🎀 𝒫𝓇❁𝓁❁𝑔𝓊𝑒 🎀
Nací y crecí en El Cairo, Egipto; soy el mayor de dos hijos. Mi hermana, Nebet, debido al gusto de mi madre por la historia de nuestro país, y yo; Mohammed, debido a la actitud conservadora de mi padre.
Los cuatro teníamos una pequeña granja de pollos, mi hermana y yo estábamos rodeados de estos, por lo que las aves fueron nuestra mascota selecta. Nebet es un par de años menor que yo, cinco para ser exactos. Siempre fui protector con ella, por lo que ella solía molestarse mucho por eso.
Mi padre siempre fue directo conmigo, dándome responsabilidades incluso siendo un niño, diciéndome que algún día seria el hombre de la casa, cuidando de mi madre y hermana. Sumándole la escuela y el trabajo en casa, eso me hizo madurar rápidamente.
La cosas en mi hogar no eran malas, era bastante reconfortante contar con la suave y cariñosa naturaleza de mi madre, y por otro lado por la dura y directa personalidad de mi padre, Nebet y yo eramos bastante diferentes, pero aun así solíamos pasar horas fuera de casa, buscando insectos o solamente observando el cielo, encontrando formas a la nubes.
Mi hogar era pequeño, Nebet había estado a cargo de cuidar lo que comeríamos ese día, sinceramente no se como paso pero ella solo se quedo dormida, el fogón había soltado chispas haciendo que la casa comenzara aprenderse en llamas, estaba fuera dándole de comer a las gallinas cuando observe el humo salir de casa, recuerdo haber salido corriendo para buscar a Nebet. Al entrar corrí hasta la habitación para encontrarla recostada en cama como si nada estuviera pasando, con mucha dificultad la cargue en mis brazos para salir, entre todo el camino hasta la salida no se bien lo que paso ero recuerdo haber sentido un ardor en el rostro.
Mis padres habían salido al mercado por lo que rápidamente corrí a casa de los vecinos por ayuda, cuando mis padres habían llegado la casa estaba reducida en escombros, en ese momento creí que mi padre comenzaría a gritarnos y reprendernos. Pero por primera vez observe como un hombre al que siempre creí duro lloraba y entre balbuceos agradecía a Alá por que estábamos a salvo.
Después de aquel accidente todos nuestros conocidos nos ayudaron a reconstruir nuestro hogar, todo había vuelto a la normalidad con la excepción de mi persona; nunca me di cuenta que mi rostro había sido marcado durante el incendio, dos cicatrices cruzaban mi rostro, justo debajo de mis ojos, estas eran bastante gruesas y el tono rosado hacia un gran contraste en mi piel morena por lo cual era lo primero que solía divisarse.
Al crecer decidí enviar una solicitud para entrar a una universidad en América, la cual con el tiempo me dieron una respuesta positiva, mis padres, incluso Nebet habían ahorrado el suficiente dinero para mudarnos a América, y así había sido, conseguimos un departamento cerca de la universidad, yo había decido irme al campus por lo que ellos algo preocupados aceptaron y así fue como había comenzado mi vida como estudiante en Speedwagon College .
(. . .)
Al terminar el recorrido me habían informado que mi habitación era la 534 del dormitorio internacional, descubrí que mi compañero era un chico japones de nombre Jotaro Kujo, era el nieto del profesor de la facultad de arqueología, justo la carrera que había tomado. El usualmente era bastante serio, hablaba poco y cuando lo hacia podía escuchar lo gruesa que era su voz. Ambos no eramos muy buenos con el ingles por lo que usualmente teníamos problemas para comunicarnos con lo demás estudiantes del dormitorio internacional.
Eso claro, hasta que conocí a Noriaki, un chico japones que era bastante agradable, algunas veces me ayudaba a mejorar mi pronunciación y demás. Un día, Noriaki llego acompañado de un muchacho de piel pálida y ojos azules, lo que mas era llamativo era su cabello plateado casi tubular, su nombre era Jean-Pierre Polnareff, era compañero de Noriaki y era francés (sinceramente algo que note en cuanto hablo debido a su acento.) Tuvimos una buena química, o eso es lo que el solía decir, algunas veces pasábamos la mayor parte de la noche en el comedor del dormitorio internacional mientras Polnareff cocinaba.
- ¿No te unirás a alguna fraternidad, Avdol?
El había dicho mientras movía aquella cuchara metálica dentro de la olla que estaba al fuego, yo respondí sentado en la mesa mientras mi vista estaba pegada a un libro.
No lo creo...- Respondí pasando de pagina para después alzar mi vista y divisar al francés de cabellos plateados- Lo que debería ser un lugar donde se respete la hermandad es reducido a un montón de personas dispuestos al degenere, las fiestas y el alcohol.
Con eso le quitas todo lo divertido, deberías dejar de pensar tanto y conocer a alguien que cambie esa actitud tuya.- Polnareff dijo aquello mientras se dedicaba a servir la sopa que había preparado en un tazón.
Por mas que me avergüence, no soy muy bueno cocinando por lo que Polnareff me ofrecía de lo que preparaba por que según el, cada vez que me veía parecía perder peso.
- De nuevo, no. No creo estar listo para tener una pareja... Ademas, ¿Quien me querría con estas cicatrices?
¿Cuantas veces debo decirte lo mismo?- Exasperado Polnareff dejo el tazón frente mía, seguido de hacer aterrizar su gran palma contra mi cabeza, liberando un gemido de entre mis labios.- ¡Esas jodidas marcas no tienen nada que ver! Dudo que alguien deje de hablarte o alejarse de ti por ellas.
Hay personas diferentes a nosotros, Polnareff...- Murmure con cierta vergüenza, mi físico siempre algo que me obstaculizaba en cuanto a socializar.
- Bueno... Ahora calla y come tu sopa.
Solo sonreí antes eso comenzando a comer de la deliciosa comida de Polnareff...
Conocer a alguien... No sonaba tan mal...
Weno, la verdad ya tenia ganas de escribir algo los JoJotos, así que, ¿por que no comenzar con algo sobre mi personaje favorito y mi crack ship?
Al chile, tengo un chingo sin escribir así que, ustedes perdonara toda esta basura.
-Ramnda-
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