Capítulo 6: Pelea & confusión
Él se encontraba por alguna extraña razón acostado en ese momentos en las piernas de su rubio amigo. Veía con claridad sus ojos zafiros y parte del cielo mientras se refugiaban en la cómoda sombra.
Habían estado así un largo rato, hablando de cosas triviales. Aunque no supieron exactamente porque estaban en esa posición. La alegría emanaba de ellos cuando tenían tanta calma.
Pero Yuu no estaba del todo calmado, porque intentaba de alguna manera mirar a otra cosa que no fueran los orbes azules que lo miraban, sino a otras cosas a su alrededor. La mirada de Mika lo ponía nervioso.
—Hay mucho viento —dijo Mika, está vez mirando hacía al frente. Sus cabellos se movían suavemente—. ¿No quieres entrar?
— ¿Qué? —Yuu lo miró interrogante—. ¿Por qué? ¿Ya quieres entrar?
—No, estoy bien así —sonrió.
Yuu imitó el gesto y se quedo quieto en su lugar. El viento soplaba muy fuerte, hasta que sintió algo entrar a su ojo y lo frotó para intentar sacarlo. A Mika le pareció bastante tierna la imagen de Yuu frotando levemente su ojo, casi como si estuviera recién despierto, quitándose la pereza.
El chico de cabellos negros abrió nuevamente su ojo, parpadeando varias veces para quitarse la sensación de que aun tenía algo. Se fijó en lo entretenido que estaba Mika observándolo. Se perdió en sus matices azuladas, como hacía últimamente al verlo.
Llevó su mano al rostro de Mika, sin tocarlo.
—¿Siempre has tenido los ojos tan azules? —preguntó en un impulso. Después de fijarse en lo que dijo y en la expresión de sorpresa de Mika, apretó ligeramente los labios, como alguien que dijo algo malo y va a ser regañado.
—Yuu, ¿En qué piensas cuando me miras? —dijo Mika refiriéndose a su despiste. Sin embargo, él solo palideció e intento articular alguna respuesta.
—Pues en nada... en ti —contestó—, quiero decir, porque estoy hablando contigo, tengo que pensar en lo que me dices... —titubeó aclarando sus palabras.
Mika sonrió, tomando un par de cabellos de Yuu para quitarlos de su rostro, sin soltarlos.
—Yo también pienso en ti, Yuu.
El comentario le dio un vuelco en el pecho, no podía siquiera intentar mirar a otro sitio, porque en ese momento ambos se quedaron pegados como si fuera una eternidad en unos segundos. Mika se agachó un poco hacía Yuu, los dedos del chico de cabellos esmeralda tocaron el blanco rostro del vampiro.
El pelinegro levantó ligeramente su rostro, estaban cerca, muy cerca.
—Vaya...
Una voz los sacó de su estado y Yuu se separó de Mika mirando a la persona que acababa de llegar. Mika en cambio no se movió, solo se dedico a dar una afilada mirada a los dos hombres parados a un lado de ellos.
—Lamentamos la interrupción —sonrió el hombre de cabellos blancos. Yuu sintió su cara arder y de inmediato se levantó de las piernas de Mika.
—Yo no.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó Yuu intentado quitarse el rubor mientras fruncía ligeramente el ceño.
—Solo dábamos una vuelta. No esperábamos encontrarnos con ustedes en este lugar —dijo Shinya sonriente.
Mika se levantó del suelo, con su semblante aun sería. Lanzó una mirada todavía más enojada que antes, y el muchacho se sorprendió de la expresión. Si bien, Mika no tenía buenos ojos para nadie, esta vez parecía que quería matarlos.
—Parece que se molestó con la interrupción —susurró Shinya.
—La semana para estar de vagos ya acabó. Tienen que salir —habló Guren. Yuu, ya calmado, esperó para escuchar alguna orden que fuera para ellos.
—Shinoa va a decirles los detalles. Así que pueden irse para que comiencen.
Ambos se marcharon sin decir una palabra. El Teniente Coronel los vió mientras se marchaba, analizándolos unos segundos. Primero Yuu, quien sonreía alegremente al tiempo que miraba a Mika, y luego el vampiro sonriendo —lo cual fue algo chocante para él—.
—Los problemas acaban de comenzar —suspiró Guren.
—Creí que ya habían comenzado hace mucho...
Más tarde se vio el grupo entero caminando entre los edificios completamente destruidos de aquella cuidad. Cada paso que daban era uno más cercano a su lugar destino, uno infestado de jinetes de apocalipsis que estaban por alguna extraña razón más aglomerados en dicha zona.
Al llegar fueron sigilosos. La división seguía siendo absolutamente la misma, ya que Mika solo se encontraba detrás de Yuu, cuidándolo de cualquier cosa que pudiera suceder. Él dijo el primer día que tuvo que convivir con todos, que no tenía la intención de ayudar a ninguno.
Esperaron a que varios pasaran para seguirlos con cautela hacía donde fuera que estuviesen el resto de los jinetes. Finalmente llegaron a un gran lugar donde vieron a varios de ellos.
Yoichi estaba de lejos, cubriéndolos con su arco si alguno de acercaba peligrosamente a la trampa elaboraba que habían hecho. Uno por uno fue cayendo, de diferentes puntos. No se tardaron mucho en terminar con todos los que estaban en ese momento. Habían mejorado sus habilidades de manera notable, ya que, aunque estaban algo cansados, no tuvieron muchos problemas. Y aunque no quisieran admitirlo, Mika ayudaba mucho al grupo.
Fueron hasta un lugar abandonado y pacífico en el cual pararon para descansar. Mika se había separado un poco para beber algo de sangre —y de paso alejarse de ellos—, mientras el grupo estaba comiendo.
Yuu se dio cuenta de las miradas ladinas que sus amigos le dirigían, y suspiró antes de mirarlos a todos con seriedad
—¿Qué sucede?
Parecieron dudar, hasta que Shinoa, con una sutil sonrisa, habló.
—Hace mucho que no te veíamos, Yuu —dijo Shinoa, vocalizando todo con lentitud para que se entendiera que quería recalcarlo.
—¿De qué estás hablando?
—¿No es obvio? —preguntó Mitsuba—. Estoy últimos días casi no apareces hasta que es de noche.
—También dicen que te han visto pasear después de la medianoche —comentó Yoichi.
—Y tienes ojeras.
Con esa conclusión, Kimizuki terminó.
—Bueno, tal vez no he podido dormir bien. No he sentido sueño.
—Y pasas todo el día con Mika —Shinoa sonrió—, juntos hasta que tienes que dejarlo en la noche.
Se formó un sonrojo en la cara de Yuu.
—¡Entonces díganme ustedes porque actúan tan extraño!
Los ojos de todos quedaron en blanco, sin mirarse a las caras.
—¿Raro?
Mitsuba esperó una explicación.
—Bueno, Shinoa y tú se la pasan hablando de cosas que no entiendo, luego Kimizuki con su extraño humor que no entiendo y Yoichi...
El castaño hizo una mueca de angustia al escucharlo y Yuu se acordó de la conversación que habían tenido hace unos días.
—El punto es que actúan extraño.
El ambiente se rompió cuando se escuchó unas risas provenientes de las dos chicas del grupo, burlándose del muchacho de ojos verdes.
—Claro que no lo entiendes, idiota —dijo Mitsuba—, es tan obvio que no lo asimilas bien.
Sin embargo, ninguno de los chicos entendió que es lo que estaban diciendo. Yuu pasó a mirar a Kimizuki y Yoichi, ellos lo miraron con una clara interrogante en sus ojos. Confundidos, esperaron que las jóvenes dejaran de reír.
— Está bien —habló Shinoa—, entonces comentenos ustedes dos, ¿por qué actúan tan extraño? —miró a Kimizuki y Yoichi.
—Yo estoy normal.
Kimizuki tenía los brazos cruzados sobre su pecho, sosteniendo la mirada a cada uno de los presentes que estaban atentos a sus palabras. Aunque parecía haber algo de duda en un par de ojos verdes que aun estaba incrédulo de que estuviera equivocado.
Un suspiro de frustración se escuchó y miró serio al chico de cabellos rosas, esperando que dijera la verdad. El otro no se inmutó y pasó mucho tiempo hasta que volteó la mirada algo molesto por la insistencia del otro.
—¿Acaso no entiendes? ¡Estoy diciéndote que nada me sucede! —exclamó.
—¡No te creo! ¿Por qué no puedes hablar?
Yuu terminó de exasperarse para que ambos comenzaran una pelea, como no había sucedido desde hace mucho.
—¡No hay nada que decir!
—¿Acaso no vez que estoy preocupado? ¡Idiota! Somos familia, tendrías que confiar en nosotros si tienes algún problema.
Kimizuki se sobresaltó, volviendo después a su estado habitual.
—Lo dice el chico que ahora pasa todo el tiempo con el vampiro.
Esta vez fue el turno de Yuu en inquietarse y calmarse.
—¿Dices que ya no me importan por Mika?
—¿Cuantos días has estado pasando tiempo con él y nos has olvidado?
—¡Ustedes han estado tan extraños que no había ningún lugar en el cual pudiéramos estar juntos! Tú no quieres hablar, Yoichi pasa con su nuevo amigo y tutor, y cuando no, está practicando, está distraído. Y ya dije que no entiendo lo que hablan Shinoa y Mitsuba. A Mika lo entiendo, él habla conmigo y está ahí.
—¿Entonces es nuestra culpa ahora?
La situación se tornó más tensa que antes, y los tres muchachos que observaban se levantaron para intentar enfriar la situación.
—Todos calmémonos —habló Shinoa levantando las manos mientras las movía hacía abajo, como abanicando.
—Cálmense, intenten hablar de esto con calma —dijo esta vez Mitsuba.
—¡Sabes que me importan mucho y si te estoy preguntando que te sucede, es por eso! —gritó Yuu.
—Yuu, por favor —pidió Yoichi.
Sin embargo, todo quedó en silencio. Los ojos enfurecidos seguían observándose sin decir nada. No hubieron más palabras por ese gran momento de tensión. Ninguno entendió bien porqué, pero todo se resumió en una pelea muy extraña, donde nadie pareció ganar, sino que ambos parecieron perder de alguna forma.
—Kimizuki —dijo Yuu como si fuera una oportunidad a que se retractara para poder arreglar las cosas. El mencionado le dio la espalda, negándose silenciosamente.
Las acciones valieron más y ambos se dieron la espalda para alejarse del lugar por su propio lado. Yuu siguió alejándose sin importarle nada, hasta que una silueta llena de color blanco se paró delante de él.
— No deberías pelearte con tus amigos, Yuu.
El chico de ojos verdes no dejó de fruncir el ceño, pero también mostró la expresión exacta de la sorpresa que sintió en ese instante.
—Yo pensé...
—Los odio —aclaró—, pero son importantes para ti, incluso si eso es algo que me molesta.
Mika tomó a Yuu de los hombro para que él le prestara su completa atención.
—Si los consideras tu familia, no puedo permitir que pelees con ellos de esa manera Yuu — sonrió—. La familia es importante, ambos lo sabemos muy bien.
El pelinegro asintió con la cabeza sin pronunciar palabra alguna, estaba demasiado sorprendido de la actitud que tenía Mika. Más que nunca, aprecia deslumbrante con su sonrisa y las palabras dulces que le decía para poder evitar que se fuera sin solucionar las cosas.
—Tienes razón, Mika.
Ambos regresaron después de eso, Yuu más calmado que antes, pensando en alguna manera de poder hablar con Kimizuki sin que ambos acabaran de nuevo en una pelea. Al llegar los muchachos estaban esperando a que Yuu apareciera.
Sin embargo, el chico de ojos verdes prefirió esperar hasta que regresaran. Era obvio que Kimizuki estaba aun bastante exaltado, y él también habría estado igual de no ser porque Mika habló con él antes de que empeorara su humor.
El viaje fue incómodo, con el silencio de todos los presentes que estaban sin poder mirarse la cara unos a otros. Solo podían detallar las ruinas a su alrededor para evitar que el tema fuese tocado.
Al llegar Mika se separó del grupo y cada uno se fue por su cuenta. Yuu se dispuso a seguir a Kimizuki su trascurso hasta poder encontrarlo quieto. Pasó por varios lugar, y en un punto lo perdió de vista. Él solo siguió buscándolo para encontrarlo.
Fue cuando sintió mucho frío y algo cayendo en su cabello y vestimenta. Cuando dejó de sentir como caía todo encima de él, miró hacía arriba, en donde una persona que hacía la limpieza, al parecer, estaba dejando su cubeta descansar para tomar un receso.
La mujer lo miró avergonzada, y desde lo alto pidió varias veces disculpas al chico por dejarlo completamente mojado. Yuu dejó pasar el accidente sin tomarlo en cuenta. Al menos el agua estaba limpia y sin usar.
Atrás de él, dejaba las huellas mojadas de sus suelas por todo camino de cemento en el cual pasaba. Y dejando puntos oscuros de su cabello y vestimenta que seguía goteando una y otra vez.
Pasó un largo tiempo hasta que lo encontró, pasado en un lugar en el cual el viento corría con fuerza, parecía relajado por su semblante más apaciguado.
Se acercó a él, con pasos seguros. Pegó su espalda a la pared, a un lado de él.
—¿Te duchaste con la ropa puesta?
—Creo que la señora de la limpieza me vio acalorado —respondió. Aunque estuviera soleado, el viento estaba muy frío, pero era eso precisamente lo que refrescaba a todos de ese sofocante sol de verano.
El ambiente se relajó un poco con eso.
—Sé que te importamos —comenzó Kimizuki—. Es solo que... desde que llegó ese vampiro solo pasas con él y parece que ya no existimos. Además, las cosas se han vuelto realmente extrañas...
—Eso ya lo noté, pero no sabía como sacar tema. Ni siquiera sabía que estaba pasando.
—¿Y viniste todo mojado a hablar antes de primero secarte?
—Sí, bueno... pasó en el camino y no me importa mucho.
—Idiota, luego vas a estar enfermo, como un quejumbroso, y todos tendrán que estar cuidándote.
—No es para tanto.
Ambos sonrieron y las cosas terminaron.
—Si eso es todo vete. De seguro mojaste medio edificio.
Después de eso se marchó.
Estaba completamente helado. Sentía sus dedos más lentos cuando los movía, y sus pies algo pesados a cada paso que daba. Su cabello de alguna forma quedó en varios despeinados mechones, casi tiesos por el frío del viento.
De camino vio a Mika y este se acercó a él.
—¿Por qué estás mojado?
—Estaba tras Kimizuki y un balde se vació encima mio —respondió.
—¿Y no te secaste primero?
—Tenía que solucionar las cosas primero.
Mika se sacó la capa que siempre tenía para cubrirse y la colocó encima de los hombros de Yuu, pasando sus brazos por encima de la cabeza para después acomodarla suavemente, y cerrar el botón.
El rubio iba a tomar su mano, sin embargo, hasta los guantes estaban mojados. Él se tomó la libertad de deshacerse de los guantes que tenía en ambas manos. Se quitó los propios, y colocó el suyo en una de las manos de Yuu, mientras tomaba la otra.
—Vamos, tienes que secarte.
No dijo nada, se limitó a seguir junto a él. Cuando llegaron a la habitación de Yuu, él le devolvió la prenda blanca antes de entrar. Iba a secarse, pero el calor de la mano de Mika y el momento en el cual el colocó la capa para cubrirlo, estaba en sus pensamientos. Sintió su estómago revolverse en una sensación agradable y molesta al mismo tiempo.
Trató de despejar su mente y fue hasta su armario para tomar ropa. Se quitó el uniforme mojado y se cambio, sintiéndose mucho mejor. Pasó la toalla por sus cabellos algunas veces y dejó que reposara alrededor de sus hombros.
Tenía un poco de sueño, y sitió también frío. Tal vez Kimizuki tenía razón y estaba comenzando a sentirse mal.
Fue a la puerta para salir, encontrándose de nuevo con Mika. Yuu lo miró interrogante.
—Quería asegurarme de que te secaras —explicó.
—Estoy bien, ahora me siento mejor.
Mika miró a los lados, como si estuviera considerando algo. Entonces lo vio nuevamente, con una expresión algo distinta a las que había visto alguna vez antes.
—También... quería terminar algo...
—¿Terminar algo?
El vampiro pareció titubear, pero se acercó a Yuu, despacio. Pasó su mano por los cabellos negros, aun húmedos de Yuu.
—Lo que iba a ocurrir esta mañana...
Al verlo más cerca sintió de nuevo esa extraña sensación en el estómago. Luego como si su corazón fuera a salir del pecho, sentía que latía demasiado fuerte para que pudiera ser verdad. Cada vez vio la silueta acercarse, hasta casi juntar sus narices.
Contuvo la respiración, extasiado.
—Mika...
Respiró lento, intentado calmar los nervios que sentía en ese momento. No podía ser lo que creía que era, no había posibilidad alguna. Se escuchó un ruido que le hizo despejar las preguntas que tenía, cuando únicamente con los ojos notó como se acercaban personas a ellos.
El contactó terminó en su mejilla, cerca de la comisura de sus labios.
— Nos vemos luego... —dijo Mika.
Yuu sintió las palabras casi con decepción. Mika se fue después de eso, dejándolo con la sensación cálida de sus labios en la piel de su mejilla. Y todas las emociones y los sentidos completamente en confusión.
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