Tierras Marinas - Reloj de Arena
Los días se volvieron monótonos para alguien tan genial con el, saliendo con Francia y España, ser regañado por Alemania, molestar a Austria y ser golpeado por Hungría, los días eran repetitivos, no tenía nada en contra de pasar sus días así, pero desear que esa molesta monotonía acabará de una buena vez.
Pero quien diría que lo que deseas con tanto fervor se volviera real, donde la genialidad de uno no te salva de nada, mucho menos de los locos que se suponen deberían estar muertos, peleando en el cielo por cualquier tontería con los otros muertos.
Y si, el también debería estar más muerto que el amor de ella hacia ti, pero ese es una de las cuestiones por las que esta vivito y coleando, un dios entre mortales, el ilumina la vida de los pobres que no obtuvieron tanta perfección en este mundo, pero el incluso sabe que los problemas pueden llegar de tantas formas y sin saber cuando, donde y como llegarán.
Un problema que le había llegado como carta, con una sola parte de la carta era claramente una amenaza, asi como una orden y un favor, la mitad marcada como tonterías y la otra como una urgencia, una que uno se dé el lujo de verla quemar en su chimenea.
"...Se requiere que estés en este momento con tus compañeros, no pierdas ni un momento, el tiempo corre y yo ocupó encargarme de los demás..."
"No me hagas enojar"
El frío había corrido por su espalda ante las palabras, sabía con claridad que pasaría si se enojaba, no media su fuerza ni distinguia entre aliados
Si había algo que más lo preocupaba (porque el sí se preocupaba por algo que no fuera la cerveza) era no volver a ver a sus hermanos, sobre todo a Ludwig, a Francis, Antonio, y si, tambien al señorito toca huevos y a la loca marimacho, no los veria nunca si Ella lo quería así.
El reloj de arena ya había sido volteado, y no estaba a su favor, por lo que diría que moriría en medio del mar por una fuerza del mar.
Pero tenía más personas dependiendo de él, alguien tan genial como él no sería la causa de que matarán a los demás por él, no hoy no mañana no en más de un siglo.
"Nos vemos pronto Gilbert!"
Recordaba la suave sonrisa de Themba Cohen y sus brillantes ojos negros, sus cálidas y dulces manos llenas de cicatrices, con ese actitud maternal con la que le hablaba y lo trataba.
Pero tampoco podía olvidar ese aire frío que calaba los huesos que solía obtener inconscientemente, incluso Ella y Ellos retrocedía ante su imponente y fría presencia.
"Le temen a la Reina"
Recuerda la divertida mirada de Matthias ante el espectáculo, el escandinavo nunca perdía la oportunidad de ver a los otros "muertos" temblar ante una Themba furiosa.
"Cuidate mucho Gilbert!"
La inocente mirada de Nathaniel Kirkland o como el lo llamaba "La pequeña oveja kiwi", siendo el menor de los tres, el niño es prácticamente mimado y lo protegen de Ellos, aunque sabe que Kiwi sabe tanto o más sobre ellos, nadie lo lastima, ventaja de ser uno de los menores en ese extraño grupo que son ellos.
"Somos un equipo no? Los ayudaré todo lo que pueda!"
El entusiasmo y positivismo de kiwi era agradable, al inicio había pensado que al ser un grupo con grandes diferencias de edad no llegarían a convivir bien.
Era agradable estar con personas cálidas, personas casi tan geniales como él.
"Te encariñaste tío gilbert!"
Cuánta verdad tenía Martín, el se había encariñado con ellos, Themba y Nathaniel eran importantes como lo era su Ludwig.
Ellos eran parte de su familia ahora.
"Ellos son míos Silvia"
"Lastimalos y te mataré"
Y la sonrisa arrogante nunca abandonó su cara, aún con la mirada fría que le dirigió esa mujer.
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