Capítulo 11

Os Gashma se veía neblinoso cuando partieron esa mañana, pero ahora en medio de la negrura de la noche en el bosque apenas podía divisar sus propios pies a causa de la bruma. Su equipo caminaba con cuerdas atadas a la cintura que los unían al resto de los acompañantes: eran diez en total, siete hombres y tres mujeres. El lugar estaba lleno de criaturas de dudosa procedencia, más sigilosas que un espíritu y también con mucha más sed de sangre.

-¿Estás seguro que sabes a dónde vas? -inquirió Lazar, el cantinero de la taberna. Todavía no entendía por qué había acabado uniéndose a la búsqueda.

-¿Estamos seguros que no es todo un mito y que lo que buscamos es real? -preguntó otro de ellos, Matvey.

-¡Es real! -bramó Jean girándose a verlos a todos.

Estaban Lazar y Matvey; Motya, Naum y Aleksy, los tres eran compañeros suyos en la guardia; las muchachas Nadia, Galina y Oksana; por último estaban JJ y el enano acosador a su lado, Minami. Así se completaba su grupo de cacería.

-¿Cómo pueden dudar de él? -intervino Minami en su defensa- ¡No tienen ninguna razón para no crear en su palabra!

-Nadie ha visto lo que está buscando -gruñó Nadia.

JJ se giró ofendido, tironeando fuertemente de la cuerda que los unía para que siguieran la marcha a través del bosque.

Se cruzaron con varios animalillos indefensos, preciosos ciervos albinos, algunas ardillas que corrían asustadas por los árboles y lejanos lobos que aullaban a la luna en cuarto menguante. Casi se sentía decepcionado de que ninguna de esas criaturas fuese algún ser legendario de cuentos y mitos, porque quizás de esa forma habría encontrado más ánimos para continuar con la búsqueda.

Al cabo de media hora decidieron que acamparían por un par de horas y JJ no podía protestar contra ocho personas por mucho que quisiese. Encendieron un fuego y Lazar preparó un caldo hecho a base de algunas hierbas que encontraron por el camino más las verduras que llevaron como provisiones.

El frío también empezaba a calarles los huesos, invitándolos a sacar unas botellas de vodka y kvas. No tardaron demasiado en emborracharse con el ardiente líquido que atravesaba sus gargantas para calentarles el cuerpo, empezando a reírse a carcajadas de cualquier nimiedad que les cruzase por la cabeza. Todos, claro, excepto JJ. Y Minami.

-¿Está bien? -le preguntó el más joven- Lo veo desanimado.

-Nadie cree que sea real. Solo me siguieron por la euforia del momento -farfulló lanzando unas rocas contra un sauce.

-¡No hay que bajar los brazos! Casi llegamos al pie de las Hermanas del Deshielo y dicen que sus faldas son la morada de muchos... monstruos -susurró.

JJ chasqueó la lengua. Las Hermanas del Deshielo eran una parte de la enorme cadena montañosa que cruzaba Novokabirsk. Eran una veintena de montañas y volcanes que parecían tocar el cielo con sus picos. No era un lugar muy agradable por el cual pasearse, sobre todo por las leyendas que rondaban acerca de ellas.

Si lo que buscaba existía... no podía estar en otra parte que esas montañas.

Pero primero debían atravesar el frondoso bosque, que no era mucho más amigable que las Hermanas del Deshielo. Estaba lleno de depredadores y quizás alguna que otra criatura maligna de la que nadie sabía sus paraderos.

Y JJ, más que nadie, no le tenía miedo.

* * * *

Tras una incómoda noche en medio del frío se pusieron en marcha otra vez en dirección a las montañas. El bosque era menos amenazante de día pero su sepulcral silencio se sentía como una clara advertencia de que dejaran de adentrarse.

Intentaba sonreír a la adversidad para animar al resto del equipo. Los veía cada vez más hartos y cansados, depositando todos sus miedos y frustraciones en JJ. Él no podía culparlos de desconfiar acerca de una mítica criatura pero sí podía decirles que todos ellos habían decidido acompañarlo por voluntad propia. Nadie podía quejarse de sus decisiones. También era la falta de acción lo que los tenía a todos un poco decaídos. La mitad de ellos eran guardias acostumbrados a la batalla con bestias mientras que el resto seguramente se habían unido para sentir un poco de adrenalina.

Al tercer día de tanto caminar, de ver solo árboles y piedras, de comer sopa de hierbas, sus compañeros finalmente empezaron a desesperarse.

-Creo que es tiempo de volver -exclamó Naum-. Todavía no nos hemos perdido y podemos aprovechar que encontraremos pronto el camino de regreso.

JJ apretó su arco con mucha fuerza. No había planeado esa cacería para que todos flaquearan tras pocos días de derrota. No había afilado sus cuchillos ni construido flechas con punta de acero solo para que volvieran a casa con las manos vacías. No había perdido a su hermano para acabar fallándole tan pronto.

Se giró lentamente hacia el agitador. Naum lo miró con sus ojerosos ojos celestes, de una forma que parecía casi desafiante. JJ pudo ver también lo rojizo en sus retinas, producto de la droga llamada suspiro ancestral que consumía. Quizás se había quedado sin su lote y por eso estaba molestando tanto con regresar.

-Puedes volver si quieres y explicarle a todos en Os Gashma porqué regresas sólo y sin lo que prometimos. Yo no voy a juzgar tu cobardía pero no sé si el resto del pueblo será tan clemente.

El chico alzó la cabeza, con las paletas de la nariz ensanchándosele de la furia por sus palabras. A JJ le importaba muy poco que lo vieran como un cretino.

-La aldea nos necesita -le dijo a los demás, mirándolos a los ojos uno por uno-. Novokabirsk nos necesita.

Otabek me necesita.

-¿Vamos a quitarles la única posibilidad que tienen?

No se había dado cuenta lo manipuladoras que podían ser sus palabras. Se sentía bien, y demasiado fácil manejar los hilos de los demás a su antojo. Era un tipo de poder mucho más placentero que aquel en que sometías a otro con la punta de tu espada.

Era un poder que los demás no podían sentir que usabas contra ellos.

-¡JJ tiene razón! -alentó Minami- Prometimos un arma para acabar contra el rey que nos mata de hambre y que nos quita de las manos a nuestros hermanos y hermanas.

Eso pareció mover las emociones de algunos. Motya había perdido a su hermana mayor dos años atrás, Motya a su primo hacía casi cuatro años y el tributo anterior había sido la novia de Nadia.

JJ había perdido a dos personas. A las dos únicas personas que él tenía en su vida. El rey pagaría por aquello. Estuvo seguro de eso cuando vio a todos sus compañeros tensar los arcos y empuñar las espadas en dirección a las Hermanas del Deshielo.

* * * *

Unas tardes después sintieron silbidos. Algunos se alteraron notablemente recordando los viejos mitos del lisovik, la criatura del bosque que era amo de todo lo que vivía dentro de él. No ayudaba que las ramas de los árboles se llenaran de lechuzas, su animal sagrado y del que le gustaba tomar forma antes de asustar a los que se atrevieran a caminar por allí. Pero nada apareció y los silbidos no fueron más que los miedos exteriorizados de todos ellos.

JJ parecía emocionarse con cada kilómetro que avanzaban. El bosque parecía hacerse más y más mágico, como si fuera una presencia llena de vida cargada de una energía no mundana. Movía los dedos ansiosamente a través de los tallados de su arco. A pesar de que los ánimos decaídos parecían enfriarse y el malhumor era el protagonista en su grupo, JJ no se detendría.

Entonces, varias noches y días después llegaron a la falda de la primera Hermana del Deshielo, una vieja montaña de poca altura en relación a las otras. Se sintió como una pequeña victoria. Caminaron durante varias horas buscando alguna cueva o entrada como de la que las leyendas hablaban. Un pozo lleno de furioso fuego y piedras preciosas que brillaban como el sol.

-Las Hermanas son como una veintena -se quejó alguien del grupo-. Podríamos no encontrar nunca la entrada.

-¡Confiemos en JJ! -vociferó Minami, empezando a malhumorarse él también con todos.

-Ni siquiera sabemos si lo podremos controlar.

Pero JJ podría. Él podía hacerlo. Si él la controlaba sería absolutamente invencible. Poder domar a aquella bestia sería como entregarle la corona en sus mismas manos. Tenía que conseguirlo.

Recorrieron varias de las hermanas en los tres días siguientes. Algunas de ellas eran viejos volcanes dormidos que servían como morada a muchas ninfas de cabello anaranjado y piel del color de la canela. Eran verdaderas ninfas de los volcanes que, contrariamente a su naturaleza ígnea, no eran como las míticas ninfas acuáticas sedientas de sangre y carne humana. Las ninfas huyeron apenas notaron su presencia perdiéndose entre la roca volcánica. JJ hubiese querido admirarlas un poco más pero esa no era la razón por la que estaba allí.

Se preguntó que estaría pensando Isabella si lo viera. JJ tenía buenos motivos, unos motivos que podrían salvar la vida de muchas isabellas y otabeks alrededor del reino. Incluso podría salvar al Otabek, el original. Todavía le quedaba tiempo antes de que los dos meses antes de la nueva cosecha se acabaran.

Después de que una preciosa ninfa casi se le escapara de las manos, JJ bordeó un poco la falda del volcán. Su piedra era mucho más clara que la de las otras Hermanas y tenía un montón de cavernas a lo largo del perímetro. Era la Hermana Katyusha, ya que todas las montañas tenían algún nombre popular del antiguo Novokabirsk. Katyusha tenía un inmenso cráter en su copa donde dormía un viejo volcán, llamado homónimamente.

Los demás habían acampado y el único que quiso acompañarlo a inspeccionar más cavernas fue Minami. JJ prefería haber ido sólo. Él podía hacerlo sólo y no necesitaba de compañía. Aunque, en el fondo, era porque quería ser el único al que acreditasen por la hazaña que estaba a punto de cometer.

-Hay muchas ninfas en este volcán -comentó Minami como si no le diera interés.

-Las ninfas protegen cosas. Este volcán lleva demasiado tiempo dormido como para que tantas de ellas lo estén protegiendo.

Lo sentía. Estaba seguro de que estaba cerca. Quería convencerse a sí mismo de lo cerca que estaba a encontrar lo que tanto buscaba. Puedo tocar la victoria con mis manos.

Fantaseaba a menudo con sostener la cabeza chamuscada del Rey Bestia. Quemaría su castillo hasta los cimientos y construiría un nuevo palacio digno de ser habitado por JJ, el futuro nuevo rey. Quizás fuese muy ambicioso, pero no podía pedir menos luego de que asesinase al monstruo que los gobernaba.

La noche empezaba a caer. Minami tiritaba de frío y, para ser honesto, JJ también se estaba congelando pero era muy bueno fingiendo fortaleza y masculinidad para que todos lo viesen como el más fuerte, el más capaz, el mejor de todos ellos. Sonrió un poco ante esos pensamientos.

Inspeccionaron un par de huecos que no era más que mohosas cavernas llenas de estalactitas y estalagmitas terrosas. JJ tenía tanta rabia ahora que hubiese usado una de ellas como pica para clavar la cabeza del primero que le dijera algo odioso.

-Seguiremos buscando -lo animó el muchacho a su lado-. La noche es joven ¡Y tenemos muchos días! No hace falta volver.

-Tengo que encontrarlo ahora. Otabek no tiene tanto tiempo.

Y mi paciencia por obtener la corona, tampoco.

Pero entonces escuchó un rugido varios metros por encima de él. Había dos cuevas que daban a un corredor angosto por el cual caminar. JJ no dudó en empezar a escalar sin ni una sola cuerda protectora y nada más que sus guantes de cuero que usaba para cazar. Tenía la fuerza suficiente para sostener a sí mismo sin pensar que se caería al vacío a los pies del volcán. Sus botas pisaron piedras salidas varias veces pero se mantuvo a tiempo para llegar al camino que conectaba las cavernas.

-¡Enano! -le masculló a Minami, que aún seguía abajo- ¡Te arrojaré la cuerda!

-¡D-de acuerdo! -balbuceó de regreso.

JJ se ató la dura cuerda a la cintura y se la lanzó a Minami para que comenzase a trepar. Se enganchó a sí mismo detrás de una pesada roca justo cuando empezaba a sentir todo el peso del chico mientras trepaba. Con mucho sudor y coloración en las mejillas, Minami llegó a su lado.

-N-n-no... volveré... a trepar -jadeó-. Tomaré el camino largo.

-Muévete -ordenó ignorándolo.

Caminaron hacia la bifurcación de las dos cuevas. JJ podía escuchar un rumor lejano que podría no ser más que el feroz viento a esa altura pero él quería confiar en sus instintos. Se metió en la cueva de la derecha, esquivando las estalagmitas que brotaban del suelo. Escuchó a Minami quejarse más de una vez al estamparse contra varias de ellas. Empezaba a hacer más calor allí dentro y estaba seguro que no era la humedad. JJ estaba demasiado extasiado porque sabía a dónde estaba conduciéndolo ese camino.

El rugido ahora sonaba brutal y no había ya dudas de lo que era. La sonrisa en su rostro se ensanchaba y se iluminaba momentáneamente de tonos anaranjados. Minami castañeaba los dientes. Preparó el arco para cualquier cosa, así como la bomba casera y los cerillos que cargaba en el bolso colgado de su cintura.

Llegaron a un inmenso acantilado, oscuro como la noche pero que se encendía con inmensas llamaradas cada vez que la criatura que lo habitaba decidía enfurecerse. Sus gritos y lamentos eran demasiado poderosos para sus oídos, como si estuviera pidiéndole al cielo que lo sacase de su prisión en el abismo.

Minami ahogó un grito. JJ no estaba sorprendido más sí emocionado. Pudo ver su cuerpo escamoso y kilométrico, esperando allí atrapado hasta que alguien reclamase su poder. La piel le brillaba de un verde esmeralda en las escamas y en las cuencas de sus ojos refulgían dos enormes piedras preciosas negras como el ónix.

De su pico salían llamas tan altas como el palacio del Rey Bestia. El mismo que JJ quería arder hasta que no fuesen más que cenizas. Esa imagen le trajo demasiada satisfacción; de él mismo asesinando al Rey y destrozando su hogar, salvando a su hermano de su tortuosa prisión, vengando al amor de su vida porque se lo habían arrebatado.

Aquella criatura sería la causante de una nueva era en Novokabirsk; una distinta y quizás más próspera para todos los habitantes. Una dónde nadie tenía miedo de entrar por las puertas del castillo del monarca.

Y empezaría con fuego.

¡Nuevo punto de vista de JJ! ¡Y ahora vemos que está tramando algo GRANDE! JJ es algo así como go big or go home. Ese muchacho no conoce de límites. Solo les diré que la criatura que JJ encuentra es un monstruo real de la mitología eslava y que es muy, muy feroz :D

Para quienes lean La isla de los sueños, mi otro fic: se que ayer tocaba subir el capítulo 5 pero he estado muuy ocupada y la inspiración que tuve en mis ratos libres fue solo para este fic. Espero mañana ponerme al día con ese <3

Buenas noticias: ¡Subiré la playlist justo después de este capítulo! :D Espero que la disfruten.

¡Muchísimas gracias por todos los votos y comentarios! Les cuento que ayer esta historia subió al puesto #620 en la categoría fanfic :')

Probablemente tengamos nuevo capítulo el martes. Así que nos veremos ese día y les mando muchos abrazos <3

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