Capítulo 47- ¡Pobre María de las Mercedes!
Nam's pov
- Jin...
- Uhmm.
- Cariño, tienes que levantarte, la alarma ya ha sonado.
- ¿Ya es de día?
- Ajá.
Eran apenas las 7:30 am, pero al pelinegro le tocaba el turno de la mañana, y yo tenía que ir a la escuela, pues era viernes.
Cierto, ya era viernes.
A pesar de que no hubiese transcurrido ni un cuarto del día, sabía de lejos, que sería el peor de mi vida.
Mi cuerpo también estaba consciente de ello, pues un nudo se había formado en mi estómago, provocando que sintiera la bilis en mi boca, y aparentemente, no pretendía desaparecer con facilidad.
Todo tipo de emociones negativas invadían mi ser: miedo, dolor y miles de otras igual de fatales o incluso peores, pero sin duda, la culpabilidad era quien lideraba.
Me sentía culpable por mentirle, por traicionar su confianza, pero si no lo hacía, entonces me sentiría culpable por hacerle perder una oportunidad que tal vez pudiera garantizar su futuro.
Y de lejos era mejor el primer tipo, ese en el que el único que sufriría las consecuencias sería yo.
No parecía haber salida, era como si fuese un sentimiento que hubiese llegado para quedarse, y probablemente, a partir de hoy, tendría que aprender a vivir con él.
- Mmmmmmm - Mi chico se estiró, igual de bruscamente que lo hizo el día anterior, pero en esta ocasión, si pude apartarme en tiempo, evitando que nuevamente, mi rostro se convirtiera en víctima de sus letales puños.
Bostezaba, aún con sus ojitos cerrados, viéndose jodidamente adorable, como en cada maldita cosa que hacía. Probablemente estuviese agotado por todos los acontecimientos que tuvieron lugar hacía menos de 24 horas, aunque definitivamente, eso no sería nada comparado con los que vendrían.
- Te he hecho el desayuno.
Inmediatamente, dejó de lado su aura somnolienta y abrió tanto los ojos que si no le conociera, hubiese pensado que era un occidental. Se incorporó rápidamente, y comenzó a mover su cabeza de acá para allá, olfateando como si fuese un sabueso forense, haciendo que su naricita se moviera de arriba a abajo y arrugando sus labios en un hermoso puchero.
- Princesa, ¿qué haces? - Cuestioné sonriente por su peculiar forma de despertar.
- No huele a quemado - Me observó con desconcierto, como si su afirmación no tuviese sentido.
Evidentemente, yo ya entendía por dónde iba, así que rodé los ojos, para posteriormente agregar:
- Claro que no, idiota - Frunció el ceño con desconfianza.
- ¿No dijiste que habías hecho el desayuno?
- Lo dije.
- ¿Y entonces? ¿Cómo es que seguimos aquí?
- Pues porque tienes un novio increíble que es un puto crack en la cocina - Respondí orgullosamente.
- ¿Pero qué dices? ¡Si mi novio eres tú! - Hizo una mueca, como si tuviese un cadáver delante.
- De verdad que contigo no se puede ser romántico, Jin... - Empecé a negar lentamente, a la par que entrecerraba los ojos.
Cualquier otra persona se hubiese sentido feliz y complacido con el hecho de que le llevaran el desayuno a la cama, pero una vez más, mi princesa demostraba cuán singular podía llegar a ser.
Aunque a decir verdad, su reacción no era totalmente irracional, pues no era común que yo cocinara, ya que normalmente solía causar un puto desastre, y por ello, él me había vetado el acceso a los fogones, desde el día en que le derretí una sartén...
No me preguntéis cómo cojones lo hice, porque hasta el sol de hoy, sigue siendo un misterio.
Pero a pesar de mis evidentemente deficientes cualidades culinarias, quería mimarle todo lo que pudiera, para que nuestros últimos momentos juntos, fuesen lo más agradables posible.
- Por lo menos dime que no has quemado a Guadalupe - Se refería al utensilio que había sustituido al que yo había destruido con anterioridad, y al cual también le había puesto nombre: María de las Mercedes...
Definitivamente esa novela le estaba afectando.
- Tranquilo cariño, Guadalupe está sana y salva - Suspiró con total dramatismo, aliviado por el hecho de que su preciada herramienta siguiese con vida.
- ¿Entonces qué has hecho? ¿Cereales?
- ¡Joder, Jin, para ya! - Refunfuñé como un niño pequeño, haciendo un mohín. Era cierto que definitivamente yo no era un master chef, pero no tenía que estármelo restregando a cada instante...
Aunque a decir verdad, tampoco era que me molestara, de hecho, no creo que hubiesen muchas cosas provenientes de mi chico que me molestasen, pues todos y cada uno de sus defectos formaban una parte importante de su integridad personal, y para mí él ya era perfecto así, por tanto, no había necesidad de cambiar absolutamente nada.
- Ya, ya, lo siento - Pasó una mano por mi pelo, sacudiéndolo, como solía hacer yo con él - A ver... ¡Deslúmbrame! - Una vez le escuché, comencé a reír, pues la forma en que lo dijo le hizo parecer un presentador de un programa de variedades.
- Pues... ¡TACHÁN! - Sitúe sobre sus muslos una bandeja que contenía unas tostadas con mantequilla, zumo de naranja, una macedonia de frutas y... Como bien él dijo, un gran tazón de cereales.
- Vaya... ¿Esto lo has preparado tú solito? - Asentí repetidas veces, como un perrito que espera la aprobación de su amo - Namjoonie, te estás superando... - Sonrió en grande, y yo lo hice también, para acto seguido, y antes de que le echara el diente a algo, unir mis labios a los suyos e iniciar una danza lenta y tortuosa con nuestras lenguas.
- Ya... Ahora sí.
Dicho esto, comenzó a comer, inflando sus mofletes hasta parecer un hámster. Tenía una horrible manía con llenarse la boca... Pero evidentemente, eso no me molestaba en lo absoluto.
- Princesa, un día de estos te vas a atragantar.
- Twngip suwiciethw wsapifo.
- Traga y después habla, Jin - Le regañé, y por tanto, hizo exactamente lo mencionado, para posteriormente aclarar:
- Tengo suficiente espacio, dije - Y volvió a atacar sus tostadas.
Yo simplemente le miraba con nostalgia, temiendo que pasaran los minutos, pero consciente de que nos quedaba muy poco.
Sería la última vez que tuviese que despertarle para el trabajo, que le viera llenarse las mejillas, que le escuchase hacer soniditos de satisfacción al comer...
A partir de hoy, ya no le esperaría en el callejón, ya no tendría razón para pasarme por cocinas.
A partir de hoy, mi vida perdería una de sus mayores fuentes de luz.
Así que con eso en mente, le abracé.
Posé mis palmas detrás de su cabeza y le atraje hacia mi pecho, quizás un tanto brusco, pero quería sentirle cerca con desesperación. Apoyé mi barbilla sobre su coronilla, y empecé a hacerle mimos en el pelo y en su espalda desnuda, lenta y cariñosamente, inhalando su delicioso aroma, intentando grabar a fuego cada momento, para que una vez se marchara, por lo menos me quedase el consuelo de los recuerdos.
- ¿Nam? ¿Estás bien? - Despegó ligeramente su cabeza, y alzó la vista, para verme directamente, con sus dos jodidamente hermosos ojos.
- Perfectamente - Mentí.
- ¿Seguro?- Asentí - Vale... - Pasó sus manos por mi espalda baja, uniéndolas al encontrarse y correspondiendo de esta forma a mi abrazo - ¿Qué tienes que hacer esta tarde?
- ¿Yo? - Unas enormes ganas de vomitar se apoderaron de mí - No mucho, un par de proyectos y eso... - Intenté contestar desinteresadamente, poniendo en ello cada ápice de fuerza dentro mi organismo.
- Genial, he pesando que igual podríamos ir a la feria.
- ¿Feria?
- Sí, ya sabes, lo que hacen cada año en la plaza. Me gustaría ir de noche, pero si lo hago seguro que me da por emborracharme y mañana curro - Rió bajito.
- ¿Feria entonces? - Asintió - ¿Solo nosotros? - Volvió a afirmar - Vale, hagamos eso...
- Genial, solos tú y yo - Alzó sus comisuras, sonriente, mostrando sus preciosos dientes y provocando que un jodido dolor punzante se abriera paso en mi pecho.
Y yo intenté corresponderle, pero fue imposible, simplemente pude hacer una especie de mueca que pretendía ser una sonrisa.
Porque esa tarde, no habría feria.
Porque esa tarde, no habría más "él y yo"
- ¿A qué hora dices que llegaba el cocinerito?
- A las 4.
- Uhmm... vale. ¿Y entonces por qué he tenido que venir ya? Son solo las tres y cuarto.
- Pues por si sale antes.
No habían pasado ni siquiera 10 minutos de que Dong Sun estuviera en casa, y yo ya estaba que no podía aguantarle más.
La verdad, no sabía si me caía mejor antes, a pesar de que fingiera, o ahora, que era totalmente sincero, y por tanto, no dejaba de lanzar comentarios mordaces.
En el poco tiempo que llevaba aquí, se había referido al pelinegro con todo tipo de diminutivos, que a pesar de parecer a primer oído inocentes, era obvio que los utilizaba de forma despectiva.
- Genial.
- ¿Por qué mierda estás sonriendo tanto?
- Porque esto es divertido - Se encogió de hombros, sin perder su expresión socarrona.
- ¿Ah sí? ¿En qué parte? - Me crucé de brazos. Estaba harto de su comportamiento y francamente, me quedaba poco para partirle la cara. Aún sabiendo de su problema, no estaba seguro de que pudiera contenerme.
- Pues en todo en realidad. Piénsalo. A mí me tachan de loco por estar enamorado, y a ti te consideran perfectamente normal, a pesar de que estás dispuesto a hacer toda esta locura "por amor" - Hizo un gesto de comillas con sus dedos.
- No es igual.
- ¿Ah no? - Comenzó a acercarse peligrosamente a mí, con seriedad repentina, y de cierta forma, eso hizo que empezara a sentirme ligeramente intimidado - Namjoon, la única diferencia es que yo soy un maldito loco egoísta y tú eres todo lo contrario. Aunque tal vez debería ser al revés... - Hizo una pausa, y apartó la vista un instante, como si estuviera meditando sus palabras, sin embargo, no tardó en volver a enfocarse - Yo... No sé si tendría que decirte esto, porque realmente me gustaría que te separases del niño bonito ese... - Rodó los ojos, como si el simple hecho de mencionar al pelinegro le provocase repulsión - Pero, creo que estás siendo un idiota. Si yo estuviera en tu lugar, definitivamente no le dejaría marchar, y menos si mi amor es correspondido - Estuvimos unos segundos en silencio, mirándonos fijamente, él pensando sabría Dios qué cosas, y yo reflexionando con cada una de sus palabras.
Quizá tenía razón, ya lo había pensado mil veces, pero aún no estaba un 100% seguro de lo que iba a hacer.
Yo solo quería lo mejor para Jin, y por eso había apostado por esta opción, porque creía firmemente que sería lo adecuado.
Pero como evidentemente no era lo que mi corazón quería, no podía evitar sentirme agobiado, no cuando aún tenía la posibilidad de cambiar las cosas.
Hasta la hora de la verdad, no sabría si estaba tomando la decisión correcta.
Era mitad y mitad.
Había un 50% de probabilidad de que acertara y otro 50 de que la estuviera cagando.
Sin embargo, no tuve tiempo de seguir comiéndome el coco, pues el castaño relajó su expresión, para terminar añadiendo:
- Bueno, a mí realmente me da igual, no es asunto mío... Supongo que tengamos que estar desnudos por lo menos, ¿no?
- Ni lo sueñes - Negué rotundamente, asqueado de solo imaginarme como Dios me trajo al mundo a su lado, tanto que sentí que un escalofrío recorría mi cuerpo.
- Eres aburrido Namjoonie... - Hizo un puchero, en un intento de ser adorable, pero nada más lejos de la realidad, o por lo menos eso me parecía a mí. Seguro que mi chico se vería muchísimo más tierno si lo hiciera.
Mi chico.
Mierda.
En menos de 45 minutos, dejaría de serlo.
- Y yo que incluso me había traído una lencería súper mona - Acercó su mano al borde de sus pantalones, levantándolo ligeramente, para que pudiera notar una prenda, que si bien apenas pude distinguir (básicamente porque no me provocaba ningún tipo de interés lo que sea que estuviese usando), parecía ser de encaje rojo - ¿Tienes idea de lo genial que se me ve esto? Segu-
- Dong Sun... - No le dejé siquiera terminar - ¿Podrías cerrar la boca? Me duele la cabeza, y tu jodida voz chillona solo hace que aumente.
- ¿Pero cómo puedes decir eso? - Cuestionó indigando - El chefcito tiene la voz muchísimo más horrible que yo, parece un-
- Vuelve a decir alguna mierda con respecto a Jin, y se me van a olvidar todos los jodidos problemas que tienes - Le amenacé, tomándole del cuello de la camiseta, alzándole ligeramente del suelo. Bastante mal me sentía con todo lo que estaba pasando, como para tener que lidiar con él. Y aparentemente funcionó, porque una expresión temerosa surcó su rostro, y tragó duro.
- Vale...
La próxima hora fue infernal y lenta, no solo por la desagradable compañía (quien a pesar de mi pedido, solo duró 5 minutos en silencio), sino porque la angustia se había apoderado de mí.
Quería que el tiempo pasara rápido, para acabar de una vez con esto, pero a la vez quería que nunca avanzase, porque no quería tener que decirle adiós definitivamente a mi princesa.
Ni siquiera a mi peor enemigo le hubiese deseado estar en mi posición.
Antes de Jin, nunca creí en el amor de pareja. Siempre me pareció una farsa de las películas de Hollywood, para encontrar en la ficción, lo que podría ser el deseo de todos, no obstante, imposible de hallar en la vida diaria.
Pero estaba jodidamente equivocado.
El amor sí existe. Y es muchísimo más intenso que en las jodidas películas.
Yo era consciente de eso, porque ya había visto su lado bueno, y ahora estaba experimentando en carne propia lo malditamente doloroso que podía tornarse.
- ¿Por qué aún no llega? ¿No decías que salía a las 4?
- Solo son las 4:20, Dong Sun.
- Pero trabaja al lado, no tarda ni 5 minutos del restaurante a aquí.
- Y yo que sé, ya llegará...
Sabía perfectamente la razón de su tardanza. Seguramente estaba esperando a que pasase a buscarle, como lo llevaba haciendo todos los jodidos días, por casi un año.
Y como me hubiese gustado poder seguir haciendo el resto de mi vida...
Un click proveniente de la cerradura principal, me sacó de mis pensamientos.
- Namjoon, creo que ya... - Susurró el castaño.
Y respiré profundo, preparándome para lo que estaba por suceder.
Sin más, me quité la camiseta, y entré a la cama junto a Dong Sun, quien se encontraba en las mismas condiciones.
A primera vista, cualquiera hubiese pensado que verdaderamente estábamos teniendo sexo, pues además de estar bajo la misma sábana, aparentemente desnudos, habíamos regado algo de ropa por el suelo, para darle más realismo. Y si eso no era suficiente, una buena botella de lubricante y una caja de condones ayudaban a dar el toque final.
Cerré los ojos, y mi cabeza dio inicio a la cuenta regresiva.
3...
2...
1...
La puerta se abrió.
Holis...
¡No me matéis!
He tenido muchísimos problemas para poder publicar, primeramente no tenía internet, y luego Wattpad se me vuelve todo loco y no me deja hacer nada y ufffff me frustro. Todos estos días me dediqué a corregir algunos capítulos... Madre mía que montón de errores...
¡Pero ya he vuelto!
Espero que estéis felices, y si no pos... No sé... ¡Yo lo estoy! Sé que no muuuuchaaaaas personas leen este fic, pero valoro muchísimo a los que lo hacen, y a los que votan y a los que dejan comentarios, y pos eso... ¡Mucho love pa' todos!
¡Y tengo un montón de historias pensadas!
Tengo dos ideas nuevas de Namjin, y otra que no sé si hacerla Vkook, o Yoonmin o Vhope o Sope o no sé😂😂😂 Ya luego os pediré vuestra opinión. Pero antes tengo que terminar esta.
Un besazo, cuidaos mucho😘😘
Pd: wattpad no me deja cambiar las letras ni nada, así que por eso el pov no sale en negrita...
Pd 2: ¡Y encima se me ha puesto en inglés! Yo lo tengo configurado en español de toda la vida, y de pronto, de un día para otro va y pufff más gringo que nadie😂😂😂
Hola de nuevo XD
A ver, supongo que las últimas aclaraciones os parezcan raras, pero resulta que estoy sometiendo el fic a un proceso de corrección y por eso ya arreglé ese problema. No obstante, en el momento en el que publiqué el cap sí estaba ocurriendo todo eso, así que por eso lo escribí, y he decidido no borrarlas porque no sé, me da como que nostalgia leer las viejas notitas XD.
Un besazo y cuidaos mucho 😘
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top