50

El sonido del agua al caer en los azulejos era una pequeña distracción en esos momentos, aunque Jimin se convertía en la principal de todas, después de aquel encuentro tan repentino que habíamos tenido en la ducha, no pude negarme a su propuesta de ducharnos juntos, aunque, a decir verdad, hubiese sido mejor hacerlo.

—¡Ya, Jimin! —era la quinta vez que me quitaba la barra de jabón de las manos, escuche su risa detrás de mí y gire mi rostro para poder mirarlo a los ojos—. ¿Por qué lo haces? —proteste, fastidiado por sus actos tan infantiles.

EL hombre detrás de mí no dudo en acercar el jabón de barra hacia mi cuerpo.

—Deja que sea yo quien te ayude —rodé los ojos ante sus palabras.

—Puedo hacerlo solo —dije y cruce mis brazos por sobre mi pecho—, no necesito que me ayudes.

Sentí como el jabón era pasado con cuidado sobre mi hombro izquierdo, rozándome ligeramente, y perfumando mi piel en el momento, antes de que pudiera reaccionar, ya tenía los labios de Jimin rozando mi nuca, haciendo que lo mirase de nuevo.

—Dijiste que no ibas a tener segundas intenciones —le recordé, sentí sus labios curvarse sobre mi piel, y es cuando lo capté mirándome de soslayo y separándose un poco de mi piel para poder hablar.

—Y no las tengo —me respondió, se encogió de hombros—, ahora, sólo deja que te ayude.

—¿Y sí no quiero?

—¿Quieres que te castigue? —solté un pequeño resoplido debía de estar bromeando, a pesar de que había dicho aquello, sus palabras ni siquiera habían sonado duras, como cuando se molestaba de verdad, esta vez se había escuchado sumamente suave, como si lo que estaba diciendo fuese solamente un juego.

Jimin se estaba comportando como un niño pequeño, era extraño verlo con aquel comportamiento después de lo dominante que se había puesto cuando tuvimos sexo hace unos momentos, este hombre podía cambiar tan drásticamente que ni siquiera podías creerlo de inmediato, primero es un maldito seductor y luego se convierte en el novio dulce y perfecto, maldigo en mis adentros, ¿novio dulce y perfecto? ¡Maldición, Min Yoongi! No debes pensar en esas cosas.

En estos momentos quisiera que alguien me dé una fuerte bofetada en la cara para que me haga reaccionar ante mis palabras, Jimin es perfecto, pero... sé que él no busca nada serio, sé que tengo un contrato con él, uno que dura muy poco, uno en el cual soy su sumiso y cuando ese contrato se termine, dejaré de verlo, quizás debía de disfrutar mucho más los momentos que pasaba con él, pero inclusive entre más tiempo estaba con él, más me sentía atraído por él, Jimin era un imán, y yo era ese metal que no quería despegarse de su lado.

Sentí como la esponja era restregada ligeramente por mi piel y fue cuando pude reaccionar, miré de mi lado derecho, encontrándome con la espuma sobre mi hombro y con la mirada de Jimin totalmente concentrada en fregar mi piel con cuidado, su tacto inclusive era más delicado, ni siquiera yo era tan delicado conmigo mismo, parecía que no quería lastimarme.

—¿Dejarás que te ayude también? —pregunte y fue cuando él se detuvo, me miro directamente a los ojos.

—Tal vez te deje hacerlo —solté un bufido.

—Déjame hacerlo entonces —insistí, si él quería ayudarme, le devolvería el favor, eso era un hecho.

Jimin dejo de mirarme para volver a concentrarse en mi piel y en la esponja, siguió recorriendo mi cuerpo con aquella esponja con jabón de un aroma exquisito, similar al de las almendras.

—Te dejaré hacerlo —dijo sin dejar de tallar, esta vez estaba interesado en fregar mi espalda en círculos—, sólo por esta vez.

¿Por qué solamente por está vez? ¿Por qué no por siempre? Demonios, mi mente estaba divagando de nuevo, y mis malditas emociones incontrolables no dejaban de fastidiarme, relamí mis labios levemente, mientras que Jimin se concentraba en darme un buen baño, sentí justo cuando dejo de fregar mi espalda, sentí como bajaba la esponja hasta mis glúteos y seguía rozándome con la esponja, mis mejillas se sintieron calientes cuando sentí su mano libre justo en mi cadera izquierda, y luego sentí como comenzaba a pasar la esponja por mis piernas, delicadamente, y con esfuerzo, no pude evitar mirar hacia abajo, encontrándome con sus manos.

No sabía como sentirme exactamente en esos momentos, era extraño, pero me estaba inclusive gustando mucho lo que hacía, me trataba con suma delicadeza, como si me tratase de su posesión más preciada, y no entendía la razón por la que lo estaba haciendo, trague en seco cuando deje de sentir la esponja sobre mi cuerpo, pero aquella mano que estaba posada sobre mi cadera, seguía allí, firme.

—Gatito, será mejor que te des la vuelta —me indico a lo que yo no dude en hacerlo, y es allí cuando de nuevo lo tuve frente a frente—, muy bien.

Parpadee un par de veces al percatarme de que Jimin me entregaba otra esponja pequeña y el jabón que estaba utilizando conmigo.

—Adelante, gatito —dijo Jimin, dándome a entender que podía tocarlo—, hazlo mientras yo también me encargo de ti.

—E-está bien... —malditas mejillas, de nuevo sentía el calor en mi rostro, estaba seguro que en estos momentos me encontraba sumamente sonrojado, inclusive podía decir que todo mi rostro hasta las orejas estaba ardiendo en vergüenza.

Mi pulso tembló cuando acerque mi mano, pase en primera instancia la barra de jabón por sobre sus hombros, para luego pasarlo cerca de su cuello y por sus clavículas, después de aquello, fregué la esponja contra la barra de jabón para así crear más espuma, y cuando lo hice, la acerque hacia su cuerpo, frotándola con cuidado por sobre sus hombros, Jimin en aquel momento estaba concentrado pasando la esponja por cobre mi vientre bajo, haciéndome sentir levemente incomodo por sentir de nuevo sus dedos muy cerca de mi zona intima, maldición.

Aprete mis labios formando una línea recta, debía concentrarme en mis propias acciones y no en las de él, pero me era casi imposible, seguí pasando la esponja por el cuerpo de mi amante, rozando su pecho, enjabonándolo por completo, pasando por sus fornidos brazos con cuidado, sin ser brusco, y después de que había terminado con sus brazos baje la esponja por debajo de su pecho, hacia su abdomen marcado, y pasando la esponja por aquel torso bien formado, demonios, sentía que mi cara iba a explotar de lo avergonzado que me estaba sintiendo, pero debía de dejar de sentirme de aquella forma, debía controlarme, me sentía como un tonto adolescente hormonal al que por primera vez le hablan de relaciones sexuales, tan patético.

Me maldecía a mí mismo internamente, y pude haberme concentrado más en mis acciones de no ser por las acciones de Jimin, en un descuido mío, sentí como Jimin me rodeaba por la cintura, atrapándome en un abrazo con su brazo derecho y pegándome a su cuerpo enjabonado, mi corazón comenzó a latir en desenfreno y sentí como si la respiración se me cortará en ese momento, la mano libre de mi amante fue a dar a mi mejilla izquierda, acunándola con delicadeza.

Mi mirada fue a dar hacia Jimin, y parecía que el tiempo se hubiera detenido, ni siquiera podía escuchar el agua caer, sus ojos parecían totalmente hipnotizados al igual que los míos, y aquella sensación de calidez que invadía mi pecho se fue expandiendo, mis nervios y sentidos estaban al tanto de lo que pudiera llegar a acontecer ahora mismo, no sabía lo que podía llegar a pasar y eso era lo que me mantenía al tanto de él.

Su pulgar comenzado a dar caricias a mi mejilla, con mucha suavidad, apenas y rozaba mi piel con su dedo, lo vi entreabrir los labios para soltar un largo suspiro, joder, ¿qué demonios estaba pensando ese hombre? Quería saberlo, pero a la vez no, era extraño.

—Jim... —pero no me dejo terminar, sus labios se estamparon con los míos, solté un jadeo entre la unión de nuestros belfos.

Aquel beso... aquella unión de nuestros labios, no había sido para nada brusca, Jimin no movía sus labios con lujuria, no lo hacía como para querer provocar alguna otra cosa, no lo hacía con la intención de llevarme de nuevo a las sensaciones placenteras del sexo, si no que esta vez se sentía diferente.

Sus labios estaban con los míos, pero en intervalos de dos segundos los despegaba de los míos, provocando el chasquido de nuestras bocas al ser separadas, eran besos cortos, y demonios, sentía mis piernas flaquear cuando de nuevo unía nuestros labios, y sentí la emoción recorrer mi cuerpo cuando lo escuché soltar un suspiro entre los besos, estaba complacido, cerraba los ojos y yo también lo hacía, y aquellas malditas mariposas iban y venían en mi interior.

Cuando quería que volviera a juntar nuestros labios, él se separó más, indicándome que no me besaría de nuevo, solté un resoplido pequeño, y abrí los ojos encontrándome con su mirada, sus ojos marrones brillaban intensamente, quería hacer una fiesta en ese momento, pues sabía que me estaba mirando a mí, solamente a mí, y que yo era la causa de aquel brillo incomparable en su mirada, quería sonreírle y robarle un beso, quería que me abrazará y que no me dejase ir nunca más, pero no sabía si mis acciones serían las correctas.

—¿No que... sin segundas intenciones? —pregunte, mi voz apenas era audible, era como si estuviera diciéndole mi más profundo secreto.

—Ese beso... —dijo en voz baja, pero lo suficientemente audible para ambos—, no fue con segundas intenciones.

—Entonces —relamí mis labios—, ¿por qué lo hiciste?

Por favor, Park Jimin, sólo dilo, dilo de una maldita vez. Me estaba muriendo por dentro, quería que lo dijera, quería que mis sueños se hicieran realidad por una maldita vez en mi vida.

Quería que él dijera que me quiere, o por lo menos que le gusto, aunque sea un poco.

Sus labios se entreabrieron, pero ni una sola palabra salió de ellos, cosa que definitivamente había matado todas mis ilusiones por completo, lo escuche soltar un resoplido antes de regalarme una pequeña sonrisa y acercar sus labios hacia mi rostro, para después depositar un casto beso sobre mi frente.

¿Acaso esta era una clase de disculpa? Porque definitivamente era así como la había sentido en ese preciso momento.

—Hay que darnos prisa —dijo Jimin—, la reunión comenzará pronto.

Di un asentimiento, estaba decepcionado a pesar de que sabía que esa sería una respuesta sensata viniendo de él, no es como si Jimin fuese a declararse ante mí.

Solamente soy su sumiso, y debía hacerme a la idea y dejar de fantasear tonterías.

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