Capítulo 3

"Oh, no. Se acerca una inundación" –dijo Legolas, horrorizado.

"¡Y estamos en su camino! –gritó Keldarion-. ¡Vete, Legolas! ¡Sube la colina!"

"¡¿Qué?! Pero... pero, ¿y tú?" –Legolas tenía los ojos como platos, consternado por lo que su hermano acababa de sugerir.

"¡Solo haz lo que te digo! ¡Vete, ahora! ¡No te queda mucho tiempo!"

"¡No puedo dejarte aquí!"

"¡Sí, sí puedes! Tú todavía puedes usar las piernas. ¡Vete, Legolas! ¡AHORA!" –Keldarion lo estaba empujando frenéticamente, pero Legolas no se movía.

"¡No, no te dejaré!" –gritó Legolas. Puso la parte superior del cuerpo de Keldarion en su regazo y con una sola mano, soltó la correa de su arco y la ató alrededor de ambos. Luego ató el otro lado a una rama del árbol.

Keldarion sintió más pánico aún.

"¡No seas terco en un momento como este! ¡Quiero que te vayas!"

"¡No sigas, Kel! ¡No te dejaré y no pienso cambiar de opinión!"

"¡No tiene sentido que los dos muramos aquí! ¡Todavía puedes salvarte! ¡VETE!"

Legolas abrazó a su hermano con más fuerza.

"Oblígame."

Keldarion miró a su hermano con tristeza.

"Legolas..."

"Por favor, Kel. No me pidas que lo haga. No puedo..."

Keldarion cerró los ojos un momento y luego envolvió los brazos del cuerpo tembloroso de Legolas.

"Está bien, hermanito. Nos enfrentaremos a esto juntos. Solo prométeme una cosa."

"¿El qué?"

"Nada está perdido hasta el final. ¿Entiendes?"

Legolas asintió.

"Sí."

Y entonces, la corriente despiadada llegó e inundó a los dos hermanos, haciendo todo lo posible por arrastrarlos.

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Elladan y Elrohir estaban sentados acurrucados debajo de un saliente de roca en la parte superior de la colina, observando con aprensión la tormenta que se encontraba un poco más lejos. La fuerza del vendaval había disminuido y la lluvia se había reducido a una llovizna.

"¿Es seguro salir ya?" –preguntó Elrohir, frotándose una rodilla dolorida tras golpearse con una roca al subir.

Elladan asintió después de echar un vistazo al tiempo sombrío.

"Creo que sí. La tormenta se ha alejado –tras salir del refugio, Elladan se agachó y ayudó a su hermano-. Vamos. Salgamos hacia el Bosque Negro antes de que anochezca."

Empezaron a avanza por el camino destrozado por la tormenta cuando Elrohir dijo de pronto en voz baja.

"¿Ell?"

"¿Sí?"

"¿Crees que Kel y Legolas sobrevivirán a la tormenta?"

Elladan miró a su hermano, pensativo.

"Espero que sí. Tal vez hayan encontrado un refugio como nosotros."

"Pero ellos están en el valle. ¿Crees que podrán encontrar uno?"

El gemelo mayor se detuvo y sus ojos de abrieron como platos cuando entendió lo que Elrohir había querido decir.

"Oh, no."

"¿Debemos ir a buscarlos, Ell?"

La única respuesta de Elladan fue darse la vuelta y echarse a correr colina abajo con Elrohir pisándole los talones.

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Cuando el agua lo golpeó, Legolas pensó: Eso es todo. Es el fin. Vamos a morir aquí.

La corriente tiraba de él con fuerza, pero la correa de cuero que había atado al árbol impidió que lo arrastrara. Estaba a punto de ahogarse, pero nunca soltó a su hermano. Su pecho estaba a punto de estallar y le pitaban los oídos por la falta de aire, pero aun así se aferró a él.

Nada está perdido hasta el final, había dicho Keldarion, así que no se rendiría.

Milagrosamente, el tronco permaneció donde estaba y no se movió ni un ápice por la poderosa corriente. Sus grandes raíces estaban bien enterradas entre las rocas y formaron un fuerte anclaje para los dos hermanos.

Keldarion estaba rígido entre los brazos de Legolas, ya fuera inconsciente o simplemente esperando con estoicismo a que la gran ola de agua pasara. Cuando finalmente disminuyó su fuerza, quedó una corriente constante.

Legolas salió a la superficie y tomó una gran bocanada de aire. Tosió durante un momento antes de darse cuenta de que su hermano todavía estaba bajo el agua, sin poder moverse por el árbol.

"¡Kel!"

A Legolas, al estar sentado, solo le llegaba el agua al cuello, pero Keldarion no tenía tanta suerte. Estaba atrapado bajo el agua sin poder levantarse.

Legolas sabía que podía tardar al menos una hora en disminuir la profundidad del agua, pero Keldarion no podría contener la respiración tanto tiempo. ¡Se iba a ahogar!

Después de tomar aire profundamente, Legolas sumergió la cabeza. Pellizcó la nariz de su hermano con una mano y luego sopló el aire en la boca de Keldarion. Entonces volvió a tomar aire y repitió el proceso una y otra vez.

Al principio, Keldarion no respondía, haciendo pensar a Legolas que ya era demasiado tarde. Peor entonces levantó la mano débilmente y la colocó en el antebrazo de Legolas, indicándole que estaba vivo.

Legolas continuó con la respiración boca a boca con diligencia, con la esperanza de que el agua bajara rápidamente. No sabía cuánto tiempo podría seguir con la agotadora actividad. Ya estaba cansado y mareado, pero no se atrevía a parar.

La vida de su hermano estaba en sus manos.

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