4. Nocturna
Zatu estaba tan enojado que se colocó de pie, sostuvo la mesa metálica con sus manos, la levantó un poco y luego la lanzó al piso, la mesa quedó medianamente dañada y para fortuna de todos no había ningún objeto valioso sobre ella tan solo unos frascos de vidrios que estaban completamente vacíos.
—¿En serio piensas ir a enfrentarte al héroe? —inquirió Camelia mirando al hombre que tanto odiaba. Ella estaba sentada en el cómodo sillón, disfrutaba ver cómo a Zatu no le resultaban ciertas cosas.
Zatu miró por breves segundos la mesa metálica y luego giró su cabeza para mirar a su acompañante.
—¿Me quieres acompañar? —Zatu giró todo su cuerpo, caminó hacía la mujer asiática— Eres muy buena peleando cuerpo a cuerpo, además de que tienes tus armas que siempre te resultan útiles.
Camelia no respondió, se mostró seria.
—Solo piénsalo...mis poderes en conjunto con tus habilidades seguro le ganamos a Tigre —Zatu parecía más calmado, así siempre se mostraba cuándo empezaba a planear cosas.
—Y respondiendo a tu pregunta inicial... —dijo Zatu haciendo una pausa, se aclaró un poco la garganta y prosiguió— Sí, pienso enfrentarme a él, siento que debo hacerlo para cumplir mi meta porque después sería complicado pero para eso debo prepararme.
Zatu ya tenía un plan en mente, una vez pensado todo decidió que era momento de explicar el plan a sus hombres. Primero comenzó explicando que él iría solo para convencer a su contacto para que le dé más de la "Hex", a pesar de que su contacto era alguien temible, Zatu quiso ir sólo porque pensó que le resultaría mejor, a cargo de la bodega dejó a Carlos, él seria quién vigile al resto de los secuaces de Zatu, además Carlos se encargaría de matar a quién no siga las órdenes.
Por otro lado a Camelia le encargó una tarea especial que ejecutaría en compañía de doce hombres más, lo que tenían que hacer era ir a una supuesta reunión para intercambiar la sustancia Hex con armas nuevas pero en realidad Camelia y el resto terminarían matando a los dueños de las armas.
Al mismo tiempo en que Zatu se marchó Camelia también lo hizo junto con una docena de hombres, se marcharon en tres camionetas de color negro, las cuales iban detrás de otra.
No tardaron tanto en llegar al punto de encuentro, que resultó ser un viejo mercado de la ciudad, trataron de no hacer ruido y tan solo se quedaron en los carros a esperar.
Mientras esperaba Camelia se colocó una especie de máscara que simulaba el maquillaje de una geisha. La estructura del artefacto se basaba de manera principlal en una mezcla entre arcilla, plástico y unas cuántas partes metálicas que a su vez eran tecnológicas que le ayudaba a ver a los lejos.
El otro grupo de intercambio de mercancía se tardó doce minutos en llegar y de igual manera fueron tres carros.
Los dos grupos bajaron de sus carros, salieron con sus armas en mano, por sí llegara a suceder algún altercado, Camelia fue la única que fue sin arma en manos, aunque si las tenía guardadas en varias partes de su cuerpo.
—¿Y bien? —preguntó un hombre del otro grupo mirando de pies a cabeza a Camelia— ¿Dónde está su líder?
—Él está ocupado y no vendrá hoy —contestó Camelia mirando al sujeto. Tanto el hombre como Camelia se miraron de pies a cabeza.
—¿Y tú quién eres? —preguntó con mirada desafiante el hombre calvo— ¿Eres la novia o qué?, ¿o tan solo eres su zor...?
Él no terminó de hablar puesto que en un movimiento rápido de su tobillera Camelia sacó una cuchilla que luego acercó al cuello del hombre calvo.
Tanto los hombres de Zatu cómo los del otro bando cargaron sus armas, los dos grupos de maleantes se apuntaron entre sí con sus armas, parecía que la batalla se iba a adelantar sin embargo Camelia sabía que eso no le convenía, qué debía controlar sus acciones o sino no podría salvar a Kanata.
—Si me insultas esto terminará mal para ti —exclamó Camelia con tono amenazador. Lentamente quitó la daga del hombre que tan solo estaba sudando al sentir el filo del arma blanca tan cerca de la piel de su cuello.
Camelia guardó su cuchilla a su tobillera del lado izquierdo, dio varios pasos para atrás.
—Ya es hora de hacer el intercambio, ¿no creen? —mencionó Camelia mirando tanto a los hombres de Zatu cómo al otro grupo de hombres.
Un aliado del calvo se dirigió hacia una de las cajas que tenían en el suelo. Le quitó el candado con una herramienta, abrió la caja de lado y lado, Camelia caminó acompañada de dos de sus aliados para comprobar que en realidad eran las armas que habían acordado intercambiar con la sustancia Hex.
El hombre calvo también hizo lo mismo, se acercó a la caja que llevaron los hombres de Zatu para comprobar que esta esté llena de frascos de la Hex.
De repente una fuerte explosión alertó a todos los presentes, quiénes cargaron una vez más sus armas para prepararse a disparar a quién sea que haya lanzado una pequeña granada.
—¿Qué fue eso? —preguntó el calvo de apellido Ramírez gritando mientras miraba a su alrededor pero no lograba ver al lanza bombas.
Una pequeña bomba fue lanzada haciendo que dos de las tres camionetas del grupo de Ramírez quedaran levemente dañadas.
El ambiente nocturno se llenó de humo. Luego se pudo escuchar cómo dos objetos pequeños impactaron el suelo, estos eran nada más y menos que dos bombas de humo, lo cuál dificultaba la capacidad de ver a todos los presentes.
Camelia aprovechó el momento para ir tras las armas del otro bando, después de todo ella si podía ver con claridad gracias a su máscara de geisha.
En su paso haciendo uso de sus habilidades desestabilizó a dos hombres con patadas, luego derrotó a dos más usando sus dagas, las cuales fueron clavadas en los brazos y piernas de sus enemigos. Ella tenía toda la ventaja hasta que alguien apareció frente a ella.
La silueta era de una mujer de cabello corto que le llegaba hasta sus hombros nada más, llevaba un paraguas en mano, con la tecnología de su máscara de geisha observó a detalle a la mujer que había aparecido de la nada.
La mujer usaba un traje color azul oscuro ajustado a su cuerpo, además el traje tenía diseños en sus botas y guantes de color negro, para no ser descubierta usaba una especie de antifaz de color azul oscuro también, pero sin duda lo más llamativo era su paraguas.
—Al parecer ya no hay honor entre maleantes —mencionó la mujer con el paraguas— ¿Verdad?
Al terminar de hablar se acercó más a Camelia, la mujer apretó uno de los botones que el paraguas tenía, de forma inmediata la tela impermeable del paraguas quedó guardada dentro del bastón del mismo paraguas, quedando el objeto cómo un bastón de combate.
La mujer de traje azul oscuro trató de golpear a Camelia con su bastón, la mujer asiática esquivaba los ataques de la recién llegada, lo único que salía golpeado era la tercera camioneta que había estado intacta.
Camelia intentó defenderse dando patadas pero la mujer del bastón contrarrestaba de igual manera, durante unos segundos entre las dos se vivió una serie de patadas. La mujer de la máscara de geisha se preocupó al notar que su enemiga era tan buena como ella en el combate cuerpo a cuerpo.
—¿Quién eres? —interrogó Camelia mientras daba unos pasos hacia atrás.
—Soy Nocturna —dijo la mujer del bastón.
Nocturna se detuvo cuándo vio que una bala cayó cerca del suelo que ella pisaba. Miró para atrás y solo pudo ver cómo varios hombres la apuntaban con sus armas, eran tantos hombres de Zatu cómo aliados de Ramírez.
El grupo de hombres no esperó más tiempo y empezó a disparar pero Nocturna ya tenía cierta experiencia en combate con sucesos similares, por lo tanto presionó un botón del bastón y nuevamente volvió a parecer un paraguas normal, solo que con la tela impermebale más larga de lo normal.
Nocturna no recibió ningún disparo en su cuerpo ya que usaba el paraguas cómo escudo, después de todo el paraguas estaba hecho de una tecnología especial que lo hacía a prueba de balas.
Todos los maleantes quedaron sorprendidos al ver la gran utilidad del paraguas, además sabían muy en el fondo que hicieron mal en gastar todas las balas que tenían.
Ellos no tuvieron más opción que pelear cuerpo a cuerpo, algo que tampoco funcionó debido a que el paraguas resultó ser multiusos y por lo tanto también se usaba como pistola.
La vigilante nocturna derribó a un grupo de cinco hombres disparándoles en zonas específicas de sus cuerpos para no matarlos.
Luego utilizó sus granadas de humo para poder derrotarlos a todos, a unos los venció con puñetes y patadas, a otros con golpes certeros usando su paraguas y así hasta que nadie quedó en pie a excepción de Camelia quién aprovechó la oportunidad para guardar en una misma caja tanto frascos de la Hex cómo armas para llevarlas a Zatu.
Nocturna observó a sus alrededores porque sabía que tenía que derrotar también a Camelia. Ella lanzó bombas pequeñas a las cajas restantes para que nadie se hiciera con tan valiosos materiales. Tan solo ella se quedó con un frasco de la Hex y un arma como evidencia, para luego examinar dichos objetos. El frasco lo guardó en uno de los bolsillos que tenía en su cinturón y el arma se la guardó en una especie de mochila pequeña que tenía en la espalda.
—¿Dónde estás geisha? —preguntó ella mirando por todos lados. No tardó tanto tiempo en descubrir que Camelia estaba en una de las camionetas de Zatu.— Ya te vi.
Corrió hacía la camioneta, Camelia estaba encendiendola, empezó a manejar para irse lo más rápido antes de que Nocturna la atrapara.
La vigilante de traje azul oscuro sacó una especie de soga que en la punta tenia un gancho metálico, ella lanzó la soga con la cuál el gancho metálico quedó clavado sobre la parte de atrás de la camioneta para intentar subir sin embargo Camelia aceleraba el paso, Nocturna no tenía oportunidad de atraparla así que usó el arma que escogió cómo evidencia, disparó sobre una de las llantas traseras.
Inmediatamente la camioneta se detuvo de forma brusca hasta quedar en el suelo levemente dañada por el impacto.
Al llegar dónde la camioneta había quedado Nocturna revisó si Camelia seguía con vida más sin embargo no la encontró ni siquiera pudo encontrar la caja con los frascos y las armas.
—¡Maldición! —exclamó molesta Nocturna, tanto que dio un fuerte golpe al suelo.— Al menos tengo esta evidencia, espero que sea suficiente para poder encontrar la guarida de la geisha pero antes debo ir a ver a Tigre.
Mientras tanto Alan estaba sentado en el mueble de la sala de su casa, seguía con el traje puesto aunque la máscara ya se la había quitado y tampoco tenía sus zapatos puestos.
Karla estaba sobando el tobillo derecho de su novio que había sido ligeramente lastimado por uno de los dos hexahumanos que enfrentó.
—Definitivamente esto es tan diferente a ser un policía —mencionó Alan con una ligera mueca de dolor— En mi vida de policía jamás me imaginé tener que enfrentarme a tipos con super fuerza, garras y súper ágiles.
—Lo sé es un cambio tan drástico —dijo Karla con su rostro todo apenado, ella no dejaba de sobar el tobillo de su novio. Se huntó en las palmas de sus manos una especie de mentol que le ayudaría a refrescar la zona lesionada de Alan, luego procedió a colocar una venda sobre el tobillo.
—Y que lo digas... —contestó Alan haciendo otra mueca de dolor— A pesar de que soy más ágil y tengo la mayoría de mis sentidos desarrollados sigo sintiendo dolor.
—¿Qué querías ser algún tipo de robot sin sentimientos? —inquirió Karla mientras colocaba la tapa al pequeño frasco redondo de plástico del mentol.
Ella se levantó y caminó hasta sentarse alado de su novio, ella le dio un beso en su mejilla derecha.
—No, pero sí alguien con el poder de no sentir dolor —contestó Alan riendo un poco—Bueno de hecho si soy más resistente porque por la fuerza aplicada de ese sujeto sino tuviera esta especie de habilidades mi tobillo si hubiera salido más afectado.
—¿Sabes qué? —Karla encendió el televisor con el control remoto.— No te quejes y tan solo disfruta de tus habilidades que te fueron dadas por los dioses.
Ella miró hacía arriba, alzó sus brazos y él se reía al verla.
—No creo que sea un regalo de los dioses... —mencionó Alan cambiando su expresión alegre por una seria— Creo que es un regalo de un alien o extraterrestre porque vino del espacio exterior o más claro no sé de dónde rayos obtuve estos poderes, puede que hasta un mago alienígena me los haya otorgado.
—Eso no lo sé —Alan miró a Karla y luego miró hacía el televisor.— Lo qué si sé es que debo descubrir más cosas sobre esta espada, ya que fue la que me ayudó cuándo peleaba contra esos dos sujetos.
Alan tenía bastantes pensamientos en su mente, quería descubrir los secretos de su arma pero su prioridad era descubrir quién era el sujeto que lo mandó a matar y también si tenía relación alguna con los dos hexahumanos que llegó a enfrentar puesto que ellos mismos indicaron que lo buscaban.
Tenía muchas piezas que unir para armar el rompecabezas pero no sabía por dónde empezar, claramente necesitaba la ayuda de alguien, y ese alguien estaba más cerca de lo que esperaba, además de que ese alguien ya lo estaba buscando.
Al día siguiente Zatu llegó a la bodega muy temprano en la mañana. Al llegar quedó sorprendido porque todo estaba en completo silencio.
Al entrar al interior de la bodega a la única persona que vio que estaba despierta fue a Camelia, la mujer estaba revisando los moretones que tenía en brazos y piernas.
—¿Qué te pasó? —preguntó Zatu mirando un moretón que Camelia tenía en la cara anterior de su muslo derecho— ¿El enfrentamiento entre los hombres de Ramírez fue difícil?
—No tienes ni la más remota idea... —comentó Camelia, se colocó de pie y acto seguido le hizo una seña con su mano derecha para que la siguiera. Efectivamente Zatu la empezó a seguir— Esto fue lo único que pude rescatar del intercambio de ayer.
Camelia le mostró a Zatu una caja mediana con tan solo diez frascos de Hex y cinco armas especiales del grupo de Ramírez.
—¿Eso es todo? —gritó muy molesto Zatu, despertando a todos en la bodega que seguían durmiendo— ¿Qué pasó?, quiero una explicación ya.
—La reunión fue interrumpida por una mujer que se hace llamar —dijo Camelia pero no terminó de hablar.
—Nocturna —completó la oración Zatu— ¿Una mujer con un traje azul y un paraguas?
—Exactamente —Camelia abrió sus ojos más de lo normal, no esperaba que Zatu tuviera conocimiento sobre la vigilante.
—¡Maldición¡ —exclamó molesto Zatu— Primero Tigre y ahora Nocturna, espero que no se junten o solo causarán más problemas...
Los aliados de Zatu se dirigieron al centro lo más rápido que pudieron al escuchar sus gritos, unos se chocaban entre sí, otros se tropezaban y así estuvieron hasta quedar en el centro de la bodega.
—Se supone que al llegar todos ya estarían preparándose —Zatu permanecía molesto con lo sucedido— Y eso sería supervisado por ti Carlos.
El hombre que quedó a cargo de la bodega de manera temporal ya no tenía el aspecto grotesco de antes, su piel ya era normal y sus habilidades habían desaparecido.
—¡Eres un completo inútil! —el cuerpo de Zatu empezó a cambiar, estaba pasando de ser un cuerpo físico a ser uno de humo, el brazo derecho de Zatu se esparcio hasta que solo su mano se hizo tangible, con la cuál sostuvo por el cuello a Carlos.— Debería matarte pero aún tienes cosas que hacer.
Al terminar de hablar Zatu lo lanzó al suelo de forma brusca.
—Es hora de prepararse —exclamó Zatu mirando específicamente a Camelia y a Carlos— Debemos ir a rescatar a Javier, él es uno de nosotros, además tengo que encargarme de Tigre, si sigue así solo se convertirá en una piedra en mi camino cómo lo fue aquél policía de ese entonces.
El resto de hombres se quedaron en la bodega, Zatu creía que con Carlos, Camelia y él era más que suficiente para rescatar a Javier y matar a Tigre. Él fue en busca de su espada.
—Lo cortaré en trocitos —menciono para sí mismo Zatu mirando el filo de su gran y pesada espada.
Por otro lado Alan y Karla estaban desayunando, ellos comían huevos fritos con queso y patacones, y de bebida tomaban jugo de naranja.
Alan agarró el control remoto y desde la mesa prendió el televisor, cambió los canales hasta dejar uno en el cuál hablaban sobre él, sobre Tigre.
—¿Qué piensa usted de Tigre, el nuevo héroe? —preguntó la periodista del canal, llevando el micrófono cerca de la boca de una señora de aproximadamente cincuenta y tantos años.
—Yo pienso que es sexy y qué su cara parece tallada por los mismos ángeles... —respondió la mujer sin sentir vergüenza.
—Pero Tigre usa máscara o ¿usted ya vio su rostro? —realizó otra pregunta la periodista de tez morena.
—No, no lo he visto sin máscara pero sí tiene un cuerpazo seguramente tiene un lindo rostro —dijo la mujer entrevistada.
—Ahora le pregunto —dijo la periodista quién quería reirse por los comentarios de la entrevistada pero se abstuvo de hacerlo, puesto que debía ser profesional— ¿Cree que Tigre está haciendo cosas buenas por la gente de la ciudad?
—Claro, claro que sí —la entrevistada miraba de manera constante a la cámara— Efectivamente, ya ha salvado muchas personas solo espero el día en que me salve a mí.
La entrevistada suspiró y miró al cielo.
Alan y Karla se miraron, ambos reían a carcajadas por los comentarios de la mujer.
—Vaya, hasta siendo Tigre tienes fans —dijo Karla antes de llevar la cuchara a su boca— Si tenías fans como policía ahora tienes muchas más cómo héroe.
—No lo puedo negar —mencionó Alan mientras reía— Eso es innato en mí, ese es mi don mi maldici...
No terminó de hablar puesto la divertida entrevista cambió a un informe de último minuto dónde se mostraba un vídeo de una explosión en las instalaciones de la policía. Después de la explosión el vídeo mostró a lo lejos tres siluetas disueltas en el humo, cuándo el humo se disipó pudo notar que Carlos estaba en su forma hexahumana, además de que estaba acompañado por Zatu que llevaba la espada en su espalda y al otro lado estaba Camelia con su máscara de geisha y un vestido de diseño asiático de color morado.
—Tengo que ir —dijo Alan levantándose de un solo— Es hora de que Tigre los detenga.
Hice el diseño de Nocturna con su traje, así es como yo me la imagino.
¿Les gustó el diseño?
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