Capítulo 29- ¡Ese Julián! ¡Ya sabía yo que no era de fiar!
Jin's pov
¡Seis meses!
Ya habían pasado seis jodidos meses y yo sentía que apenas habían sido seis días. Definitivamente eso que dicen de que el tiempo pasa rápido cuando se está disfrutando es totalmente cierto.
Ya me había graduado de la universidad, así que ahora era oficialmente un profesional, y por tanto, justo como habíamos acordado, me convertí en un chef a tiempo completo de Winter Spices.
Pero sin duda lo mejor de todo era que ese tiempo lo había pasado junto a Namjoon.
Si el día de la fiesta en casa de los abuelos de Hoseok me hubiesen dicho que terminaría enamorado del chico gigante y acosador, definitivamente hubiese mandado a freír espárragos a quien hubiese soltado semejante barbaridad.
Pero la vida había terminado burlándose de mí y aquí estaba yo ahora, sentado en la azotea de su edificio, sobre una manta y comiendo dulces en lo que charlábamos tranquilamente.
- Al final he terminado de ver la novela - Comenté llevándome una galleta de chocolate a la boca.
- ¿Eh?
- Dwigo alw di Efmuigho.
- Princesa, si hablas con la boca llena no entiendo ni mierda - Tragué y acto seguido, repetí:
- Digo la de Edmundo - Él abrió mucho los ojos y soltó una carcajada - ¡No te rías simio!
- Princesa, de verdad que eres increíble - Expresó sonriendo y negando con la cabeza - Pensé que no te había gustado.
- Bueno, en un principio no, pero al final terminé enganchándome y me vi las 11 temporadas.
- ¿11 temporadas? - Me miró desconcertado.
- Así es. ¿Y a que no sabes qué? ¡¡Al final Edmundo no era hijo de María Antonia!! ¡Todo fue una mentira de Julián de las Fátimas para no permitir que Rosa de las Mercedes se casara con él! - Exclamé como si fuera la noticia más impactante del mundo.
- ¿Pero qué me estás contando? ¡No me lo puedo creer! ¡Es que es muy fuerte! - Me respondió en tono de burla y yo le di un golpecito en el brazo, sonriendo ligeramente.
- Eres un pesado.
- Y aún así te gusto - Se encogió de hombros.
- Tienes razón - Y esta vez sonreí en grande, para seguidamente inclinarme y besarle. Los labios de Nam se habían convertido en una de mis cosas favoritas del mundo, y por eso, no perdía la oportunidad y me tomaba mi tiempo degustándole y saboreando cada rincón de su boca, que si bien ya conocía a la perfección, seguía resultándome tan cautivadora como el primer día. Nos despegamos y él volvió a acercarse pero simplemente me dio un pequeño pico y se separó suavemente.
- ¿Hasta que hora trabajas mañana?
- Mañana libro.
- Genial, quisiera que me acompañes a un lugar - Dijo apartando su vista de mí y mirando con expresión melancólica hacia el horizonte.
- ¿Qué lugar? - Quise saber, pues era raro que él se anduviese por las ramas, además estaba ligeramente preocupado por su cambio de actitud.
- No es un sitio muy agradable... - Murmuró en tono tristón y me di cuenta de que mi preocupación no era en vano.
No me gustaba verle triste. No era muy común, él solía ser una persona súper animada, pero a pesar de ello, las pocas veces que se veía afligido lograba deprimirme a mí también. El estado anímico de mi chico se había convertido en algo tan importante para mí como el mío propio.
Le tomé de las mejillas y giré suavemente su cabeza en mi dirección.
- Nam, cariño, ¿qué pasa? - Suspiró, y esperó unos segundos para después decir:
- Mañana hace otro año... - Y no tuvo que hablar más para yo entender a qué se refería.
Iríamos al cementerio porque se cumplía un aniversario más de la muerte de su madre.
- Nam... - No sabía qué decir, así que simplemente opté por abrazarle y apretarle contra mi pecho. Él se dejó hacer, me encantaba cómo conmigo podía fácilmente echar a un lado su faceta de tipo duro y dejar salir sus emociones. Eso significaba que confiaba en mí lo suficiente y yo agradecía que fuese así, porque definitivamente yo nunca le haría daño, por lo menos no intencionalmente, y siempre estaría ahí cuando me necesitara.
- Si no te apetece no tienes que ir, pero me haría ilusión presentarte a mamá, aunque no sea de forma directa claro, pe-
- No tienes que insistir, obviamente iré contigo - Para mí no tenía ningún tipo de discusión, era mi obligación acompañarle y aunque no lo fuera, yo no le dejaría solo. Levantó su cabeza de mi pecho y me miró a los ojos.
- Jin.
- Dime.
- Te quiero mucho.
- Yo también te quiero mucho bobo - Y sonriendo enormemente pegué sus labios a los míos nuevamente, y solo le solté una vez que sentí que no podía respirar.
Estábamos de camino al fatídico lugar, y me encontraba histérico.
No soportaba ver a mi simio así, tan decaído. Estaba dispuesto a lo que fuese con tal de hacerle sonreír aunque fuera ligeramente, incluso si se trataba de raparme las cejas y pintarme el pelo de verde fluorescente, lo que fuera por que se sintiese mejor.
- Nam... - Apreté su mano para que me hiciese caso.
- Dime cariño.
- ...
No sabía qué decir, no sabía ni por qué le había llamado y por eso me sentía impotente, por no ser capaz de animarle. Así que al no tener idea de qué hacer, solo pude mirarle con ojos de cachorrito y hacer un puchero como un idiota.
- Jin... - Sonrió un poco y me acarició la mejilla - Sé lo que estás pensando, pero tranquilo, no hay nada que puedas hacer, de hecho no hay nada que nadie pueda hacer, ni siquiera yo. Lo siento por preocuparte princesa, de verdad, pero ya llevo años en esto, así que no pasa nada, ya verás cómo ya mañana se me pasa - Seguía acariciando mi moflete y yo asentí tímidamente. A pesar de sus palabras seguía sintiéndome un inútil.
Me enganché a su brazo y seguimos caminando así el resto del trayecto, durante el cual tomé la decisión de que una vez saliéramos del cementerio le llevaría a cualquier sitio para hacer que su mente se despejara.
Una vez llegamos, avanzamos en silencio dentro del lugar y luego de unos minutos, paramos frente a una lápida que ponía Kim Mi Young.
Namjoon se sentó en el suelo, pero yo me quedé de pie, pues en mi cabeza sentía que de ese modo le daría más privacidad en lo que fuese a hacer.
- Mamá... - Susurró y después de unos segundos, tomó aire para continuar - Ya ha pasado otro año... Uno más sin ti... Te echo mucho de menos, y papá también, todos lo hacen, incluso Hoseok y Yoongi... - Dejó salir una risita triste y mi corazón se estrujó con cada palabra - Pero no te preocupes, que no voy a llorar, porque sé que odiabas verme así... Además, me ha pasado algo increíble... - Volvió a tomar aire y sonrió en grande - ¡He conocido a un chico! Es muy guapo... - Rió bajito - También cocina genial... Es una persona increíble, papá le adora... Y estoy seguro de que a ti te hubiese gustado, su color favorito también es el rosa - Volvió a reír y yo levanté la cabeza, apuntando hacia el cielo, para poder contenerme y no comenzar a llorar. Era (y soy) terriblemente sensible - Siempre me regaña como si fuera un niño pequeño y me obliga a comerme las zanahorias, igual que hacías tú... - Puso expresión melancólica - De verdad que me gustaría que estuvieses aquí y pudieses conocerle... Su familia también es genial, todo de él lo es... - Se calló y permaneció así por unos instantes - Estoy enamorado mamá... - Y una vez dijo esto no pude contener un par de lágrimas rebeldes que escaparon de mis ojos, sin embargo las limpié inmediatamente porque no podía dejar que me viera así - Oh, que tonto, aún no te he dicho su nombre... Se llama Kim Seokjin, ha venido a verte.
Y diciendo esto, se volteó en mi dirección y me tendió la mano. Se la tomé gustoso y me senté a su lado en el suelo. Le miré y asintió, incitándome a decir algo. Yo aclaré mi garganta y comencé a hablar.
- Hola... - Murmuré tímidamente, pues no se me ocurría nada que decir - Soy Seokjin... Le he traído flores... - Puse el ramo de lirios que tenía en mis manos delicadamente frente a la piedra, cerré los ojos un instante y aclaré mis ideas, pero fue en vano, así que suspiré sonoramente y decidí decir lo que me saliese en el momento - La verdad no sé muy bien qué hacer ahora mismo, así que me disculpo de antemano, por si la cago... Y ahora mismo lo he hecho porque acabo de decir un taco... - Solté una risita nerviosa - ¿Usted sabía que su hijo es un acosador? - Namjoon rió ligeramente - ¡Estuvo persiguiéndome hasta que accedí a salir con él! Pero yo... De verdad que agradezco que lo haya hecho... - Volví a quedarme en silencio, reflexionando las que serían mis próximas palabras - Sé que es imposible que alguien tome su lugar, pero... Le aseguro que yo voy a dar lo mejor de mí para por lo menos poder aliviar un poco su dolor... - Namjoon pasó un brazo por detrás de mis hombros y me acercó a él, apoyándome en su pecho. Él era el que estaba sufriendo y sin embargo, yo sentí que me estaba consolando.
- ¿Has visto mamá? Ya te he dicho yo que era una persona increíble - Dijo con media sonrisa y besó mi coronilla. Nos quedamos unos segundos así, sin más sonido que el de nuestras respiraciones, relajándonos bajo nuestro calor.
- Namjoon... - Levanté la cabeza en su dirección.
- Uhm - Hizo un ruidito para darme a entender que me escuchaba.
- Yo también estoy enamorado de ti...
Habíamos salido del cementerio, e íbamos caminando tomados de la mano. Estábamos pasando por una zona cercana al centro comercial y decidí dar inicio a lo que llamé "Plan para animar a Simiojoon".
Yo siempre tan original con los nombres...
- ¡Namjoon! - Exclamé apretando su mano, asustándole un poco y haciendo que diera un saltito en su lugar.
- ¿Qué pasa?
- Pues que necesito urgentemente urgentísimo ir al centro comercial.
- ¿Para qué?
- Pues porque hay una bufanda rosa que me muero por comprar.
- ¿Y no puede ser otro día? No me siento de humor ahora mismo princesa, solo quiero llegar a casa y-
- ¡No! - Grité y él abrió mucho los ojos. Hice un puchero, empecé a negar repetidas veces con la cabeza, actuando como un niño malcriado y comencé a jalar su mano - Vengaaaa, Naaaam, porfissssss - Dudó unos segundos, pero después de un rato de reflexión terminó suspirando y asintiendo. Yo sonreí enormemente.
Primera fase de mi misión: completa.
- Pero que sea rápido por favor - Asentí repetidas veces.
No obstante, evidentemente no dejé que fuera rápido. Estuve dos horas llevándolo de acá para allá. Pasamos por todas las tiendas habidas y por haber, y aunque en un principio estaba renuente, al final pude notar cómo su ánimo había mejorado considerablemente.
- ¡Mira Namjoon! - Apunté con el dedo a una camiseta de Mario Bros - ¡Es el amor de mi vida! - Comencé a dar saltitos.
- ¿Pero el amor de tu vida no era Johnny Depp? - Inquirió divertido.
- Ese es el amor de mi vida humano, idiota, Mario es mi sueño inalcanzable.
- Estás como una cabra princesa - Soltó revolviendo mi pelo y riendo por lo bajo.
- ¿Me la compras? - Le miré con cara del gato de Sherk y él rodó los ojos aún sin dejar de sonreír.
- ¿Sólo quieres eso? - Asentí y él alzó una ceja - ¿Seguro? - Lo hice una vez más - ¿Ni siquiera ese peluche gigante de Luigi?
- ¿¿¿Dónde??? - Empecé a buscar por todos lados como un loco y una vez lo encontré, fui corriendo en su dirección.
- Eres como un niño pequeño.
- Tranquilo, este lo compro yo. Tú paga las camisetas.
- ¿Las?
- Claro idiota, una para ti y otra para mí - Expresé como si fuera lo más obvio del mundo.
- ¿Qué? Yo no quiero una.
- Pero yo quiero que la quieras.
- ¿Qué se supone que significa eso? - Miró en mi dirección haciendo una mueca.
- Pues que las compraremos y punto - Me encogí de hombros.
- Pues igual no me la pienso poner.
20 minutos más tarde estábamos los dos en una cafetería usando camisetas idénticas de Mario Bros.
Yo estaba con una expresión reluciente, y él miraba avergonzado en todas las direcciones por si pasaba alguien conocido.
- Aún no me puedo creer que me hayas obligado a ponerme esto.
- ¿Pero cuál es el problema? Si te queda genial - Dije con fingida inocencia.
- Definitivamente tu interior es oscuro - Me observó fijamente entrecerrando los ojos.
- Déjate de tonterías y vamos a tomarnos una foto, anda.
Después de mil intentos logré que posara para la fotografía y una vez la tiré, la puse de fondo de pantalla.
- Mira que bonitos hemos quedado - Le comenté sonriendo enormemente, mostrándole el móvil.
- Jin, gracias.
- ¿Eh? - Mi sonrisa fue desvaneciéndose poco a poco transformándose en una mueca de desconcierto - ¿Por qué?
- Por todo, por acompañarme, por traerme aquí para intentar distraemerme, por ser así conmigo.
- Yo-o - Balbuceé intentando negar su afirmación, pero me fue imposible, por lo que suspiré - ¿He sido demasiado obvio?
- Has dicho que querías venir a comprar una bufanda cuando estamos en pleno verano, y encima no la has comprado - Comentó divertido y yo me sonrojé violentamente.
- Mierda, que vergüenza... - Tomó mi mano sobre la mesa y la apretó.
- Muchísimas gracias, de verdad, princesa. Ahora estoy increíblemente mejor - Y después de mostrar su hermosa sonrisa de hoyuelos, se acercó para darme un beso, lento y delicioso, como solo él podía hacer, volviéndome totalmente loco y recordándome un millón de veces por qué estar con Namjoon había sido una de las mejores decisiones de mi vida.
Aún seguíamos besándonos cuando...
- ¿Namjoon?
Como os dije en un inicio, todo estaba siendo maravilloso, pero la felicidad no podía durar para siempre.
¡Holis!
¿Cómo estáis? ¡Espero que bien, y que tengáis salud y todas esas cosas!
También que os haya gustado este capítulo.
Un besazo 😘😘😘
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