Capítulo 14
Capítulo 14
Wild waves
El humano regresó al día siguiente, luego de un día sin aparecer. Poseidón se quedó apoyado contra el tronco del árbol, los ojos cerrados mientras sentía la brisa fresca en su piel. Aunque había pasado todo el día sin pensar en el motivo por el cual el humano no había ido ayer, eso no quería decir que no sintiera un poco de curiosidad al respecto.
—Hola de nuevo, amigo—la voz del humano no sonaba tan alegre como era lo usual, sino que parecía dudoso—. Yo...lo siento por lo de hace unos días. No me di cuenta hasta la madrugada mientras entrenaba que no te había hablado en todo el día. Ni siquiera te saludé. Lo siento, pero en verdad tenía mi mente en otro lado.
Su mente en otro lado. Los humanos eran tan tontos, fácilmente podían distraerse con cosas tan pequeñas. ¿Qué más podría tener este humano en la cabeza como para haberse olvidado el, mínimamente, saludar a la persona con la cual llevaba un mes hablando? Su vida no parecía complicada en absoluto. Mayormente entrenaba con la espada, luchaba con otros espadachines, comía y dormía. ¿Qué había de complicado en esa vida? Él no tenía que liderar un territorio extenso. No era rey, no era general, no tenía ningún puesto importante. Era un simple humano sin más ambición en la vida que poder ganar, algún día, una batalla contra otro espadachín.
—Iba a traerte un regalo de compensación, pero no terminé encontrando el colgante correcto y pensé que lo mejor era regalarte mi compañía.
Poseidón: ...
¿Estaba bromeando? ¿Cómo su presencia podría ser un regalo?
Creyendo que sus palabras eran demasiado ridículas, Poseidón puso los ojos en blanco y decidió mirar el mar. El humano rio y se sentó a su lado, apoyándose contra el tronco también mientras observaba con él el mar.
—¿Sabes?—comenzó a hablar el humano, su voz suave y baja—Cuando era niño, pensaba en algún día viajar más allá del mar y descubrir otras tierras. Conocer comidas nuevas, idiomas nuevos, historias nuevas. Soñaba con ir más allá, aprender técnicas nuevas. ¿Tú también soñaste alguna vez con algo así?—hubo una pausa mientras ambos miraban el mar.
»Cuando crecí, mis sueños cambiaron, mis gustos cambiaron. Ahora solo quiero ser el mejor espadachín del mundo, aunque...a veces sueño con viajar por el mundo. El mundo es muy grande y muy amplio, ¿no sientes curiosidad por conocerlo?
¿Curiosidad por conocer el mundo? Poseidón conocía muy bien el mundo y había perdido su curiosidad sobre él hacía ya milenios. Con la vida corta de los humanos, era normal que sintieran curiosidad sobre el mundo, quisieran conocerlo y jamás terminaran por hacerlo.
Qué vidas más patéticas.
—Amigo, ¿no te gustaría que conociéramos el mundo juntos? Creo que puede ser más divertido a si voy solo—ofreció el humano de repente, extendiendo su mano.
Poseidón ignoró la mano que el humano mantenía frente a él. Rodó los ojos y siguió mirando el mar. ¿Por qué ese humano invitaba a un desconocido a un viaje de ese tipo? ¿Acaso era estúpido? Era obvio que no aceptaría la invitación de alguien de quien nunca aceptó nada. ¿Por qué Sasaki Kojiro era tan terco?
Lejos de decepcionarse, el humano rio suavemente y alejó su mano.
—Bien, cuando quieras, solo ven por mí y nos iremos juntos a recorrer el mundo.
Poseidón lo ignoró, como ya era la costumbre, y siguió viendo el mar mientras el humano se quedaba a su lado viendo el mar también.
Así pasaron una hora antes de que el tonto humano tuviera que empezar a entrenar y Poseidón cerrara los ojos para descansar.
*
El tema del viaje no se volvió a tocar en las semanas que siguieron, pero Sasaki Kojiro parecía siempre tener un tema diferente del cual hablar. Le contó que de niño admiraba a las tortugas y había intentado criar una antes de que esta se escapara. También tuvo la idea de criar un tigre pero a raíz de que no tenía mucho tiempo para pasarlo con el pobre animal, descartó la idea. También le contó que se le daba bien entablar una amistad con las aves y que estas parecían amarlo.
Le contó anécdotas de su infancia y parte de su adolescencia. De cómo un día cayó de su cama dormido y se dio tan fuerte el rostro contra el suelo que la nariz le había sangrado, pero a pesar de eso no se había despertado. También le contó el día que aprendió a cocinar arroz, un evento para nada importante en la vida de nadie salvo en la suya porque fue el maestro que más apreciaba el que le había enseñado. Habló de travesuras que cometió de niño, castigos recibidos por travieso y libros que había leído en su tiempo libre que habían sido de su agrado. Recitó los pocos poemas que se sabía, solo porque los había considerado hermosos y quería compartirlos con alguien. Le confesó que si bien amaba la espada y ser espadachín era su sueño más grande, también había querido aprender a tocar la flauta. Sin embargo, como el entrenamiento con la espada le tomaba mucho tiempo, difícilmente era capaz de practicar la flauta.
Sasaki Kojiro tenía mil historias para contar y, con cada una de ellas, Poseidón revivía algunos de sus recuerdos que nunca compartía con el humano. Sus memorias, en ocasiones, no eran tan alegres como las del otro, pero estaba seguro de que el humano se hubiera alegrado si las hubiera compartido. No habían tenido gran peso en su vida y por el único momento que las rememoraba era por las palabras de Kojiro.
El humano solía contarle todo con alegría, pero su voz no era insoportable. Hablaba suave y sin apresurarse demasiado, su tono de voz tampoco se elevaba demasiado, manteniendo siempre un nivel agradable que no le disgustaba a Poseidón escuchar por bastante tiempo. Tampoco hablaba por demasiado tiempo, siempre haciendo pausas para dejar descansar al dios de sus innumerables relatos.
Poseidón también notó algo en los últimos días que, seguramente, daba una respuesta de por qué Sasaki Kojiro había estado tan charlatán en las últimas semanas. Habría sido de manera gradual, pero antes de darse cuenta, la cabeza de Poseidón se inclinaba hacia el humano de manera en que le indicaba que lo estaba escuchando. Esto coincidía enormemente con el hecho de que el humano había comenzado a hablarle más con el paso de los días, seguramente notando este cambio en Poseidón.
Por un lado, le generaba un poco de conflicto el hecho de mostrarse interesado en relatos mundanos que no tenían nada de especial. Por el otro lado, sabía que eso solo pasaba porque estaba aburrido y no tenía nada mejor que hacer que escuchar lo que fuera que Sasaki Kojiro tuviera para contarle. También el hecho de que en ningún momento lo había mirado ni una sola vez dejaba en claro el poco interés que tenía sobre el humano.
Tres flores rosadas fueron dejadas en sus piernas, Poseidón las miró sin mucho interés.
—Han florecido los árboles de cerezo—informó Kojiro sentándose a su lado, notó una canasta con varias flores de cerezo—. Intentaré hacer una corona de flores, no te burles de mí si no sale.
Las manos de Kojiro se movieron con habilidad, pero también con torpeza. Entrelazaba los tallos de las flores con la mayor suavidad posible pero en varias ocasiones las había roto por generar mucha presión. Esas flores de tallos cortos terminaron metidas en medio de las otras flores, abultando más la corona. Le tomó bastantes minutos y flores terminar la corona, que no era más que una corona rosada, chueca y frágil. Kojiro la observó un rato antes de elevarla. Por lo que Poseidón podía deducir, se la había colocado sobre su cabeza.
—¿Crees que se me vea bien? ... Yo creo que sí.
Esas pausas que Kojiro hacía fue una costumbre que adquirió en esos días. Lo hacía para darle un espacio a responder, algo que Poseidón jamás hacía, por ese motivo Sasaki Kojiro tendía a responderse a sí mismo muchas veces.
Era estúpido.
La corona de flores fue depositada suavemente sobre su cabeza. Poseidón frunció el ceño, sintiéndose ridículo con esa cosa sobre él.
—Ya, no pongas esa cara, la corona de flores te queda muy bonita—dijo Kojiro, quitándole rápidamente la corona de la cabeza—. Bien, tú ganas, nada de coronas de flores para ti.
Dejando la corona de flores sobre la canasta, Kojiro se levantó y fue a practicar mientras Poseidón se quedaba apoyado contra el árbol, viendo las flores de cerezo sobre sus piernas.
*
No hubo habitación a la que fuera que no tuviera una pequeña imperfección en ella. Un cuadro torcido, un cristal faltante, una pizca de arena sobre los muebles. Cualquiera fuera el cuarto, siempre había algo que arruinaba la armonía perfecta que la rodeaba. Poseidón fue de rincón a rincón de su palacio, abriendo cuarto por cuarto, yendo de arriba abajo solo para encontrarse con algo fuera de lugar siempre. No entendía por qué, no sabía qué estaba pasando. Todo había empezado con esa perla cayendo de su trono, desde entonces todo parecía irse cuesta abajo.
Poseidón regresó a la sala de trono, con la intención de buscar la respuesta a su dilema. Pero nada más entrar, se dio cuenta que en el suelo había un total de seis perlas perdidas de diferentes colores. Miró el trono, cuyas perlas perdidas habían dejado huecos notorios que molestaban a Poseidón.
Se acercó para analizar el motivo que estaba generando esto, pero no veía nada fuera de lo normal. Era como si las perlas simplemente se hubieran cansado de estar en el trono y hubieran decidido dejarse caer. No había nada fuera de lugar que diera motivos para los hechos que estaban pasando. Nada anormal, ningún elemento externo que perjudicara su perfecto palacio.
Poseidón no sabía qué hacer para que todo regresara a la normalidad.
*
—Amigo—dijo Kojiro luego del entrenamiento—, no he dormido muy bien ayer, así que me iré más temprano hoy. Yo... ¿quieres acompañarme para que sigamos hablando? Te puedo invitar un té en mi hogar si lo deseas.
El humano tomó la canasta con la corona de flores, esperando de pie a su lado una respuesta. Poseidón cerró los ojos y se quedó apoyado contra el árbol, pensando en si acompañar al humano. Sería hacer algo diferente a lo usual, algo más que sentarse y escuchar al humano. Si bien solo seguiría escuchando, ahora al menos estaría caminando a su lado. También podría ver algo más del bosque de lo que había estado viendo en este tiempo.
Abrió los ojos cuando escuchó los pasos del humano alejándose. Pensó en llamarlo o levantarse e ir tras él para acompañarlo, pero Poseidón creyó que sería una acción innecesaria. Si lo acompañaba o no daba igual, de todas formas mañana volvería y le hablaría de todo y nada.
Mientras los pasos se alejaban, una parte de Poseidón se debatía si ir tras Sasaki Kojiro o no. Podía encontrarlo con facilidad, después de todo, sus pasos no se oían demasiado lejanos, pero no creía necesario tener que perseguirlo. No había una razón válida por la que un dios como él tuviera que acompañar a un humano a su casa, cumpliendo con sus estúpidos deseos mundanos de ser acompañado por otro ser vivo. Ellos no eran amigos, no tenía por qué ir con él.
Las flores de cerezo que Kojiro dejó sobre sus piernas seguían ahí. Tomó las tres delicadas flores y acarició sus suaves pétalos. El color era agradable y el olor que desprendían no era invasivamente molesto. Recordó la corona de flores mal hecha que Sasaki se llevó en la canasta. Recordaba haber visto a su hermana Hestia hacer algunas, solo que las de ella se veían mucho más perfectas y bonitas que las que Kojiro había hecho. La diferencia era que Hestia usaba flores del Valhalla, cuyo aroma era más exquisito que las flores del mundo humano. Ella solía regalar esa corona de flores a sus amigas o las usaba ella misma, combinando el color de las flores con la de su ropa.
Siguió mirando las tres flores sobre su palma y pensó que seguir a Kojiro era más entretenido que seguir sentado ahí.
Sin embargo, cuando se levantó, se dio cuenta de que ya no podía escuchar los pasos del humano. Lo único que pudo hacer fue caminar por el borde de la playa.
*
Cuando Sasaki Kojiro regresó al otro día, Poseidón no estaba sentado bajo el árbol, sino parado cerca de donde el agua tocaba la arena. El único motivo por el cual no había estado sentado en su lugar habitual fue el hecho de que no había estado muy tranquilo mentalmente. Pensar y pensar las cosas, cuando algo lo tenía inquieto, había sido una constante en su vida. Su mente no podía estar en paz cuando había algo que lo molestaba y en esas ocasiones no podía estar sentado o acostado, siempre estaba de pie, caminando o parado mirando un punto fijo a la nada.
Esa noche, Poseidón no había podido estar tranquilo. En su mente no dejaba de estar la duda respecto a Sasaki Kojiro, sobre su propuesta y el hecho de que Poseidón no pensó al instante en negarse. Incluso hasta último momento, había considerado seguir al humano. Ya sea por curiosidad o aburrimiento, no importaba el motivo, lo importante fue que pensó en seguir a Kojiro hasta su hogar. Pensó en continuar a su lado, escuchando lo que fuera que tuviera para decirle. Consideró en ir con él. Quiso seguirlo. Si no fuera porque Kojiro se había levantado y se había ido antes, Poseidón lo hubiera acompañado.
Para alguien como Poseidón, que le daba lo mismo estar en compañía de alguien más o no, considerar acompañar a alguien solo por el hecho de hacerlo, solo para brindarle su compañía y escucharlo hablar, era algo inaudito. Las raras ocasiones en que eso pasaba, era cuando estaba con Hades o con Hestia. Y eran ocasiones en verdad raras. Poseidón tenía que estar de buen humor por algo como para decidir, por cuenta propia, el quedarse junto a sus hermanos y compartir una conversación con ellos. Era incluso capaz de contar esas ocasiones con los dedos de una sola mano.
El hecho de que ahora le hubiera pasado lo mismo con un humano con el que llevaba poco más de un mes conociendo era algo por demás de raro. Poseidón no creía que un rey debiera confiar o formar lazos con otros. Un rey iba por un camino solitario, donde podría tomar desde las decisiones más sencillas hasta las más difíciles sin sentirse afectado por nada. Un rey caminaba un camino de soledad sin sentirse solo nunca. No necesitaba la compañía de nadie, no necesitaba de nadie para tener poder, para ser un rey perfecto.
No entendía por qué quería pasar tiempo con alguien a quien apenas conocía. Eso no era normal, probablemente todo el tiempo que pasó en esa playa lo habría afectado de alguna manera.
—Hola de nuevo—saludó Kojiro detrás de él, pero Poseidón solo siguió mirando el mar—. ¿Cómo descansaste anoche? Fue una noche muy dura para mí, me dolía todo el cuerpo—Kojiro rio, pero pronto se quedó callado.
Poseidón estaba atento a sus palabras, a pesar de que no volteaba a mirarlo. Hubo un momento largo de silencio antes de que Kojiro volviera a hablar.
—Ayer le regalé la corona de flores que hice a una niña. Ella se veía muy feliz de tenerla—otro momento de silencio—. Am...amigo, ¿te enojaste conmigo por lo de ayer? Yo...no me estaba burlando de ti con la corona, en verdad creí que te quedaba bien.
¿Enojado por una corona de flores? Qué estupidez, no podía enojarse por eso. Sí se sintió ridículo, pero no enojado. Tampoco había pensado en que Kojiro mentía.
El silencio se extendió hasta que escuchó a Kojiro comenzar a entrenar. Entrenó por menos horas de las que usualmente entrenaba y se detuvo abruptamente. Poseidón no se giró a mirarlo, todavía dudando y con sus ojos fijos en el mar. Incluso sin mirarlo, por algún motivo sabía que el humano estaba dudando de hablar. Esperó pacientemente, inclinando su cabeza.
—Me iré mañana a un pueblo del norte, no estaré por aquí por al menos cuatro días. Yo...—Kojiro se quedó callado por más tiempo esta vez—Puedes venir conmigo si quieres, no me molestaría mostrarte el pueblo, después de todo ya lo conozco.
Poseidón siguió mirando al mar, paralizado en su lugar cuando la idea de aceptar llegó a su mente. El rechazo no fue lo primero en lo que pensó, solo pensó en que sería problemático dejar el lugar cuando todavía esperaba la planta de Hades. No era como si estuviera de vacaciones ahí.
Kojiro dio unos pasos hacia él, titubeando a la mitad y deteniéndose.
—Está bien si no quieres—Poseidón detectó en su voz una pizca de duda—. Lo siento si estos pedidos te hacen sentir incómodo, no era mi intención hacerte sentir así. Am...prometo traerte algo de mi viaje. Elegiré algo bonito para que no lo deseches—Kojiro rio, pero Poseidón no detectó alegría en su risa.
Quedaron en silencio una vez más antes de que los pasos de Kojiro sonaran una vez más alejándose de ahí. Poseidón se giró, sintiendo algo extraño en su pecho. Vio la espalda de Sasaki Kojiro alejándose de él, con su cabello negro atado en una coleta alta moviéndose de un lado a otro y su ropa roja y dorada cubriendo su cuello y hombros. Pensó que se detendría en el árbol y se sentaría a ver el mar, pero el humano continuó su camino, adentrándose en el bosque y desapareciendo de su vista.
Esa misma noche, mientras Poseidón caminaba solo por la playa, vinieron con el milagro que hubiera deseado los dos primeros días de haber llegado: la planta estaba lista para ser llevada al Helheim.
En unas horas subire el siguiente capitulo
Los capitulos 16, 17 y 18 ya son los ultimos de esta primera parte. El 16 finaliza la historia de Thor y Lubu, el 17 el de Poseidon y Sasaki y el 18 el de Hercules y Jack
Espero que les esté gustando! Nos vemos!
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