10

Jungkook

La noche del viernes me costó mucho poder dormir, haber confesado lo que siento por Jimin, el chico ciego de la fundación simplemente fue repentino, debía hacerlo, no podía seguir reteniéndolo.

Las dos semanas que no nos vimos realmente me di cuenta que siento algo por él, algo real, algo que me hace querer conocerlo, querer estar para él, querer saber cómo se encuentra todo el tiempo. Es ahí cuando me di cuenta que me gusta y que posiblemente quiero algo en serio con él.

Luego cuando mi cabeza deja de pensar en lo lindo y tierno que Jimin es, y mi corazón palpite de forma rápida al recordar mis palabras y la forma en la que me le insinuaba siendo yo mismo, y él aceptándome, simplemente me hace querer seguir intentado hacer las cosas bien por él.

La mañana llega y con esta los toques incesantes de parte de la sirvienta. Me pongo de pie lo más rápido que puedo, camino hasta la puerta, sacudo mi cabello, abro y veo con mis ojos aún adormilados.

—Buen día joven Jungkook, le recuerdo que debe asistir a la fundación —me saluda, y luego me recuerda lo que debo hacer.

—Buenos días —suelto un sonoro suspiro. —Gracias por recordármelo —dejo la puerta abierta y camino hasta el estante donde están mis toallas, y luego me dirijo hacia el baño.

Me ducho mientras pienso en cómo puedo sorprender a Jimin, sonrío al intentar pensar en algo que no sea tan cliché. Pero es lo que me queda, debo hacer lo que los otros dos idiotas no hicieron.

Salgo de la habitación de baño, y me doy cuenta que mi cama está ordenada, la sirvienta ha hecho su trabajo mientras me duchaba, busco mi ropa y de forma ágil me cambio.

Seco mi cabello con la toalla, tomo mi bolsón, introduzco mi laptop con su respectivo cargador, luego tomo mi chaqueta y la guardo sobre mi laptop, cierro el bolsón, lo alzo y lo coloco sobre uno de mis hombros.

Salgo de mi habitación y me dirijo hacia la cocina, veo a la cocinera preparar unos riquísimos wafles.

—Buen día joven —me saluda, mientras toma de la repisa un plato y coloca dos wafles sobre el plato. —Su padre tiene visita —me informa.

Dejo caer mi bolsón al suelo de la cocina, la veo y luego giro mi rostro intentando ver la sala, camino un poco hacia a la puerta y logro verlo en su mismo asiento, a su costado una chica rubia aparentemente de mí misma edad, o posiblemente menor que yo.

Sonrío y regreso a la mesa de la cocina, tomo asiento sobre un enorme banco y ella entiende que me quedaré a desayunar en la cocina.

—Buen provecho —deja el plato con los wafles frente a mí, toma un cubierto y lo coloca sobre los wafles.

—Gracias.

Agarro el cubierto y decido empezar a desayunar, mientras ella alista dos platos con wafles.

—Están listos, llévalos —le ordena a la sirvienta.

—¿Jugo, leche o café? —me cuestiona, mientras me observa masticar un pedazo de wafle.

—Que tal leche y café —alzo mis cejas.

Ella asiente y agrega la mitad de café y la mitad de leche a una taza, le agrega dos de azúcar y luego la coloca junto a mi plato.

—Está delicioso —digo luego de beber un poco.

—Aprovecharé a desayunar —dice tomando un wafle y un poco de jugo.
—¿Universidad o fundación? —me pregunta, cuando ha tomado asiento frente a mí.

—Fundación —articulo, para luego beber más leche con café.

—Suerte, chico —sonríe ladinamente.

—He terminado —me pongo de pie, bebo un último sorbo y recojo mi bolsón.

—¿Vendrá a almorzar? —cuestiona.

Me detengo y pienso un poco, podría traer a Jimin a casa, pero no quiero que mal intérprete mis intenciones, otro día más adelante invitare a mi casa a probar la deliciosa comida de SunHee.

—No, pero si preparas algo sabes que hacer —sonríe al escuchar lo que he dicho.

—Claro, te guardaré un poco.

Asiento y luego salgo de la cocina.
Tomo las llaves de mi camioneta, debido a que mi deportivo está en revisión y no estoy de ánimos para utilizar la motocicleta.

Salgo de casa y conduzco hasta la fundación, es mi primer sábado desde que empecé, el juez había hablado con el abogado que mi padre había contratado, llegaron a un acuerdo en el cual debo asistir los sábados a la fundación y terminare mis horas sociales más rápido.

Estaciono mi camioneta en el parqueo, bajo y luego camino hasta la entrada, saludo con mi mano al vigilante y luego entro a la fundación.

—Buenos días —saludo a Joy, la cual yace en su escritorio.

—Buenos días, Jungkook —me saluda con una sonrisa, mientras despega su mirada de la computadora.

Veo de manera sigilosa el cubículo de Jimin, el cual se encuentra cerrado, observo hacia todos lados intentando dar con su paradero.

—Si buscas a Jimin pierdes tu tiempo —regreso mi mirada hacia Joy.

—¿A qué te refieres? —pregunto.

—Los sábados tiene libre —me pone al tanto.

Recuerdo su despedida ayer por la noche, recuerdo sus palabras nos vemos hasta el lunes.

—Claro, lo había olvidado —continúo con mi camino, llego a la bodega tomo lo necesario y empiezo con mi trabajo.

Hago la limpieza en todos los cubículos, no hay ningún paciente, todos en la fundación son personal, hago mi trabajo lo más rápido que puedo y de la mejor manera, ya que el jefe se encuentra en la fundación y sé que tengo su atención en cada uno de mis movimientos.

Acomodo una pila de silla de plástico color azul, luego me encargo de acomodar las pocas sillas color gris en una sola fila, las dejo listas para el día lunes poder desplegarlas en sus respectivos círculos de ayuda.

Me aseguro de cerrar los cubículos que están vacíos, y por último me presento ante mi jefe.

—He concluido con mi trabajo —le hago saber

—Muy bien, Jeon, puede retirarse —dice sin importancia.

Asiento, hago una reverencia para parecer educado y sumar puntos a los reportes que el jefe escribe y envia al juez.

Voy al baño, lavo mis manos y luego voy al despacho de Joy.

—He concluido con mi trabajo —digo ganando su atención.

—Que bueno —gira su cuello en círculos.

—¿Aún no termina? —pregunto curioso.

—No —responde, mientras teclea de forma rápida.

—Nos vemos el lunes, Joy —me despido, para luego caminar hacia la salida.

Saco las llaves de mi camioneta del bolsillo derecho de mi pantalón, abro la puerta, tomo asiento y me quedo pensando por unos segundos en que hacer.

Necesito ver a Jimin y saber cómo está, no sé cuál será su reacción o la de su amigo, pero no pierdo nada con ir a su casa e intentarlo.

Enciendo la camioneta y conduzco buscando la carretera que me lleve hasta la casa de Jimin y su amigo.
Me detengo en una pequeña tienda de golosinas y regalos, saco dinero de mi billetera y luego bajo de mi camioneta.

Escojo una pequeña caja de chocolates, camino por el segundo pasillo, veo muchas tarjetas con dedicatoria, pero ninguna escrita en braille, bufo molesto y salgo del pasillo. Giro hacia la izquierda y entro al pasillo de flores, tomo tres girasoles y tres rosas rojas, le pido a la decoradora que las arregle para mí, pago y luego salgo del lugar.

Conduzco sin parar hasta la casa de Jimin, no me detengo a menos que el semáforo tenga la luz de color rojo, de lo contrario continúo conduciendo.

Llego a la calle que la casa de Jimin se encuentra, reduzco la velocidad y luego busco un espacio donde estacionarme. Inhalo profundo, el nerviosismo ha llegado a mí, intento no acobardarme, no ahora que me encuentro frente a su casa.

Tomo la caja de chocolates y el ramo de flores, abandono la camioneta y me dirijo hasta la rampa que dirige hacia la puerta de la casa de Jimin.

Trago grueso, y solo espero que su amigo no me provoque, lo que menos quiero es sacar mi yo desagradable y que Jimin escuche.

Toco el timbre con la mano que sostengo la caja de chocolates, espero unos segundos y escucho la voz a lo lejos de Jimin, pidiéndome que aguarde unos segundos.

Aclaro mi garganta y trato de regular mi respiración.

—¿Quién es? —pregunta a través del intercomunicador.

Presiono el botón y me dispongo a responder.

—Hola, Jimin —hablo nervioso.

—¿Jungkook?

—Sí, soy Jungkook —le confirmo mientras sonrío como idiota.

No escucho más su voz, pero veo como la puerta se abre y puedo verlo con una linda sonrisa dibujada sobre su rostro.

—Hola —dice, jugando con sus dedos.

—Hola —digo de igual forma.

—¿Qué te trae por aquí? —cuestiona, dando pasos hacia adelante con sus pies descalzos.

—Fui a la fundación, esperaba verte, pero tal parece que descansas.

—Sí —dice con una leve sonrisa.

—Así que decidí venir a verte —confieso dejándome llevar, para no sentirme más nervioso.

—¿Así? —duda con sus mejillas sonrojadas, pareciéndome lo más hermoso que mis ojos han visto.

—Sí —le aseguro.

—Quería asegurarme de que te encuentras bien —me acerco a él—. Te he traído algo.

Su expresión cambia al instante y dice.
—¿Quieres entrar?

Observo hacia dentro de su casa, lo que menos quiero es que su amigo piense que quiero aprovecharme, así que prefiero esperar un poco más.

—Está bien si nos quedamos aquí, me iré pronto —me excuso.

—Ok —susurra.

—Te compré chocolates —digo, para evitar quedar en un silencio incómodo.

—Me gustan los chocolates —canturrea feliz.

Sus expresiones son increíbles, ni siquiera soy capaz de quitar mis ojos de él.

—Extiende tus manos —le pido.

Hace lo que le pido de manera rápida e impaciente, dejo la caja de chocolates sobre las palmas de sus manos.

—Muchas gracias —dice emocionado, palpando la caja.

—¿Quieres que te ayude a abrirla? —pregunto.

—Puedo solo contesta.

Me quedo pendiente a lo que hace, abre la caja segundos después y sonrío al haber presenciado su logro.

—¿Quieres uno? —toma un chocolate, y extiende su mano en la dirección errónea.

Sonrío al mirarlo, a pasos lentos me cambio de lugar y recibo el chocolate que me ha ofrecido.

—Gracias por compartir.

—No lo hago por compartir, solo quería saber si no tenían algo que me afecte —dice sonriendo.

—Muy gracioso —digo mientras de gusto el delicioso sabor a chocolate en mi boca.

—Por Dios —hace una pausa mientras saborea el chocolate. —Es delicioso —introduce la otra mitad de chocolate a su boca.

—Hay algo más que decidí traerte —le hago saber.

—Dime que es —dice como un niño ansioso.

—Bueno, no sé si este bien, ya que no puedes ver y...

—Jungkook, solo dime lo que es —me interrumpe.

—Ok, lo siento —me disculpo.

—¿Qué es? —indaga, ansioso.

—Te traje flores —digo nervioso.

—¿Flores? —repite.

—Sí, pero si no, yo me las puedo llevar.

Tal vez fue mala idea, me maldigo internamente.

—Claro que no —extiende su mano izquierda hacia mí—. Dámelas.

Espera a que coloque el ramo sobre su mano.

—Girasoles —dice repentinamente, dejándome sorprendido.

—¿Qué dijiste? —pregunto, luego que él tiene en su mano el ramo de flores.

—Fue una pregunta —me aclara con voz nerviosa.

Me quedo en silencio observándolo detenidamente.

—Son rosas y girasoles —le indico.

—Amarillo y rojo —dice cerrando sus ojos y acercando las flores a su nariz.

—Sabes los colores —digo sorprendido.

—Claro, logré aprenderlos antes de quedar ciego —me confiesa, y mi curiosidad incrementa.

Observo como un auto se acerca, y por las veces que lo he visto en la fundación deduzco que se trata del amigo de Jimin.

—Debemos hablar.

El asiente.

—Pero no ahora, ni aquí.

El chico estaciona su auto detrás de mí camioneta.

—¿Qué tal si mañana paso por ti y tenemos una cita? —lanzo la propuesta, la cual espero sea aceptada.

—Eso sería genial, podemos hablar de lo que quieras y conocernos un poco más —dice feliz.

—Así es.

Me acerco más a él, y con sumo cuidado coloco mis manos sobre sus mejillas.

—Pasaré por ti al mediodía —acaricio sus mejillas con mis dedos pulgares.

—Esperaré por ti —habla.

—Nos vemos mañana, chico listo —dejo un beso sobre su sien.

—Gracias por las flores y los chocolates —dice nervioso y feliz.

—De nada, Jimin. Gracias por permitirme poder verte unos minutos —retiro mis manos de su rostro.

Antes de alejarme por completo, dejo un último beso en su mejilla, sonríe en voz baja.

—Hasta mañana.

Desciendo la rampa y me encuentro con su amigo.
No dice nada, solo me observa con una mirada molesta y fulminante, lo veo de la misma manera sin detenerme en mi caminar. Pasamos uno al lado del otro sin siquiera saludarnos, cuando he logrado pasar de largo sonrío ladinamente al saber que he conseguido una cita con Jimin el día de mañana.

En lo que queda del sábado, planeare a qué lugar llevarlo, debe ser un lugar cómodo y de buen ambiente. Tengo algo más importante en que pensar y gracias a eso, mi mente se mantendrá ocupada pensando en Jimin.

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