42. Jimin

Cuando entramos los recuerdos me azotaron de inmediato, era inevitable, la mayor parte de mi vida había estado en esa casa, puede que para Yoongi y para muchos otros se les hiciera un castillo, es una mansión lo sé, pero para mi se trataba de un hogar acogedor al que podía acudir cuando me sentía necesitado de volver a sentir la calidez familiar, aunque aquella sensación podía volver a experimentarla con Yoongi. Mi pequeño es esa seguridad y calidez de hogar que hace que me sienta mucho más feliz.

—¡Me alegra que lo trajeras! —la voz de mi madre me saco de mis pensamientos, su radiante sonrisa más aquel comportamiento tan extrovertido y lleno de energía me sacaba una sonrisa, ella siempre ha sido así a pesar de las dificultades y los problemas—. Mi pequeño mochi trayendo una pareja a casa —soltó un chillido emocionada—, es tan inusual que parece ser un sueño.

—Ya mamá —canturree, me sentía extraño, era como una leve incomodidad que me gustaba pero a la vez se sentía rara—, avergonzarás a Yoongi si sigues así.

Mi madre soltó una risa y siguió su camino por el pasillo, los golpeteos de sus tacones eran casi silenciados por el alfombrado vino que cubría el piso del pasillo, nos adentramos más, y nos comenzaron a rodear algunas pinturas las cuales pertenecían a mi padre, su colección privada de artistas modernistas y algunos que querían hacer obras de arte similares a las de Piccaso, también había un par de retratos familiares, los cuales eran pinturas, mi padre siempre ha tenido un gusto enorme por las obras de arte, sobre todo por las pinturas, los cuadros familiares debían ser retratos a mano con pinturas de la más alta calidad.

Mi curioso compañero no dudaba en mirar de un lado a otro mientras sus labios se entreabrían levemente, sus ojos brillaban en demasía demostrando todo ese fascinante asombro que estaba experimentando al ver todo a su alrededor, sonreí y al igual que él me permití mirar más a detalle, como siempre mi madre mantenía el lugar decorado con vegetación artificial, las plantas que relucían fulgurantes hojas y follajes verdes y las flores como las orquídeas mariposa de colores blanco, morado y amarillo parecían realistas, además de las brillantes flores de los anturios de color rojo vivo que hacían que la decoración fuese más elegante, los jarrones y floreros que las portaban eran de cerámica reluciente en la que se detallaban dibujos de paisajes del viejo oriente japones con detalles de personas, sobre todo de mujeres vestidas en elegantes kimonos.

Detuve mis pasos al escuchar una risa casi inaudible, y mire a Yoongi a unos pasos casi terminando el pasillo, miraba un retrato, mi retrato, coloque mis manos detrás de mi espalda y me encamine hacia él, mi gatito mantenía una mano cubriendo sus labios, quizás para evitar que la risa saliera por sus belfos, pero sus ojos se mantenían risueños, sonreí levemente y cuando estuve detrás de él, me incline por sobre su hombro derecho y le hable suave en un susurro, como si le estuviera diciendo el más grande de los secretos.

—¿Qué es tan gracioso, amor? —casi pude sentir como su cuerpo se paralizaba cuando mi aliento choco con su blanca piel, sonreí al percibir su nerviosismo. Eleve la mirada encontrándome con el retrato que habían pintado de mí—. Ah, ¿con qué riéndote de tu amo?

—Oh, cállate —susurro Yoongi mientras dejaba libre sus labios—, solamente pensé que te ves tierno —sonreí ladino—, es extraño ver que siempre te ha gustado usar trajes.

—No siempre —solté un suspiro—, de hecho quien pinto este retrato te lo puede decir muy bien, gatito —él me miro por sobre su hombro—, en ese tiempo tenía cinco casi seis años, detestaba que me hicieran usar trajes, siempre mi padre le gustaba llevarme a esas típicas cenas de negocios con él a pesar de que sabía que solo me trataba de un niño pequeño, eso no le importaba, quizás quería que amara el concepto de las cenas de negocios.

—Ahora veo porque tanto odio hacia esas cenas —di un asentimiento a sus palabras—, pero, ¿por qué dices que quien pinto este retrato...?

Lo interrumpí.

—Porque en ese tiempo me pidieron quedarme quieto, vestido con ese espantoso traje azul cielo y con esa corbata intolerable por un par de horas solamente para que me hicieran una sesión de fotografía para que no anduviera inquieto posando para el retrato —solté un suspiro—, tardaron en que me quedase quieto, porque no podía soportar la idea de quedarme quieto.

Yoongi soltó una risa al escucharme.

—Que rebelde, mochi... —recalco el apodo tan cariñoso que mi madre tenía para mí y yo eleve una ceja al escucharlo—, ni creas que dejaré de decirte así en lo que estamos aquí.

—Pues si no lo haces, entonces —sonreí ladino y me aproxime más a su cuerpo, chocando mi pecho con su pequeña espalda, Yoongi dejo de reír al sentir nuestra cercanía, mis manos apresaron sus pequeñas caderas haciendo que se tensará en su sitio debido a mi tacto, y acerque mi rostro detrás de su oreja, mis labios rozaban ligeramente el contorno de su oreja izquierda—, entonces... —continúe—, está noche no terminará muy bien para ti, gatito.

Lo escuche tragar con pesadez y me permití sentirme satisfecho por esa reacción, el leve temblor en su cuerpo me hacía sentir completamente excitado.

—¿A q-qué viene eso? —pregunto en voz baja.

—Pues —apreté levemente sus caderas y lo apegue más a mi cuerpo, soltó un chillido pequeño ante la sorpresa de mis acciones—, a que si sigues llamándome por ese ridículo apodo, lo pensarás mejor, o dime, bonito —sonreí en grande—, ¿te gusta cuando tu amo te castiga duro?

—N-no... —Yoongi sigue siendo tan dócil, tan sensible y tan sumiso que me fascina, aunque me gusta más cuando me pide que lo haga mío.

—¿En serio no te gusta? —comencé a bajar un poco más mis manos, apretando levemente su figura—. Porque me he dado cuenta que te gustan los castigos, podemos jugar un poco con los látigos, o las cuerdas, o algo más.

—D-deberíamos ir con tu madre —evitándome de nuevo, sé que esta nervioso, me encanta ponerlo así de nervioso.

—Esto no se quedará así, gatito —lo solté y escuche como soltó un ligero resoplido, aliviado de que lo dejase en paz—, si vuelvo a escucharte llamarme por ese apodo, créeme que no te dejaré dormir, a menos no tan tranquilo.

Yoongi se giro sobre sus pies para encararme, su ceño estaba levemente fruncido y parecía indicarme que no me entendía del todo.

—¿Por qué tendría que hacerlo? —al parecer mis advertencias no fueron las suficientes—. Yo siempre te he dicho que dejes de llamarme gatito y no lo haces, ¿por qué yo debería dejar de decirte mo...? —se detuvo, es consciente de que si lo dice de nuevo es su perdición, y en verdad deseo darle un poco de disciplina, mis métodos para darle una lección son sumamente atractivos para todo su ser.

—En la cama no veo que te moleste mucho que te llame así —abrió sus labios, dispuesto a protestarme, pero no dijo nada, a cambio me regalo un enorme sonrojo en su rostro que poco a poco iba creciendo y acentuándose cada vez más, y su ceño volvía a fruncirse un poco más, sonreí divertido al ver esa impotencia en todo su ser, tan adorable.

—E-eso, e-e-eso... —solté una risa al verlo—, a veces eres un idiota, Park Jimin.

—¿Ahora me insultas? —negué divertido con la cabeza—. Mal, muy mal, gatito, eso solamente amerita un castigo aún mayor.

—¿Qué carajos?

—Otro insulto más y no tendré piedad contigo, cariño.

—Eres un... —y cerro su boca, eleve ambas cejas, podría acostumbrarme a esto.

—Muy bien, estás aprendiendo, pero eso no te salvará de un par de azotes después de la cena —y comencé a caminar de nuevo, escuchando balbuceos sin coherencia de parte de Yoongi, casi como un berrinche, no quise reírme de él ahora mismo, porque en verdad es adorable en todos los sentidos.

Amo tanto que me desobedezca, y no debo desaprovechar cualquier oportunidad que se me presente. Está sería una cena muy, pero muy larga, y definitivamente no dejaría en paz a mi Yoongi.

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