•07•

—Joven Kim, bienveni... —Youngi se quedó callado en cuanto reconoció a aquel hombre que estaba sentado con las piernas cruzadas y la mirada en alto.

—Muy buenos días, joven Min. Es bueno volver a verlo —sonrió viendo a Jaemin a un costado del mayor. Se levantó e hizo una reverencia que los dos correspondieron con un gesto titubeante—. Creo que mi padre le ha informado de su estado y por eso mi presencia aquí.

—Claro —rodeó la larga mesa con Jaemin siguiéndolo y se sentó en la silla que mostraba su puesto de jefe en la empresa—, será un honor tratar con usted—fingió una sonrisa que se nota, incluso desde la luna, que es falsa.

Jaemin los miró. Tragó saliva y se sentó a un lado de Youngi, moviendo su pierna con frenesí en un acto de nerviosismo.

De todos los malditos lugares donde pudo encontrarlo, ¿tenía que ser en una junta? ¡y con Youngi!, si Woosung decidía abrir la boca en ese momento estaba perdido.

Youngi se enteraría que él era Jay, todo se iría a la mierda y ya no podría seguir trabajando en la mansión sin sentir una enorme vergüenza de sí mismo. Y si se atrevía a decir que pasó con él una noche viajaría hasta Daegu solo para arrojarse al río Nakdong.

Miró al chico castaño, y entre miradas le rogó que se mantuviera callado, esperando que comprendiera ese mensaje encriptado. Las palabras de Youngi ya no se entendían, eran ecos que decían algo importante, pero el qué se le había perdido, porque ellos se miraban con intensidad; Woosung intentando trasmitirle su alegría por encontrarlo nuevamente y Jaemin procurando decirle que no abriera la boca, aunque su vida dependiera de ello.

—Voy a firmar —sentenció sin dejar de mirar a Jaemin.

—Pero no he terminado de leerle las cláusulas —dijo Youngi, confundido—. A penas voy por la décimo primera. Y no le dijimos nuestros números.

—No importa. Voy a firmar —giró hacia Youngi—. ¿Me permite? —señaló los papeles sacando una pluma de su saco.

—Por supuesto —endureció la mandíbula y le tendió el fajo de documentos. Miró a Jaemin, quien solo le hizo un gesto con sus hombros, fingiendo no saber lo que ocurría.

—Listo —Devolvió los papeles hacia Youngi. Se levantó, abotonando su elegante saco negro—. Entonces me comunicaré con su secretario para nuestras futuras juntas—miró a Park.

Youngi los miró, notando la tensión entre ellos.

— ¿Disculpe? —dijo.

—Es él su secretario, ¿no?

—De hecho, no. Es un amigo de confianza.

—Oh, ya veo —Volvió su rostro hacia Jaemin—. Soy Kim Woosung, un gusto...

—Jaemin —dijo rápido—. Park Jaemin.

—Un gusto, Jaemin —El menor pudo sentir la diversión en su tono y deseó golpearlo.

—El gusto es mío —le tendió la mano y Kim la aceptó, gustoso.

—Entonces nos mantendremos en contacto —Rompió el agarre Youngi, extendiendo su propia mano para que el otro la tomara—. Será un gusto tenerlos como socios.

—El gusto será mío —Jaemin tragó saliva—. Me retiro—avisó, comenzando a caminar hasta la salida de la sala, pero no sin antes pasar por un costado de Jaemin y susurrarle un—: Un gusto verte de nuevo, Jay.

Dejó a Park con las mejillas ruborizadas y con las piernas tambaleantes. Tenía pavor de que aquello haya sido escuchado por Youngi.

Youngi lo miró con el ceño fruncido. Corrió a cerrar la puerta, cerciorándose de que aquel hombre ya se había largado.

— ¿Qué mierda fue eso? —Giró hacia Jaemin—. ¿Ya se conocían? —preguntó en un tono molesto.

—Jamás lo había visto hasta ahora —respondió con la garganta seca—. ¿Tú ya lo conocías? —contraatacó.

—Nos topamos una vez en... —se calló.

— ¿En dónde?

—En ningún lado —aflojó el nudo de su corbata por el repentino calor que estaba sintiendo—. Ahora que lo pienso... te susurró algo cuando se retiró, ¿Qué fue?

— ¿Qué? —lo miró, escandalizado.

—Te dijo algo. Quiero saber.

—No me dijo nada —mintió.

—Vi cómo te miraba mientras yo hablaba como idiota —se acercó a él y Jaemin retrocedió.

—Solo... No sé, me intrigaba. No es común ver ejecutivos como él —y en ese momento deseó que la tierra lo tragara.

— ¿Cómo es él, entonces?

— ¡Yo qué sé! —replicó, bastante más nervioso.

— ¿Acaso es porque es guapo? —lo miró con una ceja enarcada cargada de reproche.

—Bueno, ya que lo mencionas... —sonrió—, no está mal.

—Yo soy más guapo que él —rodó los ojos—, y no me comporto como estúpido cuando veo una cara bonita.

Ambos se quedaron callados, sintiendo solo la corriente de aire que entraba por las ventanas.

— ¿Qué?

—Nada —tomó su maletín y se ajustó el saco—. Vamos, te voy a dejar en la casa y vuelvo.

¿Él dijo que soy una cara bonita? ¿Soy lindo para él? Pensó.

—No te preocupes, puedo tomar un taxi —pronunció saliendo de sus pensamientos.

—De ninguna manera —dijo saliendo del lugar, arrastrando a Jaemin con él. Pidió que trajeran su vehículo del estacionamiento.

No tardó en darse cuenta de que Woosung todavía seguía en el edificio, conversando con otro ejecutivo, y cuando pasó a su lado se aseguró de tener bien sujeta la mano de Jaemin; sin embargo, la mirada de Kim los siguió con una sonrisa hasta que salieron del edificio.

Estaban por subir al vehículo, pero una voz los detuvo.

— ¡Jaemin! —Éste se soltó del agarre de Youngi y giró en dirección a esa voz—, se cayó esto de tu bolsillo —le tendió la corbata que no había alcanzado a ponerse. Agarró el pedazo de tela rozando sin querer su mano con la de Woosung.

—Muchas gracias —dijo guardándolo en su bolsillo.

—Eres bueno con los nombres, Kim. Te aprendiste el de Jaemin muy rápido —La mirada filosa de Youngi se clavó en el hombre de cabello castaño.

—Bueno, tiene un nombre muy lindo —Miró a Jaemin y éste sintió el calor subir a sus mejillas. Rogaba que se terminara ya.

—Vamos ya, Jaemin. Tengo trabajo que hacer —Rodeó su auto y esperó que Jaemin subiera antes para montarse él. Pero Jaemin solo se quedaba parado en medio de ambos—. Jaemin.

—Voy —dijo.

—Puedo llevarlo yo si estás ocupado —propuso Woosung—. Lo haría encantado.

—No —su rostro se volvió serio—. Es decir... no hace falta; de todos modos, tengo que traer algo de la casa. Además, eres un desconocido, no dejaré a mi amigo ir solo contigo.

— ¿Viven juntos? —se sorprendió.

—Sí —afirmó Min sin dar más detalles.

—Soy su mayordomo —Se adelantó Jaemin, ganándose una mirada llena de desaprobación de parte de Youngi.

—Ya veo —Metió sus manos en su bolsillo—. Entonces nos vemos.

—Claro —respondió el menor de los tres.

—Se nos hace tarde —masculló el azabache—. Fue un gusto hablar con usted, joven Woosung.

—Dime solo Woosung, ya somos socios —Sonrió, despidiendo a los dos.

Se montaron en el vehículo de Min.

—Algo me dice que tú y él ya se conocen —insistió Youngi.

—Que no, y si así fuera no me molestaría en ocultarlo —se abrochó el cinturón. Miró a Youngi y se preguntó qué era aquello que pasaba por su mente en esos momentos y porqué se comportaba de aquella forma.

Parecían celos, pero era algo imposible. Youngi no podía sentir celos de él.

—Ese tipo no me cae —Confesó cuando salieron a la carretera principal.

—Creo que es un buen sujeto —Jaemin bajó la ventanilla. Sentía demasiado calor.

—Se ve prepotente y altanero.

Pues me trató bastante bien cuando tuvimos sexo. Rio por su propio pensamiento.

—Seguro son solo imaginaciones tuyas —miró por la ventana los edificios que pasaban.

—Te digo que es así —repitió—. Además, se notaba que solo quería hablar contigo.

— ¿Y eso es malo? —interrogó—. Soy una persona adulta y puedo tener amigos.

—Él no te miraba como a un amigo.

—Youngi, harás que me enfade —amenazó.

—Hazlo si quieres —siguió conduciendo—, pero después no digas que no te lo advertí.

—Ay por dios, como si me fuera a casar con él.

— ¿Te gustó?

— ¿Qué? —se acomodó bruscamente en el asiento.

—Que si te gustó. Puedo hacer que las reuniones solo sean entre ustedes y le hago el favor a ese niño —En ese momento Jaemin sintió el calor del enojo envolverlo por completo.

—Estás cruzando la línea, Youngi —Lo miró con disgusto—. Lo que me guste o no es problema mío. Agradecería que no te metieras.

—Yo solo...

—Solo eres mi jefe —sentenció—, y alguna vez fuimos amigos. Me gustaría que respetaras mi posición y la tuya.

Llegaron a la mansión en un silencio incómodo y demoledor.

Jaemin no se despidió, tampoco dijo algo cuando bajó del vehículo y azotó la puerta con enfado.

Se encerró en su habitación, haciendo caso omiso a los llamados de Namsook ni al de ninguno de los muchachos.

Aquello que escapó de sus propios labios le dolió más de lo que desearía. Pero ya lo había dicho y en su corazón resonaba el eco de sus palabras. El remordimiento lo envolvió como una llama a la madera.

Se lamentó un rato más y luego volvió a tomar las riendas del lugar. Ordenando a diestra y siniestra lo que se tenía que hacer. No había una sonrisa; tampoco buen humor. Todo rastro de simpatía aquel día se había esfumado como humo en el viento y no volvió a mostrarse hasta tres días después.

🥀

Espero que les haya gustado el capítulo. Parece que Mr. Yoongis está celososki 🌜🌜🌜🌜🌜🌜🌜

Tengan un lindo fin de semana ❤

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