27. Yoongi
La comida francesa no es algo que pueda decir que conozco, porque sinceramente, apenas y conocía algunas comidas que provienen de aquel país, pero jamás creí que cerca del condominio de departamentos donde vivo estaría un restaurante como este, el lugar aparentaba ser un edificio más en la ciudad, sin algo aparentemente atractivo a la vista que te indicase que allí se encontraba un lugar en donde podías saciar las ansias de comer, Jimin me había indicado que podía pedir lo que quisiera del menú, desafortunadamente todo lo del menú estaba en francés.
¿Acaso los de aquel restaurante pensaban que todos allí en Seúl conocían las palabras escritas allí? ¡Por supuesto que no! Ni siquiera yo puedo hacerlo, aunque, suponía que más de la mitad de las personas en el restaurante lo hacían, porque pedían calmadamente y algunos ya tenían sus platillos servidos, para Jimin no fue difícil ver mi desconcierto ante la amplia gama de platillos, así que no dudo en ayudarme, haciendo un pedido idéntico al suyo, lo agradezco, porque al menos me había hecho olvidarme del asunto y eso hacía que me sintiera mucho mejor.
Moules frites, el platillo había consistido en un montón de mejillones en caldo, además de unas patatas fritas bañadas en salsa de cebolla dulce y queso, no estuvo tan mal, aunque pensaba que esto sería asqueroso, ambos habíamos terminado ya de cenar, me encontraba sentado justo frente a Jimin, mientras que nuestras copas llenas de vino blanco espumoso se mantenían casi intactas, el alcohol agridulces jamás ha sido de mis favoritos, y aunque quería evitar beber del vino, no podía, y más porque Jimin me estaba poniendo algo nervioso con su compañía.
Tenerlo lejos durante estos meses me había afectado demasiado, y más porque ahora me sentía incapaz de conseguir que su mirada dejase de intimidarme, demonios, puede que estemos rodeados de otros comensales, pero me siento totalmente acorralado, es como si estuviera siendo una indefensa presa dentro de la jaula del depredador.
—Yoongi —mis sentidos se pusieron alerta al escucharlo hablar—, sé que apenas te mencione lo del empleo, pero me gustaría saber tu respuesta —sus oscuros ojos estaban puestos sobre mí—, ¿qué dices? ¿Aceptarás?
Aceptar trabajar con él, a su lado, como asistente, negué levemente con la cabeza, no puedo aceptar algo como eso, sería un suicidio para mí.
—N-no —apenas salió eso de mis labios, maldita sea, ¿cómo es que ese hombre puede ponerme nervioso con sólo su presencia? Ni siquiera estamos tan cerca uno del otro—, trabajar a tu lado de nuevo no está en mis planes.
Aquel hombre de cabellos rubios cenizos soltó una suave risa ante mis palabras, relamió sus labios levemente antes de recargar sus codos sobre la mesa, en ningún momento su mirada se aparto de mí, trague saliva con pesadez y aprete mis muslos levemente, quiero irme, quiero que me lleve a mi departamento y así poder estar más tranquilo, aunque algo dentro mío esta celebrando una y otra vez por tener la mirada de ese hombre tan atractivo, joder, soy un caso perdido.
—Lamento decirte que yo si lo tengo en mis planes —su voz era levemente más grave—, escucha, ser mi asistente te beneficiará.
—No lo creo —solté una risa corta llena de nerviosismo—, he visto y escuchado como tratas a tus asistentes, ¿crees que me gustaría recibir el mismo trato?
—¿En verdad crees que te trataría como a ellas? —joder, trague saliva, entrecerró levemente sus ojos—. ¿Me crees capaz de tratarte así, gatito? —soltó un pequeño resoplido—. Me impresiona que lo creas, porque sinceramente, no sería capaz de tratarte del mismo modo —ladeo levemente su cabeza—, es más, sería muy considerado contigo, gatito.
—¿Considerado, dices? —dio un asentimiento, ¿por qué tan siquiera lo estoy pensando? Jimin siempre ha sido un jefe demasiado estricto, y a pesar de que trabajé en la empresa, no pude ver en su totalidad lo autoritario que puede llegar a ser con los demás, sólo tuve una pequeña probada, y eso es todo, jamás lo vi dando ordenes estrictas a los demás, todos en la empresa le temen, y eso es lo que más me asusta a mí, porque este hombre me quiere como su asistente, y eso no puede ser nada bueno—. No creo estar muy seguro de aceptar.
—Vamos, gatito —sonrió ladino—, ¿por qué no lo harías?
—Eres demasiado exigente —mencione—, todos en la empresa siempre lo dicen, también dicen que eres un jefe bastante cruel con los empleados, Jimin, todos te tienen miedo en ese lugar —por un momento pensé que se vería sorprendido por mis palabras, pero en cambio, volvió a sonreír ladino, con suficiencia, como si le estuviera dando un cumplido, podía ver el enorme orgullo que se cargaba por mis palabras.
—En efecto lo soy —su tono de voz volvió a erizar mis cortos cabellos de la nuca—, mis exigencias deben ser validas al igual que mi enojo en cuanto se trata de un trabajo, mis empleados me temen, me aborrecen —se encogió de hombros—, pero eso no me hace querer mandarlos al infierno a todos, sólo lo hago con las personas ineficientes.
Aparte mi mirada, sí, estoy consciente de eso, ni siquiera sé cuantas personas fueron despedidas en la empresa, pero sé que seguramente los asistentes personales de Jimin, han sido los que más han salido de la empresa, este hombre tiene estándares alto en cuanto a un empleado eficiente se trata, y cualquier error que cometa así sea el más mínimo, a él lo afecta, y por supuesto seguramente cree que también afecta a la imagen de la empresa, lo que hace que todo se vuelva un desastre, es comprensible, después de todo él es el jefe, el dueño del imperio que creo su padre, y no puede dejar que por un pequeño error todo se vaya por la borda.
—Lo estás pensando demasiado, gatito —sus palabras me hacen dejar mis pensamientos de lado, vuelvo a mirarlo a los ojos, Jimin sostiene la copa de vino en su mano derecha, mueve su muñeca en círculos haciendo que el liquido dentro de la copa baile al compás de sus movimientos—, escucha, gatito, no sé que tengo que hacer para convencerte, pero —relamió levemente sus labios—, estoy dispuesto a hacer lo que sea para hacerte venir a trabajar a mi lado.
Mierda. Trago grueso con pesadez, su voz era suave, llena de arrogancia, como si supiera que tarde o temprano terminaría por convencerme por completo, he de admitir que lo he pensado un poco, pero, no estoy seguro de si sea una grandiosa idea, puede que incluso Jimin no solamente quiera que este con él porque soy eficiente en cuanto a mi trabajo, lo sé, puedo ver en sus ojos que no solamente me quiere tener allí como un empleado más en su empresa, me siento como la primera vez que me dijo que me quería para asuntos fuera del trabajo, y demonios, no me agrada obtener de nuevo este miedo y nerviosismo en mi interior.
—No vas a lograr convencerme, Park —dije por fin, sintiendo un poco de valor dentro de mí, aunque se esfumo de inmediato en cuanto mire a Jimin elevar una ceja.
—¿Estás seguro que no puedo? —aprete mis labios con fuerza—. Mi trabajo especial siempre ha sido convencer, gatito, y créeme cuando te digo que puedo convencerte a mi manera.
¿Su manera? Pego mi lengua con fuerza contra mi paladar, siento que inclusive la ropa que llevo puesta me esta apretando demasiado el cuerpo, joder, me siento incomodo, sus ojos fieros me hacen sentir incomodo, porque siento como si estuviera estudiando más allá de mi ser y quiere buscar una buena manera de convencerme, estoy asustado, pero a la vez me siento curioso, este hombre sabe que hacer para convencerme y ese hecho em asusta demasiado pero a la vez me hace querer saber lo que puede hacer para que por fin acepte sus condiciones.
—¿A tu manera? —murmuro por lo bajo y él alcanza a escucharme, porque no tarda en dar un pequeño asentimiento con la cabeza—. ¿Qué planeas exactamente, Park?
—¿En verdad quieres que te lo diga? O... —hizo una pequeña pausa, inclinándose un poco más hacia el frente, haciéndome cerrar mis labios los cuales ni siquiera me percate que estaban entreabiertos—... ¿no prefieres mejor que —bajo su mirada hacia mis labios—... te lo demuestre?
—¿Qué insinúas? —pregunte.
—Mira, amor, puedo hacerte caer ante mi petición en unos instantes, sólo déjame actuar —llevo mi mano hacia mi nuca, rascándola levemente, demonios, las palmas de mis manos sudan, mi pulso tiembla levemente, ¿qué es exactamente lo que quieres, Park? Sé lo que es, pero no quiero ni siquiera pensarlo a pesar de que sé lo que quiere hacerme—, ¿qué dices, gatito? ¿Me dejas convencerte?
¿Dejarlo?
Demonios, quiero que lo haga, sí, quiero que lo haga, joder, me siento como un niño pequeño que esta esperando por el postre más dulce y exquisito que puede haber en el menú de un restaurante, deseándolo, queriéndolo en mis manos, anhelando por tocarlo y disfrutarlo al máximo, joder, en verdad quiero que Park Jimin me convenza.
—Hazlo... —dije por fin, tomando la decisión más rápida de mi vida, una que definitivamente quiero experimentar.
—En ese caso, es hora de pedir la cuenta, mi gatito —joder, ¿por qué ese apodo ya no me parece tan ridículo? Me está gustando más de lo que debería.
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