22
Luego de convivir una noche en familia en la sala de los señores Lee.
Jungkook y Jimin se despiertaron, desayunaron juntos con los padres del menor.
—Iré al granero, debo alimentar a los caballos y cerdos —anuncia el señor Lee.
Jeon el cual, sostiene la mano del pelinegro lo mira con brevedad.
—¿Puedo acompañarlo? —pregunta Jungkook.
—Estás seguro de eso, chico. No pareces haber visitado un granero antes.
Jimin ríe bajo ante el comentario de su padre.
—Cariño —lo reprende su esposa, apenada.
—Hay una primera vez para todo —suelta Jeon.
—A Jungkook, le gusta experimentar papá —agrega Jimin.
—Bien, entonces vamos.
Ambos se ponen de pie casi al mismo tiempo.
—Ten cuidado —le pide el azabache a Park.
—Ten cuidado tú —sonríe Jimin, sintiendo los labios de Jungkook sobre su frente.
—No te burles de mí —le pide el mayor.
—No lo hago, créeme —dice entre risas el pelinegro.
El azabache sale de la casa siguiendo los pasos del padre de Jimin, no dice una sola palabra, solo camina en silencio mirando el pequeño camino de tierra y piedras, dándole una leve mirada a los alrededores, percatándose que tiene unas cuantas miradas sobre él.
—Ignóralos —escucha la voz del señor Lee.
Se detiene al ver que el señor retira el candado del granero, toma dos cubetas una en cada mano y luego observa sobre su hombro a Jeon.
—Toma esas dos y sígueme —le ordena.
Jungkook toma dos cubetas y acelera sus pasos para alcanzar al señor Lee.
—No vayas a vomitar.
—¿Cómo? —duda, confundido el azabache.
—El olor es un tanto fuerte y desagradable para la gente que no está acostumbrada.
Abre la puerta de madera para poder acceder a la reja de los cerdos.
Jeon, exhala fuerte, haciendo que el señor Lee, ría.
—Sólo no vomites —dice riendo.
El señor se encarga de darles el alimento a los cerdos, y Jungkook de llenar los cuencos de madera con agua.
Alimentan a los dos caballos, y luego se encargan de limpiar las heces de los animales.
—Tengo una pregunta, señor —se dirige el azabache al padre de su novio.
—Dime.
El señor Lee, se encarga de colocar más paja.
—Es sobre la historia de Jimin.
Una mirada breve es la que recibe del señor.
No recibe respuesta, por lo tanto, decide seguir ayudando en la granja. Cuando han culminado toman asiento sobre un grueso tronco de un viejo roble, beben un poco de agua mientras miran a los cerdos.
—¿Qué es lo que te ha dicho, Jiminie?
Jeon deja de beber agua.
—Que es una larga historia, que no le gusta recordar porque sufre pequeños ataques.
El señor asiente.
—Dijo que puedo preguntarle a usted.
Un sonoro y largo suspiro sale de las fosas del señor.
—Es un poco larga, pero intentaré ser breve, pero antes debes saber que, si lastimas a mi hijo, haré que mis caballos te arrastren por todo Busan.
Una sonrisa ladina se posa sobre los labios de Jeon, ante la amenaza.
—Era solo un niño, cinco años para ser exacto, yo trabajaba como ordenanza en ese lugar y cuidé de él por dos días, no tenía idea para que, hasta que se llegó el tercer día. Me di cuenta que lo querían para extraer sus órganos.
Los ojos de Jungkook se ensanchan al escuchar las palabras que el señor Lee, ha dejado salir de su boca.
—Cuando llamé a la policía fue demasiado tarde, el médico había retirado las córneas de Jiminie, lo llevé al hospital junto a mi esposa.
El señor hace una pausa, aclarando su garganta constantemente.
—¿Qué hay de sus padres? —indaga Jeon.
—No aparecieron nunca —retoma la conversación.
Pero de nuevo hace una pausa al recordar al pequeño Jimin traumado hablando entre sollozos como su padre lo había dejado con los hombres malos.
—Sólo tenía cinco años, lloraba todos los días a todas horas, sufría de ataques de pánico, mi esposa y yo decidimos adoptarlo, sufrimos junto a él, mientras se acoplaba a ser un niño ciego, luego de haber visto durante sus primeros cinco años de vida —el señor Lee traga grueso—. Lo más difícil de superar para Jimin además de adaptarse a ser ciego, fue el vivir con el recuerdo de que fue su mismo padre el que lo vendió.
El azabache de forma lenta gira su rostro hacia la izquierda, mira al señor Lee, dándose cuenta que pequeñas lágrimas recorren su rostro.
—Pensaba que haríamos lo mismo, se traumo. No podíamos dejarlo solo porque creía que lo abandonaríamos por ser un niño ciego. Es mi hijo —dice con voz quebrada el señor. —Jimin sufrió los primeros dos años adaptándose a la ceguera, y otros tres los sufrió por el recuerdo de su padre y las burlas de los demás niños. Pero mi esposa y yo hablábamos con él todos los días haciéndole saber lo valioso y maravilloso que es, y que su ceguera no le impide ser feliz —el señor Lee, limpia su rostro.
—Yo...
—Tranquilo chico, no hay nada que decir luego de una historia tan fuerte.
Jeon, asiente.
—Sólo has feliz a nuestro regalo —le pide el señor poniéndose de pie.
Jungkook se pone de pie al escuchar la risa de su novio, limpia las pequeñas gotas de lágrimas que quedaron en sus ojos, luego de haber luchado por no llorar.
—Jimin, quiere subir al caballo —avisa la señora Lee.
Entra al granero junto a la señora, mientras Suk y Jungkook se quedan fuera.
—Sujétate fuerte &le pide Suni, a su hijo.
—Mamá, no voy a soltarme.
Suni sale primero sosteniendo parte de la correa del caballo, mientras el pelinegro yace montado sobre el animal.
Jeon, niega preocupado ante la imagen de su bonito novio, montando un animal salvaje.
—Deja que lo haga —vacila ante sus palabras el azabache, viendo como la madre de Jimin le entrega la correa para maniobrar al caballo.
—Puede hacerlo —es lo único que dice Suk.
—Ya está —la señora se aleja, acercándose a su esposo y al apuesto novio de su hijo.
El menor hace que el caballo de unos cuantos pasos, Jungkook niega de nuevo y a pasos largos y agigantados llega hasta un costado del caballo.
—Bonito. Bájate, por favor —le pide Jeon, temeroso de que su novio se caiga.
—Puedo cabalgar, Jungkook, mi padre me enseñó cuando cumplí once —habla el pelinegro sin aflicción.
—Jimin, no quiero que te lastimes.
—No lo haré, cariño. Lo prometo —le asegura el menor a su preocupado novio. —Daré un pequeño paseo, y luego vendré por ti.
Jeon, asiente y luego niega.
—Espera, no.
Jimin hace que el caballo galope un poco alejándose de ambos.
—Estará bien, cuenta los galopes del caballo. Regresará pronto, respira —se dirige Suni a Jungkook.
Jimin regresa de su pequeño, pero preocupante y peligroso paseo según su novio.
Mientras los padres del menor se alistan para salir, los dos chicos pasan tiempo juntos en la granja junto a los caballos.
—Creo que debes ducharte —dice Jimin, llevando su dedo índice y pulgar a sus fosas nasales.
—¿Insinúas en que tengo mal olor? —lo cuestiona Jeon, haciéndolo reír, mientras entran a la casa tomados de la mano.
—No lo insinuó, lo huelo —se ríe el pelinegro.
—Jimin, tu padre y yo tenemos trabajo en la casa de los Kim, les deje lasaña para la cena. Volveremos en la madrugada luego de dejar limpia la casa —le indica Suni.
—Entendido, saluda a los señores Kim de mi parte —le pide el menor.
—Te amo, hay unos trozos de tarta en el refrigerador, deja uno para tu padre para cuando regresemos.
—Sí, mamá.
Siente los brazos de su madre rodearlo, suelta la mano del azabache y corresponde el abrazo con una enorme y cálida sonrisa.
Jungkook permanece atento, mientras presencia como los señores Lee acogen a Jimin, y le brindan amor paternal.
—Cuida de Jimin, aunque conozca esta casa de memoria —le pide Suni a Jeon.
—Lo haré, lo prometo —habla Jungkook.
—Cierra las ventanas con seguro.
Jeon asiente, aunque la indicación y recordatorio sea para Jimin.
Luego de que los padres se marchen Jungkook se ducha, mientras Jimin escucha la radio en su habitación, esperando por su novio.
—Está helando —comenta el menor, al escuchar crujir la madera en cada paso que Jungkook da.
—Abrígate —le pide el azabache.
—Olvide mi suéter —recuerda el pelinegro.
—Usa el mío —el mayor se acerca a Jimin, con el suéter en su mano.
Deja que se lo talle, y sonríe al ver que le queda un tanto grande.
—No crezcas más —bromea Park.
—Ven, vamos a cenar.
Jungkook toma la mano de Jimin, y lo lleva hasta la cocina.
El pelinegro sabe cómo encender el horno y la estufa, su madre le había enseñado antes de mudarse a Seúl, pero Taehyung le impedía poner en práctica lo que tanto le había costado trabajo aprender.
—Un poco más a la derecha, eso, justo ahí —le indica Jeon, mientras Jimin utiliza un chispero para encender el fuego del horno. —Listo, ya, saca la mano —le pide precipitado el azabache.
—Eres un exagerado —se burla Jimin.
—Lo hiciste bien, eso fue genial —habla Jeon, cambiando de tema.
—¿Ya hablaste con papá?
Jungkook hace un sonido de afirmación con su boca, mientras mastica la mitad de una fresa, y la otra mitad la lleva a los labios de su novio.
—Abre —le pide el mayor, colocando el trozo de fresa entre los dientes del menor.
—¿Te comentó todo?
El azabache se queda en silencio, no quiere incomodar a su bonito novio, solo quiere hacerlo sentir bien, y ayudarlo a olvidar un poco su horrible y doloroso pasado.
—Jungkook, te hice una pregunta.
—¿En serio quieres que hable sobre ello? —lo interroga Jungkook.
—Bueno, necesito escuchar lo que mi novio piensa —contesta el menor.
—Que ¿Qué pienso? Lo dices en serio —resopla el mayor.
—Solo quiero...
—Pienso que tu padre es un completo imbécil, mal nacido, al haberte vendido a esos hijos de puta que trafican órganos —suelta Jungkook, molesto, irritado y dolido.
—Pienso en cada palabra que el señor Lee me dijo, e imagino viéndote llorar y sufrir. Y solo quiero tenerte entre mis brazos y no soltarte y alejarme de ti nunca —los ojos de Jungkook se cristalizan.
Se acerca más a Jimin al verlo derramar las primeras lágrimas de sus incoloros, pero lindos ojos.
—Pienso en lo idiota que debe sentirse tu padre si te viera ahora, tan hermoso, lleno de vida, de sueños, de ganas de amar y ser amado, de dar sin esperar nada a cambio —Jeon hace una pausa al escuchar a su novio sorber su nariz, mientras el limpia cada lágrima que recorre el bello rostro de Park—. Tú no perdiste nada, bonito, ganaste una linda familia, confianza, fuerza y mucho amor. No perdiste nada, cariño, lo conseguiste todo.
Jimin extiende sus brazos al sentir la respiración de Jungkook sobre su frente.
Enrolla sus brazos alrededor de la cintura del mayor y se aferra a él con fuerza.
—Te quiero, Jimin, te quiero demasiado, y voy a estar para ti, cerca de ti y junto a ti siempre que tú me lo permitas, bonito mío —el mayor deja un casto beso sobre la sien del menor.
Permanecen abrazados por unos minutos, hasta que el tiempo de calentamiento de la lasaña termina, sirven la comida en los platos, van a la sala y mientras cenan juntos uno al lado del otro, miran y escuchan un programa de comedia.
Lavan los trastes, Jungkook cierra las ventanas con seguro y va a la habitación junto a su novio, se acomodan en la cama del menor, mientras la película de la era de hielo se reproduce en el televisor.
Jimin ríe al escuchar cada narración que Jeon le comenta, confiesa que su personaje favorito es Sid. Jungkook concuerda con su lindo novio ante esa decisión.
El menor había abrazado al azabache, se sentía cálido, cómodo, querido y correspondido por Jungkook, y eso lo hace feliz.
La imagen que los señores Lee, presencian les hace sonreír y sentirse melancólicos, al ver a su preciado regalo siendo amado y correspondido de la forma en la que lo merece.
El señor Lee, apaga la televisión mientras que Suni, los abriga con una manta, mirando a ambos chicos abrazados con ternura, aferrándose y entregándose el uno al otro.
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