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Frente a mí se encontraban distintos conjuntos de ropa, todos eran trajes, pero algunos de ellos tenían detalles especiales que los hacían ver sumamente resaltantes, el primer conjunto de ropa, consistía en unos pantalones de vestir de color negro, al igual que la camisa, que era de manga larga, pero aquí era el saco el que destacaba, se trataba de un saco blanco, pero que tenía distintos dibujos de grandes flores, eran rosas que estaban totalmente abiertas, todas contorneadas en negro, y sin ningún color que las hiciera resaltar más, además el conjunto iba con una pañoleta larga de tela sedosa de color negro. El segundo conjunto, se trataba de un traje de color vino muy intenso, casi llegaba a ser de un tono mucho más oscuro al igual que el vino tinto, venía con una camisa de manga larga en color negro y una corbata del mismo color que el pantalón y el saco de vestir. El tercero se trataba de un traje negro, en el cual resaltaban en el saco los botones dorados, la camisa era de color blanco, no llevaba corbata, pero en cambio, venía con una gargantilla de cuero delgada. Y por último estaba el cuarto traje, se trataba de un traje de color negro totalmente aterciopelado por fuera, venía con una camisa de color negro y una corbata blanca de tela brillante.

Imaginarme luciendo alguno de esos conjuntos de ropa, no estaba para nada en mí, en todos me veía como alguien común, que ni siquiera lograría resaltar al instante, mire los conjuntos de ropa, acercándome a la cama de mi amante, en donde se encontraban cada uno de esos conjuntos, mire detenidamente cada uno, la textura de las telas era distinta, y todos eran increíblemente fascinantes, me gustaban todos.

—¿Has decidido? —la pregunta de mi amante me saco de mi concentración, gire mi rostro a su dirección, sus brazos estaban cruzados sobre su fornido pecho, y tenía los lentes reposando sobre su cabeza.

—Aún no —respondí para después soltar el poco aire que estaba reteniendo en un corto suspiro—, ¿es normal que me gusten todos? —lo escuché soltar una suave risa, y en cuanto lo vi encaminarse a mi dirección, aparte la mirada, sus pasos firmes y largos se escuchaban seguros sobre el suelo, se detuvo cuando se coloco a mi lado, rozando ligeramente nuestros hombros en el proceso.

—Es normal que te gusten todos, gatito —menciono Jimin a mi lado—, pero me temo que no es como si estuvieras en alguna premiación y tengas que cambiarte de vestuario —mire de mi lado izquierdo, encontrándome con su perfil—, si me permites —se inclino un poco, y tomo por el gancho el primer conjunto, aquel del saco blanco con dibujos de rosas sin pintar—, este conjunto me parece el mejor para ti —me miro de soslayo—, te verías hermoso.

—¿No crees qué es muy resaltante? —me gusta más la discreción, aunque parece que Jimin le gusta más que me haga notar.

—A mi parecer, estas ropas se verían perfectamente bien sobre tu cuerpo —relamí mis labios levemente, demonios, de nuevo ese nerviosismo invadía en todo mi ser, necesitaba dejar de escuchar hablar a Jimin, solamente esta provocando que me dé un infarto cada cinco minutos—, ¿por qué no te lo pruebas?

Apreté mis labios y mire de nuevo el conjunto de ropa que el sostenía con su dedo medio y el índice, mientras me miraba, esperando mi respuesta a su pregunta. ¿Probarme ese traje? Puedo verme a mí mismo con esas ropas, y definitivamente no me gusta verme con esas ropas, seguramente me vería espantoso, regreso la mirada a los demás trajes sobre la cama.

—Vamos, gatito —la voz de Jimin volvió a inundad mi atención—, pruébatelo.

—No, me veré horrible —dije en voz baja—, quizás estaría mejor con un traje más sencillo —volví a mirar a mi amante, su semblante era serio, apretaba ligeramente su mandíbula, ¿había dicho algo que no le gusto? Parpadee un par de veces—, Jim...

—Sé que no debería sacar ventaja por tenerte a mi disposición y a mis ordenes, pero —me interrumpió con aquella frase—, te ordeno que te lo pongas.

—Pero...

—Sin peros, gatito —su sonrisa ladina surco por sus labios—, es una orden, claro que, si no quieres obedecer ahora, sabes muy bien que tengo mis propios métodos para reprenderte por esto.

¿Un castigo por no usar lo que me pide?

¡Vaya! Creo que ahora si lo he visto todo de él, rodé los ojos con fastidio y le arrebate el traje de su agarre, en cuanto lo hice, lo mire de pies a cabeza, Jimin se mantenía allí parado a mi lado, y esa sonrisa dulce y juguetona no se borraba de su rostro.

—¿No piensas salir? —le pregunte.

—No tienes nada que no haya visto ya muchas veces, gatito —maldición, solté un resoplido, mis mejillas estaban sintiéndose tibias—, ¿qué esperas? Vístete.

—Por lo menos voltea —refunfuñe.

—Oh, encanto —y con ese apodo logró que mis mejillas se calentarán aún más—, como te dije, no tienes nada que no haya visto, además, mirarte es un placer para tu amo.

Carajo, apreté los dientes con fuerza, este hombre sabe como usar sus palabras, lo hace de una manera que solamente me hace pensar en lo mucho que me desea, Jimin es capaz de deleitarme con todo lo que dice o hace.

—¿Qué pasa, gatito? —se aproximó un paso más hacia mí, invadiendo el poco espacio personal que tenía en ese momento—. ¿Quieres que te ayude?

—N-no —odio tartamudear, pero no puedo evitarlo—, puedo hacerlo solo...

Y antes de que me dijera algo más, comencé a desvestirme bajo su atenta mirada, mi rostro se sentía sumamente caliente, la vergüenza la sentía inclusive hasta las orejas, evitando a toda costa su mirada, me despoje de cada una de mis prendas, y las fui colocando sobre la cama, mirando el traje que él insistía en que me pusiera, cuando por fin estuve en paños menores, fue cuando me dispuse a tomar las prendas de vestir que él me había entregado.

Me coloque los pantalones en primera instancia, y después aquella camisa, que lograba enseñar parte de mis clavículas, luego me coloque el saco encima, abotonando los tres botones que hacían que se cerrase casi por completo, me acomode mejor la ropa, mire los bordes de las magas del saco, y luego mire sobre la cama la pañoleta larga que estaba allí, me estire para tomarla, pero la mano de Jimin fue la triunfadora en esa carrera que ni siquiera supe que habíamos iniciado, dirigí mi mirada hacia él y me sonrió.

—Ven aquí —me aproxime un paso y él se giro para darme la espalda, así que me dispuse a seguirlo, él me guio hacia afuera de su habitación, cuando salimos, él dio la vuelta hacia la izquierda, lo seguí un par de pasos más y él se detuvo, frente a nosotros en la pared, se encontraba un espejo de cuerpo entero— colócate en frente del espejo.

—Sí —respondí, camine un paso y entonces mi reflejo estuvo frente a mí, me mire, mis cabellos estaban hechos un asco, despeinados levemente, aunque casi no le tomaba mucha importancia al peinarme o arreglarme mucho, no le veía la necesidad, pero definitivamente al chico que tenía frente a mí, no era yo—, woa...

La risa corta de Jimin me llamo la atención, y entonces atreves del espejo lo vi aproximarse a mi cuerpo, tenía la pañoleta entre sus manos, y entonces fue cuando lo vi estirar sus brazos con la pañoleta sostenida en sus manos, y la pasaba por sobre mi cabeza, no tarde en sentir la tela en mi cuello, Jimin la paso como una bufanda, sin apretar mi cuello, y dejándola reposar a cada lado de mis hombros, muy cerca de mi cuello.

—Definitivamente este no soy yo —comenté de nuevo en voz baja, mientras me miraba, Jimin también estaba en el espejo, mirando hacia el frente, no pude evitar mirarlo desde allí, se veía perfecto.

—Por supuesto que lo eres, Yoongi —menciono, lo veía mover los labios desde su reflejo en el espejo—, sólo que tú, no quieres que aparezca este Yoongi.

—Y a ti, ¿cuál te gusta más? —pregunte y él me miro de soslayo, pero no lo mire, sólo veía su reflejo.

¿Qué vas a responder, Park Jimin? Necesitaba saberlo, pero su reflejo ni siquiera me había dado un indicio de que él abriera la boca para hablar, él sólo se quedó mirando al frente.

—Usarás ese traje —me dijo—, te ves radiante, destacarás como siempre debes destacar, gatito, iré a arreglarme, puedes estar en la estancia si gustas, o servirte algo de tomar.

Y sin más, se alejó, dejando allí parado frente al espejo y sin su respuesta, apreté mis puños con fuerza, las inmensas ganas de gritarle en la cara que me respondiera estaban a flote como la terrible furia que estaba sintiendo rabiar dentro de mí, a veces Jimin puede ser una persona demasiado reservada, pero, en verdad quisiera que en este preciso momento me hubiera respondido que yo soy quien le gusto en su totalidad.

Lo intente, de nuevo lo hice, pero por lo visto, él no dirá nada, tendré que ser yo definitivamente quien se atreva a dar ese paso, aunque tengo miedo de saber lo que él responderá.

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