Prólogo


Muchos cuerpos sin vida de todo tipo, género y edades yacían en cada rincón de Celli. Un planeta ubicado en una galaxia muy lejana a la Vía Láctea, específicamente perteneciente a la galaxia Oleada Roja, el nombre de la galaxia se debe a que en el espacio de esta todo se ve como un sinnúmero de olas marinas una detrás de otro pero con su distintivo color rojizo.

El planeta Celli un planeta con habitantes trabajadores, humildes y amigables estaba muriendo poco a poco, no por alguien de los suyos sino por el ambicioso general Kibel, un nativo del planeta Rital que tiene a su disposición más de cien guerreros además de sus dos capitanes que tienen un gran nivel de poder y que siempre lo acompañan a todos lados.

Muchos cellianos corrían despavoridos intentando salvarse de una muerte inminente.

Celli al ser un planeta pequeño y con un número no mayor a siete mil trecientos cuarenta y tres habitantes, era un planeta que no sabía defenderse no porque sus habitantes no quisieran sino porque no habían grandes peligros además de aquellos cellianos que se revelaban o se volvían locos así como de aquellos temibles monstruos y otros villanos de menor importancia que intentaban conquistar sus tierras pero todo ese mal era detenido por un héroe, un joven celliano de tan solo dieciséis años, llamado Nox.

El empezó a realizar hazañas heroicas desde sus quince años cuando un día al ir a pescar con sus amigos se perdió durante ocho horas y al ser perseguido por un animal feroz no tuvo más opción que lanzarse al agua para salvarse, un error puesto que él no sabía nadar pero cuando él pensó que llegaría su fin la "Garra de la Bestia" lo eligió para ser el portador de la espada legendaria Sellyeta, la garra un artefacto metálico similar al de un collar con una placa metálica en donde en el centro de la placa estaba una garra tallada casi a la perfección. Al ser tipo collar esta se enredó en la mano derecha del joven Nox para sacarlo del mar casi por arte de magia, aunque en Celli eso no era algo de que asombrarse.

Desde ese entonces comprendió lo que debía hacer, aprendió porque no murió ese día, él estaba destinado, él había sido elegido por la Garra de la Bestia para defender a su gente, a su pueblo, en si para defender al planeta Celli del mal.

Él siempre estuvo a disposición para salvar a los cellianos indefensos desde que encontró la espada Sellyeta o también conocida como la espada del sacrificio, una espada que solo está destinada para determinados seres, solo los dignos de su poder podrán portarla. Los habitantes de Celli desde ese entonces nunca sintieron temor siempre fueron salvados por Nox, se vivieron momentos muy felices desde ese entonces pero en toda una noche el planeta se estaba quedando sin habitantes vivos, poco a poco todos estaban siendo asesinados por una amenaza mucho más mayor y terrible de las que los cellianos se pudieron imaginar.



Por todos lados se escuchaban fuertes disparos, tanto así que un grupo de pequeños animales aéreos huyeron asustados velozmente alzando sus alas con temor. Nadie podía hacer nada ante el general Kibel y sus tropas, ni siquiera Nox el joven héroe que durante casi tres días estuvo peleando contra todas las amenazas y peligros que el mismo general Kibel había mandado con el único propósito de dejarlo exhausto para matarlo más fácilmente una vez que su cuerpo ya no resistiera.

—Señor ya lo tenemos —dijo uno de los hombres del general por un micrófono que tenía incorporado a su casco de alta tecnología.

—¡Ya voy para allá! —contestó el General Kibel por su intercomunicador. El apagó su micrófono y empezó a colocarse el resto de su vestimenta. Lo que le faltaba colocarse era su abrigo negro al cuerpo y su casco que dejaba a simple vista su rostro puesto que su artefacto metálico y tecnológico le protegía la parte superior de su cabeza en planetas con ambientes iguales al suyo.

—¡Saya y Kardel! —dijo en voz alta mientras buscaba sus guantes por todo su enorme cuarto.

En ese instante se abrió la puerta del cuarto del general Kibel y sus dos capitanes entraron al mismo tiempo.

Del lado derecho estaba Saya la hermosa y despampanante fémina, lo que más llamaba la atención de ella era su gran altura y su cabello que sobrepasaba su espalda baja mientras que del otro lado estaba el rudo y muy musculado Kardel, un masculino de igual o un poco más altura de su compañera Saya pero a diferencia de ella él no tenía ni un solo cabello en su cabeza. Ambos al igual que el general Kibel y así mismo cómo toda la tropa son nativos del planeta Rital, aunque en si todos han sido exiliados del planeta por sus crímenes, además todos vestían de ropa de combate color negra pero Saya y Kardel por sus hombros tenían unas marcas rojas que los diferenciaban del resto de la tropa, mientras que el general Kibel para diferenciarse del resto optaba por ponerse su abrigo que contenía en el pecho una especie de uve en dónde la punta llegaba hasta la parte central de su cinturón.

—Aquí estamos señor —dijeron Saya y Kardel al mismo tiempo cuándo pasaron por la puerta.

—Ustedes vayan a Celli y sí su defensor Nox aún no se ha rendido quiero que le enseñen a rendirse a la fuerza si es posible... —ordenó el general Kibel sin remordimientos— Pero eso sí, no lo maten aún...porque yo seré quién lo haga si no llega a rendir.

—¡Sí señor! —exclamaron al unísono Saya y Kardel con gran fuerza e inmediatamente ellos salieron del cuarto y apretando un botón que tenían por el lóbulo de sus orejas derechas hicieron que el casco emergiera para proteger la parte superior de su cabeza dejando en evidencia sus rostros al igual que con el casco del general Kibel.



Cuándo salieron de la nave lo primero que observaron fue los restos sin vida de los cellianos, además de que en el ambiente no se lograba ver bien debido al polvo que estaba levantado, además todas las viviendas estaban destrozada, muchas quemadas y otras llegando a quedar en solo cenizas.

—¡Qué lugar tan feo! —comentó Saya frunciendo y tapándose la nariz con dos dedos de su mano derecha.

—¡Horrible...! —comentó Kardel de manera sería— Lo bueno que ya hoy nos vamos de aquí.

En ese momento un soldado aliado de ellos se les acerca con rapidez.

—¡Capitanes...capitanes! —exclamaba angustiado el soldado.

Cuándo llegó ante ellos, él estaba cansado y con su rostro todo golpeado.

—¡Capitanes...capitanes...! —repitió una vez más cada vez más agitado el soldado.

—¡Cálmate! —exclamó molesta Saya dándole una fuerte cachetada que lo hizo caer al suelo sentado. A ella no le importaba lastimar a alguien de los suyos si tenía que hacerlo y eso quedaba demostrado en cada misión en donde a ella ya se le hacía costumbre hacerlo.

—Lo siento capitana Saya es que... —se estaba disculpando el soldado mientras se sobaba su mejilla izquierda pero Kardel no lo dejó terminar su oración.

—Ya déjate de rodeos y dinos de una vez que pasa —fue lo que dijo Kardel cuándo lo interrumpió.

—Perdón...es que ese estúpido jovencito que se hace llamar héroe de Celli sigue dando batalla —les contó el soldado mientras trataba de incorporarse.

Saya al escuchar eso corrió lo más rápido que pudo hacía la jaula en dónde tenían a Nox.

—¿Qué está pasando con ese niño? —preguntó la capitana Saya muy molesta mirando de mal humor a los dos soldados que custodiaban al joven Nox en su jaula.

—¡No me detendrán! —gritó muy furioso Nox e inmediatamente la espada Sellyeta que estaba guardada en un contenedor electrónico salió con fuerza y en un santiamén como si tuviera vida cortó las barras metálicas de la jaula dejando que su portador Nox la atrapara entre sus manos después de escapar de la jaula.

—¡Seguiré dando batalla...! —exclamó Nox mientras cortaba a los dos soldados con su espada por la espalda.

Luego Nox decidió abalanzarse contra Saya pero ella se elevó en el aire con un solo salto y sacando dos pistolas láser empezó a dispararle desde el aire al aguerrido y en ese momento muy cansado Nox.

El joven Héroe se protegía con la espada de los rayos láser haciendo uso de su agilidad y gran dominio de la espada pero al estar cansado se tropezó, en ese momento un rayo láser lo impactó en su tobillo izquierdo y cómo si fuera poco Kardel aprovechó para darle un fuerte golpe demostrando la gran fuerza que poseía.

Nox fue a dar a unas rocas pero gracias a la cola que tenía debido a sus poderes que le había brindado la garra de la bestia él logró impulsarse hacía el frente para no lastimar su espalda pero cuando quedó de pie Kardel lo hizo golpearse de cara contra el suelo dándole un golpe en su cabeza.

Nox quedó boca bajo contra el suelo, él no se movía debido a que su cuerpo no aguantaba más.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó el general Kibel mientras llegaba a la escena.

—Señor, él es fuerte aun estando muy agotado —dijo Saya señalado al muy cansado Nox.

—¿Acaso un niño les está causando problemas? —preguntó molesto el general mirando a sus dos capitanes.

—Al parecer es cierto, la garra de la bestia que lleva cómo como cinturón y la espada Sellyeta le da la fortaleza que tiene y por eso no se ha rendido —dijo Kardel— Lo hacen muy fuerte y eso queda demostrado en estos tres días que ha peleado de manera consecutiva.

—Perfecto debemos acabar con él para quedarnos con la garra y la espada.

Mientras ellos hablaban Nox que aún estaba vivo podía escucharlos pero él ya no aguantaba más, él sabía que iba a morir dentro de los siguientes minutos.

«Nox levántate, tu puedes no te rindas», le decía una voz que solo el joven celliano podía escuchar.

«Yo confió en ti, tu eres el elegido.»

—¡No...ya...no puedo —dijo en voz baja Nox. Sin embargo él general Kibel lo escuchó

—¿Aún sigue vivo? —preguntó el general mirando a los ojos a sus capitanes.

—¡Ríndete eres débil, dame la espada del sacrificio de una vez por todas!

—¡Lo siento... lo siento! —decía Nox mientras lloraba— ¡Lo siento, lamento no haber podido salvar a mi gente...quizás no haya podido salvarlos pero al menos no dejaré que obtengan estos poderes, por lo que tanto luché por lo que tanto protegí no dejaré que se salgan con suya.

Cuándo Nox terminó de hablar él se levantó inmediatamente con fuera agarrando la espada y en un solo movimiento con gran rapidez logró cortar levemente la cara del general Kibel, además de que le rompió su casco.

Nox, el joven héroe se alejó de ellos y antes de morir dijo unas palabras.

—¡Nunca obtendrán estos poderes, su maldad no corromperá estar armas míticas, sigan buscándolos...! —dijo el joven héroe Nox antes de matarse clavando su espada en su corazón.

«Ahora lo comprendo, ahora sé porque me elegiste garra de la bestia...te estaré agradecido en vida y ahora en la muerte por haber sido digno de tu gran poder, este es mi sacrificio por ti y por todos los habitantes del planeta...», ese fue su ultimo pensamiento.

Los dos capitanes Saya y Kardel junto con el general Kibel quedaron sorprendidos con el acto de Nox. El cuerpo del joven héroe cayó sin vida al suelo en un santiamén.

El general Kibel reía muy fuerte porque Nox se había matado, él pensaba que finalmente se había rendido.

—Niño tonto...se mató al ver que no podía... —dijo el general Kibel sin sentir pena por el antes de tomar la espada Sellyeta— Que tonto que se haya rendido y yo que quería seguir jugando con él.

—¡Al fin tendré todos los poderes que estos artefactos tienen! —gritó emocionado alzando la espada pero en ese instante la espada empezó a moverse por sí sola y con rapidez escapó de la mano del general Kibel y al mismo tiempo la garra de la bestia también se liberó del cinturón de Nox. La espada mágicamente quedó guardada en la garra de la bestia y esta con gran prisa iba escapando del planeta Celli, al mismo tiempo el cuerpo de Nox se deshacía lentamente además que todas sus partículas se iban agregando a la garra de la bestia y a la espada. Una vez que su cuerpo se deshizo por completo la garra voló a toda velocidad por la galaxia Oleada Roja.

—¡No puede ser estuvimos tan cerca! —exclamó furioso el general Kibel apretando sus manos con fuerza— No importa la seguiré buscando y no importa si eso implica ir matando a cada portador de esos artefactos míticos o incluso acabar con cada planeta al que vayan...

Las palabras del general Kibel eran claras no pensaba rendirse, no pensaba renunciar a su búsqueda después de haberse quedado con un amargo sabor de boca al poseer por unos cuantos segundos la espada entre sus manos.

La garra junto con la espada siguieron en busca de su nuevo portador, el gran poder de la garra hizo que se abriera un portal a otra galaxia conocida como la Vía Láctea porque ahí específicamente en el planeta Tierra era en donde se encontraba su nuevo y digno portador.  



Estos son los diseños que yo hice de algunos personajes que aparecieron en el prólogo, recuerden que ustedes son libres de imaginarse el diseño de los personajes pero me pareció divertido hacer esto. 

El General Kibel 

La Capitana Saya

El Capitán Kardel

Nox, el héroe del planeta Celli

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