Capítulo 1

Era un día increíblemente soleado. El invierno acababa de terminar y la maravillosa primavera había llegado, poniendo toques de color y alegría con todas las flores.

Legolas, el amado príncipe más joven del Bosque Negro holgazaneaba al sol, dormitando. Estaba tendido de espaldas, con las manos sobre el pecho y los tobillos cruzados, con la cabeza apoyada en el cuerpo aterciopelado de un tigre que descansaba a su lado. El magnífico animal roncaba suavemente, profundamente dormido al igual que su dueño.

Irónicamente se llamaba Tigre. El príncipe Legolas no era conocido por su creatividad con los nombres. Una vez había tenido dos hurones a los que llamó Tonto e Idiota, unos nombres no muy adecuados para las adorables criaturas que habían causado estragos en el reino con todas sus travesuras. Ahora solo vivían en sus recuerdos, pues murieron en trampas de caza hacía cinco años. Afortunadamente, la presencia de Tigre había mitigado el dolor de Legolas tras sus muertes.

La bestia y su maestro estaban descansando cerca de un remanso del río, no muy lejos de los jardines reales. Era un día tranquilo y Legolas tuvo la oportunidad de disfrutar del sol después de estar todo el invierno confinado en el palacio. Hasta Tigre se había aburrido y estuvo a punto de comerse a algún elfo, como Thranduil había temido cuando solo era un cachorro.

El sonido de unos peces saltando en el agua despertó a Legolas. Sus ojos se enfocaron y miró hacia allí, viendo la superficie que brillaba bajo la luz del sol. Se incorporó, se estiró y bostezó. El agua lo llamaba. Es un día perfecto para nadar.

Poniéndose en pie, gritó:

"Despierta, Tigre. ¿Quieres nadar? –Tigre abrió un ojo y volvió a cerrarlo. Legolas se estaba quitando las botas y la túnica y se rio al ver el poco entusiasmo de Tigre-. Está bien. Tú te lo pierdes. El agua parece tan fresca... ¿Seguro que no quieres venir conmigo?"

El animal solo dio un gruñido. Riéndose, ya desnudo hasta la cintura, Legolas se lanzó al agua cristalina. Se sentía genial, ni demasiado fría ni demasiado caliente. Flotando de espaldas, se deslizó por el agua perezosamente, cerrando los ojos y dejando que el sol le calentara la piel. Al rato, se puso a cantar una canción de primavera del Bosque Negro sin darse cuenta y los árboles empezaron a murmurar, uniéndose a la melodía.

"Pareces una sirena."

El príncipe se sobresaltó y dejó de cantar. Su hermano Keldarion estaba de pie en la orilla, con una sonrisa de oreja a oreja. Legolas frunció el ceño, un poco avergonzado de que lo atraparan soñando despierto.

"¿Acaso has visto una?"

"No, pero he oído que las sirenas tienen el pelo largo y rubio y una cola de pez en vez de piernas. Siempre están tomando el sol en el agua... al igual que hacías ahora."

"Qué gracioso."

Legolas nadó hacia la parte más profunda y se sumergió. El fondo estaba a unos diez pies de profundidad y estaba lleno de arena y seres vivos interesantes. El agua era transparente, incluso a tanta profundidad. El príncipe permaneció bajo el agua casi un minuto hasta que salió y vio a Keldarion de pie en la orilla, en medio de una guerra de miradas con Tigre.

"Legolas, ¿puedes salir? Tenemos un invitado –Keldarion seguía vigilando a la bestia, un poco intimidado por cómo lo miraba-. Juro que tu mascota me quiere como su próxima comida. ¡Desde que le pisé la cola sin querer el año pasado no deja de mirarme con esos ojos hambrientos!"

Legolas se rio.

"Claro que no. Te quiere."

"Sí, claro."

"Le gustas mucho, Kel. ¿Por qué no eres más amable con él?"

"¿Ser agradable con él? ¿Por qué no le dices que sea agradable conmigo? –Keldarion fulminó a su hermano con la mirada cuando éste empezó a reírse a carcajadas-. Bien. Ríete todo lo que quieras. ¡A ver si te hace gracia cuando un día me encuentres dentro de su estómago a medio digerir!"

"¡¡Uf!! ¡Eso es repugnante! Estoy seguro de que nunca... ¡Kel! ¡¡Cuidado!!" –Legolas abrió los ojos como platos al ver que Tigre se le acercaba por detrás.

"¿Eh? ¿Qué...?"

Keldarion se dio la vuelta pero no le dio tiempo de esquivar la pata de Tigre. Cogido por sorpresa, Keldarion perdió el equilibrio y se cayó al agua con un fuerte chapoteo. Legolas lo vio salir a la superficie, salpicando y escupiendo un trago de agua. Casi se ahogó de tanto reírse al ver la cómica expresión que había puesto su hermano. ¡Nunca se olvidaría de su cara, nunca!

"¡Suficiente! –estalló Keldarion, mirándose la ropa empapada y con el cabello pegado a la cabeza. Luego miró a Legolas que seguía riéndose, y riéndose... ¡y riéndose! Tigre miraba a los dos hermanos, divertido-. ¡Vas a pagar por eso!" –gruñó Keldarion, agarrando a su hermano e intentando ahogarlo.

"¡Hey! ¡No fui yo el que...!"

Y entonces, como ya era común para los dos hermanos, empezaron una ronda salvaje de lucha libre. Se peleaban en el agua, aullando de la risa. Tigre rugió, disfrutando al ver a los dos príncipes salpicando en medio del agua.

El viento soplaba, haciendo que sus risas se escucharan más lejos y todo el que pudo oírlos empezó a sonreír. Otra vez igual, pensaron. Era agradable verlos tan felices, sobre todo después de la tragedia de hacía varios años, justo antes de las muertes de Tonto e Idiota. El reino del Bosque Negro había sido asediado por una malvada bruja; el rey y sus hijos fueron encerrados en las mazmorras y Legolas casi murió por la tortura a la que lo sometieron. Pero ya todo había quedado en el pasado y Legolas ya había dejado de tener pesadillas sobre ello. Todo había vuelto a la normalidad.

El sonido de un carraspeo llamó la atención de los hermanos, así que se dieron la vuelta para ver al rey, que los miraba desde la orilla con los brazos cruzados. Thranduil elevó las cejas.

"Kel, ¿no te pedí que buscaras a tu hermano? ¿Por qué estás en el agua?"

Keldarion hizo una mueca.

"Es culpa tuya" –le susurró a su hermano.

"¿Mía? –Legolas abrió los ojos-. ¡Yo no soy el que te empujó!"

"Legolas, ¿no te has divertido bastante ya? Salid del agua ahora mismo, los dos. Venga antes de que os convirtáis en un par de ciruelas pasas –ordenó Thranduil, negando con la cabeza al ver el comportamiento infantil de sus hijos-. ¡Están aquí, mi amigo! –llamó-. Dándome dolores de cabeza. Como siempre."

Legolas se quedó desconcertado al oír hablar así a su padre, pero entonces apareció una figura conocida.

"¡Mithrandir!"

Gandalf sonrió ampliamente al ver el estado en el que se encontraban los dos hermanos.

"Hola, Legolas. Me alegro de ver que seguís como siempre. Keldarion, cuando dijiste que ibas a buscar a tu hermano no me esperaba que acabaras uniéndote a él."

"No me uní. ¡Me empujaron! –dijo Keldarion, a la vez que salía del agua y se escurría el pelo-. ¡Fue culpa de esa bestia!" –añadió señalando a Tigre, que disimulaba mirando para otro lado.

Legolas se arrodilló junto a su mascota y se puso a frotarle su hermoso pelaje blanco y negro.

"Bien hecho, amigo. ¡Bien hecho!"

Keldarion lo fulminó con la mirada.

"¡Traidor!"

"¡Pollo!"

"¡Chicos! ¡Nada de insultos delante de los invitados! –saltó Thranduil, antes de que empezaran otro combate de lucha libre. Los príncipes se giraron hacia él, fingiendo inocencia-. Id a cambiaros. Nos vemos en la sala de recepciones. ¡Y que no tenga que ir por vosotros otra vez!"

Riéndose, sus dos hijos corrieron hacia el palacio, acompañados por Tigre. Thranduil le echó un vistazo a Gandalf y se encogió de hombros.

"No sé cómo los aguanto."

Gandalf sonrió.

"Tienes unos hijos maravillosos, Thranduil."

"Sí, lo sé. ¡¿Pero de dónde sacaron ese salvajismo?! ¡Juro que ya me están saliendo canas!"

¡Hola, bienvenidos a la nueva historia! Espero que les guste mucho, es una de mis favoritas. Muchas gracias por todos sus comentarios, leo cada uno de ellos y me encantan :) ¡Aprovecho también para desearles Feliz Navidad! Espero subir el próximo antes de fin de año jajaja

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