Capítulo 17
Capítulo 17. El viaje a Revenant
*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
Con el amanecer, los rayos de sol acariciaron el poblado de licántropos y la llegada de tres forasteros que montaban a caballo fueron interceptados por los protectores del asentamiento. Ben, el alfa, reconoció los ropajes de los desconocidos. Verdes oscuros y negros, capuchas de cuero, guantes con dedos desnudos, y pantalones anudados a los tobillos con cómodas botas. La mujer cuya trenza blanca se deslizaba bajo la capucha protectora, derramándose sobre uno de sus pechos, portaba dos cimitarras plateadas en su espalda. Su piel era de porcelana, como la de un vampiro. De constitución delgada, con iris, grises y perlados, y cubrebocas hasta la mitad del rostro. Su aspecto simulaba a la perfección el de una guerrera dhampir.
—No queremos pisar terrenos ajenos —expresó ella, deteniendo su caballo a unos pies de distancia y advirtiendo la actitud defensiva del alfa—. Venimos de Revenant. Recibimos la llamada de Kim Seokjin.
—Señora —contestó Ben con voz grave—. Recojan lo que han venido a buscar, y márchense de mi hogar.
—Se lo agradezco, caballero —ella tiró de las riendas de su caballo, apartándose del camino y siguiendo la indicación hacia la casa de Seokjin que el hombre le señaló a regañadientes.
Sus dos compañeros la siguieron compartiendo el mismo liviano trote, dirigiéndose al lugar para posteriormente bajar de sus monturas.
Esa mañana, Seokjin desenfundó algunas de sus estacas elementales, y se las ofreció a Yoongi y Taehyung, mientras estos terminaban de recoger sus equipajes y ultimaban los detalles antes de su salida. Los dhampir cargaron los suministros en los caballos, y regresando a casa por la puerta trasera, Jungkook observó la escena con detenimiento.
—Tened —dijo Seokjin, pasándoles las estacas—. Guardadlas en el cinturón del pecho. Os serán menos pesadas.
Taehyung y Yoongi parecían dhampir. Sus aspectos disimulaban bien la condición moroi de uno, y la mundana del otro. Casi estaban irreconocibles. Y por la capucha oscura del ojiazul, su rostro se veía adormilado, con un toque de preocupación por viajar con la luz solar exterior durante demasiadas horas.
—Parecemos salidos de una mafia —valoró Yoongi en voz baja, y tomando una de las estacas elementales, ejerció el movimiento de levantar pesas en modo cómico—. Uh, oh. Ahora entiendo por qué estáis tan en forma con estas cosas. ¿Sois conscientes de lo que pesa?
—Es mejor que todos parezcamos dhampir —explicó el mayor—. Si nos interceptasen, nadie querría problemas con cinco de nosotros.
Taehyung agarró la estaca entre sus dedos y la observó en detalle. La empuñadura era bonita, labrada con volutas y de un singular olor a pino.
«Pero jamás se encendería en su mano como en la de sus compañeros —pensó—, y por supuesto, si quisiera utilizar aquella arma cargada de elementos, le mataría».
Jungkook se acercó a él gentilmente, y rozando sus dedos, recuperó la estaca con una especie de instinto protector. La punta de una de esas, podía llegar a perforarle con las mismas brasas que con las que lo haría a un strigoi.
—Dame —formuló con dulzura, enfundándola sobre la carcasa protectora de su pecho, y seguidamente subiendo la cremallera de la chaqueta hasta su barbilla—. Así está mejor.
Sus iris conectaron, con la leve chispa que les unió la noche anterior. El pulgar de Jungkook acarició su pómulo distraídamente, y Taehyung bajó la mirada sintiéndose inexplicablemente íntimo con el dhampir. Su corazón irradiaba felicidad. Y puede que se hubieran despertado pronto, pero no iba a olvidar que hasta hacía media hora, habían dormido juntos, haciéndose un ovillo como un cachorro entre sus brazos desnudos.
—¿Taehyung estará bien con la luz solar? —emitió Jimin desde el otro lado del pasillo—. ¿Llevas suficiente protección?
—También llevo guantes —respondió el moroi levantando una mano—. Me cubriré con la capucha.
—El día estará despejado —informó Seokjin anudándose una de las botas, e incorporándose—. Si es necesario, buscaremos lugares sombreados cuando atravesemos el bosque del norte. Pero serán unas horas difíciles, Taehyung.
Él asintió decididamente.
—Vendrás conmigo —le dijo Jungkook, caminando hasta el salón con los chicos—. Sólo hay tres caballos.
—Nunca he montado a caballo —inquirió Yoongi—. ¿Con quién iré yo?
Sus ojos se posaron en su ex pareja de cuatrocientos años, desviándose seguidamente hasta el cazavampiros sexy de Jimin, quien le había abrazado como un peluchito hacía dos noches. No le apetecía pensar en su ritmo cardiaco desde entonces, y aún menos, en la fragilidad que sentía desde que había recuperado sus recuerdos del pasado.
—Huh... ¿Por qué será que tuvimos que abandonar el coche en Busan? —gruñó en voz baja y sin mucho ánimo.
—Siempre puedes venir conmigo e imaginarte que es una Harley —expresó Jimin coquetamente.
Yoongi se frotó la frente, mientras Cecil se acercaba a los jóvenes con una noticia.
—Han llegado —dijo la anciana—, están en la puerta. Son tres.
Seokjin fue el primero en moverse, salió del salón y se dirigió a la puerta para encontrarse con los miembros de Revenant que habían acudido para escoltarles. Entre ellos, reconoció a Yong Freyja, quien se liberó del cubrebocas para saludarle con una entrañable sonrisa.
«¿Cómo olvidar a la preciosa flor de Freyja, después de aquellos años?».
—Los años no pasan para ti, Seokjin —dijo la moroi serenamente, ladeando la cabeza y posando sus ojos en los alrededores—, así que, ¿este es el nido en el que te refugias?
—Freyja —pronunció Seokjin—, cuánto tiempo.
—Espero que te fuera bien después de largarte sin avisar —añadió a destiempo.
—Siento eso —expresó el dhampir—, sabes bien que...
—Sí, todas esas cosas —suspiró Freyja, en una voz más grave y ronca—. Sin embargo, te recomiendo que dejes una nota antes de volver a desaparecer de Revenant. Tus aprendices te extrañaron durante demasiado tiempo.
—Han pasado diez años —finalizó Seokjin, como si fuera suficiente respuesta como para apartar el hecho de que, en una ocasión, les hubo abandonado—, dudo que sigan haciéndolo.
«Él hacía esas cosas: se iba —pensó el dhampir—. Nada podía retenerle. Y lo único que lo había hecho durante un corto periodo de tiempo, haciéndole creer que podía ser realmente feliz, fue Min Yoongi».
Freyja estrechó su mirada.
—Hay personas que seguimos haciéndolo, Jin —dijo con mesura.
La conversación se quedó ahí, pues ambos encontraban asuntos más importantes de los que tratar, como la hora en la que emprenderían camino hacia Revenant. Jungkook atravesó el pasillo de la casa y se dirigió a ellos con intención de saludarles, mientras Freyja y Seokjin conversaban junto a los otros dos dhampir.
—Serán varias horas, pero tenemos una ruta segura —dijo uno de los hombres—, no tendrán de qué preocuparse.
—Buenos días —saludó Jungkook al acercarse, pasando su mirada sobre los dhampir—, soy Jeon Jungkook. Agradezco que vengan desde tan lejos en nuestra búsqueda.
—Señor Jeon —intervino uno—, soy Mark. Un placer.
—Gyeong —respondió el otro, inclinándose levemente—. ¿Están listos para partir?
Ellos le saludaron de inmediato, se presentaron educadamente, remarcando el silencio de la mujer de la trenza. Los iris de Freyja ya se habían posado sobre Jungkook mucho antes de que se acercase a la puerta, y como si viera a un fantasma, en el estricto silencio en el que sus ojos se encontraron, Jungkook no tardó en compartir su desconcierto sobre el rostro que halló bajo la capucha.
Su aspecto físico era increíblemente similar al de la Directora de la academia de Incheon, Nira. El mismo color de piel y cabello, semejantes rasgos faciales. Mientras la Nira que conoció acostumbraba a usar prendas clásicas de moroi, mucho más delicadas y de encaje negro, faldas largas y sombreros croché, ella parecía férrea, vestida como un dhampir guerrero. Bajo aquel aspecto bélico, era una muñeca de porcelana que escondía mucho más que el coraje de ir a buscarles. Y Jungkook lo supo por sus iris claros, los cuales se clavaron sobre él en un destello que se apagó rápidamente tras el negro de sus pupilas. Casi como si corriese un tupido telón interior, que le alejase de su repentino trastorno.
—¿N-Nira? —pronunció Jungkook en voz baja.
—Ella es la señorita Yong Freyja, Jungkook —le explicó Seokjin—. Presidenta del Concejo de Revenant.
Jungkook dedujo que era moroi por su inusual aspecto pálido. Los moroi tenían esa especie de aura, y su figura esbelta y curvilínea, así como el tono de cabello y ojos, le hizo saber que así era. Recordó que los moroi de Revenant, no vivían refugiados en una jerarquía donde los dhampir les servían. Y, aun así, continuó preguntándose por qué Freyja parecía el fantasma de Nira.
—Me alegra haberos encontrado con vida, Jeon Jungkook —dijo Freyja, erizando el vello de su nuca. Su voz se había tornado en algo distinto, un tono que hasta entonces, Seokjin no había escuchado en los años que se conocieron, y provocó que le mirase de soslayo con un parpadeo—. ¿Qué tan difícil ha sido para vosotros llegar hasta aquí?
El dhampir tragó saliva.
—Ha valido la pena —respondió casi en un susurro, elevando su voz en un tono suspicaz—. ¿De qué le conozco? Me recuerda a... alguien...
Freyja ladeó la cabeza sin apartar la mirada, sus ojos se encontraban vidriosos, y por algún motivo inexplicable, se vio brevemente afectada por algo que Jungkook no supo.
—Por tu mención, veo que la conociste —contestó, arrojando el corazón de Jungkook contra su pecho—. Yong Nira y yo compartimos el más cercano parentesco.
—¿Es su hermana?
Jungkook razonó lo de que compartiesen el apellido «Yong», pese a que ese tipo de apellidos solía repetirse de forma general entre muchas familias moroi.
—En realidad, son gemelas —agregó Seokjin con media sonrisa—. ¿Qué tan poco me has hablado de Nira, querida Frey?
Ella le miró de reojo, y apretó los labios. «Poco, o más bien nada», pensó sin llegarle a responder. Sin embargo, Seokjin se vio asaltado por la invisible bofetada del akash. Fue como un susurro, como una respuesta que no pedía, ni necesitaba saber.
Selló sus labios inmediatamente, preguntándose el porqué de aquella sensación.
—Jamás pensé que Nira tendría una gemela —prosiguió Jungkook, inclinando respetuosamente la cabeza—. Es un placer, señorita Yong.
Ella apartó la mirada, y tomó aire lentamente.
—Pasen —Seokjin se hizo a un lado—, hablemos sobre el trayecto antes de emprender el camino.
Freyja entró la primera, pasando junto a Jungkook, con las manos entrelazadas tras su propia espalda. El más joven le siguió brevemente con la mirada, sintiéndose invadido por aquella sensación indescifrable. Los cuatro entraron en el salón, frente a la atención de los otros tres jóvenes.
—Chicos, ella es Yong Freyja —enunció Seokjin brevemente—, Mark, y Gyeong. Miembros de Revenant.
—Oh, no sabía que erais cinco —dijo la moroi, observando a los muchachos.
Ella hizo una ligera inclinación para saludarles.
—Soy Jimin —intervino el dhampir rubio, presentándoles rápidamente y evitando mencionar apellidos—, él es Taehyung, y él, Yoongi.
No obstante, fue bastante evidente que reconocieron a Kim Taehyung por cómo aquellos tres se fijaron en el moroi. El precio de ser el hermano menor del rey, era ser reconocido incluso en una comunidad que renegaba del orden monárquico nosferatu.
—¿Os encontráis bien? —preguntó Freyja sosegadamente—. Fuimos a Busan con tres escuadrones. Nuestros compañeros se han quedado allí, por si ocurriese algún otro incidente.
—Tuvimos heridas leves, pero nos hemos recuperado —contestó Jimin—. ¿Pudieron controlar la situación?
Freyja advirtió que Jungkook se había aproximado a Taehyung de forma magnética, como si ambos compartiesen algún campo gravitatorio.
—Fue complicado. Pero no se han perdido tantas vidas humanas como podía haber sucedido si hubiésemos tardado un poco más —explicó Freyja.
—La guardia real dhampir de la comunidad nosferatu llegó al día siguiente —les contó Mark—. Los nuestros están de encubierto. No queremos ser reconocidos por ellos.
—Entonces, ¿trabajan aparte de la comunidad nosferatu? —preguntó Jungkook—. ¿No habéis cooperado con ellos?
—Ni siquiera saben si realmente existimos — Gyeong exhaló una sonrisa.
—Oye, un momento —intervino Jimin, cruzándose de brazos y clavando sus pupilas en la mujer—. ¿Por qué te pareces tanto a Nira? Tú eres moroi, ¿no es así?
—Soy su familiar —contestó—. Lo era.
Jimin abrió la boca con asombro.
—Creemos que la comunidad nosferatu está sumergida en un caos —dijo Freyja—. Las noticias que nos llegan... no son nada positivas.
—Freyja —Taehyung dio un paso al frente con decisión—. Deben saber que nos han estado siguiendo desde hace un tiempo. No sabemos qué es lo que buscan de nosotros, pero mi cabeza y la de Jungkook tiene un precio, y alguien nos quiere tanto vivos, como muertos. Allá a donde vayamos, el peligro nos seguirá. Si la ciudad de Revenant nos ofrecerá refugio, deben saber a quién se lo están ofreciendo.
Todos se quedaron paralizados por la espontánea elocuencia de Taehyung. Pero él parecía haber pensado muy bien aquellas palabras, e incluso mientras las decía, su sensatez le honró entre todos.
—Jungkook está acusado de rebelión, pero sigue siendo un dhampir guardián para ellos —continuó—. Sin embargo, mi apellido me seguirá por ser quien soy para ellos. Soy un exiliado, y un enemigo público para la comunidad nosferatu.
Freyja se mantuvo estática frente al joven moroi, reconociendo silenciosamente su valentía.
—Señor Kim, no debe preocuparse —expresó Freyja—. Probablemente, la ciudad de Revenant sea el lugar más seguro del país. Y si le ofrecemos refugio, será bajo las mismas condiciones que cualquier otro dhampir, moroi o humano que se preste. Allí dentro, no será un príncipe. Será un renegado más.
—¿Y por qué daríais refugio a alguien como yo? —insistió Taehyung con suspicacia—. Y no me digáis que Kim Seokjin es el único lazo que nos llevará hacia allá, porque... Luka no es un peso tan pesado...
Seokjin levantó una ceja. No se tomó demasiado en serio su comentario, puesto que entendía sus palabras. No obstante, Freyja les ofreció una explicación más que efectiva.
—Nunca hemos interferido en los asuntos políticos de la comunidad nosferatu —dijo con solemnidad—. Pero no podemos pasar por alto los asesinatos en el mundo humano. Han muerto dhampir, moroi, y demasiados mortales inocentes estas semanas. Si se revela el secreto de nuestra especie, el mismo que los siglos han conseguido volver a enterrar, jamás podremos vivir en paz. La era de la tecnología nos expondrá definitivamente. Este es un asunto que nos concierne a todos, señor Kim. Queremos vivir en paz, y frenar una posible guerra.
Taehyung comprendió sus palabras, a pesar de que se sintiese inseguro respecto a Revenant. ¿Liberarse de su apellido y ser tratado bajo las mismas condiciones que otros? ¿Estar en un lugar seguro, sin seguir cargando todo aquel peso sobre los hombros de Jungkook? Era el lugar de sus sueños, sin dudarlo.
Jungkook y él compartieron una mirada significativa, en la que el dhampir pudo leer sus pensamientos.
—Aceptaremos ir a Revenant si cumple su palabra de que mantendremos un perfil bajo —respondió el pelinegro en su lugar—. Y, una vez que estemos allí, requeriremos saber más información sobre lo que ocurrido en la capital del país. Y por qué la comunidad se encuentra sumida en el caos. Tenemos a seres queridos en un paradero desconocido, Namjoon, Seojun...
Freyja sintió cómo una punzada atravesó su pecho al reconocer el nombre de Seojun.
—Por supuesto. Les doy mi palabra —dijo con seriedad—. Prometo que tendréis esa información. Además, como amiga de Seokjin... la comunidad le debe unos cuantos favores...
Seokjin agradeció mentalmente sus palabras. Él era ese nexo vinculante que Jung Hoseok había utilizado para que contactase con Revenant. Y por algún motivo, había funcionado. Freyja, como líder del Concejo de Revenant, era usualmente desconfiada. Pero esa mañana parecía más cooperativa que nunca.
«No. Freyja no era tan sólo la hermana gemela de Yong Nira, aquella persona de la que casi nunca le habló —pensó—. Había algo más en aquel silencioso sufrimiento que conoció diez años atrás, bajo la máscara de disfrazada serenidad, que, con el tiempo, le hizo alzarse en el Concejo».
—Está bien —pronunció Jungkook con cierto recelo.
Freyja se encontró con su creciente incertidumbre en los iris castaños del dhampir. Una desconfianza natural en alguien que había sufrido lo suficiente, como para temer de una comunidad desconocida. Sin embargo, Freyja y Revenant les ofrecía un lugar seguro, sin trabas. Seokjin conocía la ciudad subterránea, donde había trabajado entrenando aprendices moroi y dhampir durante años. Y él también sabía que no tenían de qué temer con ellos.
—Estaré con ellos, Frey —dijo el dhampir mayor—. Les he prometido mi lealtad.
Ella arrastró sus ojos hasta Seokjin, sorprendiéndose ligeramente por su mención.
«¿Lealtad a un príncipe, y a...? ¿ese joven? —razonó Freyja—. No tenía de qué quejarse, si quería jurarle lealtad a Jeon Jungkook. Pero aquel simple acontecimiento le hizo pensar en que había algo extraordinario en todo eso. Algo que aún no sabía sobre el moroi que les acompañaba. Luka no estaría implicándose tanto, de no ser así».
—Perfecto —añadió ella—. ¿Se encuentran preparados para partir?
Los jóvenes asintieron, y Freyja comentó que la mañana sería más soleada que esos últimos días. Mientras se ponían en marcha, se separaron brevemente para tomar sus respectivas monturas en el exterior de la casa.
Seokjin se despidió de Cecil en un abrazo fraternal, y la mujer les acompañó hasta la zona trasera donde se encontraban los caballos cargados con sus pertenencias.
—Tened un buen viaje —se despidió la anciana.
—Gracias por su acogida, señora —le dijo Taehyung, inclinándose ante ella.
Jimin, Jungkook y Yoongi les ofrecieron su agradecimiento asiduamente, creyendo que, de alguna forma, extrañarían ese lugar por corta que hubiese sido su estancia.
Jungkook subió al caballo donde había cargado sus pertenencias, y tiró de las riendas comprobando el ánimo del animal, sin poder evitar extrañar a su Medianoche. Era algo en lo que se había esforzado por olvidar ese último mes y medio, en el que su vida había cambiado por completo. Cualquiera se lo diría, «sólo era un caballo». Pero aún la extrañaba, y echaba de menos su galope y sus crines negras. Taehyung subió tras él, y abrazó su cintura bajo el sol, y aquella gran capucha que cubría su rostro, más el cubrebocas hasta la mitad de su nariz, que le ofrecería un extra de protección.
—¿Subirás conmigo? —le preguntó Jimin a Yoongi.
Él asintió, sintiéndose muy inexperto en eso de montar caballos. Eran tan grandes, que se vio diminuto a su lado. Pero Jimin le ayudó a subir sobre la montura con su impulso, y después, subió él, posicionándose delante.
—No te preocupes —le dijo sobre su hombro—, flexiona las piernas y relájate.
Seokjin tomó su propio caballo, y les echó un vistazo a los demás antes de tirar de las riendas solicitando que les siguieran. Rodeando la casa, y salieron de los terrenos siguiendo a los miembros de Revenant.
—¿Estamos todos? —preguntó Freyja, con voz amortiguada bajo su capucha y cubrebocas—. Cabalgaremos hasta el bosque del norte, después iremos a trote, con alguna parada. Si Taehyung no se encuentra bien, hacednos una señal.
—Por supuesto —dijo Jungkook, con la aprobación de los demás.
Cuando dieron luz verde, el camino comenzó dejando atrás el asentamiento de hombres lobos. Mientras abandonaban el lugar, Taehyung reparó qué tan lejos se encontraban de las ciudades humanas. La única vez que habían estado fuera de aquel poblado, él estaba casi inconsciente por lo sucedido en el tren.
No pudo permitirse mirar hacia atrás, ni observar el llano paisaje bajo el sol, sin sentirse mareado. Por lo que optó por hundir su cabeza tras el hombro de Jungkook y evadir la luz solar todo lo posible. La fatiga le terminaría alcanzando a lo largo del trayecto, inevitablemente.
Aire limpio era todo lo que los pulmones de Jungkook respiraron durante esas horas. El galope duró minutos, y fue reduciendo el ritmo mientras atravesaban las arboledas. La mañana era tan soleada y fresca, que el bosque parecía un paraíso verdoso, con suelo cubierto de tierra negra, hojas y zonas musgosas. Bajo las sombras de las altas ramas, ralentizaron el paso.
—Cerca de la ciudad de Daegu, tomaremos un desvío —comentó Freyja con Seokjin, mientras trotaban con más tranquilidad.
—Oh, claro.
Jimin se mostró concentrado en el trayecto, volviéndose de vez en cuando para prestarle atención a Yoongi.
—¿Vas bien? —le preguntó atentamente—. Puedes agarrar mi cintura si quieres.
Yoongi tragó saliva y apartó su idea brevemente, reconociéndose que le dolían sus partes por el galope previo, en el que se había visto forzado a sujetarse a Jimin con pulcritud.
—Todo bien.
Entre ellos existía esa fina barrera que Yoongi temía atravesar. Flirtear con Jimin era divertido, pero, ¿qué había de ese temor que de repente le había atacado? Se sentía demasiado debilitado por recuperar sus recuerdos. Necesitaba recuperarse de un amor roto, un corazón fraccionado, y el perdón que le ofreció a Seokjin forzándose a comprender sus motivos.
«Sentir algo por alguien tan rápido, no entraba sus planes».
En aquel rato, Taehyung abrazó la espalda de Jungkook, percibiendo sus primeras náuseas solares. Enterró su rostro en su hombro nuevamente, agradeciendo mentalmente que al menos, estuviesen atravesando una zona más sombreada.
—¿Estás mareado? —formuló levantando la cabeza sobre su hombro—. ¿Quieres que paremos?
Taehyung negó tras él, apretando los párpados e inspirando el aroma que encontraba en su ropa. No había mejor evasión posible para aquel momento. Jungkook tiró de las riendas para adelantar el paso de su caballo y se acercó a Freyja y Seokjin, escuchando la conversación que compartían.
—Solicité el permiso para introducir a dos personas —dijo Freyja—. Tendré que hacer unos arreglos para sacar las credenciales de los otros dos.
—¿Credenciales? —repitió Jungkook.
La moroi le miró de soslayo, tan perfectamente cubierta, que apenas se veía su rostro.
—Para entrar en Revenant hay que pasar un registro. Tendréis que someteros a un control de identificación —le explicó—, os crearán una IDs para la ciudad, donde se especifique vuestra raza y el nombre. Podéis elegir el que sea, allí, dentro de la ciudad, sois libres de labraros una nueva identidad si lo creéis necesario.
—¿En qué consiste... ese control? —preguntó el pelinegro, poniendo su atención mientras trotaban.
—Identifican vuestro tipo de sangre. Sean humanos, dhampir o moroi, deben rellenar una documentación y el juramento de proteger el secreto de la ciudad —dijo Freyja—. Una vez tengáis vuestra identificación, podréis entrar y salir de Revenant con libertad. Nada os detendrá.
—Ahora que lo dices, no sé qué hice con mi identificación —intervino Seokjin.
—El control de sangre te identificará de todos modos, no te preocupes —añadió la mujer—. Pero la próxima vez, podrías preocuparte por no abandonar todo lo que tenías en aquel apartamento.
—Oh, ¿sigue intacto, después de diez años?
—Por supuesto que no —respondió ella con una sonrisita—. Te asignarán uno distinto.
Jungkook se mordisqueó el belfo inferior pensando en que nadie había advertido que Yoongi era humano.
«Era probable que no pudieran seguir ocultándolo una vez llegasen a ese control y registro», pensó.
Mientras avanzaban, Taehyung estrechó su cintura en una caricia donde su mentón se posó sobre su hombro. El leve trote le hacía sentirse revuelto, pero el tarareo que Jungkook emitió fue dulce. No conocía la canción, sin embargo, pensó que la melodía era gratificante. Sosegó su alma durante unos instantes, hasta que comenzó a sentirse sudoroso bajo toda la cobertura de su ropa.
Jungkook levantó la voz y marcó un alto en unos minutos más, comenzando a preocuparse por los efectos de la luz solar. El grupo se detuvo tras esas horas de trayecto cuando encontraron una zona cubierta de árboles, junto a un riachuelo.
Bajaron del caballo, con Jungkook a la cabeza, y Taehyung pisó tierra con su ayuda sintiendo las rodillas débiles. Un temblor eventual acompañó a su organismo seguido de un molesto jadeo.
—Siéntate —indicó Jungkook señalando las raíces de un árbol.
El moroi le obedeció, mientras él rebuscaba algo en una de las bolsas laterales de su caballo. Sacó una botella de agua mineral y se agachó frente a su compañero ofreciéndole un sorbo de agua. Taehyung se liberó del cubrebocas, y tomó el agua, mientras el dhampir comprobaba su frente bajo el flequillo y capucha.
—No pasa nada —le dijo Jungkook en voz baja—. Es una de tus reacciones febriles por el sol. Es normal, no estás acostumbrado.
Taehyung asintió lentamente devolviéndole la botella de agua, y el pelinegro le insistió para que tomase un poco más. Mientras los demás bajaban del caballo y sacaban algunas provisiones para almorzar, Freyja se acercó a Jungkook y Taehyung.
—Con los años, tu sistema se acostumbra al horario diurno, y las salidas al sol no te afectarán tanto —le dijo, ofreciéndole una de las capuchas verdosas de Revenant—. Ten, usa esta. Frenan por completo el paso de los rayos UVA.
Jungkook posó sus protectores iris sobre Freyja, valorando la prenda y agarrándola con unos dedos. Comprobó el tejido de cuero, forrado de alguna especie de terciopelo. Él volvió a mirarla de soslayo, reparando en que ella vestía el mismo. Una pieza completa que recubría con una cremallera de cierre en el centro.
—Gracias —respondió, dirigiéndose a Taehyung de nuevo—. Quítate lo que llevas, te ayudaré a ponértelo.
Taehyung le miró con debilidad, y sintiéndose envuelto en un sudor frío. Se quitó lo que llevaba con la ayuda del dhampir y se puso la prenda de Freyja. De forma inmediata, sintió como el vello de su piel se erizó bajo la ropa. Echándose la capucha, recuperó el frescor mientras volvía a tomar agua, y Jungkook le ofrecía algo para comer.
—¿Qué tal? —Jimin se acercó a ellos mordisqueando algo, y se sentó al lado de Taehyung pasando un brazo sobre sus hombros—. ¿Mejor?
—Mhmn... lo siento —murmuró el moroi humildemente.
—No lo hagas —respondió Jimin—. Si fuera por mí, patearía a ese sol como a una pelota.
Yoongi paseó por los alrededores mientras el resto almorzaba. Posó sus pupilas en cada rincón de los altos árboles que les ofrecían sombra esa mañana. Viéndose tan lejos de Busan, se sintió agitado. Emocionado, de alguna forma. Vistiendo de una forma tan distinta y con una gente que, sin duda, había cambiado el sentido su vida. Se acercó al riachuelo y se agachó para meter las manos en el agua cristalina y helada, y se la llevó a la boca para probarla. Era dulce, y sus dedos estaban rojos y helados después de incorporarse, por lo que supo que aquel riachuelo debía descender de algún monte cercano.
—¿Estás bien? —la voz de Seokjin llegó hasta él.
El humano giró la cabeza, sus ojos se encontraron brevemente, desviando la mirada en unos segundos más.
—Sí, un poco cansado del trote —dijo con neutralidad—. Reconozco que duele el culo. ¿Queda mucho?
—Montar a caballo no está tan mal cuando te acostumbras. Estaremos allí en un par de horas más —dijo Seokjin pausadamente, aproximándose al borde del riachuelo con la vista perdida en el agua—. Yoon, en Revenant hay sistemas bancarios —añadió en voz baja—. Tengo una pequeña fortuna acumulada. La compartiré contigo para que retomes tu vida allá donde desees hacerlo. No importa si es en Busan, o...
—¿Me estás ofreciendo dinero? —Yoongi liberó un silbido—. Huh, qué tentador. Pero pensaba quedarme en Revenant una temporada.
—Oh, claro —expresó Seokjin—. No pretendo expulsarte. Pero, conozco tu situación, y...
—Jin. No quiero tu dinero —emitió Yoongi repentinamente.
Sus irises volvieron a encontrarse en el pacífico silencio del bosque.
—Sin ofender —agregó el humano, humedeciéndose los labios—. No creo que sea el momento para... quiero decir, no te desprecio. Pero, yo...
—Lo sé, Yoon —Seokjin suspiró sin perder su calma—. No pretendo adularte. Estoy solo. Nunca utilicé la fortuna que hice en Revenant, y hasta donde sé, estás sin trabajo, lejos de casa, y muy lejos de la realidad que conoces. Sólo quiero... que me permitas... a-ayudarte.
Yoongi respiró cabizbajo, entendiendo sus palabras a pesar de que desease rechazarle.
—Si quieres retomar tu vida en algún momento, te ayudaré a hacerlo —prosiguió Seokjin, antes de retirarse—. Sin trucos, sin manipulaciones. Te lo debo, Yoongi.
Contempló cómo le ofrecía la espalda mientras regresaba junto a los chicos.
—Eh —Jimin le llamó a unos metros de distancia, incorporándose—. ¿Vamos?
El grupo se sintió recuperado tras un corto almuerzo, y con motivo de que las horas restantes de viaje no se hicieran tan pesadas, se intercambiaron sus acompañantes. Jungkook cedió en dejar a Taehyung a disposición de Jimin ese rato, mientras el moroi se mostraba mucho más cómodo bajo su nueva prenda protectora. Y por su lado, Yoongi subió a la montura con él, y conversaron bastante durante el trote.
Siguiendo la dirección que los caballos de los miembros de Revenant marcaron, continuaron con el trayecto sin bajar la guardia, a pesar de que se sintieran seguros en las más intensas horas solares. Jungkook escuchó el cuchicheo de Jimin y Taehyung en su respectivo caballo, cuyo mejor amigo se volvió extra dulce con el moroi, provocándole una risita con no-se-qué tontería que parecía estar contándole.
Jungkook se hubiera sentido un poco celoso si aún estuviesen en la academia. Pero a esas alturas de su vida, y después de lo feliz que se sentía por liberar sus verdaderos sentimientos, sus inseguridades se habían desvanecido. Se sentía reforzado, más seguro de sí mismo, y de lo que quería. Confiaba en Kim Taehyung como en nadie, y no podía estar más feliz de tener a Jimin con él, así como a Yoongi, y Seokjin.
Inesperadamente, sus iris se cruzaron con los de Freyja, quien aceleró el trote de su caballo, pasando por uno de sus lados. Jungkook volvió a seguirla con la mirada, sintiéndose muy extraño. No sabía si era por su parecido con Nira, o por qué motivo sentía aquella falsa familiaridad con alguien que no conocía. Por lo que intentó apartar aquel desconcierto de su mente temporalmente.
En el transcurso de algo más de una hora, hicieron su última parada junto a un río que cruzaron con los caballos, sorteando la zona con menos agua, y deteniéndose en los cercanos árboles cercanos a la orilla. Sus caballos bebieron agua, y probaron algo de las provisiones con las que Mark y Gyeong les alimentaron.
—¡Ahí! ¡Míralos! —señaló Yoongi.
Jungkook se acercó a la orilla del río, fijándose en el chapoteo de unos cuantos peces de agua dulce.
Y mientras descansaban de su breve parón, Jungkook llevó sus iris hasta Jimin y Taehyung, Seokjin junto a los otros dos dhampir, y Freyja en solitario, quien posó la espalda en el grueso tronco de un árbol, manteniéndose a la sombra, bajo la capucha que ensombrecía su fino rostro de ojos claros.
El dhampir volvió a desviar su mirada, tras toparse con sus ojos del tono gris perla. Comenzó a sentirse algo incómodo por la forma inesperada en la que sus ojos se estaban encontrando esa mañana.
No era atracción, ni mucho menos. Al menos, no por su parte. A él nunca le habían interesado las moroi, ni siquiera en la academia.
«Había... algo más. Pero no sabía qué».
Supuso que era porque se trataba de la primera moroi que conocía ajena a la comunidad nosferatu. Y su curiosidad por ser familiar de Nira, le hacía preguntarse qué motivo había llevado a su gemela a exiliarse.
«¿Mantendrá relación con la Directora de la academia? ¿O su gemela la había apartado de su vida por algún motivo? —se preguntó, toqueteando el broche de la flor de Tigridia que llevaba enganchado en el puño de su manga—. Tendré que preguntárselo en otro momento».
En ese momento, y mientras Jungkook perdía la mirada en el caudal del río, unos diminutos caballos cristalinos se elevaron frente a él, tratando de correr contra la corriente en un galope. Jungkook pestañeó.
—¿Qué es eso? —emitió Yoongi señalándoles.
Los caballos se deformaron rápidamente, convirtiéndose en gotas, que se vieron velozmente lanzadas hacia los chicos, salpicándoles ligeramente con el agua.
—Pero, ¿¡qué cojones!? —soltó el humano, encogiéndose de hombros.
Jungkook se giró rápidamente, y exhalando una amplia sonrisa, supo que era el poder de Freyja. Ella bajó los dedos desnudos, cuyas manos enguantadas y brazos volvieron a cruzarse sobre su propio pecho, con una posición despreocupada bajo el árbol desde donde les observaba. Una leve curva de diversión asomó en la comisura de sus labios, bajando la cabeza con cierta timidez.
*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas
—Es el elemento de esa moroi —pronunció Jungkook—. No sé por qué, no esperaba que...
—¿El qué? ¿Qué nos salpicase? —refunfuñó Yoongi.
—No, no...
El elemento de Nira era el peculiar fuego del tono zafiro. Jungkook creyó que era curioso que su gemela, portase el elemento más opuesto. Genuinamente se complementaban. Nira parecía frágil, mientras dominaba el salvaje elemento del fuego. Y Freyja aparentaba ser alguien mucho más endurecido, mientras que su elemento era más frágil y etéreo.
«Tal vez eso, comenzaba a hablarle de lo diferentes que eran», pensó el joven, sin llegar a comentar nada.
Poco después, volvieron a subir a los caballos, alcanzando el galope cuando abandonaron el bosque.
—Hemos entrado en los territorios de Daegu —dijo Mark, aminorando el ritmo del grupo—. Por allí, hacia las cordilleras.
—Hay entradas subterráneas de metro que llevan a los accesos de la ciudad de Revenant. Desde Daegu se puede acceder —les contó Seokjin desde su respectivo caballo—, pero la entrada que tomaremos, es la de la montaña.
—Oh —Jungkook se vio sorprendido junto al resto.
En cuestión de unos minutos rodearon uno de los montes poblados de árboles, y entraron por un camino de tierra que bordeaba una peligrosa pendiente que descendía hasta el río. La inclinación de la zona les hizo vislumbrar la cantidad de pies a los que se encontraban. Se acercaron a un ala rocosa de la montaña, cubierta por una enorme catarata que se derramaba en la distancia. El fuerte susurro del agua acarició los oídos del grupo mientras se acercaban.
—Tras la catarata —señaló Freyja—. Estamos cerca.
—Lo sabía —Yoongi chasqueó con la lengua—. Ahora viene la parte del santo y seña.
—¿La entrada es una cueva? —preguntó Jimin desde su caballo.
—Lo veréis —dijo Seokjin.
Introduciéndose bajo el ala montañosa, continuaron el camino hasta pasar junto a la cortina de agua. Detrás de ella, la luz se volvía más brillante y azulada, reflejándose contra las rocas de forma llamativa.
—Ingenioso —murmuró Jungkook—. Es imposible que por aquí pasen mundanos.
—A veces lo hacen —intervino Gyeong, bajando del caballo ágilmente—. Pero no se enteran de nada. Este es el único acceso exterior a la región de Daegu. La entrada a peatones está restringida, por aquí sólo se permite el paso de mercancías de abastecimiento. Pero este es el acceso más seguro para vosotros.
Jungkook y los demás bajaron de los caballos escuchándole, y tirando de las riendas de sus monturas ligeramente. De un momento a otro, advirtieron que lo único que tenían delante era un enorme muro de roca. Sin embargo, Freyja se acercó a un extremo de la pared, y pasó los dedos entre una de las rugosidades rocosas como si tocase algo. Ella regresó hacia su caballo de nuevo, y tomó las riendas distraídamente mientras el silencio se hacía con el grupo.
Jimin y Jungkook se miraron de soslayo, preguntándose mentalmente a qué demonios estaban esperando. En unos segundos más obtuvieron su respuesta, cuando la zona en la que se hallaban comenzó a temblar como si un terremoto les hubiese alcanzado.
Taehyung se tambaleó, y los jóvenes se pusieron alerta, hasta que observaron cómo el muro comenzaba a abrirse como si se tratase de una puerta corrediza. En el interior despejado, encontraron la piedra pulida, y unas zonas de control donde se revisaban las mercancías.
—Vamos —indicó Freyja, tirando de su caballo.
Entraron al interior con las monturas observando las paredes rocosas, y las lámparas de aceite que iluminaban la caverna que se extendía. Allí dentro, encontraron a varios hombres vestidos de negro, entre ellos, un par de moroi que cerraron la misma entrada levantando las manos en dirección a la oquedad.
—Dejad los caballos aquí —señalaron Mark y Gyeong—. Se los llevarán más tarde. Podéis cargar con vuestras pertenencias ahora.
El dhampir pelinegro bajó las pesadas bolsas cargadas con sus pertenencias, con la ayuda de Taehyung. Jimin y Yoongi hicieron lo mismo, sintiéndose exhaustos por el viaje.
—Archivald —Freyja levantó la voz, y llamó al par de moroi para que se acercasen—. Ellos son los jóvenes para los que solicité la entrada. Necesito otro pase doble.
—¿Cuatro? —Archivald pasó sus ojos verdosos por encima del grupo, reconociendo brevemente a Jungkook—. Señor Jungkook, es un placer conocerle. Mi nombre es Archivald, y él, es mi hermano menor, Craig.
Jungkook estrechó su mano educadamente, fijándose en los dos moroi extranjeros. Tenían aspecto europeo, de mediana edad, con usual cabello claro y rostro pálido. Archivald lo tenía por encima de los hombros y peinado hacia atrás, mientras Craig, lo llevaba completamente corto, en el mismo amarillo pollo que les caracterizó como familiares.
—Oh, eh. Es un placer —respondió el más joven—. ¿De qué conoce mi apellido?
—Ah, claro —sonrió Archivald—. Conocí a su padre cuando era joven. Claro, antes de que me destituyeran del Ministerio. Después del Siego... el Círculo se deshizo de nosotros.
Los iris castaños de Jungkook se arrastraron entre los dos hermanos, advirtiendo el solemne silencio de Craig. «¿Así que el Círculo les expulsó de la comunidad?».
—Disculpad, ¿cómo habéis cerrado esa montaña? —intervino Yoongi aislando la conversación—. Es una maldita pasada. ¡Estoy flipando!
Jungkook se llevó la mano a la frente, ante la cara atónita de los otros dos. Jimin agarró a Yoongi del codo y le arrastró hacia él, chistándole para que se callara.
—Es una pena que se hayan perdido más vidas humanas —manifestó Craig eventualmente, con una voz menos grave que la de Archivald, y un acento extranjero mucho más marcado—. Los infortunios entre las especies han causado este eterno y maldito conflicto. Nunca se derramará suficiente sangre, para los que no tienen corazón.
—Jungkook —le llamó Seokjin, aproximándose a él y Yoongi—. Disculpad, tenéis que entrar para pasar el registro.
Yoongi y Jungkook le siguieron, dejando de lado a los hermanos moroi. Jimin y Taehyung se encontraban hablando con Freyja, quien les hizo una señal con la cabeza cuando todos se reunieron.
—¿Lleváis todas vuestras pertenencias encima? Seguidme.
Jungkook y Taehyung se miraron de soslayo, cargando las pesadas bolsas de viaje.
—¿Estás bien? —le preguntó.
—Sí, algo mejor... —suspiró Taehyung con debilidad—. Han sido más horas de las que esperaba.
—Freyja dice que podremos descansar —dijo Jimin—. Me muero por darme una ducha.
Avanzando por la enorme caverna, atravesando unos enormes portones metálicos que daban a una zona con escaleras. Los jóvenes las subieron sin dilación, encontrando el mármol antiguo como suelo, varias puertas metálicas, unas personas vestidas con uniforme, y unas mesas para registrar equipajes.
—Déjenlas por aquí —les indicaron—. Abran las cremalleras.
—No tardaré nada —expresó Freyja, adelantándose con su credencial—. Necesito el permiso para introducir a dos personas más en la ciudad. Esperad aquí, os harán el control mientras tanto.
Ellos asintieron, colocándose en fila. Se destaparon el rostro y se liberaron de las chaquetas, mostrando las armas que portaban. No había nada realmente especial, más que estacas elementales, y algún elemento de acero encantado. En cuanto a sus equipajes, sólo lo revisaron por encima, mientras un par de enfermeros se acercaron con guantes y una diminuta máquina que tenía una aguja.
—Eh, eh, no llevo bien lo de las agujas —soltó Yoongi, levantando las manos—. La única aguja que he permitido que me tocase en mi vida fue para los tatuajes de mi brazo izquierdo.
—No se preocupe, caballero —le dijo una mujer—. Será rápido. El control de sangre es necesario para identificar su raza.
Yoongi bufó, y mientras Jimin se dejó perforar el dedo con un breve pinchazo de aquella máquina que le identificó como dhampir, él cedió y extendió su mano con pudor.
Jungkook observó cómo revisaban sus equipajes, y pasaban el control de sangre por Jimin y Yoongi antes de llegar a ellos.
—No se permite el acceso a strigoi —dijo Seokjin—. Por eso siempre se realiza un control antes de registrar a un nuevo miembro de Revenant. Como Freyja dijo, necesita un permiso especial concedido por el Concejo para aceptar nuevos registros. El afluente de nuevos miembros se cortó hace tiempo.
En unos segundos, la máquina donde Jungkook puso su dedo, grabó su huella dactilar, y le pinchó con una aguja tan fina en la piel, que apenas se percató de la gota de sangre que brotó de su yema. El aparato emitió un pitido automático, y la joven comprobó la pantalla de identificación. «Dhampir».
—Pase por aquí, caballero —le dijo.
Jungkook le siguió, mientras se encargaban de Taehyung, recibiendo la atención de alguien que parece advertir los efectos de su exposición solar.
En un mostrador, se imprimía rápidamente un informe con su tipo de sangre, su raza, y varios huecos a rellenar. La mujer le pidió su nombre y apellido, mencionando que podía elegirlo en vez de utilizar el suyo.
—Jeon Jungkook —respondió el pelinegro con sencillez, sintiéndose incapaz de renegar de su nombre.
—¿Edad?
—Diecinueve.
—¿Está manteniendo una relación con alguien que vaya a introducir en Revenant?
Jungkook parpadeó, sintiéndose aturdido por la pregunta.
—¿D-disculpe?
Ella sonrió levemente.
—No se preocupe —añadió con amabilidad—. Es por los humanos. Ellos sólo pueden registrarse en Revenant si mantienen una relación con dhampir o moroi, y si, por ejemplo, es hermano de un dhampir. Este método se utiliza para que sus parejas o familiares humanos no se queden fuera del sistema. ¿Mantiene una relación con algún humano que quiera registrar?
—Oh, no. No —contestó Jungkook negando con la cabeza.
—Bien, firme aquí—continuó.
La joven se agachó tras el mostrador mientras Jungkook firmaba, leyendo por encima los documentos del secreto de la ciudad, donde se exponían a una condena en caso de exponer a la comunidad. Ella sacó una tarjeta recién impresa y de tono dorado, que le ofreció a Jungkook cuando finalizó su firma.
—Esta es su identificación. En caso de extravío podrá entrar tanto con su huella o con una muestra de sangre —le explicó—. Si quiere modificar su nombre, tendrá que pasar por el edificio institucional de Revenant.
—De acuerdo —aceptó el más joven, recibiendo la tarjetita entre sus dedos y sintiéndose algo traspuesto—. Gracias.
Taehyung pasó el control siendo reconocido como moroi, atravesó las mismas preguntas rápidas que su compañero, dio su nombre real y firmó los mismos documentos. Cuando se acercó a Jungkook, sus iris se encontraron y una de sus manos se entrelazó con la del otro, a la espera de que el resto pasase el registro.
Freyja regresó al lugar sin capucha, y con unos mechones rebeldes que habían escapado de su trenza blanca. Con un permiso firmado por todos los miembros del Concejo para introducir a dos más, se acercó a la gente que realizaba el registro y se lo entregó.
—Es para ellos dos. Su registro está aprobado.
—Está bien, gracias, señorita Yong —contestó la otra mujer—. En seguida le pasaremos la documentación.
Después de aquello, Freyja se aproximó a Jungkook y Taehyung, vislumbrando sus manos entrelazadas.
—¿Les habéis dicho que tenéis una relación? —preguntó Freyja directamente—. No hay ningún problema porque así sea. Os asignarán un lugar residencial conjunto en la ciudad, si se lo explicáis a Haneul.
—¿Un lugar residencial? —repitió Jungkook, incrédulo—. ¿Cómo... una casa?
El corazón de Taehyung palpitó en su pecho, asombrándose por completo. Freyja suspiró, y cruzándose de brazos les dijo:
—Un apartamento. Hay edificios ahí dentro —se detuvo brevemente—. Supongo que querréis estar cerca, ¿no es así?
—H-huh, sí —respondió Taehyung rápidamente, con un rubor de mejillas.
—Esperad aquí, se lo diré yo para que os coloquen en el mismo lugar —agregó la moroi.
Jungkook se quedó estático cuando Freyja se dirigió al mostrador rápidamente. «¿Había edificios allí dentro?», pensó.
Yoongi se vio detenido en el registro, cuando Jimin pasó de largo.
—Usted es humano —señaló un tipo, comprobando la máquina que le había pinchado previamente el dedo—. Pase por ahí.
—Señor, ¿tiene alguna relación consanguínea, o de pareja dentro del registro de Revenant? —le preguntó otra mujer.
—¿Consanguínea? —repitió Yoongi.
—Sólo puede firmar su registro si alguien de aquí es su pareja, o familiar —repitió la mujer.
Jungkook escuchó aquello último, y él, Taehyung y Jimin, se acercaron al mostrador recordando aquel «pequeño» detalle sobre Yoongi.
—Esto... yo... —balbuceó el humano.
—Si no es así, lamento comunicarle que su entrada estará restringida.
—Espere, ¿qué? —emitió Jungkook—. ¿Yoongi no puede pasar?
—Chicos, en la ley de Revenant, se respeta el secreto de las razas ante la población humana —explicó Freyja—. No se puede introducir a alguien ajeno a la comunidad vampírica, por eso se pide la verificación de su vínculo con alguien que ya está dentro.
«Oh, mierda», pensó Jungkook.
En realidad, a esas alturas, Yoongi no era un humano completamente ajeno a la comunidad. Había estado implicado en profundidad con ellos, hasta el punto de formar parte de eso.
Seokjin se acercó a los muchachos al escuchar la conversación.
—¿Qué ocurre? —preguntó en voz baja.
—No puede pasar... —murmuró Taehyung—. No habíamos pensado en esto.
El dhampir mayor estuvo a punto de tirar de su responsabilidad, y decir algo en voz alta para salvaguardar a Yoongi, sin embargo, Park Jimin se le adelantó con una asombrosa ocurrencia.
—Está conmigo —soltó abiertamente—. Por eso ha venido con nosotros... es mi pareja.
Yoongi se quedó a cuadros, y levantó las cejas llevando sus irises hasta Jimin.
—Espera, ¿q-qué? —bufó, recibiendo una mirada de malas pulgas por parte del dhampir.
Jimin le miró como si le dijese: «Arregla esa maldita cara antes de que te hunda en el suelo».
—Q-quiero decir, sí —solucionó Yoongi rápidamente—. Exactamente exacto. Eso mismo.
—Somos novios —repitió Jimin mirando a la mujer del mostrador, colocando los brazos en forma de jarra en su cintura y mordisqueándose la lengua.
—Síp —reprodujo Yoongi en tensión.
Taehyung se llevó una mano a la boca, y Jungkook soportó las ganas de descojonarse delante de todos. Seokjin se quedó con una inusual cara de póker dibujada en su rostro.
Y para colmo, la mujer del mostrador les miró con una duda ensombreciendo su semblante.
—¿Seguro? —preguntó ella, levantándose de la silla, y bajando la montura plateada de sus gafas.
Que Jimin no hubiera dicho nada de su pareja durante su registro, fue lo que se le hizo más sospechoso de todo. Para ella, sonó como lo que era; una malísima excusa.
Sin embargo, Jimin inspiró profundamente, se giró en redondo hacia Yoongi, y agarró su nuca con una mano para plantar un sello de labios sobre los suyos. Fue un beso superficial y de unos segundos especialmente largos, el cual Jimin soltó seguidamente sintiéndose muy avergonzado.
Yoongi perdió su aliento, sus mejillas se llenaron de un leve rubor y carraspeó con su garganta. Comenzó a recolocarse la chaqueta sintiéndose especialmente sofocado por la inesperada acción de Jimin.
—Llegar más lejos sería inapropiado —manifestó Jimin con mejillas febriles, dirigiéndose a la mujer—. ¿Acaso quiere una reproducción más explícita de cómo es nuestra relación, señora?
—H-huh, n-no, no —musitó ella levantando las manos—. Mis disculpas, en seguida le entrego la documentación a rellenar.
Yoongi tomó aire e intentó no volver a mirar a ninguno de los presentes hasta que su azoramiento se diluyese lo suficiente.
«Vale, Jimin estaba salvándole el culo. Pero esos labios eran los suyos, y aquello había sido lo más parecido a un abuso de confianzas», pensó. «Por no mencionar que se lo había robado».
Jimin se apartó lo máximo posible de Yoongi mientras él firmaba su documentación de registro, y encontró los divertidos iris de Taehyung. Le hubiera arrojado alguna estupidez para que dejase de mirarle, si no fuera porque, tanto él como Jungkook se vieron distraídos por la aparición de una tercera persona que no esperaban encontrar allí.
Dos muchachos de aspecto dhampir se acercaron al grupo presentándose como agentes de seguridad, que esperaban a acompañarles a la ciudad, y orientarles brevemente de las zonas más importantes que se ocultaban bajo la montaña.
Pero los ojos de Jungkook se clavaron en uno de ellos. Un rostro conocido. Cabello largo y castaño, peinado hacia atrás. Rostro cuadrado, fornido, con un pendiente en una de sus orejas.
Un montón de flashbacks le alcanzaron.
Una ladera por la que rodó, partiéndose un brazo por su causa. A él, atravesando a su parabatai Irissa con una estaca. Su abandono precipitado el mismo trágico día en el que se graduaron.
«No dejaré que me utilicen», le dijo su voz ese día. «Encontraré mi lugar entre humanos».
—¿Sihyun? ¿Eres tú? —exhaló Jungkook, en un parpadeo—. ¿Qué haces... aquí?
—¿Jeon Jungkook? —reprodujo su antiguo compañero de la academia, abriendo la boca con asombro—. ¿Cómo...?
Sus ojos fueron a parar desde a él, a Park Jimin, y al mismísimo Kim Taehyung. Sus antiguos compañeros le reconocieron del mismo modo, pese a que jamás pensaron que volverían a encontrarse de nuevo.
—Y vosotros... por supuesto... —gruñó Sihyun, levantando una ceja con diversión—. Jamás pensé que iba a decir esto, pero me alegra volver a veros.
*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top