Capítulo 10
Gandalf y la tropa de elfos se quedaron observando el caos, atónitos. Los aldeanos tiraban piedras a algo que estaba en medio de la plaza y algunos hombres llevaban arcos y flechas.
"¡Matad a la bestia! ¡Matadla!" –gritaba Bregus, agitando los brazos de frustración.
Keldarion y los demás desmontaron rápidamente, intentando comprender la situación. Entonces oyeron el rugido de un tigre. ¿El tigre salvaje está atacando el pueblo? De repente un hombre y una mujer se acercaron a ellos al ver al mago.
"¡Gandalf! ¡Gracias a dios que has venido! –gritó la mujer-. ¡Haz que paren, por favor!"
Gandalf la sujetó por los hombros.
"Cálmate, Gertha. ¿Qué está pasando?"
Las lágrimas le resbalaban por las mejillas mientras hablaba.
"¡Están castigando a mi hijo! ¡Bregus lo ha sentenciado a morir lapidado!"
"¿Tu hijo?" –Gandalf miró a Hasmon, pidiéndole una explicación. Hasta donde él sabía, la pareja nunca había tenido hijos.
"Lo encontramos en la orilla del río hace dos días. Los hombres de Bregus se lo llevaron de casa ayer diciendo que el elfo había matado a su hermano, Brutus" –respondió Hasmon.
Keldarion palideció.
"¿Elfo? –tras sacar la espada, el príncipe se precipitó hacia el centro de la plaza y lo que vio allí casi le hizo derrumbarse sobre sus rodillas-. ¡¡Legolas!! –el tigre rugió al ver a Keldarion-. ¿Tigre?"
Ignorando la lluvia de rocas, Keldarion se apresuró hacia su hermano y su mascota.
"¡Su alteza!" –gritó Linden, horrorizado al ver cómo el príncipe se lanzaba a la refriega.
El comandante ordenó rápidamente a los soldados que prepararan sus arcos y flechas. Éstos se apresuraron y pronto estaban listos para disparar. Fue entonces cuando los aldeanos se dieron cuenta de la presencia de los elfos y pararon de lanzar piedras, asustados.
Bregus también estaba bastante intimidado, a pesar de que no lo demostraba.
"¡Marchaos de aquí, elfos! ¡Este es mi pueblo y mi problema, no el vuestro!"
Al oír eso, el rostro Keldarion se volvió inexpresivo. Se enderezó con suavidad, sujetó su espada con más fuerza y se acercó al hombre. Cuando empezaba a levantar el arma para acabar con Bregus, Gandalf lo llamó.
"¡Keldarion! ¡Espera un momento!"
El príncipe se detuvo, aunque siguió taladrando al hombre acobardado con la mirada. Bregus se daba cuenta de lo furioso que estaba el elfo, pues las venas le latían en el cuello visiblemente. Keldarion miró a Gandalf y luego bajó su espada. Su voz fue un mero susurro, pero Bregus pudo oírlo claramente.
"Me encargaré de ti después. Te arrepentirás de haber nacido."
Entonces se dio la vuelta y se apresuró hasta su hermano. Gertha y Hasmon lo estaban liberando de sus ataduras, y tras arrodillarse, el príncipe heredero abrazó a Legolas, observando asustado la cantidad de sangre que empezaba a manchar su propia ropa.
"¿Legolas? Respóndeme, por favor."
Pero Legolas no reaccionó. Tenía los ojos cerrados y eso era mala señal. Le sangraba la nariz y la boca, así como muchas otras partes de su cuerpo. Gandalf se arrodilló a su lado.
"Tenemos que tratar sus heridas rápidamente –de repente el mago se quedó congelado al ver el cuello de Legolas. Se puso en pie y se acercó a Bregus amenazadoramente-. ¡Devuélvela!"
"¿De qué estás hablando?"
"La cadena plateada y la piedra brillante. ¡Sé que la tienes y la quiero de vuelta!"
Bregus sacó la cadena de su bolsillo y se la entregó a regañadientes. Keldarion ya se había levantado con Legolas en brazos, tras haberlo envuelto en su propia capa. Hasmon sugirió que lo llevaran a su casa para curarlo.
Los humanos los observaron irse en silencio. Keldarion se apresuró hacia su caballo, con su preciosa carga a salvo y sin dejar de murmurar palabras tranquilizadoras en élfico. Se montó con elegancia, colocó a su hermano delante de él y envolvió un brazo a su alrededor.
"Aguanta, hermano pequeño. No vas a morir. No esta vez –Keldarion miró a Tigre, que estaba cerca de ellos-. ¿Tigre? ¿Puedes seguirnos el ritmo? –el animal herido gruñó, y por una vez Keldarion pudo entenderlo-. Sé que no quieres alejarte de Legolas, pero si estás malherido puedo pedir un carro para ti... -Tigre rugió, molesto, y Keldarion sonrió-. Supongo que no hace falta."
Entonces el príncipe clavó los talones en los costados de su caballo y éste se alzó sobre sus patas traseras momentáneamente. Keldarion taladró con la mirada a Bregus y los aldeanos, mostrando su porte real. Los humanos no pudieron evitar asustarse y Bregus rezó para que la tierra se lo tragara. Tras unos segundos que parecieron eternos, el caballo volvió a apoyarse en sus cuatro patas y aceleró, seguido por los guerreros élficos. Hasmon y Gertha los observaban, boquiabiertos.
"Gandalf, ¿conoces a Legolas?" –preguntó el hombre.
"Sí, de toda la vida. Yo estaba allí el día que nació."
"¿Quién es, en realidad? –preguntó Hasmon otra vez-. ¿Y quién es ese elfo que monta con él?"
Gandalf se giró hacia la pareja, que montaba a su lado.
"Ese, Hasmon, es Keldarion, el príncipe heredero del Bosque Negro y el hermano mayor del príncipe Legolas. Son los hijos de Thranduil, el rey."
"¿Príncipe...? ¿Legolas es... un príncipe élfico?" –susurró Gertha con incredulidad.
Gandalf elevó las cejas.
"Legolas suele ser así. No le gusta alardear sobre eso y ya veo que no dijo nada sobre su identidad."
"Bueno, en realidad, Legolas ha perdido parte de su memoria. Recuerda su nombre, pero nada más. Estaba a punto de morir de graves heridas cuando lo encontramos –dijo Hasmon-. Sabía que Legolas era especial, ¡pero nunca me imaginé que fuera un príncipe!"
"Y pensar que lo habíamos adoptado... mi hijo es un príncipe. ¡Qué tonta he sido!" –exclamó Gertha.
Pero Hasmon pudo notar la tristeza en su tono de voz. Su fantasía de tener un hijo se había acabado.
Mientras Keldarion sostenía a su hermano delante de él, recordaba las numerosas ocasiones en las que había tenido que ir al rescate de Legolas como ahora. Hubo una vez en la que el príncipe se había roto las piernas al saltar del tejado del palacio. Legolas solo era un elfling lleno de curiosidad en ese momento y quería saber si podía volar como las águilas.
Y luego estuvo aquella vez en la que se había perdido en las mazmorras tras bajar él solo. Cuando lo encontraron, después de una semana entera solo y en la oscuridad, el elfling estaba muy débil y hambriento.
Hacía cinco años, cuando le regalaron a Tigre, el príncipe había sido víctima de una trampa y fue secuestrado por enanos. Keldarion sacudió la cabeza al ver su predisposición a los problemas, pues éstos lo seguían a donde quiera que iba... o más bien, él se buscaba los problemas por sí mismo.
"Te voy a dar una charla por preocuparme así hasta que te duelan las orejas, ¿me oyes? –gruñó Keldarion, a pesar de que Legolas no podía oírle-. ¡Así que será mejor que no te mueras!"
Keldarion se frotó el cuello tenso, pues empezaba a sentirse exhausto tras varios días buscando a Legolas. Ahora, en medio de la noche, seguía despierto para vigilar a su hermano, que seguía inconsciente. Pero Legolas ya respiraba mejor después de detener la hemorragia masiva, e incluso algunos cortes y golpes ya se estaban cerrando. Habían tratado sus heridas con la piedra manyan, sumergiéndola en un recipiente de agua.
Hasmon y su esposa vieron asombrados cómo la piedra brillante volvía el agua de un color azul translúcido, pues nunca habían visto una magia como esa. Keldarion les había pedido que atendieran las heridas de Tigre con el agua y estaban nerviosos al principio, temiendo que los atacara al acercarse, pero el animal permaneció tranquilo durante todo el tratamiento, tumbado sobre su estómago y observando a su dueño que seguía inmóvil en la cama.
"Estás cansado, Kel. ¿Por qué no vas a tomar un poco de aire fresco?" -sugirió Gandalf cuando entró silenciosamente y vio el cansancio en el rostro del príncipe.
Keldarion lo miró y sonrió débilmente.
"No puedo descansar hasta saber que va a estar bien."
"No te preocupes más. La piedra ha hecho su trabajo –Gandalf se sentó en un banco, mirando la cara pálida de Legolas-. Vete. Cuando despierte te lo haré saber."
Finalmente Keldarion salió de la habitación a regañadientes. En la otra sala vio a Hasmon hablándole en voz baja a su mujer, sentados a la mesa. Gertha estaba llorando. El príncipe se acercó.
"Tengo que agradeceros que hayáis cuidado de mi hermano."
Ellos lo miraron, y entonces Keldarion vio las lágrimas en los ojos de Gertha.
"Su alteza, no tiene que agradecérnoslo. Solo hacíamos lo que debíamos" –dijo Hasmon, sonriendo.
"Es como un hijo para mí" –sollozó Gertha.
Keldarion comprendió enseguida cuál era la razón de su llanto. Entonces se arrodilló a su lado, le cogió la mano y se la besó gentilmente.
"Eso está bien. Tiene suerte de recibir finalmente el amor de una madre. La nuestra murió en su nacimiento."
Gertha abrió los ojos como platos.
"Oh, pobrecito."
Keldarion fue a seguir hablando, pero entonces Gandalf apareció de repente en el marco de la puerta.
"Kel, ha despertado... y ha recuperado la memoria."
El príncipe se apresuró hacia la habitación, con Hasmon y Gertha a la zaga. Todos se amontonaron dentro, viendo aliviados cómo Legolas intentaba sentarse. Éste sonrió al ver a su hermano.
"Kel."
Keldarion nunca había sido tan feliz de ver a Legolas sonreírle de esa forma. Gracias a los Valar que va a estar bien. Pero entonces su cansancio se manifestó y empezó a sentirse enfadado y exasperado con Legolas por estar a punto de morir. Otra vez. En vez de abrazarlo como llevaba días queriendo hacer, Keldarion enderezó la espalda y cruzó los brazos, mirándolo fríamente.
"¿Te has divertido?"
La sonrisa de Legolas se desvaneció.
"¿Qu... qué?"
Los otros observaban a Keldarion, ansiosos al ver su cambio de humor.
"Te pregunté que si te divertiste haciendo que nos preocupáramos así. Otra vez."
Legolas parpadeó y lo miró, confundido.
"Kel..."
"¿Sabes lo preocupados que estábamos? ¿Cuántas veces te he dicho que tengas cuidado cuando vayas al bosque? ¿Y alguna vez me haces caso? –Keldarion movía las manos de un lado a otro, cada vez hablando más alto, agitado-. ¡No puedo creer que hayas vuelto a hacernos pasar por esto! ¡Sabías que teníamos problemas con esa bestia en el bosque! ¡Sabías que los humanos estaban buscando un tigre! ¿Y te quedaste con tu mascota a salvo en palacio? ¡No! ¡Te vas a buscarlos y llevándote a tu amigo!"
Tigre escondió la cabeza bajo las patas y Legolas bajó la cabeza, culpable, y sintiéndose como un niño desobediente. Nunca había visto a Keldarion tan enfadado. Su cara estaba casi púrpura y sus ojos de azul cobalto se habían oscurecido.
"¡Estoy cansado de preocuparme por ti, Legolas! ¡Estoy cansado de tener que buscarte sin saber si voy a encontrarte vivo o muerto! ¡Estoy cansado de perderte una y otra vez! ¡¡¿Entiendes?!! –gritó Keldarion.
Legolas asintió lentamente, pero no lo miró directamente porque si no empezaría a llorar como un bebé. Keldarion miró para otro lado y vio las expresiones atónitas de Hasmon y Gertha. Gandalf los observaba en silencio. Con un suspiro, Keldarion se frotó la cara con una mano y entonces respiró profundamente para calmarse.
Volvió a darse la vuelta y se sentó en el borde de la cama, mirando a su hermano. Vio que le temblaban los labios y que se aferraba a la sábana desesperadamente.
"Mírame –dijo suavemente, tirando de la barbilla de su hermano con delicadeza-. Ven aquí."
Legolas no necesitó más y se lanzó a los brazos abiertos de Keldarion. Los dos se abrazaron, llorando.
"Lo siento" –susurró Legolas, con la voz tomada.
"Shh... silencio. No digas nada. Solo estoy aliviado de que estés bien. Perdóname por estallar así, es que estaba tan preocupado... -Keldarion le frotó la espalda para calmarlo. Ahora que sabía que Legolas se recuperaría, preguntó-: ¿Cómo demonios te has metido en este problema? ¿De verdad mataste a un hombre?"
Legolas miró a su hermano, arrepentido.
"Ahora lo recuerdo. El hombre intentó matar a Tigre disparándole una flecha e hice lo primero que me vino a la cabeza. Le tiré mi cuchillo –sacudió la cabeza, mirándose las manos-. Lo maté, Kel. Podía habérselo clavado en la mano o en el brazo o en cualquier sitio que no fuera mortal. Pero se lo clavé en el corazón. No estaba pensando. Bueno, sabes que mis manos son más rápidas que mi cerebro" –suspiró.
Keldarion se rio.
"¡Bueno, cualquier cosa es más rápida que tu cerebro!"
Legolas se quedó mirándolo un momento y luego se lanzó sobre él. Los hermanos cayeron al suelo en un lío de brazos y piernas, comenzando uno de sus famosos combates de lucha libre. Tigre se unió a ellos de un salto y Gandalf y los demás los observaban, divertidos. Incluso Gertha. No podía parar de reír, feliz al ver a los hermanos reunidos, a pesar de que sabía que Legolas la dejaría pronto.
Linden, el comandante, de repente entró sin aviso.
"¡Mis príncipes! ¡La bestia está atacando el pueblo!"
Wooo, qué capítulo más largo. Me duele la espalda de escribir XD ¿Qué va a pasar ahora con el tigre malvado? O.O ¿Nos queda ver más sangre en esta historia o esperamos a la siguiente? ¡Nos leemos en unos diiiiias! :)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top