Capítulo 19: El principio del fin

Escuchaban su respiración a medida que seguían corriendo lejos del de se había formado a sus espaldas. Yuu miró por momentos atrás, pensando seriamente en si estaba bien dejar todo atrás hasta que estuviera seguro.

Él confiaba en sus amigos, pero no podía dejar de pensar en lo mucho que necesitaba regresar para asegurarse que todo estuviera bien. Mika estaba a su lado, pero necesitaba que todos estuvieran juntos, porque no tenía ningún sentido volver a perder la familia que ambos encontraron de alguna manera. Aun si el vampiro no quería admitirlo, había logrado simpatizar con todos en el tiempo que convivieron.

Por esa razón se detuvo, vio al rubio a él con una expresión triste pero decidida en sus ojos. El rubio no tuvo necesidad de preguntar qué era lo que pasaba por la cabeza de Yuu, y antes de suspirar pensó en lo cabeza dura que era Yuu para quitarle las ideas que tenía planteadas con firmeza en su cabeza.

—Mika, tengo que volver —dijo Yuu—. Si no lo hago...

—No regreses —cortó—. Si te atrapan van a llevarte y no sabes que es lo que pueda ocurrirte a partir de ese momento.

—No, no lo sé —respondió—. Pero por esa misma razón no debemos perder. No puedo dejarlos ir, Mika. No puedo permitir que se vuelvan a llevar a nuestra familia.

—Ellos no...

—Lo son —interrumpió Yuu—. Ahora son nuestra familia Mika. No mía, sino de ambos. Quieras o no admitirlo sé que de has encariñado con ellos como yo lo he hecho. Regresa conmigo, Mika, intentemos pelear por lo que queremos una vez más.

—Pero... —Mika lo miró contrariado. Muchas cosas pasaron por su cabeza. Desde la muerte de la familia que tuvieron una vez hasta el tiempo que estuvo viviendo con la única esperanza y objetivo de encontrar a Yuu para llevárselo muy lejos.

—Lucha a mi lado, Mika —pidió Yuu.

Las palabras se grabaron en la mente de Mika. Pensó una y otra vez en como de alguna manera las palabras del chico de ojos verdes terminaban profundamente grabados en su cabeza sin que lo deseara. Vio su rostro, iluminado con la esperanza de que lo acompañara. Pensó en todas las posibilidades, todas las cosas malas que pudieran quedar como resultado de seguir a ciegas al muchacho de cabellos oscuros.

—Esto es muy arriesgado —dijo Mika. Sus manos temblaron ligeramente al pensar en la peor de las consecuencias que su cabeza podía imaginar.

—Debo ser un estúpido...

Sus ojos azules se enfocaron en Yuu. Se acercó a él, tomando su rostro delicadamente con ambas manos al tiempo que cerraba sus ojos para darle un profundo beso. El tacto buscaba de alguna manera calmar los nervios que sentía al acceder a las peticiones ajenas.

—Debes saber esto en caso de que algo suceda —habló Mika—. Yo siempre te he amado, desde que somos niños. Y si sobreviví tantos años, ha sido pensando en el día que te encontraría. Por eso... esta vez espero sobrevivir pensando en verte cuando el mundo esté en paz.

Yuu sonrió con las palabras de Mika.

—Yo también esperó eso, Mika.


***


La salida más cercana del lugar estaba a un par de pasillo de distancia. Fueron hasta encontrar una puerta y de inmediato se encargaron de botarla para tener un acceso directo a la salida del lugar. Fuera se escuchaba como los disparos, gritos y destrozos eran cada vez más fuertes. Yuu miró a Mika, ambos afirmaron con la cabeza y salieron del lugar para entrar a la batalla.

Primero intentaron identificar quienes eran los enemigos. Mika diferenciaba con facilidad a los vampiros que conocía y sabía que eran aliados. También intentó encontrar a alguien más que conociera, puesto que no le gustaba tratar con ellos.

Yuu tomó su espada y con habilidad de encargo de un par de vampiros que estaban cerca de ellos y los atacaban. Los dos se cubrían la espalda mientras intentaban avanzar entre el desastre que estaba formado en el lugar. Los soldados caían más rápido de lo que esperaban, pero también los vampiros de alguna manera estaban perdiendo territorio.

Los disparos eran recibidos con astucia mientras se escondían en los lugares cercanos, y un contraataque de flechas, balas y otros objetos recorrían en cielo celeste hasta terminar en las líneas enemigas. Quedaban cuerpos y vestimentas blancas que quedaban como resultado de un desintegrado cuerpo a causa de las armas demoniacas.

Entonces, Yuu creyó escuchar una voz que se le hizo familiar. Volteó esperando encontrar a alguien de su familia. Distinguió entre la multitud al Teniente Coronel con su grupo, todos cubriéndose mientras eliminaban a cada amenaza que se encontraba cerca. Se encontraba peleando con el resto de su escuadra, al ver que se encontraban bien se alejó en busca de sus amigos.

Más de una vez fue intervenido por un vampiro, pero terminaban por ser cenizas igualmente gracias a su propio esfuerzo o a que Mika no permitía que se alejaran mucho. Entonces, finalmente creyó ver a sus amigos a la lejanía, fue cuando alguien se posicionó frente a él. No supo porque su presencia se hizo tan estremecedora para hacerle tener miedo. Inconscientemente se hizo un par de pasos atrás, buscando la mano de Mika. El vampiro frente a él sonrió.

—Tú eres el serafín que ha estado causando tantos problemas —dijo para Yuu—. ¡Oh! Y él otro serafín que fue trasformado en un vampiro por la tercera progenitora, Krul Tepes.

—¿Quién eres? —preguntó Yuu.

—Eso no importa —dijo él sonriendo—. Enciérrenlos, los necesito vivos.

Yuu volteó, pero al hacerlo sintió como era bruscamente tomado de los hombros, obligándolo a separarse de Mika. De igual manera logro ver a los vampiros que estaban tapando la boca de Mika y lo desarmaban antes de beber su sangre. El rubio levantó su mano y luchó para intentar liberarse, y aunque casi lo había logrado la fuerza de su cuerpo fue desapareciendo poco a poco. Yuu sintió el punzante dolor y su vista se fue nublando. Extendió su mano e intentó alcanzar a Mika, sin lograrlo solo pudo ver como todo se volvía negro.


***


La oscuridad era lo único que podía ver. Intentó moverse inútilmente en su propio lugar, sintiendo las cuerdas amarradas en sus muñecas y tobillos con fuerza. Se movió intentando zafar sus muñecas a la vez que juntaba su espalda a la pared para levantarse. Suspiró, cansada y agotado. Entonces notó que su arma no se encontraba.

— ¿Mika? —preguntó Yuu, nervioso por el silencio del lugar—. Mika, dime que estás ahí.

Yuu se desplazó por la pared, intentando moverse poco a poco. Cayó en el suelo, cansado y la desesperación de poder moverse lo molestó. Hizo un gran esfuerzo por moverse, apenas y logrando desplazarse algunos centímetros sobre el cemento.

—Mika... —llamó juntando su frente en el suelo. Estaba preocupado por el vampiro, lo último que había visto fue cuando alguien estaba bebiendo su sangre para dejarlo inconsciente. Odiaba estar de esa manera, necesitaba encontrar su arma y buscar a Mika. Él podía encontrarse en ese momento en peligro mientras no se movía.

Se molestó consigo mismo. ¿Cuántas veces iba a esperar que Mika llegara? Él estaba en problemas.

Con esos pensamientos en mente se levantó e hizo presión para liberarse de las cuerdas, aun cuando sintió su piel rozar sin cansancio hasta arder y sentir sangre emanar poco a poco.

Entonces una luz pareció encenderse de la nada, cerró sus ojos por el repentino cambio hasta que se acostumbró y nuevamente pudo mirar a su alrededor. Se vio así mismo en una celda. No era nada especial, pero era lo justo para mantenerlo encerrado si él estaba desarmado y amarrado.

—¡Sáquenme de aquí! —gritó—. ¡Voy a encontrar la forma de salir!

Aun diciendo eso nadie apareció, eso quería decir que estaba solo. Fue poco a poco hasta los barrotes para ver a su alrededor en busca de algo que lo ayudara a salir. Vio unas puntas que sobresalían en la parte inferior de las rejas y con cuidado se acercó para poder cortar las cuerdas.

Una vez que se sintió libre se encargó de soltar las cuerdas de sus pies. Miró sus muñecas, rojas y sangrantes. Dolía bastante. Se levantó, mirando por los barrotes en busca de algo que pudiera ayudarlo a salir. En vista de no encontrar nada se fijó en lo vieja de la celda. Suspiró cansada, quizá los vampiros estaban acostumbrados a tener de rehenes a niños.

Pateó varias veces la puerta en un intento de abrir hasta que finalmente cayó. Sonrió cuando vio una salida y corrió apenas tuvo la oportunidad de salir. No reconocía nada del lugar, ni los edificios o mucho menos las calles. No entendía tampoco porque no había nadie que estuviera cuidándolo, es decir, él era un prisionero, no tenía sentido. Pero en ese momento no tenía tiempo para pensar en las posibilidades, debía encontrar a Mika.

Después de varios minutos intentando encontrar al rubio sintió el cansancio llegar. No sabía ni siquiera cuanto tiempo había estado inconsciente. Se detuvo a tomar aire, tenía mucha sed y sus piernas estaban débiles. Incluso no sabía dónde estaba o que hacía. Si alguien llegaba a encontrarlo ni siquiera tenía su espada para poder defenderse de cualquier ataque.

Siguió caminando, con cuidado, observando todos los lugares que estuvieran cerca. Revisó puerta tras puerta hasta encontrar una que llamó su atención. Miró a varios lugares antes de entrar. El lugar estaba llenó de armas, todas tiradas en el piso como si fueran basura. Entonces entendió que esas armas pertenecían a soldados. Entró buscando su arma, cuando estuvo cerca ésta brillo y flotó apenas, llamando su atención.

Yuu se acercó y tomó su arma en las manos, sintiéndose más cómodo al tener con que defenderse. Nuevamente emprendió su búsqueda, notando esta vez que había pasos escuchándose. Se escondió y avanzó, necesitaba encontrar a Mika y salir del lugar.

—No está por ahí —habló el demonio de su espada. Yuu prestó atención, esperando—. No hay nadie, no lo siento al menos. Tienes que ir por el otro lado, estaba cerca de la celda en la cual te encontrabas.

—¿Cómo sabes dónde estaba? —preguntó sorprendido.

—No preguntes, ve a buscar a tu novio —respondió. Yuu sintió vergüenza, pero dejó pasar el comentario para regresar por donde había llegado. Pasó varios edificios en silencio hasta que logró encontrar la entrada de las celdas, avanzó cuidadosamente por el lugar hasta que finalmente encontró una puerta.

Al entrar sus ojos se abrieron con sorpresa,

Varias personas se encontraban colgadas en la pared, una a lado de otra en un completo estado de inconsciencia. Miró a todos hasta que encontró a quien estaba buscando. Corrió frente al cuerpo estático de Mika, observando las cadenas que lo sujetaban. Desenvainó su espada y cortó las cadenas. El cuerpo de Mika resbaló y Yuu lo tomó con suavidad hasta dejarlo reposar en el suelo.

—Mika... —llamó, sin tener ninguna respuesta del rubio—. Mika, por favor, abre tus ojos.

No tuvo respuesta, dio un par de palmadas en el rostro ajeno. Acariciando despacio mientras esperaba que despertara.

—Despierta —volvió a decir, esperando pacientemente. Una vez más dio un vistazo a su alrededor, no entendía que estaba sucediendo en ese momento, pero algo en su interior le decía que debía salir corriendo de ahí a penas el vampiro despertara.

— ¿Yuu? —escuchó. El chico lo miró, con sus ojos iluminados al verlo. Lo abrazó, escondiendo su rostro en el cuello ajeno. — ¿Qué está sucediendo?

—No lo sé —respondió Yuu, separándose de Mika—. Desperté en una celda hasta que logré salir, es extraño, no he visto a nadie en todo el camino. Apenas y he escuchado unos pasos, pero preferí no salir porque me quitaron mi arma. También encontré una habitación repleta en donde se encontraba Asuramaru.

—Tus muñecas... —escuchó susurrar a Mika. El rubio tomó sus manos, mirando las heridas que estaban.

—Ah... eso no es nada, olvídalo. Debemos averiguar que sucede aquí...

Yuu detuvo sus palabras cuando sintió como Mika tomaba sus manos con delicadeza, acercándolas para besar las heridas que tenía.

—Debemos curarte.

—Ahora no se puede, Mika —respondió Yuu, tomando el rostro del rubio entre sus manos—. Escucha, no sé qué está pasando, de verdad creo que debemos sacar a estas personas y salir de aquí tan rápido como sea posible.

—¿Y luego qué?

—Volver a casa juntos, Mika...

El vampiro afirmó con la cabeza antes de levantarse del suelo. Miró el lugar, entendiendo la cantidad de personas que se encontraban en el lugar.

—¿No estabas aquí?

—No—respondió—. Esa es la parte que me confunde.

—Quizá estabas separado por ser un serafín —comentó Mika, caminando frente a los cuerpos mientras lo observaba.

—Eso pensé —respondió Yuu—. Pero tú también lo eres. ¿Por qué estaría únicamente yo ahí?

Yuu tomó su espada, rompiendo los grilletes de cada una de las personas que estaban en ese momento colgadas. Observó cualquier cosa que pudiera ayudarlo a descubrir que pasaba en ese lugar. No encontró nada, y tampoco despertaba ninguno de los presentes para que pudieran salir de ahí.

—Ninguno despierta... tal vez es porque...

Yuu silenció de inmediato al repasar sus propias palabras en su mente.

—Porque soy un vampiro —terminó de hablar Mika. Yuu dirigió su atención a Mika, era verdad que el niño que conoció y era su amigo ya no estaba ahí. Mika ya no era un humano, tampoco era el pequeño que había conocido. De hecho, ninguno de ellos era lo que había sido cuando se conocieron en el orfanato Hyakuya. Pero eso no era lo que le molestaba, en realidad no le gustaba que Mika se menospreciara por el hecho de ser un vampiro. Él no lo había deseado de esa manera, y aun con eso seguía queriéndolo.

—No es bueno meterse donde no los llaman —habló una voz, retumbando en las paredes mientras hacía un eco que lograba ponerle los pelos de punta a cualquiera que escuchara. Los muchachos miraron en varios direcciones, esperando encontrar al dueño de la voz, sin embargo, nadie se encontraba.

Yuu se inmediato retrocedió varios pasos hasta que terminó a un lado de Mika. El vampiro pasaba un brazo frente a Yuu, sabiendo que no tenía ninguna arma para defenderlo en caso de que su interlocutor intentara atacarlos de improviso.

—¿Quiénes son estás personas y por qué están aquí? —preguntó Yuu.

—¿No es obvio? Si los hemos traído a ambos y los dos son serafines.

—Pero estábamos en distintas habitaciones.

—Sí, porque solo uno ha sido confirmado como un serafín del final, ¿no es así, Yuichirou?

—Basta —dijo Mika. El vampiro tomó la mano de Yuu y abrió la puerta del lugar para intentar escapar de inmediato. Paso varios edificios, buscando salir por cualquiera de las entradas que estuvieran.

—Espera, Mika —habló Yuu—. Todas esas personas han quedado atrás.

—Mientras no sepan si son serafines o no, no van a hacerles daño —respondió—. No dejes de correr, es mejor marcharnos.

—Pero...

—Está bien, Yuu. Debes confiar en mí —habló Mika—. Ellos te están buscando porque eres un experimento que ha resultado exitoso. Prometo que voy a hablar con Guren cuando regresemos para que los vengan a buscar, pero ahora tú eres más importarte, y debemos alejarte de todos.

Yuu quiso protestar nuevamente, pero ninguno de los dos sabía a qué se estaba enfrentando y si Mika sentía razón, esas personas necesitaban ayuda de más personas. Ni siquiera se levantaban y necesitaban más ayuda si querían llevarlos a todos.

—¿Me prometes que regresaremos?

—Lo prometo.

Ambos siguieron el camino hasta que encontraron la salida del lugar. El cielo estaba despejado y el sol tenía un aspecto brillante. Al parecer no había pasado mucho tiempo desde que terminaron ahí. Buscaron a cualquier persona que fuera cercano, no estaban lejos de lo que era el campo de batalla, sin embargo, todo se veía distinto.

—Hemos estado adentro al menos un día. Puede que no estén tan lejos.

Yuu siguió caminando en dirección contraria, buscando cualquier persona cercana.

—Hay alguien cerca... —dijo Yuu—. Son muchos autos...

Mika miró en la misma dirección. Los vehículos se acercaban a gran velocidad hasta ellos, pudo diferenciar claramente a personas llevando el mismo uniforme que el muchacho de ojos verdes.

—Han venido —dijo Mika.

Una vez dicho eso Yuu corrió hacía esa dirección. Estaba muy cansado, pero la felicidad hacía que desapareciera esa sensación. Notó que estaba exhausto, su cuerpo estaba cansado y sudado, y tenía también mucha hambre.

Los vehículos se detuvieron a varios metros de distancia, y de ellos vio como un grupo salía antes de correr a toda velocidad. Yuu distinguió a sus amigos, llegando a toda velocidad mientras él se quedaba en su lugar sin moverse.

—¡Yuu! —se escuchó en un grito colectivo. El grupo de muchachos corrieron hasta lanzarse sobre Yuu, el muchacho sonrió cuando aseguró que sus amigos estaban en perfecto estado.

—Chicos...

—Desapareciste un día entero —dijo Yoichi—. Vimos cuando te llevaron a ti y a Mika. Desde entonces hemos seguido el rastro.

— ¿Por nosotros? —preguntó Mika incrédulo al castaño.

—En realidad no. Estábamos buscando a los vampiros que se los llevaron, pero era una buena oportunidad para encontrarlos—respondió Kimizuki.

—Hablando de eso... —dijo Yuu, levantándose del suelo—.Hay algo que tenemos que hacer.

Poco a poco los soldados estaban saliendo los vehículos, todos equipados con diversas armas demoniacas mientras se alineaban para entrar. Desde otro de ellos vio salir a Guren, caminando hacia ellos hasta llegar frente a Yuu.

—Así que estás bien... —dijo, en su tono se veía preocupación aun cuando lo ocultaba tras su voz normal.

—No voy a morir tan fácil —respondió haciendo una mueca. El mayor sonrió.

—Muy bien, dime que es lo que has visto...

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