Diario de guerra

Día 1 (También conocido como el día de la Invasión)

Me desperté a la misma hora de siempre en mi hogar pensando que sería un día como otro cualquiera, sin embargo no estaba más lejos de la verdad. Siempre quise que hubiera un cambio en mi aburrida vida, me cansé de estar solo. Ya no podía siquiera recordar el rostro de mi madre, demasiado tiempo aislado, demasiado tiempo sin ningún contacto. No entendía como los demás podían aguantar estar en mi misma situación, tener que esperar hasta la época de apareamiento para ver a tu "familia" o a tu nueva "pareja" era una tortura. 

Después de mis pensamientos normales de buena mañana salí a dar una vuelta por el árido paisaje que tan bien conocía y que tanto me aburría ya. Me acerqué a un Sutcac, una de las pocas muestras de vida que se podían encontrar por aquí y lo perforé hasta arrancarle la corteza de cuajo, no era el mejor alimento pero servía para mantenerme con vida. 

Volví a mi cueva y me estiré a la espera de que el sueño me venciera para dormir un rato más y esperar a que fuera la hora de comer. Ya había dicho anteriormente que mi vida era muy divertida.

Sin embargo, no conseguí conciliar el sueño ni cuando me leí un Orbil de uno de mis escritores Kirgades favoritos. Tenía muchos de ellos pero solo la manera en la que escribía mi especie podía hacerme emocionar al empezar la lectura. 

Perdón perdón, estaba escribiendo este libro por si alguien lo encuentra en el futuro para que sepa mi historia y la de mis iguales, pero ni siquiera os he explicado quién soy. Pues bien, me llamo Njut  y soy un Kirgade, en mi especie somos bastante solitarios, aunque eso no quiere decir que no tengamos relación con las demás razas del planeta. Nosotros nos dedicamos a la escritura exclusivamente, nos regalan papel y lapices para que plasmemos en éste historias para distraer sus ajetreadas vidas. 

Somos los únicos que decidimos no avanzar en tecnología, puesto que nos parecía que perderíamos nuestra esencia si caíamos en las garras de aquello que todos tanto ansiaban. Además cuando gracias a todos esos nuevos avances la población creció, abandonamos las tribus y establecimos que la mejor manera para no sucumbir ante los deseos era autoaislarnos incluso entre nosotros (hasta la época de apareamiento como he dicho anteriormente). 

Al menos, todo eso es lo que me contó madre cuando era pequeño. Esta historia ha pasado de generación en generación y cuanto más pienso en ella más creo que fue miedo lo que impulsó a mis antepasados a huir, solo fueron un montón de cobardes que no quisieron enfrentarse al cambio. Aún así, no soy nadie para criticar sus acciones.

Entonces cuando al fin estaba apunto de dormirme una carta golpeó mi cabeza, cosa que me despertó. Solté una serie de improperio antes de coger el sobre y cuando lo abrí maldecí por dentro. Estaba en otro idioma. En Vurlak. Odiaba esa lengua molesta y difícil de comprender. 

<< TANES DOENNIVI. ZANAMEA. CIEPEES DACINOCODES. DODACUI>>

Repasé mentalmente el diccionario Kirgade-Vurlak y en unos cuantos minutos el aterrador mensaje se apoderó de hasta el último de mis pensamientos (Están viniendo. Amenaza. Especie desconocida. Cuidado). El terror me invadió aún sin saber a que clase de peligro me enfrentaba, pero es que es parte de la naturaleza de nuestra especie ser así aunque me enfurezca admitirlo. 

Salí corriendo de mi hogar para ir en busca de mis semejantes, sabía que la búsqueda sería difícil, no tenía la menor idea de donde podían estar, pero debía saber si los demás sabían lo que pasaba y si estaban a salvo. 

No había pasado ni medio día cuando me encontré con unos seres que no había visto nunca, amenazando a uno de los míos. Mi primer instinto fue esconderme pero luché contra él, me negué   a que me superara y me impidiera ayudar a alguien que lo necesitaba. Me apresuré en ponerme a su lado y cuando le miré, vi pánico. Seguramente sería el mismo que yo debía tener pintado en mi rostro. 

No me dió tiempo ni a reaccionar cuando noté un impacto en mi piel, la cual se había endurecido sin siquiera yo pensarlo para parar un proyectil que habían lanzado contra mi. Les miré fijamente, eran verdaderamente horribles. Eran de color carne y tenían pelo de un color negruzco, a más, algo en sus miradas me decían que eran peligrosos y que no eran precisamente amigables. Entonces pensé en el mensaje. Eran ellos. 

Le hice señas a mi amigo para que corriera y yo me quedé enfrente de los dos especímenes extraños. Estos empezaron a hablar entre si en un idioma que no entendía, cosa que me molestó enormemente, odiaba no saberlo todo. Les miré ahora con desprecio con mis dos cuatro ojos y me puse en posición defensiva. Esperé por algún ataque más pero este nunca llego. Solo llegué a oír unas pocas palabras que no comprendí antes de que se fueran.

No son lo suficientemente fuertes.. Necesitamos más potencia.

Algo en sus palabras hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo y que saliera despedido en dirección contraría a la suya. Esa noche sin haber encontrado más rastro de mis congéneres me quedé dormido en medio del desierto rocoso en el que habitaba, siendo golpeado por el viento gélido y seco que asolaba esos lares. 

Día 2 (Empieza el inicio del fin)

Me desperté por el cambio brusco de temperatura que se daba cuando salía el sol. Había sido mala idea dormir a la intemperie. Durante esa mañana conseguí encontrar unos cuantos de mi especie que me dijeron que también habían recibido el mensaje. Decidí pues hacer ir a todos los que viera a mi cueva para pensar en algo todos juntos. 

Por la tarde no tuve tanta suerte. No conseguía encontrar a nadie y me comencé a desesperar, no podía ser que no viera a nadie. Me había recorrido la mitad del desierto ya y solo había encontrado a diez de los míos. Algo no iba bien. 

Todas mis sospechas se confirmaron cuando encontré los cadáveres de dos de mi tribu, los que un día llamé amigos. Una lágrima se deslizo perfectamente por mi plano rostro y se fundió con la arena al tocar suelo. Me arrodillé a su lado y registré los  cuerpos sin vida. Tenían un perfecto y profundo agujero en la cabeza. Le arranqué un diente a uno de ellos y se lo clavé en el cráneo para sacar aquello que había conseguido abrirse paso por nuestra mayor defensa. De ella substraje un pequeño objeto metálico acabado en punta, su aspecto no era muy peligroso pero era  espeluznante lo que podía hacer un artefacto tan pequeño.

Decidí cargar los cuerpos de mis compañeros hasta mi cueva para investigarlos mejor y poder mostrarles el poder de la amenaza a los demás. Lo que no me imaginaba es que ese era el principio de una pesadilla. 

Día 3 (Deseperación y resolución)

 La gente no estaba dispuesta a luchar. Se habían negado rotundamente, ninguno solo había decidio ayudarme. Tenían miedo, lo entiendía. Pero si seguíamos así nos aniquilarían. Creyeron que me había vuelto loco, que estaba exagerando. Tuvieron incluso la desfachatez de decirme: Bueno solo han sido dos los muertos, no debemos preocuparnos, dos bajas no influyen en la integridad de la tribu. Me entraron arcadas ante tales palabras. Siempre pensé que aunque estábamos solos casi todo el año, entre nosotros existía un sentimiento de únion, pero todo era mentira, una estúpida ilusión que se había creado en mi mente. 

Cuando todos se fueron, lloré en silencio por mis amigos, por mi y por el negro futuro que le deparaba a nuestra especie. 

Desperté poco antes de que acabara el día para crear en mi cabeza un idea: Aunque tuviera que hacerlo solo, lucharía y los salvaría a todos.

Día 4 (Catástrofe y destrucción)

Habían pasado dos semanas desde la última vez que escribí. Quería que los días fueron contínuos pero me ha sido imposible. Hoy he conseguido recuperar mi pequeño diario ya que antes no he podido volver. 

El día que se suponía que sería el cuarto fue cuando nos atacaron. Fueron esas criaturas de piel carne que vi esa vez. Llegaron con unas naves bastante intimidantes y tomaron a algunos de mis compañeros, a otro los mataron con una especie de láser que penetró a través de la "coraza" que nuestra piel crea al endurecerse. 

Eso lo vi desde la distancia, creí que era más prudente que lanzarme a una muerte segura para intentar salvar a algún moribundo que quedara por ahí. Puede parecer cruel pero era lo más inteligente y lo que cualquiera de nosotros hubiera hecho en esa situación. Somos prudentes o eso pensamos, otros nos llaman cobardes. 

Me sentía vacío por el desolador aspecto de nuestro solitario hogar. Durante estos días en los que no escribí busqué por todo nuestro hábitat en busca de gente de mi especie que aún estuviera a salvo pero solo encontré nueve. Era una cifra horrible y espeluznante. Nunca habíamos sido muchos pero nunca habíamos bajado de los dos cientos. 

Sinceramente, no sabía que hacer, estaba desesperado. La situación me había superado. 

Día 5 (Cambios inesperados y tormentas)

Llovía. No entendía nada. Nunca había pasado esto aquí, nunca. La sensación de las gotas contra mi piel se me antojo perturbadora, me recordaban a las lágrimas pero estas eran peores, dejaban a su paso un rastro pegajoso bastante molesto. Me adentré más en mi cueva para protegerme de esas molestas manchas de agua y del frío que traían con ellas. Espera... había dicho frío. Mi pensamiento me extrañó, jamás había hecho este clima aquí, solo lo había sentido una vez y fue en la capital del país cuando tuve que ir por unos engorrosos escritos que se negaron a traerme. 

Además, tengo un mal presentimiento sobre esto, lo que está pasando no es natural. 

Día 6 (Enemigos y solos ante el peligro)

Estuve encerrado en la cueva por tres días, la lluvía no cesaba. Fue una experiencia horrible por la que no quiero volver a pasar. No había escrito nada hasta este momento puesto que nada mereció mención alguna. 

 Pero hoy cuando he salido, lo que he visto me ha hecho sacar los jugos gástricos. Había docenas de cadáveres repartidos por el desierto. Triturados, troceados, desmembrados... Todos eran de mi especie y entre ellos estaba mi madre. Sus miembros habían sido separados con algún tipo de láser ya que los bordes estaban quemados. ¿Qué significa todo esto? ¿Por qué están haciendo esto? ¿Hemos hecho algo para merecerlo?

He decidido dejar los cuerpos donde están, no me veo con ánimos de enterrar a tantos. Ni siquiera lo he intentado con el de mi madre. También he encontrado a diez de los nuestros vivos aunque uno de ellos no tenía ojos. Ha muerto desangrado a las tres horas ya que nuestro organismo no se regenera solo porque en teoría no lo necesita, en teoría nuestra coraza puede con todo, en teoría no estábamos protegidos...

No entiendo nada, pero hay algo de lo que estoy seguro, todo esto es culpa de esos engendros debiluchos de color carne. Y por todo esto, voy a destruirlos aunque seamos diez y ellos cientos. Merecen desaparecer.

Día 7 (Verdades y consejo de guerra)

Nos ha llegado una carta de la capital. Después de leerla la he destruído en mil pedazos. Son unos doscer, son repugnantes. Peores que esos seres a los que llama humanos que están haciendo el trabajo sucio por ellos. El mensaje es del mismo amigo que me dió la alerta. 

<<NOS SONU OSTRUMONS. OL TOENSI ROP ON DERPO CERHA DANA. SOL EUQ TANES DOCANVOPRO DOTO NOS SOL NOSMAHU. ANU ZARA ORRIFEIN DATATRACON MOCO ARINACEMER ROP AL TALPICA. RENEQUI TRAESVU SAFENDE. SIOS TESRENFEDI. ISTAGUAA SAM EUQ LE TORES. SO NASU MOCO JOSNECO ED BASEPRU. ISNETE EUQ RIUH SOL EUQ ISDEQUE VOSVI. ON SEL TAPORIM EUQ SO ISGATINEX. YEHU>>

Son unos monstruos. lo siento por no poder hacer nada. Los que están provocando todo son los humanos. Una raza inferior contratada como mercenaria por la capital. Quieren vuestra defensa. Sois diferentes. Aguantáis más que el resto. Os usan como conejillos de pruebas. Tenéis que huir los que quedéis vivos. No les importa que os extingáis. Huye.

¿Somos diferentes?¿Esa es siquiera una razón para acabar con nosotros? Esto parece una broma de mal gusto. Acabarán con nosotros por nuestra piel. Es irracional. 

Ya no sé a quien odio más... a los que creía nuestros aliados o a esa raza que ha aprecido para destruirnos. Eso si, todos serán destruidos como ellos han hecho con nosotros. Si quieren guerra... ¡La tendrán! Y las calles de su preciosa ciudad será manchada de la sangre negra que corre por sus venas. Ya no me importa quien sea inocente o culpable, ninguno de ellos ha hecho nada por salvarnos y eso lo pagarán caro. 

Día 8 (Venganza y sangre por las calles de la ciudad)

Nos hemos preparado bien. Hoy es el día en que acabaremos con todos ellos. 

Recorremos las angostas calles de la capital. Todo es tan impuro y sucio. Hay basura por todas partes. No hay ni una sola planta por toda la avenida. Estas condiciones son molestas, además ell frío nos dificulta la movilidad que ya de por si es delicada, si alguien nos ve y grita, estamos muertos. Por eso nos hemos dividimos, bueno, por eso y porque seguimos sin estar acostumbrados a estar con alguien más que no seamos nosotros mismos. Esta misión puede acabar con nosotros de muchas maneras, seguramente más de uno muera por el estrés de estar rodeado por más de un millar de individuos pero debemos arriesgarnos. Tenemos que tomar las ocho torres que rodean la ciudad para poder desde allí, ejecutar nuestro plan. 

Corro por uno de los callejones de la parte pobre de la ciudad , por ahí hay menos posibilidades de que nos encuentren. O eso pensaba.

- HOPOLAPA, COPOSIPITAPA APAZUPUL. TIPIEPENEPES UPUN COPOLOPOR BOPONIPITOPO DEPE PIPIEPEL. ¿QUIPIEPEREPES JUPUGAPAR COPONMIPIGOPO?

Es un niño Polopo, mierda. Esto es más duro de lo que pensaba pero... Respiro hondo antes de acercarme al infante que al ver que me aproximo se le iluminan los ojos. Por un momento dudo, pero cuando recuerdo los cuerpos destrozados de mis compañeros cierro el espacio que queda entre nosotros, cojo al pequeño, lo elevo del suelo y antes de que pueda soltar una palabra, le arranco la yugular de un mordisco, la escupo al suelo y lo dejo allí mientras se desangra ya muerto. 

Nunca pensé que tener los dientes afilados para poder comer corteza serviría para algo más. Me río amargamente, soy peor que ellos. Soy un hipócrita que quiere vengar la muerte de sus aliados con la destrucción de las otras razas. Pero ¿sabéis qué? Ya no me importa. 

Me limpio la sangre negra del niño de la boca y continúo mi trayecto velozmente para llegar cuanto antes a la torre para no tener que matar a alguien más yo mismo. No soporto ver sus caras.

Aún así hasta llegar a mi objetivo he tenido que matar a cuatro sujetos más, uno de ellos ya era anciano, pero él si sabía lo que había pasado y estuvo apunto de pedir auxilio, no podía vivir. 

Cada vez que acabo con alguien me voy sintiendo más y más vacío, más incluso que cuando vi a todos los míos muertos. Noto como una parte importante de mi se está yendo rápidamente.

Cuando llego al fin, hay dos guardias postrados en la puerta de la torre principal (de la que yo me encargo. Esta vez no me permito dudar, ni siquiera me lo planteo, mi cuerpo se mueve antes de que se lo diga. Y antes de que me de cuenta sus cabezas ya han sido rebanadas. No siento ningún remordimiento, ellos seguro que si lo sabían todo, seguramente estuvieron hasta de acuerdo ya que nuestra piel les haría el trabajo más fácil. Seres inmundos.

Al llegar a la cima de la estructura me espero a que mis compañeros lleguen. Algunos tardan más de una hora solar en aparecer, lo cual es peligroso para nuestro plan. Cualquiera podría haber visto alguno de los cadáveres que se han ido formando por la ciudad. De momento hemos tenido suerte de que eso no pase. 

Pero al ver la última señal que muestra que todos hemos llegado acciono la palanca que cierra la ciudad en una cúpula. En teoría es para emergencias climáticas como por ejemplo una tormenta de arena que proviene de nuestro hábitat, ahora me arrepiento de las veces que les avisábamos para que se mantuvieran a salvo. Cuando veo que la capital ha sido rodeada por la gran semiesfera de cristal empiezo el programa de clima artificial, el cual fue creado para los momentos en què las condiciones no fueran las óptimas para vivir. Es irónico que lo que una vez les salvó la vida ahora vaya a hacerlos desaparecer. 

Hago una señal luminosa a mis compañeros, lo que les indica que ya pueden infectar los tanques de agua con nuestra sangre, la cual es extremadamente mortalpara un ser vivo diferente a nosotros (tiene una propiedad corrosiva que puede deshacer cualquier tipo de material). Una vez hecho esto acciono el mecanismo de lluvias y es en ese momento cuando empieza la función.

Desde lo alto de lo que ellos llaman Las luces del cielo oímos los gritos de la población. Suelto una carcajada que se me antoja cruel. Nunca había disfrutado de la muerte de otro ser vivo pero sinceramente ahora me siento más vivo de lo que jamás me he sentido, incluso podría decir que estoy feliz y que esto es divertido. Eso es, sí. Además, es lo correcto, nadie puede recriminarnos nada, ellos fueron los culpables de todo.

Día 9 (Paz y tiempos pasados)

Escribo esta entrada de mi diario, veinte años más tarde. Después de la matanza que hubo en la capital, las altas esferas vinieron a hacer un tratado con nosotros. Nos miraban con una mezcla de odio y terror que alimentaba nuestro ego y orgullo. Sabíamos que teníamos las de ganar en cualquier pacto, no se atreverían a ir en nuestra contra.

Conseguimos la salvación para nuestra especie e incluso pudimos rescatar a algunos de los nuestros que seguían encerrados en las naves humanas, con lo cual nuestra raza no se ha perdido y por fin puede vivir en paz en nuestro hábitat sin ser perturbado por algo que no sean las tormentas de arena. Aún así, también sabíamos que no nos podríamos librar de una sanción. Así que como castigo nos arrancaron los dientes y nos encerraron en una prisión del país vecino.

Y desde ahí es de donde os narro estas palabras. Puede que penséis que nosotros somos los monstruos pero quiero haceros una pregunta: ¿Si destruyeran todo lo que amáis seríais capaces de estaros sin hacer nada?

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