CAPITULO DIECISIETE


Desde que regresó al castillo después de las vacaciones, Eleanor se encontró de mejor humor, descuidando por completo el hecho de que los dementores todavía estaban protegiendo los terrenos. Ni siquiera las criaturas chupadoras de almas podían enfriar su estado de ánimo, sonreía mucho más, lo suficiente como para que los demás se dieran cuenta.

–¿Ha tenido unas buenas vacaciones, señorita Ross?

El profesor Lupin la saludó cuando entró al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras una mañana, y señaló que había llegado antes que el resto de sus compañeros.

–De hecho, las tuve –respondió mientras se acomodaba en su asiento y comenzaba a sacar sus suministros de tejido de su bolso–. ¿Y usted, profesor? ¿Lo pasó bien?

–Fue silencioso en su mayor parte –dijo–, pero a veces doy la bienvenida en silencio. Es mejor que el caos. Tal vez puedas identificarte, supongo que es por eso que apareciste en el aula quince minutos antes de que mi clase realmente comience.

Con una risa, Eleanor asintió con la cabeza.

–El silencio me ayuda a concentrarme en mi patético pasatiempo.

Echando un vistazo al hilo y al proyecto actual en que estaba trabajando, el profesor Lupin se acercó para pararse a su lado.

–Difícilmente lo llamaría un pasatiempo patético –dijo–, nunca intentaría hacerlo yo mismo. Sería el tejedor más horrible que hayas visto.

–¡Bueno, por algún lado se tiene que empezar! –Eleanor dijo en un tono alentador–. Debería haber visto algunos de mis trabajos anteriores cuando recién comenzaba. Además, no empezaría intentando tejer un jersey, podría empezar con una bufanda, es mucho más fácil.

–¿Es eso en lo que estás trabajando ahora?

–Sí. –levantó el trabajo que era tan largo como la longitud de su antebrazo–. No parece mucho ahora, pero recién lo empecé esta mañana.

Los ojos del profesor Lupin se agrandaron mientras miraba de un lado a otro entre ella y la bufanda.

–¿Esta mañana? ¿Y ya lo ha logrado? Estoy muy impresionado, señorita Ross, considerando que todavía estaría luchando con la primera puntada.

Continuó observando a Eleanor durante los siguientes minutos mientras trabajaba diligentemente, mientras Eleanor trataba de mostrarle lo fácil que era una vez que uno lo entendía. Por supuesto, la conversación terminó cuando los otros estudiantes, incluidos Marnie y Cedric, comenzaron a ingresar al aula antes de que sonara la campana.

Y mientras el profesor Lupin daba su conferencia sobre Teorías defensivas, permitió que Eleanor continuara con su proyecto. Pero solo para ver si realmente podía realizar múltiples tareas, él la llamaba de vez en cuando para hacer una pregunta, y ella podía responder satisfactoriamente. Sin embargo, lo que Eleanor y los otros estudiantes no sabían, era que el profesor Lupin le estaba prestando un poco más de atención, tratando de averiguar por qué le parecía tan familiar.





Cuando la clase llegó a su fin, el profesor Lupin no se había dado cuenta, pero Eleanor recogió sus pertenencias para salir del aula. Solo había salido del aula cuando vio a Fred y George en el pasillo. En circunstancias normales, se habría acercado a ellos con un saludo, pero con Cedric y Marnie detrás de ella, Eleanor no quería arriesgarse a que intentaran insinuar algo de las interacciones. Cedric ya sabía sobre las cartas que se habían enviado de un lado a otro durante las vacaciones, y Marnie parecía tener sus sospechas de que algo estaba pasando.

Esquivando rápidamente una esquina, Eleanor había abandonado por completo a sus amigos, solo para escuchar a Marnie gritando su nombre un minuto después.

–¡Ellie! ¡Por el amor a Merlín, más despacio mujer! –gritó cuando Eleanor se detuvo finalmente.

Pudo ver algunos estudiantes mirando en su dirección cuando Marnie la alcanzó y, en lugar de decir nada, colocó sus manos sobre sus rodillas y se encorvó para recuperar el aliento. Finalmente levantó una mano, levantando un dedo para indicarle a Eleanor que tenía algo que decir pero necesitaba un momento.

–¿Qué pasa, Marnie?

–Dios –suspiró Marnie, levantándose y colocando sus manos en sus caderas–, eso es lo más rápido que he corrido en mucho tiempo. ¿Cómo te atreves a hacer que corra detrás de ti? ¿A dónde te diriges con tanta prisa de todos modos?

–Um, en ninguna parte –dijo Eleanor–, solo estaba caminando.

Pero cuando los dos doblaron otra esquina, Eleanor vio a los gemelos por ese pasillo también, dejándola casi chillando antes de regresar por el camino por el que acababan de llegar. Marnie se detuvo después de un segundo, completamente confundida por el repentino comportamiento neurótico de Eleanor.

–Ellie, ¿a dónde vamos?

–De vuelta a la Sala Común...

–¡Pero lleva el doble de tiempo volver a la Sala Común si vamos por este camino! –Marnie señaló antes de mirar a la vuelta de la esquina–. Si nosotras ... oh, ya veo, evitando a alguien, ¿verdad?

–¿Hmm? ¿Evitando a alguien? –repitió Eleanor–. No, para nada, solo tenía ganas de tomar el camino más largo. Ya sabes, caminar un poco. Estuvimos sentadas durante tanto tiempo en la clase del profesor Lupin, realmente me vendría bien un buen estiramiento de las piernas. Además, no hemos camino por aquí en un rato, quién sabe, las cosas podrían haber cambiado desde entonces.

Una sonrisa apareció en los labios de Marnie mientras se apresuraba y se abrazó a Eleanor.

–Entonces, ¿a cuál estás evitando? ¿Fred o George?

–No sé de qué estás hablando, Marnie.

–Está bien, entonces déjame reformular mi pregunta anterior, ¿cuál te gusta?

El rostro de Eleanor perdió el color, un claro indicio cuando comenzó a negar con la cabeza.

–¡¿Qué?! ¡Ninguno!

–¡Asquerosa mentirosa! Apuesto a que es...

De repente, Marnie fue silenciada por Eleanor colocando su mano sobre la boca de su mejor amiga y manteniéndola en su lugar.

–¡Cállate, Marnie!

Solo vio con horror cómo Marnie movía la ceja de una manera sugerente.

–¡Lo digo en serio! Si no te detienes, lo juro le diré a Cedric...

Y hablando de Cedric, fue el pobre prefecto quien se dio cuenta de que sus amigas habían desaparecido y fue a buscarlas, solo para tropezar con la escena de Eleanor y Marnie cubriéndose la boca, con una mirada muy extraña. Solo había pasado por el pasillo cuando las vio por el rabillo del ojo y procedió a retroceder.

–Ahí están ustedes dos –dijo–, ¿qué demonios están haciendo ustedes dos?

Ni Eleanor ni Manie le respondieron mientras continuaban colocando sus manos sobre la boca de la otra, pero lo ahuyentaron mientras agitaban sus brazos libres para que se fuera.

–Lo que sea.



Con Marnie más sospechosa que nunca, Eleanor hizo todo lo posible por evitar a los gemelos Weasley a toda costa, pero Fred y George no eran de los que se podían ignorar tan fácilmente. No importa dónde se fuera, parecían estar allí, y cada vez le resultaba más difícil escapar de una confrontación incómoda. Pero parecía que su suerte se había acabado por completo una tarde cuando se acercaban al fin de semana.

Había un partido de Quidditch próximo entre Slytherin y Ravenclaw y Cedric quería asistir. Por supuesto, Marnie declinó la invitación para asistir, una porque Cho iba a estar allí, y dos, todavía hacía frío. Y a medida que Cedric se ponía cada vez más nervioso con el partido, Eleanor lamentaba su decisión de asistir al partido.

–Cedric, quizás quieras calmarte –dijo en un momento–, terminarás teniendo un ataque al corazón si no te relajas.

–No es momento de relajarse, Ellie. Ir a estos partidos es un privilegio, podemos ver cómo juegan nuestros oponentes y podemos planificar el futuro.

–Lo sé, pero es solo un partido.

–¡No es solo un partido!

Si hubiera habido una pared cerca, Eleanor con mucho gusto habría golpeado su cabeza contra ella repetidamente porque parecía que nada de lo que dijo le estaba llegando a Cedric. Y en lugar de golpear a un caballo muerto con un palo, decidió excusarse alegando que tenía frío y quería regresar a los dormitorios.





Eleanor solo había logrado entrar al castillo por un par de segundos cuando sintió que dos personas la seguían.

–Bueno, bueno, bueno –dijo Fred–, mira quién es, Georgie. Nuestra Hufflepuff favorita. ¡Después de todo, está viva!

–¡Así que lo está! ¿Pero no dirías que parece bastante frustrada, Freddie?

Antes de que Fred pudiera responder, Eleanor se dejó caer en el asiento de la ventana más cercano en el pasillo.

–Ustedes dos ni siquiera saben la mitad.

Y así, los gemelos se sentaron a ambos lados de ella y, respetuosamente tomaron sus posiciones para colocar sus cabezas sobre sus hombros.

–Cuéntanos tus problemas, amor –dijo Fred–. Somos todo oídos.

Eleanor no pudo evitar reír antes de negar con la cabeza.

–No, en realidad no es nada –les dijo–. Solo estaba siendo un poco dramática, eso es todo. Supongo que ha sido un día aburrido, ¿saben?

De repende, saltó cuando los gemelos jadearon ruidosamente a ambos lados de ella. Eleanor miró a su alrededor rápidamente, pensando que se había perdido algo, pero no vio nada fuera de lo común en el pasillo.

–¿Qué? ¡¿Qué es?!

–Señorita Ross –dijo George mientras se ponía de pie–, debe saber que nadie puede aburrirse en nuestra presencia.

En cuestión de segundos, Eleanor fue agarrada por sus manos, Fred tomó una y George la otra, y la pusieron de pie. Comenzaron a llevarla por el pasillo sin más explicaciones, dejándola sentir un ligero inicio de pánico.

–¡Ahora, esperen un segundo! –les gritó mientras trataba de retroceder con todas sus fuerzas. Sin embargo, no fue una sorpresa que los famosos bateadores de Gryffindor fueran mucho más fuertes que ella–. ¡No participaré en ninguna broma!

Fred se volvió hacia ella con una sonrisa traviesa.

–¿Y por qué no? Dijiste que estabas aburrida.

–Bueno, sí, lo hice, ¡pero no quiero meterme en problemas!

–¿Quién dijo algo sobre meterse en problemas? –George respondió.

Con un pequeño chillido, Eleanor miró hacia el techo mientras la arrastraban.

–¡Oh, por la barba de Merlín, por favor que alguien me ayude!

Pero tal ayuda no llegó al rescate de Eleanor y, en cambio, se encontró agachada con los gemelos al final de un pasillo vacío mientras discutían el plan de la broma.

–Estás de suerte, amor –dijo Fred–, estábamos planeando probar nuestra última creación. Tienes la oportunidad de ser parte de la historia.

–Apenas puedo contener mi emoción en este momento.

Ignorando su tono seco, Fred y George comenzaron a prepararse, dejando a Eleanor curiosa sobre cuál era la creación más nueva.

–¿Qué es exactamente lo que estamos probando entonces?

Se volvieron hacia ella con la más brillante de las sonrisas.

–Everlasting Goop¹.

Hubo una pausa de silencio mientras Eleanor simplemente los miraba a los dos.

–Vaya, ¿se les ocurrió el nombre por ustedes mismos?

Fred extendió la mano y le dio un ligero golpe en la nariz.

–El nombre es un trabajo en progreso, ¿de acuerdo?

Frotándose la nariz, Eleanor procedió a preguntarles qué hacía exactamente Goop, pero George dijo que era bastante evidente y que ella lo vería cuando llegara el momento. Solo había una cosa que debían hacer antes de comenzar.

Necesitaban encontrar a Filch.





–¡Por qué, pequeños y desagradables terrores!

El mayor problema en el que se había metido Eleanor fue en responderle a su madre cuando era más joven, y eso solo resultó en que Margaret le dijera que vigilara su tono o la enviara a su habitación. Aparte de eso, Eleanor nunca había experimentado el miedo de meterse en problemas y Fred y George creyeron que, por primera vez, era en la línea ve con todo o vete a casa.

Cuando afirmaron que Everlasting Goop se explicaba por sí mismo, no estaban bromeando. Era una sustancia viscosa que una vez liberada iba absolutamente a todas partes. Habían encontrado a Filch, refunfuñando para sí mismo, y en segundos, lanzaron el producto al pasillo. Pero en lugar de centrarse en el lío real, Filch automáticamente supo quiénes eran los responsables y fue a buscarlos.

Atrapada un poco en un estupor, Eleanor ni siquiera había pensado en huir hasta que Fred la agarró de la mano y tiró de ella. Y sorprendentemente, para la edad y apariencia física de Filch, los estaba persiguiendo y acercándose a ellos, dejando a los tres sin otra opción que separarse para evitar ser atrapados.

George dobló una esquina, pero Fred vio una oportunidad y metió a Eleanor en un armario de escobas.

Pecho contra pecho, los dos estaban ocupados recuperando el aliento después de lo que se sintió como correr a lo largo del castillo. Pero Eleanor no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, incapaz de creer que acababa de estar involucrada en tal evento.

–¿Estás bien? –Fred le preguntó mientras abría la puerta un poco, comprobando si Filch seguía viniendo hacia ellos.

Agradecido por la oscuridad del armario, Fred sintió que su rostro se calentaba cuando las manos de Eleanor agarraron la parte delantera de su túnica con entusiasmo.

–¡Esa fue una de las cosas más emocionantes que he hecho! –ella le dijo–. ¿Viste su cara? ¡Era absolutamente invaluable! Y sabes qué, creo que Everlasting Goop es un nombre muy apropiado.

–Mira, te lo dije –dijo Fred con una sonrisa–, y puede haber muchas ocasiones si decides dejar de evitarnos a George y a mí.

Fue el turno de Eleanor de sonrojarse cuando Fred la llamó, ella bajó un poco la cabeza y apartó la mirada.

–Entonces, ¿te has dado cuenta entonces? –ella dijo–. Mira, no fue nada personal en contra de ninguno de los dos, solo estaba...

Antes de que pudiera decir algo más, y mucho menos disculparse, el momento fue interrumpido cuando la puerta se abrió, casi arrastrando a Fred fuera del armario mientras su mano todavía sostenía eñ pomo de la puerta. Y los dos se enfrentaron a una imagen terriblemente enojada de Filch, todavía cubierto de Everlasting Goop.

–Oh no.


N/A: ¡Una de mis escenas favoritas de toda la serie de Tightly Knit llegará en el próximo capítulo! ¡Gracias por leer!

1. Everlasting Goop: Su significado en español es «topo eterno».

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