Capítulo 27
Capítulo 27. Seúl, dulce Seúl
*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
El oscuro horizonte de Seúl reveló una noche fría. El cielo despejado mostró el satélite y sus estrellas, mientras los renegados se sumergían en la capital tras horas a caballo.
—Jungkook —Jin se acercó al azabache sobre su caballo—. Cuando estemos ahí dentro, tal vez tengamos que utilizar las sombras. ¿Estarás preparado?
—Sí —afirmó el joven sin soltar las riendas de su montura—. ¿Crees que eso de lo que hablamos... seguirá ahí?
—No lo sé —respondió el dhampir mayor—. Pero debemos estar alerta. Si algo te ataca en las sombras, yo también estaré en esa dimensión, a tu lado.
—De acuerdo —asintió Jungkook con decisión—. No temo a las sombras, Jin.
Durante su travesía, el joven escuchó a los mandatarios de los grupos dividir los escuadrones en extracción, ataque, y apoyo. Freyja y Archivald hablaron sobre El Siego, un golpe de estado que vivieron cuando Jungkook apenas era un bebé.
Los grupos bajaron de sus monturas en un establecimiento de campo, donde un humano con el que previamente habían contactado, custodió a las criaturas a cambio de un pago. Estirando las piernas fuera de la montura, Jungkook, Jimin y Taehyung se juntaron, escuchando la información que Seokjin les ofrecía.
—Tomaremos las entradas que conectan los metros de la ciudad con el ministerio nosferatu —dijo el mayor—, así entraremos directamente a la zona subterránea. La entrada está protegida por pasadizos completamente cerrados a los ojos de los humanos.
Taehyung le escuchó bajando la cabeza. Su corazón palpitaba rápido. Volver a Seúl agitaba algo dentro de él, sentía miedo, pero también se sentía más fuerte. No iba a seguir escondiéndose, deseaba dar la cara y demostrar al mundo quién era en realidad.
La capital de Seúl contaba con raíles y túneles paralelos, y de una silenciosa y alta tecnología que entraba en las galerías subterráneas. Una vez que los grupos de renegados llegaron a la galería del metro indicado, buscaron la entrada presionando unos azulejos. Esta se abrió dando paso a un túnel nuevo. Todos pasaron ordenadamente, utilizando linternas y estacas a modo de iluminación.
Al otro lado de la galería, encontraron el silencioso tranvía que se dirigía hacia los ministerios. Las células grupales se dividieron según su asignación, repartiéndose las distintas entradas de cada sector, desde el A, hasta el D.
—Escuchad —Freyja habló por el transmisor mientras su grupo se dirigía a otro sector paralelo—. Las entradas pueden estar bloqueadas por distintos motivos, puede que el apagón de la zona búnker inhabilite las puertas de la división B, o C. O quizá A esté infestada de neo strigoi o derrumbamientos del protocolo de seguridad. Manteneos alerta y obedeced a vuestro líder. El sector que antes sea desbloqueado, será por donde entren el resto de los grupos para realizar la extracción de refugiados.
—¿Qué son los derrumbamientos del protocolo de seguridad? —preguntó Jimin cuando Freyja terminó su transmisión.
—Los ministerios cuentan con un alto sistema de seguridad tanto para su defensa contra enemigos, como contra alguna redada humana que pudiese suceder —explicó Seokjin, avanzando junto a su grupo por el túnel—. Si alguna fuerza militar humana les atacase, hay tanta información sobre la comunidad nosferatu y las razas vampíricas ahí dentro, que el sistema debe asegurar la protección de esta a pesar de que...
—A pesar de que acaben enterrados ahí abajo —adivinó Jungkook en voz baja.
—Exacto...
Los rápidos pasos del grupo resonaron en el túnel, eran un total de doce personas por escuadrón, y en cuestión de unos minutos encontraron una de las bocas de entrada que se dirigían hacia las compuertas del ministerio.
—Ahí —señaló Jimin.
El grupo se detuvo, observando cómo las luces parpadeaban. El suelo estaba lleno de tierra y roca, por culpa de los derrumbamientos que habían volado parte del corredor.
—Sangre seca —apuntó Taehyung, detectándola con su olfato. Un lado del oscuro corredor de piedra tenía una mancha seca de sangre.
Los jóvenes apuntaron con sus linternas, y Jimin se introdujo en el corredor, pasando la yema de los dedos por encima de la mancha.
—Probablemente han pasado horas —valoró el dhampir rubio—. Unas seis.
—Escuadrón, desempuñad vuestras estacas y puñales —ordenó Seokjin como líder—. Atravesaremos el corredor. Manteneos alerta.
North y Taehyung sacaron su respectivo puñal por su condición de moroi. El ojiazul sostuvo el puñal de plata entre sus dedos, admirando su forma brevemente. Creyó que tenía suerte de que Jungkook le hubiese enseñado cómo sujetar correctamente un puñal, incluso dado una clase de dónde apuñalar correctamente.
—Si hay neo strigoi en la sala de la compuerta, os protegeré de ellos —aseguró con altanería la moroi pelirroja.
El escuadrón avanzó por la oscura entrada del corredor, atravesando algunos escombros con todos los sentidos puestos, e iluminando la instancia con estacas. El suelo era de mampostería, y el techo y paredes tenían una sinuosa forma redondeada.
—¿Esto suele ser tan oscuro? —masculló Jimin con el vello de su nuca erizado—. Malditos moroi y sus construcciones del siglo pasado.
—La explosión de seguridad debe haber estropeado el suministro de electricidad —respondió otro dhampir en voz baja, pateando una piedrecita que resonó en todo el condenado túnel.
Jungkook giró la cabeza para mirar a Taehyung. Sus iris se encontraron de forma cómplice en la tibia penumbra, y mientras avanzaron hacia el interior, el eco de las botas de cada miembro resonó en el tétrico silencio.
El corredor se dividió en dos ramificaciones que les obligaría a separarse como grupo. Seokjin se detuvo en la bifurcación, apuntando los dos túneles paralelos con la linterna.
—Deberíamos dividirnos en células aquí.
—Voto por mantenernos juntos —dijo una dhampir—. Será demasiado peligroso que nos dividamos.
—Es lo mejor —declaró North, separándose de Taehyung—, un moroi en cada grupo. Seis y seis, si alguien ve algo, que avise por los transmisores, y la otra célula acudirá a socorrer a la segunda.
—Está bien —aceptó otro hombre—. Estoy de acuerdo.
Seokjin, Jimin, Jungkook y Taehyung permanecieron en la misma célula, a la que se le sumaron dos dhampir más. Cuando se dividieron, Taehyung se sintió más inquieto por el largo y oscuro corredor que parecía no tener fin. El pelinegro pudo percibir su nerviosismo a través del vínculo que compartían. Él estaba acostumbrado a la tensión: en todos los juegos y pruebas con los que le entrenaron en la academia de Incheon, había estado en espacios claustrofóbicos, en noches tan oscuras que se sentía ciego, en temperaturas extremas y en las peores condiciones imaginables. Jungkook extendió una mano y apretó el hombro del moroi afectuosamente, tratando de transmitirle su calma.
En todo el rato que habían estado por allí, no se habían cruzado con nada realmente peligroso, apartando la perturbadora sangre seca.
—Más sangre —apuntó Seokjin, acuclillándose junto a un trozo de mampostería hundida y pasando los dedos—. También está seca. Me pregunto si tan sólo eran heridas, o algo se llevó los cuerpos...
—Que eso esté tan hundido no me da buena espina —comentó una dhampir.
—¿Devoradores? —dudó el segundo dhampir con un temblor en su pecho—. Ya sabéis, algunos strigoi se los comen. Arrastran los cuerpos hasta una zona más cómoda y... se comen hasta el tuétano...
—¿Un strigoi que no sea neo, haría algo como eso? —preguntó Jungkook en voz baja.
Seokjin asintió lúgubremente.
—Sí —suspiró en tono grave—. Todos los que pierden su conciencia se dejan llevar por los peores instintos... y no hay nada como la caza y desmembración...
Taehyung se sintió nauseabundo al escucharlo. Apretó los labios y siguió los pasos del grupo en silencio.
—Son como zombies —maldijo Jimin en un mascullo—. O mucho peor...
—¿¡Qué es eso!? —exclamó la chica dhampir, apuntando con su estaca.
Seokjin dirigió la linterna en la dirección que señaló, y avanzó con unos pasos cautelosos, acuclillándose junto a unas losetas partidas.
—Es... un trozo de...
—Brazo —jadeó Jimin.
Taehyung guardó su puñal en el cinturón, y se llevó una mano a la nariz y boca, taponando su olfato antes de sentirse profundamente asqueado.
—Parece un miembro humano —expresó Seokjin, incorporándose.
—Huele a descomposición —agregó el moroi.
—Sí, es cierto —dijo Jungkook, arrugando la nariz—. La dinamita de las explosiones lo ha estado cubriendo.
—Son como una jauría de perros hambrientos —dijo uno de los dhampir que les acompañaban—. Es perturbador.
—Nunca había visto a strigoi tan desbocados —murmuró Seokjin, avanzando lentamente por el corredor—, agresivos, sí, pero...
—Mirad eso... —jadeó la dhampir—. Ahí se acaba el túnel.
El grupo partido se acercó a una gran sala circular de un impresionante techo abovedado y labrado en la roca. En el otro extremo se encontraban los enormes portones bloqueados del ministerio, varias cabinas electrónicas y unas cintas de seguridad por las que seguramente debían pasar un control a todos los ciudadanos nosferatu que accedían a las instalaciones.
Sin embargo, tanto los enormes portones como el resto de las cabinas se encontraban bloqueados, apagados y sin una pizca de luz.
Taehyung sintió otra náusea que atravesó el vínculo que compartía con Jungkook e hizo que el dhampir se sintiera nauseabundo sin ni siquiera entender por qué. El grupo no tardó demasiado en averiguarlo. Había una decena de cuerpos desperdigados por la gran sala, que levantaban un terrible olor a putrefacción.
—Son c-cuerpos... —murmuró la chica dhampir—. ¿M-muertos?
—Tendremos que comprobarlo —valoró Jimin en voz baja.
Seokjin pulsó el trasmisor de su oreja para contactar con la otra mitad de su grupo, y con el escuadrón de Freyja.
—Sección A, bifurcación derecha —anunció con voz grave—. Nos encontramos sin derrumbamientos, frente a una de las compuertas. La sala está llena de cadáveres, y la entrada al búnker se encuentra bloqueada.
—Bifurcación izquierda completamente sellada —habló otro dhampir a través del transmisor—. Esperen donde se encuentran, Lin tiene conocimientos electrónicos, y llevamos una batería encima para activar la cabina de desbloqueo. Nos dirigimos a vuestra posición. Corto y cambio.
—Copiado —confirmó Seokjin—. Esperamos su llegada.
El dhampir mayor miró al grupo, y seguidamente atravesó la sala circular poniendo sus ojos en todos lados.
—Bien... —emitió en voz baja—, echemos un vistazo mientras tanto. Espero que alguno siga con vida.
—Lo dudo —exhaló Jimin.
Mientras pasaban entre los cuerpos amontonados, comprobando la perturbadora escena con linternas, el grupo sintió un temblor proveniente del túnel por el que habían llegado. Todos giraron la cabeza, y Jungkook reaccionó de forma instintiva agarrando la muñeca de Taehyung.
—¿Qué ha sido eso? —formuló Jungkook en voz alta.
—¿Una explosión? —dijo la chica dhampir.
—Son... ¿golpes? —emitió su segundo compañero.
—No —negó Taehyung—. Son pasos. Corren hacia aquí.
Jungkook sintió una descarga de adrenalina cuando escuchó correr a la otra mitad de su escuadrón hacia la sala.
—¡¡¡Strigoi!!! —gritó la voz de una mujer proveniente del túnel—. ¡Corred!
—¡En formación! —vociferó Seokjin—. ¡Alerta!
El grupo de dhampir se adelantó en posición defensiva, apretando las estacas elementales entre sus dedos. La vibración elemental calentó el material como si detectase la llegada de unos seres muy especiales. Y en sólo unos segundos, unos cuantos de la célula llegaron, alegando que habían perdido a varios por el camino.
—¡Han taponado el túnel principal! ¡Han matado a Jonhok y Haneul! —exclamó la moroi sin aliento—. ¡Vendrán hacia aquí!
—North —otro dhampir jadeaba con fuerza, apoyándose sobre sus propias rodillas—. Tus llamas es lo único que les ha cortado el paso, ¿Cuántos minutos tenemos?
—¿Minutos? —jadeó Lin, soltando el maletín de batería en el suelo, y percatándose de la cantidad de cadáveres—. Nos han empujado a una fosa séptica, ¡todos moriremos aquí!
—Calmad —les exigió Seokjin—, ¿qué ha pasado?
—Hay strigoi al otro lado del túnel —respondió North—, nos atacaron cuando regresamos para buscaros.
Pronto, un siseo alcanzó los oídos del grupo y Jungkook levantó la voz señalando la entrada.
—¡Cuidado! —gritó escuchando sus gruñidos y quejidos—. ¡Ya vienen! ¡Cubríos!
El grupo se posicionó rápidamente, ocultándose tras las columnas y cabinas, preparados para atacar cuando llegasen. En sólo unos segundos, un puñado de rostros pálidos llegaron a la sala a cuatro patas. Jimin se asomó discretamente, observando sus ojos negros rodeados por un fino halo de luz carmesí, sus rostros deformados y su forma de olfatearles, exhalando dientes tan afilados como los del peor depredador.
Su corazón palpitó en sus oídos, llenando sus venas de terror. Jungkook tiró de su brazo, y le acercó a su rostro.
—¿Has visto eso? —murmuró el pelinegro con los ojos muy abiertos—. Nunca había visto ese aspecto.
—Yo tampoco... son monstruosos...
—Granadas en mano. Les atacaremos cuando les debilitemos —Seokjin se incorporó junto a ellos, comenzando a organizar el grupo con la mayor rapidez posible—. Lin, dirígete a la cabina, conecta la batería e inicia el desbloqueo. North se protegerá con las llamas. Taehyung, quédate a mi lado. No utilices el espíritu aún, recuerda que una gran potencia te dejará debilitado demasiado rápido. El resto; preparad vuestras estacas.
Todos asintieron. Arrancaron las anillas de sus granadas de verbena con los dientes y las lanzaron hacia las criaturas conjuntamente. Las granadas rodaron por el suelo en su dirección y alertaron a los strigoi, y en sólo unos segundos más, la explosión pulverizante provocó unos chirridos en la sala, mientras el grupo se dividía. Todos los strigoi perdieron la piel por la fuerza de las explosiones, algunos quedaron ciegos durante largos segundos. Y Seokjin dio la señal de ataque en la que el escuadrón se lanzó sobre un puñado de ellos.
Jungkook clavó su rodilla en la espalda de uno, empujándole contra el suelo. El remate lo recibió por parte de Jimin, quien pisó su espalda y clavó la estaca por debajo de su omoplato.
En cuestión de segundos, la sala se convirtió en un pequeño campo de guerra, donde los dhampir caían al suelo por la abrumadora fuerza de los strigoi, mientras otros herían a la raza fría con eficiencia, sin apenas permitirse recuperar su aliento.
Seokjin se deslizó entre las sombras de su don, estaca en mano y puñal en la otra, desapareciendo y reapareciendo ante las bestias sanguinarias y luchando con una fuerza sobrecogedora digna de ser recordada.
—Podar y talar, ¡podar y talar! —canturreó Jimin lanzando cuchillos a metros de distancia y acertando, arrancando una segunda estaca de su cinturón y deslizándose por el suelo a la velocidad propulsora del viento—. ¡Podar...!
Insertó su estaca en el pecho de otro y lo arrancó viéndose acompañado de una salpicadura de sangre que le hizo escupir hacia un lado cuando se incorporó con una asombrosa agilidad.
—¡Y talar! —finalizó con una mueca de desagrado.
—¡A mí me gusta más, coser y cantar! —Soltó Seokjin estacando a otra criatura, y mirándole de soslayo. El puñal de su otra mano ya estaba cubierto de sangre oscura—. ¡Pero también podemos llamarlo así!
Jimin exhaló una sonrisa.
—Qué lástima que Yoon se esté perdiendo esto —bromeó Jimin—. ¿Nosotros cooperando? Y pensar que hace poco quería golpear esa sonrisa de dientes perfectos.
Jin limpió el puñal con el borde de la capa de cuero.
—¡Oh, gracias por el cumplido! —ironizó el mayor con otra amplia sonrisa—. La tuya también es muy bonita.
Dos strigoi corrieron hacia ellos con las manos deformándose en garras y manchadas de sangre, Jin y Jimin se posicionaron en formación defensiva, esperaron a contrarrestar su ataque cuando de repente, Jungkook pasó de largo saltando sobre los hombros de un strigoi y clavando la estaca en su espalda, justo por debajo de su propio muslo, después rodó hacia un lado y se incorporó con un rápido movimiento degollando al segundo con un puñal que atravesó su cuello y le hizo caer de bruces al suelo. El pobre strigoi comenzó a ahogarse en su propia sangre, y Jungkook se cercioró de su mal estado pisando su cabeza sin compasión con la punta de su bota.
Jimin y Seokjin se miraron de soslayo, levantando una ceja.
—¿Ese es tu ídolo? —gruñó Seokjin, aproximándose al pelinegro.
—Mejor amigo y parabatai —concordó Jimin siguiendo sus pasos—. Elegí bien en la academia.
Jungkook se incorporó jadeante, con un brillo de sudor en su frente, labios entreabiertos, y la sangre oscura que recubría la estaca evaporándose inmediatamente.
—¿Estáis bien? —les preguntó a los otros dos que clavaban sus iris en él.
—Tío —soltó Seokjin—, ahórrate las escenitas de héroe para otro momento. Se supone que yo soy el que te protege, ¿recuerdas?
Jungkook soltó una risa despreocupada, y Seokjin remató finalmente al strigoi agachándose y atravesando su corazón de un golpe firme con su estaca.
Un resplandor les hizo girar la cabeza, Taehyung se encontraba de pie sobre unos asientos, liberando un pulso del espíritu que apartó a varios strigoi de un dhampir en apuros. Jungkook corrió hacia allí para socorrerle, pero entonces, la chica dhampir fue alcanzada por un strigoi y derribada en unos segundos.
—¡Seung! —gritó el otro, arrodillándose sobre su cuerpo.
Jungkook estacó al strigoi, pero cuando se dio la vuelta mientras las llamas plateadas refulgían entre los cuerpos de las criaturas, contempló el cuerpo de la dhampir perder su vida lentamente, hasta desvanecerse.
—¡Seung, Seung! ¡¡¡No!!! —lloró el dhampir, sujetando una de sus manos.
Taehyung bajó de un salto, y se acercó rápidamente, arrodillándose a su lado. Posó una mano sobre el hombro del chico, y le consoló en voz baja sintiéndose culpable por no haberle podido curar a tiempo.
Jungkook se aproximó a ellos a pasos lentos, y agarró la muñeca del moroi para retirarle de allí. El ojiazul tenía la mirada vidriosa.
—No te culpes —le dijo Jungkook—. ¿De acuerdo?
—Yo... debí haberla protegido...
Al otro lado de la sala, Lin activó la batería y el flujo eléctrico, proponiéndose hackear el sistema. Otra oleada de strigoi hambrientos llegaron a la sala, ejerciendo presión en su concentración.
—Lin, tienes que darte prisa —le dijo North, alzando las llamas en su camino—, ¡nuestros compañeros están cayendo!
—¡Vamos! —gritó Seokjin—. ¡En posición!
Taehyung respiró profundamente, apartando su dolor a un lado. Él y Seokjin liberaron unos pulsos del akash, ofreciéndoles algo de tiempo para posicionarse. Pero el espíritu de Taehyung, quemó las pieles de los strigoi en ascuas.
—¡¡No paran de llegar!! —exclamó Jungkook—. ¡Debemos entrar y bloquear la puerta, o moriremos aquí!
—¡¡¡Lin!!! —gritó Jimin hacia la cabina—. ¡Tienes que ser más rápido!
—¡Estoy en ello, estoy en ello! —contestó el chico, mascullando para sí mismo—. Vamos, vamos. Oh, venga ya, ni siquiera pude ir a la universidad en la comunidad nosferatu. Unos minutos más... venga...
El resto de los dhampir volvieron a luchar contra sus adversarios, y Jungkook recibió unos cuantos desgarrones en su ropa, golpes y magulladuras que le hicieron tambalearse y perder la respiración junto a su parabatai. Jimin detuvo los afilados dientes de una de las criaturas con los guantes de protección de su brazo, embistió con la rodilla en su estómago y Jungkook le estacó por él.
Al otro lado del salón, Taehyung ensartó con un puñal la espalda de un strigoi y extendió los dedos dejándole K.O. por segundos, hasta que otro dhampir le estacó por él. Este le miró con admiración, exhalando su aliento.
—Wow —expresó arrancando la estaca—, tu poder es impresionante.
Taehyung se sintió halagado por lo de su magia, aunque él hubiera preferido recibir un cumplido por el uso del puñal, que su odioso y sexy instructor Jungkook le había enseñado a base de entrenamientos. Un sonido metálico resonó en la sala, seguido de una luz verde que avisó del levantamiento de los portones del búnker. Todo el grupo miró en su dirección, sintiéndose aliviados y tratando de no bajar la guardia. La puerta comenzó a alzarse lentamente, y los jóvenes retrocedieron en su dirección, manteniendo una posición defensiva.
—¡Vamos! —gritó Lin desde la cabina—. ¡Entrad, activaré la función de cerrado!
Jimin agarró a Taehyung del brazo y señaló con la cabeza hacia la ranura, la atravesaron lo más rápido posible, agachándose antes de que comenzase a bajar de nuevo.
Seokjin ayudó a varios dhampir en apuros, pero todo empeoró cuando comenzaron a superarles en número. Nunca habían visto strigoi tan letales y deformados, casi habían perdido su aspecto humano, y uno de los dhampir fue gravemente herido en una de sus piernas.
Cayó al suelo y clavó los codos tratando de arrastrarse. Jungkook cubrió a North y Lin mientras bajaban de la cabina. Pero Seokjin no podía enfrentarse a los que quedaban a solas.
Tiró del brazo del muchacho, tratando de ayudarle a levantarse.
—No —masculló el hombre—. Déjame aquí, Luka. Os daré más tiempo.
Seokjin tragó saliva pesada, y con el corazón zumbando en sus oídos, sintió el tirón de Jungkook de su codo.
—¡Vamos! —le gritó el pelinegro—. ¡No hay tiempo!
La ranura del portón comenzó a bajarse, mientras los últimos dhampir de su grupo lo atravesaban. Seokjin vio cómo el tiempo se ralentizó, obligándole a tomar una decisión.
—¡¡¡¡¡Jin!!!! —Jungkook insistió—. ¡Tenemos que pasar! ¡Ahora!
Y tragándose el puñado de lágrimas que apretaba su garganta, Seokjin soltó al muchacho, sintiendo como su vista se empañaba.
«Adiós, amigo mío», le dijo mentalmente a través del espíritu. «Volveremos a vernos después de esta vida».
Se dirigió hacia el portón a gran velocidad junto a Jungkook, y se deslizó por el suelo atravesando la compuerta en los últimos segundos. Contra todo pronóstico, los strigoi les siguieron, y como una jauría de locos, comenzaron a ser aplastados por las compuertas. El suelo se llenó de sangre, de miembros cortados, de chirridos y de una escena repugnante que les hizo sentirse horrorizados.
Sin embargo, todos murieron decapitados o descuartizados, sin que ninguno llegase a entrar para amenazarles.
Jungkook se quedó tumbado con la espalda pegada al suelo y la vista clavada en el alto techo de los ministerios. Aquellos cuerpos aplastados podían haber sido los suyos. Seokjin se incorporó de rodillas a su lado, observando a su grupo de dhampir heridos, arrodillados y abrazándose para consolarse entre ellos.
Los gritos del exterior se desvanecieron lentamente, entre los dhampir que se quedaron para servir como carnada o no llegaron a cruzar, y aquellas desalmadas criaturas que chirriaban como animales de caza, devorándoselos.
Taehyung miró a Jungkook y Seokjin jadeantes a unos metros, con los ojos llenos de lágrimas. Había escuchado el mensaje mental de Seokjin, conectando con el akash ajeno. Él se incorporó, dejando a Jimin a un lado, y acercándose lentamente a los otros dos para comprobar sus estados.
—¿Estáis bien? —le preguntó con voz temblorosa, arrodillándose al lado de su pareja y observando las manchas de sangre sobre el cuero negro de su ropa—. ¿Os han mordido?
—No es mi sangre —suspiró Jungkook con pesar, incorporándose hasta quedar sentado—. Tranquilo.
Su cabeza se desvió cuando escuchó a Seokjin llorar amargamente. Con las rodillas y las manos clavadas en el suelo, el mayor hundió la cabeza emitiendo un temblor de rabia.
Jungkook se quedó sin aliento, contemplando por primera vez el dolor del dhampir. Taehyung extendió unos dedos y curó los arañazos del rostro de Jungkook casi con una imperceptible caricia de sus yemas. El joven volvió a mirarle, agarrando sus dedos.
—Reserva tus fuerzas —le pidió con gentileza y un semblante sombrío.
—¡No, no, no! —sollozó North, golpeando el suelo con los puños—. ¿¡Por qué Genn!? ¿¡Por qué Jerry!? ¡Llevábamos seis años juntos!
*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
—Sabíamos a dónde veníamos —dijo Lin, abrazando una de sus rodillas—. Sabíamos el peligro de llegar hasta aquí. Nosotros nos lo hemos buscado...
—¡Cállate, Lin! —le escupió la moroi—. ¡Podías haber dado más tiempo para que cruzásemos las compuertas!
—¡No me culpes, North! —gritó el otro—. ¡Hice todo lo que estaba en mi mano! ¡Os dije que sólo podía daros unos segundos!
—Basta, no peleéis —intervino un hombre adulto, posando una mano sobre el hombro de la mujer—. North, tu fuego los contuvo todo lo posible. Lin, sabemos que has dado lo mejor de ti para desbloquear los portones. Aquellos que han perecido... serán recordados como un sacrificio para nuestro pueblo...
Cuando Seokjin se recuperó de su pérdida, se levantó del suelo con los glóbulos oculares enrojecidos y húmedos, y con un rostro decidido.
—Ha sido una emboscada —exclamó el mayor con furia—. Nos arrinconaron, dejaron que entrásemos en los túneles, ¡y nos arrinconaron frente a las compuertas!
Jungkook y Taehyung se levantaron tras él, alejándose de la espesa sangre que se colaba por debajo de la compuerta bien sellada. Taehyung cubrió su olfato con un pañuelo que anudó a su nuca, tratando de eludir el olor a muerte.
—Se han suicidado —señaló Jungkook, escupiendo saliva mezclada con sangre al suelo, y señalando hacia los trozos desmembrados y strigoi decapitados—. ¿Strigoi kamikazes? Es la primera vez que veo vampiros con más forma de animal, que de persona. ¿Qué son?
—No lo sé —Seokjin se pasó una mano por la frente sudada, peinando su cabello seguidamente con unos dedos magullados—. Yo tampoco he visto antes algo así. Parecían locos.
Taehyung se detuvo ante los dos, arrastrando sus iris entre ambos.
—No están locos —dijo el moroi repentinamente, teniendo un presentimiento—. Siguen órdenes. Su locura reside en algo mucho más complejo.
—Espera, ¿te refieres a...? —titubeó Jimin, levantándose del suelo.
—¿Compulsión? —dudó Jungkook, clavando sus iris castaños en Taehyung—. ¿Crees que les han convertido en esto?
—La compulsión puede hacerlo, ¿no? —sugirió Taehyung con firmeza—. Los strigoi pueden volverse letales con ráfagas de hambre, furia, desconcierto. Pero si una orden les obliga a perder la cabeza...
—Se convierten en animales —finalizó Seokjin en voz baja, recibiendo la mirada de todo el grupo—. Sí. Puede que tengas razón —reflexionó levantando la cabeza—. Podría ser eso. Pero Taehyung, si hay otro portador del espíritu en este siglo, estamos hablando de una casualidad inconexa. Que tú y yo coincidamos como portadores del akash es cuestión del destino, pero yo no nací con el elemento, lo heredé de Anna. Tú eres la fuente de una nueva semilla del espíritu, y nunca nacen dos semillas en el mismo periodo, jamás. Si esos strigoi han sido obligados por alguien, significa que hay un moroi controlándolos —argumentó con elocuencia—. Ni siquiera yo, como receptor del quinto elemento, sería capaz de controlar las conciencias de tantos strigoi juntos.
—Bien, pues han tomado algo que les ha puesto a tope —comentó Jimin chasqueando con la lengua—, o hay alguien que ha estado practicando el quinto elemento últimamente.
—¿Habéis visto sus pieles? —formuló otro dhampir—. Eran blancas como el mármol, sus ojos y mandíbulas estaban desencajadas.
—Sí... —suspiró Jungkook—. Corrían a cuatro patas.
—Y devoraban con un frenesí que jamás había presenciado —añadió Lin en voz baja—. Ha sido horrible...
—Tenemos que saber qué ha pasado con el resto de escuadrones —anunció Seokjin, llevando un dedo a su trasmisor y pulsándolo—. Frey, ¿me recibes? Mi escuadrón ha tenido seis bajas. Nos encontramos en el interior de...
Su auricular emitió un ruido de interferencias y se apagó rápidamente. Jungkook y él se miraron.
—Estamos incomunicados —murmuró el mayor—. Perfecto.
—Mierda —maldijo Jungkook pasándose una mano enguantada por el cabello cubierto de sudor.
—¿Y ahora qué? —exhaló Taehyung en un susurro.
—Tenemos dos opciones —dijo Seokjin elevando su voz—. Buscar la entrada de la sección B, y esperar a que el escuadrón de Freyja aparezca. Quizá necesiten ayuda si consiguen desbloquear esa entrada —suspiró dando unos pasos lentos entre su escuadrón—. Y la otra opción, descender directamente y buscar a los supervivientes.
—Creo que deberíamos ir a por los supervivientes —expresó un dhampir—. Es nuestra misión, ¿no?
—Hunt, deberíamos ir a la sección B —rebatió North—, hemos perdido demasiados miembros, y no sabemos si el escuadrón de Freyja también se encuentra en peligro.
—¿Qué hay de la sección C? ¿Y del resto de escuadrones? —preguntó otro.
—La sección C está demasiado lejos —expuso Seokjin—, y no podemos contactar con nadie. Voto por reunirnos con Freyja. Ralentizaremos el rescate, pero es mejor asegurarnos de que se encuentran bien.
—Estoy de acuerdo —secundó Jungkook.
—Yo también —agregó Taehyung.
—Si nos han atacado, les han atacado —argumentó Jimin cruzándose de brazos—. Me juego un brazo a que todas las secciones tenían su truco. A nosotros nos ha tocado la jauría.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Jungkook.
—Pongámonos en marcha —dijo el pelinegro, sintiéndose ansioso—, necesitarán nuestra ayuda.
El resto del grupo se levantó del suelo, comentando la situación. La entrada de los ministerios era enorme, circunferencial de mármol oscuro.
—Creo que podría ayudarles a desbloquear la puerta desde dentro —se ofreció Lin, desplegando un mapa holográfico desde la pulsera de su muñeca—. La sección B queda por allí, vamos.
Todos asintieron, y comenzaron a caminar sin bajar la guardia. Sin embargo, Taehyung giró la cabeza, descubriendo a un dhampir que no se había levantado del suelo y ni siquiera parecía tener intención de seguir en su misión.
El ojiazul se detuvo y regresó a por él, acuclillándose a su lado.
—¿No nos sigue? —le preguntó al dhampir de mediana edad.
Sus ojos vidriosos yacían clavados en la terrible escena de la compuerta salpicada de sangre, cabezas y miembros.
—No hay esperanza —dijo el hombre con desazón—. Hemos venido para morir.
Taehyung posó su mano sobre el dorso de la del dhampir, alentándole.
—Siempre hay esperanza —murmuró el moroi con sinceridad—, debemos seguir por aquellos que no pudieron hacerlo. No podemos tirar la toalla.
El hombre giró la cabeza y posó sus ojos sobre los cristalinos del moroi, sintiendo aquella luz sobre su persona. Durante unos segundos, permaneció en silencio.
Jungkook se detuvo a unos metros, observando la escena. Y Seokjin también lo hizo, rozando su hombro con el propio. Vieron cómo Taehyung convenció al hombre a unirse a su grupo de nuevo, recuperando su decisión.
Seokjin entrecerró los ojos, sintiéndose conmovido.
«Taehyung era tan parecido a Anna en esos momentos», pensó con una punzada de nostalgia atravesando su corazón. «Influía en el ánimo de los demás, inyectándole una dosis de coraje y decisión».
Los dos se unieron al grupo que había detenido sus pasos, y Seokjin le dio una palmada a su compañero como forma de apoyo. Siguieron su paso, atravesando las instalaciones superiores del ministerio y dirigiéndose a la Sección B mientras Lin comprobaba su mapa holográfico.
Taehyung bajó la cabeza mientras caminaban, observando el pulido mármol negro bajo sus botas llenas de sangre. Sintió una fugaz descarga que le hizo recordar la pesadilla que tuvo días antes. Se sintió extraño, recordando el rostro de Jungkook strigoi. Perfecto y hermoso, con pupilas dilatadas y amenazantes colmillos, con sangre goteando de su barbilla, y aquel terror que le hizo huir de él y esconderse suplicando porque no le matara.
El claro vello de sus brazos se erizó bajo su ropa, y el moroi sacudió la cabeza, tragando saliva pesada. No había vuelto a pensar en aquella pesadilla desde ese día, y no quería hacerlo, ahora que estaban en un momento tan delicado.
Durante los silenciosos minutos en los que avanzaron, no se cruzaron a nadie, ni otros escuadrones ni supervivientes, y comenzaron a sentirse inquietos por el silencio de las pisadas de sus botas.
—No hay nadie... —dijo Jimin, moviendo la cabeza en todas las direcciones—. ¿Dónde estarán todos?
—En las plantas inferiores, seguro —comentó Seokjin, tratando de conciliar las dudas del grupo.
Repentinamente, un ruido chirriante resuena a unos metros de distancia, junto a la entrada de la sección B. El pesado portón comienza a elevarse muy despacio con un temblor.
Jungkook y Jimin aceleraron sus pasos y salieron corriendo cuando advirtieron que había gente entrando. North extendió los dedos y selló la apertura con unas densas llamas que cortaron el paso de strigoi. Sin embargo, el portón no bajó, y algunos de ellos atravesaron el fuego, quemándose las pieles y agarrando a varios dhampir y moroi del cuello.
Seokjin liberó unos pulsos de magia y los de su escuadrón trataron de matar a las escurridizas criaturas que se movían en cuatro patas. Vislumbró a Freyja entre los suyos, protegiendo a los heridos y advirtiendo la llegada de nuevos refuerzos.
—¡¡Necesitamos bajar este portón!! —gritó Jimin.
—L-la cabina —masculló un dhampir herido—. Mataron a Nate, cuando desbloqueaba... l-la puerta...
Jungkook, Jimin y otros dhampir se colocaron frente a las llamas, amenazando con matar al strigoi que se atreviese a cruzar. Algunos de ellos se lanzaban como animales, sin importarle morir nada más cruzar el umbral. Taehyung observó al escuadrón de Freyja, eran menos que ellos, estaban mucho más heridos y los de su grupo también se encontraban cansados.
«Tengo que hacer algo», se dijo, mirando el portón con preocupación.
El moroi extendió las manos y apuntó hacia las puertas.
—¡Retiraos! —gritó hacia los dhampir.
Jungkook giró la cabeza, percibiendo el tirón de su vínculo y descubriendo el resplandor que comenzaba a surgir de las yemas de Taehyung. Sus ojos se iluminaron en su esfuerzo.
—¿Tae? —jadeó Jimin, sin entender que estaba haciendo.
Pero en unos instantes, el portón comenzó a temblar y a descender, cortándole el paso a los strigoi y cegando las llamas de North. El pesado acero golpeó el suelo con un ruido seco, y el chillido exterior de todos los strigoi que quedaron afuera como hienas hambrientas.
Los claros iris del moroi se apagaron, y este cayó de rodillas al suelo, emitiendo un jadeo y sintiendo una fina capa de sudor envolverle.
—Taehyung, ¿¡estás bien?! —Jungkook corrió a su lado, arrodillándose en frente de él—. Eso ha sido increíble...
Él le agradeció tragando saliva, y Freyja se acercó a ambos con dos grises arcos hundidos bajo los ojos.
—Gracias, Taehyung —dijo la moroi—. Nos has salvado la vida.
Los strigoi que habían entrado se encontraban ardiendo en el suelo con la llamativa llamarada boreal que consumía sus cuerpos tras haber sido asesinados. Cuando Taehyung se levantó con la ayuda de Jungkook, algunos dhampir más expresaron su gratitud al moroi y al escuadrón de Seokjin.
—¿Estáis mordidos? ¿Hay alguien mordido en esta sala? —preguntó Freyja dirigiéndose a su grupo.
—¿Estáis bien? —secundó Seokjin ojeando al grupo por encima.
—Gracias por tus llamas North —le dijo Taehyung a la otra moroi.
Ella tomó las manos del chico inesperadamente, y posó sus ojos sobre él con una increíble intensidad.
—Gracias a ti —expresó ella—. Ahora sé por qué el Concejo cree que eres un ángel.
Taehyung bajó la cabeza, sintiéndose demasiado humilde para aquel halago. «Ni siquiera había hecho todo lo que deseaba hacer», pensó con timidez.
—Tres, cuatro, seis, ocho... —Freyja contó a los supervivientes por encima, con un temblor de voz y dedos—. Éramos dos escuadrones ahí dentro —le dijo a Seokjin atormentada—. Más de veinte personas. Nos juntamos con el escuadrón de Gerald, pero había una madriguera de ellos en el túnel. Como ratas, esperando a que apareciéramos... hemos perdido demasiado...
Seokjin apretó su hombro con una mano.
—No hay marcha atrás, Frey —manifestó el dhampir—. Los trasmisores no funcionan aquí dentro. Estamos incomunicados.
Jungkook escuchó por encima su conversación, pero un extraño quejido le hizo girar la cabeza en dirección al portón. Estaba lleno de cadáveres, y la sangre había sido consumida por el fuego ya extinguido de North. Pero había uno en el suelo, sacudiéndose como si algún resquicio de vida aún le alcanzase.
El pelinegro frunció el ceño y dirigió hacia el cuerpo cautelosamente. Sacó otra estaca de su cinturón, y se detuvo frente al cuerpo sin poder creérselo. Seokjin llegó rápidamente a él, clavando sus ojos en el mismo strigoi superviviente. Jungkook se agachó en cuclillas, observándolo. Su piel estaba quemada, devorada por las llamas hasta la carne y el hueso. El halo rojizo de sus ojos era lo único que existía en unos glóbulos oculares completamente negros. Sin piernas, y con el torso machacado por el portón, el strigoi hizo un esfuerzo infrahumano por intentar morder el tobillo del dhampir, sin éxito.
Seokjin desenfundó su propia estaca, lamentando su mal aspecto. La imagen era sobrecogedora, demasiado bizarra para las conciencias del resto.
—Está vivo... —murmuró Jungkook con voz rasposa—. Pero, ¿se puede considerar «vida» realmente a esto?
Seokjin bajó la cabeza.
—No lo sé, Jungkook... no lo sé.
—Esperad, no acabéis con esta cosa —Freyja apareció tras sus espaldas —. Hablemos con él, antes.
—¿Qué? —exhaló Jungkook incorporándose del suelo.
Freyja se limpió la boca con la manga de la chaqueta-capa de cuero que todos llevaban. Se aproximó un poco más al strigoi, inclinándose y observándole desde arriba. Este chirrió ante su presencia, deseando aniquilar a la moroi con todas sus fuerzas.
—¿Quién es vuestro líder? —le preguntó a la criatura —. ¿Qué sois?
El strigoi sólo se sacudió, tratando de arañar sus tobillos con unas garras que se agitaron a unos metros. Sus gruñidos le hicieron escupir sangre por la boca, y Jungkook desvió la mirada con una mueca de desagrado.
—¿Qué haces? —dudó Seokjin sosegadamente —. No te responderá, Frey. No sé si son neo strigoi, pero...
—Son muy distintos a los que hemos visto hasta hoy —expresó la mujer, concordando con el pensamiento que Jungkook y el resto tenían—. Están cegados por algo más que el hambre, la furia y la desorientación.
Ella se liberó de la chaqueta y se deshizo de uno de los cinturones que recorrían sus hombros. Hizo un lazo con uno y lo pasó por encima del cuello de la criatura con un ágil movimiento. Con un suave tirón, el nudo oprimió la garganta de la criatura, como la correa de un perro.
El strigoi cesó sus gritos, perdiendo el oxígeno de su garganta. Miró a Freyja con una lasciva ira, y ojos como pozos insondables.
—¡Responde! —exclamó la moroi de nuevo—. ¡¿Queda algo de conciencia en ti?!
Jungkook se alejó unos pasos, escuchando las exclamaciones de Freyja intentando sonsacarle algo de información, y Seokjin apoyando sus intentos. Taehyung pasó junto a su hombro, y él le detuvo con un brazo, interponiéndose entre aquel grotesco momento y su amado.
—No —le aconsejó Jungkook —. Taehyung...
El moroi se deshizo de su brazo y pasó por su lado, dejándole atrás. Taehyung se acercó a la escena sin apartar sus iris del horror. Se acuclilló a un preventivo metro de seguridad, advirtiendo que el estado de la criatura estaba tan destrozado, que no podría atacarles.
—Yo puedo hacerlo —dijo el moroi, atrapando la atención de Seokjin y Freyja.
Freyja le miró de soslayo, manteniendo el lazo alrededor de su cuello y vacilando por un instante.
—¿En qué os han convertido? —preguntó Taehyung, y sus pupilas se llenaron de la quinta esencia.
La criatura dejó de chirriar precipitadamente, clavó sus ojos desencajados en el hermoso moroi y selló sus propios labios, como si por un momento, atendiese a su majestuosa presencia.
Jungkook sintió como el vello de su nuca se erizaba observando la escena. Freyja y Seokjin enmudecieron.
—¡Draugr! —escupió la criatura.
—¿Quién es Draugr? —preguntó Taehyung, levantando una ceja.
—Inmortalidad. Vida eterna —masculló con las cuerdas vocales rotas, mientras la sangre ensalivada escapaba por su boca—. Gloria. Muerte. Renacimiento. ¡Inmortalidad! ¡Vida eterna! ¡Gloria! ¡Muerte! ¡Renacimiento!
Taehyung no entendió nada, pero Seokjin no soportó más su cántico de la muerte y le pidió a Freyja que acabase con su vida. Ella apretó el cinturón de un tirón que cerró su garganta por completo, y Seokjin clavó su estaca elemental bajo su omoplato, finalizando con el suplicio de la criatura.
—¿A quién ha nombrado esa cosa? —titubeó Jimin a una distancia prudencial.
—No es un quién, es un qué... —reflexionó Seokjin, pasándose una mano por la mandíbula—. Los Draugr provienen de la mitología nórdica. Y como todas las leyendas humanas, fueron realidad en algún momento. Sólo que con características muy distantes a lo que ellos creyeron.
Taehyung se incorporó, arrastrando sus pupilas entre ambos.
—¿Qué es un Draugr? —preguntó el moroi.
—Muertos vivientes —contestó el mayor—. Reviven por la voluntad de un ser que les ordena hacerlo. Son cuerpos reanimados, con una voluntad mecánica, sin alma, sin conciencia... cadáveres animados.
—Entonces no son strigoi —mencionó Jungkook acercándose a ellos—. Son mucho peores.
—Jin, sabes que el espíritu es capaz de revivir, aunque dañe al portador —expresó Taehyung, bajando la cabeza—. Pero, ellos...
—Así es —le tranquilizó Seokjin—, pero no de esa manera. Yo mantuve mi alma cuando Anna me revivió. Y Jungkook también. El akash funciona de forma más orgánica, es una fuerza pura, es la chispa de la vida, y limita tus cualidades agarrándose a tu salud física y mental. Pero lo que ha hecho esto... ha revivido a cientos de ellos... y son tan letales como strigoi... y mucho más monstruosos.
—¿El líder del clan de la luna invertida puede hacer eso? —dudó Jimin—. ¿Tienen un ejército de muertos vivientes?
—Un momento —les detuvo Jungkook, deduciendo algo más—. Estamos hablando de que hay alguien con capacidades de traer a los muertos y usarlos como marionetas, y sin el quinto elemento. Entonces, ¿existe un sexto elemento? ¿no se supone que el pentáculo sólo tiene cinco puntas?
—Exacto —apuntó Seokjin—. Esas cinco puntas representan a los elementos de la naturaleza. Por lo que, si existe un poder como el que estamos diciendo, quiere decir, que no es «natural». Y por supuesto, no se trata de un sexto elemento. Es algo distinto a los elementos es...
—Una abominación —declaró Taehyung en voz baja—. Y tenemos que acabar con el que esté haciendo esto.
Un tenso silencio se extendió entre ellos, y la moroi suspiró pasando una mirada de los distantes grupos que se habían sentado en el suelo y se encontraban vendado sus heridas.
—Deberíamos descansar un rato —expresó Freyja, tratando de tomar las riendas de su estrés—. Comprobemos el mapa, y descendamos hacia las cámaras inferiores. Tenemos que encontrar a los supervivientes, y averiguar cómo salir de aquí por una zona segura que... no esté llena de... más draugr...
—Estoy de acuerdo —suspiró Seokjin con un bajo ánimo—. Vamos...
Los jóvenes se unieron al resto y se sentaron junto a ellos para descansar. Taehyung ayudó a sanar algunas heridas más serias de varios dhampir, para que no estuvieran incapacitados a la hora de moverse o caminar, sin excederse demasiado con el elemento. Recibió el agradecimiento de ellos, y sus miradas de admiración, pese a que el moroi no buscase ningún tipo gratitud o reconocimiento.
Freyja sacó las provisiones grupales que habían llevado en mochilas, y les dio a los que estaban más débiles algo con lo que recuperar sus fuerzas. Agradecieron esos instantes de calma, mientras sus corazones se encogían por la incertidumbre de cómo saldrían vivos de allí.
«No sería fácil», se dijo Taehyung armándose de un silencioso valor que sólo Jungkook escuchó en la línea musical de sus pensamientos. «Pero había llegado el momento de buscar a Xiumin, y acabar con todo eso».
*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
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