*Capítulo 9*
T/N preparaba un café, pero su expresión lo decía todo: mirada perdida, rostro apagado, y un aura de melancolía flotando a su alrededor.
Neko-san lo observó con curiosidad desde la mesa antes de saltar ágilmente al mostrador.
—Buenos días, dueño.
—Sí… buenos días… —respondió T/N con un tono monótono.
El café comenzó a derramarse lentamente de la taza, escapándose como si compartiera la tristeza de su dueño.
—¿Qué tiene, dueño? ¿Se siente mal? —preguntó Neko-san, inclinando la cabeza.
Se acercó y levantó la mano de T/N para detener el derrame del café.
—Nada… —murmuró T/N, apartando la mirada.
—¿Es por lo de Shido? No se preocupe, no pasó nada malo, está todo bien.
—No... no es por Shido, no tengo problemas con él.
—¿Entonces?
T/N guardó silencio, entrecerrando los ojos.
—No lo sé...
—¿Seguro?
—Te digo que no es por Shido, en serio. No le doy mucha importancia.
Pero…
Recuerdo – En la madrugada
T/N estaba en la cocina tomando agua.
—Qué sueño… —se estiró con pereza, sintiendo el frío de la noche.
De pronto, un escalofrío recorrió su espalda.
—…
Sin previo aviso, una espada blanca apareció en su mano. Giró de inmediato, apuntando a una sombra en la esquina de la habitación.
—Vaya… me descubriste —dijo una voz juguetona.
De la penumbra emergió una Kurumi, pero su vestido era distinto.
—¿Un clon? —murmuró T/N, bajando un poco la espada—. ¿Por qué tienes otro vestido?
—Soy la Kurumi de hace cinco años.
T/N la miró con escepticismo.
—¿Y de qué quieres hablar? Estoy por regresar a dormir.
La Kurumi del pasado sonrió.
—Es sobre mi yo actual... ¿No la notas más cansada?
T/N inclinó la cabeza, reflexionando.
—Sí, un poco… Ya necesitas unas vacaciones.
Kurumi soltó una risa suave.
—Pues es porque…
No pudo terminar la frase.
De repente, un aire gélido llenó la habitación. Kurumi apareció de la nada, apuntándole con su arma.
—Ni lo pienses.
La clon sonrió con resignación.
—T/N… 117 veces.
—¿117 veces? —repitió T/N, confundido.
—Te dije que pararas —interrumpió Kurumi.
Antes de que T/N pudiera reaccionar, sombras emergieron del suelo, atrapando a la clon en un abismo oscuro.
—¡Oye! ¡¿Qué significa el 117?!
Kurumi lo miró con frialdad.
—Nada relevante… como tú.
—Oye…
—Mejor vete a dormir —respondió con indiferencia antes de desaparecer.
T/N frunció el ceño, sintiendo que había algo más.
Mientras tanto, en lo alto de un edificio cercano
La verdadera Kurumi observaba la escena con su clon a su lado.
—Una yo que no sigue mis órdenes debe ser eliminada, lo sabes.
—¿Por qué no le quieres decir? Tal vez te quiera más si se lo dices.
Kurumi desvió la mirada, sus dedos se crisparon levemente.
—No busco su aprobación ni su cariño.
La clon sonrió con diversión.
—Entonces, ¿por qué lo trajimos?
Kurumi guardó silencio.
—Todas sabemos que solo fue para asegurarnos de que no le pasara nada.
Kurumi cerró los ojos por un momento.
—No le vayas a decir porque…
—¿Porque qué?
Kurumi apretó los labios.
—T/N podría pensar que lo quiero.
La clon dejó escapar una risita burlona.
—¿Y eso no es verdad?
Kurumi la miró de reojo, su expresión tensa.
—Claro que no.
—Sigue negando tus sentimientos… pero ambas sabemos que se enterará tarde o temprano.
Kurumi apretó los dientes antes de forzar una sonrisa confiada.
—No lo hará.
Pero incluso mientras decía esas palabras, su mirada se perdió en el reflejo de la luna, temiendo que el destino la traicionara.
Presente – En la cocina
T/N salió de sus pensamientos y miró a Neko-san.
—Oye… ¿Sabes algo sobre el 117?
Neko-san inclinó la cabeza.
—No.
Kurumi apareció detrás de él, abrazándolo con familiaridad.
—Te dije que no era nada interesante… ¿Por qué intentas investigar más, mi amor?
Neko-san abrió los ojos como platos.
—😮
T/N se tensó.
—Es solo que… siento que conozco ese número.
Kurumi deslizó un dedo por su cuello.
—No, no lo conoces.
—Hmph… está bien. ¿Qué les parece si comemos algo?
T/N abrió la despensa y miró dentro.
—Veamos qué tenemos…
Silencio.
Luego, encontró algo inesperado.
—…
Sostuvo una telaraña entre los dedos y suspiró dramáticamente.
—¡Maldición! ¡Era pobre en el otro mundo y aquí también!
Kurumi observó la despensa vacía y suspiró.
—No hay nada.
T/N cerró la puerta con resignación.
—No hay de otra… tendrás que, ya sabes, sustraer dinero de personas que no lo necesiten.
Kurumi sonrió con malicia.
—¿Quieres que mate gente?
—Bueno… si lo quieres ver así.
Neko-san intervino con una idea más civilizada.
—¿Por qué no le pides dinero a Shido?
T/N se cruzó de brazos.
—No… no quiero.
Kurumi sonrió con picardía.
—Entonces pídele a Shiori.
T/N se giró bruscamente.
—¡Oye! ¡Dijimos que no hablaríamos de eso!
Kurumi ignoró su protesta y se acercó más.
—Entonces solo ignora lo que dije.
Antes de que T/N pudiera responder, sintió un escalofrío. Kurumi se inclinó y dejó un beso suave en su cuello.
T/N se puso rojo al instante.
—¡O-Oye!
Kurumi se rió con diversión.
—Ara, ara… volviste a perder. Adiós~
T/N parpadeó.
—¿Perder qué?
Pero Kurumi ya había desaparecido.
Neko-san lo miró con sospecha.
—Son novios.
T/N se quedó congelado.
—¿Q-qué? ¡No!
—Seguro.
T/N desvió la mirada, algo confundido.
—La verdad… no lo sé.
Neko-san se encogió de hombros.
—Vamos por pescado.
—¿Con qué dinero?
—Oh, yo tengo.
T/N lo miró con incredulidad.
—¿¡Y por qué no lo dijiste antes!?
—Es para el pescado.
—…Pues ya no.
En el parque, un niño de cabello negro lloraba en los columpios, su pequeño cuerpo temblando con cada sollozo.
T/N y Neko-san pasaron de largo, sin prestarle demasiada atención al principio.
—Lo vamos a ayudar —dijo Neko-san
—No lo sé… quizás solo se cayó —respondió T/N con un tono despreocupado.
Neko-san entrecerró los ojos, observando mejor al pequeño.
—Se parece a usted, dueño.
T/N chasqueó la lengua, pero continuaron caminando.
Más adelante, un hombre de apariencia descuidada se acercó al niño.
—Hola, pequeño. ¿Estás perdido? Yo te puedo ayudar, solo sube al carro.
El niño negó con la cabeza y retrocedió.
—No. Mi mamá me dijo que no hablara con extraños. Ella vendrá por mí.
El hombre sonrió de manera inquietante.
—Vamos, no seas tímido… ven conmigo.
Dicho esto, el desconocido lo tomó del brazo con fuerza.
—¡Déjame! —gritó el niño, forcejeando.
¡PUM!
Un disparo resonó en el parque
El hombre cayó al suelo, un agujero abierto en su estómago. Un charco de sangre comenzó a expandirse bajo su cuerpo.
Kurumi, con su característica sonrisa encantadora, bajó su arma con calma.
—Ara ara… qué asco me da la gente como él. ¿No opinas lo mismo, pequeño?
El niño tembloroso la miró por un momento, antes de lanzarse a abrazarla.
—Muchas gracias…
Kurumi parpadeó sorprendida, pero le correspondió con una leve caricia en la cabeza.
—Dime, ¿dónde está tu madre?
—No lo sé… me perdí.
Kurumi se inclinó un poco, observándolo con dulzura.
—¿Confías en mí, pequeño?
El niño la miró directo a los ojos, notando aquel dorado brillante en su iris izquierdo.
—Sí… sí confío.
Kurumi sonrió con cierta diversión.
—¿Y por qué en mí sí, pero en ese hombre no?
—Tienes una mirada buena.
Kurumi entrecerró los ojos y su sonrisa se tornó nostálgica.
—Él también dijo eso…
A lo lejos, se escuchó una conversación.
—Y así es como se paga una lata de comida para gatos con solo cupones —explicaba T/N.
—No sabía que se podía hacer eso —respondió Neko-san con admiración.
—Cosas que poca gente sabe.
Kurumi bajó la mirada hacia el niño.
—Escucha, si alguien malo se acerca… aprietas el gatillo.
Le entregó su arma con tranquilidad.
El niño la tomó con ambas manos, impresionado por el peso del arma.
—Sí… entendido.
—Bien. Ahora ven.
Y con eso, ambos se desvanecieron en la oscuridad.
Más tarde…
—Entonces a Churi le gusta más el pollo que el pescado económico… entiendo —dijo T/N, con gesto pensativo.
—Sí, y no le agrada que lo bañes —respondió Neko-san.
—Qué quisquilloso.
—Ara ara… ¿en una cita sin mí? —intervino Kurumi con su tono melódico.
T/N giró, encontrándola con su usual aire juguetón… pero esta vez, no estaba sola.
—Kurumi, ¿qué haces aquí?
De detrás de ella, un niño apareció tímidamente.
—¿Un niño? —preguntó T/N, frunciendo el ceño.
Neko-san inclinó la cabeza con curiosidad.
—¿Es tu hijo, Kurumi?
Kurumi parpadeó y luego sonrió con picardía.
—¿Cómo me llamaste?
—Digo… dueña.
—Sí, él es mi hijo. También es hijo de Shido.
T/N lo miró con más atención.
—Oye… se parece mucho a mí cuando tenía cinco años.
El niño temblaba ligeramente.
—Oye, ¿qué tienes?
T/N se arrodilló para estar a su altura.
—¿Estás asustado?
El niño movió la cabeza afirmativamente.
—Ya veo… perdiste a tus papás, ¿verdad?
El pequeño bajó la mirada.
—S-sí…
T/N sonrió con suavidad y desabrochó una pulsera de su muñeca. Un pequeño adorno de espada de metal colgaba de ella.
—Mira, mi mamá me regaló esto. Me dijo que cuando tenga miedo, esta pulsera me protegerá.
El niño la observó con asombro.
—Muchas gracias…
—Ahora dime, ¿cuál es tu nombre?
El niño lo miró con inocencia antes de responder:
—Mi nombre es T/N.
T/N abrió los ojos con sorpresa.
—¿En serio? ¡El mío también!
El niño sonrió ampliamente.
—¡Es como si fuéramos…!
—¡Gemelos! —completó T/N con entusiasmo.
—¡Sí! Siempre quise un hermano.
—Yo igual.
Kurumi, con una expresión indescifrable, se inclinó un poco.
—Pequeño… dime, ¿cuál es tu apellido?
El niño respondió sin dudarlo.
Era el mismo que T/N.
T/N abrió la boca para hablar, pero antes de poder decir algo, Kurumi le tapó los labios con la mano.
—Shh.
T/N la miró, confundido. Pero lo más extraño era que, a pesar de la situación, el contacto de Kurumi se sentía… cálido.
Kurumi se acercó a su oído y susurró:
—Hablamos luego, querido~.
T/N sintió su piel erizarse con ese tono juguetón pero peligroso.
—Quédate con la chica gato, ahora vuelvo.
Neko-san observó la escena con los ojos entrecerrados.
—Hmph, siempre desapareciendo misteriosamente.
El niño se acercó a ella con curiosidad.
—Hola.
—Hola…
El pequeño se inclinó un poco y le tocó la nariz con su dedo.
Neko-san se sonrojó.
—¿Qué haces?
—Vi en un TikTok que los gatos se saludan así.
—Yo no… bueno… supongo que está bien.
El niño la observó fijamente.
—Oye, ¿tienes poderes o algo así?
—¿Para qué quieres saber eso?
El niño ladeó la cabeza, con una expresión de curiosidad genuina.
—Eres muy pálida.
—¿Eh?
—…
—…¿Qué?
El niño sonrió con tranquilidad.
—Me agradas.
Neko-san desvió la mirada, sintiéndose extrañamente halagada.
—Gracias… supongo.
Lejos del niño
—¿Qué vamos a hacer? —Kurumi cruzó los brazos, observándolo con una ceja levantada.
—Llevarlo a mi casa… bueno, a su casa.
—Pero eres tú.
—Sí, sorprendente, ¿no?
Kurumi chasqueó la lengua, no muy convencida.
—¿Y si causas algún problema por hablarte a ti mismo?
T/N desvió la mirada con una leve sonrisa.
—El problema comenzó desde que viajé aquí.
Ella permaneció en silencio, examinándolo con esos ojos que parecían ver más de lo que él quería mostrar.
—…
—Todo estará bien.
Kurumi bajó la mirada a la muñeca del niño y luego a la de T/N.
—Perdiste tu pulsera.
—La compré ayer, no te preocupes.
Ella entrecerró los ojos, girándose ligeramente.
—Esto no saldrá bien.
—No te preocupes. ¿Qué es lo peor que podría suceder?
Kurumi sonrió con ironía.
—Pregúntale a Shido qué pasó cuando intentó salvar a los padres de Origami.
Él no contestó.
—Nosotros no vamos a cambiar nada…
Kurumi dejó escapar un leve suspiro antes de seguir caminando.
Kurumi se cambió de ropa, dejando atrás su vestido para no llamar la atención. El niño miró a su alrededor, confundido.
—¿Qué le pasó a la chica gato?
—Se fue a casa.
—¿Por qué?
—Porque estaba cansada.
—¿Por qué?
—Porque no le gusta caminar.
—¿Por qué?
—Porque se cansa.
—¿Por qué?
—¡Porque sí!
El niño soltó su mano y corrió hasta donde estaba Kurumi, jalando su falda.
—Ara ara~ ¿por qué te tratas así?
—Oye, oye…
Kurumi lo miró con ternura.
—¿Qué pasa?
El niño frunció el ceño.
—Tu novio no me agrada.
Kurumi parpadeó antes de sonreír con diversión.
—Te diré un secreto… a mí tampoco me agrada.
—¡Oye! Estoy aquí.
Kurumi lo ignoró y miró al niño con complicidad.
—Es muy fastidioso, ¿verdad?
—¡Sí, sí, sí!
—Pero tiene su encanto.
T/N apartó la mirada, sintiendo un calor incómodo en las mejillas.
—Oye, pequeño, ¿cómo son tus papás?
Kurumi dejó de sonreír, tensándose sutilmente.
—Mi papá es muy fuerte y siempre me ayuda a jugar con mis juguetes.
—¿Ah, sí?
—¡Sí! Y mi mamá es la mejor. Me ayuda y me cuida todo el tiempo.
—Parece que tienes buenos padres.
Kurumi desvió la mirada.
—Oye, ¿quieres un helado?
—¡Sí! —respondieron ambos al unísono.
Se sentaron en una banca con sus helados. Kurumi tenía vainilla, mientras que los otros dos eligieron chocolate.
El niño lo miró con sospecha.
—Oye, copiaste mi helado.
—No, tú copiaste el mío.
Sacó la lengua.
—Meee~.
Kurumi sonrió.
—No peleen.
El niño se acercó a ella, ofreciéndole su helado.
—Oye, ¿quieres probar?
Kurumi le sonrió, inclinándose un poco.
—Gracias, pequeño.
Antes de que pudiera probarlo, T/N se apresuró a acercarle el suyo.
—¡No! Ella probará el mío.
—No, yo le dije primero.
—¡Pero yo llevo más tiempo con ella!
El niño frunció el ceño, cruzando los brazos con aire desafiante.
—¡Pues yo me casaré con ella!
T/N casi se atraganta con su helado.
—¡Eso sería ilegal!
—No si espero a ser mayor.
El ceño de T/N se frunció con irritación.
—No si yo me caso primero con ella.
—¡Ella no te quiere!
Kurumi disfrutaba demasiado la escena.
— ¿a quién quieres más?
Miró a ambos con picardía, sabiendo que fuera cual fuera su respuesta, alguien se iba a molestar.
—A T/N.
T/N sonrió con satisfacción.
—¡Ja! Toma eso.
El niño lo miró fijamente.
—¡Pero yo soy T/N!
—¡No, yo soy T/N!
Kurumi suspiró, apoyando una mano en su sien.
—Dios… ¿comparten la misma neurona?
Ambos se quedaron en silencio antes de hablar al mismo tiempo:
—Tengo hambre, comamos.
Kurumi les dedicó una mirada cansada.
—Sí… la comparten.
T/N miró al niño.
—Oye, ¿dónde queda tu casa?
Señaló con entusiasmo.
—¡Es justo ahí!
Los tres se detuvieron frente a una casa blanca.
T/N sintió un escalofrío al verla.
Kurumi lo observó con atención.
—¿Esa es la casa?
Asintió lentamente.
—Aquí vivía antes de que me adoptaran.
El niño sonrió con inocencia.
—¡Sí! ¡Esta es!
Kurumi no dijo nada. Sus ojos, sin embargo, reflejaban una mezcla de curiosidad y preocupación.
T/N se detuvo frente a la puerta, sintiendo el peso del aire a su alrededor. Su mano tembló levemente antes de tocar el timbre.
El sonido resonó en el interior de la casa. Unos segundos después, la puerta se abrió, revelando a una mujer con el rostro marcado por la preocupación.
—¿Hola?
Tragó saliva antes de forzar una sonrisa.
—Servicio a domicilio… traemos a su hijo.
No tuvo tiempo de reaccionar antes de que el niño corriera a los brazos de su madre.
—¡Mamá!
La mujer lo abrazó con fuerza, su respiración temblorosa mientras acariciaba su cabello con desesperación.
—Hijo… ¿dónde estabas? Nos tenías tan preocupados…
—Me perdí… pero ellos me trajeron de vuelta.
La mujer levantó la mirada hacia los desconocidos frente a ella.
—En serio… ¿cómo puedo agradecerles?
T/N sintió un nudo en el pecho. La escena frente a él era tan… familiar.
—Una taza de café está bien.
Kurumi lo miró de reojo con una expresión de incredulidad.
—¿Café?
La mujer sonrió con ternura.
—Por supuesto, pasen.
Se sentaron en la sala, el aroma del café impregnando el aire. T/N no podía dejar de mirar a su alrededor. El sofá, la mesa de centro, la luz cálida de la lámpara… todo estaba como lo recordaba... Recuerdos que nunca existieron.
La mujer se acomodó en su asiento, con el niño aferrado a su lado.
—Díganme, ¿ustedes qué son? ¿Pareja o amigos?
T/N sintió su garganta secarse.
Kurumi fue más rápida.
—Amigos.
Él repitió la palabra en un susurro.
—Sí… amigos.
—Qué mal —dijo la mujer con una leve sonrisa—. Harían una bonita pareja. Aunque…
Kurumi arqueó una ceja.
—¿Aunque?
—No me agrada del todo que seas tan extravagante.
Kurumi apoyó la mejilla en su mano, divertida.
—¿Lo dices por mis ojos?
La mujer negó con la cabeza.
—No… es más que eso. Hay algo en ti que… no sé, me da escalofríos. Como si estuvieras acostumbrada a la muerte.
Kurumi sonrió, jugando con su taza de café.
—Oh… qué interesante percepción.
T/N intentó soltar una risa, pero sonó forzada.
—Sí… bueno, es un poco agresiva.
Kurumi lo miró con diversión.
—Jiji~ Es que él me molesta mucho.
Pero él ya no la escuchaba.
Su visión se nubló.
Un pitido agudo resonó en su cabeza.
La sala se distorsionó.
Un Destino en Llamas
El aroma a café desapareció.
Ahora solo olía a humo.
Las llamas devoraban las paredes.
La casa estaba en llamas.
T/N intentó moverse, pero sus piernas no respondían. El calor era insoportable, y el aire estaba cargado de ceniza.
Y entonces lo vio.
Una sombra alargada, alta e imponente, sostenía al niño por el cuello.
El pequeño pataleaba, con el rostro enrojecido por la falta de aire.
—¿Qué… qué es esto?
El niño estiró su mano, sus ojos llenos de lágrimas.
—¡Ayúdame!
T/N intentó gritar, pero su voz se ahogó en su garganta.
El fuego creció.
El niño lloraba, aferrándose a la nada.
—¡No me dejes morir!
Y entonces…
Todo volvió a la normalidad.
La sala.
El sofá.
El aroma del café.
—¿Se encuentra bien? —preguntó la mujer con el ceño fruncido.
Kurumi lo miraba con el ceño fruncido.
—Oye, tontito..., ¿estás bien?
T/N parpadeó varias veces, sintiendo el sudor frío en su frente.
—Sí… sí, perdón.
—¡Mira, Kurumi!
El niño corrió hacia ella con una charola de galletas en las manos.
—¡Las hice pensando en ti!
Kurumi sonrió, tomando una.
—Se ven deliciosas.
La mujer se giró hacia T/N.
—Dime, muchacho… ¿cómo te llamas?
Silencio.
No podía decir su verdadero nombre.
No aquí.
—Hibiki. Sí… Hibiki.
La mujer frunció el ceño.
—Es un nombre poco común.
—Es… griego.
Ella no pareció convencida, pero no insistió.
—Bien, Hibiki, ¿cómo puedo agradecerte por traer a mi hijo a salvo?
T/N apretó los puños.
Su garganta ardía.
—Solo…
Se quedó en silencio un momento antes de soltarlo.
—Solo… ¿podría darme un abrazo?
La mujer parpadeó, confundida.
—¿Perdón?
—Es que… perdí a mis padres cuando era niño… y nunca recibí un abrazo de ellos.
El aire en la habitación se volvió denso.
Kurumi dejó de sonreír.
La mujer no respondió de inmediato. Su expresión pasó de la confusión al entendimiento.
Sin decir nada, se acercó y lo envolvió en un abrazo.
Era cálido.
Demasiado cálido.
T/N sintió sus ojos humedecerse, pero se obligó a mantener la compostura.
—No te preocupes —susurró la mujer—. Debió ser difícil…
Él cerró los ojos por un instante, permitiéndose solo un segundo de debilidad.
Un segundo donde pudo imaginar que ese abrazo pertenecía a otra persona.
A alguien que ya no estaba.
Kurumi observó la escena en silencio, con una leve sonrisa en los labios.
Pero en sus ojos… había algo más.
T/N se apartó rápidamente, secándose los ojos con la manga.
—Ya nos vamos. Cuídese… y cuide bien de su hijo.
Kurumi se inclinó con elegancia.
—Lindo día~
El niño corrió hasta la puerta.
—¡Adiós! ¡Gracias por traerme!
T/N sonrió, aunque su pecho dolía.
—No te pierdas otra vez, ¿sí?
Y con eso, cerró la puerta detrás de él.
El camino de regreso era silencioso, solo interrumpido por el sonido de sus pasos sobre el pavimento húmedo. La luna proyectaba sombras alargadas sobre la calle, y el frío de la noche se colaba en la piel.
—¿Qué se siente? —preguntó Kurumi de repente.
T/N la miró de reojo.
—¿Qué cosa?
—Que tu madre te haya abrazado.
T/N bajó la mirada. Su mente aún estaba atrapada en aquel momento, en la calidez de esos brazos que no le pertenecían, pero que, por un instante, le hicieron sentir algo que creía olvidado.
—Es… bonito.
Kurumi soltó una risa suave.
—Eres un tonto.
Él forzó una sonrisa.
—Oye, Kurumi… ¿cómo puedo ayudarte?
Ella alzó una ceja.
—No interfiriendo en mis asuntos o un masaje en mis pies aún que eso sería un premio para ti.
—Hablo en serio. Quiero agradecerte por todo.
Kurumi se quedó en silencio un momento antes de sonreír.
—Bueno, ahora que lo mencionas… creo que tengo una misión para ti.
T/N sintió su pecho apretarse.
—Lo que sea, lo cumpliré.
Kurumi se acercó un poco más, su voz adquiriendo un tono melódico.
—¿Lo que sea?
Él tragó saliva.
—Sí… lo que sea.
Kurumi le sostuvo la mirada por unos segundos antes de asentir.
—Necesito a alguien de confianza para esto. Yo misma lo haría, pero no puedo.
T/N sintió un extraño calor en su pecho.
—Entonces… ¿soy alguien de confianza para ti?
Kurumi entrecerró los ojos con diversión.
—No. Pero Shidou es tu amigo.
Él sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Shidou…
—O Shiori… bueno, da igual. El caso es que puedes acercarte a él.
T/N no entendía nada.
—Pero me dijiste que no me acercara a él. Y ahora me pides que lo haga.
Kurumi desvió la mirada.
—Las cosas cambian querido.
T/N suspiró.
—¿Y cómo se supone que haré eso?
Kurumi sonrió.
—Dijiste que te gustaba la escuela, ¿verdad?
—Sí, me gustaría regresar…
—Pues tengo un plan—
Kurumi no pudo terminar la frase. Su cuerpo se tambaleó de repente.
Antes de que pudiera tocar el suelo, T/N se apresuró a sujetarla, colocando su chaqueta como apoyo.
—¡Oye! ¿Estás bien?
Kurumi parpadeó lentamente, su respiración agitada.
—Guau… qué rápido.
T/N rió nervioso, rascándose la cabeza.
—Jejeje…
Kurumi suspiró, sentándose sobre la chaqueta.
—Estoy bien, mis rodillas te lo agradecen. Solo estoy… cansada.
—¿Por qué?
Kurumi no respondió.
—Ven…
T/N se inclinó y la tomó en brazos sin previo aviso.
Kurumi abrió los ojos, sorprendida.
—¡Oye! ¡Bájame, tonto!
T/N ignoró sus débiles golpes en el pecho.
—No tienes fuerzas, ¿verdad?
Kurumi frunció el ceño.
—De algún modo, tu yo pequeño me quitó energía…
Él la miró con preocupación.
—¿Cómo?
Kurumi suspiró, apoyando la frente en su hombro.
—No lo sé… pero eso me preocupa.
Hubo un silencio.
—Je… —Kurumi sonrió contra su cuello—. ¿Recuerdas la pregunta de hace rato?
—¿Cuál?
—Sobre cuál T/N prefiero… pues…
Su voz se apagó.
Cuando T/N miró su rostro, se dio cuenta de que se había quedado dormida.
Su expresión serena lo hizo apretar los labios.
“Claramente… solo quiero a mi tonto.”
Casa de Kurumi
Las fotografías sobre la mesa captaban la atención de T/N.
—¿Esta es la escuela de aquí?
Kurumi asintió, jugando con un mechón de su cabello.
—Claro.
T/N frunció el ceño.
—Es diferente a la que conozco. Se supone que son la misma…
—Quién sabe —dijo Kurumi encogiéndose de hombros—. Pero ahora eres un estudiante de esa escuela.
T/N suspiró.
—Solo porque te debo mucho…
Kurumi le revolvió el cabello con ternura.
—Sé un buen chico.
T/N apartó su mano con el ceño fruncido.
—No me acaricies.
Kurumi sonrió.
—¿No te gusta?
T/N se cruzó de brazos.
—No me desagrada…
Kurumi inclinó un poco la cabeza.
—Entonces… prométeme algo.
Él la miró con curiosidad.
—¿Qué cosa?
Ella lo miró a los ojos.
—Prométeme que no morirás.
El ambiente cambió de inmediato.
T/N sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Lo prometo.
Kurumi sostuvo su mirada.
—No rompas tu promesa.
Él iba a responder… pero entonces todo a su alrededor se distorsionó.
Ecos del Futuro
Una ciudad en ruinas.
El cielo teñido de rojo.
T/N respiró con dificultad mientras observaba la escena frente a él.
Shidou estaba peleando contra un hombre de cabello blanco, pero algo estaba mal. Shidou estaba desesperado… y estaba llorando.
—¿Qué… qué es esto?
Un sonido suave lo hizo girarse.
Kurumi estaba en el suelo.
Pero no era la misma Kurumi.
No llevaba su vestido habitual, sino solo una sudadera demasiado grande.
Pero lo más aterrador…
Era el agujero en su estómago.
—Kurumi…
Ella sonrió débilmente.
—Creo que este será nuestro adiós.
T/N sintió su corazón romperse en mil pedazos.
—No… no, no, no. Cómo te ayudo!!
—No puedes… —susurró ella—. Me encantaría vivir la vida que me prometiste, pero el destino no lo quiere así.
—¡Usa tu ángel! ¡Cúrate!
Kurumi negó con la cabeza.
—No puedo… si Shidou lo sella…
T/N apretó los dientes.
—¡No te mueras! ¡Por favor!
Kurumi alzó una mano temblorosa y le acarició la mejilla.
—Prométeme algo…
—Lo que sea.
Ella sonrió con tristeza.
—Mata a Mio.
T/N sintió su pecho apretarse.
Pero lo dijo sin dudar.
—Te lo prometo.
Kurumi cerró los ojos.
—Por eso te amo…
El tiempo se rompió.
El sonido de un reloj inundó su mente.
De Vuelta a la Realidad
—¿Estás bien?
T/N abrió los ojos de golpe.
Kurumi estaba frente a él, con el ceño fruncido.
Su cuerpo reaccionó solo.
La abrazó con fuerza.
Las lágrimas cayeron sin control.
—Oye… ¿qué te pasa?
T/N no podía soltarla.
—Estás bien…
Kurumi intentó apartarse para ver qué sucedió, pero él no la dejó.
—No quiero perderte.
Kurumi se quedó en silencio.
—La mataré… lo prometo.
Kurumi lo miró con extrañeza.
—¿A quién?
T/N respiró entrecortadamente.
—Lo prometo…
Kurumi lo observó por unos segundos.
—Te está afectando estar conmigo. Antes ni siquiera matarías a un insecto… y ahora me prometes que matarás a alguien.
T/N cerró los ojos con fuerza.
—Si te hace daño… la mataré sin dudarlo.
Kurumi lo miró con una mezcla de emociones.
—Eso sería tierno… pero eres tú, así que es algo repugnante.
T/N la abrazó con más fuerza.
—No quiero perderte.
Kurumi suspiró.
—Eres un tonto.
Pero no intentó apartarse correspondió el abrazo sonriendo a su espalda.
Lunes
El sol apenas se asomaba entre los edificios cuando T/N corría a toda velocidad por las calles. Su respiración era agitada y su uniforme no estaba del todo bien acomodado.
—¡Maldición! ¡Me falta mucho!
Recordó la conversación de hace unos minutos.
—Disculpe… ¿dónde está la academia?
Una persona en la calle le respondió con calma:
—Está a unas cuantas calles de aquí. Solo siga derecho y cruce el campo de árboles.
T/N sonrió.
—¡Muchas gracias!
En la actualidad
—¿¡DÓNDE ESTÁ!? —gritó mientras giraba en círculos, sin reconocer el camino.
Una risa familiar sonó a su espalda.
—Ara, ara~ ¿Te perdiste?
T/N giró bruscamente.
—¡Sí, y mucho!
Kurumi sonrió con diversión.
—Deja que te ayude~
Antes de que pudiera reaccionar, unas manos oscuras emergieron de las sombras y lo arrastraron dentro.
—¡O-Oye, Kurumi, esto no es lo que tenía en mente…!
Kurumi solo rió.
—No te preocupes, yo me encargo de que llegues a salvo~
Salón de Clase
La maestra ajustó sus lentes y habló con voz firme.
—Escuchen todos. Hoy llegará un nuevo compañero, espero que lo traten bien.
Las voces en el aula se encendieron de inmediato.
—¿Será un chico?
—Espero que sea una chica…
—¡Yo solo quiero que no esté interesada en Itsuka!
—¿Qué le ven tanto a Itsuka?
—¿Y si es extranjero?
—Espero que sea guapo.
De pronto, el salón quedó en silencio.
—¿Y dónde está? —preguntó un alumno.
La maestra frunció el ceño.
—No debería tardar…
Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe y T/N entró bruscamente, respirando con fuerza.
Un momento antes…
T/N miró la puerta del aula con nerviosismo.
—Este es mi salón…
Kurumi asintió con una sonrisa.
—Así es.
T/N tragó saliva.
—No, no puedo. Estoy nervioso…
Kurumi se acercó con suavidad y, con una voz baja y melódica, susurró en su oído:
—Vamos… confío en ti~
El rostro de T/N se tornó rojo al instante.
Kurumi lo miró con diversión antes de empujarlo con fuerza hacia el aula.
—¡Ahora ve!
—¡O-Oye!
De vuelta en el salón
T/N intentó recuperar la compostura y levantó la mirada.
—Hola, soy T/N.
La maestra asintió con aprobación.
—¡Ah, eres el nuevo! Vamos, preséntate.
T/N respiró hondo.
—Esto… Hola, soy T/N, tengo 16 años y espero llevarme bien con todos.
El aula quedó en silencio. Nadie parecía sorprendido, aunque algunos murmuraban algo sobre su edad.
—Hmm… parece un chico normal —susurró alguien.
Pero no todos pensaban así.
Shido lo miraba con los ojos entrecerrados.
—¿Y ahora qué sigue? —preguntó T/N, queriendo cambiar de tema.
La maestra miró alrededor.
—Puedes sentarte junto a Itsuka.
T/N asintió y caminó hacia su asiento. Al pasar junto a Shido, ambos intercambiaron una mirada tensa.
La maestra los observó con curiosidad.
—Veo que ya se conocen.
T/N sonrió de manera forzada.
—Algo así…
La maestra asintió.
—Entonces puede darte un recorrido por la escuela más tarde.
En los asientos
Shido se inclinó levemente hacia T/N.
—Oye, T/N…
—No interrumpas la clase.
Shido frunció el ceño, pero antes de responder, la maestra volvió a hablar.
—Como les decía… espero que a Japón le caiga un meteorito, porque ayer también me dejaron plantada.
De repente, el aula entera se sacudió por una fuerte explosión.
T/N abrió los ojos con sorpresa.
—¡Guau, qué fuerza…!
Un grito se escuchó desde la ventana.
—¡¡UN METEORITO!!
La maestra se puso pálida.
—¿¡QUÉ!?
Zona de Deportes
El caos reinaba en la escuela. Los alumnos miraban incrédulos el cráter en el campo deportivo, mientras los paramédicos se llevaban a la maestra inconsciente.
T/N miró los escombros.
—Vaya… sí que cayó un meteorito.
Shido se agachó junto a él, examinando los restos.
—Esto parece metal…
T/N tocó un fragmento con curiosidad.
—Sí… parecen partes de una nave.
Ambos intercambiaron una mirada.
—¿Cómo llegó esto a la Tierra?
Shido frunció el ceño.
—Oye… lo del otro día…
T/N agitó una mano.
—No te preocupes por eso.
Se quedó en silencio un momento antes de soltar una risa.
—Je, esto me recuerda a una broma de mi mundo. Algo como: “A Oliver le cayó un meteorito.”
Shido lo miró con incredulidad.
—Esto no creo que sea natural…
T/N sonrió.
—Sería gracioso… "A T/N le ca—"
No pudo terminar la frase.
Porque, en ese instante, una luz cegadora envolvió el cielo… y todo se volvió blanco.
Enfermería de Ratatoskr
Cuando T/N abrió los ojos, sintió un fuerte dolor de cabeza.
El sonido de un reloj resonaba en su mente.
Y, junto a él, la primera voz que escuchó…
—Ara, ara~ dormilón, ¿por qué siempre terminas en lugares extraños~?
T/N giró la cabeza lentamente.
Kurumi estaba sentada junto a su cama, con una sonrisa misteriosa en los labios.
—Kurumi…
Ella inclinó la cabeza con dulzura.
—¿Me extrañaste?
T/N intentó responder, pero su mente aún estaba confusa.
Kurumi apoyó su codo en la cama y acercó su rostro al suyo, mirándolo fijamente.
—Tienes un talento increíble para meterte en problemas, ¿lo sabías~?
T/N suspiró.
—No es mi culpa si un meteorito decidió caer justo cuando hacía una broma…
Kurumi rió suavemente.
—Tal vez el destino quiso castigar tu mal sentido del humor~
Él la miró en silencio.
Kurumi notó la expresión seria en su rostro y su sonrisa se desvaneció un poco.
—¿Qué sucede?
T/N entrecerró los ojos.
—Nada… solo… ¿qué harías si desapareciera?
Kurumi parpadeó, sorprendida por la pregunta.
Por primera vez, su expresión se volvió completamente seria.
—No dejaría que eso pasara.
T/N la miró fijamente.
Kurumi acercó su mano a su rostro y lo acarició con una suavidad inesperada.
—Tonto… no me hagas preguntas tan tristes.
T/N sintió un nudo en la garganta.
Kurumi sonrió, pero su mirada reflejaba algo diferente.
Algo más profundo.
Algo más aterrador.
Un miedo que ni siquiera ella quería reconocer.
El silencio en la enfermería fue interrumpido por el sonido de pasos acercándose.
T/N se giró lentamente hacia la puerta, aún con la cabeza doliéndole.
Cuando esta se abrió, Kotori y Shido entraron.
—Oh, ya despertaste —dijo Kotori, cruzándose de brazos.
Shido miró alrededor con curiosidad.
—Estoy seguro de haber escuchado a alguien
Pero la habitación estaba vacía.
Kotori suspiró.
—Mejor no pensemos en eso… ahora, escucha: un meteorito chocó con tu cabeza.
T/N parpadeó.
—Eso explica por qué me duele.
Shido lo miró con incredulidad.
—No, lo que no explica es cómo es que sigues con vida.
Kotori señaló las pantallas de la sala.
—Según los análisis, el meteorito no impactó con toda su fuerza. Fue frenado justo antes de golpearte.
En la pantalla se mostraba el momento exacto del impacto: el meteorito desaceleró repentinamente cuando estaba a pocos centímetros de T/N, reduciendo el daño.
T/N miró el video con el ceño fruncido.
—¿Y si… puedo parar el tiempo?
Kotori lo miró con escepticismo.
—¿Tú? Mmm… interesante.
De repente, tomó un lápiz y lo lanzó directo al rostro de T/N.
—¡¡¡¿EH?!!!—
El lápiz golpeó su frente y cayó al suelo… pero algo estaba mal.
El lápiz no rodó, no rebotó, ni siquiera se movió. Se quedó completamente inmóvil en el suelo como si alguien hubiera pausado su existencia.
La habitación quedó en silencio.
Shido parpadeó.
—Eso… no es normal, ¿verdad?
Kotori frunció el ceño.
—No, esperaba que lo detuvieras… no que hicieras eso.
T/N se sobó la frente.
—¡¿Podemos enfocarnos en que me duele?!
Kotori ignoró su queja y señaló la pantalla otra vez.
—Bien, escúchame. Esa chica en la pantalla es un espíritu y fue la responsable del trozo de nave que te golpeó.
T/N observó la imagen de la chica de cabello dorado.
—Mmm… me gusta su cabello, pero parece que está en el…
—Sí, está en el espacio.
T/N frunció el ceño.
—…Ok, me voy, nos vemos mañana.
Se levantó de la cama y caminó hacia la puerta sin dudarlo.
Kotori suspiró.
—No tan rápido.
En el espacio
La chica de cabello dorado flotaba entre los restos de las naves destruidas. Miró con desinterés la escena de caos a su alrededor.
—Ugh… qué fastidiosas.
Con un gesto de su mano, abrió varios agujeros negros que devoraron las naves restantes junto con sus tripulaciones.
—Mucho mejor.
De vuelta en Ratatoskr
T/N miraba la pantalla con cara de horror.
—Ni de loco voy donde ella. ¿Me creen un suicida?
Kotori sonrió.
—No estarás solo, irás con Shido.
T/N giró la cabeza lentamente.
—Ajá… Y eso qué. Estoy viendo un brazo flotando en el espacio en este momento.
Shido le dio una palmada en el hombro.
—No te preocupes, yo te protegeré.
T/N lo miró con absoluta incredulidad.
—Sí, claro, seguro. Voy con la condición de que venga Shiori.
Kotori chasqueó los dedos.
—Trato hecho.
T/N sonrió con confianza.
—Bien. Tengo un asunto pendiente con ella.
Shido lo miró con sospecha.
—Oye… pero soy yo.
T/N asintió con seriedad.
—Cierto, cierto… pero Shiori tiene otras cosas más grandes.
El rostro de Shido se puso rojo al instante.
—¡Oye!
Kotori sonrió con diversión.
—Entonces, misión confirmada. T/N y Shiori irán al espacio.
T/N se cruzó de brazos.
—Bien. Pero si exploto, quiero que en mi lápida diga: “Tenía razón, esto era una pésima idea”.
Y así, contra su voluntad, se convirtió en el primer humano en tener una cita espacial con una posible asesina cósmica.
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