18

Ha pasado una mes y medio, Taehyung ni siquiera se atreve a aparecer en la casa mientras Jimin se encuentra dentro.

Está luchando por lo que siente realmente por su mejor amigo, y tiene más que claro que no puede retroceder el tiempo.

Jimin y Jungkook empiezan a adaptarse a estar siempre él uno cerca del otro. Al principio se les dificultó adaptarse, pero ahora todo es distinto.

—En serio tuviste que escoger una clase a las seis de la mañana —se queja el pelinegro, mientras enrolla una bufanda alrededor de su cuello.

—No fue mi culpa —se defiende Jungkook, colocándose la chaqueta.

Sí, el mayor se había quedado nuevamente en la casa de su lindo novio, pero esta vez su padre quería cerciorarse de que no mentía, así que, lo fue a dejar por la noche a la casa de Park, asegurándose que no se marcharía a un antro o a buscar problemas.

—Jungkook, estoy casi seguro que existía otro horario —continúa quejándose, Jimin.

—Sí, sí existía otro horario, pero no coincidía con nuestros horarios, así que —deja un beso en la sien del pelinegro, y lo ayuda a ponerse de pie. —Irás a clases conmigo, todos los días —dice el azabache mientras ríe.

Llegan a la sala, Jeon le coloca una boina color negro a Jimin, está temprano hace frío y llueve un poco.

—Ahora si —Jeon toma la mano de Park.

—Tu bolsón —le recuerda el pelinegro.

—Está dentro de la camioneta —responde Jungkook.

El azabache le ayuda a su novio a subir a la camioneta, cierra la puerta y mientras él rodea su automóvil, Jimin se coloca el cinturón por sí solo.

El mayor arranca, conduce con cuidado mientras escucha cantar desafinado a su bonito novio.

El menor se siente nervioso además de observado, eso lo aterra, gracias a sus visiones puede tener una pequeña perspectiva de lo que es el salón en el que su pareja recibe clases.

Cuando la clase empieza se queda quieto escuchando sentado al lado de su novio, la clase transcurre y él solo escucha y en algunas ocasiones asiente.

La cátedra culmina y Jimin se pone de pie.

—No aguantaba más —dice moviendo sus piernas, mientras Jeon lo observa sonriendo.

—Está bien, nos iremos en unos momentos —cierra el zipper de su bolsón, y lo coloca sobre su hombro derecho. —Tu mano —le indica el azabache.

Jimin extiende su mano a la dirección errónea, Jeon niega mientras sonríe dulcemente, entrelaza su mano con la del pelinegro y avanzan hasta el escritorio de la docente.

—Jove Jeon —lo saluda la mujer arqueando sus cejas, con su mirada sobre Park.

—Maestra Kim, quiero presentarle a alguien.

Las mejillas de Jimin se ruborizan.

—Por supuesto —dice con voz agradable.

—Él es Park Jimin, el chico del que le hable —le recuerda Jeon.

—Un gusto, Jimin —la maestra extiende su mano.

—El gusto es mío —dice educadamente Park, estrechando su mano con la mujer. —Es muy linda —suelta el pelinegro.

—Yo...

—Es una pregunta, no una afirmación —ríe bajo, mientras se reprende internamente.

—Bueno, un poco, eso creo, y gracias —interviene la maestra. —Así que al parecer tu trabajo dio un buen fruto —se dirige la mujer a Jeon.

—En definitiva —dice Jungkook, sosteniendo aún la mano de Jimin.

—Nada más quería presentárselo y agradecerle.

—Es un gusto, joven Jeon.

Ambos salen del salón y luego de la universidad, Jeon le pide a Park que espere en la camioneta ya que, la lluvia es más fuerte, mientras él compra café y bizcochos.

—Llueve recio —le informa el azabache cuando entra al auto.

—Seguro que sí.

Jimin toma con cautela su taza de café.

—Huele delicioso —dice inhalando el olor a cafeína.

Desayunan dentro de la camioneta, mientras esperan que la lluvia disminuya.

—Creo que eso no sería correcto, Jungkook.

—Pero es una muy buena idea.

Jimin ríe al escuchar la emoción con la cual, su novio habla.

—Ten cuidado al bajar, todo está empapado —le advierte el azabache.

Baja de la camioneta y se detiene frente a la puerta del acompañante.

—Dame tu bolso —le pide Jeon—. Listo, ahora baja

—Aún llueve —se queja el menor, luego de sentir como algunas cuantas gotas caen sobre su rostro.

—Al fin —se burla Jungkook, mientras cierra la puerta. —Empezaba a envejecer —bromea, pasando su brazo sobre los hombros de Park.

—Eso no es gracioso —dice el pelinegro, golpeando el abdomen de su novio.

—¿Listo para correr? —le pregunta Jeon.

—Puedo tropezar.

—No lo haras, iré a tu lado.

Jimin, asiente.

—Además que no hay problema si te tropiezas, yo también lo hago y eso que puedo ver.

El pelinegro suelta una carcajada luego de escuchar el comentario de Jeon.

—Entonces ¿estás listo?

—Sí, lo estoy —responde aferrándose a la espalda baja de Jungkook.

—¡Ahora!

Ambos comienzan a correr, ríen en cada zancada que dan. Jeon sostiene con fuerza a su novio, se detienen cuando están dentro de la fundación.

—Eso fue divertido.

El azabache lleva sus manos hasta el rostro de Jimin, para limpiar las gotas de agua.

—¿Podemos hacerlo de nuevo? —pregunta como un niñito, Park.

—Claro, bonito, pero no ahora —expresa Jungkook—. Debo cumplir con mi trabajo, ¿puedes ir solo a tu cubículo.

Sin dudarlo Jimin asiente.
Jeon le entrega su bolso y luego ambos toman caminos separados.

Este día Jimin no escuchará a Minho y a la señora An, ya que, todos tienen una reunión, lo había olvidado por completo, es lo que ocurre cuando tiene a su novio cerca, todo lo que le preocupa no existe.

Pero ahora que está solo siente un revoltijo en su estómago, sus manos sudan y no puede controlar el movimiento de sus piernas mientras espera su turno.

El azabache pasa por el pasillo, saluda a unos cuantos empleados mientras trapea.

—Sabes que reconozco tu voz a la perfección ¿verdad? —habla el pelinegro.

—Puedes por favor dejar tus nervios —le súplica Jungkook.

—¿Y si me despide?

—Eso no pasará, eres demasiado bueno.

—Lo dices nada más porque eres mi novio, Jungkook.

—No —ríe Jeon. —Bonito —el azabache deja el trapeador sobre la pared, se coloca de cuclillas y luego posa sus manos sobre las rodillas de Jimin, haciendo pequeñas caricias con sus dedos—. Todos en esta fundación saben de lo que eres capaz. Una prueba de ello es Minho.

Park mueve sus manos y las guía hasta donde siente los movimientos de los dedos de su pareja.

—Todo estará bien.

El chico suelta un suspiro.
La puerta se abre y uno de los trabajadores sale de la oficina.

—Es su turno —le hace saber a Jeon.

—Esperare por ti en la entrada de la fundación.

Jimin asiente.

—Ahora ve adentro —le pide el azabache, poniéndose de pie y haciéndose a un costado para que su novio pase.

Jimin entra a la oficina, suspira y toma asiento con la ayuda de su jefe, escucha la puerta cerrarse y ahora sabe que la hora a llegado.

Jeon termina todo lo que le falta, mira el cubículo de su pareja, observa su bolso y con eso le basta para saber que aún sigue con su jefe.

Toma asiento frente a la puerta, saca su celular y revisa sus notificaciones de mensajes.
Abre su juego de autos y de esa manera hace la espera menos aburrida.

—Te he dicho muchas veces que hay mejores cosas que hacer, que pasar jugando ese juego.

Alza su vista y mira a su novio frente a él viendo hacia otro lado.
Sale del juego sin importarle si pierde, se pone de pie y se coloca cerca a su novio.

—¿Me lo decías a mi o a otra persona? —dice molestando al pelinegro.

—Jungkook —chilla Jimin.

—Es broma —el mayor deja un beso en la mejilla derecha de Park.

—Podrías solo decirme que no estás en esa dirección, mientras hablo o te regaño —le sugiere el menor.

—Pero si te ves super lindo regañando a la nada.

Jeon abraza a Jimin y salen de la fundación.

—Vas a dejar de reírte cuando te diga lo que mi jefe me dijo.

La sonrisa se borra del rostro del azabache.

Corren hasta el auto, está vez porque Jungkook simplemente quería ver reír a su novio.

El menor le comenta que su jefe lo felicitó por su adaptación al trabajo, y por el avance que tenía con Minho. Así mismo le hizo saber de la curiosidad de su empleador hacia Jeon.

—No puedo creer que te pregunto por mí.

—Bueno, pero lo hizo. Le dije que tú eras importante en la enseñanza de Minho y dijo que eso lo tenía claro —le comenta Park. —Puede ser que te quiera de voluntario. Eso sería genial —el chico hace una pausa—. Pero si no te gusta, debes decirlo.

—Ni siquiera me lo ha dicho —dice Jungkook.

—Bueno, si lo hace ya sabes que debes ser sincero y pensar en lo que a ti te gusta.

—Me gustas tú —suelta el mayor.

—Jungkook —le llama la atención el menor.

—Me gustas mucho, bonito —repite, haciendo que el sonrojo en las mejillas de su novio aumente.

—Sabes, le comenté a mi jefe sobre la aplicación que descargaste en tu celular —Jeon estaciona la camioneta. —Dijo que no eras inteligente, porque los celulares ya traen una aplicación para ciegos incluida —las cejas de Jimin están alzadas, Jungkook lo mira anonadado.

Había hecho el ridículo y su jefe lo sabía.

—Pero te juro que hiciste que mi corazón se emocionara —dice entre risas, Park. —Para mí eres super inteligente, cariño —le hace saber el menor.

—Lo dices porque no me quieres hacer sentir mal.

—Claro que no —ríe Jimin.

—Voy a desinstalarla.

—No te enfades, yo tampoco lo sabía.

Bajan del auto, pero es6ta vez Jungkook decide cargar en su espalda a su novio. Las risas de Jimin se escuchan fuerte y divertidas, Jeon se mueve de un lado a otro siendo cuidadoso de no caerse, mientras camina hasta la casa de Park.

—Jimin —escuchan de repente.

—Taehyung —articula con voz cansina el pelinegro.

El mayor lo baja con cuidado y lo coloca a su lado, sin abrazarlo y sin darle la mano.

—Yo..., lo siento, Jiminie —se disculpa su amigo.

Jeon solo escucha y observa, no tiene ni la menor idea por la cual, Kim, el mejor amigo de su novio se disculpa.

—Esta bien —dice Jimin, nervioso, intentado que su amigo se detenga.

—No, no está bien, fui un idiota al querer obligarte y molestarme porque no gustas de mí, y porque escogiste a Jungkook.

—Taehyung —masculla Jimin.

Jeon lleva sus manos a su cintura colocándolas como jarra, no dice nada solo se mantiene en silencio, mientras piensa en que hacer y cómo actuar.

—Si fuiste muy duro conmigo, Tae, pero créeme que te entiendo —habla Park.

—¡Dios! por favor perdóname, Jiminie. Jamás quise hacerte caer.

Jungkook cierra los ojos luego de escuchar lo que Taehyung ha confesado.

—No estaba en mis planes el interrumpirlos, pero luego de escuchar lo último se me hace inevitable —interviene el azabache.

—Jungkook, no me lastimé —dice con rapidez, Jimin.

—Si vuelves a tocarlo para lastimarlo y lo confiesas frente a mí. Te juro que te voy a golpear —lo amenaza el mayor. —Ahora voy a irme —Park, niega repetidas veces. —Ya que terminaste de decir lo que mi novio no tenía pensado decirme —Jeon deja un beso sobre la sien de Jimin.

—Espera, no te vayas —le pide el pelinegro.

—Hablamos mañana, Jimin —se despide el mayor.

—Jungkook, por favor —le súplica el chico.

—Si me permites, quiero llevarlo al trabajo mañana —se dirige Taehyung a Jeon.

—Claro, creo que él estará cómodo —alza un poco su voz Jungkook, caminado hasta su camioneta.

—Lo siento, Jiminie. Creí que se lo habías dicho todo, estaba listo para ser golpeado por él —susurra Tae, abrazando a su amigo.

—Está bien, fue mi culpa —murmura el menor, correspondiendo el abrazo de su amigo—. Te perdonó, pero no haré ningún qué hacer de la casa desde ahora, hasta nuevo aviso. No me merecía ser tratado de esa manera.

—Gracias, Jiminie, ahora vamos adentro —le pide su amigo.

—¿Jungkook, se veía molesto? —indaga el pelinegro.

—Un poco —miente Taehyung.

—Eres un mentiroso, Tae. Seguro y no querrá verme mañana —dice desilusionado, Park.

—Claro que querrá verte, voy a vestirte super hermoso para que no pueda resistirse a ti.

Ambos entran a su casa.
En toda la noche se ponen al tanto de lo que han hecho mientras estaban distanciados. Incluyendo las interrupciones de Taehyung para disculparse a cada momento con Jimin.

Park no puede molestarse con Kim, ni Kim puede molestarse con Park, se conocen desde pequeños y la unión que tienen es fuerte. Demasiado fuerte para superar cualquier problema o adversidad que exista entre lo dos.

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