Capítulo 4

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 4. Un refugio

Cuando los primeros rayos asomaron bajo la persiana, acariciando dulcemente el suelo con tonos dorados, Taehyung sintió que era insólito despertar tan pacíficamente. La previa mañana había sido muy distinta, descubriendo que estaba solo, y en un espacio ajeno al de palacio. Pero ese día, apreció el sonido de los pájaros piando en los árboles cercanos al edificio, y el murmullo de los coches transitando la calle.

Bostezó, y estiró los brazos, percibiendo a Jungkook tras su espalda, profundamente dormido y sumido en el sueño. Taehyung se volteó lentamente para observarle con detenimiento, con una curiosidad pasmosa, como si nunca antes se hubiera permitido hacerlo.

Sus párpados cerrados mostraban una fina capa de pestañas oscuras. Una cascada de cabello negro y revuelto sobre su frente, y un gesto de paz insondable. El moroi pasó un brazo sobre su cintura y apoyó su mejilla en su pecho, escuchando los rítmicos latidos característicos de dhampir y humanos. El olor de Jungkook era algo que siempre le había llamado la atención, desde que apenas era un niño. La forma de sus pómulos triangulares, y la nuez en su garganta donde su pulso latía. Su piel cremosa era como la seda moroi que se trabajaban en los telares de Bucheon, y sus labios, se veían tan rosados como el almíbar de fresa.

Jungkook estaba vivo, era genuinamente cálido, y provocaba que sus instintos vampíricos presionasen en sus encías hasta pinchar sus propios labios, por tenerle tan cerca. Tuvo el reprimido anhelo de mordisquearle, y no por herir a algo tan preciado, si no por lo bonito que era. Le soltó y se levantó removiéndose de su lado con un rubor. Junto a lo del día previo, era la primera vez que sus sentimientos se mezclaban con impulsos físicos, como el deseo. Jamás había experimentado una atracción romántica hacia Jungkook seguida de ese tipo de instintos básicos, y Taehyung supuso que así funcionaban sus instintos por alguien a quien incluso sus sentidos amaban.

«¿No era curiosa la forma en la que se enlazaban todos sus instintos, despertando su apetito?».

El moroi salió del dormitorio con aspecto somnoliento y encontró a Yoongi en la cocina, vestido con uniforme amarillo, y un café y periódico en la mano.

—Buenos días —le saludó adormilado.

—Qué madrugador —dijo Yoongi, soltando su taza—, buenos días. ¿Quieres café?

—Huh, no me gustan los sabores fuertes —declaró Taehyung—. ¿Podrías escribirme una receta que quieras comer?

Yoongi le miró con un parpadeo.

—Nunca he cocinado algo, ¿qué te parece si hoy te preparamos el almuerzo a ti? —le sugirió Taehyung con amabilidad.

El humano se mostró algo perplejo al principio, pero terminó escribiéndole una lista sencilla sobre los ingredientes para una barbacoa coreana en una hoja.

—Los encontraréis en el supermercado que hay aquí al lado —dijo, marchándose por la puerta—, podéis usar la cocina, pero nada de incendiarme el apartamento, que aún estoy viviendo de alquiler.

—Sí, sí —le aseguró el moroi dulcemente—. ¡Ten un buen día!

Jungkook se levantó con aspecto amodorrado, y se asomó al pasillo.

—¿Qué pasa...?

—¡Hagamos barbacoa coreana! —soltó Taehyung animadamente—. Vamos al supermercado juntos, ¿sí?

Él puso los ojos en blanco mientras Taehyung se acercaba con unos brinquitos.

—Por fa, ayer no me llevaste contigo —insistió—. Nunca he estado en un mercado humano.

El dhampir le maldijo mentalmente, pero comprendió la ilusión de su moroi por trivial que pareciera: Taehyung nunca había vivido esas experiencias.

—Vale, pero... —levantó un dedo algo adormilado, y con el ceño levemente fruncido—, dos cosas. Número uno, te vas a proteger bien del sol para salir ahí afuera. Y número dos, si vamos a hacer barbacoa coreana, tenemos que comprar ternera de la buena. Nada de carne de mala calidad, eso es una falta de respeto a las barbacoas.

Su compañero ensanchó su sonrisa. Poco después se vistieron para salir, y sin apenas desayunar algo, Jungkook planeó conseguir su desayuno afuera. Tardó un poco más en prepararse tratando de peinar con los dedos el cabello negro y de mechones algo más largos frente a su reflejo.

Y encontró a Taehyung junto a la puerta esperándole, con un croptop sobre la cintura alta de sus tejanos, y una sudadera enorme de cremallera abierta (suya), con la que se cubrió utilizando la capucha.

—No me acostumbro al horario diurno —musitó bostezando despreocupadamente.

De la mesa que había junto a la puerta del apartamento, Jungkook agarró unas lentes de sol pertenecientes a Yoongi, y se las puso a Taehyung esporádicamente cómo método de protección.

—Úsalas, o te harás daño en los ojos —expresó, observando un segundo bostezo—. Sí, ser así de bonito debe ser cansado.

Taehyung desvió la mirada sonrosándose levemente.

—¿Estás listo? ¿Llevas todo? —formuló Jungkook comprobando el cinturón de dhampir bajo su propio jersey oscuro.

—Sí, mi marine —contestó con solemnidad—. ¿Lleva su arsenal de cazavampiros encima? No se olvide del crucifijo.

—Como el mismísimo Blade —confirmó Jungkook abriendo la puerta del apartamento—. Vamos.

Abandonado el apartamento y el edificio, Taehyung tuvo que armarse de valor antes de salir al exterior, inspirando profundamente. Los rayos de sol eran fuertes y directos, caían perpendicularmente desde el cielo, y en el primer impacto, a pesar de ir bien cubierto, le hizo soltar al moroi un jadeo. Jungkook sujetó su mano y le dirijo en un breve paseo hasta el supermercado.

—¿Qué es eso? —señaló a un escaparate tecnológico, cuya pantalla mostraba el baile de un grupo musical de chicas.

—Una tienda tecnológica —contestó Jungkook, pasando de largo.

—No, las chicas —repitió su compañero, girando la cabeza—. Están cantando.

—Ah, es K-pop.

—Pues me gusta el K-pop —reconoció como un nuevo y declarado fan.

Jungkook sonrió sin poder evitarlo.

—¿Y eso?

—Huh... ¿dumplings al vapor? —mencionó—, creo que los probé de pequeño cuando aún vivía en la ciudad.

—Quiero comer dumplings —le detuvo tirando de su mano en la dirección al diminuto puesto.

Jungkook le siguió, y Taehyung se pidió como una docena recién hechos, que le envolvieron en un cono de papel. Estuvo mordisqueándolos con un maravilloso apetito recuperado, mientras caminaban entre la agradable población humana. Le metió un par en la boca al dhampir cuando le vio mirarle de reojo, sin ánimo de pedirle compartir. «A él no iba a ocultarle nada».

—¡Por qué no he probado esto antes! —preguntó maravillado.

—No te llenes ahora —le ofreció Jungkook como consejo, robándose los últimos dumplings con descaro—, déjalo en mis manos.

—¡Oye! —Taehyung se quejó abiertamente, seguido de la burla del mocoso de Jungkook.

El murmullo de la calle, la sensación solar y mortal que les acompañó se les hizo reconfortante. Y mientras sus dedos permanecían enlazados, el moroi se sintió aliviado cuando llegaron al mercado humano.

Taehyung levantó la cabeza y observó los estantes repletos, la zona al fondo donde se encontraba la carnicería y frutería, y la cantidad de productos envasados que les rodeaban. El pelinegro se dirigió a la carnicería, y su compañero se quedó junto a unos estantes, buscando algunos ingredientes como la salsa, y el arroz empaquetado.

Lo encontró con una mueca de satisfacción, y tomó un paquete entre los dedos cuanto escuchó a un niño.

—¡Barbacoa, barbacoa! —canturreaba el crío que pasó junto a él, distrayendo toda la atención del moroi.

Taehyung se detuvo frente al niño y acuclilló quitándose las gafas de sol para verle mejor. Su cabello era oscuro y tenía unos mofletes redondeados y mullidos que le recordaron a los de un oso panda. Y la ingenuidad de sus ojos se le hizo adorable, mientras le observaba con aquel un parpadeo curioso.

—Hola —saludó Taehyung alegremente, ladeando la cabeza—. ¿Cómo te llamas?

—Huh, Eung...

—¿Te gustan los dumplings, Eung?

Él negó con la cabeza.

—¡Me gustan las patatas fritas!

—¿Patatas fritas? —repitió Taehyung, pasándose una mano por la mandíbula.

—Vamos, Eung, tenemos que irnos —su madre embarazada se acercó, advirtiendo que el niño estaba hablando con un desconocido.

Tiró de su mano con desconfianza, pero cuando Taehyung se irguió posando sobre ella sus ojos, la mujer se vio atontada por su atractivo. Alto, delgado, y con los ojos más celestes que había visto en toda su vida.

Taehyung abrió la boca fijándose en su enorme barriga.

«No estaba embarazada, estaba muy embarazada». Y él no estaba acostumbrado a ver a mujeres embarazadas, desde que los moroi eran más bien pocos, sumándole el agregado del esfuerzo que les costaba engendrar descendientes.

—Oh, l-le importa si... —Taehyung extendió una mano deseando tocar su barriga.

Estuvo a punto de rechazar al moroi, pero algo le hizo ceder con un repentino agrado. El joven posó su mano cuidadosamente sobre la voluminosa panza de la mujer embarazada, percibiendo una sensación que hasta entonces no había sentido.

Escuchó eventualmente los latidos del bebé que había dentro de ella, más cortos y decididos que los de las madres moroi, cuyos embarazos podían postergarse hasta los once meses antes del parto natural.

—Hmnh —sonrió con suavidad, recibiendo la irradiación que aquella humana.

Taehyung nunca se había comunicado demasiado con otros humanos más allá de los proveedores, pero el aura de las embarazadas era especial, igual que su aroma y su aura mortal. Traían vida y podía sentirlo en ellas, conociendo inesperadamente la vida que portaba.

Jungkook pidió la carne fresca, y cuando se la entregaron, advirtió que Taehyung se había distanciado de él y parecía entretenido en algo más.

—¿Quieres saberlo? —escuchó aproximándose.

—Sí, pero, ¿cómo puedes saber qué...? —dudó la humana.

Taehyung apartó su mano y sonriendo suavemente, le dijo:

—Será una niña preciosa.

La humana se emocionó levemente, pero Jungkook apareció como un rayo agarrando al moroi del codo.

—Tenemos que irnos, ¿vamos? —farfulló tirando de él precipitadamente.

—¡Adiós! —Taehyung le siguió, despidiéndose alegremente con una mano.

Y mientras Jungkook le arrastraba hacia una calle paralela del supermercado, el moroi frunció los labios.

—¡Auch!

—¿Qué haces? —masculló Jungkook.

—Lo siento, ¿no puedo hablar con humanos? —preguntó con ingenuidad.

Jungkook echó un vistazo alrededor de ellos, comprobando que estaban solos.

—No es eso, quiero decir... ¿c-cómo demonios has sabido eso?

—¿El qué, que es una niña? —dudó en voz baja—. No lo sé, lo he sentido al tocarla.

El dhampir pestañeó.

—¿El espíritu puede hacer eso?

—Quizá puedo leer su energía, su... ¿su propio espíritu, o algo así? —argumentó Taehyung, mientras se dirigían a la cola—. Siento que los humanos son más sencillos de leer que alguien como tú o yo.

Jungkook trató de asimilar aquello, y antes de que se le olvidase, tomó el resto de los ingredientes para la barbacoa y se posicionaron junto a la caja. Cuando alcanzaron su turno, la misma joven cajera del día anterior clavó sus ojos verdosos en Jungkook.

—Buenos días —le saludó genuinamente, tomando los productos—, ¿eres nuevo por el barrio?

—Huh, hola —Jungkook negó amablemente—. No, no. Sólo estamos de paso.

—Ya. Hay muchos universitarios por la costa últimamente, ¿conoces el club de la playa? —sonrió levemente—. En unas semanas habrá una fiesta de universitarios, podéis pasaros por allí si no tenéis demasiado que hacer.

El dhampir se tomó su amabilidad de buena forma, agradeciendo que alguien de la zona se abriese de manera tan espontánea.

—Lo tendré en cuenta, aunque no soy universitario —aceptó Jungkook con una sonrisa—, ¿etiqueta?

—Oh, no, no —expresó liberando una risita—. Sólo de blanco. Y no piden tarjeta de universitarios. De hecho, creo que pocos tipos de allí lo son.

Ella le ayudó a meter las cosas en la bolsa, cobró sus compras mientras Taehyung esperaba haciéndose a un lado, y la chica aprovechó para preguntarle a Jungkook si podría verle allí en otro momento. El pelinegro contestó con una duda, pues no estaba seguro de permanecer hasta entonces en Busan.

—Bueno, por si acaso, ¡buenos días! —se despidió amablemente.

Y sujetando las bolsas en ambas manos, Taehyung y Jungkook salieron del supermercado. El exterior estaba tan brillante que Taehyung percibió un mareo incómodo seguido de su silencioso flechazo de recelo. Agradeció mentalmente que no estuvieran a más de doscientos metros, mientras volvía al edificio donde se alojaban.

Cuando se resguardó con Jungkook dentro del portal, el moroi hundió el dedo en el botón del ascensor para llamarlo. El pelinegro le miró de medio lado, percibiendo el repentino silencio de su compañero, mientras se deshacía de las gafas de sol sin volver a dirigir sus iris hacia él.

—¿Te encuentras bien? Demasiado sol, ¿verdad? —mencionó amigablemente.

Taehyung asintió con simpleza, esperando el ascensor.

—Te dije que podría hacerte dañ-

—¿Te gusta? —cuestionó el moroi, mirando el suelo con ceño fruncido.

—¿Mhmh?

—Que, si te gusta —repitió, encarándose a él con dureza.

—Me encanta que vengas conmigo, pero...

—No —insistió Taehyung—, que si te gusta esa humana.

Jungkook levantó una ceja.

—¿Qué? —exhaló una sonrisa detectando su recelo—. ¿Por qué me iba a gustar alguien que no conozco?

—Los dhampir salís con humanos. Tenéis hijos, os casáis con ellos —argumentó fríamente—. ¿No es eso lo que hacéis?

—Soy guardián, sabes que no puedo casarme —mencionó Jungkook, con un tono sarcástico—. ¿A qué viene eso?

—Bien, pero si no lo fueras, saldrías con alguien, ¿verdad? —interrogó Taehyung con especial obstinación—. ¿Te casarías?

—No —contestó Jungkook con fastidio—. No me van esas cosas.

—Mientes.

La puerta del ascensor se abrió ante ellos con un agudo «ding». Jungkook frunció el ceño, sin terminar de comprender por qué demonios estaba hablándose de esa forma. Él entró en el ascensor seguido de Taehyung, y allí clavó sus iris castaños sobre él.

—¿Tú qué sabrás? —preguntó Jungkook vacilándole.

—A ella le gustas —soltó irritado—. Estaba coqueteando contigo.

—Ah, ¿sí? —el pelinegro sonrió con intención de molestarle—. Ni lo había notado.

—Huh —gruñó el moroi, sin abandonar su persistencia—, ¿lo desearías o no?

—¿El qué? —exhaló Jungkook, comenzando a cansarse—. A ver...

—Tener sexo, ¿el qué va a ser? —respondió con el mismo incordio.

Jungkook le miró con un parpadeo.

—¿Estás celoso? —pronunció con escepticismo—. No me lo puedo creer.

El ascensor llegó a la planta del apartamento, y Taehyung ignoró su pregunta abandonando aquel espacio. Jungkook agarró su bolsa del suelo, dudando entre si estaba resultándole gracioso, un incordio, o sólo estaba tentándole para que cubriese su boca con sus labios.

«Porque iría a hacerlo si seguía con aquella actitud estúpida —pensó, siguiendo sus pasos.

Los dhampir sólo se reproducían con humanos, y él, a pesar de tener diecinueve años recién cumplidos, había asumido que, por su condición de guardián, el sexo era un campo tan improbable como inexplorado. Así mismo, los moroi lo utilizaban como una herramienta reproductiva en sus incesables intentos por generar descendencia evitando la previsible extinción de los suyos.

Pero era absurdamente irónico que Taehyung acabase de preguntarle si quería tener sexo con una humana, teniendo en cuenta lo que sentía por él.

«¿A caso estaba chalado?».

—Taehyung.

El moroi introdujo la llave en el apartamento y desbloqueó la puerta.

—Sí —admitió, con la misma tirantez, perdiendo lentamente los nervios—. ¿Qué más da? Sólo quería saber qué pensabas, m-me da igual que te atraigan las humanas. No me importan. S-sólo son humanas —dijo despectivamente.

Taehyung empujó la puerta cargando su bolsa, y dejó pasar a Jungkook, decidido a cerrarla instantes después. Pero la bolsa del dhampir cayó al suelo por algún motivo, y la puerta del apartamento se cerró de un portazo siendo impulsado por la propia espalda del rubio. Jungkook le empujó contra la puerta, dejándose llevar por el irritante impulso de acallarle. Su rostro se vio sujeto por sus dos cálidas manos, y sus labios fueron sellados con una incesable presión bajo los suyos.

No entreabrió sus labios, ni exploró en ellos. Jungkook estaba molesto. Sólo estaba cerrando su boca con un beso superficial e impuesto.

Cuando soltó sus labios, Taehyung le miró con unos iris brillantes y la respiración agitada.

—Sí, sólo son humanas. Y yo sólo desearía estar contigo —murmuró severamente—. Solo. Contigo.

Taehyung entró en una repentina febrilidad y agradeció recuperar su espacio personal cuando Jungkook soltó su rostro descortésmente, agarrando las dos bolsas del suelo y largándose a la cocina sin volver a dirigirle la palabra. El moroi tomó aire con la espalda aún apoyada sobre la puerta, razonando su respuesta.

«¿Jungkook acababa de decirle que sólo deseaba estar con él físicamente? —se preguntó sonrojado—. Genial, ahora se sentiría como un flan el resto del día».

El pelinegro colocó los alimentos en la cocina, decidiéndose por comenzar con la barbacoa un rato antes de que Yoongi volviera. Taehyung desapareció por completo del mapa, musitando que iba a limpiar el apartamento y recolocarlo todo para que Yoongi estuviera contento con ellos.

En lo que Jungkook se miró un video de YouTube, comprobando cómo hacer correctamente el almuerzo, encendió la plancha, preparó la verdura, y sacó la carne de ternera de su envoltorio.

Taehyung pasó por la cocina eventualmente, y dejando atrás la escenita de celos, parecía haberle retomado un pánico reverencial a Jungkook, que tal vez se traducía en «vergüenza».

—Eh, chst —le chistó, pasándose el delantal sobre la cabeza—, ven aquí.

El rubio se acercó dudoso.

—¿Cómo ayudo? —preguntó con más ánimo.

Jungkook posó el dorso de su mano sobre su mejilla, y después toco su frente comprobándole.

—¿Aún estás caliente? —le preguntó comprobando su leve febrilidad.

Taehyung casi le lanza un mordisco como un gato alterado, mostrándole los colmillos.

—¡N-no estoy caliente! —se defendió con un incremento de rubor—. ¡E-es por haber salido a pleno sol!

Jungkook soltó una risita.

—Vale, vale —manifestó—. Entonces ayúdame con la carne.

Tomando aire profundamente, el moroi se concentró en lo importante. Jungkook le pasó unas tenacillas para que le diese la vuelta a la verdura que estaba asándose, extendió los filetes de ternera y los escurrió para deshacerse de los rastros de sangre. Y de repente, el olor le llegó hasta Taehyung quién sintió una profunda náusea. Él se llevó un puño a los labios, y apretó la mandíbula experimentando un fuerte rechazo.

—H-huele a sangre —jadeó retrocediendo lentamente—, de animal... muerto...

Motivo número uno por el cual los moroi apenas tomaban carnes rojas, y ni siquiera se acercaban a las cocinas. Sus olfatos solían ser extremadamente sensibles a los olores intensos hasta el punto de rechazarlos. Puede que incluso los aromas de algunos humanos o dhampir pudieran resultarle a veces irritantes.

—Oh —exhaló el dhampir.

Jungkook no sintió nada especial, pero se encargó de ponerlos sobre la parrilla y se lavó las manos antes de salir al pasillo, donde Taehyung se apoyaba con la espalda en la pared, lamentándose por su exceso de sentidos.

—Lo siento, no estoy ayudándote en nada —expresó cabizbajo con tristeza—. Y-y yo, no quería hablarte mal cuando salimos del mercado. No tengo derecho a ponerme celoso después de lo que sufriste en palacio —balbuceó sin mirarle—, h-has renunciado tanto por mí, Jungkook, que a veces me pregunto si realmente desearías vivir una vida normal, y-yo...

—Eh, Tae —Jungkook le detuvo con suavidad—. Yo acepté lo que acepté por voluntad. Nadie me obligó a hacerlo.

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Taehyung extendió los brazos y le abrazó con delicadeza.

—Pero...

—Me sentí frustrado cuando te comprometieron con Hyerin —continuó Jungkook sobre su hombro, seguidamente mirándole de cerca en lo que se distanciaban.

—No me casaré con ella —aseguró Taehyung con seriedad—, jamás me casaré con alguien por quien no siento algo.

—¿Sabes qué...? ¿Sentí tu primer beso?

Los ojos del moroi se abrieron como platos.

—¿Qué? —pronunció alucinado—, espera, ¿qué?

Jungkook y él se soltaron lentamente, y el pelinegro suspiró esbozando una sonrisa apagada.

—Lo he superado —dijo restándole importancia—. Pero, créeme, ese estúpido vínculo me la ha estado jugando durante años.

—Pues no volveré a besar a alguien que no seas tú —Taehyung se comprometió con un repentino rubor asomándose en su rostro—. Te lo prometo.

—N-no puedes decir eso —el dhampir retrocedió con cierta timidez.

—¿Por qué no?

El fugaz pensamiento de «¿y si alguien les escuchaba?» se cruzó por su mente, casi como si hubiese olvidado que allí eran completamente libres. Sin restricciones. Incluso Yoongi le había dado el discurso del «amor libre», insistiéndole en que sus seres queridos debían aceptarlo si estaban enamorados. Pero aquello era algo con lo que Jungkook ni siquiera podía permitirse fantasear. Eventualmente volverían a Bucheon, volverían a la vida de la comunidad nosferatu, Taehyung era un príncipe moroi, y él, sólo un guardián.

Yoongi volvió al apartamento, y les encontró a los dos junto a la puerta, el pelinegro vestido con un delantal y Taehyung con ojos brillosos. Un agradable olor a ternera a la parrilla, por el que Jungkook se vio disparado regresando a la parrilla, y un apartamento más limpio de lo que lo había tenido en aquellos dos años.

—¡Hola! —Taehyung saludó con una sonrisita con colmillos—. ¿Qué tal tu día?

—Wow —exhaló, dejando junto a la entrada su bolso—. Sois... los dos mejores compañeros de piso... que he tenido en mi condenada vida...

Taehyung se rio suavemente, y en presencia del humano, se dispuso a poner la mesa mientras Jungkook terminaba de preparar la parrillada. En cuestión de minutos, la mesa estaba repleta de comida, carne cortada en tiras, verduras al dente, y una cerveza bien fría para Yoongi.

—Me hacéis la comida, limpiáis mi apartamento... —soltó sentándose en la mesa—. Vale, contadme ahora que os está persiguiendo el FBI, o algo así. Porque esto me gusta, pero me asusta.

Compartieron un agradable almuerzo en el que el moroi pudo dar bocado, dejando de lado la carne roja, y centrándose principalmente en las verduras pasadas por la parrilla. Jungkook se alegró de verle comer algo en la mesa, a pesar de su problema con la sangre. Recordó que debía encontrar un espacio más tarde para ofrecerle una ración de la suya, y casi se atragantó de solo pensarlo: Taehyung debía alimentarse a diario de alguien, o estarían en problemas. Mientras estuvieran lejos de la comunidad nosferatu, era su responsabilidad.

Después del almuerzo, y de recoger la cocina, Yoongi mencionó que podrían ir a jugar a los bolos, o hacer cualquier cosa divertida. Se metió en el cuarto de baño para darse una ducha y seguidamente reordenar su dormitorio hecho un desastre.

Y en ese rato en el que Jungkook y Taehyung quedaron a solas, acordaron hacer algo.

—¿Crees que deberíamos llamar ahora?

Jungkook sacó el teléfono de su bolsillo, y entró en la red para buscar la dirección exacta de la academia de Incheon.

«Academia de Alto Standing para Alumnos de Altas Capacidades», esa era la ingeniosa tapadera de una academia para alumnos dhampir y moroi, frente a la visión mundana. Su ubicación en los exteriores de la ciudad de Incheon le ayudaba a mantener la falsa portada de normalidad, mientras que los alumnos que seguían reuniendo eran vampiros e híbridos.

El joven marcó el número de la academia y esperó varios tonos mientras Taehyung se inquietaba a su lado. Llevaban dos días exactos refugiados. Ese sería el tercer día lejos de la comunidad, desde su huida.

Y cuando alguien contestó a la llamada; Jungkook se sintió ligeramente paralizado.

—Buenas tardes, no nos encontramos en periodo de ingreso de alumnado —respondió la voz del celador Villemin, quien por la hora diurna a la que llamaba Jungkook, pensó que sería un probable humano despistado—. La carta de admisiones sólo se realiza electrónicamente.

—Disculpe, busco al profesor Hyun Bin —pronunció con seguridad—. Se trata de una urgencia, y no tengo un contacto directo.

Tras unos segundos de silencio, el azabache escuchó a Villemin titubear desde el otro lado del teléfono.

—Identifíquese.

—Kang... Sihyun... —enunció el primer nombre que se le vino a la cabeza, evitando revelar su identidad—. Exalumno. Dhampir.

—Espere —soltó bruscamente, con un golpetazo de teléfono contra la mesa.

Jungkook y Taehyung se miraron en aquellos segundos de perturbador silencio, en los que sus corazones se agitaron a la espera.

Hyun Bin levantó el teléfono después de unos minutos con un tono tan grave y aterciopelado que erizó el vello de Jungkook.

—¿Kang Sihyun? —emitió arrastrando las sílabas.

—Profesor, no soy Sihyun, soy Jeon Jungkook —se precipitó a decir el muchacho—, necesitaba ponerme en contacto con usted para...

La línea telefónica se cortó abruptamente, seguida del agudo pitido de la finalización de esta.

—¿Qu-qué...? —dudó Taehyung—. ¿Te ha colgado?

Jungkook se mordió el interior de la boca.

—Será hijo de puta —maldijo abiertamente—. Nos equivocamos si creíamos que podíamos confiar en este pedazo de...

—Espera, a lo mejor no quiere hablar contigo desde un teléfono de la academia, ¿lo has pensado? —le detuvo el moroi astutamente—. Puede que... ¿todo esté peor de lo que creemos?

Jungkook posó sus ojos castaños sobre él, temiendo que las ráfagas intuitivas de su compañero fueran ciertas. Taehyung siempre era deductivo, mientras que él se dedicaba a maldecir, apuñalar y exasperarse.

—Más le vale, porque si no es así —se juró a sí mismo en voz alta—, prometo que lo primero que haré cuando regresemos, es volver a Incheon sólo para patearle el culo.

El teléfono vibró inmediatamente en su mano, mostrando una resplandeciente pantalla con un número distinto al de la academia. Taehyung contuvo su aliento cuando Jungkook lo descolgó llevándoselo a la oreja, y su fino oído de moroi captó cada una de las palabras ajenas.

—Jeon Jungkook —pronunció con gran irritación—, ¿qué diablos ha hecho?

—¿Qué he hecho? —repitió el joven, sin tener ni la más remota idea.

—Kim Taehyung, el palacio de Bucheon, el clan strigoi que ha acabado con decenas de moroi y ha raptado al príncipe —soltó con indignación—, ¿dónde demonios estaba usted?

—¿Raptar al príncipe? —Jungkook se pasó una mano por el cabello, sintiéndose levemente atacado—. Hyun Bin, Taehyung está perfectamente. Se encuentra a mi lado. Huimos de palacio la noche del ataque.

El dhampir suspiró sonoramente, y apretó la mandíbula descubriendo que lo que pensaba era cierto. No dudaba de Jungkook, aunque lo considerase un memo impulsivo.

—El Círculo piensa que un nuevo orden strigoi ha secuestrado al hermano del rey, para convertirlo en strigoi y amenazar al trono.

—¿Qué estás diciendo?

—Kim Xiumin ha hablado públicamente —le contó rebajando su grave voz—, declarando la comunidad nosferatu en guerra con un clan conocido como «la luna invertida». Según los datos que ha dado el ministerio nosferatu, y el Círculo, dicen que Kim Taehyung se convertirá en el enemigo público número uno, que amenazará con reducir el reino a cenizas.

Taehyung se llevó una mano al rostro, dejándose llevar por el impacto emocional de aquella horrible información.

—Profesor, Taehyung no es un strigoi, ni está en peligro... —repitió Jungkook—. Le saqué con vida, ni siquiera sabíamos que un clan strigoi estaba intentando...

—Escucha —le detuvo—. Será mejor que permanezcáis lejos de la capital, tu nombre ha aparecido en la prensa nosferatu. No encontraron tu cuerpo, así que presumen que huiste, o ahora eres uno de ellos. Te matarán si vuelves, ¿me oyes? —repitió con vehemencia—. El ambiente está demasiado crispado después de las decenas de muertes que hubo en palacio, quieren culpables. Jeon, muchas familias moroi han perdido a sus miembros, y la comunidad se ha sumido en el caos. Todo el mundo teme que el príncipe de un golpe de estado.

Jungkook tragó saliva pesada.

—Está bien —respiró irregularmente—. Pero, se solucionará si saben que ambos estamos seguros en-

—¡No me digas dónde te refugias! —exclamó precipitadamente.

El dhampir perdió el habla durante los siguientes segundos en los que Hyun Bin le aclaró algo más.

—Las masas se dejan llevar por una opinión impuesta, Jeon —pronunció en un mascullo—. Pero si algo he aprendido durante mis años de vida, es que... hay que remitirse a las evidencias. Leer entre líneas.

Una breve pausa se vio acompañada de su mensaje, seguido de un resonante suspiro.

—Las lenguas corren, alguien me dijo que Kim Namjoon pereció por unas heridas mortales —le informó lentamente—. Pero cuando todos los dhampir de la comunidad fueron a socorrer a los supervivientes entre las ascuas de palacio, yo le vi cómo se lo llevaron con vida. No he vuelto a verle. Pero está vivo, y el ministerio le retiene en algún subterráneo mientras la noticia de su muerte carcome a su familia.

—¿Por qué le harían algo así a Namjoon? —murmuró Jungkook, sintiendo como su corazón se encogía entre el desconcierto y el alivio por conocer que seguía con vida—. Él es moroi...

—No lo sé —dijo—. Pero no te pongas en contacto con nadie más. No confío en el Círculo, ya no, desde que los Kim fallecieron. Saben algo más, y no están contándoselo al pueblo. Y pese a que la noticia de que Kim Taehyung se encuentre seguro, con su guardián, pueda ser positiva, créeme cuando te digo que es mejor que ahora mismo mantengáis un perfil bajo. Xiumin sólo es un hermoso estandarte con el que distraer las conciencias de la comunidad, mientras que el Círculo esconde algo más debajo de su fachada de rosa blanca.

Taehyung escuchó aquellas palabras sobre su hermano, entendiendo que Hyun Bin presentía que había alguna manipulación. Tanto como en el hermoso rey, como en la declaración de que él mismo era un enemigo del estado nosferatu. Todo era una locura. Una absoluta pesadilla, ¿cómo podían haber sacado esas conclusiones tan precipitadas?

«¿Era así? Lee Min me dijo que enviarían a su esposa a Bucheon, lejos de Seúl —pensó el moroi—. ¿Y si Xiumin no estaba deshaciéndose de ella como había pensado? ¿Y si su hermano sólo intentaba protegerla de algo?».

—Está bien, permaneceremos en las sombras, mientras tanto... —respondió Jungkook casi sin aliento—. ¿Nos mantendrás informados?

—No —contestó Hyun Bin bruscamente—. No te acerques a la capital. Destruye la tarjeta de tu teléfono por si alguien rastrea tu ubicación. Y no vuelvas a ponerte en contacto con alguien de la comunidad, ¿entendido?

—Sí.

—¿Le dijiste a Seojun que sigues vivo? —preguntó súbitamente.

—No... ¿S-Seojun piensa que yo...? —musitó el más joven con pesar, sintiéndose compungido.

—Es mejor así —sentenció el adulto—. Te mandaré a alguien de confianza para que se encargue de vuestra seguridad. Esperad unos días, y no os mováis sin los rayos del sol.

—¿Alguien de confianza?

—Oh, y Jungkook —nombró firmemente, saltándose por primera vez su apellido—. ¿Cuánto estarías dispuesto a arriesgar por Kim Taehyung?

Taehyung estaba justo a su lado, escuchando cada una de las palabras que intercambiaron. Y a pesar de su presencia, Jungkook no dudó en expresar en dónde se encontraban sus límites morales:

—Le amo.

Hyun Bin se dispersó en el silencio de su confesión, hasta que declaró lo que transcurría en su mente.

—Tan estúpido como tu padre —le arrojó, lanzando el corazón del más joven contra su pecho.

Jungkook se quedó sin habla, viéndose golpeado por la reminiscencia de su conversación con Seojun el último día que estuvo la academia.

«¿Mi madre era humana?», le preguntó a su padrino.

«De una frágil salud», respondió sin mirarle.

—Y, aun así, sé que el heredero más joven estará seguro a tu lado —prosiguió Hyun Bin—. Buena suerte, Jeon Jungkook. Y si volvemos a cruzarnos, demuéstrale al mundo que has aprendido algo durante estos años.

—Profesor, espere. Espere —le detuvo antes de colgar, liberando un jadeo—. ¿Park Jimin está vivo?

—No lo creo, Jungkook. No lo creo.

La línea se cortó entonces, y el dhampir apretó el teléfono entre sus dedos.

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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