Capítulo 15
Capítulo 15. Lazos afectivos
*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
—¿Puedes sentirlo? Está ahí —expresó Seokjin, mientras meditaba con el dhampir más joven—. Puedes ocultarte temporalmente en las sombras. Esa dimensión está aquí, entre nosotros. Por lo que, si aprendes a controlarlo debidamente, ni los barrotes de una prisión podrán retenerte.
Jungkook abrió los ojos lentamente.
—¿Puedo atravesarlos?
—Puedes atravesar cualquier cosa, Jungkook —le contó con una sonrisa—. Pero eso no te hace estar más seguro, si no lidias primero con tus enemigos en el Otro Lado.
El pelinegro se levantó del tatami mordisqueándose el labio, vislumbrando a Yoongi, Taehyung y Jimin practicando al otro lado de la ventana.
—Eres primerizo, no te preocupes —dijo Seokjin aproximándose—. Hasta el momento, yo soy el único con este tipo de dones. Compartirlos con alguien se hace agradable.
Jungkook le miró de soslayo, advirtiendo el deje nostálgico en la voz de Seokjin. Él no pretendía hacerlo, era un joven hombre escrupuloso, y a pesar de su simpatía, había demasiadas cosas tras su silencio. No obstante, Jungkook creía poder empatizar con él.
«¿Qué hubiera sido de su vida si Taehyung no estuviera? No quería ni pensar en qué tipo de infierno se convertiría su existencia».
—Jin —pronunció Jungkook—. Yoongi me dijo que... devolviste sus memorias...
—Oh. Supongo que era algo que le debía —expiró el pelinegro mayor—. Él deseó que lo hiciera
Le ofreció su espalda para recoger unas cuantas cosas de la habitación, y regresó a Jungkook expresando algo más.
—Yoongi es importante para mí, Jungkook —dijo pausadamente—. Que esté aquí es relevante, y que os acompañe, sólo me hace preguntarme... si es lo más seguro...
—Iremos hasta la ciudad de renegados, dijiste que ese era un lugar seguro, ¿no es así?
—Hmnh —asintió Jin, seguido de un suspiro—. Espero que no se demoren demasiado en llegar a la aldea. Uno de mis contactos de Revenant es... fue una buena amiga.
—¿Amiga? —Jungkook exhaló una sonrisa—. Algo me dice que no te has aburrido nada durante tus años de errante, Jin.
Seokjin carraspeó levemente. E intentando cambiar de tema mientras salían de la sala, antes de que «el niñato de Jungkook» soltase unas carcajadas mencionando esporádicamente un tema sobre algo que ni siquiera se había parado a pensar, Seokjin mencionó que le gustaría mostrarle a Taehyung unos trucos sobre el akash.
—¿Unos trucos? —repitió el menor con un parpadeo—. ¿Te refieres a esos pulsos de luz?
—Por supuesto —comentó mientras se dirigían al porche—. ¿Crees que podríamos intentarlo?
—Tú mismo —le animó Jungkook, con una sonrisita—, díselo.
Allí afuera, Yoongi y Taehyung se habían detenido, mientras Jimin se convertía en el profesor de aerobic más disciplinado del planeta.
—Oh, vamos, ¿ya estáis cansados? —se quejó Jimin—. ¡Si acabamos de empezar!
—Park Jimin —exclamó Yoongi, razonando que llevaban más de dos horas, y apunto de arrojarle la botella de agua que llevaba en la mano—, ¡cállese, primer aviso!
Mientras ellos dos comenzaban a discutir, Seokjin y Jungkook salieron a la parte externa y se acercaron a los muchachos. Taehyung estaba sentado a la sombra, esperando a que sus extremidades dejasen de temblar por el esfuerzo físico.
—Oh, ¡Kook, Jin! —les saludó Jimin, sujetando el cuello de la camiseta de Yoongi tras haberle zarandeado merecidamente—. Tengo una pregunta para Seokjin. Hay algo a lo que estuve dándole vueltas esta mañana.
—Disculpa, ¿me sueltas mientras seguís con esto? —bufó Yoongi dibujando un rostro de gato enfadado—. No soy un cuadro.
—¡Huh! Sí, perdón —sonrió Jimin, deshaciéndose de él rápidamente y rascándose la coronilla.
—¿Qué pregunta? —Seokjin se cruzó de brazos, apoyándose en una de las columnas del porte.
—¿Qué significa Revenant? —preguntó Jimin más serio—. Así es como se llama la ciudad secreta, ¿no?
Todos permanecieron atentos a la espontánea duda de Jimin, mientras el mayor elaboraba una respuesta.
—¿Revenant? —repitió el dhampir adulto—. Si no me equivoco, significa regreso, retorno. La ciudad de los retornados.
—Oh... suena menos resentido de lo que esperaba —suspiró Jimin estirando los brazos en alto, y cruzándolos tras su nuca—. Una lástima.
—Suena a cliché de película —añadió Yoongi mordazmente—. ¿Por qué eso de la ciudad secreta suena a una película? ¿Se va a convertir esto en una trilogía?
—Yoon, la realidad supera tus sueños, supéralo de una vez —le dijo Jimin.
—Sí. El que sueña en conducir una Harley hasta el horizonte con la puesta de sol ha hablado —gruñó Yoongi—. Repite lo de los sueños ahora.
Jungkook soltó una risita mientras Jimin fruncía el ceño. Se acercó a Taehyung, acuclillándose frente a él.
—¿Cómo estás? —le preguntó en voz baja.
—Bien —respondió el moroi, con pintas de cansado—. ¿Has logrado algo en tus clases de meditación?
—Ahá —le contestó resumidamente, seguido de una sonrisa ladina que dirigió su conversación hacia otro lado—. Dime la verdad, ¿me prefieres a mí, o a Jimin de profesor?
Taehyung entrecerró sus ojos rasgados, e intentó reprimir una sonrisa. «Jungkook disfrutaba de rivalizar hasta con esas pequeñas cosas».
—Jimin, sin duda alguna —respondió a traición.
Jungkook no se vio muy convencido, e incluso levantó una ceja, mirándole con cierto fastidio.
—Repítelo hasta que te lo creas —masculló el pelinegro arrogantemente.
Taehyung se vio divertido por su leve molestia. Pensó que quizá tendría que explicarle en otro momento por qué prefería no tener una relación basada en la física y química, con alguien que le desconcentraba hasta cuando se rozaban. Aunque decirle aquello le daba vergüenza.
—Eh, chicos —Seokjin intervino brevemente, aproximándose a los dos—. Taehyung, le comenté a Jungkook hace unos minutos sobre mostrarte algo sobre el espíritu. ¿Qué te parece?
El moroi aceptó rápidamente, sintiéndose emocionado por su mención. Apartaron la mesa de campo del porche, y se quedaron allí mientras Jimin se largaba a ducharse, y Yoongi se sentaba repantingado con Jungkook.
—¿Cómo lo haces? —le preguntó.
—Debes concentrarte en tu propia vibración —contestó Seokjin, extendiendo una mano—. Concéntrate en el elemento.
—¿Mi vibración?
Seokjin le miró de medio lado.
—Cuando me conociste, ¿qué fue lo que notaste?
Taehyung reflexionó brevemente, recordando aquella sensación familiar en Seokjin, y las veces que comenzó a utilizar su elemento años atrás, en sus escapadas con Namjoon y los dos dhampir, sumergiéndose en el bosque cercano a la academia de Incheon.
—Sí —dijo el moroi—. Cuando te conocí, me pregunté de dónde salía. Y cuando empecé a practicar el espíritu con un amigo, también lo percibí. Lo he hecho alguna vez, pero siempre ha sido cuando...
—En situaciones bajo presión, sí —añadió Seokjin—. El akash es muy volátil, Taehyung. Tus explosiones emocionales, como la furia y el miedo harán que se desate. Tienes que ser más mental, puedes usarlo cuando quieras, sin que te controle.
—¿Y eso, no me hará daño? —dudó Taehyung.
—Un pulso de luz no es nada —le dijo—. Lo que hiciste en el tren es muy distinto. Así que descartemos llegar a eso, a no ser que te veas al límite. E incluso entonces, liberar ese tipo de energía tan fuerte podría hacerte daño. Recuerda que quedaste casi inconsciente.
—Está bien... —respondió colocándose en la misma posición que Seokjin.
Seokjin le explicó cómo concentrarse, y hasta qué punto liberar su energía para no excederse. Durante un buen rato, Taehyung no consiguió nada. Casi volvió a sentirse en tensión, como si no llegase a alcanzar su elemento como deseaba. Yoongi volvió al interior de la casa para ducharse, y preparar el almuerzo, y Jungkook se retiró momentáneamente, en busca de otra botella de agua. Se quedó en el marco de la puerta que daba al porche observándoles, hasta que de repente, Taehyung liberó un pulso que lanzó a Seokjin de espaldas, y cayó de culo al suelo.
Jungkook abrió mucho los ojos, y Taehyung salió corriendo en dirección a Seokjin rápidamente.
—¿Estás bien? —le preguntó con inquietud—. Dios, lo siento.
—Oh —el dhampir se levantó sacudiéndose los pantalones—. S-sí, tranquilo. Te felicito. Eso ha sido más fuerte de lo que esperaba.
Jungkook se rio suavemente, sintiéndose orgulloso de él, mientras Taehyung se inclinaba respetuosamente ante Seokjin, ofreciéndole sus agradecimientos.
—Gracias. Pensé que no funcionaría...
—Estaría bien que aprendieses a regular la intensidad —comentó Seokjin, pasándose una mano por la mandíbula—. ¿Cómo podríamos hacerlo?
El dhampir levantó la cabeza, vislumbrando al pelinegro a varios metros.
—Eh, Kook —le llamó Seokjin, levantando una mano—. Acércate un momento.
Jungkook soltó la botella de agua, y guardándose las manos en los bolsillos de sus pantalones cargo, se dirigió a ellos a paso desgarbado.
—¿Qué? —pronunció despreocupadamente, compartiendo una mirada de soslayo con el moroi.
—Ponte aquí —indicó Seokjin—. Taehyung va a intentarlo contigo.
—¿¡Qué!? ¡No! —exclamó Taehyung rápidamente, con Jungkook posicionándose frente a él sin darle demasiada importancia.
Seokjin rodeó al moroi, y tocó sus hombros pidiéndole que se concentrara.
—Vamos, debes hacerlo exactamente igual —le dijo con serenidad—. Sólo vas a empujarle, no hacerle volar por los aires como... has hecho conmigo...
Taehyung frunció los labios cuando Seokjin se apartó, y posó sus iris sobre Jungkook como un crío al que no le apetecía seguir jugando.
—No —refunfuñó, observándole actuar como la persona más tranquila del universo entero.
—Taehyung, no vas a hacerme daño —manifestó Jungkook, con una leve sonrisa—. Confío plenamente en ti. E incluso si me lanzas por los aires, estaré bien.
Taehyung extendió sus dedos hacia él seguido de un temblor de dedos. Inspiró profundamente, tratando de concentrarse, e incluso cerró los ojos para apartar la visión de Jungkook de sus pupilas. Pero le costaba una barbaridad pensar en que estaba apuntándole con su magia.
«¿Y si le hacía daño? —pensó—. ¿Por qué Seokjin tenía que obligarle a eso?».
Sólo tardó unos segundos más en comprender lo que el mayor estaba haciendo. Jungkook era un elemento demasiado importante para él, que le ayudaría a regular su magia. Y tenerle justo en frente hacía que se tomase las cosas mucho más en serio, y eso era lo que Seokjin había detectado.
«Sólo tenía que confiar más en sí mismo».
Taehyung volvió a inspirar, exhaló su respiración, abrió los ojos posando sus iris sobre el dhampir y activó el espíritu como una luz que le empujó lo suficiente, como para hacerle desequilibrarse y caer. No salió volando por los aires tan desproporcionadamente, aunque él se dirigió rápidamente hacia Jungkook.
Seokjin aplaudió tras él con orgullo.
—Perfecto, ya tenemos a la válvula reguladora de tu elemento. Qué curioso que esa válvula tenga nombre y apellido —dijo ocurrentemente, aproximándose a los chicos con una sonrisa.
—Estoy bien —contestó Jungkook a Taehyung, tomando su mano para levantarse.
Seokjin arrastró su mirada entre ambos, percibiendo esa energía invisible que transcurría entre ellos. Se sintió levemente nostálgico por aquel tipo de conexión. No sólo se trataba del vínculo del akash, sino de algo mucho más profundo que se enterraba en sus corazones.
—Jin —Taehyung pareció meditar algo más, y le miró con incertidumbre—, ¿por qué Jungkook es inmune a la compulsión?
—Tu mente le protege. Debe ser por el vínculo que compartís —respondió, sin mayores explicaciones—. Ahora que lo pienso, me pregunto si incluso será inmune al mío. ¿Deberíamos comprobarlo?
—Genial, hoy soy vuestro conejillo de indias —exhaló Jungkook, sin poder evitar sentirse picado por la curiosidad—. Probémoslo.
—Oye, no vayas a obligarle a hacer nada raro —Taehyung se puso a la defensiva brevemente, interponiéndose entre ambos.
Jungkook se rio levemente por su breve y adorable brote protector, mientras el mayor levantaba una ceja.
—Ni que fuera a obligarle a besarme —declaró Seokjin con cierta ironía, provocando un inexplicable rubor en los otros dos.
Se les hizo demasiado irónico que Seokjin dijera eso, cuando la única vez que Taehyung intentó utilizar la compulsión con Jungkook, fue exigiéndole que «le besara».
—Te besaría encantado —bromeó Jungkook, con tal de irritar al moroi.
Taehyung se cruzó de brazos observándoles y apretando la mandíbula.
—Veamos —emitió a la espera.
—Otro día —añadió Seokjin divertido, seguidamente poniéndose más serio para mandar su orden—. ¿Qué tal sí...? Desata tus cordones.
Jungkook se quedó exactamente igual, a excepción de que descendió la cabeza para observar los cordones bien anudados de sus botines negros.
—¿Ha terminado, señor del mal? —reprodujo con un suspiro—. Mis cordones siguen bien atados.
—No funciona —declaró el dhampir mayor—. Muy interesante.
—¡Eh! —Yoongi les llamó asomando la cabeza por la ventana—. ¿Vais a venir o qué? Cecil necesita ayuda.
—Ya vamos —confirmó Jungkook.
Los chicos se dirigieron al interior, se ducharon por separado, prepararon el almuerzo, y compartieron la hora de mediodía alegremente. Taehyung mencionó durante el almuerzo, que le gustaría pasear por el asentamiento, y todos se mostraron de acuerdo en salir más tarde, durante el atardecer, para dar un corto paseo sin alejarse demasiado.
Después de la comida, Seokjin les mostró a los dos dhampir su arsenal de material de cazador, así como un pequeño armario donde guardaba bajo llave una interesante colección de estacas con numerosas empuñaduras de las distintas regiones del país. Sabía que Jimin y Jungkook andaban cortos de material, por lo que repartió el suyo, otorgándoles un par de estacas a cada uno.
—Te lo agradezco —suspiró el pelinegro guardando las estacas en su cinturón—. Nos vimos en apuros cuando empezamos a quedarnos sin armas.
—Por cierto, ¿de dónde sacaste esas granadas de verbena? —Seokjin le preguntó el joven, cerrando el armario—. Nunca había visto algo tan ingenioso. Es mis tiempos todo era más difícil.
—Oh, las traen de la capital del país —Jimin respondió por él—. Cuando estuvimos en la academia, nos dieron unas cuantas. Yo me hice con más de ellas antes de escapar de Seúl.
—Jimin me dio una de las suyas —afirmó Jungkook.
—Ya no me queda ninguna, las extrañaré una barbaridad —añadió el rubio, apretando los párpados en un teatral lloriqueo—. Eran como mis bebés.
—Tal vez esto os sea útil —Seokjin les ofreció dos frascos pequeños con un líquido transparente.
—¿Qué es eso? —preguntó Jungkook tomando uno de ellos entre sus dedos.
—Viales de verbena concentrada —respondió el mayor—. Yo los preparé. Llevadlo en el bolsillo. Si algún strigoi se acerca, podéis usarlo como arma. Aunque tampoco sería mala idea ingerir una gota diaria. Mejor prevenir que curar, ¿no?
Los dos se guardaron sus respectivos viales en el bolsillo.
—Yoongi utilizaba verbena en el té. Taehyung fue el que lo detectó cuando... —Jungkook se detuvo brevemente, cambiando de tema—. En fin, lo guardaremos por si es necesario.
Jungkook se mordió la lengua: no iba a mencionar que había descartado por completo la opción de tomar verbena. Puede que aquello le hubiera ayudado la vez que un strigoi le mordió, pero él tenía intenciones de volver a encargarse de la alimentación de Taehyung, y no iba a permitir que su sangre no estuviera en las mejores y más deliciosas condiciones para sus sentidos. Él se sonrosó levemente pensando en eso. «Sí, era absurdo que estuviera preocupándose por el sabor de su propia sangre, pero tenían suficientes métodos de protección como para tener que prevenirse también por ingerir verbena. Prefería que Taehyung pudiera morderle sin problemas».
Durante la tarde, los chicos salieron a pasear por la aldea. El lugar estaba rodeado de un bonito bosque de coníferas, y el grupo de jóvenes disfrutó del aire fresco del otoño entrante, acercándose al pequeño lugar céntrico donde se reunían algunos miembros del asentamiento de licántropos.
—¿Cuántas personas viven por aquí? —preguntó Jimin.
—No más de cincuenta —respondió Seokjin—. Es un lugar pequeño.
—Quién lo diría.
—Ahí está Ben —indicó Seokjin, estirando el cuello—. ¿Qué está pasando?
El dhampir mayor se percató de que estaba rodeado de varios hombres, y parecían mantener una conversación sobre algo.
Taehyung fijó sus ojos en Jay, el hermano pequeño de Jaehyun, el cual pasó corriendo justo por su lado junto a otro niño de corta edad, tropezando por el terreno. El moroi continuó caminando junto a Jungkook, hasta que soltó sus dedos, viéndose distraído por los niños.
Él se acercó al segundo crío y se inclinó, ayudándole a levantarse.
—Huh, ¿te has hecho daño? —le preguntó afectuosamente, esbozando una sonrisita.
El niño le miró con dos grandes ojos redondos llenos de lágrimas, y un rasguñón irritado en las rodillas. Arrugó la nariz detectando el extraño olor del moroi. Taehyung extendió sus dedos sin llegar a tocarlo, y liberó unas partículas del espíritu que sanaron rápidamente sus arañazos.
Jay abrió la boca a su lado, clavando sus pupilas en el moroi como si hubiera visto algo demasiado guay.
*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
—¡Hala! ¿Cómo has hecho eso? —exclamó Jay con puerilidad.
—¡Es brujería! —musitó el segundo—. ¿No hacen eso los brujos?
Taehyung se rio levemente, mostrando sus diminutos colmillos.
—Es magia elemental —le dijo, incrementado su asombro—. ¿Por qué no vais con más cuidado?
—¡Mi papá está ahí! —el otro niño señaló a alguien.
Taehyung siguió la dirección de su dedo, y se fijó en el grupo de hombres que se reunían alrededor de Ben. Seokjin parecía estar preguntándoles algo, mientras sus amigos se aproximaban. Jungkook reparó en la falta de Taehyung, quien había soltado su mano distraídamente, y apenas tardó más de dos segundos en localizarle junto a los niños.
—Están hablando de cosas de adultos —les contó sosegadamente, incorporándose ante la visión de un enorme lobo plateado.
Taehyung se quedó paralizado. El lobo pasó de largo junto al moroi, superando la longitud de su altura por unas pulgadas, y se dirigió directamente hacia el grupo de adultos reunido. Las pisadas de sus patas fueron lentas, con un semblante serio de ojos dorados.
Jimin y Jungkook se hicieron hacia atrás posando la mano sobre sus respectivos cinturones por puro instinto. Pero supieron que no había de qué preocuparse, cuando el mismo lobo comenzó a reducir su tamaño lentamente. Sus patas se estiraron como las de un fémur, seguido de la tibia y peroné, hasta los tobillos y pies humanos. Sus dimensiones se redujeron en un cuerpo escultural y bronceado, de cabello castaño. Tan sólo cubierto por una fina tela atada en su cadera, hasta la altura de sus rodillas.
—No les he visto —dijo Jaehyun—. Pero sí que les he olido.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Jungkook.
El joven posó sus ojos verdosos sobre él.
—Pálidos en la frontera de Ulsan —contestó—. Jihoon les vio antes del amanecer.
—¿En la frontera? —repitió Seokjin—. ¿Strigoi?
—No entraron en el bosque —concretó Jaehyun—. Creo que simplemente buscaron desde fuera.
—Yo fui el que les vio anoche —dijo otro hombre—. Salí a cazar con Youn, y se nos puso la piel de gallina. Nosotros no somos activos, por eso temimos que se acercaran.
—Nadie tiene fiebre todavía. No van a acercarse —dijo Ben, tranquilizándoles—. Somos demasiados para tres o cuatro strigoi. Si nos huelen, se irán.
—Bien, hagamos una guardia esta noche —sugirió Seokjin—. Jaehyun, tú te vienes conmigo. Dong, tú también. Ben, quédate y descansa.
—Iré contigo también —se ofreció Jungkook decididamente.
Todos miraron al muchacho de soslayo, percatándose de su presencia.
—¿Qué? los dhampir somos los más útiles a la hora de matar strigoi —dijo sin pavor—. Si detectáis alguno, no os va a venir mal tener a alguien más que no corra a cuatro patas.
Seokjin omitió una risita por su expresión burlona.
—Está bien. Dispérsense —ordenó Seokjin—, nos vemos en unas horas.
La gente comenzó a desperdigarse cuando el dhampir mayor pareció controlar la situación. Sin embargo, él agarró a Jungkook del brazo y masculló:
—Tú no vas a ningún lado —declaró—. Aún estás herido. Y os quedaréis en casa hasta que yo lo diga.
Jungkook levantó una ceja.
—¿Cómo dices?
—Kook... Tiene razón —Jimin puso una mano sobre su hombro—. Yo iré.
—Ni de coña —escupió Jungkook—. Si tú vas, yo voy contigo.
—Oh, no me salgas ahora con esas —gruñó Jimin—. Hasta hace tres segundos te habías ofrecido tú solito.
—Chicos —les detuvo Seokjin—. Va en serio. No sé si alguien podría reconoceros, pero creedme, es mejor que si nos cruzamos a alguno, sólo vean lobos. Si reconociesen a Jeon Jungkook o viesen a un moroi estaríais poniendo en compromiso el poblado. ¿De acuerdo?
Taehyung se acercó a ellos en silencio, escuchándolo todo. Los jóvenes asintieron, y volvieron a casa en la puesta de sol mucho más en silencio.
—Voy a tumbarme en la cama, estoy lleno de agujetas —profirió Yoongi—. Tengo agujetas hasta en los párpados. Paz, amigos.
Cuando el moroi se quedó a solas junto a Jungkook, se sentó en el sofá del salón contemplando como el carbón de la chimenea resplandecía en sus ascuas.
—Son buenas personas —dijo Taehyung—. Si no fuera porque Jin nos trajo aquí...
Jungkook se sentó a su lado, y el ojiazul se volcó sobre su regazo, apoyando la cabeza bajo su pecho.
—Somos afortunados —añadió Jungkook, pasando unos dedos por el cabello de su compañero—. Lo hemos sido.
—Oye, Jungkook... —murmuró el moroi, mirándole desde abajo.
—¿Hmnh?
—Sabes que en la ciudad de Revenant... —la voz de Taehyung se desvaneció lentamente, hasta provocar un parpadeo en el azabache.
—¿Qué?
—Jin me contó que... —lo intentó de nuevo, pausándose en un tonto balbuceo—. Allí existe gente exiliada de la comunidad nosferatu, moroi y dhampir que son... pareja... libremente...
—Oh —suspiró el pelinegro, bajando la cabeza y derramando sus iris castaños sobre él.
Su corazón latió rítmicamente, ilusionándose por su breve mención. No era como si pensase que no fueran a estar juntos a esas alturas. Pero que Taehyung lo mencionase así, le hacía sentir que esperaba algo más «oficial», y aquello se le hacía tan adorable que casi dolía en sus huesos.
Los dedos de una de sus manos se entrelazaron con los del moroi delicadamente, produciendo un hormigueo en su piel.
—¿Y tú quieres que...?
Taehyung asintió tímidamente.
—Pensé que no era necesario que lo formalizásemos —mencionó Jungkook con suavidad—. Quieres que, ¿estemos juntos?
—¿No es evidente? —dijo el otro en voz baja, sin mirarle—. Eres tonto o qué.
Jungkook deslizó unos dedos en su mentón, levantando su rostro. Posó sus labios rosados sobre los suyos inclinándose levemente. Como el roce de unos pétalos, con el enorme poder de liberar una bandada de mariposas elevándose en el aire.
—Te adoro —confesó Jungkook con calidez.
Taehyung extendió unos brazos hasta enredarlos en su cuello.
—Bésame más —le ordenó en un mascullo, atrayéndole a sí mismo.
—¿Es una orden, mi príncipe? —susurró sobre sus labios.
—Es una orden —murmuró rozando su nariz—. Cúmplela.
El pelinegro atrapó su belfo inferior entre los suyos, besándole cálidamente durante largos segundos en los que enterró los dedos de una mano en los mechones de su nuca, estrechando suavemente su cintura. Sólo fueron unos besitos, pero Jungkook se sintió lo suficientemente derretido como para creer que podría desfallecer en sus labios.
Trataron de no excederse en su pequeño encuentro teniendo en cuenta que se encontraban en el salón. Y en la caída de la noche, Seokjin salió de la aldea para reunirse con dos licántropos activos. Gracias a que Jaehyun había llegado recientemente al asentamiento, eran un total de tres. Pero el mayor de todos, Ben, se quedó en el poblado para resguardar el lugar en caso de que fuera necesario.
—No tardarán demasiado —dijo Cecil más tarde, observando la luna menguante en el cielo.
Yoongi se encendió un cigarro en el exterior, y exhaló el humo, observando el lejano perímetro de coníferas. Jungkook tocó su hombro.
—¿Estás preocupado por él?
—Tal vez —respondió con simpleza—. ¿Crees que nos habrán seguido hasta aquí?
—No lo creo —respondió Taehyung en su lugar—. Algo me dice que no. Puede que sea un sexto sentido, o cualquier otra cosa... pero sé que no. No os preocupéis.
Se sintieron algo más sosegados por las palabras de Taehyung. Él lo decía en serio. Fuera como fuese, les estaban persiguiendo, pero incluso aunque intentasen rastrear su olor, el hedor de los licántropos era más fuerte, hasta el punto de encubrirles.
Esa noche, Jungkook se mantuvo despierto en el salón junto a Taehyung. Yoongi se metió en el dormitorio para tratar de dormir algo. Y Jimin, se quedó junto a los otros dos, casi como si hiciesen una guardia interna, sintiéndose incapaces de pegar ojo.
Tomaron algo del Bourbon que Cecil les sirvió, y con la entrada de las horas de madrugada, la mujer anciana se fue a la cama. La chimenea estaba apagada, y el exterior, tan oscuro como para no ver ni un alma.
Jungkook agarró una manta y la pasó sobre los hombros de Taehyung para cubrirle, percibiendo el ambiente frío y la falta de calefacción. Acarició sus hombros y se inclinó tras el sillón, preguntándole suavemente:
—¿Por qué no vas a dormir? No es necesario que estés aquí.
—Estoy bien —respondió.
—Yo sí que me iré a dormir —dijo Jimin, abandonando la ventana y posando sus iris castaños sobre Jungkook—. Quedan unas horas hasta el amanecer. ¿Me avisarás si ocurre algo?
—Sí. Descuida —aceptó su amigo, dejándole una palmadita en la espalda.
—Buenas noches —se despidió Jimin.
El dhampir rubio atravesó el pasillo metiendo las manos en los bolsillos. Él no estaba tan nervioso como el resto (confiaba plenamente en que todo saldría bien), pero lo suyo era no dormir demasiado esos días. Cada vez que lo intentaba, Namjoon aparecía en un lugar recóndito de su mente, haciéndole sentirse horrible por haberle abandonado. La falta de información le estaba matando. No conocía casi nada a Jung Hoseok, pero gracias él, estaban con Seokjin. Y a veces Jimin sentía miedo hasta de su propia sombra.
No era algo que le apeteciera expresar en voz alta, claro. Todos tenían una suficiente carga encima como para que él la acentuara. Y llevaba tres o cuatro noches en la aldea, sin ni siquiera poder cerrar los ojos durante más de dos horas seguidas.
Cuando entró en el dormitorio, descubrió a Yoongi despierto, tumbado sobre el futón que había colocado bajo la ventana, y con el teléfono en la mano.
—¿Llamas a alguien? —preguntó Jimin cerrando la puerta corrediza.
—¿Llamar? —repitió con voz neutra—. Ni siquiera tengo cobertura en este lugar. Me pregunto si alguien del BCE me habrá echado de menos.
—¿No se supone que odiabas ese lugar? —sonrió Jimin, acto seguido se inclinó y se quitó las botas.
—Supongo —respondió sin mirarle—. Me queda un dos por ciento de batería. Va a morir pronto. Le doy unos minutos, quizá segundos.
Jimin dejó el cinturón donde enfundaba tres estacas en el suelo, y se dirigió a su propio futón. Se arrodilló, agarrando el edredón de plumas. Miró de medio lado a Yoongi, y observando cómo la pantalla de su teléfono alcanzaba la muerte y oscuridad absoluta, se arrodilló antes de que su cerebro alcanzase una conclusión a la que ya había llegado los días previos.
—Oye.
—¿Hmnh? ¿No ibas a dormir? —inquirió Yoongi, lanzando el teléfono sobre su propia cabeza, a algún lugar inconcreto del despejado dormitorio—. Creo que me levantaré, necesito tres copas de ese Bourbon del demonio y...
Incorporándose, se encontró a Jimin arrodillado a su lado, provocándole un sobresalto.
—J-Joder —escupió bruscamente—. No te esperaba a-aquí...
Sus ojos se deslizaron hasta la mano del dhampir, la cual sujetaba entre sus dedos el anillo de acero helado.
—Ten. Quédatelo —le dijo Jimin muy serio—. Es mejor que lo tengas tú.
—¿Qué? —Yoongi titubeó brevemente, hasta que lo tomó de sus dedos con ciertas dudas—. ¿Estamos entrando en un doble préstamo? Porque estoy sin fondos para devolvértelo...
—No. Quédatelo de verdad —declaró el dhampir—. No me lo devuelvas.
El humano parpadeo frente a él, dejándose caer en el futón hasta sentarse. Apoyando la espalda contra la ventana, se colocó el anillo doble, observando sus propios dedos.
—¿Por qué...? —preguntó en voz baja—. ¿De verdad me lo estás regalando?
—Así tendrás algo con lo que defenderte —expresó Jimin—. Quizá tenías que haberte traído ese estúpido bate de béisbol.
Yoongi exhaló una risita, y cuando volvió a mirarle, se sintió algo cohibido por la seriedad de su compañero.
—G-gracias —respondió tragando saliva, y toqueteándolo con unos dedos—. Pero, si vuelves a ver al moroi que te lo hizo, tú serás el que tengas que explicárselo.
—Si algún día vuelvo a verle... seré feliz por tener que explicarle algo —dijo el dhampir con aflicción.
El pelinegro entrecerró los ojos, observando el semblante de Jimin.
«Casi había sonado como si no creyese que iría a volver a hacerlo», pensó.
—¿Eso es lo que te quita el sueño? —le preguntó Yoongi de repente.
—¿Hmnh?
—Te he visto merodear por la noche —razonó el humano, cruzándose de brazos—. No puedes dormir bien, ¿verdad?
—¿Te he despertado? —dudó Jimin, evadiendo su pregunta.
—Nah —respondió el segundo, desviando la mirada y humedeciéndose los labios—. Es que soy de sueño ligero. Vamos, apaga la luz.
Jimin pestañeó, observándole tumbarse en el futón con un bostezo.
—Huh —el dhampir se levantó lentamente, y se dirigió hacia el interruptor.
Apagó la luz, y la habitación se quedó a oscuras cegando sus ojos durante unos segundos. Jimin necesitó de unos instantes para acostumbrarse a la oscuridad, mientras advertía que Yoongi estaba quedándose en el dormitorio por él. Hasta hacía un minuto, había mencionado que se levantaría para beber algo. Sin embargo, estaba allí. Y quisiera reconocerlo o no, él se encontraba tan inquieto por lo de Seokjin y el asentamiento, como el resto. Y tal vez tenía más motivos que los demás para estarlo.
Yoongi suspiró lentamente, observando el oscuro cielo a través de la ventana bajo la que estaba acostado. Con el edredón arrugado tocando sus pies, y su mente diluida en otras tantas cosas, no percibió a Jimin llegar hasta su regazo. Su corazón se sacudió contra su pecho cuando notó el peso de sus manos clavándose en el borde del futón. Él giró y levantó la cabeza, encontrando sus ojos más oscuros y rasgados sobre los suyos.
—¿Puedo abrazarte? —preguntó con la voz suave y más baja que había escuchado.
Sin esperar a su respuesta, Jimin se dejó caer sobre él y abrazó su pecho, reposando la cabeza sobre uno de sus hombros.
—J-Jimin...
Los párpados del dhampir se cerraron, y el corazón de Yoongi se aceleró como en una carrera de caballos que hubiera deseado frenar a tiempo.
—Quédate así un poco—le pidió Jimin en voz baja, sin soltarle—. Sólo será un rato.
Yoongi se contuvo, tratando de hacerse cargo de su repentino acongojo. Sí, había flirteado abiertamente con Jimin, y le parecía un bombón desde su primer encuentro. Su personalidad era brava, chispeante. Diría que estaba más vivo de lo que esperaba. Pero a esas horas, y a esas alturas de su complicada historia, se sentía tan frágil como para asustarse de alguien que simplemente estaba abrazándole.
Sin embargo, se quedó quieto, pasó un brazo sobre su espalda sin mayores intenciones y guardó silencio durante unos minutos, hasta comenzar a tranquilizarse lentamente. Jimin no tenía espinas, después de todo.
—Una pregunta —murmuró Yoongi—: ¿quién crees que ganaría una pelea cuerpo a cuerpo? ¿un lobo de dos metros como el que vimos hoy o Jeon Jungkook?
Jimin soltó una carcajada ahogada.
—Cállate y déjame dormir —le reprendió sin ni siquiera moverse.
El rubio permaneció encaramado a él, y Yoongi se tomó su inexistente respuesta como un probable empate, con inclinación hacia Jungkook. Eventualmente, relajó sus músculos cuando la respiración de Jimin se volvió más profunda, y terminó quedándose fortuitamente dormido en su compañía.
No fueron más de dos o tres horas, en las que, fuera de aquella habitación, en el salón de la casa, Taehyung cerró los ojos dejándose llevar superficialmente por Morfeo viéndose envuelto en una manta, mientras Jungkook caminaba por el salón con inquietud, dirigiéndole una mirada desde la ventana.
Con los brazos cruzados, permaneció despierto hasta los primeros rayos de sol que se asomaron en el horizonte, y la puerta de la casa resonó cuando alguien volvió con unas pesadas botas que hicieron crujir la madera del suelo.
Jungkook se asomó al pasillo, Jimin salió de la habitación, con Yoongi asomándose a su lado, y Taehyung se levantó tras él con aspecto algo adormilado.
Cecil fue la última en salir, mientras Seokjin, completamente sano, les encontraba con una mirada desconcertada.
—¿Se puede saber qué hacéis? —preguntó echándose la cazadora oscura sobre el hombro, con una sonrisa dibujándose en sus labios—. ¿Estáis madrugando por mí? No puedo creérmelo.
—¿Estás bien? —preguntó Taehyung.
—¿Qué ha pasado? —agregó Jungkook.
—¿Habéis visto algo? —dijo Yoongi con voz ronca.
Jin avanzó hacia ellos con un paso tranquilo.
—Nada. Dimos varias vueltas por el bosque —respondió el mayor—, nos separamos por la zona en la que Jihoon y Youn vieron pasar a unos strigoi. No detectaron ningún otro olor, y yo tampoco percibí nada extraordinario. Se han ido. Lo de la otra noche fue casualidad.
Los chicos suspiraron y se sintieron aliviados.
—Vale, avisadme a las cinco de la tarde —soltó Yoongi amodorrado—. Yo me vuelvo a la cama.
—Yo también —añadió Jungkook con media sonrisa, pasando un brazo por encima del moroi adormilado—, vamos Tae. Buenas noches, Jin.
—Buenos días... más bien... —sonrió el dhampir mayor.
—Nos vemos luego —musitó Jimin, perdiéndose en el dormitorio.
En cuestión de unos segundos, Seokjin se vio a solas en el pasillo de nuevo, con Cecil avanzando hasta él y dándole un fraternal abrazo.
—¿Qué quieres desayunar? —le preguntó con una sonrisa.
Seokjin se sintió afortunado. Después de todos esos años, incluso los años en los que no regresaba al asentamiento de licántropos donde consideraba que tenía su único hogar, llevaba tiempo sin creer que alguien le esperaría cuando volviese a casa.
Se equivocaba. E incluso esa madrugada, comprendió que aquellas personas eran los primeros amigos que podía considerar como tales en mucho tiempo.
*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
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