Capítulo 13

Capítulo 13. Lagunas del Pasado

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Taehyung despertó mientras el mundo se zarandeaba a su alrededor. Su propia respiración era pesada, sus colmillos se encontraban afilados, con encías palpitantes, y su garganta ardía dolorosamente. Su visión enturbiada, le forzó repetidamente a parpadear hasta lograr enfocar su vista.

En sólo unos segundos, escuchó la voz de Jungkook y Jimin conversar su lado.

—Tae —Jimin agarró su muñeca con gentileza, reubicándole en el espacio en el que se encontraban—, ¿estás bien?

—Ve a por Yoongi —sugirió Jungkook arrodillándose a su lado—, necesita sangre.

Taehyung casi se abalanzó sobre él cuando se quedaron a solas. Sus brazos rodearon su cuello, y sus inofensivos labios acariciaron su base, buscando clavar los colmillos para aliviar el estrés. Jungkook sujetó su mandíbula, apartándole levemente de la zona erógena de su piel, antes de que se dejase llevar por la húmeda sensación de su aliento.

—Tae, no puedes hacerlo —murmuró el pelinegro—. Me harás daño.

—Mhmn... —Taehyung se lamentó con un suave gemido que escapó entre sus labios.

El moroi resistió la tentación, enterrando los dedos en el cuello de su camiseta y apretando los párpados con fuerza. Era la primera vez que casi se había visto vencido por su instinto, olvidando lo herido que estaba Jungkook.

—¿Dónde estamos? —exhaló sintiéndose desorientado—. S-Seokjin...

—Estamos en su casa —respondió—. Todo está bien. Estamos bien.

Taehyung se frotó la frente, y bajó de su regazo torpemente, antes de perder los nervios y terminar mordiendo al bombón de su dhampir.

—En seguida viene Yoongi, ¿de acuerdo?

—¿Seguirás enfadado conmigo? —cuestionó Taehyung repentinamente.

Su voz sonó resentida, casi como si aún se sintiese herido por el leve distanciamiento que sufrieron desde antes de salir de Busan. Jungkook tomó una de sus manos, fundiendo sus iris oscuros sobre los más claros en un lastimoso pálpito.

—Tae, no estoy enfadado contigo —le dijo—. ¿En serio crees que podría estar más de una hora sin acercarme a ti por una estupidez?

—S-siento que mi posición como príncipe te hiciera sufrir así —añadió el moroi, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas—. Yo también he deseado estar contigo, Jungkook. No sabes el miedo que tuve de-

Jungkook deslizó los dedos hasta su muñeca, y tiró de ella para abrazarle con fuerza. Su abrazo le envolvió por completo y fue devuelto por su compañero agradeciendo mentalmente tenerle en su maldita existencia.

Le amaba demasiado.

—Siento lo que te dije —se disculpó Jungkook con suavidad—. A veces soy un testarudo, pero tú no tienes la culpa de nada de eso.

—Yo también lo siento por hablarte así —murmuró Taehyung, sintiéndose aliviado—. Solo... me duele ver qué quieres protegernos a todos... no es tu responsabilidad, Jungkook. Ahora somos un equipo.

—Lo sé.

Ambos se distanciaron lentamente para mirarse, y Jungkook sujetó su rostro dejando un beso protector sobre su frente.

—Quiero curarte —expresó Taehyung enfurruñado—. H-hueles a sangre...

—Todavía no.

Taehyung sabía que no era seguro utilizar el espíritu de nuevo. Pero odiaba oler las heridas de Jungkook, y eran aún más desagradable cuando se encontraba hambriento. Por suerte, Yoongi y Jimin regresaron al dormitorio sin demorarse demasiado, y el humano le ofreció su otra muñeca amablemente.

—Eh, me alegra que hayas despertado —dijo Yoongi despreocupadamente, mientras se arremangaba—. Mira, voy a empezar a cobrar una tarifa plana por los mordiscos. ¿Hay que tener un carné de proveedor para que sea legal?

Jimin le dio un golpe en la nuca con la palma de la mano, gruñendo levemente.

—¡Ouch!

—No le hagas caso, es un mendrugo —soltó el dhampir malhumorado, provocando una risita en Jungkook.

Cuando Taehyung tomó su muñeca, no pudo evitar morder con un poco más de avidez, dejándose llevar por lo hambriento que se sentía. Fue agradable no sentir náuseas por la sangre de Yoongi, ni tampoco rechazarla durante esas horas, en las que se encontró mejor como para levantarse y probar algo de comida humana junto al resto.

Taehyung conoció a Cecil, cuya anciana posó sus pupilas sobre él en un primer momento, reflejando que su presencia no era de su agrado. Él podía entenderlo, quizá los licántropos no estaban acostumbrados a los vampiros, y pudo cerciorarse de que todos en aquella pequeña aldea sabían que era moroi, cuando salieron a dar un paseo junto a Seokjin.

El dhampir más mayor les mostró el lugar, formado por algunas casas, y varios mercados donde exponían piezas de caza y alimentación básica. Taehyung se cubrió con una capucha para aislar sus molestias solares, agradeciendo mentalmente que las nubes sofocasen el exceso de luz solar de la tarde.

—¿Cómo has terminado viviendo entre lobos? —le preguntó Jungkook esporádicamente mientras caminaban.

—Conocí a Cecil hace años —respondió Seokjin—. Supongo que es lo más cercano a una familia que he tenido. Pese a que no he estado quieto durante demasiado tiempo en un sitio, este lugar... siempre es un lugar al que he regresado.

Taehyung caminó tras ellos, pensando en que Seokjin debía haber estado muy solo. Si había algo que caracterizaba a los licántropos era la familiaridad que compartían entre ellos: todos se trataban como familia. «Pero, ¿habrían tratado a un dhampir tan especial como uno más?». Al moroi le daba algo de pavor caminar por allí, percibiendo como algunas personas del mercado levantaban la cabeza y clavaban sus ojos en él, olisqueándole. Algunas miradas eran de curiosidad, y otras, de repudio.

Taehyung se vio distraído por la presencia de un niño. No más de cinco o seis años, cabello castaño, ojos grandes y verdosos sobre su persona. Pasó junto a él y arrugó la nariz, retrocediendo unos pasos como si pudiera temerle. Taehyung sintió una punzada por eso, y no pudo evitar detener sus pasos y dirigirse al pequeño. Se acuclilló frente a él sosegadamente, observando su aspecto, piel más oscura, casi bronceada. Ropa clásica del siglo pasado, con tonos pardos y bronce, y unas diminutas botitas atadas sobre sus tobillos. A Taehyung le pareció tan adorable, que se preguntó cómo podían llegar a ser tan peligrosos. En la academia nosferatu les habían hablado de lo infecciosos que podían llegar a ser sus mordiscos, y de la rivalidad natural que había nacido entre estos y la especie vampírica.

Pero los niños licántropos no se distanciaban tanto del aspecto de un niño humano. Parecían iguales de inofensivos, y casi le hacía pensar que desearía tener niños en el futuro.

—Hola —le saludó amablemente, esbozando una sonrisita.

—H-hola —el niño respondió en un parpadeo—, ¿eres vampiro?

—Soy moroi —concretó con suavidad—. No te preocupes, no estoy aquí para haceros daño.

El menor avanzó unos pasos, y tocó la nariz de Taehyung con un dedo, casi como si estuviera midiendo su letalidad en un toque. El moroi se lo tomó como algo inesperado, pero se le hizo lo suficientemente adorable como para apartar su mano cuidadosamente y sonreír.

El momento no se extendió mucho más, puesto que el niño se vio apartado de él por una figura mucho más alta, y de ojos bronce.

—Aléjate de mi hermano —le arrojó con malas pulgas.

Taehyung se incorporó desalentado.

—D-disculpa, no quería molestar-

—¡Los vampiros no sois bienvenidos aquí, forastero! —exclamó el joven, mostrándole unos afilados colmillos de lobo—. ¡¿Quién te crees que eres para venir buscando refugio entre los nuestros?!

Taehyung retrocedió un paso, en el mismo segundo en el que Jeon Jungkook llegó hasta él, y se interpuso entre ambos con una gran cólera. Enfrentó sus iris oscuros a los del otro muchacho, los cuales se tornaron en dorados, seguidamente volviéndose amarillos, de un aspecto nada humano.

—Vaya, ¿quién ha dejado que el perro se escape? —masculló Jungkook con malas formas—. ¿Necesita un bozal para que deje de gritarle?

—Aparta, basura híbrida —gruñó, con las uñas de sus dedos volviéndose afiladas mientras perdía los estribos.

—Jaehyun, así que has vuelto a casa —Seokjin intervino con calma, posando una mano sobre su hombro—. Calma, camarada. No es necesario tratar así a nuestros invitados. Sólo están de paso, no son peligrosos.

—¿Invitados? —repitió el licántropo, retrocediendo lentamente—. ¿Has traído a un moroi cerca de mi familia?

La mirada de Jungkook era amenazante sobre la suya. Estiró un brazo y envolvió los hombros de Taehyung, atrayéndole hacia su pecho de forma protectora. Poco o nada le importaba estar herido, o en mitad de un diminuto poblado de lobos. Tenía una daga de plata encantada en su cinturón, y se sentía lo suficientemente exacerbado como para no dudar en usarla.

Jimin también se aproximó al fortuito encontronazo. Se cruzó de brazos observando cómo algunos más del poblado se detenían, mirándoles con preocupación.

—Vámonos —expresó, dirigiéndose a sus amigos—. Esto se va a poner mal.

Jungkook asintió con la cabeza, mientras Seokjin razonaba con el joven Jaehyun para que se tranquilizase. Pero incluso entonces, Taehyung actuó por su cuenta y escapó del brazo del pelinegro, aproximándose al hombre lobo sin miramientos.

—Espera, conozco tus ojos —mencionó Taehyung con un pálpito, desviando el tono de la conversación—. Tú... te vi en un bosque, hace años, ¿verdad?

Jaehyun se asombró por su alusión, sin embargo, fijándose en el moroi, hubo una reminiscencia que le trajo un recuerdo muy claro. Habían transcurrido dos años desde aquello, pero aún lo recordaba como una extraña experiencia.

—¿Tú...? —sus pupilas se desplazaron hacia Jungkook, quien agarró a Taehyung de la muñeca de la misma forma que lo hubo hecho aquella noche—. ¿Y tú?

—El lobo que vimos en el bosque, a unos kilómetros de la academia —razonó Jungkook, recordando su pelaje plateado.

Taehyung estaba seguro de eso, y Jaehyun tardó unos segundos en serenarse, arrastrando su mirada entre ambos sin poder evitar reconocerles.

—¿Os conocéis? —formuló Seokjin.

—He estado de viaje, explorando el oeste del país en mi otra fase —dijo Jaehyun, rememorando lentamente—. Jamás pensé que os encontraría aquí. Tú... te vi usar tu poder esa noche, junto al lago.

Taehyung parpadeó escuchándole, mientras el resto de los chicos se sorprendía por sus palabras.

—Aquella vibración me atrajo hasta vosotros —prosiguió con curiosidad—. Os espié, hasta que os percatasteis de mi presencia. ¿Quién se supone que sois?

—¿Un lobo acercándose a una escuela llena de vampiros? —ironizó Jungkook—. ¿Sabes que los licántropos no podéis invadir los terrenos de la comunidad nosferatu? Podrían haberte matado.

Jaehyun se cruzó de brazos con chulería, y sin importarle demasiado, dijo:

—No es como si me importasen vuestros asuntos, pero estabais a unos kilómetros de aquella escuela. Jamás me acerqué a ese lugar.

—Huh, bien —exhaló Seokjin, tratando de diluirle el tema—. Aclarado el asunto; Jaehyun, yo me responsabilizo de la estancia de ellos en este lugar. Agradecería que no amenazases a nadie, y mucho menos refiriéndote a un dhampir como «basura híbrida». ¿Debería recordarte quién ha sido el mejor amigo de tu padre, durante toda su vida?

Jaehyun bajó la cabeza y guardó silencio. Cuando los chicos pasaron de largo, Jungkook se giró en una ocasión para mirarle en la distancia. Estuvo a punto de decirle algo a Taehyung, pero pensó que no era su culpa que le gustasen tanto los niños de otras razas. Ellos nunca se habían relacionado con hombres lobos, y en parte, Jungkook razonó que podía entender parte de su rechazo. Eran completos desconocidos, de especies opuestas.

Yoongi se encontraba asombrado, posando sus pupilas en cada lugar y sintiéndose tan ajeno a todo, que a veces creía desencajar. «¿No era él demasiado normal para estar allí?». Tras comprar algunas cosas del mercado, en su paseo de regreso, Jimin se acercó disimuladamente a él, y chocó su hombro con el suyo para llamar su atención.

—¿Sabes por qué Seokjin vive realmente entre lobos? —bromeó Jimin en voz baja—. Porque es un lobo solitario, rawr.

Yoongi exhaló una sonrisa.

—¿Y tú que eres? ¿la oveja negra del poblado? —le dirigió su pregunta con diversión, caminando a su lado.

—¿Yo? Soy el tigre —vaciló con mucha seguridad en sí mismo—. Por cierto, ¿cuándo me devolverás mi anillo?

—Oh, casi había olvidado que es el anillo de tu no-novio —expresó descaradamente, sacándoselo del dedo y ofreciéndoselo—. Aquí tienes, todo tuyo. No vaya a ser que se ponga celoso.

Jimin lo tomó entre los dedos, mordisqueándose el labio levemente.

—Te he dicho que no es mi novio —repitió con voz petulante—. Es uno de mis mejores amigos.

—Ya, ya, lo que tú digas, enano —bufó Yoongi, cruzando los brazos en alto y tras su propia nuca.

—¿¡Cómo me acabas de llamar?! —chirrió Jimin, empujándole muy enfurruñado—. ¡Mido lo mismo que tú, idiota!

—Disculpa, ¿Qué era eso? —ironizó el humano—. ¿La voz del viento? ¿Un duendecillo de jardín hablándome?

Jimin apretó la mandíbula.

—Okay, punto para el idiota —masculló, poniéndose el anillo doble en sus dedos e ignorándole.

Yoongi ensanchó su sonrisa sintiéndose lo suficientemente satisfecho por fastidiarle. Sus ojos y los de Seokjin se encontraron de soslayo, casi como algo inevitable, y que hizo a Yoongi dejar de sonreír lentamente, recibiendo el latigazo de su pecho.

«Aún tenían una conversación pendiente —pensó—, y puede que más que eso».

—Hay unas termas ahí. Son naturales y muy relajantes —indicó Seokjin—. Si queréis, podéis tomar un baño.

—Oh, me apunto —Jimin levantó la mano alegremente—. Nunca antes he ido a unas termas.

—Supongo que habrá que probarlas —añadió Jungkook, compartiendo una sonrisa.

Los jóvenes volvieron a la casa de Cecil, y Seokjin dejó sus compras extras en la cocina. Estuvieron reposando durante la tarde, acurrucándose cerca de la chimenea bajo unas mantas cálidas. Octubre era un mes frío, y Jungkook aprovechó su descanso para regresar a su futón y estirar allí sus extremidades, hasta quedarse durmiendo en el interior del cuarto.

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Poco después, y mientras Jimin se quedaba como una sopa en el sillón, Taehyung acompañó a Yoongi al jardín, observando los pequeños estanques. Le recordaba a palacio, solo que más pequeño y humilde que las grandes proporciones del palaciego en el que vivió en Bucheon.

—Oye, Tae —comenzó Yoongi—, ¿a qué se refería el tipo ese de los ojos amarillos, con lo de tu magia? ¿por qué todo el mundo parece temer el quinto elemento?

Taehyung se mantuvo pensativo.

—Supongo que es por su volatilidad —respondió—. Me ha costado mucho aprender a utilizarlo. Hace unos años, ni siquiera sabía si tenía magia...

—¿Volatilidad? —dudó el humano.

Taehyung se detuvo frente a un arbusto de camelias, reconociéndolo rápidamente. Su madre solía cultivar de esas en casa, cuando era muy pequeño. Y quiso mostrarle a Yoongi a qué se refería, levantando unos dedos frente al arbusto.

—Esto —pronunció estimulando la planta.

Los rosados capullos del arbusto se abrieron en armonía, como si reaccionasen a los dedos de Taehyung, tornándose de un color casi rojizo.

Yoongi se vio sorprendido.

—¿Puedes controlar otros elementos? —preguntó cómo un niño.

Taehyung sonrió, sintiéndose halagado por su asombro. Se distanció de él unos pasos, y dirigió una mano a uno de los estanques.

—Algo así.

En unos segundos, el moroi elevó decenas de gotas acuosas con facilidad, y salpicó a propósito a Yoongi con ellas, tratando de borrar su cara de bobo.

Los dos comenzaron a reírse, y Seokjin se apoyó en una columna de madera de la casa, observándoles desde el porche. Sus ojos pasaron desde Yoongi hasta Kim Taehyung. Su vibración le recordaba tanto a la de Anna, que no pudo evitar sentirse nostálgico.

Bajó del porche y se acercó a los muchachos, mientras Taehyung le contaba al humano que su madre poseyó el elemento tierra, como su hermano mayor. La mención de su familia hizo que el moroi cerrase la boca instantes después, afligiéndose lentamente.

—Preciosa magia, la del quinto elemento —añadió Seokjin, aproximándose a ellos.

Yoongi y Taehyung se percataron de su presencia con sus palabras.

—¿No es curioso como el akash es capaz de interactuar con la tierra? —prosiguió con interés—. Son elementos similares, ambos se basan en la vida, en la vibración de las moléculas esperando a despertar con un toque. El agua es más difícil de controlar, así como el viento. Son elementos escurridizos. Pero sin duda, el fuego es el más complicado y salvaje de todos ellos.

—No sé si puedo hacerlo —dijo Taehyung humildemente—, nunca me he acercado demasiado a esos elementos.

—Puedes ahogar el fuego, pero no manipularlo —le informó—. Eso requiere de demasiada práctica.

—Y tú, ¿puedes interaccionar con otros elementos? —preguntó el moroi.

—Oh, no. No —negó Seokjin—. Para nada. Soy un mero portador de su bendición. Mis usos están mucho más restringidos que los tuyos. El akash en ti es una llama; eres capaz de potenciarla, de manipularla a tu antojo. Yo sólo sostengo una vela prestada.

—Seokjin —Taehyung se dirigió a él con unos profundos ojos claros y alargados—. Gracias por ayudarnos. Jungkook me contó lo que hablasteis de Anna, y... siento todas tus pérdidas durante estos años.

—No es nada —balbuceó el joven hombre, bajando la cabeza con timidez—. No debéis agradecerme, Taehyung.

Taehyung se inclinó en una leve reverencia, que hizo enmudecer al mayor. Con las mejillas algo sonrosadas, le restó importancia a su ayuda, repitiéndole que era lo único que podía hacer por un portador del akash.

—Debes saber, que me he puesto en contacto con el lugar al que debo llevaros —continuó con serenidad—. Les envié un mensaje hace un rato, con nuestra ubicación. Deberían enviar a varios dhampir en nuestra búsqueda. He pensado que es lo mejor, puesto a que la ciudad de los renegados se encuentra oculta en...

—¿Renegados? —repitió Taehyung—. ¿Qué?

—Oh. Ellos son los que pueden ayudaros. Se localizan al exterior de Daegu, y hubiéramos estado allí en sólo unas horas si no nos hubiesen interceptado en el tren —le contó Seokjin a Taehyung y Yoongi—. Es una ciudad subterránea formada por dhampir, moroi y algunos humanos. No es una población muy grande, pero llevan alrededor de treinta o cuarenta años bajo la montaña, y es el lugar más seguro del mundo.

—¿Estás diciendo que existe una población de dhampir, moroi y humanos conviviendo al margen de la comunidad nosferatu? —pronunció con incredulidad, levantando las cejas—. ¿Cuál es su jerarquía?

—¿Jerarquía? Oh, no —bufó Seokjin, sin pretender realmente ofenderle por su risita—. Ellos se ocultan de la comunidad nosferatu, no apoyan la monarquía moroi. Y hasta donde sé, establecieron una república bajo la montaña, después de la matanza de El Siego. Cambiaron de mando hace unos años, pero eso es una larga historia. Sé que os ofrecerán refugio sin dudarlo.

—¿Y por qué iban a ofrecerme refugio a mí? —dudó Taehyung seriamente—. Soy un príncipe exiliado, me buscan por todos lados tanto a mí como a Jungkook. Mi hermano mayor es el rey. Estoy seguro de que lo último que desearían tener en una ciudad secreta, es a alguien que proviene de un linaje de la realeza, cuya cabeza tiene un precio.

Seokjin no le respondió a eso, pero algo dentro de él, le dijo que serían bienvenidos. En la ciudad subterránea de los renegados se alojaban innumerables personas que deseaban un cambio de leyes, un consuelo contra la represión, y una segunda oportunidad en sus vidas.

Ellos habían creado sus propias leyes, al margen de las establecidas.

—Allí hay muchos dhampir huidos, así como moroi, Taehyung —le dijo—. Muchos de ellos buscan luchar por sus derechos como especie híbrida, y no servir únicamente a la raza moroi. Otros, han llegado hasta allí para vivir en comunidad, y unirse sentimentalmente entre razas, sin sentirse reprimidos.

—¿Huh?

Taehyung sintió como su corazón se agitó precipitadamente. «¿Estaba Seokjin diciéndole que allí existían parejas de dhampir y moroi, que habían huido previamente? ¿Humanos que se relacionaban con ellos, sin ser proveedores?». Él casi pensó que debía ser una broma. Ni siquiera podía imaginarse a una pareja de distintas razas, relacionándose entre todos como si no hubiese ningún problema. Moroi teniendo descendencia dhampir, sin verse obligados a abandonar a sus hijos, y a repudiarles como si no fuesen dignos.

—Pasé unos cuantos años de mi vida allí —contó Seokjin lentamente—. Entrené a algunos jóvenes dhampir en combates, y conocí a una joven que... bueno —su carraspeo dirigió su relato hacia otro lado—. Están tan preparados para protegerse como la comunidad nosferatu, pero ellos se entrenan de otra forma, excluyendo las jerarquías. Revenant es una ciudad libre, Taehyung. Existen clanes de strigoi pacíficos y enterrados en los subsuelos de las ciudades, que han comerciado innumerables veces con los renegados, sin llegar a ningún altercado.

—Jamás pensé que existiera algo así —exhaló el moroi—. Ni siquiera puedo imaginármelo.

—Se lo diré a Jungkook más tarde —añadió—. De todas formas, tardarán unos días en mandar a unos cuantos de ellos para que nos escolten. Han estado ocupados con lo del edificio de Busan, y tratando de encubrir el incidente del tren.

—Dime una cosa, ¿podrá el seguro de los renegados cubrir todas las pérdidas de mi apartamento? —soltó Yoongi satíricamente, cruzándose de brazos—. Por no mencionar que también he perdido mi trabajo.

—No creo que eches de menos el Busan Chicken Express —mencionó Seokjin esporádicamente—. Necesitabas de salir allí de una vez.

Yoongi se quedó pasmado con aquella frase. Sus iris avellanos se clavaron sobre los suyos en silencio. Y Taehyung se percató de ello, mientras entraban en la casa.

—Oh, voy a ver si Jungkook se ha despertado —expresó, dejándoles a solas rápidamente.

Seokjin y Yoongi mantuvieron el silencio durante unos instantes, hasta que el mayor se decidió por comenzar con aquello.

—Sé que tenemos una conversación pendiente —anunció, mientras Yoongi asentía sintiéndose algo cohibido—. Sígueme.

Yoongi siguió sus pasos hasta el dormitorio de Seokjin. Era amplio, con suelo de madera y una vitrina llena de libros, reliquias antiguas, y varias botellas de licor. Su cama tenía somier y cuatro patas, lejos de los futones de los otros dormitorios.

—Puedes sentarte —apuntó a una de las butacas situadas junto a la estantería, mientras el dhampir abría la vitrina para sacar una botella de Bourbon—. ¿Quieres tomar algo?

Yoongi se sentó en el sillón liberando un suspiro.

—No —soltó con acidez—. Creo que será mejor que me emborrache después de esto, y no antes.

—Siento que pienses así.

Seokjin rellenó su propio vaso de cristal lentamente, con unos dedos de Bourbon dorado. Tomó un trago lubricando su garganta, y dio una vuelta por la habitación, recolocando lo que quería decirle dentro de su cabeza.

—Está bien —comenzó Seokjin—. ¿Qué quieres saber?

—¿Quién eres?

Seokjin suspiró. Hubiera sido demasiado fácil decirle «Soy Jin» —pensó—. Pero a esas alturas sabía que ni Seokjin, ni Luka podrían responderle lo que de verdad quería saber a Yoongi».

—Hace varios años... nos conocimos en Busan...

Yoongi sintió como su garganta le raspaba, su aliento le abandonó durante segundos, apretando los párpados con una emergente jaqueca que nació en la laguna de sus recuerdos.

—Tú estabas aún en el instituto —continuó—, y yo... entré en aquel local, en el que trabajabas. Podías haber salido corriendo, podías haber llamado la policía o intentar atacarme. Pero te quedaste allí, mirándome. Preguntándome quién era, con una mirada ingenua, y casi entusiasmada.

El humano bajó la cabeza, escuchando sus palabras.

—Podía haber borrado tu memoria, pero, a veces, soy alguien errante, no creo poder encontrar el lugar donde sentirme seguro. Donde asentarme durante demasiado tiempo —le contó, ubicándole en un lugar muy lejano de sus recuerdos—. Echaba de menos hablar con alguien que aparentase normalidad. Así que, nos hicimos amigos. Intenté apartarte de mi mundo, pero tú dibujabas, amabas la ficción, y me preguntabas por los vampiros. Eras el único tipo con el que podía tomarme algo en Busan, sin que su dialecto me pareciese pretencioso —exhaló una sonrisa, como si por un momento pudiera parecerle agradable—. También me dibujaste a mí. Eras muy dulce.

Yoongi se sintió extraño por su comentario, casi desnudo. «¿Dulce, alguien como él? Pero si era un bocazas. Un idiota. Incluso Jimin se lo había dicho varias veces».

—Mi problema fue comenzar a preocuparme por ti —continuó pausadamente, entrecerrando los ojos—. Estabas sólo, tan joven, buscándote la vida por tu propia cuenta. Dibujando cómics... eres una persona realmente observadora, ¿sabes? En una ocasión, te recogí del instituto en mi moto. Solíamos ir a comer pizza, o cualquier cosa que te apeteciera. Me preguntaste si alguna vez había estado enamorado porque... tenía esa forma de huir de la gente, como si antes me hubieran destrozado —se detuvo, suspirando—. En esa época, conseguí un apartamento diminuto donde dormir. Te llevé allí una noche, y después de... ehmn... yo estaba dándome una ducha, y tú comenzaste a hurgar en todas mis pertenencias.

Yoongi levantó una ceja. «¿Acaso Seokjin había hecho referencia a que se habían acostado? Genial. Había tenido sexo con alguien, y ni siquiera lo recordaba».

—Creo que descubriste más cosas de las que deberías. Discutimos después de eso. Me preguntaste por mi edad, por quién era Anna, el nombre que aparecía en algunos de mis escritos.

—Oh, ¿escribías poemas sobre tu dulce Anna? —musitó Yoongi, levantando una ceja.

Seokjin ignoró su comentario, y continuó hablando:

—Te llevé a casa, aunque me gritases. Después de eso, no paraste de hacerme las mismas preguntas. Te dije que era peligroso que te introdujeses en mi mundo, pero seguiste con ello. Dejamos de vernos por un tiempo. Y no sé cómo, una noche, me seguiste... Verás, hay un nido de strigoi en Busan —le explicó con aflicción—. Son más o menos peligrosos, pero si no te metes con ellos, no hacen gran cosa. Son vegetarianos, y no matan ni convierten a humanos, mantienen sus límites entre ellos. Me acerqué a uno de sus mercados negros por la noche, cuando un tal Edgar llegó a la ciudad con unas baratijas provenientes de Europa. También vendía información valiosa de la comunidad nosferatu, y una gran cantidad de contactos que accederían a hablar a cambio de sumas de dinero y otras sustancias, como la saliva con la que trafican. Esa noche, yo intenté hacerme con algo que quería, y tú me seguiste hasta allí, como un imbécil —concretó—. El tipo me amenazó, yo no estaba preocupado, no me daban miedo. Sabía que sólo se estaba tirando un farol. Pero tú apareciste para zurrarle, y te partiste la muñeca de un puñetazo.

—¿Qué...? —musitó con voz ronca.

—Sí —sonrió levemente—. Confirmo que a él pareció dolerle la mandíbula durante dos segundos, fue un buen golpe, pero los strigoi son más duros que eso... a Edgar le hizo mucha gracia, de hecho, me preguntó si eras mi cachorro. Te saqué de allí muy enfadado.

—P-pero, no me hicieron nada, ¿no?

—Ah, no. Él no. Pero hubo otros strigoi que sabían quién era yo —dijo—, rastrearon tu olor hasta tu apartamento, para tener algo con lo que amenazarme. Te utilizaron a ti, para que les hiciera favores. S-sabían que nosotros...

—¿Estábamos juntos? —murmuró Yoongi.

—Algo así —tragó saliva, desviando sus ojos.

Yoongi sintió como su corazón latía rápido. ¿Habían estado enamorados?

—¿Por qué me obligaste a olvidarte? —preguntó dolido, con sus ojos humedeciéndose—. ¿Por qué... me dejaste...? ¿Acaso yo me enamoré de ti? ¿Por eso me borraste la memoria? ¿Por qué sólo era un humano?

—Yoongi... —Seokjin se levantó de su asiento, dirigiéndose a él—. Te quise. Créeme que lo hice.

Su voz se volvió mucho más suave entonces.

—Eras demasiado bueno para ser real, estabas demasiado vivo, te equivocabas, te lanzabas demasiado rápido, metías tus narices donde no debías... eras un humano demasiado mono —le dijo con afecto—. Pero yo no podía responder a tus exigencias. Yo estoy tocado de por vida. Estoy roto. Mi corazón no funciona, aunque lo intente... no puedo curarme a mí mismo. No puedo perder a otro mortal, mientras el tiempo arrecia como una tormenta de arena con todo lo que me rodea.

—¿Crees que esa fue la mejor forma de deshacerte de mí? —le recriminó Yoongi, levantando la voz—. ¿¡Borrando mi memoria, porque soy mortal y tú no!?

—N-no... —Seokjin levantó las cejas—. Y-yo no quería alejarte de mí, Yoongi. Pero un strigoi te atacó.

Yoongi respiró entrecortadamente, escuchándole.

—Casi te mata. Lo hubiera hecho, si yo no hubiera aparecido allí para acabar con aquel strigoi —le explicó—. Tuve que hacerte un nudo en el brazo, para que el veneno no se extendiera. Sólo teníamos unos minutos, y muy pocas opciones para extraerlo. Utilicé un método de extracción de tu sangre muy usual, con la ayuda de Geumjae.

—¿¡Mi hermano!? —jadeó el humano—. ¿Qué...?

—No te preocupes, él tampoco recuerda nada —comentó Seokjin—. Fue de gran ayuda, no obstante. Logramos extraerte casi un litro de sangre contaminada, y estuviste un día en el hospital. Después de eso, supe que había sido mi culpa.

Yoongi se llevó una mano al rostro, y se frotó la frente, antes de volver a mirarle.

—Tú... m-me salvaste la vida... y desapareciste.

—Yoongi, hubiera deseado no hacerlo así —se excusó el dhampir—. Pero eras demasiado insistente. Sólo estuvimos juntos un año, no fue demasiado... intenté establecer patrones de razonamiento en tu cabeza, para que olvidases lo que habíamos vivido. Lo hice lo mejor posible para que eliminases el dolor que sentías, y no tuvieras miedo.

—Sólo un año —ironizó Yoongi—. Claro, porque para tus cuatrocientos años, sólo uno, no tiene importancia. Pero para mí, que apenas tengo veinte, sí que lo es, Jin. Es muy importante.

—Lo siento... quería protegerte —pronunció Seokjin con suavidad, observándole en detalle—. No quería que me siguieses cuando abandoné Busan. No podía dejar que estuvieses en peligro. Yo traigo demasiados problemas para un humano, Yoongi. Soy viejo, y complicado, y créeme, no sé por qué diablos, pero tú eres otro imán para los problemas. Cómo si no, ¿has acabado en mitad de todo esto? Parece una broma del destino, un...

—Tal vez es porque mi inconsciencia te ha estado buscando —exhaló Yoongi, levantándose de la butaca—. Si quieres que desaparezca, lo haré. Pero, ¿sabes qué, Jin? No tenías derecho a decidir por mí. Romper conmigo, sí. Abandonarme, también. Pero, ¿modificar mis recuerdos? ¿obligarme a que deje de sentir lo que probablemente sentía y ahora ni siquiera recuerdo? Puede que hayas borrado todas esas cosas, pero creaste un vacío en mi interior —exclamó, con un temblor en su voz—. Mis sueños, pesadillas, mis dibujos, mis letras, incluso mis gustos... te estuve buscando sin darme cuenta, Jin. Porque sabía que me faltaba algo. Sabía que sentirme así de vacío no era producto de la depresión, o estar demasiado solo.

Seokjin le miró dolorido, compadeciéndose de Yoongi por lo que había hecho.

—Sé que fue una decisión egoísta y precipitada, pero sólo deseé protegerte —repitió con serenidad—, por eso llevé verbena a tu apartamento. No puedo amar a nadie, Yoongi. Mi corazón se fracturó hace tiempo, y sus pedazos, me atravesaron... no puedo estar en un lugar demasiado tiempo. Te lo repetí tantas veces, que perdí la cuenta de ello. Y lo siento.

Yoongi se frotó los ojos, negándose a sí mismo derramar ni una lágrima frente a él. No sabía de donde salía aquello, y puede que no recordase absolutamente nada de lo que le había contado, pero algo dentro de él se sentía realmente herido, algo que sí reconocía sus palabras, y que arañaba su corazón con garras.

Seokjin se aproximó a él, pensando en todo lo que hizo para dejar atrás a Yoongi. Pero ahí estaba de nuevo, junto a dos dhampir guardianes y un moroi exiliado que portaba el akash. Como si la marea trajese de nuevo una vieja botella que se había perdido entre las olas, y cuyo mensaje transcrito jamás fue leído.

Era el destino. Seokjin podía verlo. Todos se habían unido por algo, y sólo debía cerrar los ojos para comprenderlo.

—Espero que algún día puedas perdonarme —musitó con pesar.

«Quién sabe, tal vez el destino de Yoongi iba más allá de ser un simple humano —pensó—. Puede que él, incluso hubiese decidido buscarle, sin ni siquiera ser consciente».

—¿Puedes...? —formuló Yoongi, mirándole con ojos brillantes desde el otro lado de la habitación, junto a la puerta por la que pensaba marcharse—. ¿Puedes devolverme lo que te llevaste?

—¿Tus recuerdos? —preguntó el dhampir en voz baja.

—Sí —respondió, entrecortadamente—. Cerraremos esto aquí. Hoy. No importa lo que duela, quiero comprenderlo. Quiero recuperar lo que he vivido, y superarlo como hacen las personas normales. Sin obligaciones, sin vacíos mentales. Una decisión tan fácil como la de olvidar, sólo la tomaría un cobarde.

Seokjin avanzó hacia él, acortando la distancia que les separaba. Sus iris cenizos se derramaron sobre las avellanas. Yoongi levantó la cabeza, a causa de los centímetros de tamaño que les diferenciaban. La mano del dhampir acompañó su mentón con unos dedos, mientras ambos corazones se aceleraban.

—Como desees —murmuró Seokjin, y le deseó lo mejor con el corazón—. Espero que encuentres a la persona que pueda amarte de verdad, sin ponerte en peligro.

Yoongi se sintió paralizado, perdió su respiración cuando el rostro de Seokjin se inclinó hasta el suyo, rozando sus labios. Fue un beso superficial, un sello tibio, que liberó las lágrimas de sus ojos, como dos densos diamantes surcando sus mejillas.

Sus recuerdos volvieron a él como la sutil caída de las hojas otoñales, lloviendo lenta y pacíficamente dentro de su memoria, revelándole la desesperanza, el enfado, el miedo, el amor, y la triste despedida del día en el que manipuló sus recuerdos pidiéndole que mirase al futuro y consiguiera lo que más deseaba.

Para bien o para mal, Seokjin había sido su primer y difícil amor, y recuperar sus recuerdos fue como sacar la cabeza a la superficie y volver a respirar de nuevo. Cuando el dhampir se distanció con solemnidad, Yoongi se limpió las lágrimas con una manga, y volvió a mirarle con unos ojos muy distintos: ojos que ya le habían mirado antes. Los mismos que lloraron por él, se irritaron por su furia, y suavizaron otras muchas veces, en la intimidad de sus encuentros.

—Jin —pronunció Yoongi entonces, guardando las manos en los bolsillos del pantalón—, espero que encuentres la paz de la que hablas, y te perdones a ti mismo. Debes saber que el amor es necesario para seguir vivo, y no importa a donde vayas o huyas, la gente seguirá amándote cuando te conozcan. Debes dejar de tener miedo por eso —suspiró lentamente—. Y yo... te perdono por lo que hiciste.

Seokjin esbozó una débil sonrisa, entendiendo que Yoongi no iría a guardarle rencor por eso. Era un humano excepcional, y siempre supo que lo era. Pero ahora, era el momento de encontrar el camino para otros asuntos, pasando página entre ambos.

—Lo haré, Yoongi —respondió Seokjin—. Gracias.

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top