CAPITULO 28.

SIMÓN.

Alguien llamo a mi puerta y por los golpes impacientes, sabia quien era la responsable.

Me saque la corbata y me desabroche los primeros. Tres botones de la camisa. La reunión había sido un éxito, salvo por dos cosas.

La irrupción de Natasha y que De la Sierra me había estado observando toda la reunión. El era el representante de Al capone. El mafioso era una sombra, nadie lo conocía pero a la vez todos sabían de el.

Abrí la puerta dándole un sorbo a mi whisky. Ella me miro y agrando los ojos, dando una repasada a mi atuendo.

Me di vuelta y deje la puerta abierta para que entrara.

Ella cerro la puerta y dejo su abrigo en el sillón mas cercano.

Le serví un vaso de whisky y se lo di. Ella se lo tomo de un solo trago.

Natasha estaba nerviosa. Interesante.

-¿Vas a quedarte callado toda la noche?

Me encogí de hombros y me senté en el borde de la cama.

Ella soltó un sonoro suspiro-Lo siento ¿si? -Balbuceo-Se que debería haberte dicho, pero tienes que entenderme, yo no quiero involucrar más personas en esto. Ya mi hermana salió lastimada una vez, yo no soportaría que a ti o a mi sobrino les pasara algo.

Aparte, no creas que yo no esté molesta. Tu tampoco me dijiste nada y encontrarte aquí fue...bueno una sorpresa-hablo rápido y soltando todo el aire de golpe.

La mire en silencio. Era raro ver que esta vez yo era el callado y ella la que hablaba y balbuceaba.

-¡Di algo por el amor de dios!

-¿Qué quieres que te diga? ¿Que te llame para que me acompañaras pero tu me despachaste? O mejor ¿Qué estoy muy enojado y que me dolió que no confiaras en mi en primer lugar?

Ella se quedo estática.

-¿Sabes todas las cosas que podrían haber salido mal? ¡Podríamos haber terminado los dos muertos joder!

-Yo no lo pensé...

-¡Ese es tu problema Natasha, tu nunca piensas! Siempre estas viendo que es lo mejor para ti y a los demás que nos parta un rayo.

-Estas siendo muy injusto...

Estaba cabreado. Sabía que me iba a arrepentir de muchas de las cosas de las que estaba diciendo, pero necesitaba descargarme y que ella entienda la gravedad de la situación.

-¿Yo injusto? ¿Y tú? ¿Cuántas veces te he dicho que confíes en mi eh? ¿Cuántas? No estas sola, pero sin darte cuenta te estas quedando así.

-Simón por favor-ella quiso tocarme y me aleje.

-No. Basta. Tienes que aprender que yo no soy tu juguete y que si las cosas van a ser así yo no se si pueda continuar.

-¿Me estas dejando?-su voz se quebró.

Mis ojos también se empañaron. ¡La amaba joder! Pero asi no podía seguir, ella había puestoa todos sus compañeros en peligro con su imprudencia.

-Contéstame Simón ¿me estas dejando?-su voz se torno mas dura.

-Sin darte cuenta tu fuiste la que me dejaste mariposa.

Mi voz sonó rota.

Lagrimas comenzaron a caer por su rostro y ella se las saco de un manotazo. Agarro su abrigo y se fue dando un portazo.

Me tire de espaldas en el colchón y suspire tapándome los ojos. Yo no quería llegar a esto, pero me exalte.

Y ahora no solo me sentía mal por su desconfianza, sino por como la había tratado.

Mierda. Hasta la había dejado.

Y yo nunca fui un hombre que me diera por vencido al primer obstáculo.

Me levante como un resorte, tomando una decisión. Abrí la puerta y su mano quedo suspendida en el aire, con la boca abierta.

Quise hablar pero ella me tapo la boca con su mano.

-Déjame hablar. Se que me comporte mal y elegí el camino fácil. Se que tengo que cambiar eso, pero bueno es difícil cuando siempre estuve sola. Y se que tienes toda la razón en lo que me dijiste, pero no voy a dejar que me dejes. Así tenga que volver a conquistarte o mover los contactos que tenga que mover. Tú eres mío Simón Maclean y no voy a dejar que te me escapes.

Mierda. Eso sonó muy posesivo y caliente.

-¿Puedes decir algo? Quiero que vuelvas a ser ese hombre hablador que tanto amo.

Abrí los ojos como platos y ella también al darse cuenta lo que había dicho.

-Dilo otra vez-me acerqué a ella.

-Yo...

-¿Dijiste que no me ibas a dejar ir verdad?

Ella asintió.

-Entonces no puedes echarte para atrás.

Ella negó divertida y acorto la distancia que nos faltaba. Luego tomo mi rostro con sus dos manos y dijo-te amo niño bonito.

Gruñí por el estúpido apodo y la bese cerrando la puerta de mi cuarto-yo también te amo mariposa.

Cuando quise empezar a desnudarle, ella me freno divertida.

-¿Qué pasa?

-Es nuestra ultima noche en las Vegas ¿Qué tal si vamos a comer algo como una pareja normal?-se encogió de hombros.

Le sonreí y bese su frente- me encanta la idea.

Salimos del hotel de la mano. Ella me había dicho que me amaba y yo también. Un poco de normalidad nos vendría bien, aparte ¿Qué podría salir mal?

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