Capítulo 16
Soltó su probablemente décimo siseo de dolor al finalmente acabar de limpiar la herida. El trapo había quedado completamente ensangrentado y ahora tenía que buscarse otro pedazo de tela para vendar la piel en carne viva.
La cabaña en la que había tenido que asentarse esos días le congelaba el culo, pero se la estaba prestando la familia de Lazar, el cantinero, y no podía quejarse. Tenía un hogar muy pequeño y había que cortar demasiada leña para calentarla debidamente pero JJ verdaderamente no tenía tiempo para eso. Se la pasaba más afuera que adentro y las pocas veces que regresaba solo lo hacía para cambiarse los vendajes y dormir. Pasaba el frío tomándose varias botellas de vodka, cayéndose dormido un rato después a causa de la borrachera.
-¡Señor JJ! -espetó una vocecita conocida, abriendo de golpe la puerta.
-¡Ten más cuidado, enano! -exclamó molesto- Esa puerta apenas sí se mantiene en pie por sí misma.
-He venido a visitarlo -dijo ignorando la regañada-. Las muchachas del pueblo le han mandado algunos regalos.
Minami señaló la cesta de mimbre que traía colgando del brazo. De ella salía un aroma exquisito y a JJ se le hizo un poco agua la boca luego de haber estado sobreviviendo esos días a base de alcohol, pan añejo y frutos silvestres.
Le hizo una seña para que acercara la cesta a la mesa y JJ se apoderó de ella al instante, sacando un buen pedazo de queso para comenzar a comer con avidez. Minami abrió los ojos con sorpresa mientras lo veía, concentrándose particularmente en su brazo vendado que iba del hombro hasta el codo.
-¿Problemas? -murmuró con algo de temor. JJ se encogió de hombros.
-Los gajes del oficio -respondió con la boca llena-. Solo estoy a medio camino de cumplir mi cometido.
Y era cierto, en parte.
En su expedición a las Hermanas del Deshielo, JJ había logrado cazar una legendaria áspid. Era una criatura de pesadillas, con pico de ave, cuerpo de serpiente y una piel hecha a base de piedras preciosas. Su piel era impenetrable, no importa que afilada flecha u hoja intentases clavarle; nada la detenía más que el mismo fuego que era capaz de escupir. JJ estaba simplemente encantado.
Una vez que acabó de comer su pedazo de queso se dirigió a la cómoda, de dónde sacó una piedra preciosa más grande que sus dos manos juntas y la alzó para enseñársela a Minami. Los ojos le brillaron al ver el inmenso pedazo de piedra rojiza.
-¿Eso es...?
-Uno de sus ojos, sí -dijo con orgullo-. Ahora solo me falta el otro y tendré control total sobre la Señorita Rubí.
-¿Señorita...? -empezó a preguntar el más chico, ahogando una risa.
-¡Tiene que tener un nombre! -chilló molesto, dejando la homónima piedra preciosa sobre la cómoda otra vez.
-Le creo -se apresuró a decir Minami- ¿Entonces podrá dirigirla directo al castillo?
-Sí. Ese horrible castillo colorido arderá en llamas junto con todos esos criados demoníacos que habitan en él. Y cuando ya no quede nada, yo mismo liberaré a mi hermano y clavaré una flecha en el corazón del Rey Bestia.
Minami aplaudió con una emoción algo confusa mientras su rostro comenzaba a decaer lentamente. JJ trató de no darle mucha importancia a ese brusco cambio de actitud en el jovencito.
-Pero...
-Nada. No importa. Pronto reescribiremos la historia de Novokabirsk, Minami. Y necesito a alguien leal y competente a mi lado, ¿serás tú esa persona?
El chico tragó saliva con nerviosismo, pero acabó asintiendo enérgicamente. JJ le dio varias palmadas en la espalda.
-Acompáñame a visitar a la Señorita Rubí, entonces. Quizás eso te de una verdadera idea sobre lo que hablarán los libros de historia dentro de unos años.
* * * *
No era difícil encontrar el camino que buscaba. JJ podía ver aún todos los destrozos provocados por la áspid, el rastro de quemaduras en los troncos y en la tierra, que poco a poco comenzaban a ser más notorios hasta que llegaban a una zona donde ya no quedaban más que cenizas.
Minami estaba completamente tenso a su lado, tomando con fuerza la manga de su brazo sano. Si su aliado tenía tanto miedo de observar a aquel monstruo entonces no podía esperar a que sus enemigos lo tuvieran cara a cara.
Podía escuchar sus lamentos a aquella distancia -que sonaban casi como rugidos- de la Señorita Rubí. JJ fantaseaba que era una dulce y linda mascota, no una criatura legendaria que ya se lo hubiera devorado de un mordisco si no fuera porque le había robado uno de los ojos.
Las leyendas habían sido ciertas. Había cuentos y canciones que hablaban de que la única forma de dominar a la indestructible áspid era robándole sus ojos de rubí. La criatura entonces quedaría ciega y a merced de su domador, esperando ansiosamente que le devolviera la visión. Si es que algún día lo hacía.
De repente aparecieron las alas de su descomunal bestia. Minami ahogó un jadeo de terror, escondiéndose detrás del mismo JJ. El chico ya había visto a la criatura en las faldas del volcán pero en ese momento estaba encadenada en una profunda fosa. Había sido JJ el que había regresado más tarde, sólo, a robarle su ojo derecho antes de quitarle las cadenas y a obligarla que lo llevara hasta el punto en que estaba la cabaña.
La áspid rugió, olfateando el aire mientras intentaba enfocarlos con el ojo izquierdo. La cavidad derecha estaba completamente hueca. Soltó un chillido de excitación al ver que JJ tenía consigo a otro mundo sobre el cual tenía todo el derecho de zampárselo. Procuró que Minami no se alejara de su espalda.
-¡Señorita Rubí, tranquila! -ordenó JJ a viva voz, haciendo que la inmensa criatura le respondiera con un agudo rugido- Las cosas se pondrán muy feas si no cooperas.
Por supuesto la áspid no entendía lo que decía: era una tonta bestia. Igual que su estúpido rey, tan confiado en su palacio de mármol y ladrillos. Nadie se esperaba que el bruto y atolondrado campesino que se había ofrecido a ser el tributo del rey -para luego ser salvado por su hermano menor como una damisela en peligro- fuera quien destruiría todo lo que conocía.
-Creo que quiero irme de aquí -lloriqueó Minami-. No me está gustando nada esta... esta cosa.
-Yo creo que es muy bonita e imponente.
-Esto es una abominación de la naturaleza -exclamó con molestia- ¿Cómo sabemos que no se engullirá a la mitad de Os Gashma?
-Porque robaré el otro ojo y entonces tendré completo control sobre ella. Se doblegará ante mí, así como lo hará el reino dentro de poco. Incluido nuestro monarca, y eso será lo último que haga.
-Eh, yo creo que...
-¡Ya basta, Minami! Esto es lo que hemos planeado en las últimas semanas.
Le dio un manotazo en la cabeza así reaccionara. No entendía su repentino terror o dudas. No había nada que temer estando él allí. JJ tenía todo controlado.
Sonrió de forma fraternal. La misma sonrisa que Otabek le hacía de niños cuando llevaban días sin comer y JJ lloraba por el hambre. Solía decirle que al próximo día estarían mejor. Y siempre que Otabek se lo prometía, lo estaban.
-Atacaremos en diez días. Justo para el cumpleaños de mi hermano.
* * * *
Esa misma noche, cuando Minami regresó pitando hasta el pueblo y JJ se acomodó en la fría cama de la cabaña, sacó de su bolsa dos pedazos de papel que le había obsequiado su compañera de expedición, Nadia, justo después de capturar a la áspid.
Estaban un poco arrugados por llevarlos en el bolso, pero eso no quitaba que los trazos hechos con grafito no siguieran igual de detallados y perfectos.
El primero de ellos era un dibujo de Otabek. Estaba igual de serio que los últimos días antes de irse, con un libro protegido contra su pecho y los pegotes de harina sobre la mejilla a causa de su trabajo en la panadería. Se encontraba extrañándolo como nunca. No podía evitar pensar en la pequeña pelea en la noche anterior a que JJ fuese capturado, cuando le contestó bruscamente y lo hizo sentir culpable del dolor que venía cargando hace meses. JJ era demasiado orgulloso a veces, demasiado ocupado con sus propios sentimientos heridos como para pensar en otras personas. Incluido su propio hermano del corazón.
El segundo dibujo le sacó unas lagrimillas. Eran él e Isabella, hacía casi un año. Ella iba enganchada de su brazo por un lado y cargando una canasta llena de rosas para vender en el mercado de Os Gashma en el otro. JJ la miraba embelesado, como si nunca en su vida hubiese visto algo tan hermoso como ella. Era un dibujo hiperrealista, casi como si pudiera verse a sí mismo meses atrás andando del brazo de la mujer con la que se casaría. Instintivamente se tocó su propia pulsera de castidad con algo más que furia. No significaba nada, era solo un patético símbolo que glorificaba la pureza y la virginidad antes del matrimonio, como si fueran cosas que realmente valieran la pena. En JJ no tenía ningún sentido cargarla, pero allí la tenía. Y seguramente la tendría para siempre, porque no pensaba contraer matrimonio con ninguna otra muchacha. Sabía que si se convertía en rey necesitaría un descendiente, pero ya pensaría que hacer con aquello. Lo que sí sabía, es que no dejaría que le quitasen la ridícula pulsera de castidad por una mujer que no era Isabella. Que nunca sería Isabella.
Tenía que hacer. Ahora más que nunca. Mientras más tiempo pasaba, más corría el riesgo de que Otabek ya estuviese bajo tierra también. Y si bien tenía a Minami y al resto del pueblo suspirando a sus pies, él necesitaba a alguien que lo tratase como a un igual. Él adoraba la adulación de todos, que lo pusiesen en un pedestal; de eso no cabía dudas. Pero sin alguien que estuviera en su misma posición, alguien que lo hiciera ver que no era tan todopoderoso como la gente le decía, corría el riesgo de convertirse en el más tiránico de los soberanos.
Puso cuidadosamente los dibujos sobre la mesa de noche, antes de apartar las sábanas. Al diablo con dormir, aquello podía esperar. Descansar se lo dejaría a los muertos.
Se calzó las botas de cuero y contó las flechas en su carcaj, procurando que las más mortíferas y afiladas no estuviesen allí. Esas las estaba reservando para una persona en particular. También tomó su cuchillo para cazar -el que usaba cuando hacía de centinela por los límites del bosque- ya que no podía cumplir su cometido sin él.
Serpenteó a través de los árboles, con la luna como el único testigo de lo haría. Si resultaba que fallase, probablemente nadie sabría que ocurrió con el valeroso y fuerte JJ. Pero él no fallaría. Confiaba demasiado en sí mismo.
La áspid dormitaba tranquilamente. Tal vez se había cansado de chillar durante toda la mañana y toda la tarde, gritando por JJ para que le devolviera su ojo derecho. Quiso reír internamente: la Señorita Rubí estaba a punto de perder el izquierdo.
En cuanto escuchó los cautelosos pasados de su cazador, la bestia abrió su único ojo, alzando las alas de forma amenazadora y enseñándole el pico. JJ arrojó una flecha de advertencia, que si bien no se clavó en el duro cuerpo de la áspid, claramente notó el movimiento como una amenaza.
Echó fuego hacia unos árboles, también advirtiéndole a JJ que era una criatura más peligrosa que él. Ninguno de los dos podía matarse porque necesitaban del otro, pero eso no quitaba que jugaran aquella estrategia de ver quien doblegaba primero al otro.
JJ trepó a un árbol que todavía no estaba del todo calcinado. La áspid agitó la cola contra el suelo, que provocó un temblor que casi lo hizo caer de la copa chamuscada de aquel abedul. JJ se sujetó con más fuerza y miró a la serpiente con más firmeza.
-¡No seas una bestia egoísta! ¡Te necesito! -masculló a los gritos. La áspid chilló en respuesta- No, claro que no te importa eso a ti... eres un animal. Tú no tienes hermanos de los cuales preocuparte ni amores que vengar.
La bestia lanzó otra llamarada, peligrosamente cerca de la rama en la que Jean hacía equilibrio. Apretó los dientes. Sentía que de alguna forma, la Señorita Rubí se burlaba de él. Quizás todo era en venganza por ese ridículo nombre, ¿quién entendía la mente de las bestias? Ciertamente, él no.
Acercó su enorme pico hasta donde JJ estaba, dispuesta a darle un empujón que lo tirara hasta el suelo. Podría no matarlo pero le quebraría varios huesos. Aprovechó ese acercamiento para pegar un salto, sujetándose de su hocico. El arco se le cayó a quién sabía dónde y el carcaj comenzaba a vaciarse sobre el cuerpo de la serpiente a causa de las sacudidas que el monstruo producía.
Soltó fuego otra vez. JJ sentía que el humo que emanaba de las fosas nasales por arriba del pico le quemaba la cara, dejándole unas muy dolorosas ampollas. Eso lo hizo lanzar un alarido de dolor.
Aquello hizo distraer a la bestia, quien quizás no era tan malvada como creía o temía haber finalmente matado a quien le robó su ojo. Si aquel pequeño humano moría, nunca encontraría su pieza perdida. Y fue ese pequeño acto de tal humanidad en un monstruo, lo que le costó demasiado caro.
Medio arrastrándose, JJ se acercó hasta la cuenca izquierda de la áspid e introdujo el cuchillo que llevaba sujeto con una correa cerca del muslo. Sin pensarlo lo clavó con fuerza e hizo palanca hasta que la enorme piedra de rubí se salió de su órbita.
La áspid gritó enrarecida. A él ya no le importaba, porque acababa de pegar un salto hacia tierra firme, golpeándose más de la cuenta sobre las quemaduras que tenía en más de la mitad del cuerpo. Pero ese dolor se veía completamente opacado por el dulce sabor de la victoria.
Mientras su nueva mascota chillaba de furia y dolor, JJ no dejó de observar la piedra roja sobre su mano calcinada. Podía ver su reflejo allí: parcialmente destrozado, sucio y maltrecho. Trató de imaginarse más limpio y curado, con la piel cubierta de un color más saludable. Y, arriba de sus oscuros cabellos, había una corona. Sonrió ante esa imagen de sus pensamientos.
-Muy bien, bestia -dijo, tanto para su áspid como para el rey-. Ya es hora de dejar de jugar.
¡Nuevo capítulo de JJ! Se que su punto de vista no es santo de devoción de muchas (porque JJ no es santo de devoción de la mayoría) pero en esta casa se ama y se respeta a JJ así que bueno (?) es totalmente necesario ver que anda pasando en su vida, ¡Y vaya que pasan cosas!
Podemos ver más de la Señorita Rubí (que es temible áspid), Minami teniendo dudas, JJ extrañando aún más a Otabek... les cuento como curiosidad que hace poco leí un libro de fantasía épica donde usan un término particular llamado threadister/threadbrother/threadsibling. Literalmente significa "hermano de hilos" y son dos personas que, aunque no los una la sangre, están unidos por destino a amarse como tales y cuidarse como tales. Pensé que JJ y Otabek serían dos threadbrothers perfectos ;-;
Muy pronto tendremos capítulo de Yuri y el extra de "Corazón congelado", el cual estoy un poco ansiosa de escribir. Creo que estamos aproximadamente en la mitad del fic (tal vez apenas un poquito más de la mitad, aunque si contamos los extras iría a penas menos de la mitad)... ¡Que emoción!
Muchísimas gracias por todos sus bellos comentarios de siempre, aquí y en todos mis fics <3 Tal vez varias ya lo vieron, pero para quienes siguieron mi fic "Cien mil universos a tu lado" les recomiendo visiten la obra porque hay una pequeña sorpresa :)
¡Nos vemos el sábado con el nuevo capítulo! :D Así que hasta entonces... ¡besitos!
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