3
La vida de Jeon Jungkook, es del típico joven que obtiene todo gracias al trabajo y dinero de su padre. Envidiado por su estilo de vida, pero odiado por su mal carácter hacia las personas.
El motivo es sencillo, Jungkook, no vive con su madre ya que sus padres se divorciaron. El joven vive en la enorme casa con su padre, pero pareciese como si solo él y las sirvientas viven en la casa.
Sí, puede sonar al típico chico desagradable, pero no lo es, si bien a él no le importa dar ese aspecto, pero el que sus padres nunca le enseñaran como ser buena persona o que se siente recibir un abrazo y un poco de interés, tal vez y solo tal vez, el chico no tendría la personalidad que él dice tener.
Su abuela la cual, perdió a los quince años había sido la única persona la cual presentó un poco de interés en su vida.
Jungkook, se encuentra en su cama dejando salir un sinfín de suspiros de frustración, deseando no haber hecho lo que hizo esa noche.
—Joven Jungkook, debe levantarse.
Se escuchan unos cuantos golpes en la puerta acompañados por la voz de una de las sirvientas.
Sin decir nada, Jungkook, se remueve furioso sobre su cama y recuerda lo que sucedió esa noche.
Flashback....
Jungkook, había salido de fiesta como todos los viernes, unos cuantos tragos demás sabía que le afectarían y demasiado, pero como todo joven prefería que lo admiraran a que se burlaran de él.
Con su nivel de alcohol elevado junto a sus amigos, si es que se les puede llamar amigos, el chico que conducía se detuvo bruscamente y dejó que su novia bajara del auto para que vomitara. Jungkook decidió bajar del auto junto a su amigo, Hoseok.
Observó el pequeño local con el enorme letrero en la parte superior Miradas de esperanza, perdido por el alcohol, Jungkook, tomó un embace el cual aún contenía cerveza y lo lanzó hacia una de las ventanas de local.
—Mierda, Jungkook —se quejó Hoseok, tratando de impedir que entrara al edificio por la ventana.
—Déjame —espetó, tratando de evitar que su amigo lo detuviera. —Suéltame —se removió de manera brusca alejándose de Hoseok y cayendo al pavimento de manera brusca.
—Jungkook, vas a meterte en problemas.
Hoseok continuaba con su intento de hacer entrar en razón a su amigo, el cual era dominado por el alcohol que había ingerido.
Con dificultad, Jungkook, se encontraba entrando al lugar, el chico que los acompañaba junto a su novia regresaron al auto, pero al observar que su amigo estaba por entrar al lugar el chico que conducía también quiso hacerlo.
—No lo hagas, Jay —le pidió Hoseok.
—Cállate aguafiestas —reprochó, entrando al lugar después de Jungkook.
Unos cuantos minutos y el lugar que estaba completamente ordenado había sido desordenado y destruido por Jungkook y Jay.
Las palabras que Hoseok les decía a ambos no valieron de nada ya que los dos chicos las ignoraron por completo, mientras balbuceaban cualquier estupidez y destruían todo a su paso.
Jay, golpeó la pared provocando que las luces se encendiesen y que los vigilantes observaran a Jungkook.
Al percatarse que los vigilantes habían atrapado a Jungkook abandonó el lugar, subió a su auto y le rogó a Hoseok que los sacará de ahí con la mentira de que Jungkook se había ofrecido hacerse cargo de todos los daños.
Dos días después, Jeon Jungkook, había sido llevado a la corte ante una jueza y ante el dueño del local.
El hijo de uno de los grandes empresarios de Busan había sido dictaminado a un año de servicio social en el lugar que él mismo había destruido. Debía reparar todo lo que daño, hacer lo que se le ordenase y quedarse en turnos extra si era necesario.
El padre de Jeon Jungkook, se enfureció demasiado, pero se alivió cuando su abogado le dijo que eso no afectaría a su imagen.
Jungkook, debía asistir todos los días a la Fundación Miradas de Esperanza, debía respetar los horarios que el jefe le diera, al igual que solo tendría tres oportunidades para poder ausentarse de las cuales solo le quedaban dos vigentes, a las tres ausencias la policía iría por él a su casa y lo llevarían a prisión por no cumplir el reglamento que la jueza le había impuesto.
Fin del flashback.
—Jungkook, más vale que no faltes a tus horas sociales.
Al escuchar la voz de su padre de inmediato se sienta al borde de la cama y balbucea de mal humor.
—Estoy en eso.
Se levanta de la cama, entra a la ducha luego se cambia, baja a la cocina, desayuna y por último con los mismos ánimos de siempre el joven regresa a su trabajo social como todos los días.
»»————- - ————-««
Jungkook
Una semana había pasado desde que el chico nuevo había llegado a trabajar. Su trabajo era brindar consejos a los padres y hablar con las personas ciegas y tratar de hacerles entender que vivir ciegos no es tan malo como se cree.
La primera vez que lo vi cuando entre por la puerta, creí que era un chico normal, a la distancia él se veía como un simple chico al igual que yo, pero cuando me acerqué más a él me di cuenta que es ciego.
Muchas de las personas que llegan a la fundación como otras que no llegan causan nostalgia el verlas en las condiciones en las que les toca vivir su vida, pero al ver a ese chico completamente arreglado y vistiendo formalmente de pie frente a mí y los siguientes días de pie o sentado junto a los familiares de las personas ciegas es simplemente asombroso.
No siento lástima porque él sea ciego, lo que siento es curiosidad de saber porque sonríe todo el tiempo y trata de inspirar y dejar esa misma sensación en las personas que asisten a las charlas que brinda todos los días.
Si algo he aprendido en los días que ido a mi servicio social es a no tenerle lástima a las personas ciegas, ya que eso no les agrada.
Me encuentro limpiando una enorme fila de sillas, el chico nuevo está sentado tomando un pequeño refrigerio, una señora de aproximadamente treinta años se acerca a él mientras guía a su hijo pequeño.
—Tranquilo, Minho —le dice la señora un tanto desesperada.
—Quiero irme —rezonga el pequeño, tratando de soltarse del agarre que la madre ejerce en su muñeca—. Está bien, me rindo.
Suelta la mano del pequeño y este cae al suelo.
Toma asiento frente al chico, pero esté obviamente no se ha percatado.
—¿Qué sucedió? —pregunta, moviendo su cabeza de un lado hacia otro, esperando recibir respuesta por parte de alguien.
—Es mi hijo —habla la señora. —Estoy frente a ti —le indica desanimada.
Una sonrisa se forma en el rostro del chico, endereza su cabeza para poder parecer atento y educado ante ella.
Por mi parte, continúo sacudiendo y limpiando las sillas mientras observo al pequeño sentado en el suelo haciendo berrinches como cualquier niño normal.
—Soy An —se presenta ante el chico.
—Un gusto An. Soy Park Jimin, dime en que puedo ayudarte —dice el chico moviendo sus manos.
—Mi hijo es ciego al igual que usted, pero es rebelde, llora, se queja. Se molesta con él mismo y discute conmigo todo el tiempo —le comenta la señora.
—¿Qué edad tiene? —cuestiona el chico.
—Siete años.
—Yo puedo ayudarle, pero necesito que tanto usted y el pequeño colaboren conmigo. Hay cosas que yo no podré hacer porque al igual que su hijo yo también soy ciego.
El chico palpa la mesa hasta que su mano hace contacto con la tapa de su recipiente.
—Esto es un trabajo en equipo, entre usted, su hijo y yo que trataré de guiarlos —tapa su recipiente de comida y continúa. —Entiendo la frustración de su hijo yo también la viví, y creo que entiendo la suya ya que mis padres la vivieron conmigo —el chico sonríe y agrega—. Empezaremos mañana después que todas las personas se hayan ido. Necesito ganar la confianza del pequeño y poder establecer una relación de confianza entre usted y su hijo.
la señora se pone de pie inmediatamente luego de escuchar que el chico ha aceptado.
—Yo... Dios, muchas gracias —lleva sus manos a su boca cubriéndola de emoción.
—Es un placer, señora An.
—Gracias señor Park.
La señora camina hacia él y lo abraza, sorprendiéndolo un poco.
—Oh, vaya gracias —verbliza, sorprendido tratando de corresponder el abrazo efusivo que la señora le da. —Debemos trabajar mucho —menciona mientras sonríe.
—Nos vemos mañana, señor Park —deja de abrazarlo, camina hasta su hijo, dobla el bastón lo guarda en su cartera y luego coge la mano del pequeño dulcemente.
—Solo Jimin —le pide el chico.
—Hasta mañana, Jimin —se despide la señora feliz, guiando a su hijo hasta el estacionamiento con mucha cautela.
Continúo con mi trabajo, el chico había sido guiado por mi jefe a su oficina en la cual hablarían acerca de la señora An y su hijo.
Aproximadamente una hora después el chico y mi jefe salen de la oficina listos para marcharse. Empiezo a guardar las cosas de manera rápida.
—Jeon —me llama mi jefe.
—Sí —parloteo mientras me giro dejando las sillas en un lugar seguro.
—Te quedaras junto a Jimin los días que él te diga, harás lo que te pida y te cercioraras de cerrar el lugar —me ordena, mientras observa su celular.
—¿Alguna duda? —pregunta, alzando su rostro.
—No —respondo secamente, mirando al chico.
El jefe se va y solo quedamos el chico los vigilantes y yo.
—Lo siento —lo escucho decir.
—¿Por qué? —indago sonriendo.
—Por hacer que te quedes más tiempo. Sé que no te agrada hacer esto y lo siento en serio —contesta mientras se disculpa uma vez más.
—No te preocupes —digo, colocándome la chaqueta mientras veo que alguien baja de un auto y observa hacia dentro del local.
—Vienen por mí.
—¿Como lo sabes? —lo cuestiono un tanto sorprendido.
—No lo sé, yo solo... —vacila mientras hace una pausa.
—Está bien —murmuro mientras me acerco a él—. Soy Jeon Jungkook, puedes llamarme Jungkook.
El chico alza su mano, lo veo por unos segundos y luego extiendo mi mano y la estrecho con la suya.
—Jimin —se presenta.
—Estoy aquí y lamento la demora —se escucha la voz de alguien más.
—Está bien, Taehyung.
Jimin suelta mi mano y sonríe.
—Debemos irnos, Jiminie —toma una de las manos del chico y lo aleja un poco de mí.
—Hasta mañana, Jungkook —se despide.
—Claro, Jimin.
Cuando veo que ambos han abandonado el local apago las luces y por último le coloco el candado a la puerta.
Mis días serán más largos, aburridos y llenos de berrinches de ese niño, pero debo cumplir para no ir a prisión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top