Capítulo Único.

Te doy la bienvenida a mi one shot para #JingleTales de 143sayplease

Te dejo por aquí (en comentarios) una playlist que he hecho para leer esta historia. Recomendación: NO escuchar en aleatorio, las canciones están ordenadas.

No había día que Hyunjin no se preguntara qué había hecho con su vida.

Nunca imaginó que el día de Nochebuena haría un delito tan grande como el que estaba a punto de cometer, aunque quería culpar a su pasado de encontrarse en esa situación. Miró por la ventana y soltó un suspiro observando como la nieve caía sobre los tejados de las casas de al lado.

Se fijó en su figura frente al espejo; vestía totalmente de negro, chaqueta de cuero, pantalones ajustados para poder moverse sin problemas, un pasamontaña, un par de guantes y un cinturón con herramientas. Se fijó en su propio cabello, también negro como la noche. Su mirada era fría y oscura, lejos de cualquier brillo de esperanza o felicidad que había tenido años atrás.

El espejo reflejaba la expresión perdida que tenía. Sentía como su cabeza deambulaba en cualquier recuerdo que no debía pensar en esos momentos, y se sentía culpable por no poder evitarlo.

—Estás muy pensativo. Sé que estas fechas son difíciles pero no puedes estar distraído. —Su compañero y amigo desde hace años le tocó el hombro. Se hacía llamar J.One ya que nadie en esa organización tenía permitido usar su nombre real. Ahora ambos miraron su reflejo en aquel espejo. Han tenía una mirada más viva que Hyunjin, había conseguido conservar aquel brillo en sus ojos que demostraba que no era un muerto en vida.

Entraron en los "Tiburones Blancos" el mismo año con dos meses de diferencia. Ambos eran conscientes de que tenían pasados horribles que les habían obligado a unirse a esta banda rebelde con el único propósito de subsistir, por lo que habían hecho un pacto silencioso de no hablar sobre quiénes habían sido.

—¡Miau! —Su tercer compañero, conocido como Lee Know, entró en la sala mirándolos con una mirada divertida. A pesar de ser el más grande, con unos músculos y fuerza que aterrorizaban a cualquiera, tenía su lado infantil y divertido—. Estáis preciosos con la ropa para la misión, oh sí —Lee Know era un par de años mayor y era conocido como "la fuerza bruta" del trío. Los tres se habían vuelto cercanos, les asignaban múltiples misiones juntos por lo bien que trabajaban—. ¿A dónde vais con esas caras largas? ¡Mañana es Navidad!

Hyunjin bufó, estas fiestas solo le recordaban lo que le faltaba. Al entrar en los Tiburones Blancos su vida dio un giro de ciento ochenta grados. No volvió a sufrir por la comida, incluso podía permitirse comprar ropas y artículos de marca, consiguió lo que en todos los años de su niñez y juventud soñó; lujos y comodidades. Pero no todo se conseguía gratis, y las cuestiones que empujaron a Hyunjin a entrar en aquella banda lo demostraban.

¿Quién tenía ganas de celebrar la Navidad sin su familia? El hombre violento y abusivo que tuvo como padre los abandonó el día de su cumpleaños número doce. Hyunjin vio como su madre tenía varios trabajos a la vez para poder mantenerlo a él y a su hermana pequeña durante años. Cuando su progenitora enfermó un invierno y aquella enfermedad acabó arrebatándola de su lado, Hyunjin sintió su alma partirse en dos, sabiendo que nunca más volvería a ser el mismo.

Hyunjin vivió la muerte de su madre a sus diecisiete años, quedándose solo con su pequeña hermana, Yeji, pero tampoco pudo mantener su compañía. Su hermana fue enviada con unos tíos lejanos que ni siquiera conocían.

Siguieron preparándose y las manos de Hyunjin temblaron un poco cuando sostuvo sus gafas. Con sus veinticinco años sufría presbicia, la pérdida de la capacidad de enfocar objetos cercanos. Su vista cansada no le dificultaba cumplir sus tareas en la misión ya que sería capaz de desactivar la alarma con los ojos vendados, pero tenía prohibido utilizarlas.

No lo pensó dos veces y guardó sus gafas en la bolsa que cargaba con él cuando escuchó a su jefe, Christopher Bang, entrar en la sala. Los tres chicos se colocaron en fila frente a él, haciendo una reverencia. Christopher sonrió de lado y le dio una calada a su cigarro.

—Brigada Delta —Su voz era seria pero tranquila, los miró uno por uno y se detuvo frente a Hyunjin—. En mis cincuenta años de vida he visto a un Tiburón tan dedicado y leal como tú. Sin duda eres mi favorito, Sam. Cuando tenía tu edad, cobré una vida por primera vez. Nada me haría más feliz que hoy aprovecharas la oportunidad e hicieras lo mismo —Bang rio con suavidad, mientras los otros tres chicos se quedaban rígidos frente a él. Dio otra calada y se inclinó hacía Hyunjin, echándole el humo en la cara—. ¿Estás listo?

Hyunjin solo pudo asentir varias veces, emocionado. Christopher mantenía una expresión dulce y una sonrisa orgullosa. «Su favorito. Soy su favorito», repetía el menor en su cabeza. Era consciente de la preferencia que tenía su líder con él y eso solo le hacía querer satisfacerlo en todo lo que podía.

Christopher acogió a Hyunjin cuando su mundo se cayó. Cuando decidió abandonar sus estudios con diecisiete años, cuando le arrebataron a su querida hermanita. Al principio recibía misiones más fáciles por su juventud e inexperiencia, pero luego fue participando en robos y asaltos cada vez más grandes.

Al principio los Tiburones Blancos le prometieron, tanto él como a los demás jóvenes que iban entrando en la banda, que luchaban contra la corrupción del gobierno y del sistema económico en el que vivían, el cual solo empobrecía a las clases bajas. Pero con el pasar de los años Hyunjin descubrió que no era más que una tapadera para atraer a otros jóvenes que luchaban por subsistir, con hambre de justicia para aquel mundo que había sido tan cruel con ellos.

Aquella banda que ahora consideraban su familia se dedicaba a robar, atacar inocentes, tráfico de armas, entre otros crímenes... Y aunque ya no estuviesen de acuerdo con la moralidad del grupo no podían hacer nada. Quien se unía a los Tiburones Blancos abandonaba todo contacto con el mundo exterior, cortando lazos con todo lo que no tuviera que ver con la banda.

—Perfecto —Christopher tomó con su mano libre el mentón de Hyunjin, agarrándolo con algo de fuerza. Su expresión cambió, la dulzura abandonó su rostro y sus ojos atravesaban con dureza al contrario—. Necesito que lo hagas bien, necesito ese dinero —Hyunjin contuvo la respiración y volvió a asentir efusivamente ante el tono frío y escalofriante de sus palabras. La admiración en sus ojos se transformó en miedo—. Ya sabes las consecuencias de estropear todo esto. Te prometo, Sam, que si algo sale mal por tu culpa te lo cobraré en dientes.

Hyunjin tragó saliva y la ausencia de su colmillo superior derecho le recordó la veracidad de las palabras de Christopher. No era perfecto y como cualquier ser humano cometía errores, pero ahí estaba su salvador, su ejemplo a seguir, su jefe, para recordarle que no podía fallar. Bang no dudaba en usar la violencia para dejar las cosas claras.

Christopher lo soltó de forma brusca, haciéndole tambalear. Volvió a mirarlo con orgullo, Hyunjin le devolvió el gesto con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Pero sé que no será necesario. Lo harás perfecto —siguió hablando Christopher. Miró a los tres chicos frente a él por última vez y les dio la espalda, caminando hacia la puerta —. En diez minutos os vais. Os quiero listos y metidos en la jodida furgoneta para entonces.

J.One conducía la furgoneta negra sin ventanas mientras Hyunjin y Lee Know iban en la parte de atrás sin cinturón de seguridad ni asientos.. No hablaron durante el viaje, cada uno lidiando con sus pensamientos, recordando lo que debían de hacer.

El plan era simple, contaban con un bazar falso cerca del banco. Era una tapadera que realmente funcionaba como una tienda para no levantar sospechas. Gracias a un canal subterráneo en el que habían trabajado durante todo el año, llegarían hasta el corazón del banco.

Entraron a la tienda y saludaron al dependiente, quien también formaba parte de los Tiburones Blancos. Caminaron hasta la puerta de acceso privada para los trabajadores, desbloquearon el acceso con su huella dactilar y bajaron unas escaleras llegando al túnel.

Era un pasillo pequeño y estrecho, sus compañeros pasaban sin problemas, pero Hyunjin tuvo que agacharse un poco por su altura. Caminaron durante media hora por el canal , a sus pies estaban los paquetes de dinamita que habían sido colocados meticulosamente. Cuando completaran el robo, detonarían los explosivos por control remoto, destruirían cualquier conexión del banco con su tienda y cualquier prueba de que los Tiburones Blancos tenían alguna relación con el crimen.

Lee Know miró hacia atrás para ver a Hyunjin con una sonrisa. A pesar del ambiente agobiante por el poco espacio que tenían y la oscuridad que solo era iluminada por las linternas que tenían entre sus manos, Lee Know se mantenía emocionado.

—Tardamos meses en cavar este túnel para que luego lo vayamos a destrozar ¡Boom! —Con sus manos simuló una pequeña explosión, separando sus dedos—. ¿No es irónico, Sammy?

Hyunjin suspiró, irritado, quería fingir indiferencia por la situación pero su cuerpo no dejaba de temblar. No estaba de humor para soportar a su compañero, Lee Know sabía de sobra cuánto odiaba el apodo "Sammy".

—Es la regla. No podemos dejar ningún rastro.

Finalmente, subieron por una improvisada escalera, llegando al cuarto de la limpieza del banco. Tras muchos estudios se dieron cuenta de que aquel lugar era el ideal para esperar a que todos los trabajadores abandonaran sus puestos. Apartaron una baldosa y salieron del suelo para ir colocándose lentamente por la pequeña habitación llena de productos de limpieza. Hyunjin colocó, manteniéndose de cuclillas, la baldosa apoyada en la pared para que después les fuera más fácil salir. Se incorporó para quedar de pie, los tres chicos se esforzaban por no acercarse demasiado para no chocar sus armas o bolsos de herramientas. Cualquier ruido podría delatarlos.

Permanecieron escondidos mientras escuchaban a los empleados salir del banco, deseándose felices fiestas entre ellos. Les escucharon comentar como cada uno se iría a su casa para celebrar una cena familiar, y otros decían que habían quedado con sus amistades para pasar la noche juntos. Hyunjin mantuvo una expresión seria, aunque la añoranza de una familia lo azotaba.

También pensó en las amistades que había dejado atrás sin darles ninguna explicación; cuando su madre y su hermana se marcharon entró a un laberinto de sombras. Cada paso lo había alejado de la luz, perdiendo por completo la salida.

La jornada se acercaba al final y cada minuto que pasaba hacía que la tensión en el cuarto creciera. Los tres parecían controlar su respiración por si sus alientos pudiesen ser percibidos por alguien y que la misión fracasase. Pasó su mirada por el rostro de sus compañeros, tanto J.One como Lee Know tenían una sonrisa en su rostro disfrutando la adrenalina, todo lo contrario que él.

El famoso Sam, el favorito de Christopher, estaba a un par de pasos de entrar en pánico. No hubiera imaginado que aquel crimen le removiera tanto las entrañas. Había hecho muchas otras misiones antes, todas con carácter ilegal, pero esta era diferente... ¿Qué tan mal estaba robar el día de antes de Navidad? ¿Qué pensaría el Hyunjin de dieciséis años? Sin duda aquel chico alegre y educado estaría decepcionado de sí mismo.

Puso atención a su bolsa, observó todas las herramientas que había traído para desactivar las alarmas y cámaras. También observó con más alivio como no había olvidado el intercomunicador que debía ponerse nada más comenzase la acción para mantener a Christopher, a Lee Know y a J.One al tanto de la situación. Su atención cayó a sus gafas, las cuales había metido a escondidas sabiendo que no tenía permitido usarlas.

Christopher le prohibía usar gafas la mayoría del tiempo, decía que solo eran un signo de debilidad y que si se acostumbrase a no usarlas estaría listo para cualquier situación. Quería mantener contento a Bang y con miedo de perder esa preferencia que su líder tenía en él, lo obedecía, a pesar de que le fuera imposible ver nítidos los objetos que estaban cerca de él.

Siguieron el plan, saliendo del cuarto y caminando por los pasillos del banco. Tuvieron que alumbrar su camino con linternas. Llegaron a la entrada a la bóveda y Hyunjin habló por su intercomunicador para indicarle a Christopher que podían pasar al siguiente paso del plan.

—He cortado la electricidad, las cámaras y alarmas están inutilizadas. Hyunjin, tienes dos minutos. —J.One y Lee Know entraron a la bóveda con agilidad, mientras Hyunjin se quedaba fuera.

El pelinegro corrió lo más rápido que pudo hasta la pared adyacente de las oficinas internas, durante el camino sintió como el arma que llevaba rebotaba en su pierna por las grandes zancadas que daba. Trataba de controlar su respiración agitada, pero juraba que aquel pasamontaña le estaba quitando el aire. Con las manos algo temblorosas tomó un destornillador de su bolsa y se deshizo de la tapa metálica que escondía la caja de conexiones de emergencia una vez llegó frente a ella.

Llevaba meses preparándose para ese robo, así que sabía de sobra que tenía que hacer para desactivar la alarma, pero también sabía que cualquier mínimo error la encendería y todo el plan se iría al traste. Solo contaba con los dos minutos que Christopher podía brindarle ya que si cortaba la electricidad por más tiempo la seguridad del banco llamaría automáticamente a las autoridades.

Acomodó su bolsa a su lado, convenciéndose así mismo para que no dudara y se centrara en su misión. Hyunjin sabía que tenía que hacer; desviar los cables de emergencia y así desactivar las alarmas. Era capaz de hacerlo con los ojos cerrados por todas las veces que había practicado sin descanso, pero el miedo seguía allí. La idea de que fallaría no lo dejaba en paz.

¿Aquella voz era su conciencia? Imposible, ya no le quedaba más de eso. Después de haber sido cómplice de asaltos, tráfico de armas e incluso asesinatos no era posible que mantuviera algo de moral y ética. Sacudió su cabeza hacia los lados, queriendo eliminar cualquier pensamiento que lo distrajera.

Miró los cables frente a él y se puso manos a la obra. Podía desactivar la alarma en un tiempo récord de treinta segundos, pero los nervios se estaban apoderando de él. El pasamontaña se pegaba a su rostro, haciéndole más difícil la tarea de respirar.

—Tendré que encender la corriente en un minuto, Sam —informó Bang por el intercomunicador y el pelinegro quiso soltar una maldición. Sus manos temblorosas no eran lo único que le dificultaba la tarea, si no su presbicia que le nublaba la mirada.

Hyunjin observó los cables y herramientas en sus manos, usó todos sus esfuerzos por concentrarse, pero le era imposible. Su vista vaga le hacía imposible ver nítido lo que tenía delante.

—A la mierda todo —susurró y se quitó el pasamontaña para ponerse lo más rápido que pudo sus gafas. Christopher le había prohibido hacerlo pero ahora lo único que le importaba era completar la misión. Necesitaba mostrar que él valía para ese puesto en la brigada Delta, que todo el tiempo que Bang había invertido en él había valido la pena.

Gracias a su decisión pudo sentirse confiado y lograr desactivar las alarmas, desconectando las cámaras, posibles micrófonos y alarmas en general que pudieran descubrirlos.

—Apagado —dijo de forma clara al intercomunicador y no pudo evitar dar un suspiro relajado. Ahora solo tenía que esperar allí a que Lee Know y J.One regresaran de la bóveda con el dinero y entonces...

—¿Hyunjin...? ¿Eres tú?

Hwang se quedó helado, reconociendo esa voz tan familiar para él. Lentamente se giró, quedando a un par de metros de Lee Felix. Dudó por unos momentos, sabía que lo mejor para la misión sería fingir no reconocerlo, pero él había sido su mejor amigo desde la infancia, su primer beso, su primera pareja, su primera vez.

—¿Qué haces aquí?

—Eso debería preguntar yo —cortó Felix y comenzó a acercarse a él pero se detuvo a unos metros, notando el tatuaje que tenía en el cuello; un tiburón blanco trazado con trazos firmes de siete centímetros de largo. Aquel tiburón parecía que nadaba por la piel de Hyunjin transmitiendo no solo intimidación por sus dientes afilados y ojos oscuros, si no también mostraba su lealtad al grupo que pertenecía; Tiburones Blancos.

Hyunjin notó como Lee se acercaba a él, y hubiera deseado que se acercara más para abrazarlo. Agradeció que se hubiera detenido, ya que no sabía si contaba con la suficiente fuerza de voluntad como para resistirse en esos momentos. Sabía que la atención de Felix había caído en su tatuaje, el cual solía mostrarlo con orgullo pero ahora solo quería esconderlo. Se sentía avergonzado.

—No puede ser... ¿Te has vuelto loco? ¿Estás robando?

Felix volvió a hablar, mostrando su más sincera tristeza y decepción y su voz se coló hasta lo más profundo del corazón de Hyunjin. Trató de mantenerse estoico, pero sentía que se derrumbaría en cualquier momento.

—No tienes que preocuparte... No voy a hacerte daño —aseguró, dando un paso hacia Lee. Como reacción, el contrario sujetó con más fuerza una pequeña pistola que tenían en el banco para protegerse de posibles asaltantes. Esa acción no pasó desapercibida por Hwang, y no tuvo más remedio de agarrar su arma también, soltó un suspiro cuando apuntó en la dirección de Felix—. Deberías irte.

—¿Irme? No soy yo quien debería irse —Felix buscaba la mirada de Hyunjin, tratando de encontrar algún resto del chico que amó por tantos años—. ¿Qué has hecho? ¿Cómo has llegado hasta aquí?

—Yo... Felix, escucha... Han pasado demasiadas cosas... —Hyunjin vio al contrario negar con la cabeza y soltó otro suspiro frustrado. Lo último que esperaba en esta misión era encontrarse con su novio al que abandonó cuando su vida se volvió una miseria. Sabía que había sido un cobarde al desaparecer hace ocho años sin haberle dado ninguna explicación antes.

Se fijó en Felix, como ya no tenía su cabello negro si no que ahora portaba un pelo rubio, que a los ojos de Hwang le hacía brillar más. Seguía teniendo esas pecas adornando sus mejillas, haciéndole ver tierno a pesar de que ya no tenía las mismas facciones jóvenes.

—Siempre fuiste fuerte —Estaba preparado para cualquier pelea o incluso tortura que podría haberse presentado en aquella noche, pero no para eso—. Este no eres tú. Sé que ha sido difícil para ti, pero conmigo... —La voz temblorosa pero valiente de Felix lo estaba desmontando.

—No hay solución Lo hecho, hecho está —interrumpió tratando de sonar seguro, pero sentía su propia alma tambalearse y su corazón saltar en su pecho.

—¡Conmigo podrías haber salido adelante!

Felix dio un golpe en el suelo con su pie mientras gritaba, aunque inconscientemente dio otro paso hacia Hyunjin. Lo miraba desesperado, buscando algo de brillo en los ojos de Hyunjin, pero no quedaba nada de esperanza en su mejor amigo.

—Tampoco fue fácil para mí dejarte ir. —Trataba de tener un tono estable y seguro, pero el aumento de su pulso solo le indicaba que se derrumbaría como el contrario no dejase de hablar.

—¡Desapareciste! ¡Casi todos te daban por muerto! —Felix suspiró tratando de calmarse y pasó una de sus manos por su cabello—. Si no fuera por Yeji no hubiera sabido que tus tíos se la llevaron cuando tu madre murió. Han pasado ocho años, ella quiere verte...

—No hables de Yeji, joder —Su respiración iba cada vez más acelerada. Llevó su mano libre sobre su pecho mientras apretaba con más fuerza el agarre en el arma y gritó:—. ¡No hables de Yeji!

Más que una orden amenazante sonó como un ruego, sabía que si escuchaba más sobre su hermana menor no podría soportarlo más y abandonaría todo solo para reunirse con ella, con su pequeña princesa.

—Ella te echa de menos. Yo te echo de menos.

Hyunjin negó, bajando su cabeza sin poder verle la cara a Felix. Sus piernas temblaban al igual que su voz.

—Felix... —habló esta vez sin gritar, pero tampoco sin bajar el arma.

—¿Qué piensas hacer? —Lee le interrumpió, tenía los ojos llenos de lágrimas y bajó el tono de voz, ahora mostrando su dolor. Su ceño estaba fruncido y miraba a todos lados de forma nerviosa hasta posar su mirada en Hyunjin otra vez—. Mira en qué te has convertido... Robando en Nochebuena...

—Felix... —Trató de hablar de nuevo pero el nombrado le miró, clavando su mirada enfurecida en él. Sabía que lo volvería a interrumpir, pero no le importó. Sabía que se merecía escuchar todas las quejas que tuviera.

—Tú no eres así —dijo en un susurro cargado de rabia. Dio otro paso, con la pistola delante de él. Hyunjin no retrocedió, se quedó en su lugar dejando que Felix estuviese más cerca de él. Hwang soltó un suspiro y bajó la pistola al mismo tiempo que su mirada. Ahora tenía la vista clavada en el suelo, sintiéndose avergonzado—. Este no eres tú. ¿Dónde está el Hyunjin que yo conozco?

—Ya no existe. —Levantó la mirada, su corazón se estrujó en su pecho viendo a Felix sufrir. Conocía lo suficiente a Lee como para saber que, a pesar de la rabia que reflejaban sus palabras, le dolía de la misma forma..

—¿Dónde está quien fue mi mejor amigo? ¿Dónde está el chico que me enamoré? ¡¿Dónde está?!

La voz rota de Felix le rompía el alma. Luchaba contra el impulso de ir y abrazarlo, pero sabía que eso era imposible. La adrenalina corría por sus venas y su postura determinada iba viéndose afectada por cada palabra que decía Felix.

Por otra parte, el rubio estaba a punto de llorar tanto de felicidad por haber encontrado a Hyunjin como de decepción al verlo en esta situación. Dio otro paso, quedando ahora frente a frente. El pecho de Hyunjin subía y bajaba de forma visible, a pesar de la poca luz que había, Felix miró de arriba a abajo la figura de Hwang mientras esperaba una respuesta.

Su cuerpo entrenado se notaba gracias a las prendas negras y ajustadas que llevaba puestas. Se fijó ahora en su expresión, dándose cuenta cómo los rasgos adolescentes que recordaba de su amado se habían esfumado y habían sido sustituidas por facciones adultas. Su mandíbula definida, su expresión cansada y fría le recordó que ya no estaba frente al Hyunjin risueño que recordaba, sino frente a un adulto que había ido formándose a base de golpes y decisiones difíciles.

—Tienes que detener esto —Volvió a hablar Felix, al no recibir respuesta de Hyunjin. Tomó una gran inspiración antes de volver a hablar—. ¿Es por dinero? ¿Por ellos?

—Te prometo que no es por el dinero —juró con mirada determinada y suspiró, mirando hacia un lado para seguir hablando—. Los Tiburones Blancos son mi familia ahora y no hay nada que cambie eso.

—La familia es gente que te quiere, y alguien que te quiere no dejaría que arriesgues tu propia vida de esta manera. —Sintió como las palabras de Felix le atravesaban como una daga. Negó con su cabeza y en un momento de debilidad el arma cayó de su mano, siendo el sonido metálico impactando con el suelo lo único que se escuchó en ese silencio tenso.

Felix se quedó quieto para no alterar más a Hyunjin. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios; lo estaba consiguiendo.

—Gracias a ellos sobreviví... Cuando mi madre murió y me arrebataron a Yeji no pude soportarlo... ¿Qué debí haber hecho?

—Podrías haber estado aquí, conmigo. Hyunjin, yo te necesitaba, yo podría haberte ayudado...

—No, Felix... —Cortó al contrario, sin poder siquiera contemplar esa posibilidad—. No te podía arrastrar conmigo. Tú tenías que seguir brillando, yo solo apagaría tu luz. Y eso no me lo hubiera perdonado jamás.

—Hyunjin, tenías diecisiete años. Tenías toda la vida por delante, ¿acaso alguna vez sentiste que no podías pedirme ayuda? —El pelinegro negó pero no cambió su expresión, fiel creyente de las palabras que decía.

—Éramos jóvenes, tenías sueños y siempre habías sido una luciérnaga en mi oscuridad, pero no podía ser tan egoísta. Tenías que crecer, tenías que volar. Si me mantenía a tu lado acabaría derrumbándote, y no te merecías eso. Al contrario que yo, tú sí tenías un futuro...

Felix sentía sus ojos picar, conteniendo las lágrimas, pero Hyunjin no soportó más y comenzó a llorar. Seguía hablando, confesando todo lo que había estado guardando en su corazón y no le había enseñado a nadie. Los años que había pasado en Los Tiburones Blancos había aprendido que no debía mostrar sus vulnerabilidades ya que los demás se aprovecharían de estas.

—Yo estaba arruinado. Caí en un pozo de dolor y oscuridad, y me fui para no arrastrarte conmigo. Fue una puta tortura para mí, no había noche que no llorase por mi decisión. Estos años sin ti y sin Yeji han sido la peor de las pesadillas...

De forma impulsiva Hyunjin se acercó, tomando la pistola de Felix y colocándola sobre el pecho, encima del corazón. Felix abrió los ojos horrorizado y trató de apartar el arma de ese lugar ya que él todavía sostenía el mango, pero Hyunjin lo agarraba con fuerza.

—Por favor, Felix, acaba con esto. —Hyunjin hablaba entre sollozos, sus ojos inundados en lágrimas las cuales no dejaban de caer por sus mejillas—. Mátame. No puedo soportarlo más

Felix se quedó paralizado por unos momentos y dejó de forcejear por apartar el arma del pecho de Hyunjin. Un recuerdo se instaló en su mente al instante.

Hace años, cuando eran unos niños, tenían la costumbre de ir a jugar a un parque del barrio. Allí fue donde se conocieron cuando tenían no más de seis años, desde ese día aleatorio forjaron una amistad inquebrantable.

Una tarde de verano habían llevado unas pistolas de agua y corrían uno detrás del otro. Se perseguían con el objetivo de mojar al contrario, pero Hyunjin parecía tener mejor puntería que su amigo. Hwang estaba totalmente seco, en cambio Felix ya estaba empapado. Gotas de agua caían por su cabello, en ese entonces era de color negro. Su ropa estaba mojada y también chorreaba y cuando se percató de que iba perdiendo en ese juego hizo un pequeño puchero.

Hyunjin notó enseguida la tristeza de su mejor amigo por no ser tan bueno disparando como él, así que corrió con sus pequeñas piernitas para quedar frente a Felix.

"No te preocupes, Lix. Apunta a mi pecho, te lo pondré más fácil. ¡Dispara!"

La imagen del pequeño Hyunjin lleno de confianza y felicidad característica de un niño se desvanecía volviendo a encontrarse con el Hyunjin adulto que tenía delante de él. Un hombre que se había formado a base de golpes y malas decisiones, que ahora lo miraba con ojos suplicantes a través de los cristales de sus gafas.

—No puedo... No puedo, Hyunjin. Todavía está el chico que conocí frente a mí, en alguna parte. Quizás esté escondido porque esté asustado, pero yo le veo. No tienes el brillo de la esperanza en tus ojos, pero si conservas esa chispa que solo tú tienes. —Hyunjin cayó de rodillas, permitiendo por primera vez derrumbarse. Había tenido que sostener todas sus emociones durante muchos años pero finalmente pudo desahogarse.

—Sé que no debería seguir huyendo, pero no puedo seguir viviendo con esto... —Felix se arrodilló a su lado, todavía sin soltar el arma pero la mantenía tras su espalda—. No hay salida para mí, no hay salvación...

—Podemos luchar, ahora que te he encontrado no te dejaré ir otra vez. —El pelinegro levantó la mirada sorprendido, esas palabras tenían demasiada esperanza para ser reales. Lee acarició su mejilla con su mano libre, un tierno gesto que hacía durante su noviazgo con Hyunjin.

—Estoy jodido, Felix —Le sonrió de forma triste. Soltó un suspiro al sentir las caricias en su mejilla, adoraba la sensación del pulgar de Felix tocando de forma tan amorosa su rostro a pesar de todo lo que había pasado. —. Necesito un milagro.

Felix pensó unos momentos que responder. El silencio torturaba al pelinegro, haciéndole escuchar su propio pulso acelerado.

—¿Y si este encuentro es el milagro que necesitas? —murmuró Lee, aunque más que decírselo a Hyunjin estaba hablando consigo mismo. —. Yo nunca me he quedado tiempo extra aquí, no sé si ha sido casualidad que justo hoy decidiera reemplazar a mi compañera. Ella debía encargarse del cierre del banco, pero por una reunión familiar no podía y, a pesar de que yo nunca hago este tipo de favores, la sustituí.

—Yo no creo en el destino, pero haré una excepción si... si me das una segunda oportunidad. —Con la mirada fija en el rubio siguió hablando—. Solo si me lo permites, lucharé para merecer tu perdón.

El resentimiento luchaba por permanecer en el pecho de Felix. No podía confiar en alguien que lo había abandonado sin mirar atrás, pero todos los recuerdos que inundaban sus pensamientos y los ojos vidriosos de Hyunjin sobre él le impedían rendirse.

—No sé si puedo perdonarte. Por lo menos no ahora, todo esto es tan repentino...

—Lo entiendo. No te pido que lo hagas en este momento, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea para arreglarlo.

—Entonces entrégate, Hyunjin —Lee era consciente de lo manipulado que estaba Hyunjin y que no sería fácil convencerlo del todo, pero lo seguiría intentando—. Conserva la humanidad que tienes y haz lo correcto.

Hwang sintió como todo desaparecía por las palabras de Felix. Había pensado infinidad de veces abandonar la banda, dejar a los Tiburones Blancos en su pasado, pero no podía.

—Yo... eso sería traicionar a los míos, no puedo... no puedo hacerles eso a los Tiburones Blancos. Confían en mí, dejarlo todo sería egoísta.

—Puede que ahora no lo creas, pero es lo mejor para ti. Sé egoísta por una vez en tu vida, piensa en ti y en que esta es la única manera de volver con nosotros: con Yeji y conmigo.

—¿De verdad quieres volverme a tener en tu vida? —dijo en un hilo de voz, la poca distancia entre él y Felix lo tranquilizaba de forma inconsciente. Con una de sus manos limpió las lágrimas que habían quedado en su mejilla, pasando por debajo de sus gafas, pero las colocó enseguida ya que las necesitaba para ver el rostro de Felix con detalle.

Aquel par de cristales que Christopher le había hecho odiar eran todo lo que necesitaba para ver las pecas de su amado, característica de Felix que seguía adorando.

—No voy a dejarte ir ahora —Con delicadeza, tomó con su mano libre una de las manos de Hyunjin mientras la otra aflojaba un poco la pistola y la dejaba caer al suelo. —. Nunca es tarde para arrepentirse y mejorar.

Con la sensación de sequedad en su boca, Hwang sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo de arriba a abajo en una corriente intensa. Pensó en sus años en la banda, en como Christopher le dedicó su tiempo a un joven de diecisiete años sin rumbo, en todas las misiones que había completado con Lee Know y J.One, quienes seguían dentro de la bóveda. También recordó en cada artículo caro y ropas de lujo que había comprado para intentar llenar ese vacío en su interior.

Pero su alma tenía dos huecos, y sabía quiénes eran las únicas personas que podían llenarlos.

Dejó de deambular en sus pensamientos y se fijó en la expresión de Felix. Incluso tras todo lo que había pasado seguía manteniendo ese brillo de esperanza en los ojos que Hyunjin había perdido mucho tiempo atrás. Algo se removió en su interior y deforma algo titubeante se quitó uno de sus guantes, al ver como Felix esperaba atento a lo que haría sin alejarse lo animó para acariciar su mejilla con su mano desnuda.

La palma áspera de Hyunjin tocaba con delicadeza el rostro de su amado. Sentía que no era merecedor de que su mano seca y con cortes acariciara el rostro angelical de Felix, pero no podía evitar hacerlo. Quería demostrarle la verdad, convencerle de que no lo había abandonado porque no lo quería, sino al contrario, que su amor por él le impidió quedarse a su lado.

Lentamente acercó el rostro del rubio al suyo y Felix no dudó en inclinarse, juntando sus labios en un beso tierno y lleno de cariño.

Ambos habían añorado eso por tantos años, el sabor de los labios del contrario les transportó por unos momentos al pasado, a todas las veces que habían compartido un gesto como ese. Hyunjin no quería separarse de los suaves labios de Felix, pero sabía que debía hacerlo.

Se alejó unos centímetros, abriendo sus ojos poco a poco y se encontró con la mirada sorprendida de Felix. Hyunjin humedeció sus labios con su lengua y soltó la mejilla de Lee.

—Perdón, no es el momento...

No pudo terminar la frase ya que Felix le estaba besando de nuevo. Esta vez el beso fue más corto, pero era una confirmación de cómo el contrario correspondía sus sentimientos.

—Puede que hayan pasado años, pero te he esperado. Sigo amándote, Hyunjin.

Escuchar su propio nombre ser pronunciado por Felix ya era como una caricia para su alma, así que cuando escuchó que lo seguía amando quiso volver a llorar.

Contuvo sus lágrimas y abrazó con fuerza al contrario. Soltó un suspiro entrecortado y junto todas sus fuerzas para hablar.

—Yo también te sigo amando. Te he echado de menos, te he echado tanto de menos...

Con una sonrisa algo triste Felix ayudó a Hyunjin a ponerse de pie. Mantuvieron el abrazo pero ya no estaban de rodillas, si no enfrente de la caja de conexiones de las alarmas. Sin soltarse del abrazo estiró la mano hacia los cables que sobre salían y tiró de ellos, provocando que comenzara a sonar un ruido estridente y Hwang era consciente de que las autoridades llegarían en cuestión de minutos.

Soltó un suspiro, sin saber si estaba preparado pero con decisión tomó el walkie-talkie y habló.

—Azul.

Aquella palabra era la señal de retirada, concretamente dijo el color azul ya que ese resaltaba que la policía estaba de camino y tenían poco tiempo para huir. No pudo escuchar la reacción de Lee Know o J.One porque los gritos de Christopher desde la base se hicieron presentes.

—¿Me estás jodiendo, Sam? ¿"Azul"? ¿¡Le has dicho a la policía que estamos aquí!?

—Lee Know y J.One tienen que salir de aquí, ya.

—¡Traidor! —Bang seguía gritándole a lo que Hyunjin reaccionó apretando su abrazo alrededor del cuerpo de Felix, quien escuchaba la conversación algo asustado—. Lo tenías planeado desde el principio, ¿verdad?

—No, no estaba en mis planes, pero si quieres llamarme traidor, hazlo. Voy a entregarme.

—¡Eres un maldito troyano! —Aquellas palabras pesaron más que un insulto pero sabía que se lo merecía. La traición era el error más odiado por los Tiburones Blancos—. No importa dónde te escondas, Sam, te vamos a encontrar. Nadie traiciona a los Tiburones Blancos y vive para contarlo.

Hyunjin sentía sus piernas temblar por su amenaza, sabía de sobra que tan peligrosos eran pero nada le importaba más en ese momento que salir de allí para poder tener una posibilidad de un futuro con Felix, por más pequeña que fuese.

Escuchó los pasos rápidos de sus compañeros, corrían en dirección al cuarto de la limpieza. Sintió cómo Felix se movía dispuesto a seguirlos pero le agarró con más fuerza, impidiendo soltarse del abrazo.

—Deja que se vayan. Esto es una decisión personal... Ellos no tienen que acarrear con las consecuencias de mis actos.

El sonido de las sirenas los hizo caminar dados de la mano hasta la puerta del banco. Se detuvieron antes de salir, observando las luces rojas y azules de los coches de policía que se colaban por las ventanas de la entrada.

—¡Salid y poned las manos donde podamos verlas!

Felix y Hyunjin cruzaron miradas cuando escucharon las palabras de un agente gritar desde fuera. No dijeron nada, solo se dieron un último apretón antes de desentrelazar sus dedos. Ambos sintieron un vacío aparecer ante la falta de contacto entre ellos, pero sabían que tendrían una segunda oportunidad y que en un futuro podrían volver a ser lo que eran.

El primero en salir fue Felix, quien caminó con las manos en alto en dirección a los coches. Los agentes miraron algo sorprendidos cuando reconocieron el uniforme del banco de Felix. Algunos policías conocían a Lee, ya que solían hacer visitas cada trimestre para asegurarse de que todos los sistemas de seguridad estuvieran en orden y que el protocolo de emergencia siguiera siendo eficiente.

Tras Felix salió Hyunjin, también con las manos en alto y con una expresión de derrota, pero con un nuevo brillo en sus ojos. El pelinegro tenía claro que podría seguir adelante con su nuevo sueño; volver a la sociedad gracias a Felix y, en el caso que quisiese, su querida Yeji.

Los agentes reconocieron su tatuaje al instante, por lo que no bajaron las armas. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca un policía colocó una mano sobre el hombro de Felix, asegurándose de que estuviera seguro y sin ninguna herida.

En cambio, a Hyunjin lo agarraron con fuerza, colocándolo boca abajo contra el capó de uno de los coches patrullas. Era una sombra de lo que fue, un hombre frío y calculador al que nada le importaba, ahora solo era un hombre cansado y dispuesto a rendirse.

—Uno de los malditos Tiburones Blancos. ¿Con quién tengo el placer de hablar? —El tono despreciable que usaba el policía no pasó desapercibido por Hwang, quien casi gruñó como protesta.

Sam. Fue a responder, pero cerró los ojos por unos momentos, ya no estaba atado a aquella banda que le había arruinado la vida.

—Hyunjin. Hwang Hyunjin.

—¿Y qué mierda estabas haciendo en el banco en Nochebuena? —El policía le colocó las esposas de forma hábil para que no pudiese resistirse, aunque tampoco lo haría si tuviese posibilidad.

—Voy camino a Belén —Bromeó con acidez, harto de aquella forma en la que estaba siendo tratado. No estaba acostumbrado ya que al ser el favorito de Christopher nadie se atrevía a faltarle el respeto—. Solo que me he perdido y he acabado aquí.

—No estoy para escuchar referencias a villancicos. Me has estropeado la cena de Nochebuena y probablemente el día de Navidad con mi familia. —El policía lo volvió a presionar con más fuerza contra el capó, haciéndole jadear de dolor.

Se escuchó una gran explosión, provocando que Hyunjin sonriera un poco sabiendo que Lee Know y J.One habían podido huir con éxito.

—Él va a colaborar, se está entregando —Lee rompió el silencio que se había creado por la explosión, haciendo que la atención volviese sobre el pelinegro. Felix trató de acercarse pero un policía se lo impidió, quedando a unos metros de Hyunjin. Intercambiaron miradas, las cuales no pasaron desapercibidas por el detective que estaba allí junto a la policía—. Por favor, no tiene armas ni ha hecho ningún daño. Tratarlo con cuidado.

Los policías acabaron aceptando, levantando a Hyunjin para ponerlo recto. Le comenzaron a llenar de preguntas antes de meterlo al coche mientras algunos agentes entraban con chalecos y armas al banco por si se trataba de algún tipo de trampa. Él solo respondía las preguntas esenciales ya que no hablaría demás sin un abogado.

En ese tiempo, el detective se acercó a Felix. Usaba un tono tranquilo y le ofreció una bufanda ya que hacía mucho frío en el exterior.

—Has hecho lo mejor convenciéndolo. Permíteme preguntarte... ¿De qué os conocéis?

—Una larga historia —dijo Felix con una risa cansada sin apartar su mirada de Hyunjin mientras estaba siendo interrogado. Tomó la bufanda que le ofrecía y se la puso—. ¿Conoces a la coordinadora de Reinserción Social?

—¿Hablas de Hwang Yeji? La conozco.

—Hyunjin es su hermano mayor. —El detective no pudo ocultar su sorpresa y apuntó con rapidez en su libreta.

Felix vio como los agentes abrían la puerta del coche patrulla para llevarse al pelinegro, por lo que se acercó, aunque dejando distancia para no interponerse en el camino de los agentes. Hyunjin antes de meterse en el coche miró sobre su hombro, buscando la mirada de Felix.

—Gracias... Por no rendirte conmigo.

Fueron las últimas que pudo pronunciar Hyunjin antes de que lo sentaran en el asiento y cerraran la puerta. Durante el trayecto en coche no pudo evitar soltar un suspiro aliviado ya que tenía por fin algo por lo que luchar, un nuevo sueño; su recuperación y vuelta a la sociedad junto a las dos personas más importantes para él.

Felix vio al coche desaparecer entre los edificios y colocó su mano sobre su propio pecho, sintiendo como su corazón latía con fuerza. Elevó la vista al cielo, la luna y las estrellas no eran lo único que decoraba la noche si no que copos de nieve habían empezado a caer.

La nieve hizo que Felix comprendiera que todo aquello no había sido casualidad. Tanto él como Hyunjin habían recibido el mejor regalo de Navidad que podrían haber imaginado; una nueva oportunidad.

¡Hola Hola! ¿Qué te ha parecido este One Shot navideño?

Si te ha gustado no dudes en votar y comentar, me ayuda mucho. Y si no me sigues todavía te animo a hacerlo ya que subo fics de Stray Kids, principalmente Hyunlix.

Me ha encantado participar en este concurso y me lo he pasado genial escribiendo, espero poder participar en próximos y que más gente se anime <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top