•14•
— ¿Y cómo es que ese amigo no lo perdona aún? —Woosung rió, metiendo más palomitas en su boca.
—Es algo terco.
— ¿Entonces tu otro amigo sigue creyendo que lo engañó?
—En efecto, mi estimado —Sonrió—. Hoyeon es muy orgulloso y Taesung es un poco lento, pero solo no le dan la oportunidad.
Un breve silencio se instaló entre ellos luego de que Jaemin terminara de hablar hasta que Woosung decidió acomodarse en el living.
Luego de salir del edificio, el "día libre" pasó a ser una tarde cargada de risas en el departamento del mayor. Al menos la tristeza ya no estaba presente en su mirada. Por el momento.
—Jaemin... —Los ojos de Jaemin lo analizaron durante la espera—, ya que hablamos de tu amigo del club, yo... quería pedirte un favor y espero que no lo tomes a mal.
—Claro, dime —Se removió en su lugar y quedó de frente a él, expectante.
Los labios de Woosung se torcieron y soltó un leve suspiro antes de hablar.
—No lo malinterpretes, pero... quería pedirte que salgas del club.
—Olvídalo, Woosung.
—No es por nada —Hizo un gesto con los labios, apenado por haber revelado aquello tan pronto—, pero quiero hacer las cosas bien contigo. Llevamos saliendo más de un mes y sé que no hace mucho eres mi pareja y que no tengo el derecho de pedirte algo así, pero...
—Que yo siga ahí no podría afectarnos en nada —Lo interrumpió.
— ¿Crees que me sentiría bien sabiendo que otros hombres te desean cuando bailas?
—Es mi trabajo —fue lo que respondió con un gesto de emergente molestia.
—No me siento cómodo con ello, Jaemin.
—Entonces no debiste involucrarte conmigo —Se puso en pie y Woosung lo imitó—. No voy a engañarte por ser un bailarín exótico; diferencio muy bien el trabajo con el libertinaje.
—De todos modos, no...
— ¿Crees que voy engañarte?, ¿ese es el problema? —se acercó a él.
—No te juzgaría si lo haces, cualquiera podría ser mejor que yo —suspiró—, pero me da terror que otra persona caiga por ti, tal y como yo lo hice.
—Woosung —alzó su mano y acarició la mejilla del mayor con sutileza—, deja de pensar en esas cosas. Ahora estamos juntos; yo estoy contigo y tú estás conmigo, no necesitamos nada más, ¿bien?
<<Repítete eso hasta que tú también lo creas.>>
—Siento que estoy siendo muy intenso y no llevamos siquiera un mes de novios —Rascó su nuca con nerviosismo—, pero no miento cuando digo que todo en mi mente tiene tu nombre. Nunca me había pasado algo así—Jaemin sonrió.
—Eres muy tierno —se acercó más a él y le dio un pequeño beso en los labios—, pero dejemos que las cosas fluyan con naturalidad y ya veremos qué sucede luego, ¿sí?
Woosung sonrió y lo atrajo hasta él, envolviéndolo con sus brazos y dejándolo escuchar los latidos acelerados de su corazón.
—Sigamos viendo la película —le dijo cuando se separaron.
—Mejor cántame. Escucharte es mejor que ver a esa tonta correr hacia el asesino —Woosung asintió de buena gana, contagiado por Jaemin.
Tomó su mano y se sentaron de nuevo.
Se recostó en su hombro y cuando Woosung comenzó a cantar, suspiró, acomodándose más en el pecho de su pareja, sintiendo un calor extraño pero reconfortante de todos modos.
Entonces decidió de una buena vez, estando en los brazos de otro hombre, que Min Youngi no volvería a sacudir su mundo como lo venía haciendo desde hacía años. Y a diferencia de otras veces, ésta vez estaba resuelto a dejarlo ir, como tendría que haberlo hecho hace tiempo.
Observó al hombre al que abrazaba y deseó, por última vez, que sus ojos fueran diferentes y sus labios los de otro. Por una última vez.
🥀
Al día siguiente despertó con el corazón resuelto y la mente despejada de todo tipo de telarañas.
Se vistió como normalmente lo hacía y salió de su habitación, apagando las luces de los pasillos y abriendo las persianas para que el sol le diera color a los cuadros y la pared estuviera libre de humedad.
Sabía que Youngi no despertaría sino hasta más tarde, por lo que se tomó el tiempo de desayunar con tranquilidad y siguió pensando en lo que estaba por hacer.
El timbre de la mansión le hizo alzar la cabeza y ponerse en pie rápidamente. Caminó hasta la puerta y la abrió, viendo la cabeza rubia de su amigo sonriéndole desde el otro lado.
—Al final sí acepté.
—Buenos días a ti también, Taesung —sonrió, dándole paso—. Ven conmigo, el señor aún no despierta y estoy tomando desayuno solo.
— ¿Todos siguen dormidos? —preguntó mientras se sacaba los zapatos.
—No sé dónde están. Creo que Nam fue con Beomgyu al supermercado y los demás estarán dispersos por ahí —comenzaron a caminar hasta la cocina.
—Ya veo... —los ojos de Tae observaron los lujosos adornos a su alrededor, unos más hermosos que otros—. No mientes cuando dices que tu señor Min se baña en dinero.
—No es mi señor —rodó los ojos, llegando hasta su destino—, y ha trabajado mucho para tener todo esto.
—Sí, sí, lo que digas —rió. Se sentó donde Jaemin le indicó.
Sirvió otra taza de café y se la pasó.
—Gracias, Jaeminie —murmuró con una sonrisa.
—Luego de que a Youngi se le ocurra despertar, hablaremos con él.
— ¿Ya no es señor ahora? —enarcó una ceja con picardía.
—Cállate.
—Qué humorcito te cargas hoy —bromeó—, ¿tan mal te fue con tu galán?
—Taesung, cierra la boca —lo amenazó con la cuchara.
— ¡Tranquilo, tigre! —Volvió a reír, contagiando esta vez a Jaemin.
No se habían dado cuenta sino hasta mucho después que Hoyeon estaba parado en el umbral de la puerta, observando al chico rubio con particular tristeza.
—Oh, Hoyeonie, no sabía que estabas ahí —las manos de Taesung comenzaron a temblar ante las palabras de su amigo. En ese momento no se atrevió a voltear y permaneció inmóvil en su sitio.
—Buenos días, Minie. Buenos días a usted también —se dirigió a Kim, quien por fin se animó a girar la cabeza y conectó sus ojos con los del otro. Sintió su garganta cerrarse.
—Buenos días —Fue lo único que logró pronunciar sin que la voz se le quebrara.
— ¿Namsook está? —Lo ignoró y miró a Jaemin.
—Creo que salió muy temprano, ¿para qué lo buscas? —Jaemin dejó su taza a un lado.
—Necesitaba pedirle un favor, pero lo haré luego —dio media vuelta y Taesung quiso ir detrás de él, pero la mano en su brazo lo detuvo rápidamente.
—Ya van a tener tiempo de hablar todo lo que quieran —lo soltó—. Dale su espacio ahora.
—Tiene su dichoso espacio desde hace tres meses, Jaemin; yo necesito explicarle cómo fueron las cosas.
—Hazlo, entonces; anda, y espera a que vuelva a gritarte como las otras veces que intentaste arreglar tu desastre.
Los ojos de Taesung se llenaron de lágrimas y Jaemin suspiró.
—Déjalo pensar las cosas un poco más, dentro de poco tendrá que escucharte, quiera o no. Al fin y al cabo trabajarán en el mismo lugar.
— ¿Crees que pueda?
— ¿Qué cosa?
—Trabajar aquí, con él.
—Youngi no tendrá problemas, le hablé de ti el otro día. Pero es una decisión tuya. Si no quieres aún estás a tiempo.
—No quiero incomodarlo, pero necesito el dinero o... ya sabes.
Jaemin asintió, no queriendo tocar el tema.
Terminaron de desayunar con un ambiente bastante pesado. Jaemin dejó a Taesung en la cocina para subir hasta la habitación de Youngi, ya que estaba tardando más de lo habitual.
Golpeó la puerta tres veces cuando estuvo frente a ella.
—Señor, necesito hablar con usted —murmuró, su voz saliendo distorsionada por la madera.
—Pasa, Jaemin —Escuchó al otro lado y tomó aire antes de girar el picaporte.
—Señor, llegó el... —sus palabras quedaron suspendidas en el aire cuando el torso de Youngi se mostró ante él.
Esa piel blanquecina, pura y lisa, tan llamativa y visiblemente suave lo hipnotizó. Tragó saliva y se enfocó en su objetivo.
— ¿Llegó quién? —dijo colocándose una camisa color vino.
—El postulante para ocupar el puesto de ayudante de cocina —dijo al fin, tratando de disimular el calor en su rostro.
—Iré a entrevistarlo en cuanto esté listo —Terminó de abotonar su prenda.
—Como quiera —dio media vuelta y se dispuso a salir.
—Jaemin —el mencionado suspiró y volteó, preguntando qué se le ofrecía—, ¿llegaste bien anoche?
—Sí, ¿por qué la pregunta?
—Solo estaba preocupado por ti —Lo miró con detenimiento.
—No debería: estaba con mi novio, ¿qué mal podría hacerme él? —Sabía que aquello había sonado algo brusco; pero era necesario decirlo, para acostumbrarse.
— ¿Volvimos a las formalidades?
—Al menos dentro de esta mansión lo trataré de esa forma, como siempre fue —Sonrió con falsedad—. Lo esperaré abajo con el joven.
Salió de la habitación tan rápido como pudo; su corazón estaba latiendo acelerado y su pulso era irregular.
Se regañó mentalmente por aquello y volvió donde Taesung, encontrándolo con la mirada fija en su taza y con los ojos llorosos.
—Él vendrá dentro de un rato —le dijo—, arregla tu rostro, ese no es el Taesung que conozco—Pinchó sus mejillas y le sonrió con gracia.
—A veces detesto lo tierno que eres —le devolvió la sonrisa.
Taesung le comentó que Jungjin se haría cargo del club mientras él ganaba aquel dinero extra. Jaemin estuvo de acuerdo, pues el mencionado es perfecto para el puesto; responsable, estricto y amable. El lugar no podría estar en mejores manos.
Park también le comentó sobre el pedido que Woosung le había hecho el día anterior, y eso fue suficiente para que el rubio asegurara que era un hombre manipulador, machista, controlador, celoso y psicópata.
Hablaron hasta que una cabellera completamente negra se asomó por la puerta, sonriéndoles genuinamente.
—Buenos días, señor Min —dijeron al unísono, aunque Jaemin ya lo hubiera saludado.
—Buenos días —Correspondió el saludo—. ¿Me preparas una taza de café, Jaemin? —Pidió.
—Claro —El pelinegro se puso de pie y preparó el pedido del mayor.
— ¿Ya desayunaste? —le preguntó Youngi.
—Lo estuve haciendo con Taesung en lo que lo esperábamos.
— ¿Entonces te llamas Taesung? —Giró hacia el chico. Él asintió—. Pensaba hacer la entrevista en mi despacho, pero como aún no desayuno creo que lo haremos aquí—sonrió hacia el rubio—. Si no tienes inconveniente con eso, claro.
—Yo no tengo ningún problema —Taesung comenzaba a sentirse nervioso y la mirada inspectora del jefe no ayudaba mucho.
— ¿Te he visto en alguna otra parte? —Entrecerró los ojos y tanto Jaemin como Taesung se congelaron en sus puestos.
—No lo creo, señor —tragó saliva.
—Tu rostro me es bastante familiar, ¿seguro que no nos vimos antes? —volvió a preguntar.
—Taesung llegó hace un par de meses de Daegu, ¿dónde pudo haberlo visto? —intervino el azabache.
—Bueno, mi rostro es muy bonito, pero hay rostros similares. Tal vez vio alguno de esos rostros por ahí y lo asemeja conmigo.
—No importa. Debo de estar confundiéndote con alguien más —sonrió—. Eres conocido de Jaeminie, ¿no es así?
—Así es.
—Entonces no veo la necesidad de hacerte esas preguntas tan absurdas —volteó hacia Jaemin—, ¿qué opinas tú, Minie?
El menor lo observó con extrañeza por cómo lo llamó y luego se dirigió a su amigo.
—Tenga fe de que Taesung es un hombre honrado y responsable.
—Confío en Jaemin; por lo tanto, estás contratado —Le tendió la mano y Taesung la tomó con mucha emoción, dudando por un momento sobre lo de confundirlo con otro.
Sus ojos le decían que estaba mintiendo para obtener su propio beneficio. Se soltaron las manos.
— ¿De verdad no va a hacerle preguntas? —cuestionó el pelinegro tendiéndole la taza de café al mayor y sentándose en una butaca alejado de él. Muy alejado de él.
—Sé que tú lo conoces, con eso me basta y sobra —sopló un poco el caliente líquido antes de llevarlo hasta sus labios—. Jaemin te enseñará todo lo que tienes que saber sobre tus funciones. En cuanto a tu pago decide con Jaemin si lo quieres quincenal o mensual.
—Trabajaré muy duro. Muchas gracias, señor Min —Se levantó e hizo una pronunciada reverencia.
—Sé que lo harás —Animó con una leve sonrisa.
—Entonces... si nos permite, iré a mostrarle su habitación y vuelvo —Jaemin se puso de pie.
—Claro.
—No se retire aún, tengo algo importante que hablar con usted —El rostro de Youngi se llenó de confusión, pero solo asintió.
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