Capítulo 1

Aquí va la siguiente historia. ¡Disfruten y comenten! 

"¡Me disparaste! ¡No puedo creerlo! ¡Me disparaste!" –Elladan todavía seguía despotricando.

Elrohir, su gemelo más joven, lo miraba con aire de culpabilidad mientras Keldarion y Legolas, los príncipes del Bosque Negro, se cubrían la boca con las manos para ocultar sus sonrisas.

"Vamos, Ell. Ya dije que lo sentía" –dijo Elrohir.

Elladan lo miró.

"¿Lo sientes? ¡Me disparaste, idiota!"

Elrohir se encogió. Keldarion se rio mientras se agachaba junto a su hermano que se estaba encargando de la lesión de Elladan. La flecha seguía profundamente incrustada en el pie derecho de Elladan. Su bota estaba empapada de sangre y seguro que era muy doloroso, pero los dos hermanos del Bosque Negro no podían evitar ver el lado humorístico de la situación.

"¡Deja de quejarte, Ell! –dijo Legolas, sin dejar de reírse-. ¡Eres un bebé!"

"¡Te diré quién es un bebé de todos nosotros! ¡Tú! Los tres tenemos 1.000 años más que tú y sabemos los molestos que pueden ser los hermanos pequeños –gritó Elladan, enviándole una mirada asesina a Legolas y luego a Elrohir-. ¡Así que cállate y cúrame y así puedo ir y golpear a ese tonto!"

Keldarion negó con la cabeza.

"¡Ell, déjalo ya! ¿No ves lo asustado que está Ro?"

Elladan detuvo su diatriba y le echó un vistazo a su gemelo. Efectivamente, Elrohir estaba extremadamente pálido y llevaba una expresión de fuerte culpa y miedo. El gemelo mayor sintió remordimiento de repente. Sin decir una palabra, estiró una mano hacia su hermano.

Elrohir la tomó.

"Estoy muy arrepentido, Ell. De verdad que lo estoy. ¡Podría haberte golpeado en el corazón!"

Elladan le devolvió el apretón.

"Lo sé, Ro. Lo sé. Perdóname por ponerme así. Fue un accidente, no fue tu culpa."

Hacía rato, Elrohir había estado preparando su arco y sus flechas antes de partir hacia el Bosque Negro. Habían pasado un día entero deambulando por la cascada de Qestari, que estaba a unas cincuenta leguas del reino del bosque. Legolas se había recuperado del secuestro por los nórdicos y tras una semana encerrado en su habitación, inquieto, le había suplicado a su hermano y sus amigos que lo llevaran a algún lugar donde pudiera respirar aire fresco.

Y así, los tres elfos mayores lo habían llevado al pie de la cascada de aguas cristalinas que había sido nombrada como la antigua ninfa. Nada más llegar, los cuatro compañeros habían dejado las armas y la ropa y se zambulleron en la charca que se formaba debajo de la cascada. Tras pasar horas retozando y luchando en el agua como un grupo de nutrias borrachas, finalmente decidieron regresar antes de que el rey Thranduil enviara un ejército en su busca.

Mientras tiraba de la cuerda de su arco para probarla, los dedos de Elrohir resbalaron y la flecha voló al lugar más cercano, que desgraciadamente fue el pie derecho de Elladan. Keldarion y Legolas se sonrieron al ver reconciliarse a los gemelos. Con cuidado y con la ayuda de Legolas, Keldarion tiró de la flecha. Elladan cerró los ojos y gimió. Elrohir abrazó a su gemelo con más fuerza y le susurró palabras de consuelo.

Desde que la flecha salió, Legolas se inclinó y empezó a curar la herida. Con el poderoso manyan que era, el príncipe fue capaz de curarlo por completo en cuestión de segundos. Una vez que la agonía desapareció, Elladan respiró mejor.

"Gracias a ambos. No sé si habría podido caminar hasta el Bosque Negro con esta lesión."

Elrohir seguía sintiéndose mal.

"Lo siento, Ell."

Elladan sonrió.

"Deja de hacer eso, Ro. Ya estás perdonado. ¡Solo prométeme que no lo harás otra vez!"

"¡Aunque lo prometa no creo que pueda cumplirlo! ¡Vaya puntería!" –bromeó Legolas.

Elrohir lo miró antes de abalanzarse sobre él. Ambos cayeron al suelo en una maraña de brazos y piernas, gruñendo y golpeándose entre ellos.

Elladan miró a Keldarion.

"¿Ves? ¡Dije que los hermanos menores son molestos!"

Media hora más tarde y andando de regreso a casa, Legolas lucía un ojo morado, mientras que Elrohir tenía un labio partido, pero los dos sonreían como idiotas mientras intercambiaban bromas entre ellos. Keldarion y Elladan solo pudieron sacudir sus cabezas, exasperados pero divertidos con las travesuras de sus hermanos pequeños.

"¡Hey! ¡Tengo una idea! ¿Qué os parece si echamos una carrera?" –sugirió Legolas de repente, emocionado.

"¡Estoy de acuerdo! –exclamó Elrohir-. Hay dos rutas de regreso al Bosque Negro, una a través del valle y otra a través de las colinas. Elladan y yo iremos por las colinas, el camino es más corto."

"No hay problema. Kel y yo iremos por el valle. Es más fácil."

"Muy bien. ¡Vamos!"

Antes de que Elrohir y Legolas pudieran salir corriendo a toda velocidad, Elladan y Keldarion los sujetaron por la parte posterior de sus túnicas.

"¡No tan rápido, ustedes dos! ¿Cuándo hemos estado de acuerdo?"

"¡Ya lo hicimos! –respondieron los elfos más jóvenes-. ¡Vamos!"

Con eso, Legolas y Elrohir huyeron a toda velocidad, en distintas direcciones. Suspirando con pesadez y maldiciendo en voz baja, Keldarion y Elladan se miraron con tristeza y salieron corriendo tras sus respectivos hermanos.

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"¡No me puedo creer que me hayas metido en esto!" –se quejó Keldarion por enésima vez mientras avanzaba tras su hermano a través del suelo fangoso del valle. Habían estado avanzando sin parar y todavía quedaban veinticinco leguas hasta el Bosque Negro.

Legolas le sonrió.

"¡Vamos, Kel! ¿Dónde está tu sentido de la aventura?"

"¡Me olvidé de traérmelo porque me la dejé en mi habitación! –replicó Keldarion, saltando ágilmente sobre un tronco caído-. ¿Cuál es el premio si ganamos?"

"El premio no importa. ¡Es la gloria de ganar! ¡Eso es lo que cuenta!"

"Sí, claro –resopló Keldarion, con el ceño fruncido. Su hermano menor avanzaba sin detenerse, es más, corría más rápido que nunca. Este chico tiene más resistencia que un toro salvaje, pensó Keldarion. Y tiene menos sentido común que un mono y... ¡Espera! ¿Qué es eso?

Keldarion se detuvo y frunció el ceño. Miró a su alrededor con atención, con sus agudos sentidos a máxima potencia. Le llevó a Legolas un momento darse cuenta de que su hermano había dejado de correr tras él. Se dio la vuelta y vio, confuso, a Keldarion de pie inmóvil y en silencio.

"¿Kel? ¿Qué pasa?"

"¿Lo sientes?" –dijo Keldarion en voz baja.

"¿Sentir qué? No siento nada" –respondió Legolas, mirando también a su alrededor, con la daga en la mano.

"Hay algo en el aire. Está cambiando. ¿Puedes sentirlo?"

Legolas asintió cuando por fin se dio cuenta del cambio en el clima. La temperatura había bajado y el sol acababa de desaparecer de repente detrás de nubes oscuras. El aire se volvió pesado, tanto que supieron que algo iba a pasar pronto.

"Se acerca una tormenta" –dijo Legolas.

"Sí. Y se acerca deprisa –Keldarion le dio un codazo a su hermano para que avanzara-. No estoy seguro de si será muy fuerte, pero creo que debemos buscar refugio."

"¿En el valle? –Legolas dejó que su hermano lo arrastrara hacia adelante-. ¡No hay dónde ocultarse!"

"Por eso tenemos que subir a un sitio más alto –jadeaba Keldarion mientras subían un poco-. Tenemos que encontrar una cueva antes de que llegue la tormenta."

Pero ya era demasiado tarde. El tifón inminente cayó sobre ellos con violencia mientras los dos hermanos seguían luchando por encontrar un lugar bajo el que ponerse a cubierto.

Esto se pone peligroso muy deprisa :)

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