Mira la hoja con el ceño fruncido, era ya la milésima hoja que leía en ese día, estaba por tirar todo por la borda, realmente estaba cansado de ese trabajo. Retira sus lentes con lentitud acariciando el puente de su nariz en señal de exasperación y por el dolor que le causa tanta tensión.

Se levanta y camina hacia fuera de su oficina, necesitaba un café o terminaría durmiéndose sobre su escritorio. Al caminar se encuentra con sus trabajadores, algunos hablando entre sí, otros en sus propias ocupaciones.

Sigue avanzando hasta la cafetería de esa empresa y se coloca en la fila para ordenar su café. Al llegar al mostrador encuentra al erizo que lo llena de energía con su sonrisa y sus ojos color miel, quien lo recibe con alegría ante su llegada.

—hola silver

—buenas tardes mephy, quieres lo de siempre?

—por favor —asiente sacando su tarjeta para pagarlo.

Mira como el erizo plateado se mueve de un lado a otro preparando el café, sirviéndolo y colocándolo en su correspondiente bolsita. Entregándosela rápidamente.

Tras una sonrisa más se despide y se marcha, sacando el café junto con una pequeña notita que lo acompaña.

“nos vemos esta noche” y a su lado, un beso claramente puesto con un bálsamo de moras.

Sonríe como tonto y besa esa misma marca, sintiéndose revitalizado.

Como amaba a ese erizo.