CAPITULO 30
Simón.
La vuelta a Escocia fue un puto desastre.
El jet se retrasó por mal clima y luego cuando al fin pudo salir tuvimos todo un viaje de turbulencias.
Natasha tenía los nudillos blancos de la fuerza con la que estaba agarrando el apoya brazos de su sillón.
Sus ojos eran dos líneas finas, a causa de la fuerza que estaba empleando para cerrarlos.
Y de su boca salían un montón de palabrotas en murmullos.
Los aviones la ponían nerviosa.
Y podía jurar que estaba aterrada.
La mejor asesina del mundo le temía a los aviones.
Marko dormía en su asiento ajeno a todo y el equipo técnico había vuelto el día anterior.
-Vamos a morir...
-No vamos a morir. Solo es un poco de turbulencias, estaremos bien.
Ella abrió los ojos como platos y clavo sus ojos verdes en mi con sorpresa.
Era cómico como antes esos ojos me miraban desconfiados y altaneros. Ahora sólo veía miedo e inseguridad.
-¿Falta mucho?
Mire mi reloj en mi muñeca e hice una mueca-solo un par de horas.
Ella asintió no muy convencida y volvió a cerrar sus ojos como dos rendijas.
Desde la mañana luego que descubriéramos nuestro nuevo estado civil, no habíamos vuelto a hablar o besarnos.
Y no porque ella no quisiera, sino porque yo estaba dolido.
Ella me había herido con sus palabras.
Todo hombre tenía un límite de paciencia y juro que esta mujer lo había sobrepasado más de las veces que podría contar.
Mire mi anillo que gritaba ahora eres un hombre casado y lo acaricie.
Luego de bañarme, cuando me lo saqué por un momento para observarlo de cerca pasaron dos cosas.
Una, un vacío se apoderó de mí pecho y dos unos garabatos en el interior del anillo llamaron mi atención.
Ahora y siempre. Natasha.
Las palabras hicieron un agujero en mi pecho.
Muchas preguntas vinieron a mi cabeza.
¿El de ella diría lo mismo? ¿O era una dedicación especial? ¿Quién de los dos había tenido la idea?
De todas formas ya no importaba. Una vez que llegáramos a Escocia llamaría al abogado.
Si ella no quisiera divorciarse ya me lo hubiese dicho.
Pero tú no las dejas hablar-me grito mi subconsciente.
El avión dejo de moverse bruscamente, para pasar a planear como un halcón.
La azafata salió pálida de la cabina y anunció que ya no habría inconvenientes y que llegaríamos en unas horas a nuestro destino.
Luego se acercó con coquetería y poniéndose la mano en la cintura se agachó dejándome una buena vista de sus pechos, que sobresalían de su uniforme escotado. Tenía la sensación de que en cualquier momento los botones de su camisa iban a saltar dejándome ciego.
-¿Desea que le traiga algo más señor Maclean?-hablo en un tono meloso, que supongo que quiso sonar sexy.
Cuando fui a responder una mano con las uñas pintadas de rojas tomó su hombro empujándola lejos mío.
Luego la miro con furia y dijo con un tono amenazante- no tus pechos.
-¿Disculpa?-dijo miedosa y ofendida la morena.
-No suelo repetir lo que digo, pero por ti haré una excepción- se acercó lentamente y le apuntó con dedo- Aleja tus manos asquerosas y tú escote de mi marido o juro que abro la compuerta de emergencia y te tiro del avión-luego hizo un mohín-¿Te quedó claro cariño?¿O necesitas que te lo demuestre?
La morena se puso pálida y negó frenéticamente.
Me quedé estático ¿Ella acaba de asumir que era su marido?
No seas tonto, ella solo está celosa- me dijo mi subconsciente.
-¿Marido?-dijo un soñoliento Marko-¿Ustedes dos se casaron?-largo una carcajada-vaya y yo que pensaba que ella odiaba los clichés.
Mierda. Marko, no sabía nada.
Natasha se quedó de piedra, pero cuando la azafata, que tenía muchos ovarios, siguió parada en su lugar esperando su respuesta. Natasha lo miro a Marko y levanto su mano mostrando su anillo.
-Sí. Estamos malditamente casados ¿alguien tiene algo más que decir?
-¡Mierda! ¿Te casaste con ella? No te envidio ¡Sí que te gusta lo complicado amigo!
Natasha lo fulminó con la mirada y luego la miro a la azafata-¿Necesitas algo más?
-No, no. Ya me voy.
-Bien.
Ella se dio la vuelta y volvió a sentarse en su lugar, abrochando el cinturón de seguridad.
El resto del trayecto lo terminamos sin contratiempos.
Nadie emitió sonido y la azafata solo apareció para dejarnos la comida y algo de beber.
Llegue a casa y colgué mi saco. Me arremangue la camisa hasta los codos y me lave las manos.
Abrí la heladera y saqué un pedazo de carne y unas verduras.
Agarre el control del equipo y lo prendo. "I just call to say I love you" de Stevie Wonder, fue el primer tema de la playlist.
Afuera llovía con fuerza, pero no era algo que me molestara. Al contrario la lluvia me encantaba.
Saque una tabla y un cuchillo y comenzar a picar las verduras, mientras tarareaba la canción.
Metí las verduras picadas con la carne en una fuente y al horno.
Mire el anillo en mi dedo y me lo saqué. Saque mi teléfono y le mandé un mensaje a mi abogado.
Nunca pensé que casarme con la mujer que amara resultaría así.
Un fiasco.
El timbre de mi casa sonó. Fui abrir con la esperanza de que fuera ella, cuando Melody una amiga que no veía hace tiempo apareció en el campo de mi visión con una botella de champagne en la mano.
-¡Sorpresa!- su sonrisa se borro-¿Vine en mal momento?
Me había quedado callado. Hace tres años que no la había vuelto a ver, si bien nunca perdimos el contacto.
-No. Pasa-me hice a un lado de la puerta-solo me tomaste por sorpresa.
-Que rico aroma ¿Cocinaste?
-Aja-.
-Llegue justo entonces-aplaudió.
Ella dejo sus cosas en un costado y fue a abrir el champagne.
Mi timbre volvió a sonar y cuando abrí maldije para mis adentros.
Natasha estaba toda mojada tiritando. Se la vía nerviosa, pero decidida.
Cuando justo Melody volvió con dos copas- Simón ¿Esto es tuyo? Estaba sobre la mesa.
Natasha me fulminó con la mirada.
Melody tenía mi anillo en su mano.
Mierda, mierda. El universo debía odiarme. Estaba seguro.
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