Capítulo 26

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 26. Preludio de una Guerra

—Xiumin... —masculló Taehyung en un jadeo.

El video finalizó y el holograma se desvaneció ante ellos. El moroi apoyó las manos en la mesa y se sintió mareado, mientras sus ojos se empañaban de densas lágrimas que emborronaron su visión.

El ambiente se encrespó por la tensión de los muchachos, y Jungkook tragó saliva pesada encontrando sus iris con los de Jimin. Su corazón cabalgaba a gran velocidad en el interior de su pecho.

—Sé lo duro que es esto para ti, Taehyung —dijo la moroi lentamente—. Pero debemos tomar una decisión. Si esos strigoi dan un golpe de estado en la comunidad nosferatu, nosotros seremos los siguientes. Tal vez podrían desvelar el secreto de nuestras especies a la humanidad. ¿Y si todos fuéramos perseguidos por la comunidad humana? Nuestro sistema se desmoronaría, y nuestro deber, a día de hoy, es garantizar la seguridad a los nuestros.

Los hermanos Archivald y Craig se acercaron a la mesa, atrapando la atención de los jóvenes.

—Activaremos el modo búnker de la montaña para proteger bien todas las entradas —dijo Archivald—, de posibles ataques strigoi. Sólo se abrirán en horarios diurnos. El comandante está haciendo un recuento de voluntarios para asistir a los ministerios de Seúl y auxiliar a los refugiados. Los que se queden aquí, protegerán a nuestra ciudad de ser infectada de la misma forma que lo ha sido la ubicación subterránea de Seúl.

—Freyja —pronunció Jungkook, levantando la voz—. Necesitamos hablarlo entre nosotros. ¿Tenemos unos minutos?

—Por supuesto —aceptó la mujer, posando sus iris en los hermanos moroi—. El Concejo está reunido en el salón del congreso. Vamos, Archie, Craig.

—¿Podemos hablar con ellos? —preguntó Taehyung repentinamente.

Freyja les miró de soslayo.

—Tae —el dhampir le detuvo, agarrando su codo—, espera.

—Esperaremos afuera —declaró la moroi, retirándose junto al resto.

—Iré con vosotros —Seokjin siguió sus pasos atravesando la puerta de la oficina.

Taehyung, Jungkook, Jimin y Yoongi se quedaron a solas frente a la mesa holográfica, la cual desplegaba un resplandeciente mapa de la ciudad construida bajo la montaña.

Yoongi se cruzó de brazos, y apoyó su espalda en la pared mientras escuchaba la discusión de sus amigos. Parecían haber sido empujados hacia el borde de un barranco, cuya pendiente amenazaba sus integridades como nunca antes. Taehyung se encontraba temblando, Jungkook se había tensado tanto como la cuerda de un arco, y Jimin parecía haber decidido cuál era su destino mucho antes de que sus dos amigos decidieran por el grupo.

—Taehyung, mírame —le exigió Jungkook, enfrentándose al ojiazul—. Si el ministerio ha activado su modo búnker, cerrando todas las compuertas de las zonas infestadas, la gente que está ahí dentro puede aguantar semanas con vida. No sólo hay moroi, también está el personal dhampir de seguridad, y Xiumin tiene dos guardianes personales.

—J-Jungkook —jadeó el moroi con los ojos brillantes y enrojecidos—, Xiumin tiene razón. Ellos también son mi pueblo. Él es mi hermano... están asesinándolos...

—¿Y cuál es tu plan? ¿ir a Seúl? —le arrojó el dhampir cruzándose de brazos—. ¿Apuntarte a la milicia de renegados? Xiumin no sabe lo que dice, esos strigoi te quieren a ti.

—O a ti. Eso no lo sabemos —intervino Jimin, con iris clavados sobre el azabache—. Namjoon está allí, en los calabozos subterráneos. Perdimos el contacto de Jung Hoseok hace semanas, y Freyja dijo que no han vuelto a tener noticias sobre Hyun Bin, por no hablar de que la academia de Incheon fue clausurada al no poder garantizar con certeza la seguridad de los novicios.

—No sé si mi padrino sigue vivo —murmuró Jungkook, sintiendo una dolorosa punzada por el recuerdo de Seojun—. Ni siquiera hemos tenido noticias de él desde que escapamos de Bucheon.

—Debo ir —dijo Taehyung con firmeza, tragándose sus propias lágrimas—. No voy a quedarme aquí. Toda esa gente que está ahí afuera sabe quién soy.

Jungkook bajó la cabeza al escuchar su decisión. Sabía que no podía detener a Taehyung, pues él también deseaba participar como voluntario. Seojun, Namjoon, y el resto, eran una carga en sus hombros. Una responsabilidad a la que necesitaba afrontar, antes de sentirse un miserable por abandonarlos.

—Jimin, ¿qué es lo que quieres hacer? —le preguntó el pelinegro a su mejor amigo, girando la cabeza por el pavor de escuchar su respuesta.

Jimin abrió la boca y volvió a cerrarla enmudecido, sintiendo como su corazón era apretado por una extraña y cruel mano que clavaba sus dedos en su carne. Miró a Yoongi de soslayo, sabiendo lo que su respuesta desataría.

«¿La seguridad de Revenant o el peligro de Seúl? ¿Aguardar con Yoongi o buscar a Namjoon?».

—Iré a donde tú vayas —pronunció su parabatai—. Somos más útiles juntos que separados.

Jungkook levantó su mirada y sus iris castaños conectaron con los oscuros de Jimin, transmitiéndole una respuesta decidida. Los dos sabían que no podían esperar bajo la montaña. Ninguno de ellos había nacido para esperar de brazos cruzados, y puede que en algún punto de sus vidas hubieran sido guardianes, pero ahora eran guerreros. Y la mejor defensa de un guerrero, siempre fue la de atacar primero.

—Vais a meteros en una puta ratonera —intervino Yoongi—, lo sabéis, ¿no?

Jimin suspiró y apretó los labios, apartando su conversación pendiente para otro momento. Seokjin apareció en el marco de la puerta con un leve carraspeo que llamó la atención de los chicos.

—La reunión del Concejo ha comenzado —dijo el mayor con voz grave—. Creo que sería ideal que participaseis, los mandatarios más altos de Revenant se encuentran ahí. Quizá os interesaría conocer los planes que se barajaban para socorrer a la comunidad nosferatu.

—Vamos —asintió Jungkook.

Todos se desplazaron hacia el salón de reuniones, abandonando la oficina y atravesando el pasillo de rústica madera. Cuando entraron en el lugar, se hallaron en un espacio circunferencial con una enorme mesa céntrica, donde había mucha más gente sentada que los integrantes del Concejo. Entre ellos, mandatarios de la milicia, agentes de seguridad, y otros encargados del aprovisionamiento de la ciudad.

El suelo estaba tapizado de un rojo oscuro aterciopelado, sin ventanas, donde la luz artificial iluminaba desde cada columna el estilo barroco y elegante del salón de congresos.

Todo el mundo guardó silencio cuando los jóvenes pasaron.

—Pueden tomar asiento —ofreció Freyja, apuntando las sillas vacías junto a ella—. Les contaré en la medida de lo posible lo que hemos acordado.

Los jóvenes tomaron asiento en silencio, y esperaron las palabras de Freyja, quien extendió unos documentos por la mesa, comprobando el plan que habían organizado.

—Bien, veamos —comenzó aclarando su garganta—. Prestaremos nuestro servicio para socorrer a la comunidad nosferatu, a cambio de llegar un acuerdo de cordialidad con ellos, donde se nos reconozca como comunidad oficial —prosiguió, pasando una hoja con la yema de los dedos—. Las compuertas de Revenant se cerrarán y la ciudad será confinada durante siete días y siete noches completas, buscando asegurar a nuestros ciudadanos de un posible segundo ataque a nuestra comunidad. Tenemos las reservas suficientes en el almacenamiento bajo tierra para ofrecer raciones y suministros a nuestro pueblo durante ese periodo de tiempo —pasó a la siguiente hoja, sin demorarse—. La milicia se dividirá, y dejará una seguridad mínima dentro de Revenant, que se encargará de proteger la montaña en caso de que sea necesario. Creemos que la seguridad de las compuertas será suficiente, pero no podemos dejar desnudo y sin salvaguardas nuestro único hogar.

Freyja recogió los documentos bajo la atenta mirada de los asistentes, y levantó la cabeza posando sus ojos directamente sobre Kim Taehyung.

—El rey de la comunidad nosferatu ha dejado una nota expresa para usted—dijo la moroi, arrastrando sus iris posteriormente sobre el resto—. La cuestión es, ¿asistiréis? ¿o aguardaréis dentro de Revenant durante el periodo de confinamiento? Mi recomendación es... que Kim Taehyung permanezca bajo la montaña.

—¿Qué? No —exhaló Taehyung—. Iré a Seúl.

—Nosotros también iremos —declaró Jungkook, haciendo referencia a su parabatai—. Estamos preparados para asistir.

—Yo iré con vosotros —aseguró Seokjin, ofreciéndoles su lealtad—. Soy veterano en la guerra, y me he enfrentado a cientos de strigoi a lo largo de mi existencia.

—No esperaba menos, señor Kim —pronunció el coronel con orgullo—. Aún recuerdo nuestras aventuras hace diez años.

Una moroi se levantó de la mesa, quitándose los finos guantes que llevaba, y prendiendo una llama en la palma de su mano.

—Los moroi que posean una mayor potencia elemental partirán con vosotros —dijo North—. Me encargaré de seleccionar a los voluntarios que se están reuniendo a las puertas del edificio.

Craig mantuvo sus dedos índices unidos y sobre sus propios labios, en una posición taciturna y reflexiva, observando a los miembros de la mesa organizarse de acuerdo a sus planes.

—Señorita Yong, debo mostrar mi disconformidad con resguardar a Kim Taehyung dentro de la ciudad —discrepó Craig abiertamente—. ¿O debería recordarle que pusimos en riesgo a nuestra gente dándole refugio a la polémica figura de un príncipe exiliado?

Taehyung palideció al escuchar sus palabras. Y el murmullo de la mesa cesó, clavando sus miradas sobre la impertinencia de Craig.

Jungkook apretó la mandíbula guardando silencio.

«¿Poner en riesgo?», pensó frunciendo el ceño. «Freyja jamás les había contado que existían miembros en desacuerdo a su presencia en la ciudad».

—Soy un refugiado, como usted y cualquier otro. Sin ningún privilegio —se defendió Taehyung con serenidad—. Mis títulos nobiliarios y de la realeza quedaron afuera, cuando decidí cruzar las puertas de Revenant.

—Lo sé —respondió Craig, sorbiendo entre dientes—. Pero, aunque este salón guarde silencio, su figura es indeseada, y es sabido que el caos os ha seguido como una mano negra —agregó a traición, buscando el apoyo en la mirada del resto de los miembros—. No debo recordarle a esta asamblea, que la familia Kim ha estado maldita desde que fue elegida como la regente del siglo. Oscar y Ella dieron a luz a un segundo hijo casi sin poderes, después, fallecieron trágicamente y sin aparente explicación. El reinado de su primogénito Xiumin sólo ha traído más muertes. Por no mencionar que ha extendido la debilidad de una comunidad que, en realidad, no sabe defenderse.

—No se atreva a nombrar la muerte de mis padres en vano —la voz de Taehyung resonó con un temblor.

—¿Qué ocurre? —insistió Craig, elevando el tono de voz—. ¿Acaso estamos olvidando quién es este moroi? Si lo hubiéramos utilizado como moneda de cambio antes, hubiéramos conseguido un pacto con esa comunidad, en vez de seguir ocultándonos del mundo bajo la montaña —señaló con exacerbación a Freyja—. Y usted, señora presidenta, incluso mientras amenazan la integridad de nuestro pueblo, ¡sigue pidiendo que mantengamos a Kim Taehyung tras nuestros muros!

—Craig... —Archivald trató de detener las acusaciones de su hermano—. Basta.

—¡Cállese! —gritó Jungkook, golpeando la mesa con un puño y levantándose de su silla con un jadeo rebosante de rabia—. ¡Ya está bien!

Craig desafió a Jungkook con la mirada.

—Abro votación sobre los miembros de esta mesa, para expulsar a Kim Taehyung de Revenant —emitió levantando su mano—. Proteger a nuestro pueblo es más importante que socorrer a la monarquía nosferatu.

—Tiene que estar de broma —escupió Jungkook—. Si le expulsáis a él, señor Craig, también me expulsaréis a mí.

—Y a mí —secundó Jimin con voz grave.

—Y... a mí... —agregó Seokjin, apoyando a los chicos y arrastrando sus pupilas sobre el resto de los miembros.

Nadie levantó la mano, y Craig bajó la suya con una irritación contenida en su rostro, murmurando que eran unos cobardes y pondrían en peligro todo por lo que habían luchado en Revenant.

—Jungkook, siéntate —le pidió Freyja, tratando de controlar su enfado—. Craig sólo ha expresado su opinión. En este lugar, escuchamos a todos, a pesar de nuestro desacuerdo.

Jungkook ignoró su petición, y se apartó de la mesa, rodeando a todos los asistentes con pasos lentos. Y la moroi se dirigió directamente Craig, entornando los párpados.

—Y déjeme decirle, señor Craig, que en ningún momento hemos dejado de lado la integridad de Revenant por ofrecerle un refugio a Kim Taehyung —añadió Freyja con dureza—. La decisión de acogida fue mayoritaria, y hasta donde sabemos, no hemos sido víctimas de ningún ataque externo por resguardarle entre nuestros muros —aclaró con elocuencia, clavando su pluma sobre la mesa—. No nos convertiremos en la comunidad nosferatu, y no exiliaremos a ningún ciudadano, príncipe o mendigo. Nuestras puertas se erigieron para abrirse ante todos los necesiten un hogar en el que vivir en paz y armonía.

Craig permaneció en silencio, y Taehyung se vio demasiado impactado como para abrir la boca. No obstante, Jungkook sí que lo hizo, viéndose incapaz de retener su nerviosismo mientras rodeaba la mesa, mirando a todos y cada uno de los miembros.

—¿Saben lo que es perder a un ser querido en menos de un segundo? —preguntó el dhampir—. En sólo un momento, deja de estar. Para siempre. Y después, no hay nada que pueda retroceder ese instante —explicó pausadamente, posando sus ojos sobre Craig—. He visto a decenas de personas asesinadas, compañeros novicios, asistentes y trabajadores de palacio... Hemos dejado atrás nuestro hogar, y a personas que amábamos. Hemos dormido sólo unas horas durante días y días, temiendo a lo que nos perseguía ahí afuera. No fue fácil llegar hasta aquí. Pero cuando lo hicimos, nos habituamos a los horarios y rutinas de Revenant y hemos trabajado junto al resto, para que alguien como usted ahora planee expulsarnos como perros.

—Estoy de acuerdo —apoyó Seokjin con serenidad—. Kim Taehyung no es una sombra para Revenant. Es una luz a la que debemos proteger con nuestras vidas.

—Por el amor de dios —carcajeó Craig—, habla como uno de esos devotos creyentes de la comunidad nosferatu. Ningún moroi es un ser de luz, y mucho menos alguien perteneciente a la realeza.

Taehyung levantó la cabeza, y con un pálpito, tomó su palabra decididamente.

—No nací sin magia —confesó con voz clara—. Cuando era pequeño, intenté conectar con elementos que no eran el mío. No comprendía lo sutil de mi poder, y tardé en conectar con él, hasta que supe que sólo yo había heredado una quintaesencia desconocida.

—Taehyung... —Jungkook le sugirió cautela a unos metros—. Espera...

—No, Jungkook —respondió el moroi agitando la cabeza—. El quinto elemento corre por mis venas. La luz, el espíritu, el akash —prosiguió levantando la voz—. No importa como quieran llamarlo. Yo no pido un trato privilegiado por mis dotes, ni tampoco por mis títulos como príncipe. No me refugiaré bajo tierra mientras afuera se extiende una guerra. Si puedo ser útil, acompañaré a todos los voluntarios a Seúl y les protegeré con mi elemento. Socorreré a Xiumin, tal y como él ha reclamado.

Jungkook se quedó paralizado, comprobando las reacciones y el murmullo de los miembros. Su corazón latió con fuerza bajo su tórax, presintiendo el pavor por su confesión.

—¿El quinto elemento? —preguntó un hombre—. ¿El mismo quinto elemento que existió hace siglos?

—Así es —habló Seokjin, levantándose pacíficamente de la mesa—. Puedo corroborar sus palabras. Él ha sido dotado del mismo elemento que, hace cuatrocientos años, Saint Anna utilizó por Europa.

—La leyenda cuenta... —masculló North—, que el quinto elemento es la señal del comienzo de una nueva era.

—La luz de un nuevo siglo —añadió Seokjin con seguridad—. Todo lo que hemos vivido, sólo eran las sombras de lo que creíamos una truculenta paz. Pero saben bien que el nacimiento de un nuevo akash, sólo recae sobre un auténtico rey. Y los reyes que esperamos bajo esta montaña, son los que no llevan capa, sin corona, sin relevancia por la proveniencia de su sangre. Kim Taehyung es la señal de que «ese algo» más ha llegado a Revenant.

Todo el mundo miró al moroi, sintiéndose asombrado por tal revelación. El ojiazul ni siquiera esperaba que el Concejo de Revenant ya conociese el quinto elemento, o fuesen creyentes de ese tipo de leyendas tan antiguas.

«¿Él? ¿La luz de un nuevo siglo? ¿Un rey sin corona?», pensó Taehyung pasmado. Llevaba tantos años ocultando su poder con la ayuda de Jungkook y el resto, que se le hizo adrenalínico descubrir que no planeaban rechazarle, ni repudiarle por el miedo a ese elemento desconocido.

Jungkook se mantuvo alerta, con una desconfianza asidua en la que contempló a todos los miembros, sin cuestionarse que atacaría como un felino a aquel que se atreviera a oponerse a Taehyung.

—¿Es cierto que ese elemento no fue una leyenda? —preguntó otra mujer del Concejo—. ¿La esencia del todo? ¿El mismo elemento, capaz de traer a los muertos del Otro Lado? El akash sólo nace en seres de corazón limpio —afirmó con un acento extranjero—. Se cree que existe algún que otro caso a lo largo de la historia, pero sólo el de Saint Anna fue registrado en manuscritos, que posteriormente fueron manipulados por sus antecesores, con la intención de tapar el temor a un poder desconocido.

Un hombre levantó la mano, tomando su turno para hablar.

—Señor Kim —pronunció con voz grave—, sin intención de faltarle al respeto. Este Concejo necesita una demostración de su poder. Es importante para todos los presentes, presenciar que nos encontramos ante un auténtico portador del akash.

Taehyung se levantó lentamente y bajó la cabeza. Inspiró profundamente, decidido a demostrar su poder. Pensó en su hermano mayor, en sus fallecidos padres, y en la persona a la que más amaba.

Jungkook sintió un tirón en el pecho, una vibración que se extendió por su vínculo en la que reconoció la energía del moroi produciendo un temblor en el salón. En unos segundos más, unas alas brillantes se desplegaron en la espalda de Taehyung. Sus ojos claros se iluminaron con una luz cristalina, y el resplandor cegó a todos los asistentes, hasta que el moroi selló sus alas.

La gente volvió a mirarle con una mezcla de admiración y desconcierto. El murmullo se extendió entre todos, y el coronel de la milicia de Revenant se levantó de su silla, llevándose un puño al pecho.

—El akash se encuentra entre nosotros, ¡ha venido a nosotros! —dijo, reverenciándole—. Prestaré mi fuerza y lucharé para mantener entre nuestros muros al elegido por la luz.

—¡Kim Taehyung acabará con la oscuridad que ha dividido a nuestras razas! —añadió North.

Archivald tomó su palabra seguidamente:

—Apoyo la moción de mantener a Kim Taehyung entre nosotros —expresó el moroi—. El quinto elemento ha nacido en este siglo para salvarnos.

Craig apretó la mandíbula y se frotó los párpados, dándose por vencido con aquello. El resto de miembros comenzaron a apoyar a Taehyung, mencionando que era su salvación. Jungkook liberó su aliento lentamente, contemplando el cambio de actitud en la sala con las manos guardadas en los bolsillos. Todo el mundo posaba sus ojos sobre su moroi, expresando una admiración pasmosa que el dhampir jamás había esperado.

Se sintió aliviado con el paso de los segundos, escuchando cómo el Concejo comenzaba a argumentar que Taehyung debía quedarse en Revenant por su seguridad.

Él también deseaba que el moroi se quedase en la montaña, pero conocía a la persona que amaba: no iba a convencer a Taehyung de lo contrario.

—Iré a Seúl —expresó el ojiazul por segunda vez—. Si ellos van, yo también.

—No es seguro —dijo Freyja, la única que no había mostrado sorpresa por lo del elemento de Taehyung—, si alguien del clan de strigoi sabe lo del quinto elemento, podría explicar lo de que... os hayan estado persiguiendo...

—Yo seré el escudo de Taehyung —declaró Seokjin, apoyando al moroi—, y de Jeon Jungkook. Conocéis mi don con las sombras. Jungkook posee un don gemelo, producto del akash y de su vinculación con el portador. Taehyung no tendrá un guardián en Seúl, tendrá dos guardianes de las sombras a su lado.

Aquello caló en las conciencias de todos, y alguno que otro miró de soslayo a la pantera inquieta de Jungkook, quien se había apoyado en una de las columnas del salón del congreso. Jungkook supo que nadie se esperaba que un chico tan joven compartiese las mismas condiciones que el legendario Kim Seokjin o Luka, como se le conocía antiguamente.

Después de la reunión, los mandatarios fueron a seleccionar a los voluntarios, y Freyja y Seokjin se quedaron formando asamblea, y estableciendo la hora a la que saldrían de Revenant y un plan estratégico para socorrer a los refugiados del búnker de Seúl.

Taehyung salió de la sala sintiéndose inquieto. Buscó a Jungkook con la mirada, pero había desaparecido. Jimin y Yoon estaban hablando en un lado más apartado, y él terminó saliendo del edificio Institucional para respirar algo de aire menos abarrotado.

Atravesó hacia la acera de enfrente y se dirigió al solitario parque que había justo en frente, recubierto de árboles y de un fino césped que se mantenía gracias a las farolas de luz artificial.

Encontró a Jungkook a unos metros, sentado en un banco, con la cabeza baja y con los codos clavados sobre sus propias rodillas.

Taehyung se aproximó a él lentamente, observando su quieta y perdida expresión.

—Jungkook... —dijo en voz baja, sentándose junto al dhampir.

Sus iris se encontraron en silencio en aquel espacio inocuo donde se comprendieron sin mediar palabra. Conocía perfectamente al dhampir para saber que él quería que se quedase allí. Sabía muy bien lo que le diría, y supo que se encontraba frustrado por su ánimo de ir a Seúl.

Sin embargo, Jungkook no le dijo nada.

—Lo siento —añadió el moroi, poniendo una mano sobre una de sus rodillas—. Desearía que ser quien soy... no hubiese llegado hasta Revenant... pero lo ha hecho.

—Puedo perderte allí —dijo Jungkook en voz baja—. Puede ser que todo lo que anoche hablamos, sólo se quedase en esa cabaña. En un sueño que creímos rozar con los dedos.

—No —negó Taehyung, con lágrimas en los ojos—. No se va a quedar en ningún lado. ¿Sabes por qué? porque lo llevaremos con nosotros.

Jungkook no le miró, y el moroi guardó silencio sintiendo su dolor como propio.

—Ya no puedo detener más esto, Tae —manifestó Jungkook con una voz ronca, frotando sus manos con los iris perdidos en el suelo—. Quisiste entregarte, y te detuve. Pero sé que no puedo detener que vayas a salvar a tu hermano. Lo he visto en tus ojos —reconoció pausadamente—. Y he visto cómo te miraba esa gente. He entendido quién eres, y qué significa tu poder para todo el mundo. No eres sanación, ni destrucción, eres... esperanza. Su esperanza. Creen en ti sin conocerte. Pero yo sí que te conozco, y lo hago desde los doce... Y sé muy bien qué significa sentir que seguirías a alguien hasta el fin del mundo...

Taehyung abrazó su espalda, reposando su sien tras su omóplato.

—Gracias —musitó Taehyung, con unas lágrimas deslizándose por sus mejillas—. Gracias, Jungkook.

—Sólo —agregó el dhampir—, prométeme que vamos a salir juntos.

—Te lo prometo —afirmó el ojiazul—. E iremos a una playa con nuestros amigos.

Jungkook sonrió con pesar, escuchando sus palabras.

—¿En la puesta de sol? —preguntó en voz baja.

—Bajo un arco de rosas frescas —le recordó Taehyung en un susurro.

Jungkook levantó un mano y agarró las suyas, las cuales se entrelazaban sobre su pecho. Detectó el anillo de pedida bajo las yemas de sus dedos, con una leve nostalgia por la feliz noche que habían pasado.

Se quedaron así unos instantes, mientras esperaban las noticias y las decisiones del Concejo para partir de Revenant.

En el edificio institucional, Jimin se llevó a Yoongi a un lugar más solitario para hablar con él sobre todo lo que había presenciado.

—¿Crees que yo me voy a quedar aquí? —exclamó Yoongi con una aparente exasperación—. Habláis de iros a «una guerra», y, ¿crees que yo estaría bien quedándome de brazos cruzados?

—Yoon —Jimin se humedeció los labios resecos—, creo que no lo entiendes. No puedes venir de ninguna de las maneras. ¿Has escuchado algo de lo que ha pasado ahí dentro?

—Jin se va con vosotros —mencionó Yoongi—. No puedo quedarme solo. Le diré a Sihyun que me acepte en...

—¡Escúchame! —le detuvo el dhampir—. Los renegados pueden soñar sobre derechos igualitarios todo lo que quieran —dijo exasperado, y elevando el tono de voz—, pero la «puta realidad» es muy distinta, Yoongi. ¡Un humano ni siquiera puede sostener apropiadamente una estaca! ¡¡Si vienes con nosotros, morirás!!

Yoongi palideció por su grito, y Jimin respiró agitadamente, acercándose a él y agarrando sus manos con una punzada dolorosa por ser tan brusco.

—Por favor, te lo suplico —le pidió Jimin lentamente, bajando su voz—, no me obligues a atarte a un poste. No me hagas esto. Yoon, toda mi jodida vida he sido una bala perdida. He ido corriendo hacia todos lados, sin ningún destino concreto —expresó en un temblor de dedos, con ojos cubiertos por una fina película de lágrimas—. Me entrené porque no tenía otra cosa que hacer. Me convertí en guardián porque creí que no encontraría nada más importante que hacer con mi vida. He perseguido la estela de Jungkook mientras él se enamoraba de un príncipe, y he atravesado el puto país para luchar por un motivo que despertó mi auténtico ser. Y ahora, te tengo a ti —jadeó, deteniéndose mientras sus ojos se llenaban de lágrimas—. Pienso salir de ahí, con vida, y después de eso, quiero estar con la única persona que me ha dado un motivo distinto para existir.

Yoongi se tragó las lágrimas, y tiró de su mano para fundirse en un apretado abrazo con el dhampir. Estrechó la espalda de Jimin, detestando su discurso, y odiando saber que tenía razón: él sólo moriría en Seúl. Tenía que dejarle marcharse.

—Si no vuelves —suspiró Yoongi, volviendo a mirarle—. Te juro que patearé a tu parabatai el resto de mi vida.

Las lágrimas de Jimin se deslizaron por sus mejillas, y el pelinegro pasó unos cálidos dedos recogiéndolas. Sujetó su rostro con una mano que la deslizó por su cabello, enterrando los dedos tras los mechones rubios de su coronilla. Sus frentes se rozaron, y con ojos entrecerrados, Jimin le prometió algo:

—Volveré sano y salvo —murmuró Jimin esperanzado—. Y no sólo eso, todo volverá a ser como antes, sin que la comunidad nosferatu vuelva a sospechar de nosotros. No tendremos que volver a ocultarnos, no tendremos que volver a sentir miedo. Seré libre y podremos ir a un concierto de rock y agarrar una cogorza del demonio.

Yoongi sonrió con cierta amargura.

—Eres un pedazo de gilipollas —le llamó con emoción—. Más te vale salvar a ese tal Namjoon, porque pienso contarle que me diste su anillo, y que ahora estás saliendo conmigo.

—Ven aquí —Jimin posó sus labios sobre los suyos en una leve sonrisa que se deshizo lentamente.

Sus tiernos labios permanecieron sellados bajo los suyos, con la presión exacta de sus sentimientos y su abrazo, deseando no tener que soltar al humano. Pero lo hizo, y tomó aire sabiendo que sería duro marcharse.

Durante la última hora de la tarde, todos permanecieron en el edificio Institucional, mientras conocían los detalles de cómo realizarían el rescate. Las formaciones de grupos y escuadrones de élite, el método de extracción, los recordatorios de primeros auxilios, y las extracciones de veneno en caso de que algún dhampir fuera mordido.

Sihyun se unió al escuadrón de Jungkook y Jimin, el cual estuvo formado también por Seokjin, quien fue elegido como líder entre ellos, y Taehyung.

Observaron el mapa perimetral que el coronel presentó en un holograma, explicándoles que el trabajo consistiría en despejar las entradas y salidas de la zona búnker, y poner a salvo a los refugiados.

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

—Habrá más dhampir de la comunidad nosferatu intentando aniquilarlos —explicó con voz grave—. Cuando lleguemos, nos coordinaremos con ellos por el bien de todos. Tendremos que hacer unas microvoladuras para desbloquear las distintas entradas del búnker una vez que hayamos limpiado la zona de neo strigoi y posibles infectados. No conocemos las plantas inferiores de la zona búnker, puesto que nunca hemos tenido una filtración de planos, pero improvisaremos sobre la marcha una vez nos hayamos colado dentro.

Una dhampir de la milicia comenzó a repartir los uniformes entre todos los voluntarios seleccionados. Eran tanto dhampir como moroi que conocía de vista en los cuarteles y acostumbraban a entrenarse. Para él, fue un orgullo saber que tendrían moroi que ofrecerían sus poderes para ayudarles. Puede que aquello les diese una ventaja respecto a los intentos de los soldados dhampir de la comunidad nosferatu.

Jungkook contó por encima, vislumbrando que eran más de cincuenta.

«No estaba mal», se dijo mentalmente, recibiendo su uniforme.

Observó las prendas en detalle, comprobando que era una capa corta de cuero negro, de cuello levantado y redondo, y una cremallera en el centro. Los brazos tenían un material recio, pero sin perder su elegancia, propiamente preparados para proteger el resto de la longitud de sus brazos sobre los mitones protectores de las muñecas y manos. La pieza interior para el tórax, estaba formada por una camiseta apretada, una placa de cuero para el pecho y varios cinturones para los hombros. Y en cuanto a la inferior, se trataba de un pantalón cargo negro con varios bolsillos, y que se estrechaba elegantemente entre los gemelos y tobillos para evitar agarrones.

Cargando sus uniformes, hacia las zonas de vestuario la mayoría se vistió durante la siguiente hora. Atendieron a su aprovisionamiento de armas en la armería del cuartel; puñales, cimitarras, granadas y las esenciales estacas elementales que sólo portaban los dhampir.

Jungkook contempló a Taehyung a unos metros de distancia, admirando lo elegante que se veía vestido de negro. Se mantuvo allí, escuchándole hablar con algunos jóvenes que se acercaron a él.

—Sé que otros no se atreverían a decírselo —mencionó una dhampir, reflejando la admiración en sus iris y eventualmente agarrando su mano junto a su pecho—, pero leí lo que hace ese poder. Eres un ángel para nuestra comunidad. La luz que nos sacará de las sombras y el miedo que nos ha obligado a huir y ocultarnos. El destino te ha elegido para que seas un rey entre mortales.

Taehyung escurrió su mano entre la suya, sintiéndose algo tímido.

—G-gracias... —respiró lentamente, inclinando la cabeza—. Valoro tus palabras.

El dhampir se acercó a él tras un segundo asalto de un admirador moroi que también se le aproximó para decirle que, en Seúl, le protegería hasta que sacasen a todos los inocentes del búnker porque para ellos, Taehyung era la esperanza de Revenant. Jungkook agarró a Taehyung de la mano, y se lo llevó consigo alejándole de la presión social que comenzaba a atosigarle.

El moroi agradeció mentalmente que Jungkook le tomase sin permiso, antes de que se viera derribado por una avalancha de repentinos admiradores.

—¿Estás bien? —le preguntó el dhampir, mirándole de soslayo.

—Sí.

Se detuvieron junto a una columna del patio del cuartel, y Jungkook comprobó su equipo, fijándose en que los cinturones, cremalleras y agarres estuvieran todos bien colocados.

—¿Te has abrochado los seguros de las rodilleras? —formuló comprobándolo él mismo con una mano.

Pasó una mano por sus brazos, y abdomen, comprobando que llevaba las placas de cuero sobre la camiseta, y subió la cremallera de la chaqueta de cuero, antes de echarle un vistazo a que sus botas de combate estuvieran bien anudadas.

—K-Kookie —sonrió Taehyung, viendo sus gestos como algo obsesivamente protector, pero sin dejar de ser dulce—. Te recuerdo que tengo tu edad, sé atarme las botas.

Jungkook se pasó una mano por el pelo oscuro, sintiéndose algo nervioso.

—Lo sé, lo siento —suspiró—. ¿Te han dado ya los conectores auditivos? ¿Los has configurado?

Taehyung giró la cabeza, señalando el minúsculo auricular negro que llevaba introducido en la oreja. Se trataba de un dispositivo con el que podrían comunicarse con otros grupos para cuando se dispersasen dentro de los ministerios.

El moroi agarró una mano enguantada de Jungkook y entrelazó sus dedos desnudos.

—Tranquilízate —le dijo Taehyung—. Mírame, Kook.

Atrajo su atención y trató de conciliarle.

—Lo llevo todo, ¿vale? —agregó el ojiazul—. Todo va a ir bien. Nuestro escuadrón es grande, y estaremos juntos. Mira esto...

Taehyung metió la otra mano bajo su propio cuello, y sacó de entre la ropa una larga cadena dorada, del que colgaba su anillo de pedida.

—¿Ves? —expuso con una sonrisa—. También llevo esto conmigo. Así nos acompañará hasta Seúl. Pensé que era mejor llevarlo colgado antes que perderlo en un dedo.

Jungkook le adoró en secreto, y le atrajo desde su mano para dejar un cálido beso sobre su frente.

—Te quiero —le recordó con voz suave, pasando unos dedos por su pómulo, y seguidamente abrazándole con mucho afecto—. Te quiero más que a nada.

Taehyung dejó que la cadena de su anillo se deslizase sobre su pecho, y cerró los ojos bajo el mentón del dhampir cuando este le abrazó. Permanecieron así unos instantes, en los que la gente de los escuadrones se acumulaba en el gran patio de piedra.

—Jungkook, eh —Yoongi se aproximó al dhampir adelantando sus pasos—. Podemos... ¿hablar un momento?

Movió sus ojos en dirección a Taehyung y después volvió a mirarle, lamentando interrumpirles.

—Yoon —dijo Jungkook, cuando él y el moroi se soltaron—. ¿Sí?

—Oye, quería decirte algo —murmuró, mirando a sus alrededores.

—No te preocupes, todo irá bien —dijo Jungkook para aliviarle.

—No es eso —chasqueó el humano con la lengua—. Mira, eh... el otro día vi a Seokjin con Freyja y...

—¿Y? —insistió el dhampir para que hablase.

Yoongi apretó los párpados y se maldijo interiormente. Su expresión parecía guardar algo importante y difícil de explicar, que Taehyung intentó descifrar en sus iris almendrados.

«¿Por qué tenía que recordar la promesa que le hizo a Seokjin el otro día?», se gritó Yoongi mentalmente. «Debía decírselo a Jungkook antes de que fuera demasiado tarde».

Cuando Yoongi volvió a mirar al dhampir, supo que no podía hacerlo. Que no podía traicionar a Seokjin así, a pesar de que el dhampir se mereciese saberlo.

—Debes hablar con Freyja —le dijo—. Creo que te debe una explicación sobre algo que teme contarte.

—¿A mí? —pestañeó el dhampir—. ¿Qué dices?

Yoongi se encogió de hombros.

—No es sobre vosotros —expresó, desviando la cabeza—. Deberías preguntarle... sabes que Freyja también va a Seúl, y... quizá deberías hablar con ella por si... sucediese algo...

Jungkook se sintió desconcertado cuando Yoongi se retiró con cierta inquietud, alegando que debía quitarse de en medio antes de que partieran.

Taehyung y Jungkook se miraron cuando el humano se retiró, y antes de decir nada, Seokjin llegó hasta ellos seguido de Jimin. Su uniforme era igual que el de los muchachos, con la diferencia de que llevaba una insignia a un lado del pecho que le marcaba como líder de su escuadrón.

—¿Todo bien? —preguntó el dhampir mayor—. Subiremos en veinte minutos a la galería superior para tomar los caballos. Después, entraremos a los ministerios de Seúl por las entradas subterráneas del metro humano.

En unos minutos, los escuadrones se colocaron por orden del coronel, y los líderes de escuadrón recibieron su respectivo número por el que reagruparse.

Freyja lideraba un escuadrón que se mantendría cerca del de Seokjin, por lo que Jungkook no encontró el momento para acercarse a la moroi y preguntarle sobre aquel asunto tan importante que quizá «debía contarle».

Sobre una hora de la tarde subieron a las galerías superiores y tomaron las monturas ordenadamente, saliendo por la única compuerta de Revenant que aún estaba abierta. El cielo se encontraba anaranjado, con el sol posicionándose en el horizonte. Todos usaron sus capuchas, y Taehyung sintió aquella sensación incómoda de nuevo, comprendiendo en silencio que el inminente peligro era lo que provocaba aquel hormigueo en su piel.

—¡Escuadrones! ¡Vamos! —cada líder de su escuadrón inició la marcha con sus caballos.

Y mientras el grupo abandonaba la ciudad secreta de Revenant, Jimin supo que extrañaría a Yoongi, así como que deseaba volver a ver a Namjoon, y que el temor que hormigueaba en su pecho se apagaría con su efervescente coraje.

Seokjin no tuvo miedo, pues llevaba demasiados años vivo como para temer a la muerte, o creer que fracasarían en su objetivo. Protegería al portador del espíritu y a Jungkook sin dudarlo, porque aquellos muchachos se habían convertido en sus amigos, y le debía una promesa a Freyja.

Y en el rojizo atardecer del que se tintó el horizonte desde donde abandonaron la montaña de Revenant, Taehyung y Jungkook encontraron su decisión y su valor montando en su respectivo caballo, y presintiendo que había llegado el momento de acabar con todo lo que les había perseguido desde los doce años.

Pues la semilla que se pudría en Seúl, esperaba su a llegada deseando arrancar de la tierra sus únicas esperanzas.

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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