Cápitulo 1


Al llegar apenas entendía lo que veía. Los paisajes eran tan distintos y magníficos como ningún otro hubiese pisado. Con toda la razón este viaje duro más que lo esperado. Algo tan bello tiene que ser demorado en alcanzar e experimentar. Al pisar tierra sentí una conexión inefable por el cuerpo. Era como que la tierra llamaba a mi nombre con sus suaves pero gélidos vientos. Apenas pude, atravesé un pequeño camino mal formado, seguramente hace tiempo nadie pisaba esas pequeñas piedras grisáceas y amarillentas. El recorrido era despejado, solo se veían algunos grandes árboles salpicados por el terreno verde. El camino me llegaba a lo alto de una colina rocosa, con pequeños bañados de verde alrededor. Subí experimentando los olores dulces que me ofrecía la naturaleza, nunca había olido nada tan limpio y a la vez insensato, se podía saborear el olor a flor mojada. Visualice una pequeña roca en la sima de la colina, lo tome como una señal de que era bienvenido a sentarme allí. Mientras iba subiendo para llegar a la roca me quede deslumbrado. Podía ver todo el increíble paisaje desde allí. Camine despacio a la roca sin despegar ojo del horizonte y me senté. Jamás sentí algo igual. Era tan deslumbrante que ponerlo en palabras me parece tan complicado como domar un rey. Podía ver montañas enormes a los lejos con sus picos pintados de blanco. Se formaban grandes valles entre ellas donde e el medio se podía observar la agreste tierra rodeando una gigante laguna. Nunca me sentí tan conectado hacía algo, ni siquiera a mis compañeros que me esperaban en casa. Lamento haberme ido de esas tierras porque jamás experimente este sentimiento de nuevo con nada ni nadie.

Decidí bajar de esa colina y ponerme a recorrer el frio lugar. Con un hacha en la mano, precavido de que algo apareciese seguí mi rumbo hacia lo desconocido. Seguí sorprendiéndome de su naturaleza cada vez más. Sus pájaros cantaban una hermosa melodía que ningún otro repetía, sin embargo, hacían harmonía. Vi lobos solitarios pero ni siquiera se acercaron a mi, era como que todo estaba en su lugar y yo no era más que un pequeño estorbo sin reparo. Los pastos se transformaban de verdes a ojos marrones mientras más me adentraba al valle.

Recuerdo que se estaba haciendo de noche, el frio empezó a ser cada vez más desolado y lastimaba hasta la última capa de piel. Esa noche decidí seguir caminando, encontré unos pequeños frutos salidos de arbustos, dude en comérmelos pero al tener tanta hambre lo hice. La suerte estaba de mi lado o mejor dicho, esa tierra me necesitaba al no pasarme nada, me sentía con más energía y curiosidad. Llego un momento que decidí adentrarme en otra colina, un poco más grande, pero de pronto, la luna no tuvo ganas de seguir alumbrando el camino por lo que desistí de romper las normas y trate dormir en el suelo de pasto y hojas. Tenía suerte de haber traído mis abrigos de pieles porque si no nunca me hubiese despertado de ese sueño. Me levante helado con la salida del sol, tenía las pestañas congeladas y las manos heladas. Sintiéndome reacio a caminar me senté y observe durante un tiempo mi vista. Este lugar tenía que tener algo malo, pensé. No podía ser todo perfecto. A veces las cosas más amables y bellas son cautelosas con las cosas entremetidas, pero me gusto. Lo sentí como un obstáculo que por fin me daba este lugar. Lo supere, al menos por esa noche. Un poco preocupado reanude mi marcha. Seguía teniendo un poco de esos pequeños frutos morados y seguí andando mientras paraba por los pequeños arroyos a inundarme el estómago de agua quemada que bajaban de la colina. No sé de qué, pero tenía esperanza. Necesitaba encontrar algo y lo iba a descubrir.

No fue hasta el quinto día de vagar por las misteriosas llamaderas tierras que me sorprendió algo de pronto. Era un frio atardecer en la que dudaba de que fuera a sobrevivir por mucho. Estaba como lunático buscando una cueva en la que protegerme, rezándole a los dioses de que no haya peligrosos osos acechándola. Sin encontrar resto alguno me senté cansado en el crujiente piso. Pensando, ya loco de la cabeza, decidí volver seguir caminando esperando a que esta tierra me saque los últimos alientos que la vida me regalaba. Mi cuerpo no me dejaba continuar, hambriento y cansado no respondía las ordenes de mi cabeza. Estaba furioso, tanto que empecé a gritar, o bueno intente gritar porque lo único que me quedaba era un hilo de voz ahorcada. Me tire al suelo y mire el cielo comenzando estrellarse poco a poco. El sol se escondió otra vez, con miedo a ser descubierto por la luna mientras esta asechaba el enorme manto colorido. Creí que hasta ahí iba a ser mi vida. Acá se terminaban las aventuras en esta parte del camino. Me entro ansiedad en pensar en el después entonces quise cerrar los ojos para dejar que esta tierra hiciera mi muerte de una maravilla. Antes de cerrarlos completamente mi olfato se agudiza, huelo humo. Abro los ojos de golpe y la vida volvió hacía mí. Mi cuerpo recobro algunas de sus fuerzas y mi cabeza recordó sus pensamientos. Podía ver el humo desde la mitad de una montaña bastante cerca desde donde estaba. Me levante como pude, agarre el hacha y ordene a mis piernas que no se rindieran todavía, que ya faltaba poco. El viento dejo de ser frio y se volvió más templado, no sé si era una caricia de la tierra o una señal de que me seguía muriendo. No hice más que seguir, no recuerdo que paso pero subí el pedazo de montaña rocosa. Había un sendero perfecto marcado que llevaba al fuego. Yo solo pensaba en llegar a este, sin pensar en que podría haber y temiendo que solo sea un incendio sin culpa. Asombrosamente esta tierra me bendijo otra vez, vi casas, oscuras por la noche, apenas visibles por pequeños fuegos alrededor de ellas, algo así como antorchas. El gran humo venía de una parte cerca que seguí inspirado y emocionado. Cruce varias casas de barro más, algunas más grandes y otras con menos decoraciones, pase por un arroyo con una pequeña cascada que su sonido llenaba mis oídos de paz y seguridad. Al doblar el arroyo lo vi. Un fogón enorme como los que se hacen en hogar, había un grupo de personas reunidos, no debían de ser más de quince. Yo corrí sin pensar en que estaba por desmayarme o en quien eran estos seres escondidos en un páramo sin salida. Estos se dieron vuelta en cuanto escucharon mis suplicas de ayuda. Eran hermosos, tenían piel marrón brillosa y ojos tan negros como el manto que tenía arriba. Llevaban peinados distintos, algunos trenzados y otros sueltos. Eran distintas personas per parecían uno solo. Un hombre anciano se acercó a mí mientras los otros observaban sentados en troncos con sus ojos grandes especulantes. Yo solo suplique y suplique. Sin aviso el anciano puso una mano en mi frente y la luminosidad del fuego se desvaneció, ya no pude ver a aquellos oscuros ojos mirándome porque ahora mi mente solo tenía su color.

Me desperté abriendo os ojos suavemente, los primeros segundos no recordaba nada. No sabía quién era, que hacía, dónde estaba o que era. Luego todo se me vino de golpe, el anciano y lo que precia su tribu. Me levante y me encontré caliente. Tenía unas grandes mantas de pelos cubriéndome el cuerpo, seguía teniendo mis ropas y armas. Al lado mío había un jarrón con agua y una vasija con los frutos que había recogido en el camino, pero esta vez eran más grandes y jugosos. Devore la comida y bebí como nunca antes sin percatarme donde estaba realmente. Debía de ser una de las casas de barro que vi, tenía un amueblado tan simple que solo consistía en una baja mesa de madera y algunos estantes con plumas esparcidas por ellas. Había tres ventanas, donde vi el amanecer mientras meditaba lo que había pasado. Decidí levantarme luego de un tiempo cuando me di cuenta donde estaba la puerta, al pasar observe colgaba una pequeña nota clavada en esta. No era mi idioma, incluso no eran letras que conociera, eran puntos y líneas o tal vez dibujos de algo irreconocible. Lo ignore y Salí del lugar. Alrededor de donde estaba había otras casas iguales o parecidas. Pude escuchar niños gritando y corriendo por el lugar. Decidí caminar por otro camino desconocido con las fuerzas que tenía. 


Nota de autor: Gracias por leer, probablemente tenga millones de errores pero por algo se empieza ;)

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