37

—¿Listo, gatito? —la pregunta de Jimin, me saco de mi propio mundo, dirijo mi mirada sobre él, está a unos metros de mí, y en sus manos lleva unos papeles, siento como la piel se me eriza en cuanto veo esos papeles en sus manos, sé lo que es—. Podemos iniciar cuando gustes.

Toma asiento a mi lado, me remuevo un poco en el mullido sofá, jamás pensé que tendría que firmar algo como esto, pero era ahora o nunca, más que miedo a lo que pudiera llegar a pasar en el futuro, estaba curioso, sumamente curioso, me sentía como un niño que le pregunta a su papá los nombres de cada una de las cosas que hay en la casa para saber todo lo que hay dentro y no equivocarse, y para aprender cosas nuevas, y estaba a punto de hacer lo mismo, de ver el mundo de otra forma muy distinta, de conocer su mundo.

—Está bien —le sonrió a medias y extiendo mi mano izquierda para que me entregue el contrato, y él lo hace, suelto el aire que sin querer estaba conteniendo por la nariz, y recargo mi espalda completamente sobre el respaldo del sofá y dirijo mi vista a las primeras palabras del contrato, no tardó en darme cuenta que tiene la fecha del día de hoy, escrita a mano.

—¿Tienes alguna duda al respecto con todo esto? —me pregunta Jimin, lo veo de soslayo, tiene una mirada seria, su rostro solamente me demuestra que está dispuesto a contestarme cualquier pregunta que yo pueda tener.

—¿Hasta cuándo harás durar esto? —le pregunto de inmediato, y no tardo en bajar las hojas de mi vista para poder verlo a los ojos.

Sé que allí, en ese contrato, dice que el lapso en que durará esto no será mayor a cinco meses, cinco meses en los que posiblemente me esté atormentando mentalmente por no querer que se termine, no quiero perder ninguna conexión con él, tengo miedo a que él me diga que todo esto por fin termino y que yo no quiera eso.

—El tiempo es hasta cinco meses —menciono Jimin—, debo aclarar que, no muchos llegan a soportar ese lapso de tiempo —trago en seco al escuchar eso—, dos meses —me dice—, dos meses serán los que te dé.

Entre abro mis labios, ¿dos meses? Joder, y más joder, ¿me está tomando el pelo? No es mucho tiempo, me siento todo un total loco al querer tener mucho más tiempo en una relación sado con él, inclusive me quiero reír de mí mismo, antes jamás hubiera querido que me dominarán por completo, antes me hubiera negado a tener sexo con mi jefe, pero, Jimin tiene un no sé qué, que te hace querer tener y experimentar todo con él, es inexplicable, pero me atrae, y no quiero dejarle ir con facilidad, no es como tener un buen polvo, esto es mucho más que eso.

—¿Piensas acaso que no soportaré más de dos meses? —pregunto desafiante, sin dejar de verlo a los ojos.

—Vas a suplicar tanto, que no querrás que vuelva a hacer algunas cosas —el escalofrío me recorre el cuerpo por sus palabras, ¿qué es lo que haces, Park Jimin? No lo sé—, no es cuestión de quien aguante más o no —sigue hablando—, es cuestión de cuidado, este contrato —señala las hojas en mis manos—, lo dice claramente, tengo que velar por tu seguridad, por tu bienestar como mi sumiso, no puedo simplemente hacer que lo firmes, que tenga un lapso de tiempo más largo y que tú, ya no soportes más, es tu primera vez firmando algo como esto, y no quiero que salgas lastimado o con una mala experiencia que te hará no querer volver a tener una parecida, ¿entendiste?

—Bien —suelto en un resoplido, estoy molesto, pero tiene razón, se supone que él va ver siempre por mi seguridad, por eso firmamos este estúpido contrato, para que yo no salga lastimado—, ¿qué me dices de la ropa, la comida y el maldito ejercicio?

—Podrás comer lo que gustes —me comenta y eso solamente me hace querer bailar de la felicidad—, pero —odio los peros—, en cantidades apropiadas, tu cuerpo esta saludable, por eso no tengo ninguna preocupación al respecto, comes a tus horas, eso es bueno, no tendré que vigilarte para que lo hagas.

—Eso es bueno —no puedo ni imaginarme a Park Jimin detrás de mí exigiéndome que vaya a comer o me va a dar unos azotes tan fuertes que jamás olvidaré, la sola idea me pone la piel de gallina—, ¿y la ropa?

—Como dice en el contrato, seré yo quien te dé un presupuesto para ropa, es ilimitado —mi hermana estaría bailando de felicidad si escuchara esto—, tus gustos en ropa son simples, elegantes, y no tan formales, me gusta —joder, ¿por qué le gusta todo de mí? Esto solamente me hace pensar en que Jimin me tiene como su mejor sumiso—, pero me gustaría ser yo quien también te compré cosas, por supuesto si me lo permites.

—Mientras no sea nada caro, está bien —no me gusta lo ostentoso, prefiero cosas que no sean tan caras, y que se vean lindas.

—Entendido.

—¿Qué me dices del ejercicio? —e deporte no es algo que se me dé muy bien que digamos, soy flojo, muy, muy flojo, podría hacerle competencia a un perezoso.

—Un amigo mío nos ayudará con eso —menciona Jimin tranquilamente—, es instructor y tiene un gimnasio, iremos con él.

—¿Iremos? —él da un asentimiento.

—Sí –da un asentimiento—, decidí que sería una buena idea poder ir y hacer ejercicio juntos, así no te sentirás incomodo mientras estés con mi amigo, y te vigilaré para que no hagas nada indebido.

—¿Cómo pagar a tu amigo para que me deje ir de allí? —él suelta una suave risa por mi comentario y da dos leves asentimientos como respuesta, me encanta cuando sonríe.

—Es un ejemplo muy bueno —menciono sin dejar de sonreír para después relamer su labio inferior—, pero sí, estaré acompañándote en todo momento.

No es tan malo como pensé, él estaría allí.

—Con respecto al lugar —prosiguió con sus palabras—, será aquí, en mi departamento, ya sea yo quien te traiga, o sea alguien más, estarás aquí, y obedecerás las condiciones que te di el día anterior, ¿las recuerdas, o debo repetirlas?

Las recuerdo con claridad. Entrarás a esa puerta que es su armario de ropa, me desnudaré y dejaré mi ropa en uno de los cajones a la derecha, después de eso, me dirigiré a la puerta de la izquierda, abriré, cerraré la puerta detrás de mí, y me colocaré sentado en mis piernas, con las manos sobre mis muslos, siempre con la cabeza agachada, sin mirarlo a los ojos, y esperaría a que él apareciera.

—Sí, las recuerdo —él dio un asentimiento.

—¡Perfecto! —dice animado para después mirar las hojas de nuevo—. Las palabras de seguridad, son importantes, tienes que tenerlas en cuenta en todo momento del acto, puede que sea un brusco algunas veces y eso sería un problema para ti, como mi sumiso, necesito tener la garantía de que las tendrás en cuenta para mantener tu seguridad.

—Las tendré en cuenta en todo momento, no son palabras difíciles —mencione, no es algo que no se pueda aprender a la primera oportunidad, todo lo que está escrito en el contrato se me había quedado muy grabado después de leerlo con cuidado, así que no tendría problema.

—Bien —menciona sacándome de mis pensamientos—, recuerda, tienes que decir 'medio' cuando sientas que estás llegando a tu limite, y 'alto' cuando sepas que la situación es demasiado difícil de resistir, me detendré de inmediato, ¿entendido?

—Sí —dije en respuesta y él frunce levemente el ceño al escucharme.

—Sí, ¿qué?

¿En verdad quiere que lo diga? Este hombre me quiere ver totalmente a su disposición a cualquier momento, me encanta.

—Sí, amo —dije al final y él da un asentimiento. Tendré que acostumbrarme a esto.

—Excelente, ahora —regresa su vista a mí—, con respecto a tus respuestas, ¿estás feliz con decirme de ese modo?

—Es mejor a decirte señor Park, no quiero sentirme como en el trabajo —Jimin da un asentimiento ante mis palabras—. Estoy conforma con decirte amo.

—Perfecto, ahora, como serás mi sumiso, debo decirte que los actos de disciplina son esenciales para que puedas mantenerte en tu papel, si veo alguna conducta que yo considere como inadecuada, me veré en la obligación de reprenderte a mi manera.

Trago en seco al escuchar eso, demonios, eso si que es una locura. Pero sus ojos brillan con una intensidad tan grande que me obligo a mí mismo a pensar que esto inclusive es para el bien de ambos, que no debe de haber ni siquiera problema alguno con estos actos, después de todo, tendré que asumir un papel de sumisión total, uno en el que tenga que obedecer las reglas de mi amo, uno en el cual me veré débil, pero no me molesta, es lo que quiero en estos momentos.

—Tus métodos de castigo deben ser muy duros —comento en voz alta.

—En efecto, el dolor es placentero, gatito —joder, aparto la mirada de inmediato—, un placer que no dudarás inclusive en querer tener siempre, no será un daño físico permanente, sin marcas, pero sí sufrirás en el momento, pero como dije, es para disciplinarte.

¿Está mal que quiera tener esa disciplina ahora? Demonios, Min Yoongi, quiero darme una bofetada ahora mismo, no me interesa si él está mirándome o no, quizás así me haga reaccionar a lo que estaba a punto de meterme, aunque no importaba cuanto me quisiera hacer reaccionar, pues ya estaba dispuesto a todo lo que pudiera mostrarme Jimin, de ahora en adelante.

—Está bien —dije por fin, estoy poniéndome nervioso, joder, pero quiero esto, no me interesa, son dos meses nada más, él lo dijo, aunque también está estipulado en el contrato que esto puede volver a negociarse para un nuevo acuerdo firmado, por supuesto si él y yo estamos de acuerdo con ello, y definitivamente pienso que lo estaremos—, firmaré.

—Muy bien, gatito —veo su mano dirigirse a la mesa, y veo que allí hay un bolígrafo, de inmediato lo toma en sus manos, mientras que yo dejo las hojas en la mesa para que él las tome, Jimin lleva su mano a los papeles y busca la última hoja, en la cual están nuestros nombres.

Lo veo firmar, rápido, coloca su firma de forma tan sencilla que me hace querer que el tiempo se detenga por unos minutos más, para cuando él termina de firmar, no duda en pasarme el bolígrafo, aprieto mis labios antes de tomarlo con mi mano derecha y me acomodo en el sofá para acercarme más a la mesa de centro frente a mí, Jimin desliza las hojas con sus dedos para acercarlas a mí, y veo su firma, la tinta sigue fresca, y veo el espacio con mi nombre en blanco, trago saliva antes de acercar mi mano a los papeles, recargo un poco mi mano, dejándola sobre el papel, miro el espacio, aquella línea que espera tener mi firma, mi consentimiento.

Arrastro el bolígrafo, y firmo, con cuidado, y cuando dejo el bolígrafo a un lado de las hojas, miro a Jimin.

—Muy bien, gatito —me dice Jimin—, de ahora y hasta que esto —señala las hojas sobre la mesa—, se termine, me perteneces.

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