9. Plan arruinado

Alan estaba totalmente decidido a tener todas las respuestas sobre su intento de asesinato, tenía que encarar a sus enemigos.

Aquél día murieron personas inocentes tan solo porque lo querían muerto, debía vengar esas muertes, no podía seguir viviendo con aquello.

—¿Eso quiere decir que vas a interrogar a esos dos policías? —preguntó la rubia con lentes sin dejar de mirar al héroe de la máscara de tigre.— ¿No se supone que ellos son los buenos?

A pesar de haber visto muchas noticias de Tigre últimamente, Felicia tenía sus dudas sobre el héroe, era por eso que trataba de hacerle preguntas tras preguntas para saber sus verdaderas intenciones.

—Nunca debes confiar plenamente en alguien —contestó Tigre modulando su voz para que Felicia no lo reconociera.— Porque no sabes si hay un lobo disfrazado de oveja.

La frase fue comprendida rápidamente por la rubia, después de todo ella no confiaba plenamente en el héroe.

—Tiene razón —agregó Karla tocando su barriga.

El héroe estaba por marcharse pero un quejido de su amada lo detuvo, Karla se tocaba su barriga con más fuerza que las veces anteriores, no aguantaba el dolor así que tuvo que arrodillarse segundos después.

Felicia se asustó, se levantó de la silla y se le acercó para auxiliarla.

Por su parte Alan bajo el alias de Tigre hizo lo mismo, él estaba preocupado de que algo malo estuviera pasando con la futura madre de su bebé.

—¿Qué tienes Karla? —preguntó muy preocupada Felicia, Karla se quejaba mucho del dolor que sentía.— ¿Te duele bastante?

—¡Sí! —contestó Karla haciendo énfasis en la "í".

Unas cuantas lágrimas caían de sus ojos, eso solo comprobaba el fuerte dolor que estaba sintiendo, algo raro puesto que los últimos meses de su embarazo los había llevado con normalidad, no había tenido tantas preocupaciones.

—Debemos hacer algo —mencionó Tigre mirando a Felicia.

—¿Cuántos meses tienes? —Felicia tomó de las manos a su amiga.

—¡Siete! —contestó Tigre diciendo la respuesta antes que Karla.

Felicia miró pensativa al héroe, para ella era muy raro que Tigre sepa acerca de los meses de embarazo de su amiga, rápidamente miró a Karla la cuál seguía manifestando muecas y gritos de dolor.

Muchas interrogantes surgieron en ma mente de Felicia pero no tenía tiempo para pensar en aquello.

—Tenemos que llevarla al hospital —mencionó la rubia, ella se levantó y dejó solos a Tigre y a Karla por unos segundos.— Los llevaré en mi auto.

Abrió la puerta de su departamento para prender su auto, mientras tanto Tigre agarró a su amada entre sus brazos, no le tomó tanto esfuerzo debido a la fuerza que había ganado gracias a los poderes que le otorgó la espada Sellyeta.

Tan solo tenía que ser cuidadoso de no provocarle más dolor del que ya estaba sintiendo.

Felicia a toda prisa los llevó al hospital más cercano que encontraron.

El héroe sacó a su amada del auto con suma delicadeza.

—¡Mujer embarazada en problemas! —gritó Tigre llegando al área de emergencia del hospital.

Las personas que estaban esperando en las sillas se asombraron, muchos comenzaron a tomar fotos y a grabar el momento en que el héroe llevaba en sus brazos a Karla.

Dos enfermeras y un doctor se acercaron a Karla para asisitirla inmediatamente, además de que agradecieron al héroe por su gran gesto.

Luego de unas horas Karla fue transferida del área de emergencia al área de hospitalización, en dónde la estabilizaron, además de que le administraron medicamentos para el dolor.

Felicia salió del cuarto de hospital en dónde estaba Karla internada, la rubia aprovechó el momento para hablar por teléfono e ir a comer algo puesto que con todo lo sucedido no había tenido tiempo ni siquiera para eso y su estómago ya se lo estaba pidiendo.

Mientras esperaba que le contestarán la llamada ella miraba las noticias desde un televisor que estaba en la sala de espera del área de internación del hospital.

"Tigre lo hizo una vez más, el héroe vuelve a ganarse el cariño de los ciudadanos gracias a su noble gesto de llevar al hospital a la viuda del policía Alan Garcés, sin duda un gran gesto por el héroe".

La noticia nuevamente se hizo viral, el héroe una vez más volvió a ser tendencia en redes sociales, en especial en Twitter.



Tigre observaba a su amada desde la parte exterior de la ventana del cuarto en dónde Karla estaba internada, ella dormía un poco más calmada.

Él héroe entró para verla más de cerca, era su oportunidad, estando solos los dos podía hablarle como siempre y no como una conocida más.

—¡Hola amor! —dijo ella al escuchar sus pasos. Él héroe se aseguró de que la puerta estuviera bien cerrada, no quería que lo encontrarán ahí, eso levantaría sospechas sobre su verdadera identidad.

—¿Cómo estás? —Alan se quitó la máscara y se le acercó para besarla en los labios.

—Ya estoy un poco mejor —contestó Karla con la garganta un poco seca. Ella sostuvo las manos de su amado.

—No lo parece —mencionó Tigre mirando el estado de su amada, aún estaba preocupado por ella.

Tigre miró hacia la puerta, con su sentido del oído aumentado pudo escuchar los pasos de Felicia, que ya estaba por llegar.

—Me gustaría poder quedarme más tiempo —el héroe se colocó la máscara de Tigre— Pero tengo que irme, no lo olvides yo te quiero mucho.

Él héroe fue hacia la ventana.

—Yo te quiero mucho más mi vida —dijo Karla derramando una lagrima— Promete que si me pasa algo cuidaras a nuestro bebé y le darás mucho cariño.

—No te pasará nada —dijo Tigre desde la ventana— Te prometo que todo saldrá bien, que a nuestro bebé lo protegeré con todas mis fuerzas y debo asegurar que desde ya lo quiero mucho.

El héroe le lanzó un beso desde la ventana, la puerta se abrió en ese instante, era Felicia que acababa de llegar.

Karla miró la ventana pero ya no había nadie, el héroe se había marchado.

—¿Qué pasó amiga? —preguntó la rubia al ver que Karla tenía unas cuántas lágrimas que bajaban por sus mejillas.— ¿Por qué estás llorando?

—Alan... —dijo Karla y luego se limpió las lágrimas y sonrió.

—Llamé a tus padres —le informó Felicia.






Sin perder tiempo Alan fue en busca de los posibles cómplices de su intento de asesinato.

Primero fue por Jorge Jiménez, fue a su casa la cuál quedaba un poco lejos de la ciudad pero a Tigre no le importó y fue en su moto.

No tardó tanto en llegar a la casa de dos pisos, la cuál tenía las luces de la sala aún encendidas.

Dejó su moto detrás de unos árboles, trato de ocultarla muy bien para no levantar sospechas. 

Caminó con sigilo, se asomó por las ventanas de abajo, usando su sentido ocular aumentado rápidamente encontró a su ex compañero, el cuál estaba con bata sentado en uno de los muebles de la sala mirando las noticias internacionales del mundo deportivo.

Miró si no había nadie más a su alrededor.

El héroe continúo revisando cada rincón de la casa, en el segundo piso pudo ver cómo la hija de diez años de Jorge Jiménez estaba durmiendo en su cuarto.

En otro cuarto vio como la mujer de Jorge estaba leyendo una revista mientras tenía audífonos en sus oídos.

Sabía que era el momento perfecto de actuar.

Trató de hacer ruidos afuera de la casa, Jorge escuchó y rápidamente presionó el botón de mute, miró a su alrededor pero al no escuchar nada le quitó la opción de mute al televisor hasta que escuchó otro ruido.

Él fue hacia una ventana para ver desde ahí si algo pasaba afuera de su casa, tan solo notó a los mismos árboles de siempre, al no observar nada más trató de seguir viendo las noticias pero al girar su cuerpo se asustó porque frente a él estaba Tigre.

Jorge casi cayó al suelo del susto.

—No hagas ruido —Tigre llevo su dedo índice a sus labios.

Jorge solo asintió puesto que Tigre le apuntaba el cuello con su espada. 

—¿Qué quieres? —preguntó Jorge asustado.

—Yo haré las preguntas —el héroe llevó más cerca la punta de su espada al cuello de Jorge.— ¿Qué estuviste haciendo el día en que mataron Alan Garcés?

Jorge arrugó su frente, no esperaba dicha pregunta, el héroe le quitó el control remoto con brusquedad y subió el volumen del televisor.

—¡Responde! —gritó tratando de intimidar a Jorge.

—Está bien —dijo Jorge asustado— Ese día no fui porque pedí permiso debido a que era el cumpleaños número diez de mi hija, lo juro.

Tigre recordó haber escuchado algo así un día antes del trágico evento, además Jorge le mostró pruebas cómo fotos y vídeos, ellos no estuvieron presentes ese día en la ciudad.

—¡Lo siento! —dijo Tigre— Tiene una linda familia Jiménez.

Un fuerte trueno hizo que Jorge mirara por la ventana y al mirar de vuelta ya no estaba Tigre, se había marchado.

Alan estaba enojado, había asustado e interrogado a una persona inocente, sabía que no era lo suyo, en ese momento temía que el poder y el enojo lo corrompiera.

Mientras mabejaba su moto iba pensando no solo en los sucedido con Jorge Jiménez sino con Karla. 

De vuelta llegó a la ciudad pero esta vez fue a uno de los tantos hoteles, sabía que Julio Álvarez el otro sospechoso vivía en un departamento.

Utilizó la misma manera de operar como lo hizo con Jorge Jiménez, escondió su moto y con sigilo observó que Julio estuviera solo en su departamento para poder interrogarlo, para su fortuna así fue.

El policía de nombre Julio estaba durmiendo en su cama, abrió sus ojos al escuchar un ruido por su cocina, no le tomó importancia porque los truenos sonaban todo el tiempo.

Cuando ya se disponía a cerrar los ojos para seguir durmiendo otro trueno no lo dejó además de que se asustó al ver la sombra de algo con garras en la esquina de su cuarto.

Rápidamente agarró su pistola que tenía en un velador cerca de su cama, apuntó hacia la sombra.

—¿Por qué tan asustado Álvarez? —preguntó con tono intimidante Tigre.
Él héroe salió de la esquina y caminó hacía él.

Julio se sintió con calma a pesar del susto que le provocó.

—¿Qué quieres Tigre? —preguntó Álvarez.

—Respuestas y temo que esto será rápido... —respondió el héroe— ¿Dónde estuviste el día en que mataron a Alan Garcés?

El policía empezó a sudar y sin pensarlo le disparó al héroe al mismo tiempo que otro trueno sonó.

Tigre esquivó la primera bala, la segunda bala la desvió con su espada y dando un salto logró estar lo suficientemente cerca del policía para apuntar el filo de su espada a su cuello.

Con su mano izquierda pudo arrebatarle la pistola.

—Tu...tu...tú eres un héroe... —dijo Julio asustado de tener la espada cerca de su cuello.— Tu no matarías, tu eres de los buenos.

—Yo sí pero parece que tu no —mencionó Tigre intimidando a Julio.— Julio Alvarez ¿fuiste cómplice del asesinato del policía Alan Garcés?

Julio sudaba y sudaba, al principio no quiso revelar nada aunque luego al sentir la espada más cerca terminó contando toda la verdad.

—¡Sí! —confesó Julio— Yo estuve implicado en el asesinato de Alan Garcés, un criminal de nombre Zatu fue quién mandó a matarlo y todo porque varios de sus hombres fueron atrapados por él un día antes y necesitaba vengarse para demostrar que nadie debía entrometerse con él o con sus hombres y ahí fue cuando me contactó debido a que somos amigos de infancia.

—¿Y quién es este hombre Zatu? —continúo con el interrogatorio el héroe.

—Es el mismo hombre que apareció meses atrás con una espada —contestó Julio— Si no mal recuerdo se enfrentó a ti la vez pasada, estaba acompañado de una mujer y de un grandote de aspecto horripilante.

—El hombre del humo —dijo el héroe recordando su anterior encuentro con él.— ¿Y qué quiere él?

—Quiere liberar a su hermano menor Frank que fue atrapado por la SDCA aunque luego por no tener un nivel alto de peligrosidad fue derivado a una cárcel normal —confesó Julio preocupado por revelar todo— De hecho tiene pensado liberarlo dentro de una hora cuándo Frank sea transferido a la cárcel de la ciudad de Quito.

El héroe estaba molesto, no podía creer que uno de sus compañeros haya sido cómplice de su intento de asesinato, quería golpear muy fuerte a Julio, lo deseaba.

Apretó sus puños para aguantarse las ganas de golpearlo, guardó su espada porque tampoco quería caer en la tentación de usarla contra él. 



Rápidamente Tigre fue hacía la policía para informarles todo lo que Julio le había revelado, puesto que había sido inteligente y pudo grabar casi todo lo que el policía cómplice le dijo.

Tenía que llevar evidencias o sino no le creería nadie, además dejó muy bien amarrado a Julio en su cama para que no escapara.

Una vez que le dijo todo a los policías se fue directo hacía el lugar en dónde Zatu y sus hombres estaban escondidos para poder liberar a Frank.





Gritos y golpes pudo escuchar Zatu a lo lejos.

Él y sus hombres estaban esperando desde la terraza de un hotel abandonado de cinco pisos.

Varios disparos también escuchó, pensaba que se trataba de Camelia, creía que la asiática lo había encontrado para intentar vengarse una vez más.

—¡Te encontré Zatu! —mencionó Tigre apareciendo frente al villano.

El héroe sacó su espada y empezó a blandirla hacia adelante, dio un par de pasos hasta que se detuvo.

—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó Zatu tomando su gran espada desde el suelo y luego caminó hacia atrás por escasos segundos.

—Ya sé muchas cosas —mencionó Tigre caminando hacia su enemigo.— Sé porque estás aquí y sé también que estuviste implicado en el asesinato de Alan Garcés.

—¿Qué tiene que ver el rescate de mi hermano con la muerte de ese policía? —Zatu no comprendía la razón por la cuál el héroe le mencionaba algo que ya había pasado hace meses atrás.

—Lamento informarte que hoy no vas a rescatar a tu hermano —dijo el héroe— La policía ya lo sabe y ya se están tomando medidas con tu cómplice policía.

Tigre tomó fuerza, llevó sus brazos al frente e inmediatamente de sus manos salieron garras metálicas.

Con sus garras trató de herir al villano que solo se mantuvo esquivando los ataques con movimientos rápidos y con su gran espada.

El héroe no tuvo más opción que usar su espada para protegerse de una estocada por parte de su rival.

Los dos combatientes se mantuvieron peleando con sus espadas por unos minutos, las armas chocaban una y otra vez, el más afectado era Tigre debido a que no poseía intagiblidad como Zatu.

Tigre recibió pequeños cortes por sus antebrazos y rodillas mientras que Zatu seguía intacto.

—¡Maldito! —exclamó Zatu molesto— Ahora te odio más por lo de mi hermano.

—No te preocupes pronto lo acompañaras en la cárcel —Tigre saltó hacia atrás para descansar de la pelea por unos momentos.

Pelear con Zatu lo agotaba debido a que trataba de pelear con todas sus fuerzas pero inútil por la intagiblidad de su enemigo.

Zatu aprovechó el momento para atacar de nuevo.

El villano clavó su espada en el suelo de la terraza, abrió sus brazos y las palmas de sus manos y acto seguido todo el humo de su cuerpo se esparció por todo el lugar con el único objetivo de distraer y matar al héroe.

Tigre se puso alerta y empuñó su espada, movía su nariz mientras buscaba la dirección de su enemigo con su olor.

Recibió una patada en la espalda y en los tobillos, luego pudo defenderse con su espada.

Tenía que encontrar una forma para herir al hombre intangible, así que empezó a inspeccionar todo sus movimentos.

Al ver con detenimiento cada detalle de su enemigo pudo pensar en un plan para herirlo.

Tigre trató de atacarlo con su espada pero Zatu contraatacó con la suya, se agachó para esquivar una estocada, giró su cuerpo para esquivar otra estocada, corrió hacia la derecha para colocarse detrás de un pilar de la terraza luego giró su cuerpo una vez más para aparecer del lado izquierdo de su enemigo y así intentar atacarlo con la espada.

Las dos espadas chocaron entre sí una vez más pero el héroe usó su agilidad y levantó su pierna derecha para darle una patada en las únicas zonas tangibles del villano las cuáles eran las manos con las que empuñaba su gran espada.

La mano izquierda de Zatu recibió la fuerte patada, de esa forma el villano perdió un poco el balance y por lo tanto el héroe aprovechó para clavar las garras en la mano derecha de su enemigo.

Zatu dejó caer la espada, gritó del dolor.

En ese momento perdió la intagiblidad, el cuerpo de Zatu volvió a la normalidad.

—No puede ser el efecto se ha terminado... —dijo preocupado el villano.

Tigre usó el mango de la espada Sellyeta para propinarle un golpe en el abdomen que lo dejó seco.

El villano cayó al suelo bocarriba, el héroe se le acercó y comenzó a propinarle puñetazos en la cara.

Estaba tan concentrado dándole el cuarto puñetazo que sus sentidos aumentados no le ayudaron a percibir a Javier además de que la lluvia y los truenos complicaban más el poder usar sus sentidos apropiadamente.

Javier para salvar a su jefe sostuvo del tobillo al héroe y con fuerza empezó a levantarlo y luego lo lanzó hacía una pared de la terraza del hotel abandonado.

El golpe fue tan fuerte que Tigre quedó inconsciente.

—¡Jefe! —Javier fue a auxiliar a Zatu— ¿Cómo está?

—¡Con coraje! —contestó Zatu, su nariz sangraba y su cara le dolía.

Javier agarró la gran espada de su jefe.

—Es hora de matarlo —dijo con sonrisa sádica Javier.

—No, antes... —Zatu se levantó adolorido— Antes tengo que ver su rostro.

El villano caminó con lentitud pero pudo acercarse lo suficiente al héroe como para quitarle la máscara de tigre.

Quedó sorprendido al ver que se trataba de Alan Garcés, el mismo hombre que trató de asesinar meses atrás.

—Ahora entiendo todo —menciono Zatu mientras que con su mano izquierda se sobaba su mejilla derecha.

—¿Ahora si lo mataremos? —preguntó Javier ansioso por asesinarlo.

—¡No! —contestó Zatu con seriedad— El arruinó mi plan de reunirme con mi familia, ahora yo impediré que vuelva a ver a la suya.

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