1.- Carta de Amor


La primera ni siquiera la abrió.

La segunda la guardó un par de días, inseguro sobre si leerla o no, sin embargo, terminó en la basura como la primera.

La tercera, no la tocó, y tuvo de compañera una cuarta, quinta y hasta decima compañera, las cuales molesto se llevó del locker de la preparatoria a su casa.

Las dejó caer en la cama y se echó sobre ellas sin ningún cuidado, luego de un rato percibió el aroma de un perfume masculino distinto al que él usaba y entonces se dio cuenta que provenía de las cartas.

Está vez la curiosidad le invadió, y fue esta quien le hizo abrir una de ellas.

"Eres el chico más hermoso que he visto en mi vida, cada vez que te veo me robas el aliento, ¿podrías verme a la salida detrás de las gradas del campo de rugby?"

Hizo una mueca, como lo pensó en un inicio eso parecía solo una broma.

"Sé que no merezco tu atención, ni siquiera que me mires, pero ¿podrías regalarme solo 5 minutos de tu tiempo?, siento que mi corazón explotará si no te confieso lo que siento."

El trazo de las palabras era brusco y descuidado, y el aroma masculino le hacían pensar que no era una mujer quien escribía aquellas cartas, lo cual era claramente una burla para su persona, pues desde que había entrado la escuela le habían hecho burla hacer de sus rasgos delicados.

Desanimado, abrió todas, sin prestarles atención realmente, sin querer admitir la pequeña desilusión en su pecho.

Parecía que la persona que quería jugarle aquella broma no pensaba darse por vencido pronto, había pasado un mes y aunque ya nunca había vuelto a abrirlas, el aroma y los trazos con los que escribían su nombre eran los mismos.

Uno de los días en que se había quedado apoyando a la recepcionista de la escuela, como parte de sus actividades de becario, recibió el formulario de unas grandes manos que no habían sido capaces de escribir correctamente Shakespeare, "William Shespir" decía el papel, haciendo que una mueca molesta y ofendida se formara en sus labios ante la evidente falta.

Busco el nombre para llamarle la atención, "Thor Odinson" leyó, entonces su atención se centró en los toscos rasgos, en la forma en que había escrito la L de Lunes, exageradamente similar a la L de Loki en esas molestas cartas.

- ¿Thor? – le llamo la atención al gran rubio frente a él que miraba obstinadamente hacía la ventana.

- ¿Cómo me dijiste? – preguntó el otro casi escandalizado.

- Pusiste que te llamabas Thor Odinson – respondió señalando el formulario.

- ¡Ah! ¡Si, eso! – dijo antes de reír como un lunático.

- Está mal escrito el nombre del autor, no pudo autorizar el préstamo del libro así – explicó luego del extraño ataque de risa del rubio.

- ¿Cómo es entonces? – preguntó confuso el más alto.

Hizo una nueva mueca, ¿acaso no podía revisar el maldito libro tampoco?

- Shakespeare – tomó la pluma de su mano y escribió en el borde del formulario que había entregado. – Ahora tienes que llenar uno nuevo.

- ¡S-si! – el otro se aparto como si hubiera visto el diablo y volvió luego de que él hubiera atendido 3 personas más.

Sus labios se torcieron ligeramente, los nuevos trazos eran más toscos (si es que eso era posible) y aunque no quisiera admitirlo se parecían más a los de las malditas cartas, como si eso no fuera suficiente, ante su silencio, el rubio se acercó a él para revisar el papel, entonces el aroma de su perfume invadió la nariz del pelinegro, quitándole cualquier duda que tuviera al respecto.

La certeza lo puso nervioso, a la defensiva, entonces saltó hacía atrás en su silla, asustando al rubio quien también se retiró.

- ¿Otra vez está mal? – preguntó Thor.

- No, está bien – fue lo único que respondió, anotando los datos en la computadora del lugar para autorizar el préstamo, entregando posteriormente el libro. – Tienes hasta el viernes para entregarlo.

No espero respuesta, se puso en pie y se fue de ahí, sin comprender su propio nerviosismo.

¿Thor Odinson? ¡Ese idiota no podía ni escribir bien el nombre de Shakespeare! ¿Cómo se supone que iba haber estado escribiendo cartas por un mes? ¿Y si era una broma? Tenía que serlo, ese hombre era como una colmena de miel para todas las chicas del bachillerato, ¿cómo es que se supone que se iba fijar en él?

El debate mental continuó hasta entrada la noche, por lo que buscando enfrentarlo se levanto un par de horas más temprano y llegó a la escuela apenas la abrieron. Entonces lo vio llegar, tal vez unos veinte minutos después que él, rubio, alto y torpe.

La pequeña lucha por meter la carta le arrancó una sonrisa de los labios sin que se diera cuenta, y cuando el otro estaba por huir, se plantó frente a él, alzando una ceja en espera de una respuesta.

Odinson gritó, y fueron sus reflejos fruto de su actividad deportiva los que probablemente lograron que no cayera al piso ante la impresión.

- ¿No es un mes demasiado tiempo para una broma? – preguntó con tranquilidad.

La sorpresa en su rostro dio lugar a la indignación, entonces al alzarse por completo cuan alto era, lució ligeramente intimidante para el 1.67 mts que él media.

- ¿Quién ha dicho que es una broma? – preguntó ofendido.

- Yo – respondió el pelinegro con sereno, aunque no se había dado cuenta que no había despegado sus ojos de los azules del más alto.

- ¿Es por eso qué no has venido ninguno de esos días? – preguntó Thor serio.

- ¿Por qué más podría ser? – preguntó él de vuelta, entonces Odinson lució nervioso, haciendo que sonriera.

- Tal vez... tú.... – comenzó a decir, titubeante.

- No me gustan los chicos – respondió Loki de forma directa.

El rostro del rubio fue un poema, de la sorpresa pasó a la tristeza, puso ojos de perritos, suspiró entonces asintió con la cabeza, sin dejarlo ver esos maravillosos ojos azules que por alguna razón no quería dejar de ver ahora.

- No me enamoro de la gente por su género – agregó entonces, haciendo que el rubio le mirara, confuso de nuevo. – no me importa si es una mujer un hombre o un perro, yo me fijo en el carácter de la persona, en sus sentimientos.

El rostro de Thor brilló como sol al amanecer ante la alegría, y el azul de sus ojos era el claro ejemplo del mar en una mañana despejada.

- ¡Todo mundo dice que mi carácter es muy agradable y te aseguro que mis sentimientos son sinceros! – por un segundo podría haber dicho que aquel joven se había convertido en un gran perro labrador, quien ahora se encontraba ladrando y moviendo la cola alegremente.

- Eso lo decidiré yo – fue lo único que respondió, permitiéndose sonreírle ligeramente, provocando que el otro le robara un fugaz beso antes de que pudiera evitarlo.

No tuvo tiempo de regañarlo, se veía tan feliz y él mismo se sentía tan feliz, que antes de que su cerebro dijera algo más, él mismo robó un beso de sus labios, queriendo dejar en claro quien tendría la siempre la última palabra.

Thor no se molestó en lo absoluto ante la aclaración. 


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¡Aquí estamos de nuevo, espero que les haya gustado! 

De verdad gracias por su apoyo y sus comentarios. 

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