45. Yoongi

Estar parado frente a aquella imponente edificación de nuevo se sentía como un verdadero dejavu, jamás en mi vida creí que volvería a poner un solo pie en este lugar y a decir verdad tenía miedo, y no era por el lugar, pues ya lo conocía a la perfección, pero... Kihyun, trague saliva con pesadez, quizás había sido una mala idea aceptar trabajar como el asistente de Park Jimin, no medí las consecuencias a pesar de que sé que Kihyun estará rondando por el edificio.

Cerré mis ojos por breves instantes, debía dejar el miedo atrás, el pasado siempre debe quedarse detrás, en las sombras y sin significado aparente, ahora debía estar con mi mente en el presente, debía dejarlo atrás y no pensar en ello.

Ingrese al edificio, encontrándome con varias personas en el camino, miraba con disimulo a algunas de ellas, esperando que por ningún motivo alguna fuera él, ciertamente no pensar en su presencia no era algo tan sencillo, sé que él ahora mismo se encuentra trabajando en esté lugar, y sé muy bien que no tardará mucho en reconocerme si es que llegamos a encontrarnos, pero no quiero verlo, ni siquiera conversar con él, porque sé que los recuerdos de aquella vez volverían a surgir en mi cabeza y no quiero que eso suceda.

Los latidos de mi corazón fueron en aumento, haciendo que escuchará ese retumbar en mis oídos, el nerviosismo se estaba apoderando de mi ser, jamás había experimentado tanto temor como ahora lo estaba sintiendo, pero era la verdad, estaba asustado, mirando a mis alrededores, a cada persona, cada objeto, cada posible salida para escapar, todo, absolutamente todo, esperando que al menos algo escuchará mis suplicas para evitar que me encuentre con él, necesitaba tranquilizarme, pero inclusive me estaba costando calmar mi respiración, el nudo en mi garganta se apretaba con fuerza y la necesidad de salir corriendo hacia el elevador se hizo presente y quizás lo hubiera hecho de no ser que una voz me detuvo.

—¡Aquí estás! —ese tono dulce, animado y lleno de confianza, y esas manos suyas cayendo sobre mis hombros, dándome un ligero apretón en cuanto tomaron mis hombros, mis pasos se detuvieron y él me hizo girar mientras seguía tomando mis hombros, eleve mi mirada encontrándome con su sonrisa, sus labios gruesos y esos ojos que desaparecían pro breves instantes cuando me sonreía, esas cejas delineadas y sus cabellos... él pinto su cabello, ahora era negro, ya no más rubio cenizo—. ¿En dónde te habías metido, Yoonnie? —me reclamo—. Le pregunte a tu hermana si estabas en casa y me dijo que ya habías emprendido viaje para ir al trabajo.

—Jimin... —sin querer su presencia había logrado que el desenfreno de los latidos de mi corazón se tranquilizará, el nudo en mi garganta desapareció y esa necesidad tan enorme de escapar se esfumo como la espuma en el agua, mi respiración errática se tranquilizo en un suspiro, el miedo... se había ido tan pronto como llegó.

—¿Por qué me ves así? —elevo una ceja antes de regalarme una sonrisa ladina—, pareciera que has visto a tu super héroe favorito salvar el día.

En realidad, no tenía nada de incierto, Park Jimin me había salvado sin que él lo supiera, y estaba feliz de que apareciera de esa manera tan repentina en el momento que más necesitaba salir de mis pensamientos y se lo agradezco.

—P-por nada —desvié la mirada en cuanto deje de sentir sus manos sobre mis hombros, esté hombre podía hacerme sentir tan seguro y a la vez tan tímido—, ¿por qué fuiste por mí? Se supone que yo tengo que venir, además no es como si trabajáramos juntos.

—Por si no lo recuerdas, gatito, trabajaremos juntos desde ahora —volví a mirarlo.

—¿Acaso no dejabas que tus empleadas descansaran? —él me regalo una sonrisa ladina—. Eso es explotación laboral.

—Soy un hombre ocupado, hermoso —me dijo antes de soltar un suspiro—, mis exigencias con mis asistentes son grandes, deben estar para mí la gran parte de su tiempo, el descanso está permitido, pero es casi imposible.

—Ni creas que trabajaré para ti a media noche —fruncí el ceño y sin poder evitarlo inflé ligeramente mis mejillas, él soltó una risa corta antes de comenzar a caminar para alejarse un poco de mí.

—No veo el por qué quejarse —lo seguí con la mirada—, además —me miro por sobre su hombro—, puedo requerirte para asuntos distintos a media noche —y esa sonrisa ladina suya volvió a aparecer y estaba acompañada por su lengua que salía de forma traviesa de su boca, sus cejas se elevaron con diversión.

Sé de lo que está hablando, pero ¿en verdad esté hombre no sabía lo que es discreción? Sentí como los colores volvían a mi rostro de un solo golpe, mis orejas estaban calientes debido a la vergüenza que sentí por sus palabras, pero debía admitir que aquella forma que tiene de jugar con mis emociones me fascina.

—¡E-eres un...! —ni siquiera me dejo terminar.

—Apresura el paso, Yoongi —me dijo mientras se disponía a seguir caminando rumbo al ascensor—, no me hagas perder el tiempo.

—Idiota —susurre por lo bajo.

—¡Te escuche! —aprete los dientes con fuerza, tendría que soportarlo, pero no era algo que no haya hecho antes.

Apresure mis pasos para estar detrás suyo, pude admirar su imponente presencia ante las personas a nuestro alrededor, pues de inmediato dejaban lo que hacían para saludar con una reverencia, le daban los buenos días, la saludaban con mucha cortesía, evitaban mirarlo a los ojos, podía ver lo mucho que admiraban a esté hombre, Jimin les devolvía el saludo con una leve inclinación con la cabeza, mientras seguía dirigiéndose al ascensor.

Escuche los murmullos después de que él pasará, la mayoría eran de algunas mujeres que le habían saludado, todas estaban impresionadas de lo bien que se veía con el cabello pintado de su color natural, oscuro como la noche misma, y no podía estar más de acuerdo, inclusive con el traje que portaba ahora se veía mucho más elegante, sus cabellos habían crecido un poco más y se le ondulaban levemente las puntas del mismo, llevaba la frente despejada pero de vez en cuando pasaba su mano por sus hebras oscuras peinándolas hacia atrás.

—Usualmente mis anteriores asistentes ocupan agendas especificas para tratar con mis asuntos, así que quiero que hagas lo mismo —dijo en cuanto nuestros pasos se detuvieron frente al ascensor—, deberás ocupar dos.

—¿Quién necesita de dos agendas? —pregunte en voz alta sin pensarlo mucho y él me regalo una sonrisa.

—Gatito, pronto sabrás la razón —el ascensor abrió sus puertas, ninguna persona estaba dentro, así que decidimos ingresar—, como sabes usualmente quien ocupa el ascensor soy yo, pero —me miro en cuanto me coloque a su lado derecho—, serás la única excepción por el hecho de que ahora serás mi asistente.

—Nunca vi que hicieras lo mismo con las demás —señale haciendo que él me mirase de soslayo—, y sé que dirás que a mí me darás otro trato, pero —solté un suspiro—, en realidad no quiero problemas y...

—Soy el jefe aquí, encanto —las puertas del ascensor se cerraron—, no deberías de preocuparte por pequeñeces como esas, estoy a cargo en esta empresa, soy quien la dirige y lo que haga o no haga con otras personas es asunto mío y no de los demás, mientras está empresa no pierda entonces lo demás puede pasar desapercibido.

—Entiendo —sonreí levemente, ciertamente esté tipo de trato no me gusta en lo absoluto, pensar en que posiblemente los rumores se extiendan me daba algo de temor, pero, sí él decía que todo estaba bien, entonces debo creerle—, ¿qué se supone que hacen tus asistentes la mayor parte del tiempo?

—Agendar mis reuniones con empresarios, entregarme documentos importantes, acompañarme para saber lo que haré en el día —se encogió de hombros sin mucho interés—, el trabajo es variado y no es complicado.

—Pero siempre dicen que eres un exigente de primera —mencione y él giro su rostro en mi dirección.

—Lo soy.

—¿Debo preocuparme por mi bienestar? —lo mire y él solamente se dedico a soltar una suave risa—. Hablo en serio, Park.

—Tranquilo, no es como si quisiera que terminases tan cansado —sus brazos se cruzaron por sobre su pecho—, necesito que tengas suficientes energías para atenderme como tu novio.

—¡N-ni siquiera me has pedido que seamos...! —me interrumpió.

—No veo por qué tengo que pedírtelo —giro sus pies sobre sus talones y empezó a avanzar hacia mí, maldición, ahora mismo estaba odiando estar encerrado con él en este espacio tan pequeño que es el ascensor, mi lengua se pego con brusquedad al paladar en cuanto lo vi seguir avanzando hacia mí, comencé a retroceder, aunque sé que es inútil—, ¿debo recordarte las veces en que te poseí tus labios con maestría? ¿Las muchas veces en que nos unimos en cuerpo y alma, gatito? —¡mierda! Mi espalda por fin choco contra la pared metálica, y él no dejaba de acercarse—. ¿Lo has olvidado todo? —tragué con pesadez, su presencia invadió por completo mi espacio personal, mi cuerpo tembló en cuanto sentí como sus manos se apoderaban de mi cintura—. Sí es así —su voz hablo bajo, y lo mire a los ojos, esos oscuros ojos llenos de deseo miraron hacia mis labios, el tono de su voz era cada vez más bajo, como si quisiera decirme un secreto, murmuro bajo y con esa leve gravedad en la misma—, puedo hacerte recordarlo en un instante.

Sentí como se me iba el aliento en cuanto escuche sus palabras, cerré mis ojos con fuerza cuando vi sus intenciones, él acerco su rostro hacia el mío, planeaba robarme un beso, puede que esté acostumbrado a sus acciones tan precipitadas, pero está vez me sentí totalmente indefenso ante él, cuando sentí su aliento chocar contra mis labios, las puertas del ascensor se abrieron de par en par, pero el beso no llegó.

—Llegamos —me anuncio con ánimos y yo abrí los ojos en grande, él se había apartado, y ni siquiera lo había sentido abandonar mi espacio personal, demonios—, vamos, Yoongi, no te quedes allí y sígueme.

—S-sí —dije en voz baja antes de salir del ascensor, el calor en mi cuerpo me estaba molestando, miré a Jimin quien caminaba de lo más normal como si nada hubiera ocurrido hace menos de cinco minutos.

Ahora sé que ser su asistente será más difícil de lo que pensé, pero ya había aceptado el trabajo, así que debía dar mi mayor esfuerzo, aunque eso significaba también tener a ese revoltoso sadista a mi alrededor dándome ordenes como si no hubiese un mañana, solté un largo suspiro para tratar de calmarme, al menos podría sentirme mejor cuando sea el descanso, aunque dudo mucho que él quiera que me aparte de su lado.

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