Capítulo 46- La playa estaba desierta, el mar bañaba tu piel...
Nam's pov
- Jin, date prisa.
- Ya casi estoy.
- ¿Se puede saber en qué te demoras tanto? - Comenté, entrando a la habitación y recostándome en el marco de la puerta de brazos cruzados.
- ¿Cómo que en qué me demoro? Son un montón de cosas las que hay que llevar: toallas, protector solar, un cambio de ropa, gafas, esta cosa por si te da por bucear, comida...
Era jueves, y como bien habíamos acordado, íbamos a pasar el día juntos.
Decidimos ir a la playa, solo nosotros dos, aprovechando que los demás estarían en la universidad y que como era entre semana, no habría tanta gente.
Francamente, había pasado fatal los tres últimos días, la ansiedad me estaba carcomiendo, pues saber que cada vez nos quedaba menos tiempo juntos me ponía totalmente histérico.
Y si me sentía mal sin que siquiera hubiera llegado el momento, no quería imaginarme cómo sería una vez estuviera lejos de verdad.
Pero evidentemente eso no se lo haría saber a él. A sus ojos todo parecía marchar bien, y el tema del trabajo parecía estar zanjado.
Sin embargo, hoy quería dejar todo detrás, quería fingir que era un día normal, uno en el que nosotros como pareja habíamos decidido divertirnos, no quería considerarlo como lo que realmente era: una despedida.
Porque si lo hacía, entonces me derrumbaría totalmente.
El pelinegro siguió hablando de las miles de cosas que tenía que llevar y las razones para ello, pero yo no le escuchaba. Simplemente le miraba, y me deleitaba con su maravillosa imagen.
Estaba usando unos shorts negros que le quedaban de muerte, una camiseta blanca y unas chanclas, llevaba el flequillo hacia un lado, y en su tobillo izquierdo tenía una especie de pulsera de macramé, idéntica a una que yo llevaba en la muñeca.
Pero además de verse precioso, resultaba jodidamente cómico, porque estaba preparando tanto equipaje que parecía que nos iríamos 5 días a un hotel.
- Princesa, pareces una mamá - Dije en tono divertido - ¿Para qué mierda llevas tanto? Con un par de toallas es suficiente - Me miró indignado y se puso una mano en el pecho.
- ¿Cómo que suficiente? Esto es simplemente lo básico.
- Claro, porque las personas normales llevan aceite de bebé a la playa - Afirmé burlón, y él entrecerró los ojos, apuntándome con un dedo.
- Luego no me lo pidas porque te arde la piel o alguna cosa de esas.
- ¡Pero si yo ya no puedo quemarme más! ¿No me ves? Estoy casi negro - Empezó a reír bajito y me dio un golpecito en el hombro.
- Déjate de tonterías anda, y toma - Me puso en los brazos la mochila llena de cosas - Ahora por listo, lo llevas tú - Abrí muchísimo los ojos.
- Princesa, de verdad que abusas de mí - Me empujó suavemente por la espalda haciéndome avanzar hasta la sala de estar.
- No seas dramático, si igual la vamos a dejar en el coche de tu padre - Se encogió de hombros.
- ¿Pero sabes todo el trabajo que pasaré de aquí al auto? Esto es explotación - Comencé a negar con la cabeza, asumiendo actitud de víctima y él rodó los ojos.
- Andando.
Una hora más tarde, habíamos llegado a nuestro destino.
Él había insistido en conducir, pero al final terminé haciéndolo yo, y a pesar se su berrinche, se quedó dormido en el asiento del copiloto a solo diez minutos de estar en carretera.
La imagen de mi princesa durmiendo siempre me resultaba cautivadora, y tuve que hacer de tripas corazón para no desviar la mirada del camino y centrarme en lo hermoso que se veía con la boca abierta, la saliva escurriendo por sus comisuras y embarrando el asiento...
Simplemente perfecto.
- Jin, cariño, ya hemos llegado - Comencé a zaranderale para que despertara, y poco a poco, luego de insistir unas cuantas veces, finalmente apretó los ojos, para terminar abriéndolos.
Estiró sus brazos, con sus manos en puños, pero lo hizo tan bruscamente que me dio un puñetazo en la cara.
- ¡Oh Dios mío Namjoon! - Cuando se dio cuenta de que me había golpeado se espabiló completamente y se acercó a mí para comprobar que estuviera bien - Lo siento, lo siento, lo siento. ¿Te duele mucho?
Yo tenía la palma en la zona golpeada, ejerciendo presión sobre esta, y doblado ligeramente sobre el asiento.
- Tranquilo princesa, estoy bien - Hice un gesto con la mano libre, para restarle importancia, y cuando sentí que el dolor comenzaba a cesar me incorporé y le ofrecí una sonrisa para tranquilizarle, sin embargo, el resultado fue todo lo contrario, porque un chillido totalmente vergonzoso escapó de sus labios.
- ¡Nam! ¡Estás sangrando!
Y sí, efectivamente, un pequeño hilo de sangre brotaba de mi nariz, que además, estaba hinchada.
Ante su expresión de horror yo empecé a reír, porque la situación era tan jodidamente absurda que llegaba a ser hasta graciosa.
- ¿¡¿De qué mierda te ríes simio?!? - Preguntó escandalizado, provocando que mis risas se hicieran más fuertes.
Y así estuvimos los próximos minutos, en una locura total, donde yo no paraba de carcajearme y él no paraba de quejarse por ello, y para detenerme me golpeaba en el brazo, pero luego se arrepentía y me pedía perdón, y eso hacía que yo riera incluso más...
Ya os podéis imaginar el caos que se formó.
Al final toda esa maleta llena de cosas resultó útil, porque con lo que traía me hizo una "venda", que consistían básicamente en unos algodones que introdujo en cada uno de mis orificios nasales, dándome una apariencia totalmente ridícula.
Y en ese momento, mi pecho ardió un poquito, porque luego de ese día, no haríamos más recuerdos así de absurdos juntos.
Una vez bajamos del auto, avanzamos hacia la playa.
La arena estaba jodidamente fría, pues aún era temprano en la mañana y el sol no daba tan fuerte. Por consecuente el agua también lo estaba.
- Vaya Nam, está totalmente vacía... - No había un alma en los alrededores, y francamente, agradecí a los cielos haberme permitido pasar por lo menos una parte del día completamente solos, sin nada que nos limitara, sin nada que nos detuviese.
Inmediatamente me quité la camiseta y me lancé corriendo al mar, en lo que Jin acomodaba las cosas en la arena sobre una toalla.
- ¡Vamos Jin, apúrate! - Empecé a dar saltitos dentro del agua, como un niño pequeño.
- Ya, ya, ya voy - Rodó los ojos, y yo reí por su gesto. Mi princesa era malditamente irritable, pero justo así me gustaba a mí.
Una vez terminó de acomodarlo todo, hizo lo mismo que yo había hecho instantes antes, y se quitó su prenda superior, dejándome una exquisita vista de la mitad de su cuerpo.
Había visto a Jin desnudo miles de veces, pero aún así me encandilaba tanto como la primera. Y es que sus proporciones eran maravillosas, sus hombros anchos, su piel lechosa, su abdomen ligeramente marcado, todo era jodidamente sublime.
- Mierda, está fría - Soltó una vez mojó sus pies, y yo reí por lo bajo, pues avanzaba tan lento, que parecía un señor mayor.
- Venga princesa, una vez entras se te pasa.
- Esto es un proceso lento, lleva calma, determinación y... ¡HIJO DE PUTAAAA! - No pudo terminar su discurso acerca del arte de ingresar al mar, pues salí del agua y le empujé hasta que cayó y se empapó por completo. De más está decir que me lanzó una mirada asesina, y bueno... Lejos de intimidarme solo me hizo gracia, provocando que me descojonara - Ahora verás - Y después de su amenaza, se lanzó encima de mí. Comenzamos una especie de forcejeo, que no paró hasta que los dos caímos - ¡Ah, ah, mierda, escuece! - Empezó a quejarse por el ardor que le producía el agua salada en los ojos.
- Eso te pasa por ser una princesa violenta - Solté con soberbia, pues a diferencia de él, yo no llegué a hundir mi cabeza.
- ¡Pero si la culpa ha sido tuya! - Habló pasando sus dedos por uno de sus globos oculares y señalándome con la mano libre.
- ¿Mía? ¡Pero si has sido tú el que se ha lanzado encima de mí!
- ¡Porque tú me has tirado al agua, imbécil!
- Princesa - Comencé a hablar seriamente - Yo también quiero tener una vida, hijos si es posible, y si me quedaba esperando a que entraras tú solito, ¡no nos iríamos en 20 años! - Él me dio una sonrisa torcida y comenzó a negar suavemente.
- Eres un idiota - Yo correspondí su expresión y después de unos segundos en los que me dediqué a admirarle como un idiota, abrí mis brazos, haciéndole saber que quería que viniese a mí.
Y casi instantáneamente vino corriendo, para a engancharse a mi cuerpo como un Koala, y una vez lo hizo, me jaló de tal forma que los dos terminamos cayendo nuevamente, lo que en esta ocasión yo encima de él.
Quedamos en una posición en la que nuestros cuerpos estaban debajo del agua, pero aún no zafaba su agarre sobre mí.
Aunque pareciéramos unos locos, nos estábamos divirtiendo enormemente, y eso se hizo evidente cuando el pelinegro comenzó a reír, produciendo ese sonido que era música para mis oídos.
Y otra vez, me quedé mirándole como un tonto, admirando de cerca la belleza de sus facciones, y llegando por milésima vez a la conclusión de que Jin era simplemente perfecto.
- ¿Nam?
- ¿Uhmm?
- ¿Estás bien? Te has quedado ido...
- Estoy bien, solo estaba mirándote - Sonreí sin mostrar mis dientes y él también lo hizo, pero jodidamente grande, tanto que probablemente le doliesen las comisuras - Jin...
- ¿Sí?
- Tú sabes que yo te quiero mucho, ¿verdad? - Mi voz salió con cierta melancolía, me parecía cruel decirle esto, cuando al otro día pretendía destruir sus ideales con respecto a mí, pero no podía quedarme callado, no podía perder la oportunidad de decirlo, no cuando probablemente fuera la última o una de las últimas veces.
Él asintió, aún sin borrar su expresión de felicidad, para luego añadir:
- Y yo te amo.
Y en ese momento simplemente no pude soportarlo, así que me incorporé, y le abracé fuerte, pegándole mucho a mí, e impidiendo que viera las lágrimas silenciosas que comenzaron a escurrirse de mis ojos.
Porque yo también le amaba, y solo vería un futuro negro cuando no estuviera a mi lado.
Sin embargo, haciendo uso de una fuerza que no sabía que tenía, logré calmarme poco a poco, y una vez estuve completamente bien, le separé de mi cuerpo, y le sujeté de las mejillas para inmediatamente besarle.
Lo hice con desesperación, intentando grabar bien en mi mente cómo se sentía, cuán maravilloso era, para que por lo menos me quedara el recuerdo vívido de sus labios.
- Namjoon...
- ¿Sí?
- Se te han caído los algodones.
- ...
- Estás sangrando otra vez...
Pasamos un día increíble y a eso de las ocho o algo así, decidimos volver. Jin portaba una expresión orgullosa, porque habíamos terminado usando prácticamente todo lo que tenía en la dichosa bolsa.
- Al final no ha venido ni un alma.
- Pues mejor, hemos tenido todo para nosotros solos.
- Tienes razón, ha estado genial - Antes de que pudiera arrancar el auto, me frenó - Nam, espera, necesito que me ayudes a ponerme esto - Me tendió un bote con una especie de ungüento.
- ¿Qué es?
- Es una crema para las quemaduras - Verdaderamente le hacía falta, porque estaba rojo como un jodido tomate. Yo no me había quemado tanto, pero su piel era muchísimo más clara que la mía.
- Vale, quítate la camiseta - Hizo caso, girándose un poco, quedando de espaldas a mí. Yo eché algo de la pomada en mis manos y las froté, para seguidamente comenzar a esparcir el producto sobre la superficie de su cuerpo.
Y nuevamente me entró la desesperación.
Después de mañana, yo no volvería a tocar esa piel, a sentirla de cerca.
Después de mañana, yo no podría hacer tantas jodidas cosas.
Era simplemente una puñalada.
Comencé a palparle suavemente, con cuidado de no ejercer mucha presión y de provocarle dolor, y una vez hube terminado, acerqué mis labios a uno de sus hombros, y tracé un camino de besos ligeros desde este, hasta la parte trasera de su oreja.
- Mmm - Soltó un gemido de satisfacción, e inclinó ligeramente la cabeza, dejándome más acceso a la zona de su cuello, a donde evidentemente me acerqué una vez vi la oportunidad.
Empecé a dejar marcas que le sacaban suspiros, y situé mis manos en su parte frontal, comenzando a acariciar su abdomen.
- ¿Te arde mucho la piel?
- Tranquilo, estoy bien...
Seguidamente, las subí hasta sus pezones y ejercí presión sobre los mismos, sin descuidar por supuesto la carne que estaba entre mis labios.
Y solo bastaron unos instantes en ese proceso, escuchando escapar de su boca esos malditos sonidos de placer, para que yo estuviera jodidamente duro, y por consecuente él también.
- Namjoon... Espera... - Me tomó suavemente de las muñecas, haciéndome soltarle, y se giró, volviendo a quedar frente a mí - Si seguías así me iba a correr aún sin haber empezado - Sonrió tímidamente - Dame un segundo.
Inclinó su cuerpo hasta los asientos traseros, y comenzó a rebuscar algo en la mochila.
- Bendita bolsa - Lo decía en serio, y mi sonrisa de satisfacción fue testigo, pues Jin acababa de sacar un paquetito de condones y una pequeña botella de lubricante.
- No podemos mancharle el coche a tu padre - Empezó a reír un poco - Ayúdame.
Incliné el asiento del conductor hacia atrás, y acto seguido me acerqué para ayudarle a quitarse sus shorts y su bóxer. Él hizo justamente lo mismo conmigo, y una vez los dos estuvimos completamente desnudos, se montó sobre mi regazo.
- Uhmm, Namjoonie... - Apoyó sus manos en mis hombros y yo posicioné las mías en sus caderas. Comenzó a frotarse sobre mi miembro, endureciéndome más si era posible, pues si el solo roce me volvía loco, el hecho de que estuviera mordiendo su labio inferior, sin duda me remataba completamente.
Estuvo así un buen rato, de atrás hacia alante y de alante hacia atrás, en ese vaivén que me desquiciaba y humedeciendo su entrada con el propio presemen que salía de mí. Cuando ya no pude soportarlo más, tomé el frasco de lubricante y embadurné mis dedos.
- Deja que te prepare bien, cariño - Se elevó ligeramente, dándome el acceso necesario para ingresar mis dígitos.
Cada sesión de sexo con Jin lograba despertar en mí infinitas sensaciones nuevas, y es que todo lo que hacía me parecía excitante.
La forma en que gruñía, como cerraba los ojos y abría ligeramente la boca cuando sentía dolor o incluso placer, la forma en que se estremecía ante mi tacto, como me apretaba, simplemente me atrapaba su forma de reaccionar con respecto a mí.
Aún con mis dedos trabajando en su interior, se acercó a mis labios, pegando nuestras frentes y haciendo que nuestro sudor se mezclara, para luego dar inicio a un beso lento y delicioso como solo él era capaz de hacerlo. Mis dedos y mi lengua recorrían todo lo que estuviera a su alcance, y mi mano libre acariciaba suavemente su espalda baja.
Aún sin despegarse del todo de mi boca, susurró:
- Nam... Entra ya... - E inmediatamente saqué mis dedos, y luego de que él mismo me pusiera el preservativo, situé en su lugar, algo mucho más grande y que evidentemente le dolería mucho más - Ah... Ah... - Comenzó a gemir bajito, y ese sonido envió un zumbido de electricidad por toda mi columna vertebral.
Nos mantuvimos quietos, esperando a que él asimilara la molestia, y yo bajé mis labios hasta la parte de su pecho donde mis dedos habían estado antes, pero evidentemente esta vez le provocaría placer con mi boca.
Comencé a succionar y lamer sus botones, mientras que con una mano acariciaba su longitud, y él se derritió sobre mí, por lo que, en busca de más placer, comenzó dar pequeños saltitos que luego se fueron convirtiendo en unos mucho más grandes.
Apoyó un codo en mi hombro y pasó su palma por detrás de mi cabeza, para impedir que dejara de trabajar sobre sus pezones, pero aunque no lo hubiera hecho, yo no me hubiese detenido, de hecho, comencé a devorarle con más fuerza, a la par que ponía de mi parte en las embestidas, por lo que nuestro ritmo era totalmente alocado. Él saltaba y yo apuntaba, pero sin ningún tipo de coordinación.
- Ahh, Namjoon...
- Mmm - Yo no podía hablar porque mi boca estaba ocupada, pero no dejaba de gruñir.
Y extrañamente, ese mismo descontrol, era causante de un extraordinario placer que conllevó a que después de un buen tiempo de frenesí, ambos alcanzacemos el orgasmo a la misma vez.
Y como casi siempre, Jin se desplomó sobre mí, quedando como un peso muerto, y manchándose de sus propios fluidos que habían caído sobre mi vientre, a diferencia de los míos que habían sido contenidos por el material de látex.
- Namjoon... - Dusurró cansado y empezó a reír en voz baja.
- ¿Qué pasa? - Yo también me vi contagiado por sus risas.
- Nada... Solo que... De verdad te quiero mucho - Me abrazó.
Y una vez más, mi corazón se contrajo hasta el punto de doler, porque esa sería la última vez que le escucharía decirme eso.
Estuve toda la noche haciéndole el amor a mi chico hasta que estuvimos malditamente agotados, y en todas y cada una de ellas le demostré que yo también le quería, y aunque no se diera cuenta, le pedí perdón por lo que estaba a punto de ocurrir.
Espero que os haya gustado, mi propia historia me tiene en modo depresivo...
Y los próximos dos capítulos serán peores...
Pero os repito. Todo se solucionará.
Esperad un poco.
Un besazo y cuidaos mucho 😘😘😘😘
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