Capitulo 15


Simón.

-¿Entonces me estarías diciendo que ese hijo de puta se les escapó en frente de sus narices?-dije lo más calmado que pude, aunque podía sentir la vena de mi cuello a punto de explotar.

Marko uno de mis agentes más confiables me miro con miedo y asintió- si señor. Este sujeto es como una sombra. Teníamos todo el perímetro cubierto, no había forma de que escape.

Apreté el tabique de mi nariz contando hasta diez para no estallar. Entre lo que había pasado con Natasha y Alcapone mi cabeza estaba por reventar, al igual que mi paciencia.

-Si es verdad que tenían el perímetro cubierto, quiere decir una sola cosa.

Dijo la voz que me mantenía por las noches despierto.

-Tenemos un topo.

Me di vuelta y su imagen me impacto como el primer día. Iba de Jean y una remera, pero si así vistiera una bolsa de basura esta mujer seguiría partiendo corazones con solo mirarla.

Tan hermosa e inalcanzable.

-Eso no puede ser-dijo frunciendo el ceño Marko- aquí todos somos confiables y sabemos lo que ha e juego.

Natasha lo miro seria- yo no diría eso o ¿Acaso se te olvida que está agencia fue hecha para darle una oportunidad a criminales que querían una vida mejor?

-Si y tu misma lo acabas decir. Estamos aquí por que queremos una vida mejor.

-Eso no significa que la lealtad pueda ser corrompida. Créeme lo he visto tantas veces que no me sorprendería que el hijo de puta de Alcapone tuviera media agencia comprada.

Ellos dos se miraron asesinandose, como si fuese un duelo de miradas.

No era tan descabellado lo que decía Natasha. Alcapone podía ser poderoso pero no invencible y que alguien lo estuviese ayudando, aclararía varias veces en las que el escapó y nadie sabía cómo ni por donde.

-Solo piensalo Simón. Cuantas veces lo hemos tendido una trampa y el se escapa sin más saltando todas ellas.

Mi nombre en sus labios se sintio una delicia y más con su marcado acento ruso.

-¿Simón?

-No es tan descabellada la idea Marko.

El suspiro y miro con desagrado a Natasha. Hombre valiente, ninguno de la agencia salvo Clark con quién ella se llevaba bien se animaba a mirarla de ese modo sin temer a las consecuencias.

-Mira Marko- el la miro sorprendido por el tono Pacífico que uso, el cual no era nada propio de ella- se que tenemos diferencias y que el pasado que nos une no es el mejor, pero si lo piensas en frío verás que es algo que debemos tener en cuenta.

Marko la miro y se paso la mano por el cabello frustrado- no es tan descabellado. Pero no te emociones - la señalo con el dedo- que concuerde contigo no significa nada.

Ella se encogió de hombros. Cada ves entendía menos y la idea de que ellos dos ya se conocían y tengan un pasado me dejó un sabor amarga en la boca.

-No esperaba menos de ti.

-¿Que encontraron?

Dije no solo para saber sino para hacerme notar entre ellos dos.

-Ninguna víctima por suerte. Solo droga y algunas personas que la estaban haciendo.

-Bien. Incauten la droga e interroguen a los sospechosos. Si hay alguna pista de Alcapone lo quiero saber ¡Ya! ¡A trabajar señores!-grite a los demás.

Me aleje y mandé un mensaje necesitaba distraerme y no pensar en cierta musa.

-¿Estás bien?

Sus ojos brillaron al mirarme pero su expresión no denotaba ninguna emoción.

-¿Por que no lo estaría?- le respondí con otra pregunta.

-Solo quería ser amable Simón.

-Guardatela. No quiero tu amabilidad.

Un rayo de dolor se vilusmbro en su mirar, pero no quise ilusionarme ella había dejado las cosas claras.

-Me voy. Me están esperando.

Me subí al auto y arranque rápido antes de arrepentirme y secuestrarla para atarla a mi cama y no soltarla más.

Sabía que ella iba a arrepentirse de sus palabras. Solo esperaba que sea más pronto que tarde.

Llegué al pent House y toque el timbre.

Miranda me abrió vestida solo con una bata rosa y una copa en su mano.

-Pasa. te estaba esperando-ronroneo.

Entre y antes de que ella pudiese dar la vuelta la tomé de la cintura y estampe mi boca contra la suya. Ella no perdió su tiempo enseguida errollo sus piernas tonificadas en mi cintura y me devolvió el beso con igual intensidad.

No podía evitar comparar a Miranda con ella.  En su forma de besar, tocarme y hacer el amor.

Miranda solo era una amiga con derechos, los dos teníamos las cosas claras.

Solo buen sexo y nada más.

Ella comenzó a desabrochar mis botones de la camisa cuando el timbre de su departamento sonó.

-¿Esperas a alguien?

Ella negó con la cabeza. Cerro su bata y fue a abrir.

Me serviría un poco de champagne y tomé un trago cuando escuché.

-¿Donde demonios está ese maldito infeliz?

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