rojizos por la sangre, y una mirada sombría que hablaba de su palpable excitación física.

Apartó al humano para tener el espacio suficiente con el que enfrentarse al moroi. Taehyung retrocedió unos pasos y Jungkook le arrinconó hasta la pared sintiéndose demasiado caliente como para pensar en sus actos.

Su beso fue descarado y elevó la temperatura entre ambos, dejando un mordisco en su belfo inferior. Jungkook le levantó entre sus brazos, con las piernas del ojiazul rodeando su cintura. Taehyung enterró los dedos en su nuca agarrando su cabello desconsideradamente, frenó sus labios con malicia, pasando una lengua sobre ellos y humedeciéndolos a su gusto. La respiración agitada entre ambos les hizo sentirse mareados, su excitación presionó contra la suya y Taehyung jadeó por el irremediable consuelo de su roce.

—Ah...

—Eres mi perdición —masculló Jungkook con voz ronca—. Voy a hacértelo hasta que se borren los límites entre nosotros.

Taehyung exhaló una sonrisa de complacencia sobre sus labios. Y de un momento a otro, alguien más apartó la cortina con unos dedos, invadiendo deliberadamente su territorio.

—Joder, menudo festival os estáis montado —soltó Yul con una sonrisita irónica—. ¿Es que no pensáis en el pobre humano?

Los dos dieron un respingo, Jungkook soltó a Tae hasta que puso los pies en el suelo. Casi había olvidado que tenían a un humano paralizado a un lado y manchado con su propia sangre.

—Mierda —bufó el strigoi—. ¿Tú...?

Le lanzó una mirada feroz a Yul con ganas de eyectar su cabeza de un puñetazo volador en la perfecta dentadura que le mostró en forma de sonrisa. Taehyung se aproximó al humano, y tras limpiarse la boca con la manga de su propia blusa, extendió unos dedos sin tocar su cuello y borró las marcas de mordiscos con precaución.

Yul se quedó boquiabierto al ver un poder que jamás había observado.

—¿Se puede saber qué haces aquí? —inquirió Jungkook, cuyo calentón se había esfumado desde que encontró la cara de Yul.

Yul exhaló unas carcajadas socarronas volviendo a posar sus iris sobre él.

—Fiesta universitaria —dijo divertido—. Detecté el olor a sangre desde abajo y me preguntaba de dónde provenía. Pobre chico.

Taehyung se fijó en las marcas de mordiscos sobre el hombro del humano y se preocupó en curar las magulladuras y perforaciones, comprobando que la camiseta estaba destrozada. Jungkook percibió la capa superficial de sus pensamientos y se quitó su cazadora de cuero, ofreciéndosela para que se la pusiera.

—Ten, ponte eso.

—Lava esa camisa y deshazte de ella —le ordenó Taehyung al joven, ejerciendo su control mental sobre el humano con unos resplandecientes iris que se iluminaron durante unos instantes—. Olvida todo esto y lárgate a casa.

Él asintió y atravesó la cortina saliendo de allí con diligencia.

—Será mejor que se tome una bebida energética si quiere recuperar toda esa sangre —agregó Yul con ocurrencia.

Jungkook gruñó con mal humor.

—Si tuviera una estaca, te la clavaría en la lengua —soltó ampliamente.

—Querido, te harías daño a ti mismo si lo hicieras —sonrió Yul—. Qué puto carácter, por el amor de dios.

Taehyung y Yul encontraron sus pupilas en una miradita de soslayo, mientras el moroi volvía a colocarse su chaqueta.

—¿Qué poder es ese? —preguntó el líder del clan.

—Qué te importa —contestó Jungkook.

—El quinto elemento —respondió Taehyung al mismo tiempo, sin darle importancia. Él pasó un pulgar por la comisura de Jungkook, borrando suavemente la tenue marca rojiza de haber tomado sangre.

«Jungkook no se andaba con chiquitas», pensó el strigoi.

—¿El quinto elemento? —masculló Yul arrastrando las sílabas—. Vaya, así que tu poder es el sueño de todo strigoi. ¿Quién no desearía hacer lo que quisiese con otros, sin ningún tipo de repercusión a cambio?

—No funciona de esa manera —dijo Taehyung mirándole significativamente.

Jungkook se pasó la lengua por los dientes tras escucharle.

—Oye, rey del oportunismo —dijo—, me largaré de Lang en unos días. Es probable que no regrese a la región hasta que pase un tiempo.

Yul se pasó una mano por la mandíbula.

—¿Qué? ¿Te vas? —dudó con escepticismo—. ¿Por qué?

El más joven estuvo a punto de responderle cualquier ordinariez para demostrar lo frustrado que estaba porque les hubiera interrumpido, pero su agudo oído de strigoi le hizo percibir algo. Un fino grito, un agudo chirrido y la elevación de voces del pub llegando hasta sus oídos.

Taehyung giró la cabeza precipitadamente, advirtiendo los gritos provenientes de los humanos en la planta de abajo; el ruido de las mesas volcándose, de las copas de cristal derramando sus líquidos y cayendo al suelo, los altavoces bombeando música bajo el intenso parpadeo de luz en el que se había sumido el local. Repentinamente, los ventanales de la fachada se partieron en decenas de pedazos.

—¿Qué es eso? —jadeó Taehyung.

Jungkook se llevó la mano al cinturón dhampir que ya nunca vestía, como un tic nervioso de su yo pasado. El rostro de Yul se tornó a algo mucho más serio, extendió un brazo frente a los dos chicos y abrió mucho los ojos detectando algo.

—Draugr —pronunció.

—No sólo draugr —adivinó Jungkook con voz grave.

Yul sacó dos puñales que escondía bajo sus perneras, y le pasó uno a Jungkook.

—Ten, encanto —soltó—. Hora de sacar a relucir el guardián dhampir que eras. ¡Sálvanos a todos!

Taehyung levantó una mano donde se encendió una llama blanca y energética.

—¡Allí! ¡Strigoi! —señaló, alertando a los otros dos sobre las criaturas que treparon por la escalera, lanzándose sobre humanos.

—No puede ser —farfulló Yul—. Mi clan es el único en Lang, a no ser...

—No son de tu clan —dijo Jungkook.

Él levantó el puñal como un cuchillo y lo lanzó milimétricamente, insertándolo en un ojo de un draugr que cayó de espaldas al suelo. Tras él, un strigoi de globos oculares negros y halos rubíes que cubrían sus iris por completo se clavaron sobre ellos. La lucha había comenzado.

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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