Cuento

El niñito de ojos azules.

Una vez hace mucho tiempo existió un pueblo muy humilde, dirigido por un Rey muy bueno, bondadoso, compresivo y amoroso, todos lo amaban, era el mejor Rey que había tenido el pueblo, sin embargo todos se preguntan cuando el Rey volvería a tener a su Reina, desde que su mujer había muerto, el Rey solo se había dedicado a su pueblo, el pobre hombre había perdido a su primer y único amor.


Una noche el Rey estaba en su balcón cuando escuchó el ruido de un arpa y una voz demasiado suave que cantaba una melodía, el Rey quedó encantado al escuchar esa voz, provenía de el bosque, así que el hombre rápidamente salió de su castillo y caminó por el bosque guiado por la voz y el arpa, estaba tan cegado por el sonido que ni siquiera se dio cuenta que se había alejado demasiado de su castillo, tanto así que ahora solo veía oscuridad, ni siquiera había llevado una vela para poder ver, sin embargo no se detuvo, caminó y caminó hasta que de pronto dejó de escuchar la voz y el arpa, el hombre miró a todos lados sin encontrar más que árboles y ramas muy grandes, luego sintió algo muy viscoso en sus píes, bajó la mirada y algo que parecía lodo había ensuciado sus zapatos por completo, al no encontrar nada él se volteo para regresar a su castillo, pero a la hora de mover sus pies sintió como se hundía cada vez más, el lodo le llego a las rodillas, se volvió loco por unos segundos, no paró de moverse y eso provocó que cada vez quedará más atrapado, trató de tranquilizarse pero eso fue peor ya que eso hiso que el lodo lo tragará, no quedó ni su cabeza fuera de el lodo.


"Es mi fin" pensó el hombre, tenía sus ojos cerrados, sentía miedo, ¿miedo de morir? No, miedo de dejar a su pueblo abandonado, de no cumplir con la promesa que le había hecho a su mujer, tristeza de tener una muerte tan mediocre, mientras el pensaba todo eso no se había dado cuenta que aún podía respirar, que estaba atrapado entre todo ese lodo extraño y aún seguía con vida y cuando lo notó, él empezó a moverse descontroladamente, se quiso impulsar hacía arriba pero el lodo parecía que luchaba contra él, haciéndolo bajar cada vez más, así que él solo se quedó quieto y esperó, se tranquilizó y cayó, sintió el duro golpe de caer contra el suelo, el hombre indignado miró sus manos limpias, sus ropas también, lo único sucio eran sus zapatos, se sorprendió tanto que tuvo que pellizcar su brazo para saber si todo eso era real, el hombre miró su alrededor y tapó su boca con la palma de sus manos "no puede ser"


-Su majestad.-Un pequeño conejo blanco le estaba hablando y haciendo una reverencia, el Rey sorprendido aún no dejaba de mirar al pequeño conejo como si fuera la cosa más extraña de el mundo.-¿Le pasa algo majestad?


-Puedes hablar.-Lo señaló con su dedo mientras retrocedía, se tropezó con una rama y cayó de espaldas al suelo, dos conejitos más se le acercaron al Rey preocupados.


-¿Está bien su majestad?-Preguntaron al mismo tiempo los tres conejitos blancos, horrorizado el Rey se desmayó al ver semejante situación.


Los conejitos asustados decidieron llamar al Conejo mayor, su hermanito más fuerte para que los ayudara, sin embargo el Rey pesaba tanto que no lo pudieron mover de allí, mandaron a un conejito para que llamara a el gigante, después de un tiempo se empezaron a escuchar fuertes pisadas, el gigante estaba cerca.


-¿Qué hay qué hacer?-Preguntó el gigante enojado, lo habían despertado de su siesta.


-Hay que llevarlo con el niño de ojos azules.-Un conejito señaló al Rey, el gigante asintió y los conejitos se alejaron un poco, el gigante se subió al Rey a su hombro y empezó a caminar hacía el norte con los conejitos detrás.


-¿De verdad crees que ese gordito nos pueda ayudar?-Una conejita algo hablantina le preguntó a su madre.


-Si el niñito de ojos azules así lo cree, yo también lo creo.


Después de una caminata algo larga, el Rey ya había comenzado a despertar, apenas abrió sus ojos se mareo, se asustó al ver quien lo llevaba, ¿era eso un gigante? El hombre se tuvo que volver a pellizcar, esta vez lo hizo con más fuerzas, sin embargo no despertó, cansado se sentó sobre el hombro y empezó a detallar todo mejor, habían demasiados árboles y nieve, sobretodo mucha nieve, extrañamente el hombre no sentía frío, si no calidez, miró hacía atrás y vio varias bolitas blancas, ¿más conejos? Tantos que no logró contarlos todos, todos blancos, el gigante tenía su piel algo oscura y llevaba un tipo de tela negra extraña como vestimenta a lo lejos se veía la mitad de un castillo, confundido el Rey preguntó en voz alta.


-¿Por qué la mitad de un castillo?


A lo que un conejito le contestó:


-Es porque la otra mitad la robó la Reina Azul.


El Rey no habló más en todo el camino, había olvidado que estos animales hablaban y aunque ya los había escuchado, no se lograba acostumbrado, cuando llegaron a la entrada de el castillo, el gigante bajó al Rey con cuidado de su hombro y le dio un pequeño empujón para que entrara.


El Rey dudoso empezó a caminar, ni el gigante, ni los conejitos lo siguieron y eso lo preocupó demasiado sin embargo siguió, el lugar no era muy colorido, solo demasiado azul para el gusto de el Rey, sintió que la caminata sería interminable hasta que vio una silla azul y para su sorpresa había un niño sentado en ella, el niño estaba aburrido mirando sus pies mientras los movía de un lado a otro, apenas escuchó el sonido de el Rey acercándose alzó su mirada y se levantó de su silla, acortó la distancia que quedaba entre ellos.


-Estás aquí, oh su majestad no lo puedo creer.-El niño feliz empezó a brincar y reír alrededor de el Rey, lo jaló de el brazo y lo hizo sentarse en su silla.-Lamento no poder ofrecerle más pero estamos pasando por un momento fuerte en el castillo.


El Rey estaba perplejo y no sabía que decir, solo miraba al niño que tenía frente a él y sus ojos azules, demasiados intensos, curiosos y extraños pensó.


-¿Qué hago aquí?-Le preguntó el Rey al niñito.-Necesito ir a mi pueblo, deben estar preocupados por mi.


-No se preocupe por eso, majestad.-El niñito de ojos azules se sentó en el suelo frente a él.-Necesito su ayuda.


-¿En qué lo puedo ayudar?


-Necesito recuperar la mitad de mi castillo.-El niñito se pasó una de sus manos por su frente y hizo cara de afligido.-Le prometo que luego yo mismo lo llevaré a su pueblo.


-¿Y dónde está la mitad de su castillo?


-En el sur, la Reina Azul lo robó.


-¿Y por qué la Reina Azul haría eso?-El Rey extrañado le preguntó, en realidad lo que se le hacía más extraño era que un castillo se pudiera partir a la mitad.-¿Y cómo lo hizo?


-Pues magia su majestad.-El niñito de ojos azules le contestó como si eso fuera obvio, el Rey lo miró como si hubiera dicho una mentira.-¿En su pueblo no hay magia?-El niñito se tapó la boca con sus manos sorprendido.


-La magia no existe.-Se negó a creerle el Rey.

Entonces el niñito de ojos azules se levantó y golpeó el suelo tres veces con su pie, el suelo se empezó a cristalizar y convertirse en una pista de hielo, luego el niñito señaló hacía una pared y en ella se hizo un cuadro con muchos árboles, todo hecho con hielo, el Rey sorprendido no supo ni que decir y miraba todo asombrado.


-Entonces, ¿la magia si existe?-El niñito de ojos azules le sonrió mostrando sus dientes.


El Rey solo asintió y pensó mejor las cosas, si este era un mundo de magia él tenía que irse, ya que no pertenecía allí, así que el niñito de ojos azules y el Rey empezaron a buscar una manera de volver a unir el castillo y así él poder regresar a su pueblo, llegaron a la conclusión de que irían al sur y intentarían hablar con la Reina Azul, para llegar a un acuerdo y que todos estuvieran en paz, pero si la Reina Azul no los recibía, se prepararían para la guerra.


Y así fue como el niñito de ojos azules y el Rey empezaron su camino hasta el sur, los conejitos los siguieron ya que para ellos el niñito de ojos azules era como parte de su manada y ellos siempre estarían juntos, fue un viaje largo o así lo siento el Rey, ya que sintió como si hubiera caminado por días, sin embargo ni siquiera había escurecido, ¿será que aquí no había noche? El Rey se preguntó, aún así prefirió quedarse con la duda y no preguntarle a nadie, además de que el niñito de ojos azules era demasiado hablantín tanto así que durante todo el camino no había parado de hablar, al Rey ya lo estaba volviendo loco esa situación, hasta que vio que ya estaban cerca y que la otra mitad de el castillo estaba frente a ellos.


El Rey y el niñito de ojos azules corrieron hasta la entrada, donde había un conejo café, el Rey le dijo que necesitaban ver a la Reina, que si por favor los dejaba entrar, el conejito sin decir ni una palabra empezó a caminar dentro de el castillo, el Rey y el niñito esperaron hasta que el conejo regresó.


-Pueden pasar.-El conejo los dejó entrar.


Ellos caminaron dentro de el castillo, el Rey miró todo a su paso y notó que esta era la parte mejor de el castillo, habían demasiadas cosas, comida y demás, La Reina Azul se había salido con la suya, pensó, a lo lejos el Rey vio a una mujer de espaldas, tenía un lindo vestido blanco muy largo, su cabello era castaño y era bajita.

-Yo hablaré, tú no digas nada.-Le habló el Rey al niñito de ojos azules que ya parecía estar echando chispas de lo enojado que estaba.


-Su majestad.-La mujer se volteo, miró al Rey y al niñito de ojos azules curiosa.-Veníamos a hablar pacíficamente, espero esté de acuerdo.


El Rey pudo ver a la Reina con más detalle, una mujer hermosa pensó el hombre y por primera vez en mucho tiempo sintió algo en su barriga y está vez estaba seguro de que no era hambre, de nuevo volvió a sentir las mariposas volar y su corazón latir más de prisa.


-Bueno, ¿qué están esperando?-La mujer se sentó en su silla y mostró una sonrisa.-Hablen.


-Le propongo un trato, usted le da su parte de el castillo al niñito de ojos azules y no habrá guerra.-El Rey iba a seguir hablando pero la Reina Azul lo interrumpió.


-No.-La mujer se negó.-¿Qué gano yo haciendo eso?-Le preguntó la Reina al Rey.


-La paz.


-¿Y qué lo hace pensar qué eso es lo que yo deseo?-La mujer se levantó de su silla y se acercó al Rey.-Yo quiero liderar este lugar.


-Bueno le propongo otro trato, venga a mi castillo, sea mi Reina y lideremos mi pueblo juntos.-El Rey le propuso lo último plan que tenían, para que no hubiera una guerra.


-¿Dónde está su castillo?-La mujer curiosa le preguntó.


-En el otro mundo.-Habló esta vez el niñito de ojos azules.-Un mundo llenó de hombres fuertes, lugares incluso más bellos que aquí, dicen que ahí si existe la oscuridad y que hay muchas luces a las que les puedes pedir deseos, su majestad.


El Rey lo miró confundido, las luces de las que el hablaba eran las estrellas y ellas no cumplían deseos, aún así se quedó callado.


-¿Qué me asegura de que todo eso que dices es real? -La Reina los miró interesada esperando una respuesta.


-Déjeme llevarla y mostrarle que todo eso es real.-Sugirió el Rey, se acercó a la Reina y tomó una de sus manos y le dio un beso en sus nudillos, la Reina quedó encantada por esa acción, nunca antes había recibido una muestra de caballerosidad en su vida, en este mundo solo habían conejos, un castillo y muchos árboles.


Eso hizo pensar a la Reina, era eso realmente quería, quedarse y liderar un lugar como este por el resto de su vida, no encontrar el amor de su vida y quedarse completamente sola, entonces la mujer ya había tomado una decisión, iría al otro mundo y vería las luces y pediría ser feliz para siempre.


-Acepto.-Y el niñito de ojos azules al escucharla empezó a brincar y festejar, al fin tendría todo su castillo de vuelta y todo volvería a la normalidad.

La mujer tomó la mano de el Rey y cerró sus ojos, todo empezó a temblar de repente, el Rey escuchó la melodía de nuevo, la voz y el arpa, era la Reina Azul la que cantaba, había encontrado la voz por la que había salido esa vez de el castillo, luego la mujer abrió sus ojos y habló.


-Ya tienes la mitad de tu castillo niñito de ojos azules, ahora llévanos al otro mundo.-El niñito al ver todo como antes, cumplió el trato, se despidió de el Rey y la Reina Azul y con un simple chasquido de dedos los mandó de regreso a su mundo.


El Rey y la Reina aparecieron en su castillo, era de noche y era exactamente la misma hora de cuando el había desaparecido, no había pasado ni un solo día, pero ahora había algo diferente, el Rey tenía a su Reina, por fin ya no estaría solo, había encontrado el amor de nuevo y esta vez iba a durar por mucho tiempo, en otro mundo las cosas eran muy diferentes, un niñito de ojos azules estaba celebrando, los conejitos y el gigante bailaban y celebraban que por fin el castillo había vuelto a ser de el príncipe, de el niñito de ojos azules.



Fin.

Goliat023.





Se que el cuento es algo infantil, pero aún así me encantó, no quise cambiarle mucho, al final no quise cambiar la esencia de la historia, total casi todo mundo desea los finales felices.


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