Capítulo 12

Capítulo 12

The fourth tea cup

Diario de Jack

1 de septiembre de 1902

Querido diario:

La universidad no era como esperaba, aunque realmente no esperaba demasiado así que creo que está bien. Hay muchos hombres de mi edad con los que puedo compartir charlas interesantes y gustos similares. Dos de ellos parecen conocer tan bien como yo a Shakespeare y es un placer hablar con gente así.

Al menos por el momento.

Sus colores no son desagradables, no me miran con asco ni furia. Soy uno más de ellos, vestido como uno de ellos. No tienen motivo para tratarme de manera diferente. La señora Megara me acompañó hasta la universidad, vestida como siempre, y eso les hizo creer que tengo una criada personal. Una criada personal es sinónimo de poder y riquezas. Quizás por eso me tratan bien.

El señor Hércules se quedó a cenar y retrasó su viaje un día solo para saber cómo me había ido en mi primer día de universidad. Aunque le dije que había sido innecesario que se quedara, por dentro me sentía feliz de que me hubiera elegido antes que a su viaje.

Me quedé hasta tarde con él, hablando y tomando té antes de tener que irme a dormir. Pero antes de irme, el señor Hércules me dio un abrazo y me deseó mucha suerte en la universidad.

Realmente espero no defraudar al señor Hércules.

22 de septiembre de 1902

Querido diario:

La universidad no resultó tan difícil como había pensado. Al menos no lo sentí así. Leer siempre fue algo que se me dio muy bien y memorizar sin problemas también. Los trabajos no eran difíciles tampoco y mis compañeros son lo suficientemente educados como para no meterse innecesariamente en mi vida. Al menos no tan a fondo. Solo dije ser el hijo adoptivo de un hombre cuyos negocios lo mantienen afuera todo el tiempo. Parece ser que eso era motivo de orgullo porque todos se mostraron impresionados y esperaban algún día conocer a mi padre.

Lo único que esperan es ganar contactos y favores. No puedo culparlos, todos queremos asegurarnos un buen futuro.

La señora Megara me informó que el señor Hércules no volverá en unas semanas más. Una lástima, esperaba verlo antes de mis exámenes para recibir otro abrazo de su parte. Un abrazo suyo podría cambiar mi fortuna en un chasquido.

27 de septiembre de 1902

Querido diario:

El señor Hércules llegó antes de lo esperado. La señora Megara sabía que llegaría, pero no me dijo nada para darme una sorpresa. Fue la mejor sorpresa de mi vida. Ver los colores brillantes del señor Hércules, su gran sonrisa, es siempre lo que puede alegrar mi día.

Le conté todo lo que había pasado en estos días y, como siempre, me escuchó atentamente mientras me miraba con sus ojos cálidos. Me hizo muchas preguntas también y me felicitó por mi rápido avance. También me dio muchos regalos que trajo de su viaje. Mi favorito fue la pluma blanca para escribir. Es tan elegante y hermosa, realmente me sentí emocionado al verla.

El señor Hércules parece saber bien lo que me gusta. Yo también quisiera hacerle un hermoso regalo como los que él me hace, pero no tendré dinero hasta graduarme o hasta conseguir algo. Pero la señora Megara me amenazó con que si llegaba a trabajar antes de graduarme terminaría por encerrarme en la casa. Creo que es mejor no arriesgarme y seguir estudiando.

12 de noviembre de 1902

Querido diario:

Sé bien que no puedo regalarle nada al señor Hércules, pero al menos puedo hacer algo, con ayuda de la señora Megara, por supuesto. Como ya sabes por años anteriores, hoy es el cumpleaños del señor Hércules. No pude comprarle nada, pero sí pude organizarle una cena con la ayuda de la señora Megara. También me ayudó a arreglar una parte de la casa para hacerlo especial y que no se vea como una cena ordinaria. Ella nos acompañó solo durante la comida antes de dejarnos a solas, hablando mientras comíamos el postre.

Creo que ella sabía que quería pasar este momento con él, así que se marchó antes con la excusa de que estaba cansada.

Me sentí un poco tímido al tener que ofrecerle el postre que la señora Megara me ayudó a hacer. Bueno, el postre que me guio a hacer, así que técnicamente lo hice yo. Había probado la crema y el bizcocho, por temor a terminar envenenando al señor Hércules. Todo estaba perfecto, incluso el dulzor no era excesivo.

De todas formas, me puse nervioso al ofrecérselo. Solo cuando me dijo que estaba delicioso, le confesé que lo había hecho yo para él como regalo de cumpleaños.

No me pareció justo que siendo su cumpleaños, el señor Hércules terminara regalándome la más dulce sonrisa. Pero así fue y me costó mucho fingir que mi corazón no se alocó.

Oh, el señor Hércules tiene una sonrisa tan hermosa, mi corazón no puede soportar su belleza. Su sonrisa y sus colores son muy hermosos. La obra maestra más maravillosa del mundo entero.

A veces deseo que sea solo mía. Pero el señor Hércules no es un hombre al que quisiera mantener encerrado como un pajarito inocente. No quiero que pierda su alegría ni sus colores. No por mi culpa. Prefiero que sigamos de esta manera, con esta relación fraternal para siempre antes de mancillar su brillo con mis pecados.

Él no se merece que yo lo arruine.

20 de noviembre de 1902

Querido diario:

La señora Megara tuvo que salir por unos asuntos, así que me he quedado con la casa sola. El señor Hércules volverá en dos días para quedarse conmigo, pero me siento nervioso. Estar a solas con el señor Hércules sería como vivir los dos solos en esta bonita y gran casa. Como un nuevo matrimonio que comienzan su vida juntos.

No debería tener estos pensamientos, pero ciertamente no puedo evitarlo. Amo al señor Hércules más de lo que alguna vez amé a nadie. Amo su color y su sonrisa, sus ojos y su amabilidad. Amo cada parte de él. Incluso sus defectos son adorables para mí. El señor Hércules es como un gigantón amable fácil de engañar. Muchas veces cree demasiado en lo que las personas le dicen sin detenerse a pensar si realmente le dicen la verdad o simplemente buscan engañarlo. Yo soy más desconfiado, así que eso hace que sea más precavido con los demás. Pero el señor Hércules insiste en ver la bondad en todos cuando, muchas veces, no existe bondad en ellos.

Yo soy el ejemplo perfecto. A pesar de que el señor Hércules crea que soy un hombre amable y bondadoso, la verdad es que muchas veces mis pensamientos son muy diferentes a los de un hombre que debe ser así. Muchas veces he pensado en que el asesinato no está mal si se aplica en la persona correcta. Un asesino, por ejemplo, está mejor muerto que vivo. Lo mismo con un hombre que golpea a su esposa e hijos.

Hay tanta crueldad en el mundo que debería ser erradicada. No con métodos convencionales porque, como la historia ya nos ha mostrado, esos métodos no sirven. Hay que ser firmes y decididos, tomar a los que se niegan a convivir en paz y eliminarlos. Solo su eliminación podría traer paz a la gente de bien.

Estos pensamientos, que a veces me acechan durante el día o en la noche antes de ir a dormir, nunca los he hablado ni siquiera con la señora Megara. Nadie sabe que pienso de esta manera y siento que ocultar estos oscuros pensamientos es engañar al hombre que me salvó la vida hace años. No quiero engañar al señor Hércules, pero tampoco quiero contaminarlo.

Aunque esté mal, ocultarle mi verdadera naturaleza es lo único que podrá mantenerlo a salvo. A él y a nuestra relación.

2 de diciembre de 1902

Querido diario:

Hoy es el peor día de mi vida.

Las noticias del bajo mundo corren rápido incluso en la universidad. No sé cómo mis compañeros se enteran de ellas, pero ciertamente lo hacen y con más detalles de lo que los periódicos pueden ofrecer.

Mi madre murió ayer en la noche de una enfermedad que un cliente le transmitió. Esto solo lo confirmé con Anne cuando fui al burdel nada más terminar mis clases. Ella resolvió mis dudas sobre todos los rumores que escuché de mis compañeros esta mañana. Anne sabía quién era el cliente y advirtió a mi madre de no acostarse con él. Pero ella parecía importarle poco su salud y simplemente aceptó contagiarse por unas pocas monedas. Según Anne, desde aquel día en que supo lo de mi padre, ella perdió su alma y no volvió a ser la misma.

No sabía que sentir. Incluso ahora mismo no sé qué sentir. El señor Hércules no está, regresará en cuatro días por un asunto urgente, y la señora Megara no regresará hasta mitad de enero del otro año. Estoy solo aquí, en esta gran casa, rodeado de los recuerdos de mi madre y de sentimientos que soy incapaz de identificar.

Siempre he podido identificar los sentimientos ajenos, siempre fui capaz de darme cuenta cómo se sentían los demás. Por sus colores, por el tono de sus voces.

Nunca fui muy bueno identificando muchos de mis propios sentimientos.

A veces me miro al espejo y espero ver reflejado en mí un color, pero no hay nada. No hay color que me pinte de pies a cabeza. Solo estoy yo, parado frente al espejo, preguntándome cuál es mi color del día.

Creo que estoy triste. Y enojado. Creo que eso es lo que me está motivando a ir por el cliente que enfermó a mi madre y por el embustero de mi padre. Mis manos pican ansiosas por hacer justicia, quiero exterminar a la basura inservible de este mundo para que sea un lugar mejor. Pero la imagen del señor Hércules me detiene, su genuina amabilidad y bondad hacen que retroceda en mi propósito y me replantee esta repentina decisión.

Quiero manchar mis manos con sangre, quiero ver el color que tendrían esos tipos cuando sepan que su fin se acerca.

Quiero hacer justicia por la mujer que me trajo a este mundo. Incluso si ella no me amaba, incluso si no fui nada para ella, incluso así quiero vengar su muerte.

Señor Hércules, ¿qué pensarías de mí si supieras todo lo que ronda mi cabeza? 


Proximo capitulo: 13/6

Nos vemos!

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